La batalla después de la batalla de Josué
Annamarie Sauter: Después de que Josué y el pueblo de Israel ganaron varias batallas importantes, se encontraron con ciertos estafadores y engañadores. Nancy DeMoss de Wolgemuth nos dice que Israel no estaba preparado.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Este es el primer gran error de Josué como líder. Él evaluó la situación y tomó una decisión en base a lo que podía ver. Tomó una decisión según su entendimiento humano, pero falló en buscar la dirección del Único que puede ver más allá de la apariencia visible de las cosas, el Único que conoce los corazones de los hombres.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Si el engaño fuera fácil de identificar, no sería engaño. Desafortunadamente, aquellos que nos mienten son muy astutos y necesitamos estar en guardia. En la vida de Josué podemos ver una ilustración …
Annamarie Sauter: Después de que Josué y el pueblo de Israel ganaron varias batallas importantes, se encontraron con ciertos estafadores y engañadores. Nancy DeMoss de Wolgemuth nos dice que Israel no estaba preparado.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Este es el primer gran error de Josué como líder. Él evaluó la situación y tomó una decisión en base a lo que podía ver. Tomó una decisión según su entendimiento humano, pero falló en buscar la dirección del Único que puede ver más allá de la apariencia visible de las cosas, el Único que conoce los corazones de los hombres.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Si el engaño fuera fácil de identificar, no sería engaño. Desafortunadamente, aquellos que nos mienten son muy astutos y necesitamos estar en guardia. En la vida de Josué podemos ver una ilustración de esto, y Nancy nos llevará por esta escena como parte de la serie «Lecciones de la vida de Josué:(Parte 11): Librando y ganando batallas espirituales.»
Nancy: Si has estado escuchando Aviva Nuestros Corazones por algún tiempo probablemente me has escuchado hablar de lo que yo llamo, «la batalla después de la batalla.» Y esto es algo de lo que hablo en mi propia vida, al darme cuenta de que muchas veces después de haber pasado a través de una batalla espiritual o una gran victoria que Dios nos ha dado en alguna área, encuentro que es en las secuelas, en donde yo libro la mayor batalla.
Y es por eso que tengo personas que oran por mí no solo cuando estoy compartiendo o dando las conferencias o grabando los programas de radio, sino también después. Porque algunas veces allí puede haber esa decepción. Cuando bajas la guardia y te das cuenta de que puedes ser más derrotada en la batalla que viene después de la batalla, que cuando estabas siendo desafiada por la batalla misma.
Y creo que es un principio de la vida cristiana que cada victoria espiritual en tu vida, es un desafío para que el enemigo lance otro ataque contra tu alma, y algunas veces esos ataques pueden ser bastante feroces.
Y hoy en Josué capítulo 9 vamos a ver una ilustración de la batalla después de la batalla y qué sucedió a los israelitas que están ahora frescos disfrutando de una victoria fresca sobre Hai. Y Dios se ha mostrado tan grandioso, tan poderoso no solo en Hai sino también en Jericó y al cruzar el río Jordán. Y ellos han visto la mano de Dios plenamente. Dios ha obrado grandes cosas, cosas portentosas.
Y ahora, la oposición se calienta, y me gustaría agregar que no es por su culpa. El hecho de que haya una batalla después de la batalla no necesariamente quiere decir que estás haciendo algo mal. Pudiera significar que estás haciendo algo bien y la oposición ha sido despertada.
Mira Josué capítulo 9 comenzando en el versículo 1.
«Y aconteció que cuando se enteraron todos los reyes que estaban al otro lado del Jordán, en los montes, en los valles y en toda la costa del mar Grande hacia el Líbano, los reyes de los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, a una se reunieron y se pusieron de acuerdo para pelear contra Josué y contra Israel.» (vv. 1–2)
Tan pronto como todos esos «eos» escucharon de esto… ¿y escucharon de qué? Tan pronto como escucharon lo que había sucedido en Hai, lo que había sucedió en Jericó, lo que sucedió al cruzar el río Jordán, las noticias se esparcieron y todas estas naciones paganas por toda la tierra de Palestina, tan pronto como escucharon esto «a una se reunieron y se pusieron de acuerdo para pelear contra Josué y contra Israel» (v. 2).
Así que las naciones cananeas escucharon de la victoria sobre Hai por manos de Josué, y se unieron todas en contra de un enemigo común. Ellos dijeron, «no nos vamos a quedar sentados y vamos a dejar que este Josué –quien quiera que sea– pase por encima de nosotros.» Ellos pretendían quedarse en la tierra y luchar para sobrevivir.
Ahora, ellos no estaban en modo de guerra hasta que algunas victorias comenzaron a ser ganadas. Y entonces ellos dijeron, «no vamos a enfrentar esto acostados.» Bueno pues, así es el enemigo en nuestros corazones. Cuando Dios comienza a ganar algunas victorias en tu vida o en tu familia o en tu iglesia o en tu matrimonio o en tus relaciones o en tu caminar con Dios, Satanás se levanta. Y dice, «no tenía por qué molestarme contigo antes. Pero ahora veo que estás comenzando a dar territorio a Cristo Jesús y a conquistar tierra para Él, y no te voy a permitir hacer esto sin una pelea.»
Y este mundo no reconoce el hecho de que Cristo tiene el derecho de reinar y gobernar sobre este planeta. Este es un mundo anti-Cristo. Así que al buscar avanzar el reino de Cristo en este mundo, necesitamos esperar oposición y resistencia –resistencia de Satanás y de todas sus fuerzas que se oponen a Dios. Necesitamos esperar que las cosas se calienten.
Ahora, la batalla podría ser en nuestros corazones; no solo está allá afuera en la cultura. ¿Qué es lo sucede? Bueno, Cristo nos redime de la esclavitud del pecado y Él dice: «Quiero tener el control. Tú eres mía ahora. Y quiero tomar posesión de tu vida.»
Así que Él demanda el control de nuestros corazones y entonces comienza todo este proceso de conquistar cada parte del territorio dentro de nosotras que legítimamente le pertenece ahora a Él. Y Él está diciendo, «quiero tener lo que es mío, voy a tener lo que es mío»
Ahora, Él es un Rey santo y un Rey amoroso, y un Rey sabio, y un Rey que quiere lo mejor para nosotras y sabe que nuestras vidas serán bendecidas cuando vengamos bajo Su control. Así que Él no está haciendo esto para obrar en contra de nosotras, Él lo está haciendo para bendecirnos.
Él está diciendo, «voy a tomar poco a poco cada parte de tu vida. Todo me pertenece. Todo es mi posesión. Pero voy a infiltrar cada parte que legítimamente me pertenece a mí.»
Ahora, cuando Cristo comienza ese proceso en nuestras vidas, a nuestra carne no le gusta. Y nuestra carne es rápida en levantarse y proteger el territorio que ha reclamado durante tanto tiempo. Y aquí tienes una batalla que resulta entre la carne y el espíritu.
Y la carne dice: «No voy a rendir mis hábitos, ni mi lengua, ni mi tiempo, ni mis pensamientos. No voy a rendirlos a alguien más, para que Cristo gobierne sin una batalla.» Y así la carne reúne todas sus fuerzas confederadas, justo como las fuerzas confederadas lo hicieron ahí en Canaán.
Y puedes ver tus deseos y tus pecados y tus patrones de pecado y tus inclinaciones, y ellos comienzan a unirse para resistir la obra de Dios en nuestras vidas. Y algunas veces la batalla que enfrentamos dentro es más grande, después de que somos salvas, que como era antes, ya que cada parte de nosotras le pertenecía a la carne y a Satanás. No había batalla. Todos estaban del mismo lado.
Pero ahora tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotras diciendo: «Quiero gobernar tu lengua. Quiero gobernar tu matrimonio. Quiero gobernar tu tiempo.»
Y la carne le dice, «no tan rápido. Aquí va a haber una batalla.»
Y veo esta imagen en esta batalla en este grupo de reyes que se juntaron y dijeron: «Vamos a luchar contra Josué», que es una imagen en el Antiguo Testamento de Cristo, nuestro Capitán victorioso.
Ahora a través del libro de Josué, especialmente la parte que sigue, vemos muchas percepciones de batallas espirituales, sobre librar guerras espirituales –la guerra que está dentro de nosotras y la batalla que está también a nuestro alrededor. Esta confederación de reyes representaba la tierra entera de Canaán. Y tal vez no hayas reconocido todos los nombres de esos reyes, pero ellos eran representantes de porciones en el norte, en el centro y en el sur de Canaán.
Y humanamente hablando, esta era una coalición temible. Ellos podían haber triturado a Israel. Pero en la providencia de Dios –no sabemos cómo porque no tenemos la historia entera escrita aquí– pero Dios disipó esta amenaza inmediata. Y no volvemos a leer otra vez sobre este grupo particular de reyes uniéndose. Dios disipó la amenaza y Dios los refrenó de llevar a cabo sus planes. En realidad nunca sucedió.
Y esto me dice que Dios está en control. Al tú enfrentar batallas, recuerda que Dios decide cuáles realmente serán peleadas y cuáles Él va a disipar. Algunas veces las cosas que parecen ser amenazas serias en nuestras vidas resultan ser no tan feroces y temibles como pensamos que serían.
Así que deja que Dios decida. Si te encuentras a ti misma en el campo de batalla enfrentando una coalición de fuerzas librando batallas contra tu alma, recuerda que Dios aún sigue siendo soberano. Y cuando Él te lleva a la batalla, Él es soberano y Él te va a capacitar por Su gracia para tener la victoria en esa batalla.
Pero algunas veces comenzamos a temer las cosas que son amenazantes, que están inminentes en el horizonte y entonces Dios las disipa y ni siquiera suceden. Así que no temas a la batalla. No luches tus batallas hasta que sucedan porque algunas de ellas pudieran nunca llegar realmente a fructificar.
Así que tenemos estos primeros dos versículos esta imagen de esta amenaza que surgió y que nunca se produjo. Ahora, hay otras amenazas que están por venir, y estaremos leyendo de ellas en los próximos días. Pero esta, esta nunca pasó exactamente así.
Entonces en el resto de este capítulo, Josué capítulo 9, los israelitas enfrentan otro desafío, uno que es mucho menos obvio pero un desafío que realmente los atrapó de sorpresa y los hizo tropezar. Permíteme señalar que algunas amenazas a nuestra fe son obvias, pero otras son muy sutiles.
Satanás algunas veces viene a nosotras como un león rugiente y algunas veces viene como una serpiente engañosa y astuta o incluso como un ángel de luz. Son las amenazas sutiles las que pueden ser más falaces y pueden ser más peligrosas. Así que veamos lo que sucedió aquí comenzando en el versículo 3.
«Cuando los habitantes de Gabaón se enteraron de lo que Josué había hecho en Jericó y a Hai, ellos también usaron de astucia (Ellos no reunieron un ejército; ellos actuaron con astucia)
Y fueron como embajadores, y llevaron alforjas viejas sobre sus asnos, y odres de vino viejos, rotos y remendados, y sandalias gastadas y remendadas en sus pies, y vestidos viejos sobre sí;» (y me siento tan desgastada solo con leer todo esto que estaba roto, remendado y viejo)
Y todo el pan de su provisión estaba seco y despedazado.
Ahora ten en mente que aquí se nos está diciendo algo que Josué no sabe que está sucediendo.
Ellos vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los hombres de Israel: «Hemos venido de un país lejano; haced, pues, pacto con nosotros.» (vv. 3–6).
Ahora la verdad es –y muchas de nosotras conocemos la historia– que no venían para nada de un país lejano. Ellos habían venido de Gabaón que está como a veinticinco millas de Gilgal. Y si pones el resto del capítulo 9 y 10 juntos, aprenderás algunas cosas sobre Gabaón.
Primero que nada aprenderás que era una gran ciudad. Y puedes leer eso en el capítulo 10, en versículo 2. Y la ciudad de Gabaón era en realidad la cabeza de una confederación que incluía otros tres pueblos cercanos. Así que era un grupo de ciudades que estaban como a veinticinco millas de donde Josué estaba acampando con los israelitas.
También leemos en el capítulo 10 que todos sus hombres eran guerreros. Este era un grupo de hombres de combate, un grupo de guerreros. Ellos habían escuchado lo que sucedió en Jericó y en Hai, y dijeron más adelante, «temimos en gran manera por nuestras vidas.»
Así que bajo la amenaza del temor, ellos se dieron cuenta de que «no podían vencer este poder, a estos israelitas en batalla.» Así que se disfrazaron para poder ganar la simpatía del pueblo de Dios. Ellos engañaron al pueblo. Ellos se propusieron convencer a Israel para acordar un tratado de paz.
Ahora, en Deuteronomio capítulo 20 leemos que al pueblo de Israel se le permitía tener paz con pueblos que vivieran fuera de la Tierra Prometida. Pero se les mandó destruir completamente a todos aquellos que vivieran dentro de la tierra. La tierra pertenecía a Dios y Dios dice: «Le pertenece a Mi pueblo.»
Y era muy claro que si ellos sabían que estas personas venían de dentro de la tierra no habría opción para un tratado de paz.
Y es interesante ver que si el enemigo no puede ganar por la fuerza, algunas veces va a intentar hacerlo a través de la decepción, del engaño, de la concesión, seduciéndonos a un tratado, a acordar una tregua, y hacer la paz con una fuerza o un enemigo que Dios ha dicho que debe ser destruido.
Y otra vez regreso a ese asunto de la carne y del espíritu que luchan el uno contra el otro, Gálatas capítulo 5 nos dice que la carne y el espíritu se oponen entre sí. La carne quiere que hagamos una concesión. Pero Dios dice no puedes hacer una concesión a tu carne. No puedes comprometerte con tus pasiones pecaminosas naturales.
Queremos llegar a algún acuerdo en donde podamos manejar nuestra carne o coexistir pacíficamente con nuestras pasiones carnales. Pero Dios dice: «No. La carne debe morir. Tú no puedes permitirle vivir.» La carne y Cristo no pueden gobernar el mismo corazón. No pueden coexistir pacíficamente. La carne debe ir a la cruz. Y eso es lo que dice Gálatas 5. Debe ser crucificada, nuestra carne pecaminosa con sus pasiones y deseos.
Ahora la mayoría de nosotras en nuestras vidas cristianas no vamos a ser confundidas por un ataque frontal, un ataque obvio. Reconocemos al enemigo cuando llega de formas obvias. Algunas veces aun así podemos caer ante eso, pero creo que no es así como más comúnmente tropezamos. Es con los ataques más sutiles, con los disimulos, con el engaño, con las concesiones; allí es donde a veces es más difícil detectarlo.
Es por eso que el apóstol Juan dice en 1 Juan 4,
«Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo» (v. 1).
Ahora, existe mucho engaño en nuestro mundo hoy y existen muchos cristianos que son tomados por sorpresa y que son presa fácil para el engaño –no es el ataque visible frontal, sino el engaño, el llamado a concesiones.
Ahora, Josué y los israelitas no cayeron inmediatamente en el engaño. Su primera respuesta fue algo cuidadosa. Observa el versículo 7.
«Y los hombres de Israel dijeron a los heveos: Quizá habitáis en nuestra tierra, ¿cómo, pues, haremos pacto con vosotros? Respondieron ellos a Josué: Somos tus siervos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes sois, y de dónde venís?» (vv. 7–8).
Puedes ver que Josué sospecha un poco. Estas personas dijeron, «Hemos venido de lejos», pero Josué les dice, «¿Como sabemos? Parece que están diciendo la verdad, ¿pero cómo podemos estar seguros?»
Así que Josué hace las preguntas e intenta lo mejor que puede considerar la situación. Pero los gabaonitas tenían una respuesta para estas preguntas. Versículo 9:
«Y le dijeron: Tus siervos han venido de un país muy lejano a causa de la fama del Señor tu Dios; porque hemos oído hablar de Él, (ellos están aquí espiritualizándolo) de todo lo que el Señor tu Dios hizo en Egipto.»
Y esto quizás te recuerda de Herodes diciéndole a los magos que vinieron a buscar a Jesús, «Tráiganme el reporte para que yo también pueda venir y adorarlo» (Mat. 2:8 parafraseado).
«Queremos adorarlo. Venimos de muy lejos. Hemos escuchado de su Dios. Y nosotros lo admiramos.» ¡Embuste! Ellos no están diciendo la verdad.
«Hemos escuchado de todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán….Y nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestro país nos hablaron, diciendo: "Tomad provisiones en vuestra mano para el camino, id a su encuentro y decidles: 'Somos vuestros siervos; haced, pues, pacto con nosotros.' (Queremos ser parte de ustedes. Queremos unirnos a ustedes) v.12 Este nuestro pan estaba caliente cuando lo sacamos de nuestras casas para provisión el día que salimos para venir a vosotros; pero he aquí, ahora está seco y desmenuzado. Estos odres de vino que llenamos eran nuevos, y he aquí, están rotos; (El vino ya está tan añejo) Y estos vestidos nuestros y nuestras sandalias están gastados a causa de lo muy largo del camino"» (vv. 11–13).
Ellos tienen esta increíble historia, ¡todo inventado!. Ahora sabemos esto pero ponte en las sandalias de Josué. Esta explicación sonaba plausible. Se veía posible, y él está viendo la evidencia aquí de las sandalias, de las ropas, de los panes, los odres de vino.
El caso es que los gabaonitas convencieron a los israelitas de que ellos eran dignos de confianza e incluso los convencieron de una motivación espiritual. «Hemos escuchado lo que Dios ha hecho. Y queremos venir a ser parte de ustedes. Queremos hacer un pacto, un tratado con ustedes. ¡Somos sus siervos!» Wow, wow, wow, que historia.
Ahora, a los israelitas ya se les había advertido que tuvieran cuidado de esto mismo. En Éxodo 34 Dios le dijo a Moisés, «Cuídate de no hacer pacto con los habitantes de la tierra a dónde vas, no sea que esto se convierta en tropezadero en medio de ti» (v. 12). ¡Ten cuidado! Ellos ya habían sido advertidos, pero no tuvieron el cuidado suficiente.
Por igual nosotras hemos sido advertidas y algunas veces no somos lo suficientemente cuidadosas. Y terminamos haciendo un acuerdo, un pacto con los enemigos de Dios que se han presentado como amigos de Dios. Así que, ¿qué es lo que hace Josué? Mira el versículo 14.
«Y los hombres de Israel tomaron de sus provisiones, y (aquí está la frase clave) pero no pidieron el consejo del Señor.»
Dios les había dicho, «cuídense. Tengan cuidado. Estén alerta.» y ellos hicieron algunas preguntas, pero no pidieron el consejo del Señor. Y el versículo 15 dice:
«Josué hizo paz con ellos (¿con quiénes? Con estos paganos, idólatras, malvados cananitas de los que Dios les había dicho: "He determinado destruirlos") Y celebró pacto con ellos para conservarles la vida; también los jefes de la congregación se lo juraron.»
Y este es el primer gran error de Josué como líder. Él evaluó la situación y tomó una decisión en base a lo que podía ver. Él tomó una decisión en base a su propio entendimiento humano, pero falló en buscar dirección de Aquel que puede ver más allá de la apariencia visible de las cosas, Aquel que conoce los corazones de los hombres.
Él comprobó la historia de los gabaonitas tanto como pudo, pero no pidió el consejo del Señor. Él investigó a los gabaonitas, «¿Quiénes sois, y de dónde venís?» (v. 8). Pero no inquirió al Señor.
Y como resultado, él logró una concesión; él logró una tregua con los enemigos de Dios. Ahora, es importante comprobar los datos antes de tomar una decisión, y usar sabiduría, y usar sentido común. Pero permíteme decir, que eso no es suficiente.
Necesitamos preguntarle a Aquel que conoce todas las cosas. Nosotras jamás conoceremos todos los datos. No conocemos los corazones de los hombres. Podemos ser engañadas. Necesitamos preguntarle a Aquel que sabe cómo interpretar los datos y que sabe cómo dirigir nuestros caminos en rectitud sin importar lo que parezca que indiquen los datos.
Como puedes ver, nuestra tendencia natural es caminar por vista en lugar de por fe, depender de las apariencias, y depender de la razón humana. Y Cuando lo hacemos, terminamos siendo engañadas. Terminamos escogiendo menos que lo mejor de Dios –y tomando una decisión de trabajo, o a qué escuela iremos, o con quién nos casaremos.
¡Oh¡ si pudieras leer los correos que recibimos de las oyentes de Aviva Nuestros Corazones, diciendo: «Me casé fuera de la voluntad de Dios. Y fui engañada y no sabía.» Aunque algunas han tomado esa decisión de manera intencional y sabían que era la decisión equivocada. Pero algunas toman la decisión que parecía correcta. Que tenía sentido, y los datos parecían estar bien. Tal vez hasta dijeron, «Dios parece estar claramente guiándome a esto.»
Pero entraron al matrimonio, y fallaron en preguntarle al Señor, en buscar el consejo del Señor, y terminaron en situaciones desesperadas, difíciles, y duras en las que Dios jamás pretendió que ellas estuvieran. Ellas hicieron una tregua con el enemigo.
Y el versículo 9 nos dice, «los gabaonitas actuaron con astucia. Ellos nos engañaron.» Nuestro enemigo es sutil, es astuto. Y no podemos competir con sus estratagemas. No lo podemos burlar, y somos propensas a ser engañadas. Solo Dios tiene conocimiento infinito. Y es por eso que tenemos que pedir el consejo de Dios para todo.
¿Así que, cómo podemos ser protegidas de ser engañadas en esas pequeñas decisiones y también en las decisiones importantes? Bueno, necesitamos ir a Aquel que conoce el corazón de todos los hombres. Porque la sabiduría viene del Señor. El discernimiento viene del Señor. Y es por eso que lo debemos buscar a Él; que debemos consultar con Él; y que debemos pedir Su consejo.
Y me encanta ese versículo en el Salmo 23 que dice, «El Señor es mi pastor… me guía por senderos de justicia por amor de su nombre» (vv. 1 & 3).
Estamos enfrentando algunas decisiones ahora en el ministerio. Algunas decisiones importantes para mí, y que tienen muchas implicaciones. Y hemos estado buscando al Señor; hemos estado viendo los datos, los hechos. Hemos estado estudiando lo que necesitamos revisar. Y hemos estado haciendo nuestra tarea. Pero cuando todo se reduce a eso, yo digo: «Señor necesito que Tú nos guíes. Tú eres nuestro Pastor. Guíanos. Danos discernimiento, danos sabiduría y muéstranos qué hacer.»
Como dice Proverbios capitulo 3: «Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento.» Eso fue lo que Josué hizo. Él se apoyó en su propio entendimiento. «Reconócelo en todos tus caminos» – en las cosas grandes, en las cosas pequeñas, en las cosas diarias, en las cosas que cambian tu vida. «Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas» (vv. 5–6).
Santiago capítulo 1 dice: «Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría» –¿Qué debe hacer?– «que la pida a Dios.» Pídele a Dios «El cual da a todos abundantemente la sabiduría que necesitan» (v. 5 parafraseado).
¿Así que cómo obtenemos el consejo del Señor? Bueno te diré que el lugar para comenzar y el lugar en donde tienes que vivir es en Su Palabra, en Su Palabra.
El Salmo 119 dice que Su testimonio es la Palabra de Dios. Sus testimonios son mis consejeros. Así es como obtienes sabiduría. Así es como obtienes dirección. Así es como obtienes entendimiento.
Y otra vez el Salmo 119: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino» (v. 105)
Amigas, no podemos obtener el discernimiento, la sabiduría, el consejo que necesitamos para tomar las decisiones más pequeñas en la vida, si no estamos consistentemente en la Palabra de Dios. Necesitamos tener conocimiento de toda la Palabra de Dios para que cuando enfrentemos una decisión, el Espíritu Santo pueda traer la palabra que ya conocemos y pueda aplicarla en nuestras vidas. Y aquí hay un principio. Aquí hay una percepción. Aquí hay un pasaje. Aquí está el camino de Dios. Y aquí está lo que hemos visto en la Escritura.
Debemos ser mujeres de la Palabra si vamos a ser mujeres que tomemos decisiones sabias. De otra manera terminaremos siendo engañadas y terminaremos haciendo concesiones que serán mortales para nuestras almas.
Annamarie Sauter: Nancy DeMoss de Wolgemuth ha estado ofreciéndonos una advertencia con relación al engaño, enseñándonos cómo podemos estar preparadas y animándonos a pasar tiempo en la Palabra de Dios.
Este mensaje es parte de la serie «Lecciones de la vida de Josué (Parte 11): Librando y ganando batallas espirituales». Bueno, y al escuchar «Parte 11» quizás te preguntas qué quiere decir eso. Hemos estado haciendo un estudio de la vida de Josué, y ha sido tan exhaustivo que lo hemos estado dividiendo en series más cortas. Cada serie ha sido una bendición, así que te animo—si no has escuchado las series anteriores, te animo a escucharlas. Puedes hacerlo a través de nuestra página web, AvivaNuestrosCorazones.com. Solamente escribe en el buscador—arriba a la derecha, «Lecciones de la vida de Josué».
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Cuando tú y yo no oramos, es evidencia de orgullo.
Nancy: Creo que algunas veces en nuestras vidas cuando no hay guía o palabra del Señor es porque no estamos pidiéndole que nos dirija. No buscar el consejo del Señor es confiar en nosotras mismas, confiar en nuestra propia sabiduría, ser autosuficientes, depender de nosotras, y ser independientes. Y eso realmente la esencia del orgullo: «Yo puedo hacer esto.»
Annamarie: La fuerza de Dios para tus batallas; el lunes, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
¡Pero espera! Antes de concluir este programa, recuerda que hoy puedes sintonizar la transmisión en vivo de la conferencia “Revive ´17. Mujeres mentoreando mujeres según Tito 2”. Para más información visita AvivaNuestrosCorazones.com.
Ok, ahora sí:
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