La Fiesta de las Semanas
Débora: Leemos en el libro de los Hechos acerca de la venida del Espíritu Santo, pero Erin Davis nos recuerda que Él estuvo activo mucho antes de eso.
Erin Davis: El Espíritu Santo no solo está presente en el Nuevo Testamento. Lo vemos obrando en todo el Antiguo Testamento, comenzando desde la creación. Dios prometió el glorioso regalo del Espíritu Santo hace mucho tiempo, incluso señalando el momento del Pentecostés a través de la Fiesta de las Semanas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de Confía en Dios para escribir tu historia, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de enero de 2024.
Cuando leemos la Biblia como un todo, podemos conectar los puntos para ver cómo todo apunta a Jesús. Erin Davis nos ayudará a ver el Antiguo y el Nuevo Testamento como piezas que forman parte del mismo rompecabezas. Ella …
Débora: Leemos en el libro de los Hechos acerca de la venida del Espíritu Santo, pero Erin Davis nos recuerda que Él estuvo activo mucho antes de eso.
Erin Davis: El Espíritu Santo no solo está presente en el Nuevo Testamento. Lo vemos obrando en todo el Antiguo Testamento, comenzando desde la creación. Dios prometió el glorioso regalo del Espíritu Santo hace mucho tiempo, incluso señalando el momento del Pentecostés a través de la Fiesta de las Semanas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de Confía en Dios para escribir tu historia, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de enero de 2024.
Cuando leemos la Biblia como un todo, podemos conectar los puntos para ver cómo todo apunta a Jesús. Erin Davis nos ayudará a ver el Antiguo y el Nuevo Testamento como piezas que forman parte del mismo rompecabezas. Ella está enseñando a través de una serie llamada «7 fiestas». Aquí está Nancy para comenzar el mensaje de hoy sobre la Fiesta de las Semanas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Qué haces para guardar recuerdos especiales? Tal vez tomas fotos (yo tengo miles de ellas en mi teléfono), tal vez tienes videos y los ves una y otra vez. O quizás sean cenas especiales, cenas de cumpleaños, cenas de Navidad.
Bueno, en el antiguo Israel no tenían videos, pero sí tenían festines y banquetes especiales. Estamos viendo algunos de ellos en el libro de Levítico esta semana con mi amiga Erin Davis. Erin es la administradora de contenido de Revive Our Hearts.Ella ama la Palabra de Dios, ama el Antiguo Testamento, ¡algo que muchas personas pasan por alto!
Ella entiende cómo se conectan estas fiestas con el evangelio y como señalan y apuntan hacia Cristo. Nos ha estado guiando a través de siete festines especiales, siete fiestas que fueron presentadas en el Antiguo Testamento. Eran parte de la rutina del pueblo de Dios que las celebraba periódicamente. Muchas de ellas eran fiestas anuales.
En Levítico 23 encontramos siete de estas fiestas. Cuando llegues a ese capítulo es posible que sientas la tentación de saltártelo y continuar al siguiente, tal vez incluso hasta el próximo libro, porque es mucho para leer.
Pero Erin nos ayuda a ver, a medida que estudiamos estas siete fiestas en el libro de Levítico, que es muy importante que tengamos imágenes hermosas de quién es Cristo, de qué trata el evangelio y de cómo es el corazón de Dios.
Así que toma tu Biblia y acompáñame al capítulo 23 de Levítico. Vamos a profundizar y a decir: «Señor, ¿qué tienes para nosotras? ¿Qué quieres enseñarnos de estas fiestas antiguas que pueden parecer tan anticuadas, pero que realmente son importantes para nuestra fe hoy?»
Si te perdiste alguno de los episodios anteriores de esta serie, puedes escucharlos en la aplicación de Aviva Nuestros Corazones o en avivanuestroscorazones.com. Hoy retomamos este estudio de la cuarta fiesta: la Fiesta de las Semanas. Y quizás te preguntes: «¿La fiesta de qué?» Bueno, Erin Davis está a punto de explicarnos de qué se trata todo eso. Escuchemos a Erin.
Erin: Mi esposo, Jason, sin duda confirmará lo que voy a decir a continuación: no conozco la diferencia entre una bujía y una transmisión. Él puede testificar que cuando se trata de piezas de automóviles, no tengo ni idea, y me gusta que sea así.
En nuestros diecinueve años de matrimonio él ha tenido que rescatarme en este aspecto muchas veces. Pero sí sé esto, cuando se trata de autos, más potencia es mejor que menos potencia. Cuando nos ponemos al volante queremos ir a alguna parte…preferiblemente rápido. No queremos movernos del punto A al punto B, restringidos por la impotencia de un motor débil.
El mismo principio aplica a nuestra vida espiritual. Un día estaba barriendo el piso de mi casa y estaba orando por algo que ya había orado cientos de veces antes, y mis oraciones se sentían débiles.
Sentía que le pedía al Señor que hiciera algo y que esas palabras salían de mi boca y caían al suelo para ser barridas como polvo con todo lo demás.
Clamé al Señor y dije, necesito más de Tu poder en esta área de mi vida. Ninguna de nosotras quiere una fe floja y débil. No queremos acercarnos a Jesús a la velocidad de una podadora de grama manual, queremos motores turbo. Queremos vidas que rujan con el poder de Dios. Quiero un poder que mueva montañas, que derribe gigantes, que cambie la historia y transforme mi vida. Y sé que eso viene de Dios.
Así que primero recibimos fe. Tenemos ojos para ver nuestra verdadera necesidad de Jesús, y entonces recibimos poder. De eso se trata esta cuarta fiesta. Es el Espíritu Santo quien nos da poder para vivir la vida a la que Dios nos ha llamado.
La gente me dice muchas cosas extrañas. Nunca sé muy bien cómo tomarlo. Me dicen: «No sé cómo lo haces».
No sé si están diciendo: «Tu vida es un desastre, no sabemos cómo logras mantenerla», o si están impresionados. No sé lo que significa, pero pienso esto: «Tengo el poder del Espíritu Santo», porque esa es la realidad.
La razón por la que me levanto de la cama en la mañana, y cualquier otra cosa que pueda lograr en un determinado día, es porque tengo el poder del Espíritu Santo. Es el Espíritu quien nos da el poder para vivir la vida a la que Dios nos ha llamado. Y sin el Espíritu Santo, tú y yo tenemos tanto poder como una batería agotada, un motor detenido o una brisa muy débil.
Hemos estado haciendo un recorrido por las 7 fiestas de Israel, y todas están registradas en un solo capítulo en Levítico, Levítico 23. Son las celebraciones en el calendario israelita y hemos llegado hasta la cuarta fiesta, la Fiesta de las Semanas. Te daré un pequeño adelanto sobre esta fiesta: esta es una fiesta que apunta hacia el poder que el pueblo de Dios recibiría a través del Espíritu Santo.
Bueno, toma tu Biblia, ve a Levítico 23, si aún no lo has hecho, y vamos a saltar directamente a esta cuarta fiesta. La Fiesta de las Semanas se describe en Levítico 23:15-22. Te lo advierto, es la fiesta con la descripción más larga, así que tendrás que ir leyendo conmigo. Permíteme leer el versículo 15:
«Contarán desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que trajeron la gavilla de la ofrenda mecida; contarán siete semanas completas».
Detengámonos un momento aquí. Espero que nos hayas estado acompañando mientras estudiamos las fiestas. Si no, ponte al día y lee sobre las otras fiestas. Tenemos que echar un vistazo rápido a los versículos anteriores para saber en qué parte del calendario nos encontramos, porque esta fiesta está relacionada con el tiempo de las demás.
Entonces déjame darte un breve repaso intensivo. Primero, está la Pascua. Esa es la fiesta que apunta hacia Jesús, nuestro perfecto Cordero sin mancha, crucificado para que el castigo del pecado pueda pasar de largo sobre nosotras.
En el calendario israelita la Pascua ocurría el día catorce de Nisán, ese es su primer mes del año.Luego, fue seguida inmediatamente por la Fiesta de los Panes sin Levadura, una fiesta que nos recuerda limpiar nuestras vidas de la levadura del pecado y correr hacia Jesús, nuestro Pan diario.
Poco después se celebraba la Fiesta de las Primicias, cuando el sacerdote agitaba una gavilla de grano. Ese era un grupo de granos que el sacerdote agitaba para simbolizar que los hijos de Dios estaban comprometidos a dar a Dios lo mejor de sí mismos. Apunta hacia Jesús, quien nos dio lo mejor de Sí mismo.
Puedes ver cómo esas tres fiestas son fundamentales para la vida cristiana. Y ocurrieron en una sucesión muy rápida en el calendario de los israelitas. Tres fiestas seguidas agrupadas de manera muy parecida a nuestros Día de Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo.
No sé ustedes, pero yo sufro como un trauma todos los años por esas tres festividades corridas, y eso es lo que está sucediendo aquí en las primeras tres de las siete fiestas. Y entonces comienza el conteo.
Los hijos de Israel fueron instruidos a contar siete semanas desde la Fiesta de las Primicias hasta la siguiente fiesta. Este festín se llama la Fiesta de las Semanas, porque los hijos de Dios fueron instruidos aquí mismo, en este primer versículo, para contar meticulosamente las semanas entre las fiestas.
Como mamá de niños pequeños, ¿te imaginas a esas mamás israelitas siendo creativas? Sabes que tenían muchas maneras en las que contaban las semanas con sus hijos, porque esto representaba una brecha entre sus celebraciones.
Mientras pienso en ello me pregunto qué es lo que hace que cuentes tus semanas. Tal vez estés contando las semanas hasta que te sientas saludable nuevamente. Puedo identificarme, he estado lidiando con una infección en mi cuerpo durante muchos meses. Y cada semana pienso: Esta va a ser la semana. Este antibiótico va a funcionar; este medicamento va a funcionar. Esta va a ser la semana en la que me sienta mejor…, solo para descubrir que todavía estoy luchando con mi salud. Todavía estoy contando las semanas hasta que mi cuerpo no esté tan débil.
Tal vez estás contando las semanas hasta que puedas someterte a una cirugía que necesitas desesperadamente. O tal vez estás contando las semanas hasta que tu corazón roto no se sienta tan herido.
Quizás estás contando las semanas hasta que puedas volver a estar con alguien a quien amas y de quien estás separada.
Puede que estés contando las semanas hasta que llegue un bebé. Y déjame decirte, esas últimas semanas de embarazo cada semana son meses y meses y meses.
Probablemente estás contando las semanas hasta que lleguen las vacaciones.
Mientras estudiaba la Fiesta de las Semanas recordé que todos estamos contando. Uno de los regalos que nos da la Fiesta de las Semanas es un hermoso recordatorio de que mientras contamos, Dios está obrando. Él está trabajando en la espera.
Retomemos de nuevo el versículo 16:
«Contarán cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo día de reposo; entonces presentarán una ofrenda de espiga tierna al Señor».
Quiero que recuerdes ese número: cincuenta. Quiero que imagines que tomas ese número cincuenta y lo pones en tu bolsillo, porque va a adquirir un nuevo significado.
Está registrado aquí en Levítico muy meticulosamente. Ni una sola palabra en la Palabra de Dios se desperdicia. «Contarán cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo día de reposo. Entonces presentarán una ofrenda de espiga tierna al Señor». El número de días importa.
Y para conectar la Fiesta de las Semanas con un evento que cambia el mundo que sucede en los evangelios, debemos recordar ese número cincuenta. Voy a llevarnos a través del resto de la descripción de la fiesta. Algo aquí se sentirá un poco extraño para nosotras, pero lo estudiaremos juntas. Voy a retomar en el versículo 17:
«Traerán de sus moradas dos panes para ofrenda mecida, hechos de dos décimas de un efa; serán de flor de harina, amasados con levadura, como primeros frutos al Señor. Junto con el pan presentarán siete corderos de un año sin defecto, un novillo del ganado y dos carneros; serán holocausto al Señor, junto con sus ofrendas de cereal y sus libaciones, una ofrenda encendida como aroma agradable al Señor.
Ofrecerán también un macho cabrío como ofrenda por el pecado y dos corderos de un año como sacrificio de las ofrendas de paz. Entonces el sacerdote los mecerá junto con el pan de los primeros frutos y los dos corderos, como ofrenda mecida delante del Señor; serán cosa sagrada del Señor para el sacerdote. En este mismo día ustedes harán también una proclamación; habrán de tener una santa convocación. No harán ningún trabajo servil. Estatuto perpetuo será para todas sus generaciones dondequiera que habiten» (vv. 17-21).
Es cierto que hay algunas ideas y frases en las descripciones de esta fiesta que nos resultan extrañas. ¿Qué está pasando con todo ese grano, corderos y ofrendas de comida? Bueno, los israelitas traían esas cosas como ofrendas al templo. Tal como lo hacemos cuando damos la ofrenda en nuestras propias iglesias.
Cincuenta días después del séptimo sábado pueden no significar nada para nosotros, ya que estamos tratando de compararlo con nuestros propios calendarios. No sé ustedes, pero yo no mido mi harina en efas ni ofrezco mis vacas en holocausto. Pero mi propio estudio de la Palabra de Dios se transformó a medida que aprendí a ver el Antiguo y el Nuevo Testamento como dos flechas color neón.
Todo en el Antiguo Testamento apunta a Jesús en el futuro, y todo en el Nuevo Testamento apunta a Jesús en el pasado. Y en muchos sentidos, mi compromiso con la Palabra de Dios es realmente un compromiso para encontrar esas flechas: Oh, ahí está la flecha, ahí está; así es como apunta hacia Él.
Mientras miramos esta fiesta y hacemos esa pregunta, parte de ese idioma extranjero comienza a ser un poco menos confuso. Las fiestas ilustran esto de manera tan hermosa, porque Dios usó las fiestas como recordatorios para la nación de Israel, eso es parte de lo que Dios estaba haciendo a través de las fiestas. Pero también usa esa historia para señalar el momento en que Él haría algo en nuestras vidas a través de Jesús.
Entonces, cuando pensamos en eso, la pregunta no es, «¿qué es un efa?», sino: «¿Cómo señala la Fiesta de las Semanas hacia Jesús?» Y estoy muy contenta de que lo hayas preguntado.
Vayamos juntas al libro de los Hechos. Vamos a estar en Hechos capítulo 2. Quiero describir para nosotras lo que está sucediendo en el libro de Hechos. Los discípulos de Jesús están reunidos en un solo lugar. Voy a leer los versículos 1 al 4 en Hechos capítulo 2.
«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar, y de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados. Se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse».
Este pasaje continúa diciéndonos que personas de todas las naciones escucharon a los discípulos predicar en sus idiomas nativos. La Biblia nos dice que estaban asombrados y perplejos. Pensaron que los discípulos estaban borrachos, lo que no explica su repentina habilidad para hablar nuevos idiomas, en mi opinión.
Cualquiera que piense que los cristianos son aburridos, seguramente nunca leyó acerca de Pentecostés; con lenguas de fuego y sonidos de vientos fuertes, y los discípulos que de repente pueden predicar poderosos sermones en idiomas que no conocían. ¡Pentecostés es uno de los momentos menos aburridos de la historia!
Si no ves toda la Biblia como piezas del mismo rompecabezas, el Espíritu Santo podría parecer algo añadido del Nuevo Testamento a la Trinidad, como si el Padre y el Hijo fueran un dúo durante todos esos años y de repente decidieran agregar un nuevo miembro a la banda. Lo que la Fiesta de las Semanas nos muestra, en parte, es que el Espíritu Santo siempre ha estado ahí, un miembro esencial de la Deidad. Y Su presencia en nuestras vidas siempre ha sido parte del plan redentor de Dios.
Si retrocedemos un poco desde Hechos capítulo 2 hasta Hechos capítulo 1 y echamos un vistazo a lo que está sucediendo allí, veremos que Jesús había venido a la tierra, había vivido, muerto y resucitado de entre los muertos. Pasó cuarenta días enseñando a Sus discípulos. En Hechos 1 versículo 4, Él dice esto:
«Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: “La cual”, les dijo, “oyeron de Mí; porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días”» (vv. 4-5).
En el versículo 8 les dio una pista de cómo el Espíritu Santo iba a cambiar sus vidas, pero estoy segura de que no imaginaron Hechos capítulo 2 versículo 1: el día en que los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo, el día de Pentecostés.
Sin las siete fiestas fácilmente podríamos pasar por alto cuándo ocurrió esto en el calendario redentor de Dios. La palabra «Pentecostés» significa cincuenta en griego. Ve y saca ese número de tu bolsillo. ¿Cuántos días se les indicó a los israelitas que esperaran entre la mecedura de la gavilla, que es la tercera fiesta, y el comienzo de la Fiesta de las Semanas, la cuarta fiesta? Cincuenta días.
Los discípulos estaban reunidos en Jerusalén por mandato de Jesús. Pero en este día específico, el día que el Espíritu Santo entró en sus vidas con viento y fuego, los discípulos estaban allí para observar la Fiesta de las Semanas.
Maravíllate nuevamente de cómo los eventos que constituyen el núcleo mismo de nuestra fe ocurrieron en el momento perfecto con las siete fiestas:
- Jesús murió en la Pascua.
- Jesús fue sepultado en la Fiesta de los Panes sin Levadura.
- Jesús descansó en la tumba en el día de reposo.
- Jesús resucitó en la Fiesta de las Primicias.
- Él envió el Espíritu Santo en la Fiesta de las Semanas.
El Espíritu Santo no está presente solo en el Nuevo Testamento. Lo vemos obrando en todo el Antiguo Testamento, comenzando desde la creación. Y Dios prometió el glorioso don del Espíritu Santo hace mucho tiempo, incluso señalando el momento de Pentecostés a través de la Fiesta de las Semanas. Pero el pueblo de Dios tuvo que esperar entre la promesa y el regalo.
¿Y no vivimos en la espera? Cristo nos ha dado mucho, pero muchas de Sus promesas no se cumplirán hasta que Él regrese por nosotros. Todavía estamos contando las semanas, pero no debemos desfallecer en la espera porque Dios nos ha dado un Consolador: el Espíritu Santo.
Si seguimos leyendo Hechos 2, podemos ver que el Espíritu Santo provocó una transformación inmediata y duradera en la vida de los discípulos. Gracias al Espíritu Santo, tenemos la esperanza de que Jesús está haciendo lo mismo a través de nosotros.
Las Escrituras nos dan una lista de lo que podemos esperar que el Espíritu Santo haga en nuestras vidas mientras esperamos que Jesús regrese por nosotros. Gálatas 5:22-23:
«Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley».
Cualquier mamá de pequeños conoce esa lista, porque siempre estamos tratando de que nuestros hijos la memoricen.
No solo recibimos a Jesús, no solo recibimos el Espíritu Santo, sino que por Su obra en nuestras vidas, este fruto cuelga de nuestros corazones, de nuestros hogares, de nuestras iglesias; un hermoso y precioso fruto. Hay una segunda lista, una que memorizamos con menos frecuencia en Gálatas 5:
«Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales les advierto, como ya se lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios» (Gál. 5:19-21).
La primera lista es el Fruto del Espíritu, la segunda lista es el Fruto de la carne. Sin el Espíritu Santo, todas somos atraídas naturalmente hacia esa segunda lista, y seremos impotentes en nuestra propia fuerza para resistirla. Pero no nos quedamos solas para pelear la batalla, tenemos al Espíritu Santo.
Dudo que a Pedro le importe ser nuestro ejemplo de esta verdad. En los evangelios encontramos que Pedro era impulsivo y a menudo temeroso. Tenía el deseo de seguir a Cristo, sin embargo, a menudo luchaba para hacerlo. Pero inmediatamente después de Pentecostés, leemos acerca de Pedro predicando un sermón tan poderoso que la multitud exclamó, «¿qué haremos?» Y tres mil personas fueron bautizadas.
Mientras Jesús era juzgado, Pedro se sentía impotente ante sus propios impulsos de autoprotección. ¿Qué cambió? No el «qué», sino el «quién».
- ¿Quién nos transformará de mujeres gobernadas por nuestra carne a mujeres gobernadas por Cristo? El Espíritu Santo.
- ¿Quién nos recordará todo lo que Dios nos ha mostrado en Su Palabra para que no tengamos que vivir atrapadas en una amnesia espiritual? El Espíritu Santo.
- ¿Quién nos capacitará para dejar de mirarnos a nosotras mismas y ver al prójimo como más importante que nosotras? El Espíritu Santo.
- ¿Quién nos recordará todo lo que Dios nos ha mostrado en Su Palabra para que no tengamos que vivir envueltas en amnesia espiritual? El Espíritu Santo.
- ¿Y quién nos guardará, quién nos protegerá mientras contamos las semanas desde ahora y hasta la venida de Cristo? El Espíritu Santo.
Oremos por más de Su poder en nuestras vidas.
Jesús, somos débiles y cobardes sin Ti. Pero nos prometiste poder a través de Tu Espíritu Santo. Y en este momento pedimos más de Él. Te pedimos más de Ti. En Tu santo, santo, santo nombre oramos, amén.
Nancy: ¡Wow! ¡Amén! ¡Qué verdad tan poderosa, sin la cual ni tú ni yo podemos vivir! ¿Cuántas de nosotras estamos tratando de vivir la vida cristiana, tratando de tener ese fruto del Espíritu, por nuestra propia cuenta?
Pero tú y yo por nosotras mismas nunca produciremos amor, gozo, paz, pa–cien–cia. Ese es el fruto del Espíritu, ¿verdad? Lo sabemos, pero luego tratamos de poner ese fruto en nuestras propias vidas sin tomar en cuenta nuestra dependencia del Espíritu Santo.
¿Sabes que cada parte de nuestra vida cristiana, de principio a fin, depende del ministerio del Espíritu Santo? El Señor les dio a los israelitas del Antiguo Testamento una fiesta anual para recordarles su dependencia de Él, para enseñarles a esperar y para señalarnos el papel del Espíritu Santo en nuestras vidas. ¡Él nos da el poder que queremos y que necesitamos hoy y mañana, y pasado mañana, y todos los días hasta que Jesús venga! Gracias Erin, por apuntarnos hacia el Espíritu Santo.
Y gracias, Señor, por darnos Tu Espíritu Santo, y oh Señor, cómo rogamos hoy que nos ayudes a caminar en el poder, en la energía, en la vida que el Espíritu Santo nos da. ¡No somos nosotras, sino Cristo en nosotras, y dependemos tanto de Tu Espíritu!
Y como el pueblo de Dios del Antiguo Testamento, aquellos que creyeron y fueron Tu pueblo elegido harían una pausa en esta Fiesta de las Semanas cada año para recordar cuánto te necesitaban y recurrir a Tu poder, entonces, Señor, ayúdanos a hacer una pausa regularmente, para contemplar cuán vacías, impotentes y sin vida estamos separadas de Ti. Ayúdanos a recurrir a Tu vida. Oramos en el nombre de Jesús, con acción de gracias, amén.
Bueno, acabamos de ver una muestra de la importancia de esta Fiesta de las Semanas.Y estoy segura de que nunca antes leíste Levítico 23 y pensaste: ¡Oh, esto me recuerda cuánto necesito el Espíritu Santo en mi vida!
Erin nos ha ayudado a hacer esa conexión, pero hay mucho más en este estudio de ocho semanas que ha escrito sobre las siete fiestas que practicaban los israelitas del Antiguo Testamento, y que se encuentran en el capítulo 23 de Levítico.
Esas fiestas eran parte de su estilo de vida anual, y hay patrones que Dios quiere establecer en nuestras vidas, que nos recuerdan quién es Cristo y por qué vino y qué vino a hacer y cómo podemos apropiarnos de Su poder en nuestras vidas.
Este es un estudio profundo en un capítulo de la Biblia que quizás nunca antes hayas estudiado, pero que tendrá una aplicación práctica en cada área de tu caminar espiritual. El libro se llama, «Las 7 fiestas: Encontrando a Cristo en las celebraciones sagradas del Antiguo Testamento» (disponible solo en inglés).
Y Erin, una de las cosas que me encanta de este estudio es que no solo nos das de comer con cuchara, no solo nos dices lo que has aprendido durante estos años de estudio de estas fiestas, sino que nos invitas a tomar nuestras biblias, sacar nuestras conclusiones y tomar notas. Das espacio aquí para que meditemos en el pasaje, estudiemos el texto, y estudiemos algunos de los pasajes de conexión en otras partes de la Biblia que arrojan luz sobre Levítico 23. Nos haces trabajar, y así es como vamos a entender algunas de estas hermosas verdades de la Palabra de Dios que yo he visto que son tan preciosas para ti.
Muchas gracias por tu apoyo a este ministerio, por tus oraciones, tu aliento y por unirte a nosotras mientras llamamos a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Nos quedan tres fiestas en este estudio, y espero que tengas hambre, no solo de comida física, sino de más comida espiritual de la Palabra de Dios. Asegúrate de acompañarnos en el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones mientras continuamos este estudio sobre estas siete fiestas en Levítico.
Débora: Recordándote acerca del poder del Espíritu Santo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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