La fe produce fidelidad
Débora: Las personas te están observando y mirando la forma en que manejas la presión. Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Nuestra disposición a sufrir por causa de Cristo glorifica a Dios de la siguiente manera: se convierte en un testimonio visible para el mundo entero de que Jesús es digno, y vale la pena vivir y morir por Él.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 24 de mayo de 2023.
Piensa en un personaje de la historia que admiras. Es probable que esa persona haya pasado por algunas pruebas muy difíciles. La manera en que manejó la presión es quizás una de las razones por las que lo admiras.
Cuando otras personas ven tu vida, ¿qué es lo que notan en la forma en que manejas la presión? Nancy te ayudará a pensar acerca …
Débora: Las personas te están observando y mirando la forma en que manejas la presión. Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Nuestra disposición a sufrir por causa de Cristo glorifica a Dios de la siguiente manera: se convierte en un testimonio visible para el mundo entero de que Jesús es digno, y vale la pena vivir y morir por Él.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 24 de mayo de 2023.
Piensa en un personaje de la historia que admiras. Es probable que esa persona haya pasado por algunas pruebas muy difíciles. La manera en que manejó la presión es quizás una de las razones por las que lo admiras.
Cuando otras personas ven tu vida, ¿qué es lo que notan en la forma en que manejas la presión? Nancy te ayudará a pensar acerca de esto al continuar en la serie titulada Fidelidad y la corona de vida.
Nancy: La fecha fue el 02 de febrero, del año 156 dC, los judíos habían incitado a los romanos a que arrestaran a un líder de la iglesia de 86 años de edad, llamado Policarpo. Habían hecho acusaciones salvajes contra él, las cuales eran totalmente falsas.
Era un día de fiesta, por lo que las multitudes estaban al exterior celebrando. Esta multitud estaba entusiasmada y era fácilmente manipulable. En el camino hacia el anfiteatro, el oficial romano que había arrestado a Policarpo le pidió que se retractara.
El oficial le dijo: «¿Qué daño puede hacer que quemes un poco de incienso a César?» Policarpo le respondió: «yo no puedo hacerlo». Así que lo llevaron al anfiteatro, y fue arrastrado ante el procónsul romano, que una vez más le instó a retractarse.
Y le dijo: «Jura por el César, y blasfema de Cristo, y yo te soltaré». Y luego Policarpo dijo estas famosas palabras: «Ochenta y seis años he servido a Cristo, y Él nunca me ha hecho mal. ¿Cómo puedo hablar mal de mi Rey que me salvó?»
Bueno le dijo el procónsul, «te vamos a tirar a los leones si no te retractas», y Policarpo le contestó: «entonces trae a los leones».
Entonces el procónsul dijo: «Bueno, no, mejor te vamos a quemar en la hoguera. Vamos a hacer una hoguera contigo», a lo que Policarpo contestó:
«Está bien. Yo no temo al fuego que arde por un poco de tiempo y después de un rato se apaga. ¿Por qué se detiene? Venga y haga su voluntad».
Ocurrió que era día de reposo, y violando sus propias leyes de no trabajar el sábado, los judíos se apresuraron a buscar leña para preparar la hoguera en que Policarpo iba a ser quemado.
Entonces Policarpo fue llevado a la hoguera. Iban a clavarlo a un madero, pero él dijo: «No, no es necesario, no voy a escapar», por lo que solo lo ataron a la estaca.
Después oró, y una parte de esa oración fue: «Te bendigo porque me has tenido por digno de este día y de esta hora, de que pueda yo estar entre Tus mártires».
En el momento que Policarpo dijo: «Amén», la llama fue encendida, y el fuego comenzó a quemarlo vivo. En realidad, había mucho viento ese día, y el viento alejaba las llamas de Policarpo, así que estaba siendo torturado, en vez de morir rápidamente.
Después de un tiempo, un soldado misericordiosamente lo traspasó con una espada y así terminó su sufrimiento. Policarpo fue un obispo de la iglesia en Esmirna, y él era un discípulo del apóstol Juan, quien recibió la revelación de Jesucristo para la iglesia de Esmirna.
El Apocalipsis se escribió alrededor del 95 DC. Policarpo probablemente era un hombre joven, de unos veinticinco años de edad y probablemente miembro de la iglesia de Esmirna cuando se enviaron las cartas y fueron leídas a las iglesias.
Probablemente estuvo en esa congregación cuando se leyeron estas palabras:
«Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el último, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida» (Apoc. 2:8-10 RVR1960).
Si Policarpo, de hecho, escuchó esas palabras, o de seguro las conoció más tarde, ¿no te parece que esas palabras le habrían preparado para lo que tendría que enfrentar 60 años más tarde?
Estas palabras deben haber ministrado fuerza y gracia para él en la hora de la prueba. Me pregunto –cuando él fue detenido y llevado al anfiteatro, en la conversación con el procónsul, y luego al ver la madera traída y que él fue atado a ella, ver la llama encendida– me pregunto si tal vez él no estaba escuchando esas palabras resonar en sus oídos, a Cristo diciéndole «conozco tu tribulación».
Y entonces Cristo le diría: «No temas lo que vas a sufrir. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida».
Puede ser que ahora tú no estés sufriendo en la forma en que sufrió Policarpo, pero Dios conoce, como hemos visto en este pasaje, lo que vamos a enfrentar en los días y en los años venideros.
Esto es lo que va a pasar. En ese caso, Dios le dijo a la iglesia de Esmirna lo que iba a suceder. Y aunque Él no siempre nos dirá, Él lo sabe. Él sabía lo que le iba a pasar a Policarpo 60 años después.
Él sabe lo que vas a enfrentar días o años a partir de ahora, y como hoy hemos leído y oído en esta carta a la iglesia en Esmirna, Dios nos quiere preparar para el sufrimiento que podamos enfrentar en diferentes maneras en los días venideros.
¿Cuál es el consejo de Cristo a una iglesia que ya está sufriendo tanto, a una iglesia que va a tener un mayor sufrimiento en los días por venir?
Él le da dos palabras de exhortación. La primera es que Él le dice: «No temas». Literalmente, «deja de tener miedo». Este mandamiento, «no temas», se da más de 300 veces en la Escritura.
Has leído este mandato a través del Antiguo y del Nuevo Testamento. Me pregunto si eso es porque Dios sabe lo propensos que somos a temer.
- Tememos lo que no sabemos
- Tememos lo que sí sabemos
- Tememos a las cosas que han pasado
- Tememos a lo que pensamos que podría suceder
- Tememos a las cosas que están sucediendo
- Tememos a lo que pensamos que podría suceder, pero que nunca sucederá.
Somos tan propensas al miedo, y la Palabra de Dios dice: «Deja de temer». La palabra miedo es la palabra de donde proviene nuestra palabra fobia. No seas una persona fóbica. No tengas miedo. No seas temerosa.
Miedo es una palabra que significa alzar el vuelo. Cuando tienes miedo cuando estás temerosa, lo que deseas hacer es alejarte. Quieres retirarte. Quieres escapar. La palabra significa ser atacado por el miedo o ser presa del susto, y tú sabes que el miedo puede paralizarnos. Tú puedes correr, o puedes quedarte paralizada, quieta ahí mismo donde estás.
Cualquiera que sea tu inclinación, la Palabra de Dios dice: «No tengas miedo». No permitas que te ataque el temor. No permitas que te paralice el miedo. No alces el vuelo.
Cuando nos encontramos en circunstancias que nos atemorizan y llega esta emoción natural que es tener miedo, no debemos dejar que el miedo nos controle. No vamos a dejar que el miedo determine nuestra respuesta o nuestro comportamiento.
El hecho es que nuestros perseguidores pueden ser capaces de quitarnos la vida física, pero eso es lo peor que ellos pueden hacer, y solo dará lugar, si estamos sufriendo por la causa de Cristo, a que recibamos la corona de vida.
Así que, en realidad, nos estarían haciendo un favor; es cómo pensaban los primeros mártires. Ellos pensaban, «bueno, este sufrimiento es solo por un momento. Es solo por un poco de tiempo. Pronto va a pasar. Todos los sufrimientos de esta vida pasarán, y luego tendremos la corona de vida en la presencia de Cristo, a quien amamos. Tendremos la victoria. Llegaremos a la meta. Seremos vencedores».
Nadie nos puede quitar la corona de vida. Podrían tomar nuestra vida física, nuestro cuerpo, pero no nos pueden quitar nuestra vida eterna.
Tal vez esto era a lo que Jesús se refería en Mateo, capítulo 10, en el versículo 28, cuando dice: «Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno».
Si temes a Dios de una manera apropiada, en humilde reverencia y asombro, no tendrás temor del hombre.
Y entonces están estas tiernas palabras que Él da allí en Mateo capítulo 10 en el versículo 29: «¿No son dos gorriones», (la variedad de ave más pequeña, más común) «vendidos por un centavo?» No tienen valor en la economía.
Pero entonces Él dice: «¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre» (Mat. 10:29 RVR1960). Dios conoce, Dios ve. Dios se preocupa, por lo tanto no temas lo que pueda hacerte el hombre.
Salmo 23 versículo 4: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo».
Mientras estaba estudiando anoche, preparándome para esta sesión, pensé en ese pasaje de El Progreso del Peregrino, donde cristiano fue a esta ciudad, a la feria de la vanidad, y era una ciudad mundana. Era salvaje, estridente, había unas celebraciones, y Cristiano andaba con su amigo Fiel, que lo mismo que él, había salido de la ciudad de destrucción y se dirigían juntos a la Ciudad Celestial, al cielo.
En esa ciudad, la gente de la feria de la vanidad intentó hacer que Cristiano, nuestro peregrino, y su amigo Fiel, adoptarán su estilo de vida. Es en esta ciudad donde ambos fueron capturados y Fiel dio su vida como mártir.
Él no tuvo miedo porque sabía que Cristo estaba con él, y que iba a entrar a la presencia de Cristo.Donde quiera que vayas, lo que sea que te pase, Cristo estará allí contigo.
Así que lo que Jesús dice primero es: «No tengas miedo. No temas». Y luego, en segundo lugar, «sé fiel hasta la muerte». En el idioma griego, la palabra que se traduce fe, es la misma palabra que se traduce por fieles. Es la misma palabra fe y fiel.
La fe produce fidelidad. La fe se contrapone al temor, «no tengas miedo. «Sé fiel hasta la muerte». Ten fe, y la fe te dará la fidelidad, la fe ha de contrarrestar el miedo.
¿Cómo reemplazamos el miedo? Lo haces con fe, con la fe en Cristo. «En el día que temo yo en ti confío». El miedo se reemplaza con la fe, con la fe en Cristo.
Así dice, perseverar. Sé fiel y persevera. No te rindas. No cedas. No adores al César. Sigue adorando a Cristo. Persevera, incluso si tu fidelidad a Cristo significa que tendrás que pagar por ello un alto precio, tal vez incluso el precio de tu propia vida.
Recientemente leí un estudio que decía que en 2.000 años de historia cristiana, hay cerca de 70 millones de santos fieles que han dado su vida por la fe; y de ellos, 45.5 millones (alrededor del 65%) fueron del siglo pasado. Está también sucediendo hoy en día a lo largo de 2.000 años de cristianismo, han sido muchos los que han dicho: «Yo creo en Cristo, y mi fe es tal que no puedo, y ni voy a negarlo. Estoy dispuesto a ser fiel a Él. Tengo que ser fiel a Él. Él es mi Señor, Él es mi amado, Él es mi Cristo y seré fiel a Él».
Estos mártires pagaron por esa fe con sus vidas. Y estaba hablando de todo este tema de la persecución mundial de la iglesia recientemente con una peluquera que es creyente, y estábamos discutiendo sobre el tema.
Ella dijo: «Wao, estoy muy impresionada por los que sufren, que han dado sus vidas». Y me dijo: «A veces me pregunto si yo sería fiel bajo tal persecución».
¿Cómo puedes saber si serías fiel, si tu fe se pone a prueba, como lo han sido tantos? Y cuando hablábamos de ello, realmente nuestra respuesta fue que no lo sabrás hasta entonces…pero puedes saber si estás siendo fiel ahora.
Dios no nos está llamando a la mayoría de nosotras, en este momento, a que demos nuestras vidas, literalmente, físicamente. Pero nos llama a ser fieles de otras maneras pequeñas, como negarnos a nosotras mismas, diciendo «sí» a Cristo, diciendo «no» a este sistema mundial. Sé fiel ahora. Sé fiel mañana. Y al día siguiente. Ese es el desarrollo de un patrón de vida de fidelidad a Cristo, y entonces sabrás que cuando llegue la hora de la prueba, Él te dará la gracia de ser fiel en ese momento.
El término, literalmente, dice: «Sé fiel hasta la muerte». A través del proceso de sufrimiento tu fe es probada, crece y experimentas más de Su gracia, y cada vez te haces más fiel.
Así que sigue convirtiéndote en alguien fiel. Y quiero recordarte que nuestra fidelidad está construida sobre el fundamento y la seguridad de que Dios es fiel.
A menudo recuerdo cuando he tenido momentos difíciles en mi vida, y en realidad no me gusta hablar de esto, y mucho menos en el contexto de hablar de los mártires, pero hay días y hay momentos de la vida cuando es difícil decirle que «sí» a Cristo y es más fácil decirle que «sí» a la carne.
Hay momentos en los que pienso: «Oh, Señor, no es mi fidelidad lo que me mantiene aferrada a Ti, es Tu fidelidad y el hecho de que Tú me sostienes, Tú estás aferrado a mí».
Su fidelidad es la base, el fundamento, la seguridad, y es interesante que Jesús nos dice que vamos a sufrir pero no nos dice cuándo vamos a sufrir. Él no dice, «sonríe», «aguanta». Él no nos dice «resuélvelo por tu cuenta». Él nos dice que confiemos en Él, en Su fidelidad a medida que caminemos por el fuego.
Él nos dice, «Yo he pasado por eso, Yo estaré contigo. Voy a acompañarte y saldrás adelante, estaré contigo todo el tiempo. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo, y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Confía en Mí».
Algunas de ustedes están familiarizadas con el nombre de Joseph Tson, quien por muchos años fue pastor de Rumania bajo el régimen opresivo de Ceausescu, este régimen cayó en 1989, pero durante los años 70 y 80, Dios estaba actuando de manera grandiosa en Rumania y en el avivamiento de las iglesias. Muchos creyentes allí pagaron con la muerte por su fe en Cristo.
Joseph fue torturado por su fe. Fue encarcelado, interrogado…y recordé una historia que quise verificar para esta sesión, así que le pedí a alguien en la oficina que le enviara un correo electrónico y le preguntara si: «Podía confirmar si toda la información acerca de esto era correcta».
En lugar de contarles la historia a mi manera, quiero compartir su correo electrónico, su respuesta porque fue tan hermoso, que quiero aprovechar el resto de nuestro tiempo juntas y leérselo a ustedes. Encaja muy bien con este pasaje que hemos estado leyendo de la carta a la iglesia en Esmirna.
Joseph Tson, por cierto, fue exiliado de Rumania, desde hace tiempo y hoy vive en los Estados Unidos, pero continúa en el ministerio trabajando para su país. Él dijo:
«El Señor me bendijo al crecer en un hogar de cristianos muy devotos. Ellos fueron los primeros bautistas en nuestra comunidad y fueron grandemente perseguidos. No es de extrañar que en nuestro dormitorio, el lugar más importante de la casa, tenían esta escritura maravillosamente grabada en una placa de vidrio: «Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida». Como nuestro dormitorio era al mismo tiempo nuestra sala, puedo decir que me crié debajo de esta escritura.
Mientras crecía, un día quise leer esa escritura por mí mismo, así que abrí la Biblia en Apocalipsis capítulo 2 versículo 10, y me sorprendió leer que iban a ser encarcelados solo por diez días. Eso no era un gran problema. ¿Por qué entonces el consejo de ser fieles hasta la muerte? No fue hasta años más tarde, cuando estudiaba todo el tema sobre el martirio, que llegué a ver lo que había detrás de esa declaración.
Cuando se denunciaba a una persona como cristiana, era llamada por las autoridades y se le preguntaba si en verdad era cristiana. Si esa persona respondía: «No», para comprobar la veracidad de su declaración, se le pedía que tomara un poco de incienso y lo vertiera sobre el fuego del altar del César y que dijera: «César es el Señor». Si la persona hacía esto, se le daba un certificado de que adoraba al César y entonces era puesta en libertad.
Si la persona decía, «no, no puedo decir que César es el Señor, porque solo Jesucristo es el Señor», era llevada inmediatamente a la sala de torturas, y allí se torturaba cruelmente todo el día hasta obligarla a confesar que el César era el Señor. Si resistía toda la tortura, entonces era condenada a morir en la arena. Era llevada a la prisión por diez días, hasta que las heridas más visibles de la tortura se sanaban, y luego después de diez a catorce días, era llevada a la arena para ser martirizada allí hasta la muerte.
Entonces entendí que ser arrojado en la cárcel por diez días significaba un martirio seguro hasta la muerte. Por lo tanto, «sé fiel hasta la muerte», ¡fue muy significativo de hecho!
Un día leí en Hebreos capítulo 2, versículo 15, que Satanás mantiene a la gente en esclavitud toda su vida por el miedo a la muerte. Y pude relacionar esto claramente con nuestra situación bajo el terror del comunismo. Esta era el arma suprema de Satanás. Todo el mundo tenía miedo de ser arrestado y de ser enviado al campo de concentración de trabajo para perecer allí. Es por eso que todo el mundo aprendió a decir solo lo que los comunistas esperaban que se dijera. Fue entonces cuando le pedí al Señor que de verdad me liberara del miedo a la muerte.
Y Él me liberó de tres formas. En primer lugar, comprendí que, literalmente, Él murió mi propia muerte. Por lo tanto, no moriría; solo me iría a casa para estar con mi Señor, donde es mucho mejor estar. En segundo lugar, me hizo entender que cuando muriera por Él y por el evangelio, esto en sí mismo era una forma de derrotar a Satanás y lo convertía en el triunfo del evangelio» (este es el significado esencial del martirio).
Permítanme decirles aquí, que este es uno de los propósitos de las pruebas que Dios permite en nuestras vidas. Hablamos de esto en la última sesión, pero nuestra voluntad de sufrir por causa de Cristo glorifica a Dios de esa manera. Se convierte en un testimonio visible al mundo entero de que vale la pena vivir y morir por Cristo.
Y así Joseph Tson sigue diciendo: «Mi voluntad de morir por el evangelio es una manera de derrotar a Satanás y lo convierte en el triunfo del evangelio».
En tercer lugar, si estoy lleno de amor por las mismas personas que me persiguen, me torturan o asesinan, ya no tengo miedo de ellos, porque no hay temor en el amor, porque «el perfecto amor echa fuera el temor». Esta liberación es la base de todo lo que siguió sucediendo de ahí en adelante en mi historia.
Cuando me llamaron primero a la sede de la policía secreta en 1974, el oficial estaba molesto conmigo, pues yo no quería hacer lo que me decía, y amenazó con matarme. Le respondí calmadamente: «Señor, déjeme explicarle este asunto de si usted me mata. Sí, usted puede hacerlo, pero señor, usted debe saber que su arma suprema es matar, pero mi arma suprema es morir.
Le explicaré cómo funciona esto. Usted sabe que mis sermones están grabados y corriendo por todo el país. Así que si usted me mata, lo que hará será rociarlos con mi sangre, porque todo el mundo sabrá que he muerto a causa de predicar la Palabra de Dios. Todo el mundo que tiene una cinta de uno de mis sermones la tomará y la escuchará de nuevo, y dirá: 'Yo puedo confiar en lo que dice este hombre, porque él murió por lo que predicaba». Señor, mi predicación hablará diez veces más fuerte después que me haya matado. Si me mata, de hecho, voy a conquistar esta tierra para Dios por haberme dado muerte. Así que adelante, hágalo.
Este hombre quedó estupefacto. Reflexionó por un momento y me dijo: "Espere aquí durante unos minutos". Al parecer, fue e informó a su jefe, porque cuando regresó, con una voz muy tranquila y me dijo, "váyase a casa, y veremos lo que va a suceder".
Otro aspecto de esta historia se produjo en 1977 cuando fui acusado de traición y me amenazaron con ser ejecutado. Un interrogador que actuaba muy asustado vino y me explicó que sería mejor que hiciera un acuerdo y así salvara mi vida.
Yo tranquilamente le dije: "Señor, no hay necesidad de salvar mi vida. Simplemente continúe y le dije, dispáreme. Estoy preparado para ello". ¡Él explotó en furia! Y me dijo: "¿Qué clase de hombre es usted? Cuando le digo a alguien que lo voy a matar, esa persona se aterroriza, pero usted sonríe de oreja a oreja y me dice que le mate. ¡Usted no es normal!”»
En su correo electrónico, el comentario de Joseph de esta conversación fue, «sí, yo no soy normal porque fui liberado del temor a morir, y me he dado cuenta que no pueden hacerle nada a un hombre que no tiene miedo de morir».
Amigas ustedes ven, el arma suprema del enemigo es matar pero nuestra arma suprema contra el enemigo es morir. Para algunos, esto puede significar entregar su propia vida físicamente.
Pero en realidad significa negarse a uno mismo, decir no a la carne, tomar su cruz y seguir a Jesucristo. «No temas por lo que estás por sufrir», Jesús le dice esto a esta iglesia sufriente y a cada creyente que sufre.
«En cambio, sé fiel hasta la muerte. Persevera, y yo te daré la corona de vida».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar.
¿Es posible evitar el sufrimiento si eres una hija de Dios? Nancy abordará este tema mañana. Ahora ella nos guiará en oración para concluir el episodio de hoy.
Nancy: Señor, cuando escuchamos esta historia de nuestro hermano, Joseph Tson, y leemos acerca de nuestros hermanos y hermanas en Esmirna, recuerdo ese pasaje en Hebreos capítulo 11 que dice:
«…y otros fueron torturados, no aceptando su liberación, a fin de obtener una mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada; anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra» (vv. 35-38).
Señor, te damos gracias por la fe y por la fidelidad de los que se han ido antes que nosotros. Hoy en día hay muchos de nuestros hermanos y hermanas en el mundo que están experimentando estas cosas, como las que acabamos de leer.
Te oramos por ellos. Oramos por Tu gracia, Tu provisión, Tu protección, Tu paz, la seguridad de que los sostendrás y los mantendrás fieles.
También oramos por nosotros y te pedimos que nos ayudes a vivir una vida que glorifique el nombre de Cristo, que vivamos de tal manera que digamos «sí» a Ti nuestro Señor y «no» a los dioses de este mundo; «no» a nuestro propio ser, «no» a la carne y «sí» a Cristo como nuestro Señor. En Su nombre oramos. Amén.
Débora: Fijando nuestros ojos en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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