La mansedumbre y la confianza
Annamarie Sauter: La mansedumbre no es acerca de ser una persona tímida o callada.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Eso es lo que nos hace mansas –la confianza de que Dios está a cargo, de que Él sabe lo que está haciendo, que Él está trabajando, que estamos trabajando en unión con Él, y que Él tiene la última palabra. Él va a enderezar este mundo que está al revés. Él va a arreglar lo que está descompuesto.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Muy a menudo, cuando se trata de desarrollar una cualidad de carácter, queremos que ocurra de manera instantánea. Hoy Nancy nos ayudará a descubrir el significado de la mansedumbre y a ver que el desarrollar cualidades como esta es una búsqueda diaria. Aquí está ella con la continuación de la serie titulada, La hermosura de la mansedumbre. …
Annamarie Sauter: La mansedumbre no es acerca de ser una persona tímida o callada.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Eso es lo que nos hace mansas –la confianza de que Dios está a cargo, de que Él sabe lo que está haciendo, que Él está trabajando, que estamos trabajando en unión con Él, y que Él tiene la última palabra. Él va a enderezar este mundo que está al revés. Él va a arreglar lo que está descompuesto.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Muy a menudo, cuando se trata de desarrollar una cualidad de carácter, queremos que ocurra de manera instantánea. Hoy Nancy nos ayudará a descubrir el significado de la mansedumbre y a ver que el desarrollar cualidades como esta es una búsqueda diaria. Aquí está ella con la continuación de la serie titulada, La hermosura de la mansedumbre.
Nancy: Estamos hablando en esta serie acerca de un tema que probablemente nunca será el tema de un libro de los más vendidos, porque la gente no suele entrar a una librería y decir: «¿Me puedes dar alguna información sobre cómo llegar a ser más manso?» El mundo no está persiguiendo la mansedumbre, pero Dios nos dice que sus hijos deben perseguir la mansedumbre.
Mencioné un libro en la sesión pasada. Es un clásico sobre el tema de la mansedumbre. Por supuesto, en Aviva Nuestros Corazones, lo primero que queremos hacer es ir a la Palabra de Dios para nuestra instrucción, pero gracias a Dios hay personas que han escrito sobre algunos de estos temas en los últimos años, para ayudarnos a comprender mejor esa Palabra.
El libro al que me estoy refiriendo es de Matthew Henry, que fue un pastor y comentarista puritano. Él vivió en la segunda mitad de los 1600 y en los inicios de los años 1700. Este libro se llama, La búsqueda de la mansedumbre y la tranquilidad de espíritu ( The Quest for Meekness and Quietness of Spirit ). Y quiero animarlas a conseguir una copia (solo disponible en inglés).
Les diré que no es de fácil lectura. No es muy largo, realmente. Solo tiene cerca de unas 150 páginas, pero está escrito en un estilo puritano que, si no estás familiarizada con ese tipo de lectura, puede resultar pesada. No se puede leer de forma rápida, y se necesita tiempo y esfuerzo para digerirlo, pero vale la pena el esfuerzo. De hecho, he leído este libro ya varias veces. Creo que esta es mi segunda copia. Tomo notas, medito sobre lo que leo. Tomo solamente porciones muy pequeñas. Vuelvo y leo esas partes. Trato de estudiar las diferentes Escrituras como referencia.
Así que en esta serie, voy a estar enseñando del libro de Matthew Henry. Me imagino que la mayoría de la gente nunca va a leer literatura puritana, así que voy a tratar de hacerlo digerible. Usaré citas de Matthew Henry y de otros también. Pero gran parte del bosquejo y de la enseñanza que voy a traer viene de este libro.
Pienso en la primera vez que lo leí. Fue, no sé, hace como diez años. Yo lo había empezado, pero no lo había terminado, y me llamaron para servir como jurado en Michigan. Era, por lo que recuerdo, un día frío de enero, estaba nevando y hacía viento. Llevé el libro conmigo a la corte pensando que tendría tiempo para esperar y así fue. Nunca me llamaron para el jurado –nunca me llamaron para nada– excepto el Señor que me llamó a Su corte.
Recuerdo haber pensado, yo debería estar de rodillas ahora mismo, aquí mismo. Ahora, no me puse de rodillas allí, pero en mi corazón sí lo hice. Me encontré bajo una convicción muy intensa por la falta de humildad y de mansedumbre en mi vida. Como Dios trató conmigo en ese momento casi me dejó sin aliento.
Así que recuerdo haber leído este libro de Matthew Henry ese día, allí en la corte. Lo he leído varias veces desde entonces, y el Señor sigue tratando conmigo sobre este tema de la mansedumbre porque me parece que —en lo relativo a este tema— no se resuelve con leer un libro y ya, ni orando una oración corta, «Señor, hazme mansa». «Oh, ya soy mansa». Es como la humildad porque tan pronto piensas que eres mansa, ya no eres mansa. Es una búsqueda permanente de la mansedumbre. Busca la mansedumbre como una forma de vida.
Ahora, a medida que comenzamos con todo esto, queremos hacernos la pregunta, «¿qué es la mansedumbre?»
Esa no es una pregunta fácil de responder porque hay muchos aspectos de la mansedumbre, y no la vemos ejemplificada tanto en nuestro mundo. Vemos lo contrario a la mansedumbre. Podríamos dar muchos, muchos ejemplos, especialmente si nos fijamos en las mujeres de hoy. La mansedumbre es escasa. Las mujeres son entrenadas para ser independientes, asertivas, no quedarse calladas, ser obstinadas, dogmáticas, como tantas cosas que son lo contrario a la mansedumbre.
Así que ¿dónde buscamos para saber cómo luce la mansedumbre o lo que es?
Por supuesto, vamos a ir a la Palabra de Dios y luego a otros que puedan ayudarnos a entender esto, pero quiero recordar que la mansedumbre no es necesariamente igual a tener una personalidad tímida o callada.Puedes ser una persona muy callada y no tener un espíritu manso. De hecho, hay algunas personas calladas, tal vez algunas que nos escuchan hoy, y la gente las mira y dice: «Ella me parece mansa». Pero lo que no saben es lo que pasa en el corazón.
Hay personas calladas que tienen una vena de terquedad subyacente de obstinación o de orgullo o de control o de resentimiento en su corazón, o de ira al punto de hervir por dentro, o de tener un espíritu rebelde. «Voy a hacerlo a mi manera». Estas mujeres no hablan fuerte. No son flagrantes. No son personas que uno mira y dice: «Oh, ella es tan escandalosa». Pero no hay mansedumbre en su espíritu.
Pero la humildad es algo que Dios sabe si está en nuestros corazones. Mientras Él nos habla a través de estas sesiones, Él está escudriñando nuestros corazones. Él está examinando nuestros corazones y nos muestra dónde puede haber falta de humildad de mansedumbre.
Ahora, tenemos que darnos cuenta también que la mansedumbre no es lo mismo que tener un espíritu débil o ser cobarde. La mansedumbre no significa no tener opiniones o ser débil, frágil, endeble, sin cerebro o una criatura miserable. A veces pienso que esa es la caricatura de la mansedumbre. Si se le preguntara a alguien en el mundo qué piensa que es la mansedumbre, creo que eso es lo que tal vez se imaginan de la mansedumbre, que es alguien que no piensa por sí mismo, que no tiene una opinión, como un limpiapiés, alguien sobre quien la gente camina, alguien que se no se ama lo suficiente.
Permítanme decir que la verdadera mansedumbre bíblica requiere de todo lo contrario a una persona débil o sin carácter.
La mansedumbre es un concepto muy rico. Tiene muchas aplicaciones diferentes y todavía estoy explorándolo. Es una joya de muchas facetas, pero permítanme leerles algunas definiciones y algunas citas que he encontrado que me han ayudado a tener una mejor comprensión de lo que está involucrado en todo esto de la mansedumbre.
Un diccionario bíblico dice: «La mansedumbre es una actitud de humildad hacia Dios y de gentileza hacia las personas, que surge de un reconocimiento de que Dios está en control». 1
El diccionario en inglés Merriam-Webster dice:
«La mansedumbre es soportar un daño permanente con paciencia y sin resentimiento».
Ahora, ambas cosas son importantes porque hay personas que sufren daños, personas maltratadas. Lo vienen sufriendo desde hace mucho tiempo, pero cargan con resentimiento en sus corazones. Así que el hecho de que tú hayas soportado no quiere decir que tengas un espíritu manso. ¿Has aguantado sin dejar que se convierta en resentimiento?
Otro diccionario bíblico dice que:
«La mansedumbre es una mente sosegada, de temperamento tranquilo que no se irrita fácilmente». 2
Matthew Henry en su libro dice que:
«La mansedumbre es un espíritu de gracia y amabilidad. Acomoda el alma a cada suceso y así hace a un hombre llevadero, con él mismo y con los demás a su alrededor».
Si tú eres el tipo de persona que haces que los demás se sientan tensos porque estás tensa, entonces hay una falta de mansedumbre. Si eres el tipo de persona que siempre está estresada y entra en pánico y está de prisa, y das la impresión de que siempre tienes prisa; que haces que la gente a tu alrededor se sienta incómoda o apresurada o en pánico, ese no es un espíritu de mansedumbre.
Él dice que la mansedumbre es un espíritu de gracia y amabilidad que acomoda el alma a todo lo que está ocurriendo a su alrededor para que pueda ser llevadera consigo misma y con las otras personas.
La palabra en latín para manso o gentil o domesticado es una palabra, no voy a tratar de pronunciarla aquí, pero se trata de dos palabras que significan «acostumbrados a la mano». Se refiere a la domesticación de animales —como por ejemplo para amansar un potro, para romper la voluntad de un caballo hasta que se haga manso y se acostumbre a la mano que lo está entrenando. Es sensible a la mano de su propietario o de su jinete.
Acostumbrada a la mano que es flexible, que responde, y que es sumisa al liderazgo de Dios en su vida. Tan acostumbrada a la mano que Dios solo coloca Su mano sobre mi espíritu y yo digo: «Sí, Señor». Soy sensible al tacto de su mano y respondo al mismo. Ese es un aspecto de la mansedumbre.
Me encontré recientemente un libro que había leído hace mucho tiempo escrito por el Dr. Martyn Lloyd-Jones, Estudios sobre el Sermón del Monte. Tiene un capítulo maravilloso acerca de la mansedumbre. Permítanme leerles solo una parte de lo que dice:
La mansedumbre es esencialmente una visión verdadera de uno mismo, que se expresa en la actitud y conducta con respecto a los demás.
Una persona humilde reconoce y llora su propia pecaminosidad (esto es parte de las Bienaventuranzas, los pobres de espíritu, los que lloran). Por lo tanto, esta persona mansa tiene una ausencia de orgullo. No se afirma, no exige nada para sí misma. Ni siquiera es sensible acerca de sí misma. No siempre está mirándose a sí misma ni a sus propios intereses. No siempre está a la defensiva. Ya no se preocupa de sí misma y de lo que otras personas dicen.
La persona que es verdaderamente humilde no se compadece de sí misma, no siente lástima de sí misma, no se dice a sí misma, «estás teniendo un momento difícil. Qué crueles son estas personas que no logran entenderte». (Eso sería lo contrario a la mansedumbre).
Ser manso significa que has llegado al final de ti mismo.Es ser libre de uno mismo, es una conciencia enfocada en Dios en lugar de en uno mismo. Has terminado contigo misma por completo y has llegado a ver que tú no tienes derechos en lo absoluto.
La persona que es verdaderamente mansa es la que se sorprende de que Dios y los demás puedan pensar de ella tan bien como lo hacen y que la traten tan bien como la tratan.
Ves, cuando no somos mansas, pensamos que otros nos deben tratar mejor, pero cuando somos mansas, pensamos, «es increíble que la gente me trate tan bien como lo hace. Es la misericordia de Dios, es por eso que Él ha sido tan amable y gentil conmigo como lo ha sido».
Ahora, al escuchar estas definiciones, estos pensamientos acerca de la mansedumbre, se puede ver que hay tres cualidades estrechamente relacionadas, y que constituyen una verdad en las Escrituras. De hecho, una de las cosas que hace el estudio de la mansedumbre difícil en las Escrituras, es un reto, es que hay diferentes traducciones de las mismas palabras, y reflejan el hecho de que estas tres cualidades están tan estrechamente relacionadas.
Las tres cualidades son: la humildad, la mansedumbre y la gentileza.
La humildad tiene que ver con nuestra visión de nosotras mismas. Nos estimamos a nosotras mismas como pequeñas porque somos pequeñas. Eso es lo que significa tener una mente humilde, tener una evaluación precisa de nosotras mismas, no pensar acerca de nosotras mismas más de lo que debemos pensar. Humildad, realmente no puedes ser mansa sin tener humildad, y si eres humilde, serás mansa. No son iguales, pero estos conceptos están sin duda relacionados.
Entonces la humildad es nuestro punto de vista acerca de nosotras mismas.
La mansedumbre, que a veces se traduce gentileza en algunas de nuestras traducciones modernas, la mansedumbre es una actitud que adoptamos hacia las cosas de Dios y las de otros que nos afectan. Es nuestra actitud hacia Dios en su trato con nosotras y nuestra actitud hacia los demás en sus relaciones con nosotras. Es una actitud interna del corazón. Eso es la mansedumbre.
Así que la humildad es como nos vemos a nosotras mismas, la mansedumbre es cómo vemos a Dios y a los demás en sus relaciones con nosotras— se trata de una actitud interna del corazón— y luego la tercera cualidad es la gentileza.
La gentileza tiene que ver con nuestro trato con los demás. La mansedumbre es nuestra actitud hacia los demás. La gentileza es la acción externa, la forma en que tratamos a las personas. Por lo tanto, si tú tienes un espíritu manso hacia las personas, las tratarás con gentileza. Nuestro trato hacia los demás se basa en cómo los vemos a ellos.
Así que la humildad es como nos vemos a nosotras mismas, la mansedumbre es nuestra actitud frente al trato de Dios y de los demás hacia nosotras, y la gentileza es la expresión externa de una actitud de mansedumbre. ¿Me hago entender?
Hay un montón de frases y términos que podríamos utilizar para describir a las personas mansas, y a veces eso nos ayuda a entender más acerca de lo que es la mansedumbre. Al leer esta última vez a través del libro de Matthew Henry, he hecho una lista de algunos de los términos, las frases, las palabras que él utiliza para describir a las personas mansas y luego algunos de los términos que utiliza para describir a las personas que no son mansas. Quiero leerles algunas de las palabras en esta lista. Creo que va a dar un mayor sentido de lo que estamos hablando cuando hablamos de la mansedumbre.
En primer lugar vamos a ver: la falta de mansedumbre. Les voy a leer algunas de las frases que aparecen en el libro de Matthew Henry, que describen la falta de mansedumbre:
Pasión exorbitante: Una persona que (ten en cuenta que esto fue escrito hace 300 años) se desenfrena ante la provocación; alguien que enloquece cuando es provocado.
Ira ingobernable: Alguien que está inflamado, alguien que se ofende, alguien cuyo corazón está ardiendo en su interior.
Habla acerca de la prisa y la premura, en oposición a alguien que es manso.
Y por supuesto, la ira es el espíritu tempestuoso, alguien que se irrita fácilmente.
La palabra contención o contencioso aparece mucho cuando piensas en la ausencia de mansedumbre.
Alguien que está inquieto, que es irritable, impetuoso, violento, apasionado, litigante— esa es una palabra que no usamos mucho, pero significa propenso a pleitos, y ¿no es tan cierto esto en nuestra cultura? Personas demandándose unas a otras, es una cultura caracterizada por las contiendas, los litigios. Alguien que se apresura a demandar a los demás no es una persona mansa.
Él dice: «La persona que carece de mansedumbre juzga rápidamente a los demás», es rápida para saltar a conclusiones, es rápida para criticar al otro.
Es también fácilmente perturbada; el ser turbulento como el mar atribulado corresponde a una persona que no es mansa.
Ahora te voy a dar la lista que escribí mientras leía el libro, que corresponde a las palabras que se relacionan con la mansedumbre, palabras que describen una persona que es humilde:
- Mantiene su paz
- Es servicial
- Tiene un espíritu apacible
- Es calmada
- Impasible
- Pacificadora
- Flexible
- Tiene una blanda respuesta
- Es dulce
- Es pacífica
- Descansada
- Perdonadora
- Suave
- Ecuánime
- Tranquila
- Compuesta
- Tiene paz del alma
- Serena
- Tolerante
- Amable
- Callada
- Imperturbable
- Con dominio propio
- Templanza (Una persona que es mansa tiene un espíritu que ha sido amansado y es capaz de gobernar su propio espíritu)
- Es complaciente
- Con sus pasiones sometidas
- Sumisa
- Suave o receptiva
- Refrenada
- Pronta para oír, lenta para hablar
Una persona que frena su lengua es una persona mansa. Una persona que considera antes de emitir un juicio y antes de hablar. Piensa antes de hablar. Esta persona no deja escapar las cosas negativas o críticas que vienen a su mente. Primero considera y deja que Dios refrene y reprima su lengua.
Ahora, la mansedumbre fluye de la confianza de que Dios está en control, y por lo tanto, nosotras no tenemos que estarlo. Dios está en control. Es una confianza de que Dios está obrando en este mundo, cumpliendo Sus propósitos santos y eternos y, que Dios tiene la última palabra, y que va a corregir todos los males. Eso es lo que nos hace mansas. Es la confianza en el Señor.
No es que nos limitamos a decir: «Oh, voy a dejar que todos los que hacen el mal en el mundo me empujen y me atropellen». No, es la confianza de que Dios está a cargo, que Él sabe lo que está haciendo; que Él está trabajando, que nosotras estamos trabajando en unión con Él, y que Él tiene la última palabra. Él va a enderezar este mundo que está al revés. Él compondrá las cosas.
Otro diccionario bíblico dice:
«Los humildes no resienten la adversidad porque aceptan todo como el efecto del propósito sabio y amoroso de Dios para ellos para que acepten también los daños de los hombres, sabiendo que estos son permitidos por Dios para su bien».3
Un espíritu manso viene de centrar nuestras vidas en el poder de Dios, en Su soberanía en Sus propósitos eternos y maravillosos.
Ahora, la mansedumbre tiene aplicación en nuestra relación con Dios y en nuestras relaciones con los demás; lo afecta todo. Tener un espíritu manso afecta:
- La manera en que respondemos a las personas
- La forma en que respondemos ante las presiones
- La forma en que respondemos a los problemas
- La manera en que respondemos a la providencia de Dios a Sus elecciones para nuestras vidas.
- La forma en que respondemos cuando los hombres nos alaban o cuando nos ridiculizan.
- La forma en que respondemos a la pobreza o a la prosperidad
Nuestra respuesta a todo en la vida está determinada, en cierta medida, en si tenemos un espíritu de mansedumbre o no.
Por lo tanto, ¿es esto algo que quieres perseguir? ¿Es esto algo que quieres obtener? Si eres una hija de Dios, seguramente que sí. Es posible que, como yo, digas: «Oh, lo echo a perder más veces de las que puedo manifestar mansedumbre». Pero no querrás permanecer en ese estado de falta de mansedumbre. Una cosa es caer en una falta de mansedumbre, otra cosa es el amar estar allí.
Si eres una hija de Dios, no te gusta cuando no estás siendo humilde. Dios habla a tu corazón, quieres ser mansa, quieres tener el Espíritu de Cristo, quieres responder a las personas y a las circunstancias de manera mansa.
Así que, a medida que nos adentramos en esta serie, quiero animarlas a que su oración sea: «Señor, quiero ser mansa. Quiero tener un espíritu de mansedumbre».
¿Quieres darle a Dios la libertad de mostrarte en qué áreas de tu vida no muestras mansedumbre? Ahora, Dios tiene la libertad de todos modos, pero le dirías: «Señor, quiero que me enseñes. Quiero que me hables por Tu Espíritu acerca de las áreas en las que tal vez no me he dado cuenta de que no soy mansa. Por favor, muéstrame eso, y Señor, concédeme el regalo del arrepentimiento. Cambia mi corazón. Cámbiame. Ayúdame a huir de la soberbia que no me deja ser mansa».
Y pídele al Espíritu Santo, «produce este fruto en mi vida».
Es la vida de Jesús. Es el carácter de Jesús. Quiero más de Jesús y menos de mí.
Por lo tanto, en la medida en que iniciamos esta serie y examinamos en los próximos días cómo luce la mansedumbre en nuestra relación con Dios, en nuestras relaciones con los demás, en nuestras respuestas ante las presiones, comenzamos diciendo: «Señor, te necesito. Quiero que me enseñes dónde no soy mansa. Yo quiero que me cambies, cambia mi corazón, concédeme arrepentimiento, y cámbiame a la imagen de Cristo. Hazme una mujer de Dios de espíritu manso». Y, Señor, esa es nuestra oración, y lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: ¿Qué reflejan tus actitudes hacia Dios y los que te rodean? ¿Realmente deseas reflejar aquellas cualidades que son de gran valor a los ojos de Dios?
Nancy De Moss Wolgemuth te ha ayudado a reflexionar acerca de esto y a descubrir el verdadero significado de la mansedumbre. Es una búsqueda diaria, una actitud interna del corazón que fluye de la confianza de que Dios está en control de todas las cosas.
Y en la medida en que piensas acerca de esto, no olvides que la mansedumbre es un hermoso fruto que el Espíritu Santo produce en ti. Es por eso que te animamos a clamar al Señor para que te revele en qué áreas de tu vida necesitas desarrollarla.
¿Es la mansedumbre importante a la hora de escuchar lo que Dios tiene para decirnos en Su Palabra? Descubre la respuesta en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
La lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Josué capítulos 1 al 4.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Eres el Camino, Sovereign Grace Music, Eres Dios, ℗ 2012 Sovereign Grace Music.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación