Maternidad y comunidad
Annamarie Sauter: En cada etapa de nuestras vidas enfrentaremos diversos retos, y en la medida en que lo hacemos hay algo que debemos recordar...
Nancy DeMoss Wolgemuth: Qué regalo poder acudir al cuerpo de Cristo y pedirle al Señor que envíe a una persona o personas que puedan ser Sus manos y Sus pies. A veces vamos a necesitar que otras personas lo hagan por nosotras y otras veces, nosotras lo haremos por alguien más.
Nos necesitamos unas a otras.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos en la serie titulada, Más allá del tiempo del baño.
Erin Davis: Creo que muchas de las mamás sienten que la maternidad es un obstáculo para su felicidad.
Ahora, ellas no están diciendo eso. Si vas donde ellas y les preguntas, «¿es la maternidad un obstáculo para tu felicidad?», ellas dirían, …
Annamarie Sauter: En cada etapa de nuestras vidas enfrentaremos diversos retos, y en la medida en que lo hacemos hay algo que debemos recordar...
Nancy DeMoss Wolgemuth: Qué regalo poder acudir al cuerpo de Cristo y pedirle al Señor que envíe a una persona o personas que puedan ser Sus manos y Sus pies. A veces vamos a necesitar que otras personas lo hagan por nosotras y otras veces, nosotras lo haremos por alguien más.
Nos necesitamos unas a otras.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos en la serie titulada, Más allá del tiempo del baño.
Erin Davis: Creo que muchas de las mamás sienten que la maternidad es un obstáculo para su felicidad.
Ahora, ellas no están diciendo eso. Si vas donde ellas y les preguntas, «¿es la maternidad un obstáculo para tu felicidad?», ellas dirían, «no». Pero ellas están viviendo como si lo fuera, y lamentan esas cosas en su vida que piensan que harían su vida mejor si pudieran tenerlas.
Algo que solía pasar en mi casa mucho más a menudo, y trato de no dejar que pase tanto como antes, es que inmediatamente mi esposo entra por la puerta, anuncio, «estoy fuera de servicio». No puedo manejar ni un minuto más a estos niños. Y el mensaje es, «oh, estos niños me están desgastando. Soy miserable en este rol de criar».
Pero si alguien viene y me dice, «¿tus hijos te hacen feliz?» Yo diría, «sí, por supuesto. ¿Quieres ver su foto?» Pero, en realidad, estoy viviendo de manera que si no tuviera estos niños estaría menos estresada; sería más feliz; mi cuerpo volvería a su versión de los 18 años de edad; todas esas cosas que creo que me harían feliz.
Nancy: Cualquiera que sea tu llamado, cualquiera que sea tu etapa en la vida, aquí hay una verdad central de la Palabra de Dios si quieres ser una mujer verdadera de Dios.
Dios le dijo a Pablo: «Mi gracia es suficiente para tí». Noches sin dormir, niños enfermos, horarios restringidos, lo que sea que esté ocurriendo en esta temporada, nunca puedes mantener la casa recogida por más de ocho minutos o menos: «Mi gracia es suficiente para ti». En este momento, en esta temporada.
Ahí vemos el poder de Dios desplegado de manera tan grande, cuando nuestra debilidad se corresponde con Su gracia, entonces lo vemos, los niños lo ven, las personas a nuestro alrededor lo ven. Ellos saben que somos débiles, pero ven que Él es fuerte. Se convierte en una forma de mostrar la grandeza y el poder de Dios que es realmente de lo que se trata nuestro llamado.
Erin: la belleza de exponer las mentiras es que, una vez estás consciente de ellas, tienes el poder de hacer algo al respecto. Pero eso no es suficiente. Vas a tener que reemplazarlas con la verdad de Dios. La verdad de Dios es, «sí, tú no eres perfecta. Pero sigue adelante porque el perfecto ya te redimió. Y Aquél que comenzó la buena obra en ti, la continuará hasta el final. Él no está interesado en la perfección para ti».
Nancy: Ha sido muy divertido para mí tener a mi querida amiga Erin Davis con nosotras en la transmisión de los últimos días. Erin recién escribió un libro sobre la maternidad titulado Más allá de la hora del baño: La maternidad como un rol sagrado, «Beyond Bath Time: Embracing Motherhood as a Sacred Role». Este libro está disponible solamente en inglés.
Erin, cuando empezamos la serie, hablaste sobre el nacimiento de tu primer hijo Eli, y algunos de los retos y ajustes que enfrentaste en tu primer año como una nueva mamá.
Luego, Dios te bendijo con un segundo hijo, su nombre es Noble, y descubriste que no lo tienes todo bajo control. De hecho, el nacimiento de este segundo hijo, trajo nuevos retos. Mientras leía sobre todo esto y te escuchaba hablar del tema, pensé en muchas madres que se van a sentir identificadas con esto.
Gracias por ser transparente al compartir tu caminar en este tiempo de la vida. Cuéntanos un poco sobre ese lugar donde Dios te encontró, y el proceso por el que te condujo, que también es parte de aprender a abrazar la maternidad como un rol sagrado.
Erin: Como me estás escuchando, no puedes ver la emoción reflejada en mi rostro, pero es difícil para mí hablar sobre esa etapa de mi vida. Noble tenía pocos días de haber nacido, ya habíamos regresado a la casa del hospital, nuestra casa estaba llena de globos, llegaban los pastelones, las comidas… Estaba tan emocionada de volver a ser madre.
Recuerdo que estaba sentada en el piso en el cuarto del bebé, doblando la ropita, y me sentí como si hubiera llegado una nube negra que me cubrió, y ese fue el principio de una lucha con la depresión posparto.
Me estaba sucediendo algo hormonal. Las hormonas salen de tu cuerpo tan pronto das a luz, y ese éxodo masivo de hormonas de mi cuerpo me trajo una profunda tristeza, ansiedad incontrolable, mucho temor, comía muchísimo… era totalmente diferente a como yo estaba acostumbrada a sentirme.
Como cuando Eliseo, me sentía dividida entre lo que debería ser el gozo de una vida nueva y esta batalla que, en mi caso, era realmente con mis emociones y sentimientos. Era sumamente abrumador.
Nancy: ¿Esto te tomó totalmente de sorpresa, desprevenida?
Erin: Ciertamente me tomó de sorpresa. Pensé que como era mi segundo bebé tenía el terreno ganado. Iba a estar adaptada; tenía apoyo, y me sentía lista para ser madre otra vez. De modo que esta ola de depresión, temor, preocupación y ansiedad de verdad me golpeó con fuerza. No estaba nada preparada para esto.
Nancy: Y asumo que Jason también experimentó parte del impacto.
Erin: Así fue. Él estaba trabajando en el garaje justo cuando me sentí tan abrumada por primera vez y entré en pánico. Salí y le dije: «Estoy hecha un desastre. Me siento triste». Empecé a sentirme como si estuviera en una montaña rusa… Me sentía totalmente fuera de control. Fantaseaba con subirme al vehículo y solo conducir. Esos no eran pensamientos racionales.
Cuando el bebé lloraba en la noche, nunca quise hacerle daño al bebé, como les sucede a algunas mujeres que batallan con la depresión posparto, pero había albergado pensamientos de hacerme daño a mí misma para detener el llanto. No era yo. Era como si otra persona estuviera dentro de mi cabeza.
Mi esposo solo podía hacer lo que estaba a su alcance. No sabía qué hacer. Teníamos el nuevo bebé, y también teníamos el otro pequeño, y pasaban por mi mente todos estos pensamientos que no tenían sentido. Fue un tiempo de prueba para todos nosotros.
Nancy: ¿Y tú conocías otras mujeres que habían pasado por algo similar?
Erin: Una señora de mi iglesia me había mencionado que había tenido depresión posparto hacía 20 años, y esa fue la razón por la que tuvo solamente un hijo. La llamé y le dije: «Creo que tengo depresión posparto. Me siento fuera de control».
La de ella fue extremadamente severa, de modo que la mía no debió de parecerle tan grave, y me dijo: «Te sentirás mejor en dos semanas».
Nancy: ¿Eso te ayudó o no?
Erin: ¡Para nada! Ella no lo tomó en serio, pero eventualmente hablé con mi grupo de MOPS.
Nancy: Cuando dices «eventualmente», ¿qué tiempo te tomó?
Erin: Unas semanas.
Nancy: ¿Entonces estuviste luchando sola con esto durante algunas semanas?
Erin: Durante algunas semanas luché sola con esto. Mi mamá había venido a quedarse con nosotros, para ayudarnos con el bebé, y yo le hablaba mucho del tema. Ella me decía, «sí, yo sé», o que yo le recordaba cuando era bebé.
Yo había ido a la doctora y ella me había preguntado cómo me iba, si mis emociones parecían normales, y tuve temor de contarle, así que no lo hice.
Le dije, «bueno, me siento un poco triste». Y ella me dijo: «un poco triste es normal, pero ¿tienes fantasías con dejar a tu familia? ¿Te imaginas haciéndote daño a ti misma? ¿Te está dando trabajo dormir?…» Ese tipo de cosas.
No le dije la verdad. Recuerdo que después de eso me senté en el carro y lloré porque sentía que ese podía haber sido mi momento de obtener ayuda y que no lo aproveché. Pero no sabía cómo pasar de ser una mujer fuerte, segura y en control de mí misma a decir: «No puedo controlar mi mente. Tengo miedo; no quiero que me dejen sola…», y cosas así.
No lograba que me salieran las palabras, así que no le dije nada a la doctora. Me sentí aún más desesperada porque pensé: «¿Qué? ¿Ahora voy a llamarla a decirle que no le dije la verdad?» Además, no me sentía segura de que la doctora era con quien debía hablar.
De modo que durante varias semanas después del nacimiento de Noble, estuve en esta niebla de tristeza y ansiedad, sintiéndome como, «¿y cuánto tiempo será que me voy a sentir así? ¿Qué es normal o qué no?»
Nancy: Y sobre todas estas cosas tenías que seguir funcionando.
Erin: Claro tenía que seguir funcionando. Tenía un bebé que de por sí era exigente, y tenía otro de dos años que también era exigente, y Jason tuvo que regresar al trabajo. Tenía a mi mamá y a mi hermana y a otras personas turnándose, pero era en mi mente donde en realidad se estaba librando la batalla. No sabía cómo detener la carrera.
Nancy: ¿Te pareció difícil orar durante ese tiempo?
Erin: Uff, me pareció muy difícil orar, muy difícil concentrar mis pensamientos en algo concreto. Cuando lograba orar, era algo así como «ayúdame, ayúdame, ayúdame . . .»
Nancy: Esa no es una oración mala.
Erin: El Señor la escuchó, te lo puedo asegurar, pero fue muy difícil para mí escoger la verdad de Dios, porque simplemente no era yo misma.
Nancy: Así que finalmente fuiste a un grupo MOPS, del cual gracias a Dios ya formabas parte, ahí sí encontraste gracia y ayuda.
Erin: Así fue. Había estado involucrada en MOPS…que significa Madres de Preescolares (en inglés). Es un ministerio a nivel nacional, tal vez internacional, para madres de preescolares. Donde vivo es un grupo que se reúne dos veces al mes, y tenía amigas allí.
Te asignan a una mesa, y me reunía con las mismas ocho madres en cada reunión. Nos conocíamos bastante bien, y estábamos teniendo un momento de oración al final de cada reunión. Estaban compartiendo peticiones de oración que no eran comprometedoras, como: «Me van a hacer una cirugía», o «mi abuelita está enferma», cosas que son importantes, pero que no decían más de la cuenta.
Recuerdo que todas las madres inclinaron la cabeza (y lloro solo de pensarlo), la mujer que estaba dirigiendo la oración empezó a orar, y yo dije: «No amo a mi esposo». Eso no era verdad en ese momento y no es verdad ahora. Amo a mi esposo…pero así era como me sentía en ese instante.
Y se rompió el muro de contención en mi corazón. Esas mujeres inmediatamente me rodearon como una caravana. Sabían lo que era sentir, aunque fuera por un momento efímero, que no amaban a sus esposos. Sabían lo que era sentirse como montarse en su vehículo y dejar a sus hijos, aunque nunca lo hubieran hecho.
Sabían lo que era tener un cerebro loco, que fue como lo empecé a llamar. No se les escapó una. Salieron de sus sillas, físicamente hicieron un círculo a mi alrededor, todas lloraban, y eran lágrimas genuinas, y oraron por mí en ese momento, y siguieron sin parar durante varias semanas.
Eran ocho. Todas me llamaban todos los días y me enviaban mensajes de texto o electrónicos o por Facebook. Todas venían a mi casa y me enviaban comida. Alguien lo organizó de modo que siempre hubiera alguien que fuera en la noche. Cuando venían, preguntaban: «¿Cómo te sientes?»
Y tomé la decisión de no dar la respuesta mecánica. Pude haber seguido diciendo estoy bien pero no lo hice. Cargaban al bebé, y preguntaban: «¿Cómo te sientes?» Y yo decía: «No muy bien. Siento esto, siento aquello…»
Y me daban aliento, me hablaban la Palabra de Dios, y oraban por mí cuando yo no podía orar por mí misma. Una de ellas me envió un mensaje electrónico meses después y me dijo: «Del año completo con MOPS, lo más impactante fue caminar contigo durante esa prueba», porque ella sabía y había sentido depresión posparto y nunca se lo dijo a nadie.
La señora de la iglesia tenía razón. Una vez las hormonas se equilibraron hasta cierto punto y yo me ajusté al cambio, estuve mejor.
Nancy: Las nubes empezaron a disiparse.
Erin: Las nubes empezaron a despejarse. Cuando supieron que yo estaba bien, las mujeres se apartaron, pero siguieron dándome seguimiento con regularidad. Fue genial porque vi, en ese año, una transparencia en todas ellas. El sentir de ellas era como: «Si Erin puede hacerlo, si Erin puede decir que no ama a su esposo (que es una declaración sumamente osada), entonces yo puedo ser real con respecto a lo que estoy enfrentando».
Así que realmente impactó nuestras vidas de muchas formas. Con frecuencia digo que Dios usó a MOPS para salvar mi vida. Siento que así fue, que esas mujeres realmente me llevaron a tierra seca en un momento en que estaba teniendo serios problemas.
Nancy: Estoy segura de que algunas oyentes estarán pensando: «Bueno, pero yo no tengo un grupo así. Si yo compartiera algo así en mi iglesia o en mi grupo pequeño, la gente pensaría que estoy loca, o me rechazarían, o simplemente no estarían ahí para apoyarme».
Pero tú no supiste si estarían ahí para apoyarte hasta que te abriste y lo compartiste. Tú no sabías cómo iban a responder ellas
Erin: Esa mamá que se está sintiendo así tiene una opción. Puede seguir sintiéndose como se está sintiendo, puede seguir sintiendo dolor y ansiedad, temor, o puede arriesgarse. ¿Qué es aterrador? Claro que lo es. Pero en mi experiencia esas personas no van a pensar que estás loca.
En realidad la depresión posparto es muy común. Su prima más manejable es el decaimiento o como dicen en inglés, los «baby blues». Casi toda mujer siente ese decaimiento durante un tiempo. Es solo la naturaleza de todas esas hormonas en nuestro cuerpo, que salen de repente, luego pasamos por la falta de sueño encima de todo, y tenemos que ajustarnos a un nuevo bebé.
Pienso que se sorprenderían de la cantidad de mujeres que pueden identificarse con esos sentimientos. Las pequeñas cosas hacen una gran diferencia en esa etapa… alguien que salga a caminar contigo, alguien que coma contigo, que te saque de la casa de vez en cuando, hasta que puedas sobrepasar lo peor y empieces a ver la luz al final del túnel.
Nancy: De lo que realmente estamos hablando es del poder de la hermandad entre mujeres y cómo Dios nos da gracia a través de Su pueblo. Y para alguien que nos escucha, puede que no sea la depresión posparto, puede que esté pasando por algún otro problema grave…alguna circunstancia o ajuste que esté cambiando o alterando su vida, o solo una etapa de la vida.
A todas nos ha pasado. A mí me ha tocado mi parte en este último año, no depresión posparto, pero otros momentos en que te sientes emocionalmente paralizada. Qué regalo poder acudir al cuerpo de Cristo y pedirle al Señor que envíe a una persona o personas que puedan ser Sus manos y Sus pies. A veces vamos a necesitar que otras personas lo hagan por nosotras y otras veces, nosotras lo haremos por alguien más.
Nos necesitamos unas a otras. Para que las mujeres se queden aisladas en esas diferentes etapas de la vida, Satanás hace ese tipo de cosas con tu mente. Piensas que nadie te entiende, que nadie más está pasando por algo así, que nunca se va a terminar, y las mentiras siguen y siguen. Poder romper el vivir con tantos secretos y ser sinceras…
Y es bíblico. Dios dice que cuando nos humillamos (y eso es lo que se necesita para tomar el riesgo), entonces, ¿qué hace Él? Él derrama Su gracia sobre los que se humillan. ¡Qué necesidad tan grande para las madres!
Erin: Una de las cosas que me apasionan en la vida y de escribir este libro, es apasionar a su vez a la iglesia para que equipe a las madres y desarrolle vehículos de hermandad entre las mujeres. Porque sabemos por la Biblia que Dios tiene un corazón para las madres. Parte de la función de la iglesia es apasionarse por aquellas cosas que le apasionan a Dios.
Tito 2, que son versículos que mencionas con frecuencia, habla sobre las mujeres mayores y las más jóvenes. Estas cosas sucedían con más naturalidad en días pasados. Yo sé que dependo de mi iglesia para llenar esos huecos familiares, relacionales, y la consejería, que no suceden con tanta naturalidad con mi familia porque mi mamá vive a doscientas millas de distancia y esa es mi situación en este instante.
De modo que la iglesia está en una posición única para satisfacer esta necesidad de que las madres se conecten con otras madres. En el libro presento muchas ideas de cómo hacerlo. Tal vez es empezar un programa grande como MOPS. No sé qué forma tomaría, pero que continúen viviendo el llamado de Dios a la maternidad como algo alto y santo.
Nancy: Y si estás ahí sentada pensando: «Bueno, mi iglesia no está haciendo eso», no esperes a que lo haga alguien más. Tengo tres amigas que son madres jóvenes que, entre ellas, porque viven cerca una de la otra, se reúnen una vez a la semana a orar unas por otras y por sus hijos, mientras los niños juegan en el sótano. Los más viejos cuidan a los más pequeños.
Es entre una hora y noventa minutos, ese es su punto de apoyo. Necesitan hacerlo en los buenos y en los malos tiempos, y están poniendo un fundamento para una ministración continua en la vida de cada una de ellas. Están levantándose, animándose unas a otras. Todas necesitamos eso. No esperes que alguien más venga y haga que suceda.
Erin: Sentía la necesidad de ello en mi propia iglesia, y fui donde la líder de niños y le dije: «Necesitamos un grupo de madres». Seguí hablando y hablando con ella. No era que ella no estuviera dispuesta; terminó ayudándome a lanzar el grupo de madres.
Pero no era una pasión en ella, y no creo que ella tuviera una visión al respecto. No creo que haya mucha gente en la iglesia que tenga una visión sobre la necesidad de equipar a los padres.
Eventualmente, dije: «Bien, yo lo haré». Como madre de hijos pequeños, mi tiempo disponible es poco, mis recursos financieros son pocos, mi energía es nula. Así que fue difícil asumir esta responsabilidad adicional, pero he visto una bendición tras otra como resultado de este pequeño grupo de madres.
Nos reunimos una vez al mes y somos aproximadamente ocho. Nuestro lema es: «Vamos a comer alimentos que no cocinamos de platos que no tenemos que lavar». Eso es todo lo que hacemos. Oramos unas por otras, y tenemos varios meses en Tito 2. Solo leemos este pasaje y tratamos de extraerle lo más posible.
Depende de ti, mamá. Depende de ti, aunque no seas mamá, depende de ti, mujer de la iglesia, ahora que tienes conocimiento de la necesidad, ahora que tienes conocimiento de que la hermandad entre las mujeres es poderosa y que las madres necesitan esa conexión unas con otras, madres con madres, haz algo al respecto.
Nancy: Y no pienses que tienes que ser una joven madre para involucrarte en esto. Esto es todo el tema de Tito 2, que las mujeres mayores deben incentivar a las más jóvenes. Yo misma, como mujer mayor, me doy cuenta de que hay lugares en los que he caminado donde Dios me ha encontrado y me ha incentivado cuando me sentía abrumada y sin esperanza. Ahora es el tiempo de mi vida para tomar algunas mujeres más jóvenes bajo mis alas y, sea de manera informal o formal, incentivarlas, bendecirlas, apoyarlas en oración, ser un incentivo.
Puede que tus hijos ya se hayan ido de la casa y hayas dejado atrás el peso de tus días de ser mamá, pero ahora es el tiempo de compartir tu mensaje de vida, del depósito que Dios ha puesto en ti. Y tal vez eso solo consista en buscar otra mamá, una joven mamá de tu iglesia que se vea cansada y se vea como que pudiera ayudarle un poco de motivación, y decirle: «Ven con tu pequeño, y tomemos café».
Puede ser algo así, algo individual. Erin, tú eres decidida y emprendedora, así que empezar un grupo de ocho madres puede ser una gracia que Dios puso sobre ti. Para otras mujeres quizás, eso parecerá imposible. No tienen que ser ocho. Que sea una, que sean dos; tampoco tiene que ser todos los meses.
Puede ser el domingo cuando estés en la iglesia. No busques solo mujeres de tu misma generación y demografía, busca también una madre a la que ves agobiada con tres pequeñitos encima de ella, y dile: «¿Puedo agarrar al más pequeño? ¿Cómo puedo orar por ti esta semana?»
Erin: El primer paso que doy en el libro sobre extenderles una mano a las madres en tu propia iglesia es orar. Y no lo digo como un cliché cristiano para nada. ¿Sabes lo que las mamás necesitan? Necesitan a alguien que esté orando por ellas; alguien que ore con ellas.
Puede que tengas una lista interminable de razones que te hagan pensar que no puedes ministrarle a una madre, y estoy segura que ninguna de esas razones te impide orar por ella. Así que ve y encuentra a una mamá y ora como loca por ella, y deja que Dios se encargue de ahí en adelante. Él hará algo más maravilloso y radical de lo que probablemente puedas imaginar con esa ofrenda de oración.
Nancy: Ora por ella y ora con ella. Agárrala en la iglesia, agárrala por teléfono, y dile: «¿Puedo orar por ti?» Y eso hará mucho para ministrarle gracia.
El poder de mamá a mamá, de hermana a hermana, ministrándose unas a otras. También me siento muy agradecida de que hoy a través de la tecnología tenemos oportunidades de ministrarnos unas a otras.
Visita el blog de Mujer Verdadera, especialmente si eres una mamá joven y casi no puedes salir, aunque es para mujeres en cualquier estación de la vida, ahí encontrarás a otras mujeres con las que puedes interactuar.
Tal vez piensen: «Mis hijos ya crecieron y se casaron y tienen sus propios hijos».
Bueno, a las jóvenes les viene bien una mujer mayor que entienda algo de lo que están atravesando.
No somos llamadas a retirarnos del servicio activo en el ministerio. Erin, mientras leía el libro –y no soy exactamente el blanco demográfico proyectado en este libro, ya que soy una mujer de más edad– pero me edificó y recargó mis pilas con respecto a extender gracia y ayudar y animar a algunas de las mujeres que están en la misma etapa de la vida que tú.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado conversando con Erin Davis. En nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com, podrás encontrar el blog que Nancy mencionó. Allí también encontrarás muchos más programas como este, blogs, videos, series, entre otros.
Recursos como estos han sido de edificación para muchas mujeres. Escucha lo que una de ellas nos escribió.
«Sigo todos los días su programa. Me ha sido de mucho aliento y me ha ayudado a ser una mujer más sabia independientemente de lo que pase a mi alrededor. Sufrí de depresión posparto con mi primer embarazo—fue de gemelos. Lo atravesé sola, me daba mucho miedo decirle a mi esposo lo que me pasaba… Y duré creo que un año así. Deseaba morirme.
No tenía conocimiento de la Palabra en ese entonces. Al segundo embarazo mi bebé tuvo que ser transferido de emergencia por problemas del corazón a otra ciudad. Tuvo una operación de corazón abierto. Me dije a mi misma «no te permito llorar ni un segundo» porque si lo hacía sabía que iba a caer al fondo, y necesitaba darle fuerzas y apoyo a mis hijos.
Gracias a Dios para ese momento ya tenía conocimiento de la Palabra, y aunque pasé esa calamidad sola, sabía que Dios estaba ahí conmigo. En vez de llorar, oraba. Cada vez que sentía deseos de gritar, me ponía de rodillas. Fueron meses difíciles, pero sentí la mano de Dios abrazarme. Le doy gracias a Dios por la dicha y el privilegio de ser madre».
¡Gloria a Dios por su obra en nuestras vidas, y por ser nuestra fuerza en la debilidad! Si lo que has escuchado hoy ha sido de bendición para ti, compártelo. Juntas llamemos a más mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Erin Davis dice que toda mamá puede ser una misionera. ¿Quieres saber cómo?
Erin: Tus hijos son un grupo no alcanzado. Llegan al mundo sin un entendimiento de Dios. No lo conocen automáticamente como su Salvador. Alguien tiene que enseñarles. Alguien tiene que entrenarlos. Ellos son un pequeño rebaño de personas que no saben de Jesús a menos que tú les digas.
Annamarie: Acompáñanos para este próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a descubrir y abrazar el diseño de Dios para tu vida, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
La lectura bíblica para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es 1 Reyes capítulos 16 al 18.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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Recursos del Episodio
Serie, «Grafiti, con Erin Davis»
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