Jesús conoce tu sufrimiento
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth te recuerda que Jesús puede identificarse con cada lucha que estás pasando.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Te sientes sola? Jesús se quedó solo en su hora más oscura. El punto es que Él ha estado ahí. Él lo sabe. Él ha recorrido ese camino antes que tú. No estás caminando por un territorio desconocido. En cada paso que das, Él está ahí contigo, Él sabe. Él conoce.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 17 de mayo de 2023.
El libro de Apocalipsis comienza con siete cartas a las siete iglesias, y una de esas iglesias estaba enfrentando una intensa hostilidad por parte de los de afuera. Jesús escribió para animarlos, y la lectura de esta carta animará a cualquier persona que esté sufriendo en la actualidad.
Nancy está enseñando a través de todas las …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth te recuerda que Jesús puede identificarse con cada lucha que estás pasando.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Te sientes sola? Jesús se quedó solo en su hora más oscura. El punto es que Él ha estado ahí. Él lo sabe. Él ha recorrido ese camino antes que tú. No estás caminando por un territorio desconocido. En cada paso que das, Él está ahí contigo, Él sabe. Él conoce.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 17 de mayo de 2023.
El libro de Apocalipsis comienza con siete cartas a las siete iglesias, y una de esas iglesias estaba enfrentando una intensa hostilidad por parte de los de afuera. Jesús escribió para animarlos, y la lectura de esta carta animará a cualquier persona que esté sufriendo en la actualidad.
Nancy está enseñando a través de todas las cartas a las iglesias de Apocalipsis. Hemos dividido estas enseñanzas en series separadas, y hoy damos inicio a una de ellas, titulada, Fidelidad y la corona de vida.
Nancy: Bueno, si has estado con nosotras recientemente, tú sabes que estamos en medio de lo que va a ser una larga serie de las siete cartas a las iglesias en el libro de Apocalipsis; y empezamos en Apocalipsis, capítulo 1, con esa increíble visión del Cristo resucitado, exaltado, que viene y habla a Sus iglesias. Él camina en medio de los siete candelabros que representan a las iglesias, y Él sostiene a los líderes de esas iglesias en Su mano.
Luego, Él les dice unas palabras. Él envía una carta, un mensaje a cada una de esas iglesias y les dice lo que ve, lo que está en Su corazón, lo que ellas tienen que hacer, y cómo tienen que ser ministradas. A medida que he estado estudiando estas cartas en los últimos meses, este es el mensaje de Cristo, no solo a las primeras iglesias y a los creyentes del primer siglo, sino que estos mensajes no son menos necesarios, ni menos relevantes para las iglesias y los creyentes del siglo XXI.
Así que a medida que vayamos por esta serie, quiero animarte a que leas las cartas en Apocalipsis capítulos 2 y 3 por ti misma. Léelas una y otra y otra vez, como lo he hecho en estos últimos meses, hasta que se conviertan en parte de tu propio proceso de pensamiento, hasta que queden incrustadas en tu sistema. No es suficiente solo escucharme enseñar estos pasajes, sino que es necesario que profundices en la Palabra por ti misma y dejes que el Señor te hable mientras te adentras en Su Palabra.
Al enseñar a través de estos pasajes, sé que es posible que mientras estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, puedas estar conduciendo tu vehículo o puedas estar trabajando en tu casa o en tu lugar de trabajo, pero si estás en un lugar donde puedes sentarte y abrir tu Biblia y seguirme a lo largo de este estudio, te darás cuenta de que podrás aprovechar aún más estas sesiones.
Algunas de ustedes sé que están siguiéndonos a través del internet, y pueden leer las transcripciones. Puedes escuchar el audio que hay en avivanuestroscorazones.com, pero incluso si no estás en un lugar donde puedes hacer eso en este momento, quiero de todas formas animarte a buscar tu Biblia y a seguirnos mientras estudiamos Apocalipsis capítulo 2.
La primera carta la vimos recientemente. La estudiamos, la carta a la iglesia en Éfeso, y ¿recuerdas cuál era el tema allí? Ellos habían dejado su primer amor y necesitaban restaurarlo. Ahora llegamos a la segunda carta de las siete. Es una carta a la iglesia en Esmirna. La palabra Esmirna significa amargo y es casi idéntica a la palabra mirra.
De hecho, ¿te acuerdas de la palabra hebrea mara? En el pasaje de Ruth cuando Noemí les dice: No me llamen Noemí, que significa agradable sino llámenme Mara, que significa amargura (Rut 1:20, parafraseado). Porque la vida había sido dura. Había sido amarga.
Bueno la mirra es un ingrediente muy valioso que se utiliza en la fabricación de perfume y para hacer incienso. También se utiliza para embalsamar a los muertos; y como resultado, llegó a estar asociada con el sufrimiento y con la muerte. La mirra se produce mediante el uso de un cuchillo en la planta o en un arbusto, el árbol que produce esta resina. Tú tomas el cuchillo, y cortas dentro de las ramas de este árbol para que la resina pegajosa en el interior pueda ser liberada. Cuando esta resina sale tiene un sabor amargo pero tiene un aroma fragante.
La iglesia en Esmirna, relacionada con la palabra mirra, era una iglesia sufrida. Había sido golpeada. Había sido herida por una amarga persecución, pero como resultado, había una fragancia liberada en esta iglesia, una fragancia que era un dulce aroma a Dios y al mundo que la rodeaba.
Mientras estaba estudiando todo lo concerniente a la mirra, me encontré con esta frase en Wikipedia que me pareció interesante. Dice que «a diferencia de la mayoría de otras resinas, la mirra se expande y brota cuando se quema, en vez de derretirse o de disolverse». Y pensé: «¡Qué gran imagen es esto de lo que el sufrimiento hace en la iglesia de Jesucristo!» Es la iglesia perseguida, es la iglesia más sufrida, la que a menudo es la iglesia más pura, la que a menudo es la iglesia más fragante.
En el Libro de los Mártires de Fox, nos enteramos de que cinco millones de cristianos (no tenía idea de que el número era tan alto) murieron por su fe en Cristo durante estas persecuciones del primer siglo. Las iglesias y los creyentes en esa época necesitaban desesperadamente ánimo. Necesitaban perspectiva. Ellos necesitaban esperanza. Necesitaban la seguridad de que Dios estaba todavía en Su trono y de que no los había olvidado y que Él tenía un plan y que Él tenía propósitos que iban a cumplirse aun en medio del sufrimiento.
Así que la carta a Esmirna es una carta a una iglesia perseguida, es una carta a una iglesia sufriente. Es una de las dos cartas –entre estas siete– en la que no hay palabras de reproche. La otra es la iglesia de Filadelfia. Ya llegaremos ahí a su debido tiempo, pero en esta carta y en la carta a Filadelfia, solo hay palabras de aliento. Eso es un recordatorio de que Dios sabe cuándo dar la reprensión y cuándo es el momento de dar ánimo, dar aliento. Él sabe lo que necesitas y cuándo lo necesitas, y el deseo del corazón de Dios para contigo cuando estás sufriendo, es consolarte.
Ahora, si estás herida porque has pecado, Dios sabe que tienes necesidad de un reproche. Él te ama lo suficiente como para dártelo, pero si tu sufrimiento es simplemente el resultado de vivir la vida en un mundo caído, o de los ataques de Satanás en el reino de Dios, si es que sufres por amor a Cristo, Dios sabe que lo que necesitas es estímulo y consuelo, y eso es lo que Él te dará.
De hecho, eso es lo que Él va a dar a muchas de nosotras durante estos próximos días cuando escuchemos lo que Jesús dijo a la iglesia de Esmirna y lo tomemos como para nosotras mismas. Así que permíteme leer la carta completa a la iglesia de Esmirna. Son solo cuatro versículos. En nuestras próximas sesiones vamos a tomar una frase a la vez y vamos a ver lo que Dios tiene que decir a nuestros corazones.
Estamos en Apocalipsis, capítulo 2, comenzando en el versículo 8:
«Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna:
“El primero y el último, el que estuvo muerto y ha vuelto a la vida, dice esto: ‘Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás. No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.’”» (vv.8-11).
Ahora, la ciudad de Esmirna estaba a unos 50 kilómetros al norte de Éfeso. Como dijimos en la sesión anterior, estas siete iglesias se enumeran en un orden tal que un cartero habría tomado las cartas en secuencia en un circuito para entregar las cartas de Apocalipsis y estas cartas individuales a las iglesias, por lo que comenzaron con Éfeso. Luego nos trasladamos a unos 50 km al norte a la ciudad de Esmirna, que es hoy en día Izmir en Turquía. Ahí es donde puedes ver lo que fue la ciudad de Esmirna, en los tiempos del Nuevo Testamento.
Esmirna era una ciudad portuaria importante, y fue una de las más antiguas, prósperas y hermosas ciudades de Asia. También fue una de las más grandes. En ese momento tenía una población de alrededor de 200.000 habitantes, lo cual la hacía una ciudad muy, muy grande, para el primer siglo.
Esmirna era también un centro principal en Asia para la adoración del emperador. El emperador del Imperio Romano era considerado como Dios, y la adoración del emperador no era opcional. De hecho, una vez al año cada ciudadano romano estaba obligado a tomar una pizca de incienso y quemarlo en un altar al César, y luego debía decir, «Kurios César» - «César es el Señor».
Una vez que se ofrecía el incienso y se hacía la ofrenda al César como señor, se le daba un certificado de que había cumplido con su deber como ciudadano romano. Cualquier persona que se negara a participar era considerada políticamente desleal al imperio. Se convertía en un proscrito y había consecuencias. No podía conseguir un buen trabajo. No podía prosperar económicamente. Perdía su estatus social. La vida era dura para aquellos que se negaban a decir, «Kurios César» - «César es el señor».
Ahora, los cristianos de la época estaban más que dispuestos a someterse a la autoridad de Roma en materia civil, pero no estaban dispuestos a ofrecer sacrificios al César o a reconocerlo como señor. Ellos no decían «Kurios César». No podían decir eso. En su lugar, ellos decían, «Kurios Cristos» - «Cristo es el Señor». Jesús es el Señor. No tenemos ningún señor sino Cristo.
Como resultado de su negativa a reconocer a César como señor, ellos eran objeto de persecución. Los cristianos que vivían en Esmirna y en otras ciudades de esa zona durante esa época, sabían que cuando se convertían al cristianismo, cuando hacían público su testimonio, corrían el riesgo de perder la vida. Entonces, ¿qué va a decirles Cristo a estos creyentes que creen en Él hasta tal punto que están dispuestos a sufrir, que están dispuestos a dar sus vidas por su fe?
¿Cuál es Su corazón? ¿Cuál es Su mensaje para aquellos que están pasando por una pérdida, que están sufriendo rechazo, que están pasando por angustia, aquellos que se enfrentan, día a día, a la amenaza de muerte para ellos y para sus seres queridos?
Bueno, lo primero que Él va a decirles es, «este es quien soy», por lo que Jesús se identifica a Sí mismo con la iglesia de Esmirna. Él dice a través de Juan: «Escribe esto. “Las palabras del primero y el último, el que murió y volvió a la vida”».
Ahora, te suenan familiares estas palabras? Si has estado con nosotras en esta serie, deberían sonarte familiares, porque en el capítulo 1, cuando a Juan se le dio una visión del Cristo resucitado, del Cristo exaltado, dice que él estaba aterrorizado. Que cayó sobre su rostro como si estuviera muerto. Entonces Jesús se le acercó a él en los versículos 17 y 18, y le dijo: «No temas, Yo soy el primero y el último, y el que vive. Yo morí, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del Hades».
Ahora, cada una de estas siete cartas a las iglesias, en su introducción, identifica quién está hablando, quién está enviando la carta, dándonos una descripción de Cristo que se encuentra en la visión de Apocalipsis capítulo uno. Así que algunos de los detalles en el capítulo 1 de Apocalipsis, se abren paso en estas diferentes cartas. Cada carta tiene una descripción diferente de Jesús, usa una frase diferente, y creo que es interesante que Cristo utilice el aspecto de sí mismo, que es particularmente apropiado para esa iglesia y que Él sabe que ministrará a sus necesidades en ese momento específico.
Como puedes ver, cada necesidad en la iglesia de Jesucristo, cada necesidad en la iglesia en ese entonces, y cada necesidad en la iglesia ahora y cada necesidad en tu iglesia local y cada necesidad en la vida de cada creyente es suplida en Jesús. Es Cristo quien es nuestra vida, quien es nuestra esperanza, quien es nuestra seguridad, quien es nuestra fuerza, quien es nuestra paz, quien es nuestra alegría. Él es el Único que satisface todas nuestras necesidades, sea cual sea esa necesidad.
Especialmente en tiempos de sufrimiento, en tiempos de tribulación y pruebas, no es tan importante el saber por qué, como el saber quién. ¿Quién te está hablando? ¿Quién te está sosteniendo en la palma de Su mano? ¿Quién está orquestando los eventos de tu vida para Su gloria y para el avance de Su reino? Es el Señor Jesús, por lo que al principio de cada una de estas cartas, Jesús desafía a estas iglesias a levantar los ojos por encima de sus circunstancias para mirar a Dios.
Ahora, en esta carta a la sufrida iglesia de Esmirna, Jesús se identifica a Sí mismo de dos maneras. Primero, Él dice: «Yo soy el primero y el último». Es posible que reconozcas esto como un nombre del Antiguo Testamento para Dios. En Isaías en el capítulo 44 en el versículo 6 dice: «Así dice el Señor, el Rey de Israel… “Yo soy el primero y yo soy el postrero, fuera de mí no hay Dios”». Así que Jesús está diciendo: «Yo soy Dios». El Dios del Antiguo Testamento es el que todavía te está hablando y está ministrando a tus necesidades actuales.
El primero y el último –esto dice que Él es eterno. No había nada antes de Él, y no habrá nada después de Él, porque no habrá un fin para Cristo. Él es el primero y el último. Él siempre ha existido en el pasado. Él siempre va a existir en el futuro. Él tuvo la primera palabra: «Hágase la luz», y él tendrá la última palabra en toda la historia humana.
Mientras meditaba sobre esta frase, «el primero y el último», yo tenía esta imagen mental como de un sujetalibros. Tú piensas en Cristo como si estuviera en ambos lados de estos libros, en el extremo de estos libros. Estos libros abarcan todas las épocas de la historia, todo lo que ha sucedido, y cada página de mi vida, cada página de mi historia. Todo está dentro de los límites de quién es Cristo.
Él es el primero y el último. Él ve. Él sabe toda la duración de la historia humana. Él ve, Él conoce, Él sabe todo el curso de mi vida y todo lo relacionado con ella: pasado, presente y futuro. Él lo sabe todo. Él lo ve todo. Nada le toma por sorpresa. Él es el primero y el último.
Yo no sé tú, pero eso me hace sentir segura, me hace sentir protegida. Hay tantas cosas que no sé, tanto que no puedo entender, tantas cosas que no puedo ver, pero Él está en el principio. Él está en el final, y Él abarca todos los aspectos de las páginas de la historia de nuestras vidas.
Y Él no solo es eterno, sino que como el primero y el último, Él es el Señor soberano de la historia. Él es supremo sobre todas las circunstancias. Él está en control.
Ahora, la soberanía de Dios no es solo una noción teológica. Es más que eso. Es algo muy importante, pero quiero decirte esto. Cuando tú estás sufriendo, como lo estaba la iglesia de Esmirna, esto es algo que necesitas desesperadamente, y puedes aferrarte a ello.
Es cierto que Él es el Señor.
- Satanás no es el señor.
- César no es el señor.
- Tus circunstancias no son el señor.
- Tus perseguidores no son el señor.
- Tú no eres el señor.
Jesús es el Señor. Él es el primero. Él es el último. Él es el Señor soberano sobre toda la historia, y tú puedes aferrarte a eso.
No solo es el primero y el último, sino que también se identifica a Sí mismo como aquel que murió y volvió a la vida. Él murió y volvió a la vida. Eso va a ser importante mientras vemos lo que está pasando en la iglesia de Esmirna y lo que pueden esperar que suceda en el futuro.
Jesús les hace saber que Él fue rechazado. Fue calumniado. Fue perseguido. Fue condenado a muerte, y nosotras somos seguidoras de Cristo.
Su camino conduce a la cruz. Lo mismo ocurrirá con nuestro camino, como sus seguidoras. Pero Él no solo murió. Él venció a la muerte. Él volvió a la vida, y del otro lado de la cruz hay una resurrección sobrenatural, hay una vida sobrenatural, el poder sobrenatural y el gozo y la victoria y el triunfo.
Él murió y volvió a la vida, y nosotras lo haremos también. Esa es la promesa. Esa es la garantía. Los cristianos de Esmirna enfrentaron, muchos de ellos, la amenaza inminente de la muerte, pero fueron consolados por el hecho de que siempre estaba con ellos Aquel que había vencido a la muerte, que la había despojado de su poder, que sabía lo que ellos estaban pasando. Jesús dijo: «Yo morí y volví a la vida».
Ahora, en el versículo 9, Jesús dice: «Conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que dicen que son judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás». Profundizaremos más en esa frase durante el próximo par de sesiones, pero permíteme introducirlo con estas dos primeras palabras.
Jesús dice: «Yo sé, Yo conozco». Ahora, hay dos maneras de saber algo. Lo puedes saber intelectualmente, por observación. Tengo una pareja que estaba viviendo en mi casa en el momento en que dio a luz a su segundo hijo, y una mañana yo escuché un ruido alrededor de las 5:00 de la madrugada. Caminé hasta el descanso de la segunda planta, donde está mi habitación y miré hacia abajo a la sala de estar.
Ahí estaba Sarah en el piso de mi sala en medio de su labor de parto con su esposo y un amigo ministrándole a ella, mientras ella aguantaba el mayor tiempo posible antes de irse al hospital. Ahora, mientras miraba a Sarah que estaba en labor de parto, yo sabía que ella estaba en labor de parto. Yo lo pude ver. Lo observé. En mi cabeza sabía lo que estaba pasando. Podía decir: «Sarah, sé lo que estás pasando», pero eso es solo una manera de saber algo, intelectualmente, por la observación.
Pero hay otra manera de saber algo y es por la experiencia personal. Nunca he estado en labor de parto, yo no podía decirle a Sarah, en ese sentido, «Sarah, sé lo que estás pasando».
Cuando Jesús dice a la iglesia: «Yo conozco tu tribulación. Conozco tu pobreza. Sé la calumnia a la que estás siendo sometida»; Él sabe. Él lo sabe por dos razones. Lo sabe, primero porque Él lo ve. ¿Recuerdas que vimos en el capítulo 1 que Sus ojos son como llama de fuego? Él es omnisciente. Él nunca nos pierde de vista mientras estamos en la tormenta. Él te está mirando cuando estás pasando por tu momento difícil.
Me encanta esa frase que dice: «Si su mirada está sobre el gorrión, yo sé que Él cuida de mí». Él se preocupa por mí. Él lo sabe. Él lo ve, pero Él también lo sabe porque ha estado ahí. Él ha experimentado personalmente nuestro sufrimiento. Él lo sabe por experiencia.
Hebreos capítulo 4 nos dice:
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna (vv.15 y 16).
¿Te has encontrado presionada por las exigencias de la vida? Jesús sabía lo que era ser presionado por las multitudes necesitadas, amontonadas alrededor de él a todas horas del día y de la noche. ¿Tu familia no te entiende? Jesús sabe sobre eso, también. Su familia tampoco lo entendió. ¿Te han rechazado o te han acusado falsamente? Jesús sabe acerca de eso. Porque Él fue rechazado y fue acusado falsamente.
Tal vez tú has sido abandonada o traicionada por alguien en quien confiabas. Jesús lo sabe. Él ha estado ahí. Él fue abandonado y traicionado por sus amigos más cercanos. Tal vez estás luchando financieramente cada fin de mes o tal vez estás siendo amenazada con la ejecución hipotecaria de tu casa. Jesús sabe acerca de eso. Él no tenía un lugar para invitar a los suyos o dónde recostar la cabeza. Él ha estado ahí.
¿Te sientes sola? Jesús se quedó solo en Su hora más oscura. El punto es que Él ha estado ahí. Él lo sabe. Él ha recorrido ese camino antes que tú. No estás caminando en territorio desconocido. Cada paso que das, Él estará ahí contigo, y Él lo sabe. Como dice la vieja canción: ¿Le importa a Jesús cuando mi corazón duele demasiado para alegrarme o cantar, mientras el peso me empuja hacia abajo, y la angustia me agota, y el camino se vuelve pesado y largo?
¿Lo sabe Jesús? ¿Tiene Él cuidado? Y el coro responde:
Oh, sí, Él tiene cuidado, yo sé que Él se preocupa, Su corazón es tocado con mi dolor; cuando los días son pesados, y las noches largas y tristes, yo sé que mi Salvador tiene cuidado de mí.
Y Señor, cuánto te agradecemos que Tú sabes. Tú tienes cuidado, y ahí estás Tú. Te adoramos. Tú eres es el primero y el último, el que murió y volvió a la vida. Gracias porque Tú estás con nosotras en medio de nuestra aflicción, Tú estás ahí para guiarnos a través de ella y para sacarnos triunfantes al otro lado. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado ofreciendo esperanza para cualquier persona en medio del sufrimiento. Su enseñanza es parte de una serie titulada, Fidelidad y la corona de vida, y esta serie es parte de un proyecto más largo que estamos llevando a cabo estas semanas estudiando las siete cartas a las iglesias de Apocalipsis.
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