La batalla por el control
Annamarie Sauter: Décadas atrás, una canción popular puso en palabras la batalla entre hombres y mujeres por el control. Y también refleja la actitud de muchas personas hacia Dios. La canción se titula, «No eres mi dueño» y la interpreta Lesley Gore.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: 🎶No eres mi dueño. No soy solo uno de tus tantos juguetes🎶. Fue una canción muy popular. Creo que fue la número 2 en las listas de éxitos en el 1964 en los EUA.
🎶No eres mi dueño, de ninguna manera trates de cambiarme🎶.
Nancy: Ahora, puede ser que esto haya sido popular en el año 1964, pero ¿me equivoco si digo que ese es esencialmente el lema de cada corazón humano de todas las épocas? «No me digas qué hacer». Pues bien, el evangelio nos llama a una mentalidad que es totalmente opuesta a esa forma de pensar.
Annamarie: Hoy …
Annamarie Sauter: Décadas atrás, una canción popular puso en palabras la batalla entre hombres y mujeres por el control. Y también refleja la actitud de muchas personas hacia Dios. La canción se titula, «No eres mi dueño» y la interpreta Lesley Gore.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: 🎶No eres mi dueño. No soy solo uno de tus tantos juguetes🎶. Fue una canción muy popular. Creo que fue la número 2 en las listas de éxitos en el 1964 en los EUA.
🎶No eres mi dueño, de ninguna manera trates de cambiarme🎶.
Nancy: Ahora, puede ser que esto haya sido popular en el año 1964, pero ¿me equivoco si digo que ese es esencialmente el lema de cada corazón humano de todas las épocas? «No me digas qué hacer». Pues bien, el evangelio nos llama a una mentalidad que es totalmente opuesta a esa forma de pensar.
Annamarie: Hoy exploraremos la forma de pensar a la que nos llama el evangelio, aquí en Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Hemos estado viendo el Manifiesto de la Mujer Verdadera, y hemos estado diciendo que declaramos nuestro deseo e intención de ser mujeres verdaderas de Dios por Su gracia y en humilde dependencia de Su poder. Nosotras vamos a… y entonces vimos 15 afirmaciones que expresan cómo viviremos de acuerdo a lo que hemos dicho que afirmamos.
Hoy hablaremos sobre la segunda de esas afirmaciones.
Gozosamente le cederemos el control de nuestras vidas a Cristo como Señor - diremos: «Sí, Señor» a la Palabra y a la voluntad de Dios.
Qué mensaje tan contrario a lo que acabamos de escuchar: «No eres mi dueño. No me digas qué hacer», y nosotras estamos diciendo que estamos gozosas de pertenecer a Cristo y le diremos: «Sí, Señor» a Él.
Mientras trabajaba en este programa tenía unos huéspedes en mi casa. La mamá, que tiene varios niños pequeños le dijo a su niñita de cinco años, «no hagas eso», pero se dio cuenta que la pequeña no le estaba prestando atención, y esta mamá le dijo, «sí, mamá». Ahora, lo que ella quiso decir con ese, «sí, mamá», fue: «Quiero saber que escuchaste lo que dije. Reconoce que lo escuchaste y que estás de acuerdo con eso y si no estás de acuerdo, habrá consecuencias». Esto es todo lo que quiso decir con, «sí, mamá».
Pensé en ese caso particular porque estaba trabajando en esta sección sobre decir: «Sí, Señor. Sí, Señor, escuchamos lo que dijiste. Estamos reconociendo que Tú lo has dicho, y estamos de acuerdo en vivir por ello». Esta declaración dice que cederemos gozosamente el control de nuestras vidas.
Cuando hablamos sobre la sumisión a Cristo como Señor, rendirnos a Él, no estamos hablando de algo que es obligado. No estamos hablando de dejarle ser el Señor de nuestras vidas a regañadientes. Estamos diciendo que es un privilegio. Es una bendición vivir bajo Su control. Por muchas razones, pero no menos importante es reconocer aquella en la que como las ovejas, somos torpes. Necesitamos liderazgo. Necesitamos supervisión. No somos lo suficientemente sabias como para dirigir nuestras propias vidas.
Ahora, esta declaración: «Vamos a ceder gozosamente el control de nuestras vidas a Cristo como Señor», fluye de lo que hablamos en la última sesión, que es el amor a Dios. Procuramos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. No puedes separar la sumisión a Dios del amor a Dios. Es por eso que empezamos por el amor a Dios, porque cuando le amas con todo tu corazón, entonces lo demás no será una carga. No te sentirás amenazada por rendir tu vida bajo Su señorío.
Hay un gran cuadro de esto en Éxodo capítulo 21, empezando en el versículo 2, en la ley del Antiguo Testamento. Es un cuadro de lo que hemos estado hablando. El pasaje dice en el versículo 2,
«Si compras un siervo hebreo, te servirá seis años, pero al séptimo saldrá libre sin pagar nada…» Versículo 5: «Pero si el siervo insiste, diciendo: Amo a mi señor…no saldré libre, entonces su amo lo traerá a Dios, y lo traerá a la puerta o al quicial; y su amo le horadará la oreja con una lezna, y él le servirá para siempre» (vv. 2,5-6).
Un siervo. Este es un siervo que dice después de seis años: «Soy libre para irme, pero amo a mi señor. Él ha provisto para mí. Ha cubierto mis necesidades. Es un buen señor, y quiero quedarme a su servicio para siempre». Y entonces se convierte en siervo.
Nosotras somos llamadas a ser siervas de Jesucristo. «Sí, Señor, ¿cuál es tu deleite? ¿Cuál es tu voluntad? ¿Qué quieres que haga con mi vida? Tú estás en control». Pero nosotras le damos a Él ese control, le cedemos ese control a Él como Señor con corazones conscientes de que Él nos ha amado, que Él ha provisto para nosotras, ha satisfecho nuestras necesidades y nuestra entrega a Él es una respuesta de amor. Yo amo a mi Señor.
¿Y existen algunas cosas de la vida cristiana que me parecen difíciles o retadoras, estresantes por momentos? Claro, por supuesto. ¿Hay cosas que Dios me pide hacer que yo preferiría no hacer? Claro, por supuesto. Mi carne con frecuencia se opone a la voluntad de Dios. Pero les diré algo, en lo que respecta a esto, yo amo a mi Señor. Y sé que si Él me dirige, Él sabe que es para mí bien. Es por mis mejores intereses. Confío en Él. Confío en Su corazón.
Le he dicho a mi Señor, remontándome a cuando era una niña, alrededor de mis 5 o 6 años de edad, había un conocimiento consciente de que Él era el Señor. Él es mi Señor. Le dije, «quiero ser tu sierva por el resto de mi vida».
Ahora, ¿ha habido momentos en los que me hubiera gustado no haberme comprometido tanto? Por supuesto. Pero Dios se mantiene siempre trayéndome a este punto. Amo a mi Señor, y quiero ser su sierva. Gozosamente le cedo el control a Él. El fundamento para esta mentalidad de decir, «sí, Señor», esta manera de pensar rendida, es que confiamos en Dios. Creemos que Él es Dios, que Su Palabra es verdad, que sus caminos son buenos, que Su voluntad es la mejor.
Ese es realmente el corazón del asunto, cuando de rendirse a Cristo como Señor se trata.
¿Confías en Él?
¿Crees que Él te ama?
¿Crees que Él tiene los mejores intereses de tu corazón en mente, que Él nunca haría nada que no sea lo mejor para ti?
Es por esto que es tan importante que lleguemos a conocer quién es Dios. No puedes confiar en alguien a quien no conoces. Si tu visión de Dios es sesgada o distorsionada o errada, no te das cuenta de cuán sabio es Él, o cuán amoroso o cuán confiable. Entonces, estarás siempre preguntándote por qué confiar en Él lo suficiente como para cederle, rendirle el control de tu vida.
Yo diría, a propósito, hablando a las más jóvenes (estoy tan agradecida de tener jovencitas en nuestra audiencia). Puedo recordar cuando estaba en esa etapa de la vida y, en este peregrinaje en el cual todavía estoy, de llegar a conocer a Dios. Pero hoy sé y conozco mucho más de Él de lo que conocía en aquel entonces. Pero necesité fe para poder decir, «Señor, confío en ti a pesar de lo poco que conozco de ti, confió en ti a pesar de lo poco que sé de ti y me someteré a Ti». Pero estoy tan agradecida de que he estado en este peregrinaje de llegar a conocerlo mejor, porque mientras más le conozco, más me doy cuenta de que Él es digno de mi confianza y de mi total rendición de corazón.
Hay una batalla tal por el control que se libra dentro de nuestros corazones, ¿no es así? Gozosamente cederemos el control de nuestras vidas. Esa declaración incluso sugiere que no siempre es fácil. Muchas veces nuestra voluntad entra en conflicto con la suya. Al leer las escrituras, ves que el viento, las olas, la naturaleza, los demonios obedecen Su Palabra. ¿Cómo podremos entonces nosotras resistirle?
Cada parte, cada área de mi vida estará bajo el control de Su Espíritu. ¿Existe algún área de tu vida donde no le hayas cedido el control, donde estás reservándote el derecho de tomar la decisión final? ¿Cualquier área de tu vida? «Gozosamente le cederemos el control a Cristo como Señor».
Ese, por cierto, es el primer compromiso básico. Tenemos 12 de ellos en nuestro ministerio, el Ministerio Life Action y Aviva Nuestros Corazones. Los llamamos «Compromisos Fundamentales». El compromiso número uno de este ministerio es el Señorío de Cristo y la autoridad de las Escrituras. Así es como dice:
«Nuestras vidas y ministerio deben ser edificados sobre un compromiso no negociable, de por vida, con el señorío de Cristo y la autoridad de la Escritura. Su Palabra debe determinar nuestra filosofía, dirigir nuestra toma de decisiones y reinar soberanamente sobre cada área de nuestras vidas».
Eso es solo una manera de establecer lo que dice esta afirmación en el Manifiesto de la Mujer Verdadera. «Cederemos gozosamente el control de nuestras vidas a Cristo como Señor».
Ahora, necesitamos recordarnos que Él es el Señor. Nosotras no lo estamos haciendo Señor. Él es Señor. «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra», dijo Jesús en Mateo capítulo 28, en el versículo 18. En su mensaje del día de Pentecostés, Pedro dijo: «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo» (Hech. 2:36).
Ahora, si Jesús es Señor, y Él es, la implicación de esto es que Él merece nuestra obediencia absoluta, incondicional. Tenemos que hacer lo que Él nos pide que hagamos. Jesús preguntó en Lucas capítulo 6: «¿Y por qué me llamas: Señor, Señor, pero no haces lo que yo digo?» (Luc. 6:46, parafraseado). Ves, no se logra nada bueno al decir, «sí, Señor», como animamos a las mujeres en este ministerio y en nuestras conferencias de Mujer Verdadera. Decimos, «sí, Señor, sí, Señor», pero no se logra nada bueno con decir estas palabras si en tu corazón no estás cediéndole el control a Él como Señor.
Y por cierto, el gran modelo de esto es la obediencia de Cristo a la voluntad del Padre. Él cedió gozosamente el control. Él se sometió a la voluntad de Su Padre. El Salmo 40 que también se repite en el libro de Hebreos), dice, «Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; y tu ley está dentro de mi corazón» (Sal. 40:7-8). Lo que Jesús dijo es, «Dios, te amo y me deleito en hacer tu voluntad. Tu ley está en mi corazón. Tengo tu ley en mi corazón.
Ese es el ejemplo que tenemos en Cristo. En la medida en que Él se mueve en nosotras y nos llena, Él pondrá Su ley dentro de nuestros corazones. Él no pone en nuestros corazones una obediencia de mala gana a la ley de Dios y a Sus caminos, sino un deleite en hacer la voluntad de Dios.
Debo destacar que cuando el corazón le cede el control a Cristo como Señor, es una evidencia de verdadera salvación. Si no dices, «sí, Señor» con tus labios y tu vida, no tienes un fundamento para tener seguridad de que eres hija de Dios. Con mucha frecuencia hoy tenemos personas en nuestras iglesias que están viviendo a sabiendas y voluntariamente, en pecado sin arrepentimiento y aún, diciéndose que son cristianos.
Algunas de ustedes tienen hijos pródigos y están viviendo en pecado voluntariamente, quizás viven un estilo de vida inmoral, viviendo en rebelión abierta y conocida. Pero a pesar de eso dices: «Oh, él hizo una decisión por Cristo cuando tenían tres años de edad. Yo sé que mi hijo es un cristiano. Estoy orando que regrese a los caminos de Dios». Tu hijo puede que no sea cristiano. No asumas que tu hijo es cristiano o tu compañero o tú misma, si no hay evidencia de que tienes un corazón que dice, «sí, Señor» a la hora de obedecer a Dios.
Lo que deberías estar orando por tu cónyuge o tu hijo es, «Señor, tráelos a reconocer que no son cristianos, que necesitan nacer de nuevo, que están perdidos». No les dejes descansar en una falsa seguridad o profesar algo de lo que no hay evidencia que posea.
Cuando decimos que una persona puede tomar una decisión por Cristo y luego vivir de la manera que quiera, estamos sugiriendo que la salvación es una profesión en un punto que no necesariamente cambia tu manera de vivir, que no requiere rendir tu vida a Cristo como Señor, y lamentablemente eso ha sido el resultado del evangelismo del último siglo. Como resultado, hay millones y millones de personas en este país, en tu iglesia y en la mía, que piensan que son cristianas pero que realmente no lo son. No tienen un corazón que obedece a Dios.
Ahora, quizás algunas de ustedes están pensando, «bueno, yo he desobedecido a Dios. ¿Estás diciendo que no soy cristiana?» En primer lugar, no puedo decir si eres cristiana o no. Pero, puedo decirte que si eres cristiana, habrá momentos en los que desobedecerás a Dios. Lo que estoy diciendo es que si no tienes ninguna determinación, ninguna inclinación en tu corazón a obedecer Su Palabra, entonces, no tienes ningún fundamento para asegurar que eres hija de Dios.
Así es como sabemos que le conocemos, si tenemos un corazón que anhela guardar sus mandamientos. Ahora el decir, «sí» a Cristo como Señor, decir, «sí, Señor», requiere fe. Porque en el momento en que estás frente a una decisión o a un problema en tu vida, todo lo que puedes ver son las desventajas, el dolor, el costo, las negativas, los miedos, las pérdidas, lo duro. Si digo, «sí, Señor», y sé que hay algunas mujeres solteras que nos escuchan, quizás Él nunca dejará que me case o quizás no me permita casarme con la persona con quien quiero casarme.
O si digo, «sí, Señor, mi vida es tuya; mi cuerpo es tuyo», quizás Él no me permita tener hijos, o quizás Él me dará muchos hijos. Quizás Él me enviará a… llena tu el espacio en blanco con el peor lugar en el que puedes pensar en la tierra donde no quieres ir. Quizás Dios me hará hacer esto o no me dejará hacer aquello. No me divertiré, o seré miserable.
Existen temores. Tenemos que enfrentar esos temores con fe y la fe nos ayuda a ver que en el otro lado de la obediencia, siempre hay gozo. Hay tesoros, placeres, riquezas. Hay un lugar de abundancia. Ahora, no dije que es una vida fácil porque no hay vida fácil de este lado del cielo. Pero hay un gozo que viene después que entramos en el camino de la obediencia y decimos, «sí, Señor», a pesar de lo que sentimos, pensamos, queremos, y dejamos que Él sea el Señor.
Recuerda que esta no es una opción de una sola vez, no es una decisión de una sola vez, el decir: «Sí, Señor». Decir: «Sí, Señor», es un estilo de vida. Decirlo muchas veces, diariamente, es algo continuo en la vida en la medida que Dios trae cosas nuevas a nuestras vidas y entramos en nuevas estaciones de vida. Decir: «Sí, Señor». Rendirse a los caminos de Dios a veces puede implicar tragedia, pérdida, dolor y misterios que no podremos explicar.
Decir: «Sí» a la voluntad de Dios podría significar la maternidad. Podría ser decir «sí» a la soltería. Podría ser decir «sí» a la infertilidad. Podría ser decir «sí» a permanecer en un matrimonio difícil. Podría ser decir «sí» al ministerio vocacional. Pero es saber que Dios es bueno, que Él es Dios, y que sus caminos son los mejores.
Así que el corazón de una mujer verdadera es el corazón de María de Nazaret quien dijo: «Yo soy la sierva del Señor. Yo soy la esclava del Señor. Hágase conmigo como has dicho». Es parafrasear Lucas capítulo 1, versículo 38 diciendo: «Sí, Señor».
El llamado cada día como mujeres verdaderas es a doblar nuestras rodillas. A propósito, trato de hacer eso una vez al día por lo menos. Lo he hecho por muchos años. Muchas veces, la mayor parte del tiempo es solo algo muy rápido, pero solo doblar la rodilla ante el Señor. Usualmente, es la última cosa que hago antes de ir a la cama cada noche. Arrodillarme, literalmente, físicamente ante Él como una manera de decir físicamente lo que quiero que sea cierto de mi corazón. «Sí, Señor, me rindo. Gozosamente cedo el control de mi vida a ti como Señor. Ondeo la bandera blanca de rendición. Quiero reconocer Tu señorío en mi vida».
Si la canción del mundo es «no eres mi dueño, no me digas que hacer», la canción de los corazones redimidos se puede ver en las palabras de Frances Havergal escritas en 1874: «Toma mi vida Señor, quiero consagrarla a ti».
Inclinemos nuestros corazones en un momento de oración, y en este momento tranquilo me pregunto si necesitas decir: «Sí Señor». Ondea esa bandera blanca de rendición en tu corazón y di, «Señor, no entiendo todo lo que estás demandando de mí. No sé a dónde me guiarás, y por fe quiero rendir mi vida, en este tiempo, a mí misma, cada parte de mí ser, cederte gozosamente el control de mi vida a ti como Señor».
Toma nuestras vidas, Señor y que sean apartadas, consagradas para Ti. Toma nuestro tiempo, nuestros cuerpos, nuestros apetitos, nuestros afectos, nuestro tiempo libre, nuestros trabajos, nuestras finanzas, nuestras vidas sexuales, nuestras relaciones, todo, Señor, tómalo todo. Toma nuestros corazones y que sean totalmente devotos a ti. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Nancy DeMoss de Wolgemuth regresará en breve.
Hemos escuchado una descripción de unos minutos de lo que es una vida de rendición a Dios. Es importante que cada una de nosotras entienda este tema. Para profundizar en este te animo a adquirir el libro «Rendición», escrito por Nancy. Lo puedes buscar en nuestra tienda en línea, en AvivaNuestrosCorazones.com.
Bueno y algunas maneras en las que puedes seguir esta enseñanza son:
- Lee el manifiesto. Encuéntra el acceso en la transcripción de este programa en AvivaNuestrosCorazones.com.
- Escucha las series anteriores sobre este documento también disponibles allí en nuestra página web.
- Finalmente, ven y haz estas declaraciones junto a miles de mujeres en una de nuestras Conferencias Mujer Verdadera.
Noemí, a quien conocimos en una de estas conferencias nos cuenta su experiencia…
Noemí: Yo conocí el ministerio de Aviva Nuestros Corazones a través de mi esposo. Mi esposo fue el que lo oyó y a él le bendijo. Entonces él quería que yo fuera bendecida de la misma forma. Al principio él decía: «No quiero que ella piense que yo quiero cambiarla. Al principio yo estaba resistente pero por fin lo oí.
El primer programa que escuché fue sobre el Salmo 1, y me bendijo grandemente, de verdad. Yo nací en una iglesia cristiana y he vivido mi vida en la iglesia, pero este ministerio me ha hecho ver cuánto necesito del Señor y de verdad conocer Su Palabra.
Me bendijo tanto, es algo que ha cambiado mi vida, yo sé que ha sido un instrumento, entre otros, que el Señor ha usado para cambiarme. Lo compartí con otras hermanas y ellas también han sido bendecidas en mi iglesia, y este año por primera vez estamos aquí y hemos sido bendecidas grandemente.
Annamarie: Algunas hermanas a las que Noemí se refiere estaban allí también,
Mujer: Bueno, Noemí fue quien nos introdujo en el ministerio. Ha sido una bendición, lo oímos todos los días. Que Dios las bendiga y las siga usando.
Mujer: A mí también fue Noemí, y de verdad que Noemí ha sido de bendición a la vida de nosotras. Yo en un chiste le dije a Alex que lo iba a disfrazar de mujer y lo iba a traer aquí, y me dijo que eso no, que el ministerio sí pero eso no. Es un chiste jugando con él porque él ama tanto este ministerio que de verdad quisiera estar aquí. Pero esta noche lo van a transmitir en vivo en la iglesia, así que es una bendición.
Annamarie: Noemí también nos cuenta cómo su hija más pequeña ha sido bendecida,
Noemí: Y le doy gracias al Señor porque de verdad porque para mí este ministerio ha sido de gran bendición. Ha bendecido a mi hija más pequeña que en este año tuvo lucha con ansiedad por sus estudios, y este ministerio a ella la ha bendecido mucho. Ella está aquí hoy así que le doy gracias al Señor por todas ustedes que trabajan en este ministerio, porque es de gran bendición para mi vida y para mis hermanas.
Nancy: Gracias Noemí por compartir tu historia.
Seas joven, mayor, casada, abuela, soltera… Ancladas en Cristo, arraigadas en Cristo, sostenidas por Su Palabra en todo tiempo.
Unidas busquemos al Señor.
Como hijas de Dios estamos llamadas, no simplemente a sobrevivir, sino a disfrutar de libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Para lograrlo necesitamos un fundamento estable, un ancla, una esperanza segura y firme para nuestras almas. Que resista los embates de las diversas corrientes de estos tiempos, de las inestables y cambiantes filosofías de este mundo y los engaños de nuestro propio corazón.
Únete a Mary Kassian, Dannah Gresh, Dámaris Carbaugh, Sugel Michelén y una servidora, en la Conferencia Mujer Verdadera 2020; junto con Jonathan y Sarah Jerez en las alabanzas.
Mujer Verdadera 2020, titulada «Arraigadas», se llevará a cabo en la ciudad de Monterrey, México, los días 13 y 14 de marzo. Entérate de los detalles en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. ¡Aparta tu cupo ya, porque es limitado!
Annamarie: «Puedo sobrevivir sin estar expuesta constantemente a la Biblia». ¿Has pensado de esa manera? Nancy nos dice que la Biblia es más que un accesorio en nuestras vidas, y ella nos hablará más acerca de esto mañana. Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Abrazando el diseño de Dios para nuestras vidas juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique otra fuente.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Disponible ahora por una donación
Recursos del Episodio
PDF «Manifiesto de la Mujer Verdadera»
Serie «Fundamentos del Manifiesto de la mujer verdadera»
Serie «El manifiesto de la mujer verdadera | Afirmaciones parte 1»
Serie «El manifiesto de la mujer verdadera | Afirmaciones parte 2»
Serie «El manifiesto de la mujer verdadera | Afirmaciones parte 3»
Únete a la conversación