La belleza de un corazón generoso, día 1
Carmen Espaillat: Una de las cosas que más nos motiva a seguir adelante en la carrera de la fe, es recordar lo que Jesús ha hecho por nosotras.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: ¿Qué hay en tu pasado? ¿Qué ha hecho Jesús por ti? ¿De qué te ha perdonado? ¿De qué te ha liberado? Cuando recuerdas, cuando piensas en lo que Él ha hecho por ti, ¿no te motiva eso a querer estar con Él?
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy Nancy da inicio a una breve serie titulada, «La belleza de un corazón generoso».
Nancy: Hay muchas, muchas cosas que amo del Señor Jesús. Y una de ellas es su corazón tierno hacia las mujeres; su corazón compasivo hacia las mujeres; la forma en que Él las recibió y las acogió en sus días aquí en …
Carmen Espaillat: Una de las cosas que más nos motiva a seguir adelante en la carrera de la fe, es recordar lo que Jesús ha hecho por nosotras.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: ¿Qué hay en tu pasado? ¿Qué ha hecho Jesús por ti? ¿De qué te ha perdonado? ¿De qué te ha liberado? Cuando recuerdas, cuando piensas en lo que Él ha hecho por ti, ¿no te motiva eso a querer estar con Él?
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy Nancy da inicio a una breve serie titulada, «La belleza de un corazón generoso».
Nancy: Hay muchas, muchas cosas que amo del Señor Jesús. Y una de ellas es su corazón tierno hacia las mujeres; su corazón compasivo hacia las mujeres; la forma en que Él las recibió y las acogió en sus días aquí en la tierra.
Y el evangelio que habla más que cualquier otro acerca de esto es el Evangelio de Lucas. Así que permítanme pedirles que abran sus biblias en el libro de Lucas capítulo 8. Vamos a darle un vistazo a algunas de las mujeres que conocieron a Jesús. Y mientras pensamos en cómo Jesús se relacionaba con las mujeres, podemos notar que Él amaba todo tipo de mujeres: las pobres, las oprimidas, las marginadas, las viudas, las mujeres que no eran valoradas, que no eran apreciadas y que estaban excluidas en su cultura en vez de ser incluidas.
Y estas mujeres eran atraídas a Jesús. Lo amaban. Y Él las amaba. Ellas demostraban su corazón hacia Él en una variedad de formas significativas y evidentes.
Vamos a estar estudiando el primer párrafo de Lucas 8. Pero si vamos atrás a Lucas 7, veríamos otra mujer, no de la que hablaremos hoy, sino una mujer cuyo nombre ni se menciona. Ella es identificada como una mujer pecadora en ese pueblo.
Y cómo ella había sido perdonada, vino a expresar su devoción a Jesús de una manera humilde y extravagante. Y leemos cómo Jesús recibió esa expresión de su devoción pero otras personas que estaban ahí pensaron que ella estaba loca y que algo no estaba bien con Jesús mismo. «¿No sabe este qué clase de mujer es esa?» Vemos aquí esta tierna interacción entre Jesús y esta mujer pecadora.
Y entonces llegamos a Lucas 8, y tenemos un relato que no es tan detallado pero nos da una idea de la relación que Jesús disfrutaba con las mujeres y cómo nosotras podemos tener una relación similar con Él.
Ahora, el contexto aquí es que Jesús está viajando. Él está en ese momento, en su segundo recorrido predicando por Galilea, la región al norte de Israel. Y el versículo uno de Lucas 8 nos dice:
«Y poco después, Él comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios; con Él iban los doce, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos» (vv.1-3).
Ahora, a veces en Aviva Nuestros Corazones hacemos series largas, tomamos pasajes largos de la Escritura y les dedicamos un tiempo considerable. Pero solo quiero tomar estos tres versículos y compartir con ustedes algunas de mis meditaciones sobre este pasaje, hoy y los próximos dos programas quiero explicarles lo que ha estado en mi corazón mientras he meditado sobre estas mujeres.
A veces algunas mujeres me dicen, «quisiera poder enseñar la Biblia como tú lo haces. Quisiera poder extraer lo que tú sacas de ella». Déjame decirte que tú puedes extraer de la Palabra de Dios cosas que yo nunca he visto porque tú también tienes al Espíritu Santo viviendo en ti, y si te tomas el tiempo para meditar, orar y reflexionar sobre la Palabra de Dios, Dios te hablará también a través de Su Palabra.
Así que, si tomas un pasaje y lo observas por mucho tiempo, una y otra vez, vas a ver detalles, cosas que nunca habías notado antes. Y lo que vamos a hablar hoy y en los próximos dos días, es simplemente una ilustración de algunas de las riquezas que podemos extraer cuando meditamos en la Palabra de Dios.
Así que vamos al versículo uno de Lucas 8. Dice: «Poco después, Él comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios».
Ahora, esa palabra «proclamando», en algunas de sus traducciones es la palabra «predicando». Él estaba proclamando o predicando. Esto nos habla acerca del método del ministerio de Jesús. La palabra ahí significa, «proclamar públicamente como un heraldo que representa a un rey». El rey diría, «tengo un mensaje que quiero hacer llegar al pueblo, así que tienes mi autoridad. Tú eres el heraldo. Lleva el mensaje. Proclámalo. Predícalo. Kerusso, esta es la palabra que se usa ahí.
Y cuando ese mensaje es proclamado, viene con la autoridad del rey. Si no te gusta el mensajero, ¿sabes qué? Lo siento. El heraldo representa al rey.
Jesús vino predicando, proclamando como un heraldo que anunciaba el mensaje de Su Padre, quien es el Rey del universo. Ese mensaje llevaba autoridad y debía ser obedecido. Así que Él estaba proclamando y trayendo las buenas nuevas. Esa es la palabra que tiene que ver con evangelizar. No estamos hablando solamente del método de Su ministerio, sino del contenido de la predicación.
¿Qué estaba haciendo Él mientras proclamaba y predicaba? Estaba anunciando las buenas nuevas del reino de Dios; las buenas nuevas del evangelio. La grandiosa noticia de que Dios reina y gobierna y que Su reino ha venido a este mundo pródigo y caído. Dios ha provisto un medio por el cual podemos ser parte de Su reino.
Jesús estaba proclamando estas buenas nuevas, llevando el evangelio de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo. Él sabía que Él mismo era el instrumento por el cual las personas podían ser reconciliadas con Dios. Así que Él estaba trayendo las buenas nuevas, pero Él también era las buenas nuevas del reino de Dios.
Y para aquellos que tenían oídos para oír, aquellos que se humillaban para aceptarlo, estas buenas nuevas eran asombrosas, maravillosas y liberadoras. El mundo entero está perdido en tinieblas y pecado, consumiéndose en la devastación del pecado, y Dios envió la luz del mundo, el evangelio, las buenas nuevas de Jesucristo para decirle a las personas que pueden ser libres del reino de las tinieblas, y que pueden ser trasladadas al reino de la luz, al reino de Dios.
Así que estas eran buenas noticias para aquellos que tenían oídos para oírlas y estaban dispuestos a recibirlas, lo cual sucedió con algunos. Pero esto también representaba malas noticias para otros. Eran noticias amenazantes para aquellos que querían ser su propio rey, para aquellos que no se querían someter al reino y al dominio de Dios.
A medida que Jesús proclamaba estas buenas nuevas del reino de Dios, las personas tenían dos opciones: podían rechazarlas o podían aceptarlas. Podían desecharlas. Podían despreciarlas o recibirlas. No hay punto medio. No había punto medio en ese entonces ni lo hay ahora.
Las buenas nuevas aún siguen disponibles. Algunos las oyen. Otros dicen, «sí, yo creo». Otros dicen, «¡de ninguna manera! Seré mi propio dios. Tendré mi propio reino. Así me gusta».
Pero Jesús llevó este mensaje a las personas dondequiera que él iba. Él no tenía una programación ni decía, «bueno, hoy voy a predicar a esta hora. Pero mañana estoy de descanso así que no predicaré las buenas nuevas». No, a cualquier lugar donde iba, Jesús era las buenas nuevas. Y Él estaba bajo la autoridad de Su Padre proclamando las buenas nuevas del reino de Dios.
Y luego dice que no viajaba solo. Él estaba predicando. Inicialmente, Él era el que estaba predicando, el único que lo hacía, pero no viajaba solo. Dice, «con Él iban los doce».
Ahora, estos eran los doce discípulos. Y un discípulo significa «ser un aprendiz, ser un estudiante». Jesús había seleccionado estos doce hombres luego de preguntarle a Su Padre quiénes debían ser. Y Él estaba discipulando a los que llevarían este mensaje a otros después de que Él se fuera al cielo.
Noten que el discipulado de estos doce no sucedió en un salón de clases con diapositivas de Powerpoint. Él no dijo, «bueno, ahora, miren la pantalla y les voy a explicar el punto número uno, el punto dos y el punto tres». No, la enseñanza se llevó a cabo en el contexto de la vida real, de las relaciones cotidianas, de la vida y del ministerio. Él invirtió Su vida en ellos.
El texto dice, «con Él iban los doce». Con Él. Ellos observaron a Jesús viviendo Su mensaje. Él los estaba discipulando. Ahora, ellos lo necesitaban a Él. Necesitaban Su enseñanza, Su presencia, vivir junto a Él. Pero en un sentido, como hombre, Jesús los necesitaba a ellos.
Lucas nos muestra a Jesús como el modelo humano. Pienso que Él estaba demostrando, con el hecho de que escogió doce hombres para estar con él, que no somos llaneros solitarios en la vida ni en el ministerio. Que mientras servimos, necesitamos a otros. Necesitamos a otros. No es bueno que el hombre esté solo.
Ahora, el matrimonio es una respuesta a eso. Pero vivir y convivir con aquellos a quienes les estás impartiendo vida, tus hijos, alguien a quien estás mentoreando o discipulando, tú los necesitas y ellos te necesitan. Necesitamos a otros cuando servimos. Me encanta que Jesús deseaba y valoraba la presencia de estos hombres que estaba discipulando.
Mi tendencia es a ser más bien una persona solitaria. No tengo problemas en vivir y hacer muchas de las tareas diarias sola. Dios ha sido tan dulce al traer a mi vida en esta época, el matrimonio, para llevarme a una esfera de entendimiento totalmente nueva, lo que significa ser una discípula de Cristo, una seguidora suya, vivir con Él y ver Su vida ejemplificada en mi dulce esposo. Esa es una experiencia de aprendizaje para mí luego de haber estado cincuenta y siete años sola.
Y me encanta que Jesús compartió su vida con estos doce discípulos. Dice: «...con Él iban los doce, y también algunas mujeres».
Así que, además de los doce discípulos, algunas mujeres lo acompañaron en Su ministerio itinerante. Ahora, eso no significa que todas ellas estaban con Él todo el tiempo. Quizás lo visitaban cuando Jesús estaba en su área y luego se iban. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que estas mujeres estaban con Jesús, así como los doce discípulos.
Estaban con Jesús. Ellas lo escuchaban predicar el evangelio. Estas mujeres fueron testigos de sus milagros; fueron testigos de su interacción con personas como la mujer de Lucas 7, «la mujer pecadora».
Jesús recibió a estas mujeres para que compartieran con Él, junto con «los doce». Ahora, ustedes se preguntarán «¿cuál es problema con eso?» Bueno, en esos días, esto se consideraba algo muy sorprendente, algo insólito.
Ahora bien, los rabinos judíos a menudo tenían discípulos que viajaban con ellos. Esa parte no era inusual. Pero ellos nunca hubieran permitido que las mujeres los acompañaran. De hecho, en la mayoría de los casos, ellos no permitían que las mujeres se sentaran a escuchar sus enseñanzas. Eso era para los hombres.
Las mujeres tenían un estatus social de escaso valor. No era políticamente correcto, no era bien visto que Jesús estuviera acompañado de estas mujeres. ¿Sentarse y escucharlo enseñar? Era un escándalo. No era bien recibido. Pero Jesús recibió a estas mujeres para que llegaran como aprendices, como receptoras de Su mensaje, para recibir las buenas nuevas cuyo propósito era tanto para ellas como para los doce y para los otros hombres que escuchaban.
Las mujeres jugaron un papel importante en la vida, el corazón y el ministerio de Jesús. Él las recibió como aprendices, como seguidoras, como discípulas. Él las recibió para que estuvieran con Él. Ellas escuchaban Sus enseñanzas y recordaban lo que Él les enseñó.
Te preguntarás, «¿cómo sabes eso?» Bueno, cuando leas Lucas 24, recuerda cómo estas mismas mujeres (lo veremos en unos momentos), fueron a la tumba de Jesús. Este pequeño grupo de mujeres que lo había seguido durante todo su ministerio terrenal, fue a la tumba esperando encontrar un cuerpo muerto allí.
Sin embargo, en vez de eso, fueron saludadas por dos ángeles que dijeron, «Él no está aquí, sino que ha resucitado». Y luego el ángel les dijo, «acuérdense cómo les habló cuando estaba aún en Galilea…» El ángel les estaba señalando, «esto es lo que Él les estaba diciendo». El ángel les estaba diciendo, «recuerden lo que les dijo mientras estaba en Galilea. Ustedes estaban presentes».
Jesús les dijo: «El Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores y ser crucificado». Ustedes ya vieron esa parte. «Y al tercer día resucitará…» y luego dice el texto, «entonces ellas se acordaron de sus palabras».
Ellas escucharon Sus palabras. Ellas recordaron Sus palabras. Cuando sus vidas dieron un giro totalmente inesperado, ellas recurrieron a Sus palabras y eso fue lo que les dio la valentía, la fe y la esperanza cuando los otros once aún estaban en casa deprimidos porque pensaban que Jesús todavía estaba muerto. Aquí estaban las mujeres recordando: «Ah sí. Él nos había dicho que esto iba a suceder».
Ahora, el versículo 2 continúa diciendo que también algunas mujeres le siguieron, «…mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades». Eso es todo lo que el texto dice acerca del trasfondo de estas mujeres. Habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades.
Entonces, ¿qué nos dice esto acerca de ellas? Nos dice que estas eran mujeres que tenían un pasado, un pasado que pudo haberlas marginado socialmente, un pasado que posiblemente las hubiera descalificado para asociarse con alguien como Jesús quien era un maestro, un rabí.
Ellas tenían un historial de «espíritus malos y enfermedades». No conocemos los detalles de eso. No conocemos la información específica, pero sabemos que estos eran problemas espirituales y físicos. Tal vez algunas sufrían de uno y algunas de otro o algunas sufrían ambas cosas. No lo sabemos. Sabemos que existía una combinación de estos problemas espirituales y físicos. Sabemos que ellas tenían sus «antecedentes» y muy probablemente sus antecedentes habían arruinado sus reputaciones.
Otras personas probablemente sabían de estas cosas. Tú dirás, «bueno, estaban enfermas, ¿cuál es el problema?» Bajo la ley y la cultura judía, si estabas «enferma» había una alta probabilidad de que tuvieras que permanecer separada del resto de la sociedad para evitar contagiar a otros.
Así que ellas posiblemente tuvieron que ser puestas en cuarentena. O tal vez la gente pensaba que estas mujeres eran locas cuando estos espíritus malignos se manifestaban. Tal vez ellas sufrían de depresión, de enojo descontrolado o de una condición física que no podía curarse. Cualquiera que haya sido el trasfondo, ellas habían sido sanadas milagrosamente por Jesús, tanto espiritual como físicamente.
Así que aquí tenemos estas mujeres que tuvieron una variedad de problemas para los que no había solución o cura humana; pero me parece interesante que a medida que leo el texto, ellas no parecen avergonzarse de reconocer la verdad acerca de su vida pasada, donde Jesús las encontró, el trasfondo de sus vidas.
Esto quedó registrado aquí por siempre y tres de estas mujeres son nombradas en la Escritura. Estas fueron mujeres que habían tenido espíritus malos y enfermedades, pero ya no serían identificadas por esos espíritus malos y enfermedades. Ya no serían reconocidas por eso. Ahora eran reconocidas como mujeres que habían sido sanadas por Jesús de sus espíritus malos y enfermedades.
Por lo tanto, sus antecedentes, el trasfondo de sus vidas, aun cuando pudo haberlas hecho sentir vergüenza, verdaderamente se convirtió en el trasfondo de sus testimonios personales acerca del poder, el poder de Jesús que obra milagros. «Mírame. Mira donde estaba yo. Mira lo que Jesús ha hecho. Él puede hacer eso contigo». Esto se convirtió en parte de sus historias.
Ahora, no es sorprendente que estas mujeres que habían sido sanadas milagrosamente quisieran estar con Jesús. Más adelante en este mismo capítulo vemos a un hombre poseído por un demonio que se sintió de la misma manera. Lucas 8:38:
«Pero el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarle; mas Él lo despidió, diciendo: (en este caso, Jesús le dijo:) Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas Dios ha hecho por ti. Y él se fue, proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas Jesús había hecho por él».
Aquí el endemoniado y las mujeres habían experimentado personalmente «las buenas nuevas del reino de Dios». Y ellos querían ayudar a otros para que experimentaran las buenas nuevas sanadoras, liberadoras y transformadoras del evangelio.
Así que tanto el hombre que regresó a su pueblo como las mujeres que siguieron a Jesús, donde quiera que estaba, eran un testimonio que validaba la autenticidad de la declaración que Jesús hizo de que Él era el Mesías. Si no hubiera sido por personas como el endemoniado y esas mujeres, las personas no hubieran escuchado las declaraciones de que Jesús era el Mesías y habrían dicho, «pruébalo; muéstranos».
Pero estas mujeres que habían sido sanadas de estos espíritus malos y enfermedades fueron la evidencia más importante. «Miren lo que Él puede hacer. Ningún otro ser humano puede hacer esto. Fuimos a los doctores. Ellos no lo pudieron hacer. Nuestros rabinos no lo pudieron hacer. Estos doce que acompañaban a Jesús, no pudieron curarnos. Pero este hombre, oh, Él es Dios. Sí. Él es» ¿Lo ves? Sus vidas hicieron que el evangelio fuera creíble porque ellas usaron su testimonio como parte del ministerio de Jesús.
Ahora, la Escritura nos dice quiénes fueron algunas de estas mujeres. El versículo 2 dice que una de ellas era «María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y muchas otras». Así que aquí tenemos esta pequeña «hermandad» de mujeres, varias mujeres, de las cuales se mencionan tres.
En cuanto a María Magdalena, por supuesto, Magdalena no era su apellido. Eso nos dice que ella era del pueblo de Magdala. Ella era Magdalena. Ella era la mujer que provenía de ese pueblo. Es mencionada más frecuentemente en los evangelios que cualquier otra mujer a excepción de otra María, María de Nazaret, la madre de Jesús.
Ahora, algunos han identificado a María erróneamente con la mujer pecadora de Lucas 7. Y por lo tanto dicen que ella era una mujer inmoral y que era una prostituta. Ella no es la misma mujer. No existe evidencia de que ella hubiera vivido una vida inmoral. Puede que sí, pero nosotras simplemente no lo sabemos.
Pero lo que sí sabemos es que ella había estado atada por el poder de Satanás. Ella tuvo siete demonios. No sabemos lo que ellos le hicieron, sus manifestaciones o cómo ella había vivido. Pero sabemos que esos demonios pueden provocar caos en las vidas de las personas. Y sabemos que pueden producir desórdenes crónicos a nivel físico, mental, emocional y espiritual.
Nuestra batalla no es contra carne y sangre sino contra principados y potestades. Y estos poderes de Satanás habían mantenido a esta mujer atada, hasta que Jesús llegó a su vida. Ella se convirtió en receptora de la gracia, el poder y el amor de Cristo. Cuando Jesús entró en escena, esos demonios tuvieron que huir. Tuvieron que dejarla. Tuvieron que soltarla. Ellos la tuvieron en sus garras y tuvieron que dejarla ir.
No sabemos cómo se veía esto. No sabemos cómo sucedió. No sabemos cómo fue la conversación. Pero sabemos que ella había estado bajo el poder de Satanás y ahora ella estaba bajo un nuevo poder, un nuevo dueño. Y ella estaba muy, pero muy agradecida.
Y luego tenemos a Juana. Su nombre significa «el Señor da con gracia». Me gusta eso. Su esposo era el mayordomo de las propiedades de Herodes, así que probablemente era un oficial de alto rango. Ella y su esposo probablemente eran personas pudientes, reconocidas y prominentes. Sin embargo, aquí está ella compartiendo, no con sus amigos prósperos y socialmente respetados, sino con pescadores y galileos sencillos.
Su vida también había sido cambiada por Cristo. No tenemos idea de cómo. No sabemos cuáles eran sus problemas. Pero ella fue una de esas mujeres que había sido sanada de espíritus malos y de enfermedades. Su vida había sido cambiada por Cristo, y por lo tanto, ahora ella tenía más cosas en común con esta María Magdalena que con sus amigos ricos.
¿Lo ves? En Cristo, cuando el evangelio llega a nuestras vidas, no existen barreras socioeconómicas. Estas mujeres se encuentran en la cruz, se encuentran en Cristo. Ambas fueron sanadas. Tienen un testimonio similar y se unen.
Tenemos a María, tenemos a Juana y ahora hablaremos de la dulce Susana. No sabemos nada más de ella. Esta es la única vez que es mencionada en la Escritura. Pero sabemos que ella era una de esas mujeres que habían sido sanadas de enfermedades, dolencias y espíritus malos. Ella estaba con este grupo de mujeres que a su vez estaban con Jesús.
Y luego dice, «…y muchas otras». No sabemos quiénes eran, a excepción de dos de ellas porque estas mismas mujeres permanecieron con Jesús durante su vida y ministerio terrenal. Y luego lo siguieron a la cruz.
Mateo 27 dice:
«Y muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, estaban allí (esto es en la crucifixión), mirando de lejos (ellas habían seguido a Jesús desde Galilea, y le servían); entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José (quien no había sido mencionada en el pasaje de Lucas que hemos estado estudiando), y la madre de los hijos de Zebedeo (Salomé) (vv.55-56).
Aquí tenemos dos mujeres que estuvieron entre esas muchas otras mujeres. María, la madre de Jacobo y José y la madre de los hijos de Zebedeo. Sabemos que su nombre es Salomé porque el pasaje paralelo que se encuentra en Marcos 15:40 la menciona por nombre. Y ese pasaje continúa diciendo, «las cuales cuando Jesús estaba en Galilea, le seguían y le servían; y había muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén».
Así que aquí tenemos un grupo de seguidoras devotas, leales y fieles a Jesús, amigas de Jesús. Y recuerda que para el momento en que ellas llegaron a la cruz, la mayoría de los discípulos había huido. Uno de ellos había traicionado a Jesús y estaba muerto. Uno de ellos había negado a Jesús. Y todos los discípulos en general habían huido. Pero aquí estaban las mujeres todavía en la cruz siendo fieles a Jesús.
Estas mismas mujeres fueron las primeras testigos de la resurrección. En Lucas 23 y 24 se nos narra eso. Estas mujeres honraron y bendijeron a Cristo con su presencia y con su amistad, y Dios las honró a ellas.
Mañana veremos cómo estas mujeres se convirtieron en compañeras de Jesús en la ministración del evangelio, pero quiero hacer una pausa por un momento y preguntarte:
- ¿Cuál es tu historia?
- ¿Qué hay en tu pasado?
- ¿Qué ha hecho Jesús por ti?
- ¿De qué te ha perdonado?
- ¿De qué te ha liberado?
- ¿De qué te ha sanado?
- ¿Qué diferencia ha hecho Él en tu vida?
- ¿Dónde estarías hoy si no fuera por Jesús? ¿Si no hubiera venido a tu vida, cómo sería tu vida?
Recuerda. Recuerda y luego adora.
«Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades; el que rescata de la fosa tu vida» (Sal. 103:2-4).
Mientras recuerdas, mientras piensas en lo que Él ha hecho por ti, ¿no te hace esto querer estar con Él? Como lo hicieron estas mujeres. Y ¿qué sería más apropiado, más precioso, que estar en compañía de Jesús mientras las buenas nuevas de Su reino son proclamadas? Y luego llegar a ser parte de ese ministerio.
Mañana estudiaremos más al respecto, cómo estas mujeres lo hicieron, y cómo podemos nosotras hacerlo; mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Gracias Señor por Tu corazón, Tu cuidado y Tu interés por las mujeres, por nosotras. Gracias porque nos has sanado, nos has redimido, nos has perdonado y queremos estar contigo. Queremos ser amigas y seguidoras constantes, fieles, leales, firmes de nuestro Salvador, en cuyo nombre oramos, amén.
Carmen: Esa es Nancy DeMoss de Wolgemuth, explicando un versículo en Lucas capítulo 8, lleno de significado. Los ejemplos de las mujeres descritas aquí nos animan a todas a desarrollar la hermosura de un corazón generoso.
Estudiar la Palabra de Dios como lo hemos hecho hoy tendrá un gran efecto en tu vida, en tu futuro y en tu familia. Eso fue lo que descubrió una oyente llamada Lori. En el 2008 una amiga le presentó Aviva Nuestros Corazones.
Lori: Ella sabía que yo estaba luchando con algunos problemas en mi matrimonio, por lo que me recomendó a Nancy DeMoss al momento de sugerirme que buscara enseñanza bíblica saludable. Comencé a escuchar Aviva Nuestros Corazones permitiendo que este ministerio le hablara a mi corazón.
El efecto que tuvo Aviva Nuestros Corazones fue de incontables formas. Primero, creo que el Señor me reveló que yo tenía un evangelio falso, vivía en gran medida lo que la cultura acepta como feminidad. Obviamente todavía soy una obra en proceso, pero aprendí tanto de la feminidad bíblica y del honor que es ser mujer, estar casada, y amar en un matrimonio, de una forma distinta.
Mi enfoque pasó de estar en el quebrantamiento de mi esposo y se tornó a mí y a mi propia desobediencia, y mis propias fallas como alguien que practica la autojusticia y se proclama a sí misma como una mujer de Dios.
Y esto hizo que realmente mirara a Jesucristo de una forma distinta, no como un accesorio sino… Yo estaba, por supuesto, asistiendo a la iglesia y participando de todas las «actividades de iglesia», pero no estaba permitiendo que el evangelio penetrara a mi vida de la forma en que escuché a Nancy hablar del evangelio. De hecho, si había problemas sobre los cuales no quería conocer la verdad, no escuchaba a Nancy.
Me decía a mí misma: «No me importa. No quiero ni saber lo que ella tiene que decir hoy. Quiero estar enojada. Quiero estar enfadada. Quiero que sea él quien cambie. No quiero que la culpa siempre recaiga sobre mí. No quiero siempre tener la culpa si soy yo la que realmente está buscando del evangelio y no él».
Tuve que enfrentar la verdad de que mi andar es mí andar y soy responsable delante del Señor, debo rendirle cuentas por la forma en que camino. Probablemente no habría sabido eso si no me hubieran introducido Aviva Nuestros Corazones. Realmente hizo una diferencia en mi vida y de seguro salvó mi matrimonio en muchas ocasiones.
Carmen: Nancy, la historia de Lori realmente nos deja ver el valor de motivar a las mujeres a que se sumerjan en la Palabra de Dios.
Nancy: ¡Wow! Solo piensa en el efecto que el cambio en el matrimonio de Lori puede tener en sus hijos y en otros alrededor de ella. Estoy tan, pero tan agradecida de que Aviva Nuestros Corazones estuviera allí para Lori en el 2008 cuando ella estaba buscando ayuda para su matrimonio.
Todos esos años, ha habido oyentes que quieren invertir en las vidas de mujeres como Lori y por esto apoyan Aviva Nuestros Corazones. Estas personas ayudan a que este programa sea posible, y así para que ella, y otras puedan escucharlo. Y ahora en el año 2018, esa inversión todavía está rindiendo frutos en una mujer y en una familia que ha sido transformada por la belleza y el poder del evangelio de Jesucristo.
Creo que existen muchas otras mujeres como Lori que estarán enfrentando necesidades serias en sus vidas en el próximo año. Quiero que Aviva Nuestros Corazones esté allí para ellas. Así que ¿podrías considerar cuál podría ser tu ayuda para que nosotros podamos aprovechar las oportunidades que tenemos por delante y suplir las necesidades actuales del ministerio?
Tú eres una parte vital de este ministerio, como oyente y cómo colaboradora. Tu apoyo hace posibles estos programas diarios, la producción de recursos en español para ministerios de mujeres, y conferencias como la que estaremos llevando a cabo el mes de septiembre.
Para hacer tu donación visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com, allí también podrás informarte de todos los detalles de la conferencia True Woman '18. Reúne a un grupo de mujeres y juntas únanse a nosotros para buscar juntas al Señor. Mantente en sintonía con nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com para más detalles de la transmisión en vivo.
Muchas gracias por tus oraciones, ánimo y apoyo ya que juntas ayudamos a otras mujeres a experimentar y vivir la hermosura del evangelio.
Carmen: Mañana continuaremos nuestro estudio sobre las mujeres que viajaron con Jesús y ayudaron a suplir sus necesidades prácticas. ¿Crees que el que Jesús permitiera que estas mujeres suplieran Sus necesidades es evidencia de Su humildad? Descubre más acerca de esto, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Cultivando un corazón generoso juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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