La huella divina
Nancy DeMoss de Wolgemuth: «Ya anteriormente había escrito para contarles cómo hace un año Dios restauró mi corazón y mi matrimonio a través de este ministerio».
Annamarie: Nancy DeMoss de Wolgemuth nos lee un testimonio que tú has hecho posible por medio de tu apoyo a Aviva Nuestros Corazones.
Nancy: «Hoy quiero compartir algo hermoso, solo para que vean cómo han cambiado las cosas en mi hogar. Al despertar encontré esta nota en el desayunador.
“Tu llamado, gracias por amamantar a nuestros hijos y cuidarlos y por compartir con ellos, no solo el evangelio, sino también tu vida. Gracias por actuar con nosotros con humildad y ternura. Me gusta verte todos los días sacando y buscando agua en la fuente, así me gusta encontrarte, como encontraron a Rebeca sacando agua de la fuente. Con esa agua nos alimentas a nosotros que estamos bajo tu cuidado. Ten un lindo …
Nancy DeMoss de Wolgemuth: «Ya anteriormente había escrito para contarles cómo hace un año Dios restauró mi corazón y mi matrimonio a través de este ministerio».
Annamarie: Nancy DeMoss de Wolgemuth nos lee un testimonio que tú has hecho posible por medio de tu apoyo a Aviva Nuestros Corazones.
Nancy: «Hoy quiero compartir algo hermoso, solo para que vean cómo han cambiado las cosas en mi hogar. Al despertar encontré esta nota en el desayunador.
“Tu llamado, gracias por amamantar a nuestros hijos y cuidarlos y por compartir con ellos, no solo el evangelio, sino también tu vida. Gracias por actuar con nosotros con humildad y ternura. Me gusta verte todos los días sacando y buscando agua en la fuente, así me gusta encontrarte, como encontraron a Rebeca sacando agua de la fuente. Con esa agua nos alimentas a nosotros que estamos bajo tu cuidado. Ten un lindo día. Te amo”.
Y debo aclarar que no siempre actúo con humildad y ternura, y no siempre busco el Agua como debiera, pero la misericordia de Dios ha sido y sigue siendo más grande que mis errores más profundos, y sigue llamándome cada día a seguir esforzándome y rindiéndome a Él. Dios sigue yendo delante de ustedes».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Gracias Señor por lo que estás haciendo en la vida de esta mujer, y en las vidas de tantas otras mujeres alrededor del mundo a través de estos alcances. Aviva Nuestros Corazones pudo interceptar la vida de esta mujer, a través de publicaciones, grupos pequeños de estudio, embajadoras del ministerio, y programas diarios de radio. Estos alcances junto con otros, están haciendo una gran diferencia en innumerables vidas, gracias a oyentes como tú, que oran y ofrendan, para que todo esto sea posible.
Estoy muy agradecida por las muchas oportunidades que Dios nos sigue brindando para llegar a tantas mujeres. Te animo a ser parte de esto, a través de tu apoyo financiero, y quiero recordarte que cerca de la mitad de las donaciones anuales que mantienen este ministerio, se realizan durante el mes de diciembre. Este momento es un momento especialmente oportuno para dar.
Para hacer tu donación simplemente llámanos al 1-800-5695959 desde los Estados Unidos o Canadá, o puedes visitar AvivaNuestrosCorazones.com para ofrendar en línea. Gracias por ayudar a Aviva Nuestros Corazones a continuar apuntando las mujeres hacia Cristo y a compartir la verdad de Su Palabra que nos hace libres.
Annamarie: Gracias Nancy. A lo largo de este año hemos recibido preciosos testimonios de la obra de Dios en los corazones de nuestras oyentes. ¡Sé parte de lo que Dios está haciendo y ayúdanos a llevar el mensaje de verdadera esperanza a las mujeres de habla hispana!
Durante los últimos programas, Nancy DeMoss de Wolgemuth ha estado conversando con Janet Parshall. Janet ha tenido mucho éxito como anfitriona de un programa de radio, pero como hemos escuchado, esta no es su mayor prioridad. Su prioridad es Dios, luego su familia, y después todo lo demás.
Aquí está Nancy para continuar la conversación donde nos quedamos ayer.
Nancy: Bien, vayamos a algo que dijiste antes y que es radicalmente contracultural. Lo dijiste como algo cotidiano, pero es algo que va contra la cultura, y se trata de que el esposo es cabeza de la esposa. Esas son palabras de combate al día de hoy. Has usado esa palabra que nos llena de temor SUMISIÓN, que es vista como un epitafio hoy en día.
Mientras te escucho me doy cuenta de que eres una mujer fuerte. Tienes muchas opiniones. Tienes una gran cabeza sobre tus hombros. Sabes lo que piensas. Sabes lo que crees. Eres muy verbal. Estoy pensando, ¿Cómo funciona esto en el matrimonio de Janet Parshall? ¿Cómo luce?
Creo que a veces la imagen que tenemos de esta mujer sumisa que tiene un espíritu sumiso y apacible es que ella no piensa, ella no tiene opiniones, ella no es alguien de influencia en su matrimonio. Obviamente esa no es la forma como entendemos la Escritura.
Janet: No. ¿Sabes qué Nancy? Yo creo que Satanás hace esto. Yo creo que él promueve esa mitología para que las mujeres no se sometan a lo que las Escrituras enseñan. Satanás ha tomado toda esta idea de sumisión y él ha creado en nuestras mentes la idea de que en América nosotros usamos un tipo de «burka espiritual».
Caminamos cinco pasos detrás de nuestro hombre. Tenemos que cruzarnos los brazos y estar muy calladas, y no podemos hablar a menos que se nos hable. Eso no es para nada lo que las Escrituras dicen. De hecho, si vas a estos pasajes, es mucho más difícil el llamado del hombre, quien debe amarnos como Cristo ama a la iglesia. Mi Salvador entregó Su vida por mí. Eso es sacrificio, amor incondicional.
Puedo someterme a Cristo Jesús porque sé sin duda alguna que Él me ama con un amor eterno, que nada puede separarme de Su amor. De manera que cuando voy a Él, eso me coloca inmediatamente en una posición de confianza, porque Él me ama.
Toma este paradigma y pásalo a mi matrimonio. Yo sé que mi esposo me ama incondicionalmente. Yo sé que él es alguien en quien puedo confiar porque él está dispuesto a sacrificarse por mí. Entonces cuando mi esposo dice «alguien tiene la última palabra en esta casa y ese soy yo», lo miro a los ojos y digo, «gracias, Señor. Esto no es una amenaza, sino un alivio para mí». ¿Quién no desearía someterse a algo como esto?
Nancy: ¿Y qué pasa con la mujer que no está casada con un Craig Parshall, y este esposo no está amando como Cristo, quien amó sin egoísmo de manera sacrificada? De nuevo... no estoy refiriéndome a abuso físico… sé que hay muchos de esos casos de abuso, sino que estamos escuchando de muchas mujeres que dicen, «mi esposo no busca al Señor».
Janet: Entiendo.
Nancy: «Él no está proveyendo guía espiritual en esta familia». ¿Cómo hace una mujer para continuar viviendo el evangelio, continuar sometiéndose a la autoridad de Cristo y al liderazgo de su esposo?
Janet: Acabas de contestar esa pregunta. Hace eco exactamente de lo que encontramos en 1 Pedro. Ni siquiera tienes que decir, «oh Señor». La clave está en vivirlo. Es interesante. He escuchado historia tras historia durante todos estos años que he estado sentada frente al micrófono, donde una mujer dice, «tú sabes, empecé a orar por mi esposo…»
Es gracioso porque cuando piensas, «estoy orando por mi esposo para que, wao, él tenga una experiencia tipo la de Pablo camino a Damasco, y que pueda cambiar radicalmente». Pero lo que termina ocurriendo es que, ¡sorpresa!, la oración acaba por cambiarte a ti. Empiezas a ver el fruto del espíritu manifestarse en tu vida. Y empiezas a llenarte de misericordia y de amor y de perdón y de paciencia y de todas esas cosas.
Y de repente, te das cuenta de que este esposo, «quien no sigue la dirección de Dios», comienza entonces a ver esos frutos en tu vida. Y él dice, «un momento… esto es espectacular». Mientras tú comienzas a ser transformada y a vivir esto en tu vida, lo que ocurre entonces es un fluir perfecto, donde él ahora dice, «espera un momento… ahora es cuando tengo el privilegio de ser alguien que te ama en retorno. He comenzado a entender cuál es mi rol en tu vida».
Entonces no se trata de señalarle con tu dedo en la cara. No se trata de forzarle las Escrituras por la cabeza cuando llega a casa luego de un largo día de trabajo. Se trata de que tú, la esposa, vayas frente al Señor y digas, «Señor, transfórmame, déjame vivir como Tú esta relación; y Padre, dejaré su transformación en Tus manos». Y Él completará en tu esposo la buena obra que ha comenzado.
Entonces sin decir una palabra, solo comienza a vivirlo en tu propia vida, ora por él regularmente. Entonces cuando sientas la libertad del Espíritu Santo, busca las formas de afirmarlo. Muy a menudo los hombres solo dicen, «yo no sabía que ella me amaba. Simplemente no lo sentía así. Hemos estado casados por veinte años, y no sé qué pasó… dejamos de decirnos que nos amábamos hace varios años». Déjale una pequeña notita con su almuerzo. Dale una apretadita en el cuello antes de que salga por la puerta. Prepárale una cena especial.
Suena muy simplista y suena hasta un tanto trivial, pero va de regreso a los lenguajes del amor que algunas conocemos. Aprende a descubrir su lenguaje, el lenguaje en que él te ama. Apréndete este lenguaje.
- Toque físico
- Regalos
- Actos de servicio
- Afirmación
- Tiempo de calidad— cualquiera que sea
Luego dile que lo amas en el lenguaje en el que él es más receptivo para recibir.
El amor cubre una multitud de pecados así como lo dicen las Escrituras. Si puedes manifestar el amor de Cristo hacia tu esposo, debo decirte que esto lo transformará. En todos estos años, Craig y yo no hemos tenido un matrimonio perfecto. Nadie lo tiene. Somos dos mortales, caídos, defectuosos y quebrantados viviendo en una relación.
En estos tiempos cuando las cosas no fluyen bien y estoy en un lugar donde no quisiera estar, mi oración durante estos 36 años de matrimonio ha sido, «Señor, ayúdame a amar a Craig en la forma que Tú lo amas». Te repito, esto causa una transformación radical en mi corazón y en mi vida y en mi acercamiento hacia Craig.
Nancy: Pero en realidad tú tienes que estar dispuesta a morir a ti misma, a tus propias emociones, porque lo que sale más natural durante esas situaciones es el apuntar con el dedo, el acusar al otro, el menosprecio, todo esto por el dolor que se siente. Lo que quiero decir es… ir en contra de estos sentimientos es contrario a lo que queremos hacer.
Janet: Déjame decirte algo más, porque apuesto a que hay alguien escuchando quien acaba de pensar, «está bien, pero, ¿qué en cuanto a mis necesidades? Necesito ser afirmada. Necesito ser amada. Me encantaría que él me abrazara». Nadie puede negar estas necesidades y exactamente eso es lo que son, necesidades.
Pero vayamos de vuelta a las Escrituras. ¿Qué dice el texto? «Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús». (Fil 4:19) Creo que esto no implica tan solo las ropas que tienes puestas y la comida sobre tu mesa.
Si tienes necesidades emocionales entonces pídele a Dios que las provea de cualquier forma que Él lo quiera hacer; quizás sea proveyendo una mentora para ti en esos tiempos oscuros. Quizás se trate de tú misma invertir tu vida en otra mujer para discipularla al mismo tiempo. Pero hay formas en las que algunas de esas necesidades podrían ser satisfechas hasta que Dios levante a tu esposo a la posición que él debe tener en tu relación.
He tenido la experiencia de debatir con algunas de las más famosas feministas en el mundo, déjame contarte una historia rápidamente. Se me pidió que fuera a New York para debatir con una feminista. De hecho, se me pidió que debatiera con Susan Faludi, quien en ese tiempo había escrito un libro muy influyente sobre el tema del feminismo.
Participaríamos yo y una profesora de la Universidad Yosheba, Susan Faludi, y también estaría Patricia Ireland, quien era la presidenta de la Organización Nacional de Mujeres.
Sin yo saberlo, muy estereotípico, la profesora canceló. Del lado conservador estaba solo yo, y había cinco feministas del otro lado. Gloria Steinem, la actriz Dianne Lamb, Patricia Ireland, Eleonor Smeal, y Susan Faludi, cinco contra una. Pensé, «oh, ¿cómo rayos podré hacer frente a esto? Bueno, pues te diré que Dios usó este momento para orientar mi vida de una manera muy, muy profunda.
Había dos presentadoras en el programa, y antes de encender las luces, las dos mujeres se dirigieron a las cinco feministas y les dijeron, «oh, nos encanta su trabajo. Creemos en todo lo que hacen».
Y dentro de mí pensaba, «¡oh, Señor!»
Nancy: Siete contra una.
Janet: ¡Exactamente! ¡Quería morir en ese preciso momento!
Bien, para no hacer la historia más larga, el programa era en vivo y con audiencia. Mientras las mujeres hablaban, Nancy, lo que pasó fue que el Señor quitó los tapones de mis oídos y quitó la nube que había en mi corazón y me dijo, «escucha, quiero que escuches».
Mientras veía estas mujeres enardecerse cada vez más, observaba a una de las feministas en particular que tenía dos anillos en forma de culebra en dos de sus dedos. Me di cuenta de que de las cinco mujeres, algunas se habían practicado abortos. Una había tenido dos, que yo supiera. Ella había sido bastante pública acerca de esos abortos.
Pensé que cuando uno realmente entiende la naturaleza de la ira te das cuenta de que está muy ligada con la depresión. Así que mientras se iban enfureciendo, pensé, «¿qué herida habría en su vida? ¿Qué habrá pasado? ¿Quién te hizo tal daño que te hizo involucrarte en un movimiento que está dirigido por la ira? ¿Qué te motivó a estar en esa posición?
Lo que escuché decir una y otra y otra vez era, «soy una víctima, soy una víctima, soy una víctima». No estamos diciendo que las personas no salen dañadas en este mundo. La última vez que supe este mundo en el que vivimos era un lugar lleno de faltas y defectos.
Este mundo está caído. No estamos, como dice el dicho, en el mejor de los casos. Gracias a Dios por eso. Es como lo dijo C.S. Lewis, una tierra de sombras.
Entonces, mientras escuchaba a estas mujeres, y escuchaba sobre las heridas de sus vidas, pensé, «eso es lo que las impulsa; esa es la energía. Ese es el combustible de ese movimiento: el dolor y la ira». El problema es, las ideas tienen consecuencias. Las ideas que estaban promoviendo tienen consecuencias devastadoras: el aborto a la orden del día, el avance de los derechos sobre los homosexuales, la redefinición radical del matrimonio, la promoción del divorcio, la idea del pago equitativo (que era el tambor que tocaban una y otra vez). Lo que oía de estas mujeres en ese debate de Nueva York era que estaban dolidas. Estaban quebrantadas y estaban muy, muy insatisfechas.
Ahora, los mismos problemas, la misma idea de victimización, la misma idea de que «me merezco algo mejor», «merezco más», «no he sido satisfecha», no ha desaparecido. Se ha multiplicado y es un problema insidioso.
Nunca he dudado del hecho de que Dios dice, «Janet, nunca se te permitirá ser pastora». Aun así Dios me ha llamado a la oficina oval para orar con el Presidente. Nunca se me ha dado de menos. Tengo exactamente lo que Dios ha planeado para mí, tengo exactamente el papel que Dios ha definido para mí.
Entonces estoy muy entusiasmada acerca de esta idea de que las mujeres se conviertan en contraculturales y que descubran de nuevo su rol como mujeres. He ido a 1 Pedro ahora porque es donde estoy actualmente meditando, pero es muy interesante porque en la Reina Valera dice: «Ceñid los lomos de vuestro entendimiento» (1:13). Uno piensa en ceñirse los lomos, pero no piensas en ceñirte la mente. Básicamente, el reto de 1 Pedro es que necesitamos obtener muy pero muy buena sana doctrina.
Mira Nancy, si Él es Señor, Él es Señor de todo. Él es el Dios de Génesis 1 y Él es el Dios a través de toda la Biblia hasta el libro del Apocalipsis. Pero absolutamente todo lo que Dios nos ha llamado a ser, está plasmado perfectamente en el rol para el cual Él nos diseñó.
Nancy: Esto me da autoestima. Esto me hace valorarme a mí misma. No soy solo una víctima en la economía de Dios, soy una hija del Rey Altísimo. No hay nada mejor que esto.
Janet: Se nos ha dicho que cuando Pablo estaba siendo tutor de un joven estudiante, Timoteo, él le dijo, «ora por aquellos en autoridad». Después continúa explicando que hay un beneficio para nosotros cuando hacemos esto.
1 Pedro dice claramente, «ora por el emperador» ( 2:13). Lee la historia de la Biblia. No era una buena persona el que tenía la autoridad de emperador en aquellos tiempos. Aún así la directriz no era solo si estabas de acuerdo con sus políticas, si de casualidad estabas de acuerdo con su política pública. El mandato dado fue que orara por aquellos en autoridad y punto.
Entendemos que «cuando los justos aumentan, el pueblo se alegra; pero cuando el impío gobierna, el pueblo gime» (Prov. 29:2) Bien, ¿cuántos quieren alegrarse y cuántos quieren gemir? Hay poder en la oración de las mujeres para transformar la cultura; al final sea cual sea el resultado de las elecciones, debemos descansar en la soberanía de Dios. Él no está sentado en su trono preguntándose nerviosamente si habrá resultados inconclusos en las elecciones. Ese no es nuestro Rey.
Lo importante es, sin embargo, que Él sabe quién será el rey, y quien quiera que sea ese individuo, tenemos que orar por esa persona.
Si conocen al Señor, «gracias a ti Padre. Continúa dándoles sabiduría y dirigiéndolos para que sepan cómo gobernar». Si no conocen al Señor, por sobre todo, ser presidente no es nada en comparación al hecho que algún día ellos estarán parados ante un Rey. Y el mundo estará dividido en dos campos; aquellos que lo conocen y aquellos que no lo conocen. Ya seas un mendigo o un presidente, eso no será importante a la hora que estés parado delante del Rey.
Entonces necesitamos orar por la salvación de ese individuo. Si ellos no conocen al Señor, la Biblia está llena de historias acerca de reyes malos y esto nunca es bueno para Su pueblo, pero esto Dios lo usa para transformar a Su pueblo.
Hablabas de avivamiento y de arrepentimiento Nancy. Yo no sé qué depara el futuro. Verdaderamente no lo sé. Pero esto sé: Si Dios nos da un gobernante que no es justo, si Dios nos da un gobernante que va a causar problemas a los EE. UU., entonces eso nos llevará de rodillas y eso puede ser parte de un perfecto plan. No soy profeta. No sé si ocurrirá. Pero esto sé: En Su Palabra, el negarse a sí mismo es un mensaje que cae muy pesado a los oídos postmodernos.
¿Qué es el presidente? El presidente es quien tiene el poder de una plataforma. Él o ella pueden crear una red de moralidad o de inmoralidad a través de todo el país. Estamos en una posición de tocar fuertemente las puertas del cielo y pedirle a Dios que nos dé un líder que nos lleve a una dirección correcta, en lugar de hacia la dirección equivocada. La naturaleza profunda de lo que esto significa me quita el aliento.
¿Qué si esto puede traer un cambio? Sé que puede traer un cambio. Creo que tenemos una garantía escrita en Su Palabra.
Nancy: Sin importar que lo que suceda en la Casa Blanca, o en el Congreso, lo importante es lo que ocurre en mi casa y en la tuya y en la casa de Dios. A menudo me imagino, Janet, cómo sería si tuviéramos un ejército de mujeres de corazón puro y temerosas de Dios, que amen a sus maridos y a sus hijos, que amen la Palabra de Dios y que estén llenas del Espíritu de Dios; dedicadas a la oración, mujeres de fe, mujeres de santidad, mujeres de compasión, mujeres que extienden su mano al pobre, que viven los mandamientos de las Escrituras.
Pensando en el impacto que tendrían esas mujeres, creo que sobrepasaría por mucho, en la economía de Dios, el de aquellos que sostienen las posiciones más altas de nuestra nación, si consideramos la forma como Dios obra. Es una jovencita virgen del pueblo de Nazaret. Un pueblo bueno para nada, el que Dios escoge y dice, «María, tengo un lugar para ti. Tengo un papel para ti. Tengo un lugar de influencia para ti, y es el de cargar la vida de Cristo». En la era de César Augusto y en época de todas estas pelucas y gente de alcurnia y de poder, Dios elige una niña de 14 o 15 años de edad, y le dice, «quiero usarte. Tengo un propósito para tu vida».
Janet: Exactamente.
Nancy: ¿Pero quién recuerda quién era César en esos tiempos?
Janet: Exactamente. El mensaje que estás tratando de transmitir a nuestros oyentes, Nancy, es que es muy fácil atribuir poder absoluto a la oficina del presidente de los Estados Unidos, y al hacerlo olvidamos el asombroso y absoluto poder que tiene una madre que cuida de su familia. En la economía de Dios, y vamos de regreso a lo que dijiste anteriormente, pienso que esto último supera por mucho al anterior.
Nancy: Janet, tomarías un momento, yo sé que eres una mujer de oración, y te doy las gracias por ello. Gracias por compartir con nuestra audiencia en esta conversación.
Vamos a tomarnos un momento aquí mismo y vamos ante el trono de Dios. ¿Orarías para que Dios levante este ejército de mujeres verdaderas en este país y alrededor del mundo, que tengan esa influencia en el cielo y en la tierra, mientras cumplen con el mandato que Dios nos ha dado, y piden que se produzca una reforma y un avivamiento de la feminidad bíblica, no solo entre nuestras oyentes, sino en sus hogares, en sus iglesias, en sus comunidades y en las naciones y el mundo?
Janet: Nuestro Padre celestial, lleno de gracia. Primero que nada Te damos gracias porque nos has permitido acercarnos al trono de la gracia a cualquier hora y en cualquier lugar, Padre. Tú eres nuestro gran y santo Rey, pero también eres nuestro Padre, y así como Tus hijas nos acercamos a Ti ahora.
Padre, Te agradecemos por esta carga que nos has dado, una carga que sobre todo has puesto en el corazón de Nancy, a llamar a mujeres a vivir una feminidad bíblica y auténtica, asombrosamente contracultural, y Te doy gracias por esto. Sabemos que Tú no nos llamas a ser diferentes, sino a ser bíblicas.
Padre, nosotras queremos un avivamiento, pero entendemos que el precursor de esto debe ser el arrepentimiento. Debe ser el alejarnos de la idea de que somos víctimas o de la idea de que el YO es lo más importante en este mundo. Esa vieja idea sobre quién está sentado en el trono de nuestra vida. O eres Tú o somos nosotras, Padre. Pero no podemos ocupar el trono contigo.
Señor, nos arrepentimos. Hemos sido perezosas y desordenadas y no hemos estado pensando bíblicamente. Hemos sido arrastradas lejos de ti con filosofías vanas y vacías predicadas en este mundo en lugar de dirigidas por la doctrina sana de Tu Palabra.
Señor, oramos para que nos hagas tener hambre por la verdad. De manera, Padre, que gracias por habernos hecho mujeres. Y en segundo lugar, Padre, deseamos conocer Tu corazón sobre nuestros roles; sobre cómo podemos ser de influencia para nuestros esposos, sobre aquellos que Te conocen y los que no Te conocen. Queremos saber cómo podemos influir en nuestros hijos y cómo podemos intencionalmente pasar el legado del evangelio de Jesucristo.
Oro para que nos preparemos para morir a nuestro egoísmo, el día se acerca en que estaremos ante tu trono, e inclinaremos nuestras cabezas. Toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará que Tú eres Señor. En ese momento, Padre, hay una parte de mí, que piensa, «yo no quiero vivir con remordimientos».
Yo sé que ese es el clamor del corazón de muchas, muchas mujeres. Entonces, Padre, transfórmanos, renuévanos, aviva nuestros corazones para que seamos conformadas y transformadas a la imagen de quien Tú deseas que seamos como mujeres que aman a Su Dios. Oramos esto en el nombre de Jesús, nuestro Salvador y nuestro Señor. Amén.
Annamarie: Has estado escuchando de Nancy DeMoss de Wolgemuth y de Janet Parshall. Janet es la presentadora de un programa de radio que se transmite en norteamérica, llamado. «En el mercado». Ella nos ha estado hablando sobre el poder de una mujer que ora.
Y hablando de orar, no te querrás perder el programa de mañana. «El Señor te bendiga y te guarde». ¿Sabes lo que realmente significan estas palabras de bendición? Nancy nos hablará acerca de esto en nuestro próximo programa, aquí en Aviva Nuestros Corazones. ¡Te esperamos!
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación