La bendición de las espinas, día 2
Carmen Espaillat: Probablemente estás enfrentando algunos desafíos hoy. Para ayudarte a lidiar con ellos, Nancy DeMoss de Wolgemuth te lleva a la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintios.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Pablo dice, «sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción» (2 Cor. 7:4). Él no dice, luego de sobrepasar la aflicción. Él dice, «en medio de todas nuestras aflicciones, yo sobreabundo de gozo». Mientras leo este versículo, quiero decirte que hay muchos días en que simplemente... no lo computo.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Es posible que en el día de hoy, haya un gran obstáculo en tu camino al gozo. ¿Cómo puedes superarlo? Nancy te ayudará a entender cómo obedecer el mandato bíblico de estar gozosa, al continuar con esta serie llamada “La bendición de las espinas.”
Nancy: Leí una historia …
Carmen Espaillat: Probablemente estás enfrentando algunos desafíos hoy. Para ayudarte a lidiar con ellos, Nancy DeMoss de Wolgemuth te lleva a la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintios.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Pablo dice, «sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción» (2 Cor. 7:4). Él no dice, luego de sobrepasar la aflicción. Él dice, «en medio de todas nuestras aflicciones, yo sobreabundo de gozo». Mientras leo este versículo, quiero decirte que hay muchos días en que simplemente... no lo computo.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Es posible que en el día de hoy, haya un gran obstáculo en tu camino al gozo. ¿Cómo puedes superarlo? Nancy te ayudará a entender cómo obedecer el mandato bíblico de estar gozosa, al continuar con esta serie llamada “La bendición de las espinas.”
Nancy: Leí una historia recientemente sobre dos estudiantes que estaban haciendo una obra de evangelización de verano en una comunidad rural. Un día caluroso y húmedo, ellos detuvieron su carro frente a una casa de campo y se dirigieron por el camino a través de un montón de niños gritando y perros ladrando.
Cuando ellos tocaron la puerta, la mujer de la casa paró de estregar sobre una tabla de lavar. Esto fue hace mucho tiempo. Ella peinó su cabello, limpió el sudor de su frente y les preguntó qué querían.
Uno de los estudiantes dijo, «queremos decirle cómo obtener la vida eterna». El ama de casa cansada dudó por un momento y luego respondió, «gracias, pero no creo que pueda soportarlo». Todos nos hemos sentido así en algunos días.
Me encanta recibir cartas de los oyentes de Aviva Nuestros Corazones. Algunas de ellas son muy alentadoras al compartir lo que Dios está haciendo en sus corazones. Sin embargo, algunas de ellas están realmente llenas de dolor.
Pienso en la mujer, por ejemplo, que recientemente escribió y dijo,
Mi esposo es cristiano. Él enseña educación para adultos en nuestra iglesia. Él es muy respetado en la iglesia y por mi familia. Sin embargo, él sufre de una adicción y yo lucho inmensamente en nuestro matrimonio y en silencio con la vida secreta que estoy viviendo. Por mucho tiempo he sentido que Dios me ha abandonado.
Es un largo recorrido. Nadie más lo sabe y nadie más puede entrar en el dolor de esta mujer.
Luego pienso en la mujer soltera de 45 años que escribió recientemente y dijo,
Anhelo un matrimonio que honre a Dios y creo que sería un privilegio criar hijos que conozcan a Jesús. Luchó con el silencio de Dios en el ámbito del matrimonio y de los hijos. A menos de que ocurra un milagro, tipo el de Sara, veo esa esperanza desvaneciéndose.
Así que tenemos diferentes personas en diferentes circunstancias y etapas de la vida; y puedes añadir a eso tu propia etapa, tu propia historia, tus propias cargas en esta etapa de tu vida. Cuando esas aflicciones, cuando ese sufrimiento y esas espinas siguen y siguen y siguen, somos tentadas a desanimarnos. Parece que va a durar para siempre.
Necesitamos una perspectiva para mantenernos en el camino, que nos mantenga en la carrera que nos mantenga creyendo; que nos mantenga obedeciendo; que nos mantenga mirando al Señor y nos mantenga incluso gozosas en el medio de nuestras aflicciones.
En la última sesión hablamos sobre la palabra griega thlipsis. Tiene que ver con ser presionados, ser exprimidos, estar en un lugar rígido, o en un lugar duro o estrecho. Es la palabra que a menudo se traduce como aflicción, tribulación, angustia.
Al observar la vida del apóstol Pablo, él es quien usa esta palabra la mayoría de las veces en el Nuevo Testamento. En su vida hay dos cosas sobresalen. La primera es que él sufrió una aflicción crónica e intensa. La segunda es que su respuesta a la aflicción fue notablemente diferente a la manera en que la mayoría de nosotras estamos acostumbradas a responder a thlipsis, aflicción, tribulación.
Veamos algunas de las aflicciones, las espinas que Pablo tuvo que experimentar. Quiero animarte a que si tienes tu Biblia la abras en la segunda carta de Pablo a los Corintios. Vamos a hojear este libro rápidamente. Solo quiero enseñarte algunos ejemplos de la intensa y crónica aflicción que el apóstol Pablo experimentó.
Vamos al capítulo 1 de segunda a los Corintios y mira el versículo 8: «Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia, porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte» (2 Cor. 1:8-9). Esa es una vida muy dura. Pablo estaba pasando por flipsis, espinas, aflicciones.
En 2 Corintios capítulo 6, versículo 4, Pablo hace referencia a las aflicciones, las privaciones, las calamidades que él experimentó. En el versículo 5, él habla sobre las palizas, los encarcelamientos, los motines, las fatigas, las noches sin dormir, y el hambre.
Ve al próximo capítulo, capítulo 7, versículo 5. Él dice, «Pues aun cuando llegamos a Macedonia, nuestro cuerpo no tuvo ningún reposo, sino que nos vimos atribulados por todos lados: por fuera, conflictos; por dentro, temores». Las circunstancias externas sobre las cuales no tenemos control y luego el peso interno de nuestros corazones mientras tratamos de lidiar con esas circunstancias.
Mira el capítulo 11, versículo 23, Pablo nos habla de trabajos fuertes, encarcelamientos, incontables palizas. Él dice que a menudo estuvo cerca de la muerte. Luego en el versículo 24, «cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes», una forma muy dolorosa, torturante y cruel de castigo. Versículo 25:
«Tres veces he sido golpeado con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces naufragué; he pasado una noche y un día en lo profundo; con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo, en hambre y sed, a menudo sin comida, en frío y desnudez. Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesias» (2 Cor. 11:25-28).
¿Cómo esperarías que alguien en la situación de Pablo respondiera? ¿Cómo respondería la mayoría de las personas en esas circunstancias? ¿Cómo responderías tú?
Bueno, puedo imaginar a Pablo siendo tentado a ver esas presiones, esas thlipsis, esas aflicciones como una intrusión en su ministerio, un enemigo, un obstáculo que le impediría hacer lo que Dios lo había llamado a hacer. Puedo imaginar a Pablo o a cualquiera de nosotras, bajo este tipo de circunstancias convirtiéndonos en resentidas. Volviéndonos amargadas en contra de aquellas que han causado esos problemas.
Puedo imaginar a Pablo siendo tentado a renunciar al ministerio, a rendirse. La razón por la que puedo imaginármelo es porque yo he tenido esos sentimientos en circunstancias mucho menos severas. Empiezas a hacer suposiciones. ¿Dios realmente quiere que yo tenga todo esos hijos? ¿Realmente Dios me ha llamado a enseñar esta clase de escuela dominical? Yo pensé que era de Dios, pero ¿lo era en realidad? Es muy difícil.
Así que ahí pudo haber estado para Pablo la tentación de renunciar. Te diré algo, estoy segura de que fue una tentación porque lo es para todas nosotras y eso es solo gemir, gruñir, quejarse, hablar con todos sobre los problemas que estamos teniendo.
Pero al ver al apóstol Pablo y al acabar de ver algunos de los ejemplos de los tipos de aflicciones que él sufrió de forma rutinaria, crónica y recurrente a lo largo de su ministerio, vemos que la respuesta de Pablo a esas aflicciones, a esas espinas fue extraordinaria. No es lo que se esperaría.
Creo que el resumen de cómo Pablo respondió se encuentra en una pequeña frase en 2 Corintios capítulo 7, versículo 4. Pablo dijo, «sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción». Él no dice luego de sobrepasar la aflicción. Él dice, «En medio de todas nuestras aflicciones…» ¿Cómo puedes sobreabundar de gozo en medio de thlipsis, espinas, aflicciones?
Sabes, no fue únicamente el apóstol Pablo quien fue capaz de responder de esta manera. Si lees, como me encanta hacer, a través de las biografías de algunos grandes cristianos, siervos del Señor de las generaciones pasadas, se ve esto en común: aprender a dar gracias por las espinas. Aprender a encontrar gozo en un camino que está lleno de thlipsis, aflicciones, persecuciones, presiones.
Pienso en el pastor Rumano, Richard Wurmbrandt, que ahora está con el Señor en esa eternidad sin espinas. Él pasó 14 años en una prisión Rumana por predicar el evangelio. Los que lo capturaron le destrozaron cuatro de sus vértebras. Ellos cortaron o quemaron 18 agujeros en su cuerpo. Pero no pudieron derrotarlo. Él testificó, «Solo en mi celda, fría, hambriento y en harapos, yo danzaba de alegría cada noche».
¿Lo puedes imaginar? En realidad yo no puedo. Pero él lo hizo. Esto es, como hemos dicho, una manera radicalmente diferente de pensar. Pero quiero decirte que si nosotras pudiéramos ver nuestras vidas desde el punto de vista de Dios, si pudiéramos ver el panorama completo como Dios lo ve, nos daríamos cuenta de que esta es la única manera razonable de pensar y de vivir.
A la luz del carácter de Dios, a la luz del hecho de que Él es bueno y sabio y soberano; es la única manera razonable de vivir, a la luz del corazón de Dios. Él es amoroso, compasivo y misericordioso; a la luz del plan de redención de Dios, Él está haciendo todas las cosas nuevas; y a la luz de los propósitos de Dios. Él tiene un propósito para nuestras espinas, un propósito para nuestras aflicciones.
Permíteme pedirte que vayas en tu Biblia a 2 Corintios, capítulo 12. Pablo da un pequeño vistazo a su pasado. Él dice en el versículo 2, hablando de sí mismo, a pesar de que habla en tercera persona, «Conozco a un hombre en Cristo (en realidad es el mismo Pablo), que hace catorce años el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo, no sé si en el cuerpo, no sé si fuera del cuerpo, Dios lo sabe».
Así que Pablo había tenido algún tipo de experiencia espiritual sobrenatural que difícilmente podría ser descrita 14 años antes. Él dice en el versículo 4, este hombre (el mismo Pablo) «escuchó palabras inefables que al hombre no se le permite expresar».
Él sigue diciendo, «si fuera a gloriarme, te podría decir sobre estos grandes encuentros que he tenido con Dios» (v. 6, parafraseado). Ahora en ese contexto, luego de haber recibido esas visiones y esas revelaciones 14 años antes, Pablo dice en el versículo 7, «y para que no me exaltase desmedidamente» (RV60). O como dice la NVI, «para evitar que me volviera presumido, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee (o me atormente), para que no me enaltezca sobremanera».
Ahora, ¿cuál era el aguijón de Pablo? El hecho es que no lo sabemos. Creo que probablemente es algo bueno que no lo sepamos, porque si él nos hubiera dicho específicamente que era, entonces podríamos pensar que nuestra espina no cae en esa categoría; que lo que Pablo aprendió de su espina no aplica a nuestras espinas, así que él no nos dice.
La palabra aguijón en realidad significa estaca de tienda. Esto no era una astilla. Estamos hablando de una mega espina, una gran espina. De hecho, es una palabra que se usa para hablar de una estaca de madera afilada o el palo que fue usado para atravesar o torturar a alguien. Esa es la espina de la que estamos hablando aquí, una gran espina.
Ese verbo enviado para que «me abofetee o para atormentarme, como algunas de tus traducciones dicen, esa palabra significa, «golpear, golpear con el puño». Es decir, es una palabra fuerte, dolorosa y dura. Atormentar, abofetear, golpear.
Piensa en algunas de tus espinas en esta etapa de tu vida y solo sientes que te golpean, te golpean, te golpean. De hecho, según el tiempo verbal, sabemos que esta era una espina recurrente y crónica. No se iba. Seguía volviendo. Pasaba todo el tiempo o pasaba repetidas veces.
Ahora, las Escrituras nos dicen que ese aguijón era un mensajero de Satanás. También sabemos que Satanás no puede hacer nada que Dios no le dé permiso para hacer. Así que Dios le dio a Satanás permiso para abofetear, para golpear a Pablo con esta estaca de tienda de campaña, con esta espina en su carne, lo que nos trae un dilema.
¿Quién es responsable por este aguijón? ¿Quién es responsable por estas bofetadas? ¿Dios o Satanás? Bueno John MacArthur dice algo que encuentro muy útil. Él señala a Satanás como la causa inmediata, pero a Dios como la causa final. Cada espina que llega a nuestras vidas, puede ser un esposo alcohólico que pone esa presión en tu vida. Puede ser un jefe difícil. Pueden ser suegros que no te soportan. Puede ser un hijo o una hija que ha rechazado tu autoridad y se ha rebelado contra ti.
Esa espina puede verse como una persona, pero en última instancia, Dios es el que permite que esas espinas vengan a nuestras vidas. Satanás y todos sus demonios están sujetos a Dios. Ellos están bajo Su control y Satanás no nos puede tocar sin el permiso de Dios.
Ahora, Pablo reconoce que ese aguijón le fue dado a él. Él dijo me fue dado un aguijón; y que fue dado por Dios. Este regalo de una espina, si se quiere, siguió una gran elevación espiritual. Pablo había tenido estas grandes visiones y revelaciones y Dios sabía en ese momento lo que Pablo necesitaba.
Dios sabe lo que tú necesitas luego de una gran experiencia espiritual o temporadas de felicidad, temporadas cuando todo está saliendo bien en tu vida. Dios sabe lo que yo necesito. Y Dios sabe que no podemos darnos el lujo de tener bendiciones sin aflicciones. En el curso de la vida no es bueno para nosotras tener una vida sin espinas.
Este aguijón, este regalo se convirtió para Pablo en un recordatorio constante de su debilidad, de su necesidad de Dios, de su dependencia de Dios y de la fuerza que la gracia de Dios puede darle en medio de su debilidad. Él llegó a reconocer su aguijón, así como nosotras tenemos que reconocer nuestras espinas, como un regalo de Dios.
¿Qué haces con un regalo?
- Lo recibes.
- Lo aceptas.
- Le agradeces al dador.
- No debe ser rechazado.
- Debe ser recibido con gratitud.
Piensa en tus espinas. ¿Alguna vez has aceptado esas espinas como un regalo de Dios para tu bien? Alguna vez te has detenido a reconocer, recientemente, pueden estar en tu pasado, pero quizás esa espina todavía te está abofeteando, todavía te está golpeando. No va a desaparecer. Es crónica. Es recurrente.
Te has detenido a decir, «Dios, sé que esto viene de Ti. Esto es por mi bien. Lo recibo. Te doy gracias por lo que Tú quieres hacer en mi vida a través de esta espina. Sé que Tú debes saber que esto es lo que necesito en este momento de mi vida».
Ahora Pablo dice en el versículo 8 acerca de esto, esta espina en la carne, «He rogado al Señor (una traducción dice, “He implorado al Señor”) tres veces que lo quite de mí» (RV60). Tú dirás, «Pablo, si estás recibiendo esto como un regalo, ¿por qué le estás pidiendo a Dios que te lo quite?» ¿Puedo sugerir que no está mal pedirle a Dios que te quite la espina? Pablo lo hizo.
¿A quién más conocemos que rogó tres veces a Dios que quitara su espina? El Señor Jesucristo en el huerto de Getsemaní. «Señor, si es posible… Dios todas las cosas son posibles para Ti… quita esta espina, este camino que voy a tener que pasar, este sufrimiento, esta aflicción. Quítala de mí. No me hagas beber esta copa de sufrimiento».
Jesús le pidió a su Padre celestial. Pablo le pidió a su Padre celestial. Y tú le puedes pedir a tu Padre celestial que te quite la espina. Puedes implorarle a Dios. Puedes rogarle a Dios que te quite esa espina.
Pero aquí está la clave: Después de que le imploremos, después de que le roguemos, tenemos que venir a un lugar de sumisión a la voluntad de Dios. A un lugar de rendición, de aceptación de la voluntad de Dios. Tenemos que estar dispuestas a recibir la respuesta de Dios, ya sea que Él diga que sí o que no. Pide y luego acepta. Acepta la voluntad de Dios. Acepta lo que Dios elige no cambiar.
Eso fue lo que hizo Pablo. Él pidió. Eso fue lo que hizo Jesús. Él pidió. Pero cuando Dios dijo, «No, este es Mi camino para ti. Esta es Mi opción para ti. No voy a quitarla», ¿qué dijo Jesús? «No se haga mi voluntad sino la tuya». Y eso es lo que Pablo continuó diciendo en efecto. «Voy a recibirla, voy a aceptar lo que Dios ha elegido para mi vida».
Versículo 9, Dios le responde a Pablo. Él respondió las oraciones de Pablo. Dios le dijo a Pablo, «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (RV60). Dios eligió no quitar la aflicción de Pablo. Y también te podrás dar cuenta de que Él no le dio una explicación a Pablo de por qué Él dejó que esa espina permaneciera.
Amigas, Dios no nos debe una explicación. Dios no me debe una explicación. Cuando lleguemos al cielo, vamos a mirar hacia atrás, y vamos a entender todo lo que necesitamos entender. Veremos que Dios hizo todas las cosas bien. Pero de este lado del cielo, tenemos que estar contentas de vivir con el misterio. Decir no lo sé. No lo entiendo. No veo el propósito de Dios en esto, pero acepto Su plan.
En vez de quitar el aguijón de Pablo o darle una explicación, Dios le dio a Pablo algo mejor. Él le dio Sus promesas, Su gracia, por lo que Pablo nunca más sería capaz de confiar en su propia fuerza sino que continuamente tendría que confiar en la gracia y en la fuerza de Dios para servir a Dios.
Ves, la gracia de Dios nos capacita para soportar, pero también nos capacita para exaltar o glorificarlo en las tribulaciones. Pablo continúa diciendo en el versículo 9, «Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo tanto, me gozo en mis debilidades».
¿Eso suena raro, no? «Me gozo en (mi debilidad, mi aflicción, mi dolor, mi espina) en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias, por amor a Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (v. 10, RV60).
La perspectiva de Jesús y de los autores del Nuevo Testamento es que nos gloriemos en la cruz. El problema no es que simplemente soportemos, es estar agradecidas (darle la bienvenida). Te recuerdo que cuando estás en medio de esa estaca de tienda, esa espina, esa presión en tu vida, Dios ve, Dios sabe, a Dios le importa, Dios no te ha abandonado.
Dios sabía sobre el aguijón de Pablo. Él sabía cómo se sentía. Pero Dios tenía un propósito que era más grande que aliviar el dolor de Pablo en ese momento.
Recientemente fui alentada por una cita que escuché del autor y profesor Warren Wiersbe. El Dr. Wiersbe dijo, «Cuando estés en el horno, recuerda esto: Tu Padre mantiene Su ojo en el reloj y Su mano en el termostato».
Dios no va a permitir que el calor suba un grado más caliente de lo que Él ha determinado que es exactamente lo que tú necesitas. Y Dios no va a permitir que el calor, el fuego, el horno, la espina, la aflicción; Él no va a permitir que continúe por un segundo más de lo que sea absolutamente necesario para cumplir Sus propósitos en tu vida, por amor a Cristo.
Cuando estés en el horno, recuerda esto: Tu Padre mantiene Su ojo en el reloj y Su mano en el termostato.
Carmen: Nancy DeMoss de Wolgemuth te ha ofrecido esperanza si has estado luchando con algunas espinas en tu vida. En Aviva Nuestros Corazones constantemente escuchamos de mujeres que enfrentan el tipo de situaciones difíciles de las cuales hemos escuchado. Nancy, en Aviva Nuestros Corazones queremos recordarle a las mujeres la esperanza que tienen en Cristo.
Nancy: Vemos ejemplo de eso todo el tiempo, Carmen. Estoy muy agradecida por las historias que escuchamos día tras día de mujeres que están eligiendo confiar en Dios aun en medio de algunas de las situaciones de la vida más difíciles que te puedas imaginar. Dios está usando Aviva Nuestros Corazones para ayudar a esas mujeres a encontrar libertad y a experimentar el gozo que es difícil de explicar desde un punto de vista natural.
Mientras nos acercamos al final de este año y al inicio de un nuevo año, estoy emocionada de ver lo que Dios va a continuar haciendo a través de Aviva Nuestros Corazones. Cada día miles de mujeres están siendo impactadas a través de la enseñanza de la Palabra de Dios en la internet y en cientos de estaciones de radio.
Carmen: Así es Nancy. Una oyente que ha sido bendecida a través de nuestras conferencias Mujer Verdadera y los programas, nos escribió,
«Agradezco a Dios por este ministerio de Aviva Nuestros Corazones, ya que ha sido de gran bendición en mi vida y en la vida de otras hermanas en Cristo. En la conferencia Mujer Verdadera 2017, estuvimos cerca de 25 mujeres de Los Mochis, Sinaloa, Mexico. Han confrontado nuestras vidas, ¡tomamos el reto de ser mujeres de la Palabra, amando, honrando y sirviendo al Señor en todo lo que él hable a nuestras vidas! Sabemos que no va a ser fácil, pero también sabemos que, en Cristo somos más que vencedores! El Señor bendiga sus vidas grandemente! Les amamos».
¡Gracias hermana por escribirnos!
Le damos muchas gracias a Dios por permitirnos ver Su obrar en este tiempo. Y también estamos muy agradecidas de cada persona que hace este ministerio posible, ¡gracias!
Si tú has sido bendecida por estos programas, ¿te animarías a apoyar nuestro ministerio por medio de tu donación?
Puedes hacer tu donación en línea al visitarnos en, AvivaNuestrosCorazones.com o puedes llamarnos desde EEUU y Canadá al 1-800-569-5959. Cuando llames, asegúrate de decir que deseas apoyar el ministerio de alcance hispano.
Nancy: Ahora, mientras consideras esta oportunidad, quiero animarte a que primero te asegures de que estás apoyando el ministerio de tu iglesia local. Y si eres casada y eres una mujer creyente, ora con tu esposo sobre cómo el Señor quizás quiera que hagan como pareja para ayudar a suplir las necesidades de este ministerio.
Carmen: Cuando nos visites en AvivaNuestrosCorazones.com para hacer tu donación, asegúrate de indicar que quieres recibir un acceso para descargar el recurso «La gratitud». Es un pequeño libro que nuestro equipo ha preparado para ti, para ayudarte a cultivar una actitud de gratitud.
Dios te ama tanto que Él no siempre quita los problemas de tu vida. Descubre por qué los problemas prolongados pueden ser una muestra de Su amor, mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Cultivando una actitud de gratitud juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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