La esperanza que nos lleva a la santidad
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth te pregunta, ¿de verdad estás anhelando la eternidad?
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cómo podemos pensar que podremos disfrutar una eternidad en un cielo lleno de Su justicia si hemos abrazado aquí en la tierra la injusticia?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 28 de junio de 2023.
Todas hemos oído que Jesús regresa pronto. Pero, ¿qué debemos hacer mientras lo esperamos? Nancy abordará este tema al continuar en la serie titulada, Aliento para perseverar.
Nancy: Anoche conversaba con una amiga sobre todo este tema del retorno de Cristo y cómo nosotras debemos esperar este evento con ansias. Ella dijo algo que realmente llamó mi atención quizás porque no es algo que yo podría decir…y al escuchar su testimonio sentí un reto.
Ella dijo, «es muy difícil que pase un día que no le …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth te pregunta, ¿de verdad estás anhelando la eternidad?
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cómo podemos pensar que podremos disfrutar una eternidad en un cielo lleno de Su justicia si hemos abrazado aquí en la tierra la injusticia?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 28 de junio de 2023.
Todas hemos oído que Jesús regresa pronto. Pero, ¿qué debemos hacer mientras lo esperamos? Nancy abordará este tema al continuar en la serie titulada, Aliento para perseverar.
Nancy: Anoche conversaba con una amiga sobre todo este tema del retorno de Cristo y cómo nosotras debemos esperar este evento con ansias. Ella dijo algo que realmente llamó mi atención quizás porque no es algo que yo podría decir…y al escuchar su testimonio sentí un reto.
Ella dijo, «es muy difícil que pase un día que no le diga al Señor que no puedo esperar el momento en que lo veré».
Y la miré y le dije, ¿de verdad? No puedo decir eso de mí misma. No es algo en lo que pienso mucho, por lo menos en el pasado.
Y le pregunté, ¿cómo puede ser eso cierto? ¿Qué es lo que te hace pensar y sentir de manera que puedas tan a menudo decirle al Señor que no ves el momento en que lo veas cara a cara?
Ella me contestó, «bueno es como cuando extrañas a alguien que realmente amas».
Y pensé que esta es una descripción preciosa de toda esta esperanza del retorno de Cristo, aquel a quien realmente amamos. Hay un sentido en el que lo tenemos con nosotros. Tenemos Su Espíritu Santo morando, viviendo en nosotras. Tenemos Su presencia.
Pero ahora no está con nosotras de la manera en que un día estará. Así es que anhelamos ver ese día cuando la fe sea vista y la oración sea alabanza y un día estaremos para siempre con el Señor.
De manera que en el día de hoy quiero continuar un día más con el tema del retorno de Cristo, usando como base esa frase esa pequeña frase de dos palabras que se encuentra en Apocalipsis capítulo 3, donde el Señor le dice a la iglesia en Filadelfia «vengo pronto».
Y me encuentro diciéndome a mí misma en estos días, «Jesús viene pronto, Jesús viene pronto. Ven Señor Jesús. Ven pronto». Y de esta manera mi corazón se sintoniza mirando hacia ese evento futuro y anticipando Su regreso.
Jesús continuó diciéndole a esta iglesia en Filadelfia, «retén lo que tienes. Vengo pronto». Así es que, «retén firme lo que tienes para que nadie tome tu corona» (Apoc. 3:11).
Creo que les estoy hablando a personas que creen que Jesús regresa. Quizás conoces esto teológicamente, pero quizás seas como yo en el sentido de que no has tenido esto muy presente en tu pensamiento, no hasta el punto de desear que suceda. O quizás este hecho es algo que no ha informado ni afectado para nada la manera en que vives. Y es necesario que lo haga.
Así es que en este programa, al igual que en el anterior, el tema es, «¿y entonces qué? ¿Y ahora qué?» Sobre el retorno de Cristo. Él va a regresar. ¿Y qué diferencia debe hacer esto en nuestras vidas? ¿Cuáles son las implicaciones?
En el programa anterior vimos la primera de estas implicaciones, la primera de ese ¿y ahora qué?, y es que lo debemos estar anhelando a Él, esperándolo, anticipando con gran expectativa Su regreso.
Ahora, en el día de hoy quiero hablar un poco del intermedio entre el ahora y entonces, ese es el «¿y el ahora qué?», «el mientras tanto» de hoy. Y entonces ¿qué vamos hacer en ese «mientras tanto», mientras Él regresa?
Jesús dijo que él iba a regresar en breve y de eso hace aproximadamente 2,000 años. A muchas de nosotras eso no nos parece un tiempo breve. Pero el asunto es que va a suceder, así que ¿qué es lo que supuestamente debemos hacer en un sentido práctico con relación a esta realidad de que Cristo viene en breve? Por ejemplo, ¿deberíamos embarcarnos en proyectos a largo plazo? ¿Debería ir a la universidad si estoy en el bachillerato?» Si Jesús viene pronto quizás debamos obviar todo esos proyectos de vida, detener el curso de acción donde sea que nos encontremos y esperar a que Él regrese.
Ahora bien, si tú estás en el último año de bachillerato y acabas de oírme decir eso, no estoy sugiriendo que no vayas a la universidad. Eso es precisamente lo que quiero tratar el día de hoy. ¿Cómo debemos pensar sobre estas cosas en nuestras vidas de manera práctica mientras Jesús regresa?
¿Y con relación al matrimonio? Si Jesús viene pronto, ¿para qué me voy a casar? ¿Para qué tener hijos? ¿Para qué hacer nada que el realizarlo o llevarlo a cabo requiera un periodo largo de tiempo, como criar hijos o proyectos a largo plazo?
A través de los años las personas se han hecho esas mismas preguntas. En el último programa mencioné que tengo algunas ilustraciones que he encontrado en varios lugares y he ido recopilándolas, sobre personas que han hecho predicciones sobre el retorno de Cristo y que han actuado de manera interesante mientras esperaban este suceso.
Hoy permítanme mencionarles algunos otros. En el año 1834 hubo un predicador americano bautista con el nombre de Arthur Miller, a quien se le acredita el inicio del movimiento adventista entre los años 1830 y 1840 en Norteamérica.
Él escribió un tratado de 64 páginas titulado Evidencias de las Escrituras y la Historia sobre la segunda venida de Cristo para el año 1843. En esa pieza el predijo que entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo del 1844, que en ese periodo de tiempo de un año, una gran trompeta del cielo sonaría, Jesucristo arrebataría a los fieles, y los malvados iban a ser inmediatamente destruidos por fuego.
Bueno, este periodo de tiempo llegó a su fin y se fue. El 21 de marzo de 1844 pasó sin incidente alguno, lo que lo hizo embarcarse en un estudio más profundo y debatir el tema con sus seguidores. Entonces adoptaron una nueva fecha que también se comprobó que fue un error.
Uno de los asociados de Miller, un hombre llamado Samuel Snow, hizo un estudio más profundo del libro de Daniel. Pueden ir y chequear esto, es un poco complejo y es acerca de las setenta semanas. Daniel y Apocalipsis proveen mucho material para este tipo de debates.
Este hombre determinó que Miller se había equivocado en sus cálculos. Bueno, esa parte era bastante obvia. Pero él creyó saber por qué los cálculos de Miller estaban equivocados, y cambió el postulado a decir que Cristo regresaría el 22 de octubre, del año 1844, que era el día de la expiación.
Ambos Miller y Snow reclamaban decían; «sabemos que tenemos la fecha exacta esta vez. No existe posibilidad de que estemos equivocados». Ellos advirtieron a las personas de que si rechazaban esta información, serían condenados eternamente.
Se imprimieron revistas con esta proclamación de que el 22 de octubre de 1844 sería el día en que Cristo regresaría. Mil quinientos seguidores de Miller (eran conocidos como milleritas) se trasladaban de ciudad en ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo proclamando la fecha, que el retorno de Cristo sería el 22 de octubre de 1844.
Para el día de la fecha de la predicción ya había unos 50,000 seguidores que habían comprado estas ideas. En los días que precedieron al 22 de octubre, muchos dejaron de trabajar. Dieron sus posesiones a los inconversos, expresándoles con esto que ellos real y verdaderamente creían que el 22 de octubre era el día en que Jesús regresaría.
Bueno, el 22 de octubre, miles estaban orando y esperando. He leído las descripciones de ese momento. Muchos subieron a las azoteas con batas blancas esperando ser arrebatados al cielo. Kim y yo conversábamos sobre eso anoche, y ella riendo me comentaba, «es como si Jesús no les fuera a dar las vestiduras blancas cuando llegara allí. Así que ellos tenían que comprar esto por adelantado».
En realidad no es mi intención burlarme de las personas que son sinceras en su fe. Pero ellos estaban sinceramente equivocados en la parte del ¿y ahora qué? de las implicaciones del regreso de Cristo. Cuando Él no apareció en escena, como era de esperarse en el día señalado, ambos líderes y sus seguidores quedaron confundidos y desilusionados. De hecho el 22 de octubre de 1844 llegó a ser conocido en esos círculos, como «el día de la gran decepción».
Otro caso. A principios del año 1990 había un grupo de Corea del Sur que publicó un libro titulado «Jesús finalmente regresa: ¿Estás listo para el rapto el 28 de octubre de 1992?» En la página 48 de ese libro dice: «El Señor ha revelado la fecha exacta del rapto, 28 de Octubre de 1992 a las 24:00h», lo que es medianoche en Corea.
A medida que llegaba esa fecha 20,000 cristianos abandonaron sus trabajos, colegios, vendieron todo para prepararse para ascender al cielo. Obviamente, esa fecha vino y se fue. Otra gran desilusión.
Entonces, ¿qué debemos estar haciendo mientras tanto? Debemos esperar con ansias y anhelar Su regreso, pero ¿qué es lo que debemos estar haciendo mientras tanto? ¿Lo vendemos todo? ¿Abandonamos los estudios? ¿Dejamos nuestros trabajos? ¿No nos embarcamos en proyectos a largo plazo? ¿Nos desentendemos por completo de nuestra vida cotidiana en este mundo?
La respuesta es no; no nos desentendemos. Jesús nos ha puesto aquí en este mundo con un propósito, y eso es lo que quiero que veamos en los momentos que nos quedan en el programa de hoy.
Hemos de obedecer fielmente y de servir al Señor hasta el mismo instante de Su regreso. Debemos mantenernos haciendo todo lo que Él nos ha llamado a hacer, hasta que oigamos el estruendo de esa trompeta, hasta que nosotras le veamos a Él.
Hay una gran ilustración de este concepto en las dos epístolas de Pablo a los Tesalonicenses, 1 y 2 Tesalonicenses. Pablo les escribió a los creyentes de Tesalónica para aclarar malos entendidos sobre el regreso de Cristo. Entre otras cosas, algunos cristianos en esa ciudad habían dejado de trabajar aparentemente porque ellos pensaban que el final de los tiempos y la venida de Cristo era algo que estaba al doblar de la esquina.
Y cuando esto no sucedió, se volvieron dependientes de los demás para su provisión diaria. El apóstol Pablo los exhortó a hacer sus labores calladamente y a ganarse su sustento por medio del trabajo (2 Tes. 3:12).
Ahora bien, en 1 Tesalonicenses Pablo habla del regreso de Cristo. Él nos anima a esperarlo, a buscarlo, a anhelarlo. Pero, él dice: «Mientras tanto, ocúpese cada uno en su trabajo. Sigan haciendo lo que Dios les ha encomendado hacer». Ellos no debían ser una carga para los demás al desentenderse de sus obligaciones en este mundo.
En 1 Tesalonicenses capítulo 4 él les dice: «Les animamos a procurar vivir en paz con todos, a ocuparse de sus propias responsabilidades y a trabajar con sus propias manos. Así les he mandado, para que por su modo de vivir se ganen el respeto de los que no son creyentes, y no tengan que depender de nadie» (vv.11-12).
Hay otra ilustración sobre esto en Lucas capítulo 19. Las mismas palabras de Cristo, quien les refirió una parábola. Porque estaban cerca de Jerusalén y porque ellos suponían que el reino de Dios iba a ser una realidad inmediatamente. Ellos pensaban que Jesús había venido para instaurar el reino de Dios. Ellos no entendían que la primera venida estaba separada de la segunda venida.
Ellos pensaban que Él iba a derrocar el gobierno romano y que esto iba a dar lugar a que el reino de Dios se implantara. Creían que iba a suceder al doblar de la esquina, inmediatamente ¿qué se suponía que hicieran?
Jesús les contó esta parábola: «Cierto hombre de familia noble fue a un país lejano a recibir un reino para sí y después volver. Y llamando a diez de sus siervos les dio diez minas». Le dio una moneda a cada uno.
Ahora bien, una mina era el sueldo de un empleado. Así es que él les dio suficiente para ocuparlos y mantenerlos negociando por un tiempo. Ellos pensaron que su retorno iba a ser inmediato.
Y Jesús les dijo mientras les entregaba las minas, «manténganse negociando entre tanto vengo», aquí tienen algo para empezar, inviértanlo. Obtengan dividendos de ello, y «ocúpense hasta mi regreso». Como dice la Reina Valera, «negociad entre tanto que vengo» (vv. 12-13).
Como ven, cuando los discípulos le preguntaron a Jesús: «¿Cuándo has de regresar?» Él les respondió, «no lo sé. Solo el Padre lo sabe». Y Cristo como hombre no sabía la respuesta a esta pregunta, pero estaba confiado dejando eso en las manos de Dios. Y haciendo fielmente, mientras tanto, lo que fuera que Dios le había encomendado hacer aquí en la tierra.
Ese es nuestro ejemplo. Hemos de esperar el retorno de Cristo, con ansias. Pero en segundo lugar, debemos obedecer fielmente y servirle a Él hasta el momento de Su regreso.
Y número tres, debemos mantenernos animadas y animar a los demás con la promesa de Su regreso. Debemos permitir que esa promesa nos dé ánimo y debemos con ella animar a otros.
La promesa del retorno de Cristo se supone que nos consuele y que nos anime. Que nos consuele en medio de nuestras pruebas presentes. Porque es un incentivo a continuar perseverando, a ser fieles. Y ves este concepto por todas las Escrituras.
Santiago capítulo 5 versículo 8 dice: «Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca».
Primera a los Tesalonicenses 4 es un gran pasaje:
«Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor» (vv. 16-18).
Ahora ¿cuál es el versículo que sigue? «Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras». Eso es algo que debemos estar haciendo.
Así es que cuando estés en un funeral, hablándoles a tus seres queridos y a tus amigos, y hablándole a tu propio corazón con relación a la persona que está en el ataúd, el cuerpo que está en el ataúd… Cuando estés tratando con desaliento o hayas perdido tu trabajo o tengas un hijo pródigo, dolores, pérdidas, penas y todas esas cosas que son parte de la vida en este planeta caído, anímense unos a otros con estas palabras, la promesa de que Jesús vuelve. Jesús vuelve. Jesús vuelve. Esta vida no es todo lo que hay.
Ahora bien, eso no quiere decir que seamos insensibles a los sentimientos de las personas, que no nos compadezcamos con ellos. Jesús ciertamente supo llorar con los que lloran y nosotras debemos poder llorar con los que lloran. Pero no lo hacemos como aquellos que no tienen esperanza.
Nosotros nos afligimos como aquellos que saben que es una aflicción temporal momentánea, que es de corto plazo, que está limitada. Puede que parezca no terminar, puede que parezca eterna, pero sí va a terminar. Y nos animamos con estas palabras.
Y en cuarto lugar: Asegúrate de que estás preparada para partir, para mudarte. Asegúrate de que estés lista para esa mudanza. ¿Y qué vamos a hacer mientras Cristo regresa? Debemos estar preparando nuestros corazones y nuestras vidas, para estar preparadas para estar frente a Cristo cuando realmente le veamos.
Vuelvo a decirles que mientras crecía este era un tema muy común, era tanto así que quizás por eso en un momento dado ya no se oía hablar de ello, por eso ya no se oye hablar de este tema en el día de hoy. No puedo recordar el último mensaje sobre el regreso de Cristo.
Las Escrituras hablan mucho sobre esto. Así que debemos recordarnos unos a otros que esta es una motivación para la vida de piedad, que debemos estar viviendo con ansias ante esta expectativa lo que nos producirá un deseo de estar preparadas para Su retorno. Y esto nos anima a llevar una vida santa y a tener una vida en perspectiva con las realidades eternas.
Tito capítulo 2 nos habla sobre la gracia de Dios. Y en tantas ocasiones al día usamos la gracia como una licencia para pecar. Pero Pablo le dice a Tito, «no», la gracia de Dios, nos enseña que «renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo, sobria justa y piadosamente».
¿Qué nos motiva a esto? «El aguardar la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (vv. 12-13).
Pienso en Jonathan Edwards quien siendo un joven adolescente escribió estas palabras, me parece que fueron unas 70 resoluciones para su vida. Y una de ellas era que él había resuelto vivir cada momento de su vida, cada día de su vida como si fuera el último. Eso es tener ese enfoque.
Así es que en cualquier área de la vida –al escoger lo que comemos, lo que bebemos, cuándo dormimos, cuándo jugamos, cómo trabajamos, cómo me relaciono con las personas, cómo perdono, cómo manejo una ofensa, cómo manejo una decepción, cómo manejo el agotamiento– viviendo con cada área de nuestra vida manejada de tal forma que si Jesús apareciera, nosotras pudiéramos mirarle cara a cara llenas de gozo y listas esperando Su aparición.
1 Juan 2 dice: «Y ahora, hijos, permaneced en Él…» Ahora vivan en Él, vivan en la atmósfera de Su presencia para que cuando Él aparezca tengamos confianza y no nos apartemos de Él avergonzados.
Y un versículo más, en 1 Tesalonicenses capítulo 5 versículo 23: «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de Nuestro Señor Jesucristo». Preparándonos para partir, preparándonos para esa mudanza.
Ahora, Jesús le dice a esta iglesia en Filadelfia, «vengo pronto». Espero que estés anticipando esto y quizás un poco más preparada hoy de lo que estabas antes de que iniciáramos esta serie.
Permíteme tomar solo unos momentos para la última parte de ese versículo 11 en Apocalipsis 3, donde Él dice: «Vengo pronto; aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite tu corona». La mayoría de las traducciones dicen, «para que nadie tome tu corona». Creo que probablemente esa es una mejor traducción. «Aférrate a lo que tienes para que nadie tome tu corona».
Hemos dicho que esta iglesia en Filadelfia era una iglesia fiel. Jesús no tuvo palabras de crítica para ellos. Pero eso no quiere decir que Él no tuvo unas palabras de consejo, de exhortación para esta iglesia, sí las tuvo.
Estas son palabras muy aleccionadoras. Hay un sentido de urgencia en ellas. «Aférrate a lo que tienes». Como quien dice, estoy complacido con tu posición pero no la sueltes, aférrate. Hay una responsabilidad de tu parte que tienes que llevar a cabo. La oposición todavía no ha terminado. Satanás aún está en la sinagoga de Filadelfia. Aún hay adversarios.
«Así es que debemos estar firmes. Tú necesitas aferrarte a la poca fuerza que tienes y aferrarte a tu lealtad a Mi palabra y a Mi nombre. Y continúa entrando por las puertas que te he abierto y no permitas que el enemigo te prive de tu recompensa».
Lo que esto me ha dado a entender a medida que lo he ido meditando, es que no importa qué tan grandiosa sea tu condición espiritual en tu vida, siempre debemos ser intencionales en perseverar en seguir nuestro caminar con el Señor.De este lado de la eternidad nunca llegaremos a una posición donde nos podamos dar el lujo de vagar o de desviarnos del rumbo, donde podamos bajar nuestras defensas o bajar la guardia. Aun si ahora eres fiel, tendrás que aferrarte a lo que ya tienes para poder seguir sosteniéndote.
Encuentro que a medida que pasan los años, lo que quiero muchas veces es relajarme un poco con relación a estas cosas eternas. Ahora bien, quizás oír esto te sorprenda, pero muchas veces me canso de luchar por la fe y de luchar contra mi carne para lidiar con este mundo, contra Satanás y contra todas esas cosas. A veces siento que me quiero mantener cómoda así como estoy.
Llegas al punto en que piensas, «bueno, no he llegado, no es que haya llegado a manejarlo todo bien, pero quizás puedo bajar un poco el ritmo…» ¡No! «Aférrate a lo que tienes para que nadie tome para que nadie tome tu corona…»
Ahora, no nos podemos sostener por nosotras mismas. Él es quien nos guarda por Su gracia y por Su poder. Pero solo podemos perseverar porque Él nos da la fe para perseverar. Y nos tenemos que mantener mirándole a Él.
Pero se evidencia que nuestra fe es genuina, que es una fe salvadora, cuando perseveramos hasta el fin.
No dejes que nadie tome tu corona. El concepto aquí no es que alguien pueda robártela, sino que tú puedas perderla, que tú la entregues, que tú se la puedas ceder a otros por no aferrarte con fuerza a ella.
Los que se apartan de la fe dan evidencia de que nunca tuvieron una fe genuina. Ellos nunca podrán reclamar esa corona, la recompensa que ha sido prometida para los que tienen fe genuina.
¿Estás preparada para el retorno de Jesús? Esta es la pregunta que quiero hacerte a medida que ponemos todas estas cosas juntas. Durante estos días hemos estado hablando de Su regreso inminente. Jesús dice, «vengo pronto, vengo en breve». ¿Estás preparada?
Si supieras que Él va a regresar en las próximas 24 horas, en los próximos tres días, en la próxima semana, ¿qué harías? Si supieras cuándo, ¿qué necesitarías hacer?
La realidad es que no sabemos, y no permitas que nadie te diga porque nadie sabe, porque Él no nos lo ha dicho. Pero Él podría regresar. Él podría regresar en los próximos tres días. ¿Qué necesitarías hacer para estar lista?
¿Con quién necesitarías hablar? ¿A quién necesitas perdonar? ¿De quién tendrías que buscar el perdón?
Algunas de ustedes no están diezmando. Y quizás me digas, «es que esta es una época de mucha estrechez y de mucha tensión financiera, no me puedo dar el lujo de diezmar. ¡No! No te puedes dar el lujo de no diezmar, pero esta sería otra serie. Llegaremos a ese tema en otro momento.
Algún área de desobediencia, algún área de adicción o indulgencia, algún área donde le has estado dando cabida a tu carne, un pecado secreto, un pecado que escondes. Nadie sabe lo que haces en internet. Nadie sabe las páginas que visitas, nadie sabe sobre esa relación emocional que tienes con alguien en tu lugar de trabajo.
No te aferres a esas cosas. Suéltalas. Aférrate a lo que tienes, a la verdad que tienes en Cristo, a la fe, a la Palabra, a Su nombre. Las cosas que han venido a ser preciosas para ti, aférrate a ellas.
El versículo final de la Biblia: Apocalipsis 22: «El Espíritu y la novia dicen, “¡Ven!” Y el que escucha diga “¡Ven!”» «El que da testimonio de estas cosas dice: “Sí, vengo pronto”» (vv. 17, 20).
Y ¿nuestra respuesta? «Amén. Ven Señor Jesús».
Débora: El mirar hacia la venida de Cristo afectará la manera en que vives ahora. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando cómo hacerlo. Este mensaje es parte de la serie, Aliento para perseverar. Es una de varias series que hablan sobre las cartas a las diferentes iglesias que encontramos en el libro de Apocalipsis, en los capítulos 1-3.
Si te sientes débil y sin fuerzas, Dios quiere desplegar Su fuerza a través de ti, no solo ahora, sino siempre. Encuéntrate con el Dios que fortalece a los débiles mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Perseverando en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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