La belleza de la santidad
Carmen Espaillat: Con nosotras Nancy Leigh DeMoss.
Nancy Leigh DeMoss: En una cultura grosera, en medio de la cual las jóvenes se han vuelto salvajes y libertinas, las mujeres cristianas deben destacarse por su pureza. Ahora bien, no estoy hablando acerca de ser autosuficientes o bonachonas, hasta ingenuas, sino de llevar una vida sana y pura en Cristo de forma que nuestro estilo de vida brille en medio de la oscuridad de este mundo.
Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Si tienes hijos pequeños te recomendamos mantenerlos ocupados en otro lugar mientras tratamos este tema, luego regresas con nosotras. Hoy veremos lo práctica que resulta ser la Biblia al tratar sobre algunas de las conductas más indignantes que se publican en las portadas de los tabloides y sobre otras conductas indignantes que suceden detrás de las puertas con personas …
Carmen Espaillat: Con nosotras Nancy Leigh DeMoss.
Nancy Leigh DeMoss: En una cultura grosera, en medio de la cual las jóvenes se han vuelto salvajes y libertinas, las mujeres cristianas deben destacarse por su pureza. Ahora bien, no estoy hablando acerca de ser autosuficientes o bonachonas, hasta ingenuas, sino de llevar una vida sana y pura en Cristo de forma que nuestro estilo de vida brille en medio de la oscuridad de este mundo.
Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Si tienes hijos pequeños te recomendamos mantenerlos ocupados en otro lugar mientras tratamos este tema, luego regresas con nosotras. Hoy veremos lo práctica que resulta ser la Biblia al tratar sobre algunas de las conductas más indignantes que se publican en las portadas de los tabloides y sobre otras conductas indignantes que suceden detrás de las puertas con personas que nunca te hubieras imaginado. Nancy continúa en la serie El hermoso diseño de Dios para la mujer: Viviendo Tito 2:1-5 .
Nancy: Como sabrán el año 2008 fue nombrado por el ministerio Aviva Nuestros Corazones, como el año de la mujer verdadera, y tratamos de enfocar todos los programas de ese año en particular hacia lo que significa ser una mujer verdadera de Dios. Ahora bien, a medida que estudiamos el libro de Tito en el capítulo 2 tenemos el retrato de una mujer verdadera como luce ella cuando ya es una mujer mayor y que es lo que ella hace para ayudar a las mujeres más jóvenes a convertirse en mujeres verdaderas.
Tito capítulo 2 en el versículo 3 dice, “Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta.” Así que nos muestra un cuadro de piedad, de mujeres que temen al Señor, cuyo comportamiento refleja su reverencia por Dios, y luego vemos que ellas están para entrenar a las mujeres más jóvenes, versículo 4: “Que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos.”
Versículo 5: “A ser prudentes, puras”. Aquí hay pureza, una de las virtudes. “Hacendosas en el hogar”, aquí vemos la domesticidad. “Amables”, y luego tenemos la cuarta virtud, sumisión, “sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada.”
Estamos yendo a través de estas cualidades que representan verdaderas características de las mujeres cristianas, y tanto hoy como en la próxima sesión, queremos echar un vistazo a la virtud de la pureza, a ser puras. Ahora bien, como es el caso de cada una de estas virtudes, la pureza cristiana contrasta de forma muy marcada con lo que es característico o generalmente cierto en un mundo incrédulo. A lo largo del libro de Tito, como hemos visto en esta serie anteriormente, la descripción del mundo es bastante gráfica y resulta ser cualquier cosa menos pura.
Por ejemplo, recuerda cuando Pablo dijo en Tito capítulo 1, versículos 15 y 16, “Mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan, siendo abominables y desobedientes e inútiles para cualquier obra buena.” Luego él nos dice en el 3:3, “esclavos de deleites y placeres diversos.”
Ellos no son puros. Ellos son esclavos de las pasiones y de los placeres. Ellos sencillamente hacen lo que su carne tiene deseo de hacer, sin importar si esté bien o mal. Esta es una descripción del mundo incrédulo.
Y quiero hablar de una forma bien clara aquí. A veces dudo acerca de este tipo de cosas porque sé que tenemos algunos oyentes quienes, gracias a Dios, tienen una exposición limitada a esos aspectos de la cultura, y tenemos adolescentes y oyentes jóvenes. No quiero en lo absoluto tentar o decir cosas que produzcan un apetito o sed por el pecado
Nunca pretendo glorificar el pecado, pero para la mayoría de nosotras, si estás respirando hoy día, de seguro tienes conocimiento de esto. No es un secreto para nadie que esta es una época que no es pura. Esta es la época de “Las Chicas Hooters”, de los desfiles de moda de “Victoria’s Secret”, de los infocomerciales de televisión —tarde en la noche— promoviendo videos de “Chicas Salvajes” en los que atractivas y jóvenes mujeres exponen sus cuerpos y cometen otros actos sexuales en público para las cámaras. Esta es la Era de Fiestas de Sexo en las universidades, donde a los estudiantes se les regalan condones y consejos para tener sexo seguro.
Esta es la época de los “swingers”, que celebran y promueven la actividad sexual no monógama y quizás —este puede que sea un término nuevo para ti— el poliamor. Esta es la práctica de tener múltiples relaciones sexuales a la vez con el pleno conocimiento y consentimiento de todos los involucrados. A esto le llaman “poliamor” que significa “amor múltiple”.
Esta es la era de Bridget Jones y otra Chick Lit con sus francos temas sexuales. Esta es la época de las series “Sex and the City” (Sexo y la Ciudad) y “Grey's Anatomy” (Anatomía de Grey) y “America's Top Model,” (La Top Model de América) y si no sabes de lo que estoy hablando, cuenta tus bendiciones. Es la época de música popular con contenido, tonos y líricas sexuales las cuales no podemos ni queremos leer en este programa y la época de las líneas telefónicas calientes, y así sucesivamente.
Ahora bien, en el contexto de la cultura del primer siglo donde los instintos más básicos y carnales, no estaban restringidos, donde la promiscuidad era celebrada, el apóstol Pablo nos dice en Tito capítulo 3, empezando en el versículo 3: “Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos…pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y Su amor hacia la humanidad, Él nos salvó”.
El obró por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que el derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo. ¡Él nos salvó! ¿De qué? Del pecado, de la impureza, del libertinaje, de la decadencia, de nuestra carne, de ser esclavos de varias pasiones y placeres.
Aquellos que pertenecen a Cristo han sido salvados. Ellos han sido rescatados de esa vida impura. Ellos han sido libertados del pecado. Ellos son diferentes de aquellos que no siguen a Cristo, y esta diferencia debe ser obvia para todos.
Esta es la parte que tanto me impacta acerca del libro de Tito a medida que he estado meditando en estos tres capítulos completos —el contexto del pasaje que estamos estudiando en Tito 2— y es el marcado contraste entre aquellos que siguen a Cristo y los que no lo hacen. Así es como debe ser. Debe existir un fuerte contraste.
No debería ser difícil identificar cuando alguien es realmente un cristiano. El mundo que no cree se caracteriza por la impureza y los creyentes en Cristo deben ser puros.
El capítulo 2, versículo 14 del libro de Tito dice acerca de Cristo “Quien se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad”. ¿Qué tanto? De toda iniquidad, para “purificar para sí un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras.” ¿Puedes observar el contraste aquí?
● Ustedes eran inicuos; no respetaban la ley.
● Ustedes eran necios.
● Ustedes fueron desobedientes.
● Ustedes eran impuros, pero Cristo murió. Él se dio a sí mismo para redimirles de todo eso.
De acuerdo al capítulo 1 de Tito, los creyentes están supuestos a ser irreprochables en todos los aspectos de sus vidas; en lo relativo a su moral, y a su comportamiento en general. El capítulo 2, versículo 12, se nos dice que nosotros debemos “renunciar a la impiedad y los deseos mundanos y vivir de forma sobria, justa y piadosamente.”
En una cultura grosera, donde las mujeres se han vuelto salvajes, las mujeres cristianas están llamadas a destacarse por ser puras. Ahora bien, no estoy hablando de que se muestren autosuficientes, bonachonas o hasta ingenuas, sino que deben reflejar una vida sana y pura en Cristo que brille como una luz en un mundo oscuro.
La palabra pura, o como está traducida en la Reina Valera del 60 como sobria y en otras versiones como casta, es una palabra algo pasada de moda pero que me gustaría traerla de nuevo al uso. Casta o pura significa “limpia de toda culpa, limpia de mancha, inmaculada, no contaminada”. Se habla de pureza moral o inocencia, de ser sin defecto moral o culpa, ser pura de mente y corazón, ser modesta y casta. Esto define como los cristianos en general y las mujeres cristianas en particular, deben vivir en este mundo.
Entonces, ya sabes que existen dos aspectos de pureza en nuestras vidas como cristianos. Primero, esta esa pureza posicional. Esa pureza es la que se da en nuestras vidas desde el momento en que nacemos de nuevo. Fuimos regenerados. Fuimos declarados justos o justificados y puras posicionalmente por el sacrificio de Cristo—esto es la justificación.
Esta es nuestra salvación inicial. Dios nos ve no como nosotros éramos sino como somos ahora en Cristo. Hemos sido salvados, y esa pureza posicional es una verdad en cada creyente.
Esa es la razón por la que, a lo largo del Nuevo Testamento, los cristianos son llamados santos. Esto no se debe a que siempre actuaron santamente. Sino que se debe a que ellos han sido hechos —han sido declarados— justos por Dios a través de la obra hecha por nuestro Señor Jesucristo, quien tomó nuestro lugar, librándonos de la muerte debido a nuestros pecados—nos declaró justos, puros delante de Dios.
Somos posicionalmente puros, y luego tenemos la otra clase de pureza pureza práctica. Esto es lo que los teólogos llaman frecuentemente santificación. Esto no ocurre en un momento y listo se acabó. Esta pureza es un proceso que se da a lo largo de nuestras vidas donde nos vamos convirtiendo en personas puras al vivir lo que Dios ha declarado —posicionalmente— que es verdad sobre nosotros. Esta es la parte —la pureza práctica— que requiere entrenamiento. Las mujeres mayores capacitan y enseñan a las mujeres más jóvenes a ser puras.
Tú no puedes entrenar a alguien para que sea un cristiano. Esta parte sucede por la gracia de Dios, a través de la fe. Es un trabajo que Dios hace en nuestros corazones, haciéndonos semejantes a Él, y Él es quien salva, no por obras que hayamos hecho.
No puedes convertir a nadie en un cristiano. El Espíritu de Dios es quien lo hace dentro de nosotros. Él nos declara justos y rectos ante Dios por Cristo Jesús. En cambio las mujeres mayores sí pueden discipular a las mujeres más jóvenes. Nos podemos discipular una a la otra en el proceso de purificarnos, de hacernos prácticamente puras, de santificarnos.
Ahora bien, quisiera que miráramos en el Antiguo Testamento un pasaje que considero es una imagen maravillosa acerca de la pureza práctica, y lo encontramos en el libro de los Salmos en el Salmo 101. Este es un salmo de David, y en mi Biblia se titula “Decisión de vivir rectamente” (LBLA).
La misericordia y la justicia cantaré, a ti, oh SENOR, cantaré alabanzas. Prestaré atención al camino de integridad (Salmo 101: 1-2).
En la medida que voy leyendo este Salmo, selecciono las palabras que describen un corazón que es puro o que está libre de culpa. Hay diferentes sinónimos utilizados.
Prestaré atención (voy a meditar, me detendré en) al camino de integridad. ¿Cuándo vendrás, Señor, a mí? En la integridad de mi corazón andaré dentro de mi casa. No pondré cosa indigna delante de mis ojos.
Algunas de sus traducciones dicen: todo lo “injusto” o lo “perverso”. No pondré delante de mis ojos nada de eso.
Aborrezco la obra de los que se desvían, no se aferrará a mí. El corazón perverso se alejará de mí; no conoceré maldad. Destruiré al que en secreto calumnia a su prójimo; no toleraré al de ojos altaneros y de corazón arrogante.
Mis ojos estarán sobre los fieles de la tierra, para que moren conmigo; el que anda en camino de integridad me servirá. El que practica el engaño no morará en mi casa; el que habla mentiras no permanecerá en mi presencia. Cada mañana destruiré a todos los impíos de la tierra, para extirpar de la ciudad del SEÑOR a todos los que hacen iniquidad” (versículo 1-8).
A medida que leemos este pasaje, necesitamos recordar que David tenía las mejores intenciones cuando elevó su oración al Señor. Esto reflejó su corazón durante la mayor parte de su vida, pero en algunas situaciones durante la vida de David, él hizo una serie de compromisos y no siempre vivió conforme al compromiso de tener un corazón puro como él expresó en este pasaje. Él no siempre vivió con los estándares de vida que él había establecido para sí mismo, y eso solo nos dice que para ser puros se requiere de una constante vigilancia.
No puedes bajar la guardia. Nunca llegarás al punto —no importa cuál sea tu edad— que hayas madurado de tal forma en Cristo o que lleves tanto tiempo caminando con el Señor, que llegues al punto de no necesitar de la gracia de Dios para protegerte y para salvaguardar tu corazón y para mantenerlo apartado del pecado.
Si piensas que has llegado a un lugar donde estarás exento de algún pecado, te habrás vuelto vulnerable a ese pecado y a otro tipo de pecados. Pero a medida que leemos el texto, vemos que es una expresión del corazón de David que caracterizó la mayor parte de su vida. Esto genera algunas preguntas que nos ayudan a personalizar esto.
A medida que lees este pasaje, ¿te has hecho la determinación de tener un corazón irreprensible, que sea intachable? ¿Te has propuesto vivir una vida intachable, inmaculada de principio a fin, ser pura de corazón, en tu caminar y tu hablar? ¿Estás determinada a hacerlo? ¿Has establecido esto en tu corazón?
¿Has resuelto ser pura, no solamente en público, sino también en privado? “En la integridad de mi corazón andaré dentro de mi casa” (versículo 2). Cualquiera de nosotras puede lucir espiritual, sentada en este salón donde grabamos Aviva Nuestros Corazones; seguramente nadie gritará o dirá groserías ni actuará de forma egoísta. Quizás tengas pensamientos de este tipo, pero probablemente no los expresarás abiertamente.
La verdadera prueba de pureza no es lo que haces sentada en esta sala. La prueba de tu pureza es quien eres cuando llegas a tu hogar y como tratas a tus hijos, como tratas a tu esposo, como tratas a tus padres o a tu compañera de cuarto y a las personas con quienes trabajas y también a tu jefe—quien no siempre te trata de la forma como tu quisieras. Lo vemos en la forma como tratas a las personas que trabajan para ti. Se trata de tener integridad de corazón en los ambientes más íntimos y privados.
¿Te molesta la impureza? ¿Te perturba? Esto es algo que observo en David aquí. Él está preocupado. Él está perturbado cuando ve algo impuro. ¿Te molesta la impureza cuando la ves en los demás, cuando la ves en nuestra cultura, cuando leo ese listado que leí al principio de esta sesión acerca de la cultura de obscenidad en la que vivimos… o sencillamente ya te estás acostumbrado a ello?
¿Has visto tanta grosería y obscenidades en la televisión que ni siquiera te sacude nada de esto? ¿Te has acomodado o has aceptado el mal? O, ¿acaso has dicho “No, hay un nivel de tolerancia 'cero' en cuanto al pecado en mi vida”? Eso es lo que está en el corazón de David aquí—no simplemente que te moleste cuando lo ves en otros o en la cultura, sino más importante aún… te molesta cuando lo ves en ti mismo.
● ¿Lo ves en ti misma?
● ¿Tienes los ojos bien abiertos para ver el pecado en cualquier otra persona pero eres muy orgullosa para ver tus propios defectos?
● ¿Estás dispuesta a ser entretenida por aquellas cosas que son pecaminosas, que no son santas, para reírte con ellas y disfrutar de ellas?
● ¿Qué nivel de tolerancia tienes por las cosas que no son puras? ¿Toleras un poco de ello?
● ¿Alrededor de qué tipo de personas gravitas o compartes? Vemos a David en los Salmos diciendo, “Me siento atraído por las personas de corazones puros. Quiero rodearme de esas personas.”
● ¿Te sientes atraída por las personas de corazón puro, o te sientes atraída por aquellas personas cuya conversación y estilo de vida son inapropiados, fuera de tono o perversos?
● Una vez más, e igualmente importante, ¿qué tipo de gente gravita hacia ti? ¿Se sienten cómodas las personas groseras y perversas contigo, mientras cuentan sus historias? Y de ser así, ¿te podrías preguntar, por qué?
Ahora bien, no estoy diciendo que nuestras vidas deben hacer sentir mal a las personas que no conocen a Dios, en el sentido de que se sientan que les estamos juzgando o condenándoles o criticándolos. Necesitamos corazones llenos de compasión y de misericordia hacia los pecadores, pero debemos preguntarnos si las personas perciben que nos sentimos cómodos con la impureza.
Ahora quiero decir que el objetivo de todo esto, el objetivo de la integridad y el de ser libre de culpa y ser puros de corazón, no es hacernos lucir bien. Esto sería auto-rectitud o auto-justicia. El objetivo es hacer a Dios lucir bien. Es glorificar a Dios al reflejar la pureza de Cristo en nuestro mundo.
En Hebreos 7:26 se nos dice que Jesús es un sumo sacerdote santo, inocente e inmaculado. Cuando somos puros así como Él es puro, reflejamos a Cristo y glorificamos a Dios en nuestro mundo. La gente pura o las mujeres que tienen un corazón puro tienen un impacto en un mundo oscuro e impío. El impacto de sus vidas es exponer la oscuridad y atraer a otros a la luz de Cristo.
Pienso en ese pasaje de Filipenses 2 que dice “haced todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones”. ¿Para qué? “Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (versículos 14-15).
Esta pequeña luz en mí, la dejaré brillar, déjala brillar, déjala brillar.
Ahora bien, ¿cuál es esa luz? ¿Es acaso mi santidad? No, es la pureza de Cristo, la bondad de Cristo que es santa e inocente y pura. Permíteme decirte que hay un impacto específico que las Escrituras prometen que tendrá lugar en los esposos cuando sus esposas tengan vidas puras. 1 Pedro 3 nos habla acerca de los esposos que no son creyentes o no están caminando con Dios, que “pueden ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres, al observar vuestra conducta casta y respetuosa” (versos 1-2).
Por cierto, ayer me encontré con un significado de la palabra puro en un diccionario griego, definición esta que nunca antes había notado. Este diccionario decía que esta palabra, hagnos, originalmente significaba “lo que despierta temor y asombro”, y pensé en 1 Pedro 3 cuando leo eso. Esto es lo que despierta temor y asombro en un esposo inconverso, cuando él ve a su esposa teniendo un comportamiento puro—actitud y forma de pensar puros.
La sumisión es parte de eso, y retomaremos este tema más adelante dentro de esta serie. Los cristianos siendo puros así como Cristo es puro despertarán asombro en nuestro mundo caído. La luz se encenderá. Que sea la luz. ¿Qué es la luz? Es la luz de Cristo que vive Su vida pura y santa a través de nosotros.
Luego, el objetivo final es que nosotros seamos una novia pura para Cristo. Cristo amó a Su iglesia. Él,
Se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la Palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada (Efesios 5:25-27).
Su propósito es presentar a la iglesia ante Él mismo como una novia pura y santa. Por eso es que queremos ser puros, no solo por nuestro testimonio ante el mundo, sino también por nuestro amor por Cristo; es por eso que quisiéramos ser su novia pura. A medida que somos santificados, que nos vamos purificando, y que las mujeres mayores van entrenando a las más jóvenes para ser puras, llegará el día —y esta es nuestra esperanza— cuando nos uniremos a la gran multitud en el cielo.
De acuerdo con el libro de Apocalipsis 19:6, la gran multitud es:
Como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decía: ¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina. Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio (hasta el versículo 8).
Así que a medida que escoges decir “sí” a la pureza de Cristo y “no” a todo lo que sea impuro y dices, “Yo quiero caminar dentro de mi casa en integridad de corazón y pureza de mis manos y vida”, no lo estás haciendo para ser recta o por tu propia justicia. No lo estás haciendo para verte bien.
Lo estamos haciendo para crear asombro, no lo estás haciendo para verte bien, lo estás haciendo para crear asombro, crear admiración en un mundo caído para que todos puedan ver la luz de Cristo encendida en nosotros, y lo estamos haciendo por amor, devoción y pasión por Cristo, cuya novia somos nosotros, para que podamos presentarnos ante Él sin culpa, sin mancha, sin tachas, sin arruga ni cosa semejante, de lino fino, brillante y puro.
Carmen: Nancy Leigh DeMoss ha estado ofreciendo un llamado a la santidad. ¿Refleja tu vida esa belleza a un mundo en necesidad? El mensaje de hoy es parte de la serie titulada El hermoso diseño de Dios para la mujer . Puedes acceder a todos los programas de esta serie al visitar www.AvivaNuestrosCorazones.com.
Si realmente amas a otros con el amor de Cristo, esto te mantendrá sexualmente pura. Nancy lo explicara en la próxima entrega del programa.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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