La hermosura de la rendición
Annamarie Sauter: Con nosotras Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Un gran problema que está creando estragos en nuestras iglesias y vidas cristianas es que no estamos llenas del Espíritu Santo. Esto crea división, conflicto, vacío, superficialidad e hipocresía —es decir, todo aquello que el mundo ve en la iglesia y dice: «¿Quién desea eso?»
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La porción de la Escritura para hoy es Salmos 22 al 28.
Nos encontramos en la semana número once del estudio titulado, «En busca de Dios». Esta semana nos hemos enfocado en el tema, «La vida llena del espíritu». Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Después de todo lo que hemos hablado en estos últimos días, ¿no te sientes agradecida por el ministerio del Espíritu Santo? Me pregunto si has escuchado o pensado acerca de algunas cosas …
Annamarie Sauter: Con nosotras Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Un gran problema que está creando estragos en nuestras iglesias y vidas cristianas es que no estamos llenas del Espíritu Santo. Esto crea división, conflicto, vacío, superficialidad e hipocresía —es decir, todo aquello que el mundo ve en la iglesia y dice: «¿Quién desea eso?»
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La porción de la Escritura para hoy es Salmos 22 al 28.
Nos encontramos en la semana número once del estudio titulado, «En busca de Dios». Esta semana nos hemos enfocado en el tema, «La vida llena del espíritu». Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Después de todo lo que hemos hablado en estos últimos días, ¿no te sientes agradecida por el ministerio del Espíritu Santo? Me pregunto si has escuchado o pensado acerca de algunas cosas que quizás fueron nuevas o frescas para ti, a medida que hablábamos sobre el poder dinámico del Espíritu Santo que Dios desea desatar en nuestras vidas y a través de nuestras vidas en este mundo.
El poder del Espíritu Santo es el que transforma nuestras vidas a la imagen de Cristo. El poder del Espíritu Santo es el que nos da el poder para obedecer a Dios y luego servirle a Él siéndole útil. No podemos servirle a Él separados del poder del Espíritu Santo.
Como ya había compartido con ustedes en la última sesión, algo de lo que estoy sumamente agradecida es de que el poder del Espíritu Santo en nosotros nos permite vencer el tirón de nuestra carne con sus tendencias pecaminosas. Si no fuera por el poder del Espíritu Santo, tú y yo tendríamos que vivir siempre bajo la fuerza de gravedad de nuestra carne pecaminosa —nuestra carne corrupta— este cuerpo de carne que vive dentro de nosotros.
Es el poder del Espíritu Santo que vence ese poder de gravedad —ese poder de pecado— ese poder de nuestra carne. Si logramos reconocer y vivir bajo la influencia y el ministerio del Espíritu Santo, eso transformará cada área de nuestras vidas.
El Espíritu Santo no es tan solo una persona que desea trabajar en nosotros, hacer cosas por nosotros y en este mundo, sino que además debemos considerar cómo le vamos a responder a la obra y al ministerio del Espíritu Santo. Precisamente en eso me quiero enfocar en el día de hoy —algunas sugerencias de cosas que debemos y no debemos hacer como respuesta al ministerio del Espíritu Santo en nosotros.
Vamos primero con lo que no debemos hacer. La Escritura es bien clara acerca de algunas cosas, algunas formas en las que no debemos responder a la obra del Espíritu Santo. Ante nada, se nos advierte que no debemos contristar al Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo es una persona real. No es una «cosa». No es Gasparín, el fantasma amistoso. No es un ser etéreo que anda por ahí. Él es una persona que tiene sentimientos y puede ser herida.
En las Escrituras se nos previene de no contristar al Espíritu Santo, de no causarle pesar. Pienso que uno de los versículos más tristes del Antiguo Testamento se encuentra en Isaías capítulo 63:10, cuando habla acerca del pueblo de Dios. Dice: «Mas ellos se rebelaron y contristaron su Santo Espíritu». Se rebelaron contra Dios. Resistieron Su autoridad.
Aquellas de ustedes que son madres saben que cuando sus hijos se rebelan contra la autoridad de Dios o la de ustedes y hacen elecciones tontas —cuando dicen: «No, lo haré a mi manera», esto es algo que entristece el corazón de una madre. No es tan solo porque están resistiendo su autoridad, sino que además ustedes desean que puedan experimentar lo mejor que Dios tiene para sus vidas. Les entristece ver que hacen elecciones rebeldes porque saben que cosecharán las consecuencias. Saben que Dios no se glorificará en la vida de ellos cuando están en un estado de rebeldía. En el Antiguo Testamento los judíos se rebelaron y se salieron del camino. Fueron tras dioses falsos. Abandonaron a Jehová. En ese proceso contristaron al Espíritu Santo.
En Efesios 4:30, Pablo les dice a los creyentes de Éfeso: «Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios». Luego en 1 Tesalonicenses capítulo 5:19, también les dice: «No apaguéis el Espíritu».
«No apaguen el espíritu». Esa palabra apagar significa, «extinguir, o reprimir el poder o la energía de algo».
Si eres hija de Dios, el Espíritu Santo mora en ti. Si no tienes al Espíritu Santo dentro de ti, no eres una hija de Dios. No recibes el Espíritu Santo como una bendición secundaria adicional después de la salvación. En el momento que naces en la familia de Dios —que naces en el cuerpo de Cristo— te es dado el Espíritu Santo para que habite dentro de ti.
El Espíritu Santo estará haciendo Su obra en ti, para hacerte más parecida a Jesús, para santificarte; para usarte trabajando a través de tu vida para bendecir a los demás. Lo que Pablo está diciendo es, «no apaguen Su obra. Permitan que el Espíritu Santo haga las cosas a Su manera. Déjenle hacer la obra que Él desea hacer en cada una de ustedes. Déjenle trabajar en ustedes. No apaguen el Espíritu Santo».
Luego, vamos a Hechos capítulo 7, cuando Esteban estaba siendo martirizado por su fe y miró directamente a los ojos de los que le estaban dando muerte y dijo: «Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo».
No debemos contristar al Espíritu Santo, no debemos apagar al Espíritu Santo, no debemos resistir al Espíritu Santo. Si lo pensamos bien, ¿qué nos hace pensar que podremos ser exitosos al resistir a Dios? Como dijera una vez un orador: «Tus brazos no son los suficientemente largos para boxear con Dios. Él ganará».
Pero a veces somos lo suficientemente tontas para intentarlo. «Dios, quiero hacer las cosas a mi manera. ¡No deseo hacerlo a Tu manera!» Cuando Dios intenta convencernos de pecado acerca de algo, tratamos de ahogarlo parloteando, comiendo, comprando o durmiendo —tan solo resistiendo al Espíritu Santo, ignorando sus mensajes, ignorando su convicción.
El Espíritu Santo dice a tu corazón: «No digas eso», y tú contestas: «Como quiera lo voy a decir»; o «no vayas ahí», y tú dices: «Iré de todos modos». Cuando lo hacemos estamos siendo testarudas. Estamos siendo obstinadas. Estamos resistiendo al Espíritu Santo.
Cuando contristamos, apagamos o resistimos al Espíritu Santo, nos damos cuenta que perdemos Su poder. El poder de Su Espíritu en nosotras desaparece. Perdemos la bendición —la llenura de Dios en nuestras vidas. No podemos darnos el lujo de estar sin el poder, la bendición y la llenura de Dios. Así que la Escritura nos previene de no apagar, de no contristar y de no resistir al Espíritu Santo.
¿Cómo debemos responder al Espíritu Santo? Permítanme compartir con ustedes algunas formas en que debemos responderle al Espíritu Santo según las encontramos en el Nuevo Testamento.
En primer lugar, debemos ser guiados por el Espíritu de Dios. Gálatas 5:18 dice: «Si sois guiados por el Espíritu». Ser guiados sugiere que debemos someternos a Él, que le estamos siguiendo, estamos diciendo, «sí». Estamos en común acuerdo con lo que Él dice acerca de nuestras vidas.
- El Espíritu Santo nos dirige a través de la Palabra de Dios
- El Espíritu Santo es aquel que inspira las Escrituras
- Él es aquel que nos ayuda a entenderlas mediante la iluminación
- Él es el que nos personaliza las Escrituras
A medida que leo la Palabra de Dios —aunque fue escrita hace miles de años— hay un versículo que salta a la vista, un pasaje, un principio o una verdad, y es el Espíritu Santo que te dice, «esto es para ti. Se relaciona con lo que acabas de decirle a esa persona, lo que estás a punto de hacer, o la decisión que estás a punto de tomar».
El Espíritu Santo me está guiando a través de la Palabra de Dios, así que necesito aprender a reconocer cuando el Espíritu Santo está personalizando la Escritura para mí; cuando la está aplicando a mi vida. Necesito decir: «Sí Señor. Haré lo que me estás diciendo. Te seguiré». Déjate guiar por el Espíritu.
Entonces en Efesios capítulo 5 —todas conocemos este versículo— vemos que debemos ser llenas del Espíritu de Dios. El «ser llenos del Espíritu» (v.18), simplemente significa estar bajo el control del Espíritu Santo; que cada parte de mi vida está dominada y bajo la influencia del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo está llenando cada parte de mí— no tan solo un compartimiento de mi vida, durante el domingo o el servicio dominical o el tiempo de ministración— sino cuando estoy en mi lugar de trabajo, cuando estoy usando la computadora, cuando estoy con mi familia, cuando estoy de vacaciones, cuando estoy leyendo, cuando estoy jugando. Durante todo el día, cada parte de mi vida debe ser saturada, llenada con la influencia, la fragancia, los efectos de la obra del Espíritu Santo en mi vida.
Ser llenas del Espíritu Santo. Piensen en alguien que ha sido detenido por conducir bajo la influencia del alcohol. ¿Cuál es la realidad de una persona que está ebria? Está bajo el control del alcohol.
Cuando están bajo la influencia del alcohol, se transforman en personas diferentes. Empiezan a hacer cosas que de otra manera no harían si no estuvieran bebidos. El alcohol les hace hacer cosas que no van con su carácter, cosas que no concuerdan con lo que generalmente son de manera natural. Están bajo la influencia del alcohol.
Así mismo, el ser llenos del Espíritu Santo es estar bajo el control, bajo la influencia de una sustancia que no es negativa como el alcohol, sino del Espíritu Santo de Dios.
Por esta razón es que Pablo utiliza esta imagen, la ilustración de embriagarse en Efesios 5, cuando él habla de ser llenos del Espíritu. Dice: «Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos (estar ebrios, bajo la influencia, controlados por) el Espíritu».
Me temo que cuando predicamos este versículo hoy en día, o cuando pensamos en él en la iglesia, tenemos la tendencia a enfatizar la primera parte. «Y no os embriaguéis con vino». El embriagarse es malo, es incorrecto, es pecaminoso. Todos estamos de acuerdo con esto.
Luego tratamos la segunda parte del versículo como algo adjunto: «sino sed llenos del Espíritu». Debo admitir que los cristianos que no son llenos del Espíritu han hecho más daño a la iglesia de Cristo que el que han hecho los borrachos.
Hay personas que luchan con el alcohol (y no quiero restarle importancia a este asunto), lo que quiero decir es que un asunto muy importante en nuestras iglesias y vidas cristianas es que no estamos llenas del Espíritu Santo.
Esto crea estragos, crea división, conflicto, superficialidad, hipocresía y todas esas cosas por las cuales el mundo mira a la iglesia y dice: «¿Quién quiere eso?» Todo porque las personas en nuestras iglesias no están llenas del Espíritu Santo.
Déjame decirte que si no estás llena del Espíritu Santo —si tomas su mandato a la ligera, ignorándolo, y no te detienes a pensar en él y lo obedeces— le harás un gran daño a la iglesia de Cristo.
No se trata tan solo de tu vida. Se trata del impacto de todo el cuerpo de Cristo. Este es el mandamiento: «Sed llenos del Espíritu».
El ser llenos del Espíritu Santo no es lo que sugieren algunos. No es una experiencia mística. No es una experiencia de una sola vez. No es, «oh sí, fui llena del Espíritu en 1985, y desde entonces he vivido como una pagana».
«Ser lleno del Espíritu Santo», significa ser llena continuamente, constantemente, por toda la vida, 24 horas al día, 7 días a la semana, del Espíritu Santo de Dios. Es una forma de vida, el estar siempre bajo Su control y Su influencia.
En este mismo momento quisiera preguntarte: «¿Estás llena del Espíritu Santo?» Podrás decirme, «no siento nada». El ser llenas del Espíritu Santo no es un asunto de sentimientos, es un asunto de fe. ¿Le estás permitiendo al Espíritu Santo impregnarte y controlarte? ¿Le estás diciendo que sí? ¿Estás siguiendo Su influencia? ¿Estás llena del Espíritu Santo?
Dirás, «pues sí, en realidad no es tan difícil mientras estoy sentada aquí hoy, escuchándote enseñar la Palabra».
Déjame hacerte unas preguntas:
- ¿Estabas llena del Espíritu Santo cuando saliste de casa esta mañana?
- ¿Estabas llena del Espíritu Santo cuando le hablaste a tu pareja esta mañana?
- ¿Estabas llena del Espíritu Santo anoche cuando estabas resolviendo ese asunto con tus hijos?
- ¿Estás llena del Espíritu Santo en tu lugar de trabajo?
- ¿En tu iglesia?
- ¿En tus relaciones?
- ¿En tu tiempo privado?
- ¿En lo que estás comiendo?
- ¿En lo que estás bebiendo?
- ¿En lo que estás diciendo?
- ¿Estás siendo llena continuamente del Espíritu Santo?
Debemos tener consciencia de esto siempre, constantemente, continuamente. «Sed llena del Espíritu Santo».
También debemos andar en el Espíritu. Déjate dirigir por el Espíritu, sé llena del Espíritu y luego anda en el Espíritu. Aunque esta es una expresión similar a las dos anteriores, es otra frase utilizada por el apóstol Pablo en Gálatas capítulo 5: «Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne… Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu» (vv. 16 y 25).
Pienso que andar en el Espíritu, al igual que el ser dirigidos por el Espíritu, se refiere a ser receptiva a los consejos —a la dirección—del Espíritu Santo. Es estar conscientes de cuando Él nos está moviendo, cuando nos está dirigiendo y cuando estamos caminando de acuerdo a Su dirección.
Muchas personas se pierden en esto. Dios es culpado por más actos de desobediencia y comportamientos que no son bíblicos al decir, «bueno tan solo estoy siguiendo al Espíritu. Tan solo estoy siguiendo los consejos de Dios». Y las personas están haciendo cosas que son completamente inconsistentes —y hasta contrarias— a la Palabra de Dios.
Déjenme asegurarles que cualquier cosa que el Espíritu Santo les esté impulsando a hacer será consistente con la Palabra de Dios. El Espíritu Santo no te va a dirigir a hacer ninguna cosa que sea contraria a la Palabra de Dios.
Yo iría más lejos y diría que si no estás en la Palabra de Dios no sentirás el llamado del Espíritu. No podrás reconocerlo ya que es a través de la Palabra que el Espíritu nos dirige y aconseja.
He escuchado a algunas personas comentar que Dios les ha dirigido a divorciarse de su pareja. Dios no te va a dirigir a hacer algo que sea contrario a la Palabra de Dios. Dios no te va a dirigir —a aquellas de ustedes que son jóvenes— a casarte con un incrédulo (no creyente). Por consiguiente, Dios no te va a dirigir a salir con un impío.
Así que si dices, «Dios me está dirigiendo a salir con ese joven. Él no ama al Señor, no está bajo la autoridad de Dios. No está caminando con el Señor». Eso no es un llamado del Espíritu de Dios. Es tu carne, son tus deseos. Eres tú misma diciendo: «Quiero hacer lo que deseo hacer». Dios no te va a dirigir en caminos que no son consistentes con Su Palabra.
Justificamos tantas cosas al decir, «el Espíritu de Dios me dirigió». Lo cierto es que la Palabra de Dios siempre mata nuestros sentimientos, nuestra propia imaginación, nuestros propios impulsos y el Espíritu trabaja a través de la Palabra de Dios.
Pablo dice: «Anda en el Espíritu y a medida que lo haces no vas a satisfacer los deseos de la carne».
No sé si te pasa lo mismo, pero yo necesito ese versículo a diario durante todo el día. Mi carne tiene tantos deseos, tantas pasiones, tantas cosas con las cuales se quiere satisfacer que no vienen de Dios.
Muchas mujeres que conozco, y que aman a Aviva Nuestros Corazones, que disfrutan leyendo mis libros, que aman hacer los estudios que he escrito, vienen y me dicen: «Nos encanta tu ministerio». Encuentro que muchas de estas mujeres conocen la verdad, conocen la Palabra, están comprometidas a hacer todo lo mejor posible.
Se visten con modestia, no están involucradas en la inmoralidad, le dan prioridad a su familia y protegen sus hijos de influencias impías. Algunas educan a sus hijos en casa. Están involucradas en estudios bíblicos y son activas en sus iglesias. Están ocupadas sirviendo a los demás y cuidando su casa.
Pero en muchos casos no irradian la llenura, la fragancia del Espíritu de Cristo. ¿Qué quiero decir con esto? Algunas de estas mujeres son rígidas, inflexibles y tensas. Son críticas. Por supuesto que no me refiero a todas. Sé de lo que estoy hablando, es algo con lo que lucho en mi propia vida.
Yo encuentro que soy muy rápida en criticar a los demás, rápida en ser perfeccionista, rápida en excluir a las personas que no ven las cosas igual que yo. No son mujeres libres y gozosas. No hay plenitud allí. Son críticas de aquellos que no dan la talla con sus estándares. De nuevo, debo admitir que tengo la tendencia a gravitar en esta área. Les ponen los puntos a todas las «i» y cruzan todas las «t», pero les falta la plenitud del poder del Espíritu Santo.
Al mirar a algunas de estas mujeres pienso: «Para ustedes la vida cristiana es una tarea. No es un gozo». Ellas parece que están soportando la vida cristiana en vez de disfrutar a Su Autor: Jesús.
Sus hijos se dan cuenta. No están muy impresionados por la ortodoxia de ellas, su teología que es tan correcta y su conducta que es tan correcta. Lo que ven es el espíritu de ellas. Algunos de sus hijos se están desanimando del evangelio, rechazando a Cristo y a la iglesia porque lo que estánviendoen sus casas o en la iglesia es un cristianismo tenso, rígido, sin gozo y sin plenitud.
Creo que somos responsables de parte de lo que está sucediendo en la próxima generación. Los jóvenes dicen, «no deseo eso» y se sienten atraídos por las cosas que son de este mundo; cosas que no son de Dios y que ellos piensan que les darán plenitud cuando en realidad no la obtendrán. Pero es precisamente por eso que debemos tener actitudes amables, estar siempre gozosas, llenas del Espíritu de Dios.
Deseamos vivir el tipo de vida que hace que nuestras familias, nuestros compañeros de trabajo y las personas en nuestras iglesias se sientan atraídas a Jesús. De modo que cuando vean la plenitud de Cristo en nosotros puedan decir: «Así es que quiero ser».
El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, bondad. Donde está el Espíritu de Dios allí hay libertad. Quizás estás presionando a tu esposo haciendo todo correctamente pero siendo rígida y tensa. «Vamos a ser una familia cristiana ejemplar, vamos a seguir estas reglas, serás un líder espiritual. Vamos a tener devocionales familiares. Vamos a vivir de acuerdo a estas directrices». ¿Quién desea ese tipo de cristianismo?
No estoy diciendo que se deshagan de los estándares y directrices, de la teología y de la conducta apropiada. Tan solo estoy diciendo: «Asegúrate de que estás siendo motivada y dirigida por el Espíritu Santo».
En Juan 7:38, Jesús dice: «El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: "De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva”». Luego en el versículo 39, continúa diciendo: «Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él habían de recibir».
¿Está brotando la plenitud del Espíritu desde tu interior? La llenura. Los ríos de agua viva. ¿O la estás viviendo en la carne? La intención de Dios no es tan solo que busques la vida cristiana. Él desea que tu vida sea una expresión de Su llenura en ti y a través de ti.
Mi preocupación por la llenura del Espíritu Santo no es tan solo por nuestras vidas individuales, sino que llevo una carga porque nuestras iglesias puedan tener la experiencia de la llenura del Espíritu de Dios. Es el Espíritu Santo que hace que la presencia de Cristo sea real en nuestras iglesias. Debemos adorar en Espíritu y en verdad.
He notado que las iglesias tienden a estar de un lado o del otro. Encontramos iglesias que le dan mucho énfasis al Espíritu Santo, hay entusiasmo y emoción. Pero en muchos casos estas iglesias no están enraizadas en la Biblia. En algunas de estas iglesias existen violaciones de las Escrituras— errores doctrinales. Esto no agrada al Señor.
También veo otras iglesias que dicen: «No nos vamos a dejar llevar por toda esa emoción y entusiasmo. Estamos bien fundamentados. Somos una iglesia basada en la Biblia. Estamos basados en la verdad». Son ortodoxas. Son muy rectas. Pero en algunas de estas iglesias hay una ausencia del Espíritu, del poder, la presencia, la vida y la plenitud de Dios.
A Satanás le encanta mantenernos en un extremo o el otro ya sea individualmente o corporativamente. Necesitamos ambas cosas. Si me estás escuchando y estás diciendo: «Bueno mi iglesia no es balanceada. Mi iglesia se va en una dirección u otra». Esta no es una licencia para que seas crítica.
Anda en el Espíritu. Ora en el Espíritu. Intercede por tu iglesia. Di: «Hay mucha verdad en mi iglesia y te agradezco por ello» o «hay mucho énfasis en el Espíritu y mucha libertad y te doy gracias por ello; pero Señor ¿podrías traer un equilibrio? Que podamos adorarte en Espíritu y en verdad».
La Palabra de Dios dice: «Porque derramaré agua sobre la tierra sedienta, y torrentes sobre la tierra seca» (Isa. 44:3). Esta es una imagen del Espíritu de Dios —la llenura del Espíritu Santo de Dios.
No sé tú, pero a menudo siento en mi vida una aridez —una sequedad, una necesidad de ser llena del Espíritu Santo de Dios. Yo lo necesito. Tú también lo necesitas. Nuestras iglesias lo necesitan. Necesitamos el derramamiento, la llenura del Espíritu Santo en su pueblo hoy en día.
Creo que tendremos esa experiencia cuando, por fe, estemos dispuestos a ser guiados por el Espíritu, a ser llenos del Espíritu y a caminar en el espíritu.
Señor, oro para que no contristemos al Espíritu Santo; que no apaguemos al Espíritu y que hoy no le resistamos de ninguna manera, sino que seamos llenos del Santo Espíritu de Dios. Señor que mi vida tenga la fragancia, la llenura que viene de ti. Que nuestras vidas lo demuestren al mundo de manera que al vernos puedan decir: «Eso es lo que deseo, deseo la plenitud de Jesús». Que así sea, oramos en el nombre de Jesús.
Annamarie: ¿Cómo has estado respondiendo al Espíritu Santo? Espero que esta enseñanza de Nancy DeMoss Wolgemuth te haya animado a responder en fe.
En el programa de mañana, escucharemos a varios líderes sabios y piadosos orar por avivamiento. Asegúrate de acompañarnos para ese tiempo, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Diciendo, «Sí, Señor» juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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Recursos del Episodio
En busca de Dios | Semana 10
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