La oportunidad que tienes en tu hogar
Débora: «Cristiano cómodo». ¿Estas dos palabras van juntas? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Donde quiera que el Espíritu se mueva para bendecir, puedes estar segura de que Satanás hará todo lo posible para destruir la obra de Dios.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El cielo gobierna», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de noviembre de 2023.
Piensa en un momento de tu vida en el que Dios realmente estaba trabajando en ti, o quizás una temporada en la que Él estaba usando tus dones y recursos para moverse en las vidas de otras personas. Nancy habló sobre esto en el episodio de ayer. Y debo decir que en este tiempo de mi vida Dios me está usando para alcanzar a otras personas que lo necesitan desesperadamente.
El Señor puso en mi esposo Bob y en …
Débora: «Cristiano cómodo». ¿Estas dos palabras van juntas? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Donde quiera que el Espíritu se mueva para bendecir, puedes estar segura de que Satanás hará todo lo posible para destruir la obra de Dios.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El cielo gobierna», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de noviembre de 2023.
Piensa en un momento de tu vida en el que Dios realmente estaba trabajando en ti, o quizás una temporada en la que Él estaba usando tus dones y recursos para moverse en las vidas de otras personas. Nancy habló sobre esto en el episodio de ayer. Y debo decir que en este tiempo de mi vida Dios me está usando para alcanzar a otras personas que lo necesitan desesperadamente.
El Señor puso en mi esposo Bob y en mí, un deseo del tamaño de Dios de utilizar nuestro hogar para bendecir a otros. Eso es algo que me emociona bastante, pero también es algo que me causa temor, porque servir a Dios de manera radical siempre viene con oposición.
Hemos estado estudiando la vida de Lidia. Hoy Nancy continuará este estudio del pasaje que se encuentra en Hechos capítulo 16. Espero que tengas tu Biblia cerca. Verás que tan pronto como Lidia le entregó su vida a Cristo, Pablo y sus compañeros experimentaron una intensa oposición. Aquí está Nancy.
Nancy: Bueno, estamos en Hechos capítulo 16. Antes de comenzar, si acabas de unirte a esta serie, permíteme animarte a que busques en tu Biblia Hechos 16. Hemos estado leyendo sobre cómo el evangelio tuvo un maravilloso comienzo en la ciudad de Filipos: la primera persona convertida de Europa y la primera iglesia plantada en Europa. ¡Fue algo maravilloso! Una mujer influyente, una mujer de negocios llamada Lidia, vino a la fe en Cristo y su hogar se convirtió en la primera base de operaciones para la proclamación del evangelio en Filipos.
Luego, se propagaría desde Filipos al resto de la región de macedonia, y de Macedonia al resto del mundo. Y lo que comenzó como un pequeño grupo de mujeres orando junto al río, se convirtió en lo que ahora es una iglesia completamente establecida.
Y vemos a los misioneros, Pablo, Silas, Timoteo (quien se une a ellos antes de salir a Filipos), y luego al Doctor Lucas (quien se unió a ellos en Troas). Estos cuatro misioneros sirviendo juntos en Filipos. ¡Era maravilloso lo que Dios estaba haciendo! Pero no pasó mucho tiempo antes de que el enemigo se pusiera en marcha para socavar lo que estaba sucediendo.
Y vamos a detenernos unos minutos en parte del pasaje, que no trata específicamente de Lidia, pero que es igual de importante para ayudarnos a conectar algunos puntos de su historia a otros acontecimientos que estaban sucediendo al mismo tiempo. Vimos la conversión de Lidia, la iglesia está creciendo y los convertidos se están reuniendo. También vemos que Pablo y sus compañeros están hospedados en su casa.
Luego el versículo 16 nos dice:
«Mientras íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha esclava que tenía espíritu de adivinación…»
Otra traducción dice, «tenía un espíritu que le permitía adivinar el futuro». Y el término aquí en el griego, traducido al español, es literalmente «un espíritu de pitón».
Una pitón es una serpiente en la mitología griega, pero también se refiere a una persona poseída por un demonio por medio del cual esta serpiente hablaba (y pudiéramos abundar mucho más en ese tema). Pero lo que sabemos es que un espíritu demoníaco comunicaba información a esta mujer sobre la vida de las personas.
Ella tenía la habilidad de decir cosas que la gente no sabía: secretos, sorpresas, cosas que iban a suceder. Y este versículo continúa diciendo que «ganaba mucho dinero para sus amos». Así que esta mujer no era libre, ella era una esclava. Una esclava de Satanás, era una esclava de sus amos. Esta mujer estaba siendo explotada por sus amos para enriquecerlos. Mira los versículos 17 y 18:
«Ella seguía a Pablo y también al resto de nosotros (esto es a Timoteo, Silas y el Dr. Lucas) gritando: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo y han venido para decirles cómo ser salvos”. Esto mismo sucedió día tras día…»
Ahora, lo que ella decía era verdad, pero en realidad era el demonio dentro de ella el que estaba gritando, burlándose de los misioneros, burlándose del evangelio con el propósito de interrumpir la predicación del evangelio. Porque ¿quiénes iban a querer relacionarse con Pablo y sus compañeros si esta muchacha formaba parte del grupo?
Las fuerzas demoníacas estaban tratando de impedir que el evangelio fuera proclamado y se expandiera por el resto de la ciudad. En el versículo 18 dice: «hasta que Pablo se exasperó (¡y estoy segura de que fue una exasperación santa!) de tal manera que se dio la vuelta y le dijo al demonio que estaba dentro de la joven: “Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella”. Y al instante el demonio la dejó».
Pablo sabía que esta mujer estaba dominada, poseída por un espíritu maligno, así que la reprensión no fue dirigida a ella.
Y eso no sucedió porque Pablo tuviera poder, sino porque el Espíritu Santo de Dios, el nombre de Jesús, tiene poder absoluto para vencer las obras del maligno.
Y mirar este pasaje sobre esta mujer, ¡me recuerda que el evangelio cambia a todo tipo de personas! Hemos visto dos mujeres en este pasaje: Lidia, una mujer de negocios temerosa de Dios, y esta joven esclava, desconocida y poseída por un demonio.
¿Podría haber dos personas más diferentes? Y el evangelio las alcanzó a las dos porque ambas necesitaban el evangelio y a Jesús. ¡El evangelio les dio libertad! Lidia necesitaba el evangelio tanto como la joven esclava poseída por un demonio.
Y Lidia podía parecer más refinada, más rica en recursos y con mucho prestigio dada su posición. Pero ella necesitaba a Jesús del mismo modo que la joven esclava poseída por un demonio necesitaba también a Jesús para ser libre. ¡El evangelio cambia a todo tipo de personas!
El evangelio cambia todo sobre nosotros cuando llega y entra a nuestras vidas. No se nos dice lo que sucedió después con esta joven, pero sabemos que fue liberada de ese espíritu demoníaco; y podemos estar seguras de que Pablo y los demás creyentes la acogieron bajo su cuidado y procuraron hablarle sobre la salvación de la que el demonio dentro de ella había estado anunciando.
Y pienso que quizás Lidia trajo a esta mujer a su casa (aunque no lo sabemos con seguridad). También puedo imaginar que la casa de Lidia estaba en un lugar donde esta clase de personas no eran necesariamente bienvenidas.
Pero Lidia tenía un corazón abierto y un hogar abierto. No lo sabemos con seguridad, solo lo estoy suponiendo, pero sabemos que esta joven esclava poseída por un demonio fue transformada por el evangelio. El evangelio también tuvo efecto en aquellos amos que habían estado obteniendo ganancias de estas actividades demoníacas. Y el efecto que tuvo en ellos fue que ¡se enfurecieron! Mira el versículo 19:
«Pero cuando sus amos vieron que se les había ido la esperanza de ganancia para ellos, prendieron a Pablo y a Silas, y los arrastraron hasta la plaza, ante las autoridades».
Bueno, me encantaría leer todo el capítulo, pero por cuestión de tiempo voy a resumir los versículos del 20 al 25.
Esos amos acusaron a Pablo y a sus compañeros de perturbar la paz y de promover costumbres ilegales. El cristianismo no era aceptado por el gobierno Romano, y por supuesto, iba en contra de la ley predicar sobre la fe cristiana.
Así que los amos de esta joven esclava incitaron a una multitud en contra de Pablo y Silas. Y los oficiales que estaban allí en ese momento, rasgaron las ropas de Pablo y Silas, y los golpearon brutalmente. Luego, los echaron en un calabozo y pusieron sus pies en el cepo para asegurarse de que no pudieran escapar de allí.
Estaban en una cárcel de alta seguridad donde no había la más mínima posibilidad de escapar. Pusieron sus pies en un cepo para evitar que escaparan. Ahora, permíteme hacer una pausa aquí porque esta es una escena muy dramática, muy intensa.
Y quiero enfatizar aquí que cuando el evangelio es proclamado públicamente, Satanás y sus demonios harán todo lo posible para que eso no suceda. Y voy a ir más lejos: si en el curso de nuestras vidas y ministerios (la vida de nuestras iglesias y ministerios), si no vemos ninguna oposición, una lucha entre el poder de Dios y el poder demoníaco, espíritus malignos y el secularismo, puede ser que no estemos proclamando el evangelio. Porque donde el evangelio llega, ¡cambia vidas!
¡Satanás tenía a esta joven bajo su dominio! Y también a sus amos y a todas las personas a quienes ella engañaba por medio de ese espíritu engañador.
Pero llegó el evangelio que cambió la vida de Lidia y la vida de la joven esclava. Sus amos perdieron su fuente de ganancias, porque la gente ya no los iba a seguir. ¡El evangelio sacudió la vida de todas aquellas personas de una manera u otra! Y eso es lo que el evangelio debe hacer en tu comunidad, en tu iglesia y a través de tu ministerio.
Pero tristemente, muchas veces predicamos un evangelio diluido. Mi papá decía que cuando se trataba de testificar sobre el evangelio, él era muy directo cuando les hablaba a las personas sobre Jesús. Él decía: «Algunos tienen tanto tacto, que no hacen contacto».
Son demasiado amables. Y tristemente este es el mensaje que se escucha en muchos círculos cristianos al día de hoy: hay que utilizar palabras atractivas cuando le hablamos al mundo sobre el evangelio, hay que ser gentil y bondadoso.
Es cierto que debemos ser amables y gentiles para poder atraer a las personas, pero muchas veces el evangelio en sí mismo es una afrenta, causa ofensas.
Bueno, desde los versículos 25 al 30, Pablo y Silas están en ese calabozo en medio de la noche (y en otro momento haremos una serie solo sobre este pasaje). Pablo y Silas están orando, cantando himnos, y de repente Dios envía un poco de acompañamiento: una percusión celestial.
¡Un terremoto que hizo que se abrieran las puertas de la prisión! Las cadenas cayeron, y el carcelero sabe que va a perder su trabajo y su cabeza, así que decide quitarse la vida porque piensa que los prisioneros han escapado.
Pero Pablo grita y le asegura que todos siguen allí: «…no te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí» (v. 28). Y el carcelero se precipita adentro y temblando se postra ante Pablo y Silas, y les hace la famosa pregunta: «¿Qué debo hacer para ser salvo?» (v. 29). ¡Se tardó un poco para llegar, pero llegó!
Así que, una vez más, Dios se mueve y obra a través de las circunstancias para traer a otros a los pies de Cristo. Y todo aquello parecía horrible: la multitud reunida en contra de Pablo y Silas, la prisión, las heridas, los golpes, el trato brutal que recibieron.
Pero Pablo dice, «para mí vale la pena cualquier sufrimiento por causa del evangelio, y por causa de este carcelero».
Y en los versículos 31 y 32, Pablo y Silas respondieron la pregunta del carcelero:
«Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa».
Observa cuántas veces se hace referencia aquí al hogar de este hombre:
«El carcelero los tomó en aquella misma hora de la noche y les lavó las heridas, y enseguida fue bautizado con todos los suyos. Llevándolos a su hogar, les dio de comer, y se regocijó grandemente por haber creído en Dios con todos los suyos (su casa)» (vv. 33-34).
¡El evangelioestaba siendo plantado! A veces hay oposición y en ocasiones es feroz, pero ¡nada puede detener el avance del evangelio! Las puertas del infierno y Satanás y sus demonios no prevalecerán contra la iglesia de Jesucristo.
Ahora, este carcelero romano no era del mismo lugar demográfico que Lidia, al igual que la joven esclava poseída por el demonio. Pero hay algunas similitudes que pude ver entre este carcelero y Lidia cuando estudiaba este pasaje.
En ambos casos el libro de los Hechos dice que «Pablo les habló la Palabra». Él les habló del evangelio. No esperes que la salvación llegue a las personas si nunca han escuchado el evangelio. ¿Cómo escucharán si no les predicamos? Lidia y el carcelero escucharon la palabra, y en ambos casos toda su familia vino a la fe. No siempre sucede así, pero en ambos casos así fue.
Ambos, Lidia y el carcelero dieron evidencia inmediata de que su conversión fue genuina, su fe era genuina. Ellos fueron bautizados de inmediato y luego abrieron sus casas a los siervos del Señor.
Ahora, estoy segura de que Pablo no tenía ninguna intención de pasar tiempo en la casa del carcelero. Él probablemente esperaba comer en la casa de Lidia ese día. Pero Dios tenía otros planes. Dios estaba trabajando en esos corazones para atraerlos a Él, y ambos le abrieron sus hogares para el avance del evangelio.
Bueno, continuando con los versículos del 35 al 39, a la mañana siguiente, luego de esa larga noche y de todos estos eventos, el oficial de la ciudad le dijo al carcelero que dejara ir a Pablo: «¡Váyanse de aquí, son libres de irse!»
Pero Pablo sabía que ellos habían violado sus derechos legales como ciudadanos romanos. Así que dijo: «¡De ninguna manera! Nos maltrataron públicamente». ¿Cuál era el problema con eso? Bueno, podría haber parecido a la gente de la ciudad que Pablo y Silas habían violado la ley, que habían hecho algo malo.
Así que Pablo le manda a decir al oficial: «Tienen que venir y dejar claro que se equivocaron al encarcelarnos y tratarnos como lo hicieron siendo yo ciudadano romano. Que vengan y nos escolten públicamente fuera de la cárcel». Los oficiales tuvieron miedo de las posibles repercusiones, porque habían visto mucho del poder de Dios en juego y en el terremoto que ocurrió.
Así que vinieron los oficiales, soltaron a Pablo y a Silas, y les suplicaron: «¡Salgan de la ciudad! ¡No los queremos aquí!» Ahora, Pablo y Silas, salieron de allí porque habían dejado personas convertidas, personas que habían creído. Dios los guió a seguir adelante, pero el trabajo de la iglesia iba a seguir avanzando.
Y en el versículo 40 nos dice: «Cuando salieron de la cárcel…», ¿a dónde fueron Pablo y Silas? Dice: «…fueron a casa de Lidia». Esta es la segunda referencia a la casa de Lidia. Recuerda que más arriba, en el versículo 15 dice: «mi casa». Ella les dijo: «Vengan y quédense en mi casa». Ellos regresaron a la casa de Lidia (v. 40).
Después de la conversión de Lidia, es posible que Pablo y sus compañeros pasaran algunas semanas viviendo en su casa. Probablemente, era una casa muy agradable para los estándares de esa época; el hogar de una mujer adinerada. Ellos fueron cálidamente recibidos en ese hogar.
Luego, pasaron la noche en un lugar que no era cómodo: en una cárcel; en el calabozo más profundo. Y cuando salieron de la cárcel, ¿qué hicieron? Regresaron a la casa de Lidia.
Y cuando meditaba en este pasaje, recordé lo que dice Hebreos 13:
«No se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los maltratados, puesto que también ustedes están en el cuerpo» (vv. 2-3).
Ahora, Lidia en esos momentos no tenía esas Escrituras, pero sí tenía el Espíritu de Dios en su corazón, y Pablo sabía que antes de salir de la ciudad quería ir a ver esta mujer y a los creyentes que lo esperaban en esta casa, porque para ese momento ya había una pequeña iglesia establecida en Filipos.
Y no eran solo mujeres, como había ocurrido en aquella reunión inicial de oración en el río. Esta iglesia estaba reunida en la casa de Lidia. Escucha, y lo mencioné ayer, pero quiero enfocarme en esto una vez más: nuestros hogares tienen el propósito de ser una embajada para el reino de Cristo y para Sus embajadores.
Y esto me hace pensar en mi querida amiga Carrie y su esposo. Ellos y sus siete hijos me han abierto las puertas de su hogar. Ellos tienen el corazón abierto, una vida abierta. Han servido comidas a todo tipo de personas: extraviadas, rezagadas, creyentes y no creyentes.
Carrie y su esposo tuvieron un hijo muy enfermo que ahora está con el Señor. Pero por muchos años ese hijo necesitó cuidados las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Y a pesar de esa gran aflicción, seguían abriendo sus corazones y su casa a los médicos, a las enfermeras, a la gente, siempre con un corazón abierto y un hogar abierto.
Su hogar es una embajada para el reino de Cristo, para los siervos del Señor. Y sus hijos han aprendido eso; ellos también tienen un corazón hospitalario, ¡y eso me encanta! La hospitalidad es algo hermoso para el avance del evangelio. El versículo 40 dice:
«…fueron a casa de Lidia, (¿y a que se dedicaron allí?) y al ver a los hermanos, los consolaron…»
Ahora, detente ahí un momento. Piensa en lo que acababan de pasar Pablo y Silas; fueron golpeados brutalmente, echados al calabozo con sus pies en el cepo, estaban sangrando y tenían heridas. Ellos salen de la prisión, pero no había pasado tiempo suficiente para que sus heridas sanaran, solo habían pasado unas horas. Luego ellos regresan a la casa de Lidia. Saben que tienen que irse de la ciudad, ¿y qué hacen? Bueno, ellos no dicen, «¿nos pueden animar un poco?» Y podemos pensar que Pablo y Silas eran los que necesitaban ser animados después de lo que acababa de pasar.
Sin embargo, fueron ellos los que estaban animando a esos nuevos creyentes que tendrían que continuar predicando el evangelio, luego de que Pablo y Silas se fueran. Y finalmente, en el versículo 40, dice que ellos se fueron después de ver y consolar a esos hermanos.
Ahora, probablemente esa no era la estrategia que Pablo había previsto o planificado. Quizás esperaba quedarse más tiempo en Filipos para ayudar a esta joven iglesia a establecerse.
Y tal vez él no tenía idea de lo que les esperaba a él y a Silas, ni siquiera dónde pasarían la noche siguiente. Estaban en un territorio desconocido. Recuerda que Filipos estaba hacia el oeste, y era lo más lejos que el evangelio había llegado. Pero Dios quería llevarlo más lejos aún, hasta Roma y finalmente ¡al mundo entero!
Ellos vieron el poder de Dios manifestado de maneras muy dramáticas: la conversión de Lidia, el demonio saliendo de la joven esclava, el terremoto en la cárcel, la conversión del carcelero y toda su familia. Creo que todo aquello tuvo que ser un gran estímulo para la fe de Pablo y Silas, así como para la fe de estos nuevos creyentes.
Así que, ya es hora de que Pablo siga su camino. Y pienso en Lidia y esos nuevos creyentes. La partida de Pablo era una pérdida para todos ellos. Pablo les guió a Jesús, y ahora tenían que despedirse de él para que pudiera ir a otras ciudades a predicar el evangelio de Cristo.
Pensé en cómo se habría sentido Lidia, los de su casa y los demás creyentes, cuando Pablo fue arrastrado por esa multitud y echado en prisión. Pero Lidia, quien probablemente era una mujer destacada y prominente en la ciudad, cuando se volvió difícil y peligroso ser cristiano, ella no retrocedió, no abandonó el cristianismo. Ella era una mujer valiente. Adorar al Mesías judío en una cultura pagana gentil no habría sido socialmente respetable.
Podría haber afectado negativamente su reputación, su negocio, podría haber provocado la pérdida de clientes. Pero este era un riesgo que aparentemente ella estuvo dispuesta a correr, ¡porque Jesús lo vale todo! Lidia utilizó sus recursos, sus bienes y su influencia, para ayudar en el avance del evangelio. Ella fue una mujer generosa, utilizó sus posesiones, su riqueza para los propósitos de Dios.
Y vemos eso a lo largo de la historia de la iglesia. De hecho, en Lucas 8, los primeros versículos de ese capítulo, hay un hermoso pasaje que habla de cuando Jesús y Sus discípulos viajaban de un pueblo a otro predicando y hablando sobre las buenas nuevas del reino.
La Biblia dice: «Con Él iban los doce discípulos, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios…» (Luc. 8:1-2).
Piensa en esta joven esclava en Filipos. Había otras mujeres que viajaban con Jesús:
«Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes; Susana y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos (de Jesús y sus discípulos)» (v. 3).
Mujeres apoyandoel avance del evangelio. Eso es lo que hicieron estas mujeres en tiempos de Jesús. Es lo que hicieron Lidia y sus amigas en la época en que se estaba estableciendo la iglesia en el libro de los Hechos. Entonces, ¿qué bienes y recursos tienes que Dios quiera usar para ayudar a difundir el evangelio?
¿Tienes una casa? Quizás tú dices: «Bueno, mi casa no es muy grande, ni muy lujosa. Ni siquiera es mía, es alquilada». Bueno, la verdad es que donde quiera que duermes de noche, ahí es donde está «tu hogar». Eso es lo que creo después de pasar diez años de mi vida viajando a tiempo completo, durante todo el año haciendo ministerio itinerante. Tu hogar puede ser la habitación de un hotel.
¿Tienes un hogar? ¿Tienes un carro? ¿Tienes tiempo? ¿Tienes talentos?
Hace un tiempo, recibí una carta de una mujer cuya vida fue impactada a través de este ministerio. Ella escribió: «Quiero mudarme cerca de donde está el ministerio, cerca de donde se encuentra establecido Aviva Nuestros Corazones».
No sé cómo el Señor la guiará en esa situación, pero ella dijo, «este ministerio ha tocado tanto mi vida. Lo escuché un día y sentí que estaba en la presencia de Dios. ¡Yo sentí que estaba en las puertas del cielo!» (Pero yo le aseguré que no todos los días de trabajo aquí se sienten como las puertas del cielo).
¿Qué tienes tú que ofrecer para el avance del evangelio? Y después que mueras, ¿qué va a suceder con todas esas cosas? ¿Has pensado en cuáles de tus recursos vas a dejar al servicio del evangelio? ¿Dónde habrás invertido tus bienes para promover el avance del evangelio una vez que ya no estés, y no tengas nada más que hacer al respecto?
Lidia no pudo anticipar a largo plazo el fruto de su inversión. Pero más adelante en las Escrituras, vemos que la iglesia que nació en Filipos se convirtió en una fuente de apoyo y ánimo para Pablo durante el resto de su ministerio.
Cuando leemos la carta de Pablo a los Filipenses, leemos sobre la iglesia de la que Lidia fue la primera creyente, y en cuya casa se plantó esa primera iglesia. La carta a los Filipenses fue escrita durante el encarcelamiento de Pablo en Roma. Así que cuando leas la carta a los Filipenses, piensa en Lidia y en su casa.
Piensa en aquellas mujeres que se reunían junto al río para orar, piensa en aquella esclava que fue liberada del poder de Satanás. Piensa en el carcelero y su familia que llegaron a la fe en Cristo, todos de Filipos.
Luego, piensa en el amor de Pablo por esos creyentes y otros que Dios levantó en ese lugar al que Pablo nunca tuvo la intención de ir, pero donde Dios lo llevó. De hecho, permíteme leer un poco del libro de Filipenses. Y mientras lo hago, piensa en estas personas de las que acabamos de hablar. Pablo dice:
«Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de ustedes. Pido siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos ustedes, por su participación en el evangelio desde el primer día (allí junto al río) hasta ahora. Estoy convencido precisamente de esto; que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Es justo que yo sienta esto acerca de todos ustedes, porque los llevo en el corazón, pues tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación del evangelio, todos ustedes son participantes conmigo de la gracia. Porque Dios me es testigo de cuánto los añoro a todos con el entrañable amor de Cristo Jesús» (Fil. 1:3-8).
Y luego dice en el capítulo 4:11-13:
«No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación (quizás Pablo pensaba en aquella noche en la cárcel de Filipos).
En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado (quizás recordando con afecto las semanas que pasó en la casa de Lidia) como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece».
Y Filipenses 4, versículos 15 y 16:
«Ustedes mismos también saben, filipenses, que al comienzo de la predicación del evangelio, después que partí de Macedonia, ninguna iglesia compartió conmigo en cuestión de dar y recibir, sino solamente ustedes. Porque aun a Tesalónica enviaron dádivas más de una vez para mis necesidades».
Como puedes ver, la iglesia de Filipos se había convertido en una iglesia misionera que apoyaba económicamente a Pablo. ¿Y dónde comenzó eso? Con la obediencia de Pablo de ir donde Dios lo llamara. Y luego, Lidia estableció un modelo para recibir el mensaje, abrir su corazón para responder, y luego una generosa asociación con los siervos de Dios en el evangelio.
El evangelio se establece a través de relaciones; no es algo individual. Esas relaciones son cruciales para el avance del evangelio. Y cuando leo la carta a los Filipenses, pienso en los creyentes de Filipos: Lidia, el carcelero y la joven esclava. Pienso en amigos que son como Lidia, que oran por este ministerio, que ofrendan, que apoyan el ministerio y sus alcances, y que han abierto sus corazones y sus hogares, pero no solo a mí, sino a todo nuestro equipo.
Y pienso en otras mujeres que están estudiando la biblia con Mujer Verdadera 101 o el libro de Adornadas o Mujer Verdadera 365. Ellas hacen grupos de estudio en sus hogares. Están abriendo sus hogares y sus corazones para difundir y promover el mensaje de Cristo. ¡Qué hermoso es eso! Cuán maravilloso es que nosotras podamos ser parte de eso.
Señor, gracias por este precioso ejemplo de Lidia. En unos pocos versículos y en tres días solo pudimos ver un pequeño destello de todo el valioso contenido que hay aquí. Pero qué hermoso y bello ejemplo de una mujer cuyo corazón Tú abriste, y que luego ella abrió a Tus siervos, y al evangelio.
Una mujer que tuvo un hogar abierto y en cuya vida y a través de ella, Tú plantaste semillas que cosecharon la iglesia en Filipos, luego las iglesias de Macedonia, las iglesias por Europa y finalmente en todo el mundo.
Hoy nos llamas a ser generosas, a confiar en Ti, a tener un corazón abierto y un hogar abierto. Oh, que confiemos en Ti en los tiempos cuando las cosas van bien y las personas están recibiendo el mensaje ansiosamente. Pero que de la misma manera te sirvamos fielmente cuando haya persecución y cuando haya oposición para el evangelio.
Oh Señor, ayúdanos a mantenernos fieles a Ti, y que podamos recordar que Tú estás siempre obrando Tu voluntad y llevando a cabo Tus propósitos, edificando la iglesia de Jesucristo. ¡Nada prevalecerá contra tu evangelio! Te damos las gracias y te bendecimos en el nombre de Jesús, amén y amén.
Débora: Yo quiero una vida como la de Lidia, ¿y tú? Si has sido bendecida con esta serie, ¿podrías considerar hacer una donación al ministerio de Aviva Nuestros Corazones? Queremos que más mujeres escuchen el evangelio que Lidia escuchó y que cambió su vida para siempre. Aviva Nuestros Corazones es un ministerio que anhela alcanzar a mujeres de todo el mundo hablándoles de la libertad, la plenitud y la abundancia que solo se encuentran en Cristo.
Animándote a tener un corazón abierto y un hogar abierto, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas a menos que se indique lo contrario.
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