La belleza del perdón, día 1
Annamarie Sauter: ¿Alguna vez te has sentido atrapada en tu propio pecado? Dannah Gresh te recuerda la solución.
Dannah Gresh: ¿Quieres obtener libertad de tu enojo, de tu amargura, de tu maledicencia, de tu malicia?, perdona.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Si tienes contacto con otro ser humano por mucho tiempo, te aseguro que llegará un momento en que necesitarán perdonarse el uno al otro. Para muchos, la necesidad de perdonar puede salir a la superficie en tiempos como los que hemos estado viviendo. La cuarentena, el aislamiento y las restricciones, han traído muchos retos a nivel relacional y enfrentamos temores y tensión.
Hoy vamos a estar escuchando un mensaje de mi amiga y compañera de ministerio Dannah Gresh. Este se titula, La belleza del perdón.
Danna, recuerdo que tú y yo estuvimos ministrando juntas en …
Annamarie Sauter: ¿Alguna vez te has sentido atrapada en tu propio pecado? Dannah Gresh te recuerda la solución.
Dannah Gresh: ¿Quieres obtener libertad de tu enojo, de tu amargura, de tu maledicencia, de tu malicia?, perdona.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Si tienes contacto con otro ser humano por mucho tiempo, te aseguro que llegará un momento en que necesitarán perdonarse el uno al otro. Para muchos, la necesidad de perdonar puede salir a la superficie en tiempos como los que hemos estado viviendo. La cuarentena, el aislamiento y las restricciones, han traído muchos retos a nivel relacional y enfrentamos temores y tensión.
Hoy vamos a estar escuchando un mensaje de mi amiga y compañera de ministerio Dannah Gresh. Este se titula, La belleza del perdón.
Danna, recuerdo que tú y yo estuvimos ministrando juntas en una conferencia para mujeres en Pretoria, Sudáfrica. Justo unos días antes de que comenzara la conferencia, sentí una carga en mi corazón de pedirte que prepararas un mensaje sobre el perdón. Estuve muy agradecida por tu disposición de responder con tan poco tiempo de anticipación.
Dannah: Fue muy poco tiempo de anticipación, Nancy. De hecho, hablo de eso al comienzo de mi mensaje.
Nancy: A medida que exponías el mensaje, recuerdo que fui tocada por tu honestidad y transparencia cuando explicabas algunas de las luchas que has tenido con el perdón en tu propia vida.
Dannah: Esto no es algo que estoy enseñando de un libro. Es algo que he aprendido en el recorrido de la vida, cada día, a medida que trato de vivir de la forma que el Señor quiere que vivamos, y en la libertad que el perdón puede proveer.
Nancy: ¡Vimos cómo Dios usó ese mensaje para dar libertad a muchas mujeres en esa conferencia! Dannah les dijo a las mujeres ese día: el perdón es difícil; no nos fluye naturalmente. Escuchemos a Dannah Gresh.
Dannah: ¡He tenido la oportunidad de orar con muchas mujeres en situaciones donde sus matrimonios están pendiendo de un hilo, o se han acabado, y están batallando con el dolor! He orado con mujeres que están plagadas de insomnio y realmente no saben el porqué. ¡Solo quieren ser libres para dormir una noche en sus vidas!
He orado con mujeres que han sido adictas a sustancias o a la pornografía o a la erótica, y quieren libertad. He orado con mujeres que están luchando con la ansiedad y la depresión, y quieren libertad. Y las he visto experimentar esa libertad.
Pero a medida que miro atrás alrededor de veinte años de oración por mujeres así, he notado algunas cosas. Una de las observaciones que he notado es esta: las mujeres que buscan libertad generalmente tienen a alguien que necesitan perdonar. Nuestro propio dolor y vergüenza están generalmente relacionados y mezclados con el dolor y la vergüenza de alguien más. ¿Lo has notado también?
Otra observación que he notado es esta: naturalmente queremos libertad, ¿cierto? Queremos libertad del dolor y del sufrimiento. Pero el perdón no es natural para nosotras. Así que, estoy aquí para ayudarte a ver la belleza del perdón.
Ahora, no sé a quién necesites perdonar. Tal vez sea a un esposo que ha herido tu corazón gravemente. Tal vez sea a una mejor amiga que te ha traicionado; tal vez sea a un compañero de trabajo o a un empleador que te ha dejado en la ruina financiera. Tal vez sea a un pastor que simplemente no supo cómo ayudarte en tu dolor y en tu aflicción cuando se la trajiste a él. ¿Puedes pensar en alguien?
He estado orando, por veinticuatro horas, que Dios te ayude a pensar en una persona, y quiero que te tomes un momento ahora y escudriñes tu corazón. Pídele al Espíritu de Dios si hay alguien que necesitas perdonar. Puede ser algo muy grande y obvio… o puede ser muy pequeño.
Justo esta mañana, el Señor me puso en el corazón que había alguien a quien yo necesitaba perdonar. Había un gran proyecto en el cual pasé trabajando dos años, y esta mañana recibí un correo diciendo que no iba a ser parte del proyecto.
Tuvimos algunas diferencias en cuanto a la manera en que el proyecto debía progresar, y lo tratamos de manera honorable. No hubo pecado de ninguna parte, pero me dolía un poco. Me siento como si me hubieran despedido, pero no me despidieron. Llegamos a un punto donde teníamos diferencias en cuanto a la filosofía. Y el Señor me dijo, «Dannah, esto no parece tener mayor importancia, pero corre al perdón porque estás herida».
Así que, sin importar cuán pequeña sea la ofensa, ¿existe alguien que necesitas perdonar? Si lo hay, ¿me harías el favor de no dejarme aquí parada sola diciéndote que tengo alguien que necesito perdonar y te pondrías de pie también (si puedes pensar en alguien a quien debes perdonar) para que yo pueda orar por ti? ¡Gracias, mis buenas y valientes amigas!
Señor, ¡míranos! ¡Estamos de pie diciéndote que te necesitamos! No sabemos cómo perdonar, Señor; no somos muy buenas para hacerlo. ¿Puedes enseñarnos? Toma los rostros que están en nuestra cabeza y permite que Tu Escritura y Tu verdad nos hagan valientes en la manera que debemos enfrentar ese corazón y ese rostro. Que salgamos de este lugar, Dios, con perdón en nuestras bocas, en el nombre de Jesús, amén.
Gracias. Pueden tomar asiento. Ahora, mi amiga Nancy me dio la tarea de hablarles acerca del perdón el mismo día que viajé. Estaba profundamente dormida en mi cama a las 4 a.m., cuando recibí un mensaje de texto de Nancy. Ella ya estaba aquí en Sudáfrica… ¡y para ella era medio día!
El texto decía, «¡Dannah! ¿Tienes algún mensaje sobre el perdón que el Señor quiere que compartas con estas mujeres?» Y yo quería responderle, «sí, el de cómo perdonar a una amiga por despertarte en medio de la noche».
Unos minutos después, (bueno, tal vez media hora después… realmente no sé el tiempo que pasó) ella me envió nuevamente un mensaje de texto, «¡quería asegurarme de que recibiste el mensaje! A veces tenemos asuntos muy diminutos por perdonar, y a veces tenemos cosas muy profundas y dolorosas que tenemos que perdonar.
Pero quiero compartir contigo cuatro cosas que creo aplican, sin importar cuán grande o pequeña sea la ofensa. Y... Nancy, realmente no creo que escribirme a las 4 de la mañana fuera una ofensa. ¡Creo que tú simplemente no diferencias la zona horaria africana de la americana!
Estas son cuatro cosas que quiero compartir contigo. Primero, abramos nuestras biblias. Vamos a recorrer varios pasajes hoy, y este quiero que lo vean con sus propios ojos. Abran en Colosenses 3. Lo primero que quiero que sepan con el rostro de la persona en mente es que ¡se nos ordena perdonar a esa persona!
Miremos en Colosenses 3:12-13:
«Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes» (NVI).
Entonces dice, «perdonen. Quiero que te vistas con todas esas cosas y que perdones».
La vida es difícil, ¿cierto? Si hay algo que he aprendido es que la vida es difícil porque nos herimos unos a otros. Yo hiero a personas y tú también. Ahora, tal vez has escuchado el dicho de que la vida es diez por ciento lo que nos sucede y el noventa por ciento cómo respondemos a eso. ¿Lo has escuchado?
Ahora, no sé si los porcentajes están correctos, pero sé que la idea es cierta. No importa lo que me haya pasado, si yo respondo de la forma que Dios me dice –incluyendo el perdón– eso formará lo que soy. La forma en que respondo a la herida, al dolor y a la ofensa es lo que forma lo que soy.
Esa ofensa no tiene que tener el control de mi vida. Yo sí, de acuerdo a la manera en que responda. Y Dios está diciendo, «escucha, quiero que respondas en perdón». Y a continuación, en Colosenses 3:13 dice: «Perdona cualquier ofensa que puedas tener contra otra persona; perdonándose mutuamente. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes (se menciona una segunda vez) como el Señor las perdonó» (parafraseado).
¿De qué te ha perdonado Jesús? ¿Qué hay en tu pasado? Un versículo bíblico…de hecho, un capítulo completo que he memorizado, que atesoro y que amo, me recuerda de Su perdón y Su gracia; es el Salmo 130. Dice: «Señor, si Tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podría permanecer?» (v. 3). ¿Cómo se vería el registro de tus iniquidades?
Si yo pudiera leer ese registro de mis iniquidades aquí en la plataforma, ¿cuánto tiempo duraría y qué diría? «Señor, si Tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién podría permanecer?» ¿Qué pecados están en ese registro que hacen que tus rodillas se doblen de la vergüenza? ¿Qué pecados realmente no quisieras que se leyeran desde esta plataforma hoy?
Sin duda, mi lista sería larga, y el asunto que me causaría flaquear de la vergüenza (en un punto de mi vida, si el Señor no me hubiera sanado) sería de naturaleza sexual. «Señor, si Tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién podría permanecer?» Oh, ¡he sido perdonada de tanto! ¿Qué hay de ti? Y el Señor dice, «¡con la medida que te he perdonado, perdona a otros!»
Quiero que te des cuenta, también, si tú estás aquí y apenas puedes sostenerte bajo la carga de tu pecado, Jesús te perdonará. Solo tienes que pedirle. Es asombroso. ¡Muchas de nosotras aquí podemos dar testimonio de cuán poderoso es Dios! Solo pídele hoy. No te vayas de este lugar sin acercarte a alguien en el área que preparamos para ustedes, de modo que puedas orar con alguien.
El pasaje continúa diciendo, «perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro». Y más adelante continúa diciendo, «como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes». Es casi como decir, «hey, probablemente no lo entendiste, así que déjame decirlo una vez más, “tú también debes perdonar”, solo en caso de que no lo hayas entendido las dos primeras veces». La persona en tu mente, ese rostro, ese corazón, ese nombre, Dios te ordena que le perdones.
Lo segundo que el Señor me ha enseñado acerca del perdón que quiero transmitirles a ustedes es que la falta de perdón tiene consecuencias. Tú puedes elegir perdonar o no, pero hay consecuencias. Algunas de ellas son las que he podido ver y sentir en mi propia vida (tal vez algunas de ustedes las están sintiendo en sus propias vidas), y otras son de la Escritura.
La primera es esta: una consecuencia de la falta de perdón es que puede que experimentemos manifestaciones muy físicas en nuestro cuerpo. Atravesé un periodo de falta de perdón en mi matrimonio. ¡Estoy segura de que alguien que esté casada puede dar testimonio de que es difícil perdonar! Tengo una pequeña placa en mi mesa de noche que dice: «El matrimonio es la unión entre dos grandes perdonadores».
Me comencé a sentir enferma en mi cuerpo durante este periodo de falta de perdón. Tenía dolores en mi cuerpo. Los doctores no entendían qué me pasaba y estoy plenamente convencida de que estaba albergando falta de perdón en mi corazón.
La medicina ha observado que del 60 al 90% de los trastornos de la salud, los cuales resultan en una visita al médico, están relacionados al estrés, y mucho de eso es por problemas en las relaciones. Y luego leí esto en un diario médico:
Muchos investigadores relacionan enfermedades –incluyendo las enfermedades autoinmunes, el dolor, el cáncer y la hipertensión, al estrés causado por traumas en las relaciones y aún utilizan la palabra «falta de perdón» como un causante principal.
Si hoy estás eligiendo no perdonar, tu cuerpo puede ser que lo esté sintiendo.
Otra consecuencia es que generalmente experimentamos un aumento en las emociones negativas perjudiciales como el enojo, la amargura, el estrés y la culpa. Efesios 4:31 y 32, nos habla de esto. Dice:
«Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos, insultos, así como toda malicia».
¡Estas son cosas que no quisiéramos tener!
La Biblia dice, «sea quitada de ustedes…», y luego nos dice cómo: «Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros» (ver versículo 32). ¿Quieres obtener libertad de tu enojo, de tu amargura, de tus insultos, de tu malicia? Perdona.
Otra consecuencia de la falta de perdón es que no podemos experimentar el perdón de Dios. La instrucción que tenemos en la Escritura en cuanto a tomar la santa cena –o comunión– dice: «Antes de venir y recibir este recuerdo de mi perdón, si tienes algo en contra de alguien, ve a arreglarlo primero» (ver Mateo 5:23). ¿Has leído esto? ¿Lo tomas en serio? ¿O simplemente participas de la mesa a la ligera?
La Biblia nos dice en Marcos 11:25: «Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguien, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus transgresiones». ¿Necesitas más perdón? ¿Lo necesitarás mañana? Estoy segura de que yo sí. Perdona.
Otra consecuencia de la falta de perdón es que te transformas en la persona que no has perdonado. Tengo una historia relacionada con el tema que siento que el Señor quiere que comparta con ustedes. Me siento un poco incómoda compartiéndola con ustedes, pero aquí va.
Yo nunca le conté a nadie, pero estuve emocionalmente atada a mi compañero sexual de mi adolescencia después de casarme. Y la forma como se manifestó fue así: Cada vez que Bob y yo teníamos una gran discusión… Tengo que decir que Bob y yo somos clasificados como una «pareja altamente conflictiva». Ahora, hemos aprendido a discutir, hemos aprendido a hacerlo de una forma piadosa, ¡ambos tenemos opiniones fuertes!
¿Será que alguien más tiene un matrimonio así? Descubrimos cómo ser saludables, pero nos tomó mucho aprendizaje y mucho entrenamiento. Cada vez que teníamos una discusión, me embargaba una sensación de culpa por mi dolor y pecado. Nunca pensaba en este muchacho excepto cuando Bob y yo discutíamos. Luego pensaba, en los ojos de Dios yo estoy casada con él, y es por eso que mi matrimonio nunca va a funcionar.
Satanás me derrotaba con el nombre de este muchacho y su rostro. Nunca le dije a nadie. Y luego un día estaba orando con una amiga muy confiable, y estábamos orando por un asunto de perdón que yo tenía que solucionar en mi vida, por el dolor que estaba experimentando a causa de algunos de mis líderes amados y respetados de la iglesia.
A medida que ella me aconsejaba, el Espíritu de Dios puso en su corazón que ella debía orar conmigo para perdonar a este muchacho. Ella se sentía incómoda con eso porque, en ese entonces, yo era la autora cristiana en los Estados Unidos que había escrito el libro de la pureza en lo concerniente a la verdad sexual y la sanidad sexual. ¿Quién era ella para decir, «oye, creo que necesitas orar por esto»? ¿Cierto?
Pero ella dijo, «permíteme preguntarle a Dios si esto es verdad. Siento que hay algo por lo que debo orar por ti. ¿Puedes pedirle al Espíritu de Dios que lo confirme en tu corazón?» ¡Y lo más extraño sucedió! Yo no estaba pensando en este muchacho, pero su nombre pasó por mi cabeza, y yo se lo mencioné a ella.
Y ella dijo, «¿quién es él?»
Y yo le dije, «me siento algo extraña en este momento».
Ella dijo, «pienso que debemos orar porque creo que tal vez tú no lo has perdonado».
Realmente no pensaba que necesitaba perdonarlo. Así que oramos que Dios rompiera cualquier atadura que había entre nosotros y cualquier enredo emocional no piadoso, y luego lo perdoné… por todo tipo de cosas. No me di cuenta hasta 18 o 24 meses después, pero nunca pensé más en él.
Cuando Bob y yo discutíamos, yo decía, «¡amo a mi esposo! ¡Estoy muy enojada con él en este momento, pero lo amo!» Y no hay nadie más en mi cabeza. Se crean lazos con las personas con las que se tiene intimidad y se crean lazos con las personas que te han herido con su pecado sexual, y la manera de soltar ese lazo es por medio del perdón. Lo he experimentado en mi propia vida.
Y aquí está la mayor razón: la peor consecuencia de la falta de perdón es que le damos el control a Satanás. 2 corintios 2:10-11 dice:
«Pero a quien perdonen algo, yo también lo perdono. Porque en verdad, lo que yo he perdonado, si algo he perdonado, lo hice por ustedes en presencia de Cristo,para que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus planes».
¿Lo ven? Una razón por la que Dios dice, «te imploro que perdones hoy», es para que puedas ponerte en un lugar donde cooperes con la verdad de Dios y el poder de Su Palabra en vez de cooperar con Satanás y el poder de la atadura en tu vida. ¡Que Satanás no tome ventaja! ¡La falta de perdón no te ayuda en nada!
La falta de perdón te acarrea enfermedad, atadura emocional a tu pasado y a tus ofensores pasados, y te conecta potencialmente con el poder del enemigo. El perdón no es una emoción. No lo vas a sentir; a veces no se siente bien. Es una decisión.
Con eso en mente, quiero llevarte a través de algunas cosas. ¿Ya les conté que Bob y yo somos una pareja altamente conflictiva? Por eso hemos recibido consejería matrimonial; de hecho, ¡hemos recibido tanta como para nosotros y para ustedes! Tenemos un consejero piadoso muy sabio –su nombre es Pete– quien nos ha ayudado a aplicar el perdón. Quiero compartir con ustedes algunos de los principios que él nos ha dado. También, algunas de las cosas en esta lista provienen de escritos de Nancy.
¿Qué es el perdón? Primero, el perdón es obediencia a Dios. Abrimos el libro de Colosenses –¡ y habla de obedecerle! Escoge la obediencia a Dios hoy. El perdón es una decisión de obedecer a Dios. La segunda definición de perdón es, poder tener la conciencia tranquila.
¿No te ha pasado que gastas tu tiempo manejando por la autopista inventando todos esos discursos que vas a darle a ese ofensor, solo para destruirlos con enojo e ira? ¿Has hecho eso, o solo lo he hecho yo?
Estás manejando y piensas, «voy a decirle esto…y luego diré aquello…» Y de repente, en vez de recoger a tus hijos del colegio, estás en la veterinaria… o algo así, ¿cierto? ¡Dios no quiere que tengas una conciencia tan abrumada! Él quiere que tengas una conciencia limpia.
Hace diez o quince años (puede que mis fechas estén erradas), mi esposo y yo nos asociamos con un hombre que estaba ayudándonos con nuestro ministerio, ayudándolo a crecer. (Quiero tener una conciencia limpia ante ustedes hoy, así que no revelaré los detalles). Él nos traicionó, nos robó y nos ofendió, y cuando lo confrontamos por lo sucedido, ¡nos demandó!
Yo quería caminar en perdón, ¡pero estaba tan enojada! Él tenía mi dinero y tenía mi… bueno, no importa. ¡Yo quiero tener una conciencia limpia! Y cada día tenía que abrir mi Biblia en el Salmo 7. (¡Algunas de ustedes van a tener que tomar nota de esto porque son de las que preparan discursos en sus autos! De hecho, si inventas discursos en el auto, abre tu Biblia en el Salmo 7 ahora mismo, tan pronto como puedas, ¡porque lo necesitas!)
¡Tengo el Salmo 7 tan marcado en mi Biblia que parece como si una niña hubiera estado aquí! Dice:
«Oh Señor, Dios mío, en Ti me refugio;
Sálvame de todo el que me persigue, y líbrame,
No sea que alguno desgarre mi vida como león,
Y me despedace sin que haya quien me libre» (vv. 1-2).
¿No se siente así a veces cuando tienes a alguien por perdonar? ¡Vas a ser despedazada por la falta de perdón! Luego, aquí es donde se pone en serio. Oh, ¡prepárense!
«Oh Señor, Dios mío, si yo he hecho esto,
Si hay en mis manos injusticia,
Si he pagado con el mal al que estaba en paz conmigo,
O he despojado al que sin causa era mi adversario,
Que el enemigo me persiga y me alcance;
Que pisotee en tierra mi vida
Y eche en el polvo mi gloria» (vv. 3-5).
Ahora, cuando comencé a leer el pasaje yo no creía que había hecho algo mal, pero luego, me di cuenta que había hecho cosas que habían ofendido a la persona con la que nos asociamos mi esposo y yo… Y mi conciencia fue limpia y dejé de inventar discursos en mi cabeza. ¡Perdoné!
Nancy: El verdadero perdón…sí, ¡no es natural, pero es tan necesario! Dannah Gresh nos ha estado ayudando a reflexionar sobre algunas formas en las que podemos desarrollar habilidades en el área de perdonar a otros por medio del poder del Espíritu Santo. Ella dio este mensaje en una conferencia de mujeres en Sudáfrica. Escucharemos la segunda parte de este mensaje mañana.
Dannah, a medida que te escucho dar este mensaje, mi mente se llena de recuerdos de esa conferencia.
Dannah: ¡Lindos, lindos recuerdos! Y sus rostros, recuerdo mujeres que simplemente fueron realmente cambiadas por el contenido que escucharon. Dios está llamando mujeres a sí mismo en Sudáfrica. ¡Vimos tanta hambre en las mujeres que asistieron a esa conferencia!
Nancy: Sí. Y Revive Our Hearts (de quien Aviva Nuestros Corazones es el alcance en español) nunca tuvo la intención de comenzar una extensión de nuestro ministerio en Sudáfrica, pero cuando los líderes comenzaron a decirnos, «¿pueden traer este mensaje?», quisimos responder porque sentíamos que Dios estaba obrando.
Buscamos al Señor en oración, le pedimos Su bendición y Su favor, y cuando sentimos que era el momento de avanzar, ¡pudimos hacerlo gracias a oyentes que apoyan el ministerio!
Dannah: Y oportunidades que nacen cada día –líderes que se reúnen en Europa, en Brasil diciendo, «¡por favor! ¡Traigan Aviva Nuestros Corazones a nuestras áreas en nuestro idioma!» Mientras oramos por la dirección que Dios quiere que tomemos, también estamos confiando en que Él va a suplir los fondos necesarios para avanzar.
Nancy: Y no solo para expandir el ministerio en nuevos idiomas y áreas, sino también para mantener nuestros alcances ministeriales actuales en inglés y en español.
Así que no sabemos lo que Dios va a proveer o cómo lo va a hacer, pero Él siempre hace lo que se necesita…gracias al amor que nuestros colaboradores tienen por este mensaje y por el ministerio.
Dannah: Por eso estamos orando que Dios provea… ¡Qué oportunidad tenemos ahora mismo de contribuir a la obra que Dios está haciendo en los corazones de las mujeres alrededor del mundo!
La provisión de Dios va a ayudar a asegurar que este programa siga llegado a ti cada día de la semana, y va a ayudarnos a hacer posible que aprovechemos algunas oportunidades ministeriales nuevas.
Nancy: ¿Es el perdón un evento de una sola vez o una serie de eventos? Te daré una pista: ¡Es una pregunta complicada! Dannah Gresh lo explicará mañana. Acompáñanos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Annamarie: Escogiendo perdonar juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Nancy: Y no olvides que la lectura bíblica para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es 1 Crónicas capítulos 26 y 27.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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