La crisis de fe de un esposo
Carmen Espaillat: Temprano en su ministerio, LeRoy Wagner era un pastor sincero, y un esposo desanimado.
LeRoy Wagner: No puedes compartir el evangelio cuando en el hogar las cosas no andan bien. Cuanto más difícil se hacía nuestra relación, esto creaba más dificultad en el ministerio.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia Saladín.
«Ese testimonio aplastó mi corazón». Fue lo que dijo una esposa de pastor luego de ver el video con el testimonio que cuenta la historia del matrimonio de Kim Wagner. ¿Por qué este aplastaría el corazón de una mujer? Sabrás por qué al escuchar esta serie de programas.
Hoy Nancy DeMoss de Wolgemuth da inicio a una conversación con Kim y LeRoy Wagner. LeRoy comienza explicando cómo conoció a Kim.
LeRoy: Bueno, los dos éramos estudiantes universitarios. Yo era un joven predicador, un estudiante ministerial. Noté a …
Carmen Espaillat: Temprano en su ministerio, LeRoy Wagner era un pastor sincero, y un esposo desanimado.
LeRoy Wagner: No puedes compartir el evangelio cuando en el hogar las cosas no andan bien. Cuanto más difícil se hacía nuestra relación, esto creaba más dificultad en el ministerio.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia Saladín.
«Ese testimonio aplastó mi corazón». Fue lo que dijo una esposa de pastor luego de ver el video con el testimonio que cuenta la historia del matrimonio de Kim Wagner. ¿Por qué este aplastaría el corazón de una mujer? Sabrás por qué al escuchar esta serie de programas.
Hoy Nancy DeMoss de Wolgemuth da inicio a una conversación con Kim y LeRoy Wagner. LeRoy comienza explicando cómo conoció a Kim.
LeRoy: Bueno, los dos éramos estudiantes universitarios. Yo era un joven predicador, un estudiante ministerial. Noté a Kim, por supuesto –¿quién podría permanecer sin notar su belleza radiante?– pero la belleza interior... quiero decir, ella era simplemente una persona increíble. Solo con verla de lejos, me di cuenta de eso. Ella estaba en mi clase de griego. Creo que había treinta y dos muchachos, predicadores en su mayoría, y había dos señoritas. Ella era una de ellas. Así que, por supuesto, llamó mi atención.
Creo que fue probablemente un par de semanas en el semestre, después de que habíamos tenido varias clases, cuando finalmente me armé de suficiente valor y coraje... Estoy nervioso ahora solo de pensarlo. Fue muy estresante porque pensé, yo no tengo oportunidad con esta chica. Ella está fuera de mi alcance. Y sigo creyéndolo hasta el día de hoy. Ella está fuera de mi alcance. Como la mayoría de los hombres, me casé por encima de lo que merecía.
Pensé en seguirla a la sala de almuerzo después de clase, porque la clase de griego era justo antes del almuerzo. Así que (no como un acosador), más o menos mantuve distancia, pero la seguí hasta el comedor. Entonces me puse detrás de ella. Yo no era un don juan. Yo no tenía ninguna línea genial o avances ni nada por el estilo. Yo realmente no sabía qué decir, y realmente no lo pensé de antemano.
Yo solo le dije... mi primera pregunta fue…
Kim: Bueno, nunca antes habíamos hablado.
LeRoy: No. Y ella nunca me había visto. Ella no sabía que yo existía.
Kim: De hecho, su pregunta inicial hacia mí desencadenó algo realmente revelador que automáticamente debió haber sido una clave para él, algo que era prácticamente mi actitud hacia los hombres, que «cualquier cosa que puedas hacer, yo puedo hacerla mejor». Así que tus primeras palabras bonitas –ni siquiera habíamos hablado– fue esta pregunta.
LeRoy: «Dime, ¿por qué estás en clase de griego?»
Kim: No. Tuviste otra pregunta antes que esa.
LeRoy: Oh, ¿la tuve? (Risas)
Nancy: Vamos a poner todo esto en orden.
Kim: Dijiste: «¿Te importa si te hago una pregunta personal?»
LeRoy: Sí, es cierto, perdón por eso. Eso demuestra lo tonto que hay en mí. «¿Te importa si te hago una pregunta personal?» Lo cual, ahora mirando hacia atrás, no fue probablemente una buena pregunta. Ella me miró justo como lo está haciendo ahora.
Kim: «No. Supongo que no»
LeRoy: «¿Por qué estás en clase de griego?» Pensé que era una pregunta perfectamente razonable para iniciar una conversación. Yo no estaba insinuando nada, ni tratando de inferir nada negativo. Pero provocó una declaración que reveló lo que había en su corazón.
Kim: Cuando él dijo eso, pensé, ¡bien, qué hombre tan machista! ¿Por qué no puedo estar en clase de griego? Lo miré, y sin pestañear, sin cambiar de expresión, mirándolo directamente a los ojos, le dije: «Yo estoy en la clase de griego porque quiero estudiar y leer y aprender el idioma original –el idioma original del Nuevo Testamento– para poder prepararme mejor para pastorear y cuidar mi rebaño.
LeRoy: Con eso se volteó y me dio la espalda, como si estuviera poniendo fin a la conversación, y pensé: Hmmm. Ella es muy, muy bonita. Pero creo que siendo un pastor, un pastor bautista, probablemente no necesito una mujer predicadora por esposa, así que tengo que ir en otra dirección.
Kim: Yo lo dejé que pensara eso todo el camino a través de la larga fila para el almuerzo. Pero al recoger mi bandeja y estando a punto de salir de la fila de la cafetería, me di la vuelta y lo miré –porque tuve convicción del Espíritu Santo de que tenía que decir la verdad– y le dije: «No. A decir verdad, la razón por la que estoy en clase de griego es porque crecí en una iglesia que era en cierto modo liberal, y el pastor siempre estaba diciendo cosas como: "La Biblia realmente no quiere decir esto, y si pudieras leer el idioma original. . .” Y eso provocó en mi corazón un deseo de saber lo que la Palabra de Dios dice y poder estudiarla y conocerla por mí misma, con el fin de ser capaz de crecer en el Señor».
LeRoy: Yo estaba muy impresionado con esa respuesta. Ella tuvo mi atención otra vez.
Nancy: Y ella era tan hermosa.
LeRoy: Oh, todavía es hermosa. Absolutamente. Yo estaba intrigado por ese acercamiento a las Escrituras porque tenía en muy alta estima las Escrituras, y había observado muchos hombres y mujeres jóvenes que no lo hacían. Así que para una joven mujer tomar ese enfoque, bueno ella se hizo aún más interesante y más atractiva para mí. Así que yo ya estaba atrapado en ese momento.
Nancy: Yo sé que al ustedes dirigirse hacia el matrimonio, ambos tenían la convicción de que al casarse, si Dios los tenía el uno para el otro, sería para que Él fuera glorificado a través de su matrimonio. No solamente querían tener un gran matrimonio humanamente hablando; buscaban una relación que realmente honrara al Señor. LeRoy, te dirigías hacia el pastorado, por lo que al parecer comenzaste tu matrimonio con metas y objetivos bien cimentados.
A medida que querías el matrimonio, ¿qué fue lo que te dio la certeza de que este era el tiempo de Dios, que ella era la persona que Dios tenia para ti ? Yo sé que ella era hermosa y todo eso, pero ¿qué otra cosa fue lo que te hizo decir: «Esta es la mujer con la que yo quiero vivir mi vida?»
LeRoy: Bueno, el Señor trabajó en nuestra relación desde muy temprano y nos mostró de muchas maneras personales, dándonos confirmación. Compartíamos muchos valores, deseos y metas de las Escrituras que queríamos traer gloria a Dios con nuestras vidas. Queríamos compartir juntos en el ministerio, y simplemente los deseos de nuestros corazones estaban entrelazados. Ambos creíamos que Dios nos había unido para vivir para Él y para traer gloria a su nombre.
Así que entramos al matrimonio con la más alta de las metas, la mejor de las intenciones, con dos corazones unidos ardiendo por Jesús para que otros lo conocieran y le sirvieran y, por supuesto, estábamos comprometidos con el matrimonio, comprometidos con la verdad de las Escrituras.
Yo supe desde el principio que estaba muy por encima de mi cabeza. Quiero decir con esto que ella es tan inteligente y tan dinámica y tan apasionada por la vida, y una persona tan intensa, que yo sabía que tenía mis manos llenas en ese sentido. Pero fue un gran desafío para mí, y pensé, probablemente como muchos hombres van al matrimonio cuando son muy jóvenes e inmaduros: Bueno, yo soy un gran tipo, y me irá muy bien en el matrimonio, y cualquier mujer estaría feliz de tenerme. Así que aunque esté muy por encima de mí y me case con alguien más allá de lo que merezco, creo que esto va a ser grandioso.
Pensé que requeriría poco o ningún esfuerzo ya que los dos éramos creyentes, ambos amábamos al Señor, ambos amábamos la Palabra. Sencillamente sería un gran matrimonio. Solo íbamos a casarnos y a partir de ese momento sería grandioso.
Nancy: Y como el final de los cuentos de hadas: Y todos vivieron felices para siempre.
LeRoy: Y todos vivieron felices para siempre. Así es.
Kim: En la tercera noche de nuestra luna de miel, lloré hasta quedarme dormida. Él se durmió antes que yo. Se durmió tan pronto su cabeza tocó la almohada, y yo pensé: ¡Oh, espera un minuto! Esta es la tercera noche de nuestra luna de miel. ¡Yo pensaba que cuando te casabas se supone que debes hablar toda la noche y ser romántico el uno con el otro todo el tiempo! Algo parecido a lo que escuché de una señora hace poco, que dijo que ella era tan joven e inmadura cuando se casó, que ella pensaba que estaría en una cita por cincuenta años. (Risas)
Ahí es más o menos donde yo estaba. Pensé, ¡se me quedó dormido!
LeRoy: ¡Y esa tampoco fue la última vez que sucedió en nuestro matrimonio! (Risas) Al igual que el hombre que dijo: «Cariño, son las tres de la madrugada. ¿Me puedo ir a dormir?»
Kim: Yo sé que lo que Dios quería con esta situación era que yo pusiera mis expectativas en el Señor y mi dependencia en Él, pero en ese momento de mi vida, lo que hice fue caer en la autocompasión y tener expectativas irreales de él.
Incluso muchas veces me atrevía a expresar esas expectativas poco realistas en frases como esta: «Bueno, tú realmente no me amas, porque si de verdad me amaras, te quedarías despierto toda la noche hablando conmigo, o sabrías lo que yo necesitaba sin que yo tuviera que decirlo, simplemente porque me amas y sabes cómo soy».
LeRoy: Así que, como la mayoría de las parejas jóvenes, entramos con expectativas irreales de cada uno, del matrimonio. De hecho, parejas cristianas, parejas que conocen al Señor y tienen un corazón para Dios, pero que también vienen de trasfondos diferentes, muy diferentes, y también diferentes tipos de personalidad... Y, como Dios a menudo hace, la tormenta perfecta se estaba formando en nuestro matrimonio. No la tormenta perfecta para destruir –aunque pudo haberlo hecho– pero fue la tormenta perfecta de la la gracia purificante de Dios. No lo sabíamos en ese momento, pero ahora podemos mirar hacia atrás... y todavía le estamos permitiendo que obre en nuestras vidas.
Nancy: Entonces, LeRoy, estabas dormido cuando Kim tuvo su primer episodio de llanto. ¿Cuál fue el primer indicio que tuviste de que todo no era, y vivieron felices para siempre?
LeRoy: Bueno, comenzó en nuestra luna de miel, Nancy. A pesar de que estaba dormido durante ese primer episodio.
Kim: ¡Él se enteró la mañana siguiente! Le di una clara señal. (Risas)
LeRoy: Sí, así fue. Ella fue lo suficientemente «amable» para dejarme saber sus sentimientos y emociones en ese momento, y prácticamente el resto del viaje.
Kim: Y tuvimos algunos buenos momentos por allá. Pero lo que fue tan triste, como mujer, nosotras como mujeres (bueno, tal vez ustedes no), ¡pero mis sentimientos estaban tan heridos!... porque me sentía como: «Él no está mostrándome amor ni atención». Mis sentimientos estaban siendo heridos, así que yo estaba muy decidida: «Voy a herirlo de vuelta, y voy a hacerle saber lo mucho que me duele. Voy a castigarlo para que aprenda a comportarse, y no querrá tratarme de esa manera nunca más». Pero realmente esto resultó muy contraproducente.
LeRoy: No funciona. Es posible que funcione en algunos casos, pero no es un antídoto bíblico para el problema. En mi caso, no soy nada combativo, y huyo de los conflictos. Al igual que muchos hombres, en su ADN caído, su naturaleza pecaminosa, son pasivos cuando deberían levantarse y tomar el liderazgo. Me di cuenta de lo que estaba sucediendo desde muy temprano, pero yo no era rival para su intensidad. No lo digo como excusa. No hay ninguna excusa de mi parte. Pero en lugar de trabajar juntos y hacerle frente al desafío de nuestras diferentes personalidades, empecé a alejarme desde ese momento, incluso en nuestra luna de miel, a retroceder cada vez más, a modo de protección.
No hay manera, intenté discutir con ella un par de veces, o tratar de igualar su intensidad emocional. No pude hacerlo. Ella se crió en una familia acostumbrada a la discusión. Todo era una discusión. Me parecía como una pelea a gran escala cuando en ocasiones estuve presente, pero esa era solo la manera en que ellos hablaban, así era su vida normal y cotidiana. Todo era una situación crítica y todos ellos se involucraban en el debate. Así que, como resultado, ella era una profesional en eso, y yo ni siquiera era un novato.
Ni siquiera estaba en la liga porque en mi familia no había discusión. Lo que mi padre decía, eso era. No había debate, ni discusión. Así que no tenía absolutamente ninguna experiencia en el gran arte de «debatir», ni siquiera de una manera cristiana.
Yo pensaba todo el tiempo, incluso cuando ella expresaba sus preocupaciones, yo pensaba, ¿cuál es el problema? Yo soy un gran tipo. Soy un hombre cristiano. Amo al Señor. Estoy comprometido con Él. ¿Cuál es el problema aquí? ¿Por qué soy …? Así comenzó todo este proceso de ella presionando con intensidad, empujándome a ser lo que ella quería que yo fuera, su imagen, lo que pensaba de mí, sus expectativas; y yo, en lugar de reaccionar de una manera positiva, respondiendo y siendo lo que ella quería que yo fuera, empecé a retroceder más y más y más y más hacia adentro.
Kim: Y fue un ciclo destructivo, realmente lo fue. Creo que es un patrón bastante común en los matrimonios cuando hay una mujer muy obstinada, o tal vez una mujer que en realidad solo tiene una idea de lo que ella quiere que sea su marido, y su marido está expresando amor de una manera diferente a lo que ella entiende. Así que ella intenta, o cree (al menos es lo que yo hice). Yo pensé: Mi papel bíblico aquí es ser su ayuda. Así que voy a ayudarlo a convertirse en el hombre que yo quiero que sea. Lo que estaba haciendo era controlando y manipulando mediante la forma como lo trataba.
Recuerdo que uno de los peores años de nuestra vida de casados, fue después del seminario. Nos mudamos a la ciudad donde vivían mis padres, y él se fue a trabajar con mi papá. Podrías pensar que trabajar para mi padre sería ser un trabajo cómodo, pero realmente él tenía que viajar y permanecer fuera de la ciudad hasta por tres semanas corridas. Llevábamos solo cinco años en nuestro matrimonio, y yo odiaba esta situación. No pensé que lograríamos sobrepasar ese año.
Él me llamaba desde la carretera, y podrías pensar que probablemente esperaba algo como: «Bueno, ella probablemente me extraña mucho. No hemos hablado en un par de días». Él finalmente encontraría una cabina telefónica (eso era antes de que tuviéramos celulares), y él me llamaba, y yo contestaba el teléfono con un, «hola».
Yo era tan fría y odiosa porque pensaba, voy a hacerle saber lo mucho que estoy sufriendo. Que no piense que estoy feliz aquí. Tiene que saber lo miserable que está haciéndome la vida. Así que yo lo estaba castigando. Era tan cruel, pero yo pensaba: ¡Esto es por su bien. Yo le estoy ayudando. Él necesita saber. Si no actúo de esta manera, no sabrá cuán miserable soy en realidad!
Nancy: Por supuesto LeRoy, que eso te hacía saltar en el auto y anhelar volver a casa, ¿no?
LeRoy: No realmente Nancy, no. (Risas)
Kim: Esa es una gran declaración. Es todo lo contrario.
LeRoy: Lo que comenzó a desarrollarse en mi corazón fue literalmente una crisis de fe, porque lo que yo había guardado con tanto aprecio toda mi vida, salvo desde niño, rendido a predicar como joven adulto, comenzó simplemente a aplastarme. El peso de todo lo que yo valoraba profundamente y todo lo que me trajo a libertad en Cristo en realidad comenzó a aplastarme.
Asumo toda la responsabilidad por eso, pero el compromiso de permanecer en el matrimonio, el compromiso con la esposa a la que estaba unido, el compromiso con el evangelio, el compromiso con la Palabra de Dios. . . Sentí como que no estaba mejorando. Iba empeorando. Yo oraba, oraba y oraba.
Yo no sabía cómo lidiar con eso. Todos mis débiles intentos no habían tenido éxito, y pensaba que no había escapatoria, que debía simplemente seguir soportando esto y de alguna manera hacer lo mejor que pudiera. Al mismo tiempo había un gran conflicto porque tenía un compromiso de predicar el evangelio y pastorear.
Así que lo que yo había amado también se convirtió en una gran carga porque había un abismo. No puedes compartir el evangelio cuando en el hogar las cosas no son como deberían. Sin embargo, yo estaba comprometido a hacer eso, pero cuanto más difícil se hacía nuestra relación, esto creaba más dificultad en el ministerio.
Nancy: Hemos estado escuchando a mis queridos amigos LeRoy y Kim Wagner. Esta es solo la primera parte de un testimonio que vamos a estar compartiendo con ustedes en los próximos días.
Para ayudarte a aprender cómo glorificar a Dios a través de tus palabras, Kim ha escrito un libro titulado, «Fierce Women» (Mujeres Feroces), pero solo está disponible en inglés.
Su historia ilustra el poder que tienen las palabras de una mujer. Creo que sabes que una mujer puede utilizar sus palabras para edificar su matrimonio y su hogar, o puede utilizar sus palabras para derribar a su marido, como hemos escuchado de Kim hoy.
Me pregunto si te sientes identificada con algo de esta historia. ¿Cómo evaluarías la forma en que has estado usando tus palabras con tu esposo?
Proverbios nos dice que la vida y la muerte están en poder de la lengua. Así que déjame preguntarte: Cuando sientes que tu esposo o tal vez otra persona en tu vida está haciendo algo mal,
Ahora bien, a medida que Dios traiga convicción a tu corazón en esta área, no permitas que el enemigo te desaliente o te derrote. Recuerda que hay esperanza a medida que aprendes a dejar que el Espíritu de Dios controle tu lengua.
Carmen: Esta es Nancy DeMoss de Wolgemuth, con un recordatorio muy puntual sobre la importancia que tienen tus palabras.
Con este programa damos inicio a la serie, «Una pareja herida encuentra verdadera esperanza», con Kim y LeRoy Wagner. Para escuchar, leer o compartir este programa, visítanos en, AvivaNuestrosCorazones.com. Allí, en la transcripción de este programa, encontrarás el acceso a al video con el testimonio de los Wagner.
Aquí en Aviva Nuestros Corazones, constantemente recibimos testimonios de lo que Dios está haciendo en las vidas de mujeres como Kim y como tú.
En una de nuestras conferencias Mujer Verdadera tuvimos la oportunidad de conversar con Marga, quien halló verdadera esperanza para su vida. Escucha su historia, ella inicia contándonos un poco acerca de su vida, y cómo conoció a Jesucristo.
Marga: Yo era la típica niña buena de la iglesia que iba a todas las reuniones, tenía un buen testimonio de cara a la iglesia, pero realmente mi corazón estaba muy lejos de conocer al Señor. Así que no fue hasta que tuve 21 años que el Señor realmente me confrontó y me hizo ver que necesitaba arrepentirme, que mi vida no era coherente con lo que yo decía creer. El Señor me hizo ver también la necesidad de que debía conocerlo a Él personalmente en el estudio directo de Su Palabra, no por lo que otros decían de quién era Él, sino por lo que Él decía en Su Palabra.
Yo era como una serie de checks (cotejos) que tenía que ir cumpliendo...o sea, ir a la iglesia, hecho; orar, hecho; leer, hecho, y ya me había ganado el favor del Señor. Pero cuando realmente descubrí lo que era el evangelio, no tenía nada que hacer, ya estaba todo hecho, ¿no?
La motivación que me llevaba a hacer las cosas ya no era tener que quedar bien, tener que ganarme el favor de Dios, era realmente porque anhelaba conocerle.
Carmen: Marga nos cuenta sobre su matrimonio y el impacto que Aviva Nuestros Corazones ha tenido en su vida.
Marga: En medio de esa búsqueda me casé y la verdad es que mi aporte al matrimonio fue no muy bueno porque aunque me había criado en una iglesia, había muchas cosas que nadie me había dicho, que yo no sabía. Entonces llegué al matrimonio con ideas equivocadas, con un patrón también, tal vez en mi infancia, de una madre que era la que al final llevaba los pantalones en casa, con carácter, y yo había visto ese modelo, y es lo que aporté a mi matrimonio.
Naturalmente eso me trajo problemas, dificultades y bueno, el Señor a veces necesita llevarnos a lo más bajo, a sentirnos nada, y necesitamos Su gracia, Su misericordia y que Él nos muestre. Él Señor me ha ido mostrando en ese sentido muchas cosas, y en ese proceso fue cuando conocí Aviva Nuestros Corazones, buscando información en internet. No sé como Él me llevó hasta la Web y la verdad es que fue transformador y liberador. Fueron cosas que me chocaban, que no eran naturales en mí; por ejemplo la sumisión o respetar a tu marido, lo que él decía. Mi opinión también tenía valor y tal vez era mejor que la de él, pero el Señor me enseñó y me sigue enseñando cada día que eso no es lo que Él estableció para mí, y aunque quizás fue lo que viví y era lo natural en mí, tenía que romper con esos patrones y tenía que empezar a vivir de la manera que el Señor ha establecido en Su Palabra.
Y la verdad es que el encuentro con estas verdades a través de Aviva fue liberador por una parte porque había muchas cosas que no me tocaban, pero me las cargaba yo, las hacía yo...y conocer la verdad, que el Señor quitara ese velo de mis ojos en cuanto al tema del matrimonio, de la familia, de los hijos, fue impresionante. No eres tú la que controla, no eres tú la que dirige, Soy Yo, y yo he puesto a tu marido en esta familia para que sea Él el líder de tu casa, no tú; para que sea él y no tú el que tome las decisiones, porque incluso había llegado el punto en que mi esposo no tomaba decisiones porque las estaba tomando yo, o sea, habíamos cambiado los roles.
No viví el diseño que Dios había diseñado para mí, había traído caos a nuestra familia. Y sin darme cuenta, porque yo no era consciente, yo creía que estaba bien, no veía que estaba mal. Pero sin darme cuenta había anulado muchas áreas de mi esposo, su liderazgo en casa, su masculinidad, y el Señor tuvo que poner en orden muchas cosas en mi corazón primeramente, y luego eso se vio reflejado en el día a día.
Y aunque no es un proceso fácil porque la naturaleza está ahí y muchas veces no queremos decir: «Sí Señor», lo nuestro sale, pero yo veo la gracia de Dios de una manera impresionante en nuestra vida, y lo he visto reflejado, he visto que cuando obedecemos, el Señor bendice; y quizás no bendice como yo esperaba, pero bendice a Su manera que es increíble.
Carmen: Marga se despide con una exhortación para ti.
Marga: Yo quiero dar gracias a Dios por cómo Él usó las verdades de Su evangelio a través de la página de Aviva Nuestros Corazones, y quiero invitar sobre todo a que abramos la Palabra y que creamos lo que el Señor dice sobre cuál es nuestro diseño en Su Palabra. No lo que otros dicen, no lo que otros hacen, sino lo que el Señor muestra; porque cuando realmente vivimos conforme a ese diseño Él trae bendición y la vida cambia, y disfrutas y encuentras gozo y es genial.
Carmen: ¡Amén!
Gracias Marga por compartir tu historia con nosotros. Es un gozo escuchar sobre la obra que Dios ha hecho en tu vida.
Ciertamente hay verdadera esperanza para parejas heridas, y para mujeres heridas. Continúa escuchando de esa esperanza al sintonizar la continuación de esta serie. Nancy,
Nancy: He conocido a Kim y LeRoy Wagner desde hace muchos años, y la historia de la gracia de Dios en sus vidas es una de gran esperanza. Mañana escucharemos de un momento decisivo que se produjo en la vida de Kim y en última instancia en su matrimonio. Así que te esperamos mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Kim: Yo luchaba y decía: «Señor, ¿no te acuerdas de él? ¡Él es el que necesita cambiar! No ha sido el líder espiritual. Casi nunca ora conmigo. Él no me guía espiritualmente». Empecé a hacer una lista de todos sus fracasos. «Él no está viviendo la masculinidad bíblica para mí».
Y Dios seguía llevándome de nuevo al hecho de que estaba blasfemando Su Palabra en la forma en que estaba tratando a mi esposo. Él no me dejó expresar todas las excusas y justificaciones de cómo mi esposo me estaba tratando, sino que se mantuvo trayéndome a, «¿qué estás haciendo tú? ¿Dónde estás tú?»
Él comenzó a cambiar mi corazón.
Nancy: Regresa mañana a Aviva Nuestros Corazones.
Carmen: Ayudándote a descubrir y a abrazar el diseño de Dios para tu vida, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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Recursos del Episodio
Escucha la Serie: Esperanza para un matrimonio sin esperanza, Dean & Julie Petersen
Vídeo de testimonio de Leroy y Kim Wagner
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