La llave del perdón
Annamarie Sauter: Yvonne Welch conoce el poder del perdón.
Yvonne Welch: La amargura no es algo por lo que solo oras para que te sea quitada y desaparece. Cada día nos enfrentaremos con algo que puede tornarse en amargura si no lo enfrentamos en ese momento.
Es como si te cortaras y no te sacaras el veneno. Esa herida se infecta si no la limpias con perdón.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es Hechos capítulos 20 y 21.
Esta semana has estado escuchando de Yvonne Welch en la serie titulada, «Sanando de la amargura». Ella se vio bajo circunstancias de mucho estrés que afectaron su salud, sus emociones y su relación con Dios. Y lentamente la amargura fue llenando su vida. Hoy continuaremos escuchando de Yvonne en conversación con Nancy y con …
Annamarie Sauter: Yvonne Welch conoce el poder del perdón.
Yvonne Welch: La amargura no es algo por lo que solo oras para que te sea quitada y desaparece. Cada día nos enfrentaremos con algo que puede tornarse en amargura si no lo enfrentamos en ese momento.
Es como si te cortaras y no te sacaras el veneno. Esa herida se infecta si no la limpias con perdón.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es Hechos capítulos 20 y 21.
Esta semana has estado escuchando de Yvonne Welch en la serie titulada, «Sanando de la amargura». Ella se vio bajo circunstancias de mucho estrés que afectaron su salud, sus emociones y su relación con Dios. Y lentamente la amargura fue llenando su vida. Hoy continuaremos escuchando de Yvonne en conversación con Nancy y con Holly Elliff.
Yvonne: Recuerdo haber escuchado la historia de Corrie Ten Boom cuando estaba en una iglesia. Estaba dando una charla en Munich, y estoy segura que has escuchado esta historia muchas veces.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Pero vale la pena volver a contarla.
Yvonne: Escucharla realmente me bendijo y me trajo mucha convicción. Ella estuvo en una iglesia en Munich y dijo: «Fue ahí donde lo vi. Primero vi la gorra marrón y el abrigo, pero después vi el gorro azul con las insignias de una calavera y huesos cruzados en forma de “X”, y todos esos recuerdos de Betsy regresaron a mí, cuando ella estuvo en el campo de concentración en Ravensbrook. Él había sido uno de los guardias allí, pero él no me reconoció».
Nancy: Ella sí lo reconoció.
Yvonne: Sí. Ella estaba hablando sobre el perdón y de cómo Dios perdona. Ella dijo que ese hombre se le acercó y dijo, «buen mensaje, Fraulein. Qué bueno es pensar que Dios arroja todos nuestros pecados a lo profundo del mar para desaparecerlos para siempre. Me he convertido en cristiano. Una vez fui un guardia en Ravensbrook, y Fraulein, quiero pedirte que me perdones».
¿Recuerdas, Nancy, lo que dijo Corrie?
Nancy: Sí, claro.
Yvonne: Ella dijo, «me quedé ahí; yo, la que había hablado tan elocuentemente pero con poca sinceridad sobre el perdón, no podía perdonar. Fue como si se me hubiera congelado la sangre y ni siquiera podía levantar mis brazos. Pero él levantó su brazo hacia mí».
Ella dijo, «recuerdo haber pensado que el perdón no es una emoción. El perdón es un acto de la voluntad, y la voluntad puede funcionar a pesar de la temperatura del corazón».
Entonces ella dijo, «Jesús, puedo levantar mi mano. Puedo hacer eso. Tú suples el sentimiento». Entonces dijo, «de manera mecánica y rígida, levanté mi mano y tomé la suya, y le dije, “te perdono hermano, con todo mi corazón”». Y dijo ella entonces, «nunca había experimentado el amor de Dios más intensamente que en ese momento».
Nancy, esa historia tocó mi corazón. No es solo entre un esposo y una esposa. Sino que creo que tenemos que aprender a perdonar en todas las relaciones de la vida. La llave para vencer la amargura es el perdón.
Nancy: Así es. Yvonne, creo que esa es una necesidad enorme en la mayoría de mujeres cristianas que conozco. De hecho, por esta razón he escrito un libro sobre este tema, el tema del perdón, porque he visto cómo esta raíz de amargura ha estado destruyendo corazones, matrimonios, hogares y relaciones.
Es casi como si cualquier problema del que pudieras hablar en las relaciones o en otros ámbitos, incluyendo mucho (no todo, pero mucho) de la depresión —mucho de este problema– tuviera sus orígenes en la falta de perdón que ha creado el veneno de la amargura.
Al recordar tu situación personal Yvonne, ¿cuál fue el objeto de tu falta de perdón? ¿A quién necesitabas perdonar?
Yvonne: Nancy, yo no necesitaba perdonar a Dios. Era tan bendecida al tener un padre tan piadoso, así que siempre he sentido el amor de Dios. Sin embargo, necesitaba perdonar a Bob, porque en ese entonces realmente sentía que él no entendía que para mí vivir por fe era simplemente muy, muy difícil.
Me di cuenta en Mateo 6:14, que si no perdonamos a los demás, Dios no nos va a perdonar. Darme cuenta de esto, me rompió el corazón y entonces comencé a orar, «Señor, te pido que me des la gracia para perdonar».
Creo firmemente que se necesita la gracia. No creo que podamos perdonar por nosotras mismas. Y creo que se debe a una gracia sobrenatural que proviene de Dios.
Nancy: Aun así, debemos estar dispuestas a ceder nuestro derecho a estar amargadas, nuestro derecho a castigar a la persona que nos ha hecho daño o lastimado. Necesitamos cooperar con el Espíritu de Dios.
Yvonne: Exactamente. Tienes razón.
Holly Elliff: Y en realidad, con el afán de cubrir bien toda esa amargura, también estabas viviendo en una mentira sobre lo que había en tu corazón, y eso es parte de lo que Dios tenía que sacar de raíz.
Yvonne: Sí, lo es. Creo que la amargura no es algo por lo cual puedes hacer una oración y desaparece. Cada día nos enfrentaremos a algo que se puede tornar en amargura si no lo enfrentamos en ese mismo momento.
Es como si te cortaras y no te sacaras el veneno. Esa herida se infecta si no la limpias con perdón.
Nancy: Y eso no es más cierto en ningún otro lugar que en el matrimonio y en la familia. Recuerdo una amiga, bueno una pareja amiga mía, el esposo decía que difícilmente pasaba un día en su matrimonio sin que tuvieran, uno o el otro o ambos, que perdonar o pedir perdón por alguna ofensa.
Ellos tienen que hacer esto constantemente. Y quizás tú estarás pensando, «¿y qué es esto? ¡Pero esta es una pareja terrible! ¿Acaso siempre se están lastimando el uno al otro?»
Holly: En realidad todo lleva a la Escritura, sobre no dejar poner el sol sobre tu enojo; mantener pequeñas cuentas sobre esas cosas en tu vida que potencialmente podrían causar amargura o enojo, pero que no tienen que hacerlo.
Yvonne: Oh sí, Holly, y por los últimos treinta años hemos intentado que el sol no se ponga sobre nuestro enojo.
Nancy: Quiero preguntarte Yvonne, antes de que sigas con eso, ¿tú le estabas confesando a Bob lo que estaba pasando en tu corazón mientras Dios te estaba revelando tu amargura, estabas confesándolo, estabas comenzando a caminar en el sendero del perdón?
Yvonne: Sí, en realidad sí lo estaba haciendo, porque aún cuando tenía amargura para con Bob, Bob fue el hombre que Dios usó para sacarme de mi depresión. Bob tiene el don de la exhortación, así que cuando él llegaba a casa todas las noches me decía, «lo vas a superar. Un día vas a superar todo esto».
Me dejaba tareas. Me dejaba con versículos para memorizar. Me dejaba con cosas para pensar sobre ellas, y también me daba aliento.
A veces en medio de la noche yo le decía, «Bob, no puedo dormir».
Y él me contestaba diciendo, «está bien, vamos a la sala y saltemos la cuerda». Entonces, los dos íbamos a la sala y él saltaba conmigo y me animaba, y Dios utilizó eso.
Holly: Me pregunto, Yvonne, si tuviste que dar ese primer paso para el perdón, para poder recibir eso de él, para poder recibir su granito de arena en tu vida. Obviamente, habías llegado al punto de haberlo perdonado de alguna manera, o no sé si hubieras podido haber escuchado eso de él.
Yvonne: Tienes razón. De hecho. Era el tercer año de mi depresión, y verdaderamente estaba pasando tiempo en la Palabra de Dios. Me estaba aferrando a las promesas de Dios. Estaba memorizando las Escrituras. Dios me estaba mostrando que era muy afortunada de tener a un hombre como Bob.
Holly: Entonces esas cosas por las que te resentiste en esos primeros años y que te condujeron a la amargura, ahora estaban siendo cosas que Dios estaba usando en Bob para ayudarte a salir de la amargura.
Yvonne: Exactamente.
Nancy: ¿Alguna vez te disculpaste con Bob por tu amargura y tu enojo?
Yvonne: Sí, lo hice. Él estaba muy emocionado, porque ¿sabes? Bob piensa que Dios está contigo en tu problema y piensa también que Dios está planeando algo y está planeando algo bueno. Ese es su lema.
Nancy: Entonces él creía eso también, sobre lo que te estaba pasando en tu vida.
Yvonne: Oh sí. Yo solía decirle, «Bob, creo que me estoy muriendo. No creo que pueda criar a nuestros hijos».
Y él decía, «oh, no. Un día Dios va a usar todo esto. No te des por vencida, vas a superarlo».
Nancy, es por eso que Dios comenzó a tornar mi corazón hacia Bob. Dios empezó a darme el amor verdadero –no el tipo de amor de Hollywood, sino el amor ágape.
Me encanta la definición de Bob acerca de este tema. Significa, «dar sin pedir nada a cambio». Es hacer lo mejor para esa persona sin importar cómo te sientas. Por cuatro años Bob discipuló a nuestros hijos. Él nos alentó a todos. Él me alentó a mí. Él nunca se dio por vencido y me mostró amor ágape.
Nancy: Él fue un verdadero retrato del amor de Dios para ti.
Yvonne: Sí, lo fue.
Holly: Me encanta escuchar eso Yvonne, precisamente porque pienso en lo que mencionaste anteriormente, lo de su deseo de vivir por fe, de ser como George Mueller. Dios le permitió ejercitar ese regalo al tener fe en que Dios te sacaría de esa situación, y al creer que tú responderías al Señor. Él pudo ver con más claridad hacia el futuro de lo que tú podías.
Nancy:Y Dios sí que hizo un milagro en tu corazón y en tu matrimonio. Sucedió a través de un periodo de tiempo, y adivino que aunque haya venido esa restauración, eso no fue lo último que pasó. Pero ahora ya han estado casados por cuarenta años…
Yvonne: Sí.
Nancy: Y asumo que todavía hay cosas que estás aprendiendo de tu esposo que aún no sabías, o áreas en las cuales podrías sentirte ofendida, áreas en donde podrías amargarte o en las cuales tú podrías ofender. En realidad, el perdón debe ser un estilo de vida.
Yvonne: Oh, sí realmente debe ser así. Tiene que convertirse en un estilo de vida. R.T. Kendal, en su libro Perdón Total, cuando relata que se reunió con Josef Tson de Rumanía, y compartió su dolor, Josef le dijo, «debes perdonarlo completamente».
Nancy: ¿Puedes recordar la última vez que tuviste que perdonar a Bob?
Yvonne:Sí, sí puedo recordarla.
Nancy: ¿Y hace cuánto fue eso?
Yvonne: La semana pasada.
Nancy:Entonces, lo que eso significa es que tienes que mantener cuentas cortas, estar al día.
Yvonne: Sí, realmente tienes que mantenerte al día.
Nancy: ¿Alguna vez te encuentras regresando a tus viejos caminos, o a través de los años te has visto regresar al viejo patrón de responder con enojo y amargura, como si te deslizaras por una pendiente resbalosa?
Yvonne: No. Pero sí puedo decirte que podría regresar por ese camino. Yo sé que esa es mi debilidad, por ello quiero mantenerme alejada de estas situaciones.
Nancy: ¿Y cómo puedes hacer eso?
Yvonne: Lo puedo hacer al pasar tiempo con Dios –es por ese tiempo que paso con el Señor en las mañanas que puedo lograrlo. Lo hago también al salir y hacer ejercicio. Porque sabes, aún hago ejercicios.
Creo que mientras camino, Dios sana mi corazón. Puedo compartir mi corazón con Dios, y Dios me ayuda a pensar claramente mientras camino y mientras hago ejercicio.
Creo que el matrimonio es como un bello jardín de rosas. ¿Sabes? Me encanta trabajar en mi jardín. Para tener rosas hermosas, para tener vegetales hermosos los tienes que cultivar, los tienes que cuidar.
Nancy: Necesitas arrancar las malas hierbas.
Yvonne: Mantén fuera esas malas hierbas. No las puedes cortar solamente. Tienes que arrancarlas de raíz.
Para tener un matrimonio hermoso... Cosecharemos lo que sembremos. Si sembramos amor, bondad y gentileza, entonces ojalá que eso sea lo que cosechemos; pero si sembramos enojo, crítica, amargura, crueldad, y falta de perdón, eso es lo que cosecharemos.
Creo que es importante que le pidamos a Dios que nos ayude a ser mujeres virtuosas. La raíz original de la palabra virtud es «perdurar o vencer». Creo que mientras pedimos que Dios nos haga mujeres piadosas, entonces podremos invertir en la vida de nuestros esposos. «Porque donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón» (Mateo 6:21). Y es lo mismo en el matrimonio.
Yo aconsejo a las mujeres jóvenes que vienen a mí para buscar consejo; les pregunto: «¿Cuánto tiempo hace que le preparaste su comida favorita? ¿Cuánto tiempo hace que le escribiste una notita de agradecimiento?» Haz algo amable para tu esposo.
Nancy: Una cosa es cuando tu esposo es esa parte brillante en tu vida y no puede hacer ningún mal, pero cuando estás dolida o lastimada o cuando te sientes malentendida, ser amable requiere fe y humildad.
Yvonne: Sí, en realidad sí se necesita.
Holly: Estoy aquí pensando y viendo la situación usando el lente de las mujeres que están escuchando y que están diciendo, «cómo desearía tener a un Bob que fuera mi porrista y mi alentador; que me parara del sofá; y me dijera: necesitas ayuda».
Nancy: Tal vez esas mujeres sean madres solteras.
Holly: Tal vez sean madres solteras con hijos. Aún así, estos principios se aplican a nuestras vidas donde quiera que estemos y cualquiera que sea nuestra circunstancia de vida. Si reconocemos que tenemos ira y amargura Dios sigue siendo el mismo sin importar nuestra circunstancia.
Nancy: Esas circunstancias de hecho, pueden ser la forma de disciplina de Dios, el amor de Dios, la mano que castiga queriendo traernos al final de nosotras mismas y de nuestros recursos y a donde podamos mirar hacia Él, y clamemos diciendo, «Señor, yo no puedo seguir en este camino».
Es fácil encontrarse en esas circunstancias difíciles en las cuales te encontrabas, Yvonne, en donde piensas, «Dios está enojado conmigo. Dios me odia. Dios no está involucrado en esto». O quizá sintamos resentimiento hacia Dios, sintamos amargura hacia Él, como es el caso de muchas mujeres.
Pero si en cambio, tú ves que esas circunstancias en tu vida son una expresión del amor de Dios y que Dios quiere por medio de estas acercar tu corazón al arrepentimiento para que puedas, en humildad, buscarlo y alcanzar Su gracia…
Holly, al hablar tú y yo y al vivir gran parte de la vida juntas, durante el transcurso de veinte años, creo que el mensaje que una y otra vez encontramos en nuestras experiencias es la gracia de Dios. Nos encontramos con la gracia que Dios tiene disponible.
Como en tu caso Yvonne, encontraste la gracia que Dios tenía disponible para ti, en los primeros años de tu matrimonio. Pero tú no la viste, no la recibiste. Y como no la recibiste, en ese punto surgió la raíz de amargura en tu vida.
Y no puedo dejar de enfatizar que en cada punto de la vida pasa una de dos cosas, recibimos la gracia de Dios o hacemos como dice Hebreos 12:15, dejamos de recibir Su gracia.
- Si recibimos la gracia de Dios, tendremos el deseo y el poder de responder como Cristo a esposos difíciles, a hijos difíciles; no hay esposo o trabajo difícil, o desilusión, o estrés financiero o problemas físicos.
Podemos responder en una forma cristocéntrica si recibimos la gracia de Dios y clamamos a Él diciendo, «Señor, te necesito». Pero si no recibimos la gracia de Dios, entonces trataremos de manejar la situación por nuestra propia cuenta.
Yvonne: Nosotras no podremos hacerlo.
Nancy: No lo podemos hacer solas, entonces es ahí cuando llega el enojo. Es ahí cuando llega la amargura. Y esa raíz de amargura, Yvonne, como ilustraste poderosamente, es sumamente venenosa y destructiva.
Es la misericordia de Dios, y sé que estarás de acuerdo, que por ella, tú y Bob siguen estando casados después de cuarenta años.
Yvonne: ¡Sí, sí lo es!
Nancy: Y fue también la gracia de Dios que le permitió a Bob tratar con una esposa enojada, deprimida y amargada.
Holly: Para seguir amándola.
Nancy: Para seguir amando. Pero tal vez ahora estemos hablando a una mujer cuyo esposo sea el de carácter enojado y amargado, y tal vez seas la esposa que tenga que ser la que da aliento, la que ora, la que pacientemente soporta el sufrimiento. Donde quiera que te encuentres en este ciclo –la ofendida, la ofensora, la amargada, contra quien se está pecando– debes llegar a Dios para recibir Su gracia.
Holly: Tú puedes ser la mujer que llegue al lado de una madre soltera, y levantes sus brazos para que ella escuche a Dios en su vida. Tal vez seas tú la que traiga aliento, como Yvonne, a muchas mujeres en sus vidas.
Nancy: Y tal vez seas tú la mujer, Yvonne, como la que te dio ese poema que trajo tanto significado a tu vida. No subestimes el valor de un simple acto de bondad, de una simple palabra que puedas compartir con alguien que se torne en una palabra de aliento y esperanza.
De hecho, eso es lo que dice el escritor de Hebreos cuando habla sobre el contexto de la amargura: «Por tanto, fortaleced las manos débiles y las rodillas que flaquean, y haced sendas derechas para nuestros pies, para que la pierna coja (lo que ha sido puesto en desorden por la mano de castigo o la disciplina de Dios) no se descoyunte, sino que sane» (Heb. 12:12-13).
Eso es lo que Dios ha hecho por ti Yvonne, y eso es lo que Dios ha hecho en áreas de mi vida, y de la tuya Holly –la mano sanadora de Dios lo ha hecho. Es Su palabra; es Su gracia; es Su Espíritu; es Su pueblo que Él utiliza; puede ser un cónyuge a quien Dios utilice– y todo lo hace para que seamos participantes de Su santidad, para que Dios sea glorificado en nuestras vidas.
No sé en qué lugar te encuentres en este proceso. Pero Dios sí conoce tu nombre. Él conoce tu historia. Y Él sabe dónde te encuentras en estos momentos. ÉI sabe lo que estás haciendo.
Él conoce las raíces, las semillas de amargura o de enojo que pueden haberse alojado en tu corazón, aunque existan ahí por solo unas cuantas horas, días, semanas o meses, y en algunos casos, hasta años, Él las conoce.
Holly e Yvonne, quiero acercarme a ustedes en el nombre de Cristo y que roguemos a Dios juntas que nos acerquemos a Él para pedir Su gracia. Para dar el paso, para dar el siguiente paso.
Hemos hablado en esta serie sobre algunos pasos prácticos a seguir. Si no has escuchado toda la serie, necesitas ir a la página de AvivaNuestrosCorazones.com. Puedes escuchar la serie completa o puedes leer la transcripción allí.
Quiero exhortarte a obtener algo que te ayudará. Abre la Palabra de Dios. Haz lo que Yvonne dijo anteriormente en esta serie: Ve al libro de los salmos y permite que Dios te muestre Su carácter, deja que tu dolor y tu pesar se tornen en gozo, abundancia y mucho fruto en Cristo.
Tal vez no suceda de un día para otro. Yvonne, en tu vida este cambio ha sido todo un proceso, y es un proceso que continúa, el de tener un espíritu perdonador, el de no dejar que el enojo o la amargura formen raíces en tu corazón.
No sé lo que ustedes piensen amigas, pero creo que a veces sucede en cuestión de minutos; puedo ver que esas semillas forman raíces en mi corazón. Es más, puede suceder tan sutilmente con un compañero de trabajo o con un miembro de tu familia, de una forma inesperada.
Holly: Es un proceso que dura una vida entera.
Nancy: Es un proceso que dura una vida entera, es un compromiso que perdura toda una vida, ese proceso de mantener tu jardín libre de malas hierbas, hierbas de enojo, y el compromiso de cultivar el perdón en este jardín.
Y quiero que elevemos una oración. Quiero que oremos por ti, no sabiendo quién eres o cuál sea tu situación o en qué lugar Dios te tenga en este proceso, pero aquí en Aviva Nuestros Corazones creemos en la oración. Dios ha utilizado la oración muchas veces para liberarnos y ahora queremos orar por ti.
¿Nos acompañas? Y aun en este momento de quietud –tal vez estés en un lugar donde puedes inclinar tu corazón o aun arrodillarte ante el Señor– tal vez quieras orar así, «oh Dios, hay ira en mi corazón. Hay amargura en mi corazón».
Si esto es lo que hay en tu corazón, entonces llámalo por su nombre. Sé honesta con Dios, y dile, «Dios, mi amargura es pecaminosa. No es la culpa de mi esposo. No es la culpa de mis hijos. No es la culpa de mis suegros. No es la culpa de mi jefe. No es la culpa del director del ministerio de jóvenes. No es la culpa de mis vecinos. Señor, he respondido a las circunstancias y las situaciones en mi vida con amargura y con falta de perdón».
- Confiesa esto y decláralo como un pecado
- Pídele a Dios que te perdone esa raíz de amargura, de enojo, pide que perdone lo que tal vez se ha tornado en un corazón duro, insensible hacia Él o hacia otros.
- Después de hacer esto piensa, ¿estarías dispuesta a recibir la gracia de Dios? ¿Le pedirías que llene tu corazón con Su amor, con Su perdón, con Su misericordia, tal vez para la persona que te ha lastimado más, tal vez para alguna expareja, o para un hijastro o hijastra, o tal vez para un padre o una madre que te haya lastimado profundamente?
Nunca serás libre hasta que no sueltes esa amargura, échala fuera, y en su lugar, recibe la gracia de Dios y Su perdón.
Annamarie: Has estado escuchando la última parte de una conversación titulada, «Sanando de la amargura». Escuchaste a Yvonne Welch, a Holly Elliff y a Nancy DeMoss Wolgemuth. Espero que ores junto a Nancy y que recibas la gracia de Dios para enfrentar tus circunstancias y decidir perdonar; y así disfrutes de la libertad que hay en Cristo —la libertad que es fruto del perdón.
Para profundizar en lo que has estado escuchando te recomendamos el libro titulado, «Escoja perdonar», escrito por Nancy. Luego de haber hablado con un sinnúmero de mujeres, ella ha notado que una de las principales fuentes de amargura es la falta de perdón.
En su libro, «Escoja perdonar: Su camino a la libertad», ella no solo describe el problema, sino que también te muestra una vía de escape de la amargura. Te llevará a la Escritura, te ayudará a entender por qué el perdón es tan importante y te guiará en tu proceso de perdonar a quienes te han herido. No permitas que la amargura te mantenga cautiva. Busca el libro «Escoja perdonar» en nuestra tienda en línea en AvivaNuestrosCorazones.com.
Me imagino que en múltiples ocasiones has cantado sobre la fidelidad de Dios. Sin embargo, cuando enfrentas profundo sufrimiento lo que viene a tu mente no necesariamente es decir: «¡Tú eres fiel, Señor!» En nuestra próxima serie escucharás historias de la fidelidad de Dios en el sufrimiento. Sé animada a perseverar en las dificultades de la vida, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a reflejar la hermosura del evangelio al mundo que te rodea, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Tenemos el privilegio de proporcionar transcripciones de estos mensajes vivificantes. Si el Señor los ha usado para bendecir tu vida, ¿considerarías donar hoy para ayudar a cubrir los costos?
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