Involucra tus emociones
Annamarie Sauter: Hay una gran diferencia entre una mujer que maneja sus emociones y una mujer que es manejada por sus emociones. Con nosotras Mary Kassian.
Mary Kassian: Las emociones estaban destinadas a ser como un tablero. Son como los indicadores en el tablero de tu automóvil, para darte información buena y vital. ¿Cómo está funcionando tu motor? ¿Tienes poca gasolina? ¿Está abierta tu puerta? ¿Necesitas abrocharte el cinturón de seguridad? ¿Qué necesitas hacer? Pero, ninguna de estas cosas conduce el auto. Tú necesitas estar detrás del volante y tomar el control.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es Josué capítulos 8 al 10.
¡Ánimo, perseveremos juntas!
Dannah Gresh: Nancy, ¡qué tiempo tan enriquecedor el que hemos compartido! Un tiempo para aprender con Mary Kassian, al explorar los siete hábitos sorprendentemente sencillos …
Annamarie Sauter: Hay una gran diferencia entre una mujer que maneja sus emociones y una mujer que es manejada por sus emociones. Con nosotras Mary Kassian.
Mary Kassian: Las emociones estaban destinadas a ser como un tablero. Son como los indicadores en el tablero de tu automóvil, para darte información buena y vital. ¿Cómo está funcionando tu motor? ¿Tienes poca gasolina? ¿Está abierta tu puerta? ¿Necesitas abrocharte el cinturón de seguridad? ¿Qué necesitas hacer? Pero, ninguna de estas cosas conduce el auto. Tú necesitas estar detrás del volante y tomar el control.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es Josué capítulos 8 al 10.
¡Ánimo, perseveremos juntas!
Dannah Gresh: Nancy, ¡qué tiempo tan enriquecedor el que hemos compartido! Un tiempo para aprender con Mary Kassian, al explorar los siete hábitos sorprendentemente sencillos de una mujer espiritualmente fuerte.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¡Bien! ¡Te aprendiste el subtítulo del libro!
Dannah: Sí.
Nancy: El título del libro, que es genial, «La verdadera fortaleza».
Queremos ser mujeres con la clase correcta de fortaleza, a diferencia de otras mujeres que encontramos en las Escrituras, sobre las que hemos leído y hablado.
Dannah: Sí. Al ir explorando los hábitos que debemos cultivar hoy llegamos al hábito número cuatro, que habla un poco sobre las pasiones. Al principio del libro, Mary confiesa que le apasiona el chocolate.
Nancy: Había escuchado acerca de eso. Mary, sé que sí, así que traje chocolate. Creo que puede ser suficiente para esta sesión, y tal vez para todas nosotras.
Dannah: ¡Es una canasta llena!
Mary: Nancy, anoche comiste chocolate de postre.
Nancy: Sí, así fue.
Dannah: Ese fue un chocolate mágico.
Mary: Fue mágico.
Nancy: No estaba en una de esas pequeñas envolturas que conocemos.
Mary: No, eran bolas de chocolate hechas a mano. Lo resistí toda la noche, hasta que…
Nancy: …estaban junto frente a ti.
Mary: Resistí toda la noche, y al final, no pude soportar más.
Dannah: Cediste.
Mary: Cedí, y no tomé solo uno...
Dannah: ¿Cuántos te comiste?
Mary: Creo que solo dos.
Dannah: Okay.
Mary: Pero creo que también quería llevarme uno en el bolsillo. Este es el tema con los deseos o pasiones o cosas que amas.
Dannah: Uno no es suficiente.
Mary: Uno no es suficiente. Simplemente sientes que quieres más.
Dannah: Es como una papa frita.
Mary: Lo deseas tanto que rompe tu resistencia.
Una de las cosas acerca de las mujeres en Éfeso, sobre quienes hemos estado hablando, se encuentra en 2 Timoteo 3: 6–7. Tal vez, Nancy, podrías refrescar nuestra memoria leyéndonos esos versículos.
Nancy: Sí, porque ese pasaje habla de los malos hábitos que necesitamos eliminar. Estamos desempacando en esta serie los hábitos que deben reemplazar a esos malos hábitos. El apóstol Pablo le dice al pastor Timoteo—quien era pastor de esta iglesia en Éfeso—que hay ciertos tipos de personas que debemos evitar. No queremos estar cerca de ellas; necesitamos estar conscientes de esto.
Él dice: «Porque entre ellos están los que se meten en las casas y llevan cautivas a mujercillas cargadas de pecados, llevadas por diversas pasiones, siempre aprendiendo, pero que nunca pueden llegar al pleno conocimiento de la verdad». (2 Tim. 3: 6– 7).
Hoy nos estacionaremos en el hábito de ser desviadas por varias pasiones. Pasiones—ahora, ¿la pasión es buena? ¿Es algo malo? ¿Por qué debemos cuidarnos?
Mary: Bueno, las pasiones son esencialmente deseos. Son cosas que realmente queremos perseguir. Hay algo que nos apasiona. Cuando nos apasiona algo sentimos emociones profundas por eso.
Nancy: Entonces, es algo que no solo queremos, sino que lo queremos porque lo amamos. Es un deseo, un deseo fuerte.
Mary: Lo quieres porque lo amas, es un deseo y también involucra todos tus sentimientos. Somos impulsadas por nuestras pasiones. Nos impulsa a lo que queremos. Y cuando obtenemos lo que queremos, estamos felices.
Nancy: ¡A menos que obtengas demasiado de ello! Y luego la felicidad se va y…
Mary: …tienes las consecuencias.
Pero inicialmente estás pensando, quiero eso, y eso es lo que me dará satisfacción.
Entonces, la pasión es a lo que recurrimos, lo que creemos que va a calmar la picazón.
Es algo a lo que recurrimos para satisfacer el anhelo en nuestros corazones. Creo que nuestros anhelos, nuestros deseos y antojos son lo que nos impulsa. Están vinculados con nuestras emociones. El texto dice que estas mujeres, estas mujeres débiles, fueron «extraviadas». Sus emociones, sus pasiones, sus deseos, las llevaron en la dirección equivocada. Fueron extraviadas por esas cosas.
Nancy: Al leer un pasaje como este podrías pensar—como parecería que algunos cristianos lo hacen, «entonces, no debes tener emociones» o «simplemente debes reprimirlas» o «las pasiones son malas». Eso no es lo que está diciendo, ¿verdad?
Mary: Eso no es lo que está diciendo en lo absoluto. Me encantó, una película que vi hace varios años que describía la historia de Jesús, y ¡lo representaban como un hombre feliz! Estaba gozoso y alegre.
Nancy: Eso es bíblico. Hebreos habla acerca de Él estando «lleno de gozo, por encima de cualquiera de sus compañeros».
Mary: Era un deleite estar alrededor de Él, porque era muy entusiasta. Sentía profundamente. Cuando estaba en el jardín lloró, y se llenó de dolor. Cuando entró en el templo, se conmovió por lo que vio allí.
Dannah: Estaba enojado.
Mary: ¡Estaba enojado!
Nancy: Entonces, no era una persona sin emociones.
Mary: No es una persona sin emociones. Creo que en Jesús vemos la profundidad y la riqueza de las emociones puras y maravillosas.
Sabes, las emociones son un regalo. Dios nos ha dado emociones.
Nancy: Espera, espera. Repite eso una vez más.
Mary: Las emociones son un regalo.
Dannah: Meditemos en esto.
Nancy: Sí, sí.
Dannah: ¿De qué manera son un regalo?
Mary: Son un regalo porque Dios nos las ha dado para enriquecer nuestras vidas. Quiero decir, ¿cómo serían nuestras vidas si no tuviéramos emociones, si no nos riéramos, si no fuéramos movidos por una hermosa pieza musical?
Nancy: Anoche estábamos cantando en casa y había una puesta de sol. Estábamos mirando hacia la dirección opuesta y dije: «¡Miren por la ventana!» Todos nos dimos la vuelta, y fue emocionante.
Mary: Sí.
Dannah: Son formas hermosas de responder a los regalos que Dios nos ha dado, ¿verdad? A través de las emociones.
Mary: ¿Cómo sería si no tuviéramos amor, si no tuviéramos alegría, si no nos deleitáramos en las cosas, si no tuviéramos todo eso que conmueve nuestros corazones?
Las emociones se manifiestan cuando vemos películas, ¿verdad? Vamos al cine para que las historias despierten nuestras emociones.
Dannah: Nos gusta eso.
Creo que otra forma en que las emociones son un regalo es que son como protectores. Son como la piel de nuestra alma. Nuestra piel mantiene nuestros cuerpos seguros, nuestros órganos, nuestros cuerpos físicos seguros. Nos envía mensajes cuando estamos en un entorno seguro o cuando no; y nuestras emociones también pueden hacer eso.
A veces te sientes mal en una relación. Y realmente te preguntas, «¿cuál es esa emoción? ¿Cuál es ese sentimiento que siento hacia esta persona? No puedo entenderlo». Creo que esa es la piel de tu alma diciendo: «Algo no está bien aquí. ¡Cuidado!» Tal vez sea el Espíritu de Dios diciéndonos lo que Pablo le escribió a Timoteo: «¡No salgas con esta persona! Esta persona no es segura para ti».
Si estás ansiosa o estresada, a veces es porque estás haciendo demasiadas cosas. Nosotras como mujeres somos terribles para decir: «No» o «no puedo hacerlo todo». No nos gusta admitir eso, así que terminamos estresadas. Entonces, si ajustamos nuestros horarios, nuestros corazones estarán en un lugar más seguro.
Nancy: También hay emociones que no son las felices, sino las tristes—la pena, el lamento, el dolor. Podemos pensar que es malo, que no deberíamos sentir esto. O pensamos, si siento esto, algo está mal en mí. Como, «si eres cristiano, deberías estar feliz». Pero la Escritura, no solo nos da permiso, sino también nos exhorta a lamentarnos, a llorar y a afligirnos, ya sea por nuestro pecado o el pecado de otros o por el quebrantamiento de este mundo. Eso no es algo malo.
Dannah: Una vez, un amigo incrédulo me dijo: «Una de las cosas que me parecen increíbles acerca de los cristianos es que no lloran la muerte de alguien de forma muy honesta».
Creo que todos hemos estado en esos funerales donde hay un dolor honesto, pero se mezcla con la esperanza. Están afligidos, están tristes, extrañan a su ser querido o a su amigo; pero puedes ver la esperanza de Jesús en ellos. Pero también hemos visto esos momentos en que la gente simplemente…
Mary: Es felicidad falsa.
Dannah: Sí, es como si no se les permitiera sentir esa emoción.
Mary: Las tres tenemos una amiga cuyo padre murió hace poco. Estábamos conversando con ella y la estábamos consolando. Le dije que uno de mis versículos favoritos en la Biblia es uno de los más cortos, y es este: «Jesús lloró». Estaba triste.
Nancy: Y no eran solo lágrimas cayendo por Sus mejillas.
Mary: No, Él realmente estaba llorando.
Nancy: Esa palabra ahí es sollozar.
Mary: Lo que es tan interesante para mí es que Él sabía que iba a resucitar a su amigo Lázaro de la muerte.
Él sabía el resultado. Sabía que iba a ser una victoria. Y aún así, simplemente sintió plenamente el dolor y la tristeza del momento. Él lo sintió.
Creo que a menudo, como cristianos, guardamos o reprimimos dentro de nosotros las emociones que sentimos, y creo que eso no es algo bueno. No debemos negar nuestras emociones. Pero, por otro lado, tampoco debemos apoyarnos en ellas.
Nancy: Sí, no deberíamos darles demasiado poder, demasiado control sobre nosotras. ¿No es eso, tal vez, de lo que Pablo está hablando aquí con Timoteo? Que estas mujeres débiles que son capturadas por falsas enseñanzas están cargadas de pecados, son arrastradas por diversas pasiones. Sus emociones, sus antojos, sus anhelos las llevan por caminos que no le agradan al Señor. Entonces eso se convierte en una esclavitud.
Mary: Se convierte en esclavitud. Seguir tu corazón no siempre es algo bueno. A menudo se nos enseña en nuestra cultura: «Sigue tu corazón».
Nancy: ¡Tu corazón puede llevarte por un precipicio!
Mary: Sí, tu corazón puede llevarte por un precipicio. Se nos dice que sigamos nuestros corazones, pero eso no es necesariamente algo bueno, porque nuestras emociones pueden ser muy engañosas.
Dannah: Sí. Pienso en una de las palabras en la Escritura que se usa al hablar de emociones, es «corazón». Dice que el corazón es engañoso y perverso. Tenemos que ser muy cuidadosas con nuestras emociones.
Nancy: Hay como un juego de empujar/halar con las emociones. Hemos dicho que son un regalo. Sabemos que son un regalo. Dios tiene emociones. Jesús expresó emociones. Se alienta a los creyentes a expresar emociones—y no solo las de felicidad, sino también las de tristeza. Y sin embargo, nuestras emociones pueden poseernos, pueden convertirse en nuestro amo. Todas sabemos lo que es sentir, en esa época del mes, o en esa temporada difícil de la vida, y estamos bajo un montón de emociones. No es así como Dios quiere que vivamos.
Mary: Bueno, en el principio Dios nos creó para que nuestras mentes, nuestras voluntades y nuestras emociones trabajaran juntas.
Nancy: En sincronía.
Mary: En sincronía, todo de acuerdo y todo moviéndose en la misma dirección.
Nancy: Bajo Su autoridad y señorío.
Mary: Bajo Su autoridad y señorío. Pero lo que sucedió después de la caída, después de que entró el pecado, fue que nuestra mente y nuestras emociones y nuestra voluntad comenzaron a moverse en diferentes direcciones.
Podemos decir: «Sí, sé que debo hacer esto o aquello, pero…» ¿Cierto? No tenemos la voluntad de hacerlo, o no tenemos ganas de hacerlo, porque nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones ya no están en la misma página, debido al pecado. Nos hemos «fracturado».
De hecho, una Escritura dice que «tus pasiones están en guerra dentro de ti» (ver Santiago 4:1). Combaten contra ti; luchan contra ti. Tus sentimientos pueden luchar contra tu voluntad. Tus sentimientos pueden luchar contra tu intelecto—lo que sabes que debes hacer. Veo esto todo el tiempo. Paso por esto todo el tiempo, «lo sé, pero…» Es como un tipo de síndrome.
Dannah: Es tan sencillo como, «no tengo ganas de levantarme de la cama en este momento» o «no tengo ganas de ayudar a esta amiga que está pasando por un momento difícil».
Mary: O, «sé que no debería estar coqueteando con mi jefe, pero él me hace sentir viva», o «sé que no debería estar tomando otra copa de vino, pero. . .» «Sé que no debería seguir este camino, pero. . .»
Dannah: Sí.
Mary: Cuando tienes ese tipo de atracción por algo dentro de ti, sabes que tus emociones están en guerra con tu mente. Tus emociones están en guerra con tu voluntad, porque no puedes hacer lo que sabes que debes hacer.
Nancy: Que es lo que Pablo dijo en Romanos. «Sé lo que se supone que debo hacer»; la parte espiritual en mí, la parte que ama a Cristo, quiere hacer lo correcto. Pero luego tengo esta parte de mí, mi carne, que dice: «No, quiero hacer lo que quiero hacer».
Esas son las emociones, la mente, la voluntad en guerra entre ellos y contra Dios. En última instancia, si satisfacemos y cedemos ante nuestras emociones—algo así como, «no me importaría comerme la mitad de esa canasta de chocolates», ya saben… Y no lo anhelo en este momento, aunque quizá alguien que esté escuchando esta conversación sí lo esté anhelando. Pero hay momentos en que pienso, «me está llamando. Tengo que tener eso».
Y si cedo ante cualquier emoción deshonesta, me convertiré en una esclava. Pienso, «Tengo la libertad de hacer esto; quiero hacer esto, así que lo haré». Luce como un «gran día», una gran libertad, pero luego terminas sintiéndote mal del estómago o con veinte libras de sobrepeso o simplemente deprimida. No digo que todas estas cosas siempre estén conectadas, pero podemos terminar siendo esclavas de nuestras emociones.
Dannah: Creo que esa es una de las razones por las cuales la Escritura nos dice que debemos ayunar. No sé si se trata realmente de la comida, creo que se trata de nuestra carne. Y nuestras emociones son parte de nuestra carne. Creo que cuando ayunamos y decimos: «Por un período de tiempo voy a tener este tipo de autocontrol sobre lo que pongo en mi boca», ese es nuestro espíritu diciendo: «Estoy a cargo aquí. Voy a tomar mis decisiones basadas en lo que dice la Palabra de Dios, no en lo que siento, ni en lo que quiero, ni en la pasión o deseo que siento en este momento. Carne, silencio».
Mary: Sí. No sabemos cuáles eran las pasiones y los deseos de las mujeres en Éfeso. Era una sociedad muy próspera, por lo que probablemente hubo pasiones en términos de. . .
Nancy: ¡Compras!
Mary: Compras, adictas a las compras.
Dannah: Maquillaje, cabello.
Mary: Queriendo mantenerse al día con la última moda. La envidia, tal vez...
Dannah: Mencionaste que sus casas eran muy opulentas.
Mary: Casas de diez mil pies cuadrados que eran magníficas.
Dannah: Entonces, tal vez arte en sus casas, o mejor mármol, mármol traído de lejos.
Mary: Había mujeres que eran profesionales, había mujeres propietarias de empresas, había mujeres que solo querían aprender más. Entonces había todo tipo de cosas. Tal vez deseaban con lujuria a los gladiadores en el mercado.
Dannah: Era una cultura muy sexual.
Mary: Era una cultura enormemente sexual. Había burdeles, había mucha permisividad sexual. La gente se divorciaba. Las mujeres podían iniciar el divorcio, podían divorciarse si así lo deseaban. Había una mujer en ese tiempo de la que se registró que tenía muchos maridos— no sé si eran seis o siete.
Dannah: Sí, ¿no era la esposa de un César o la esposa de un senador o algo así? No sé...
Mary: Sí, había mucho de eso.
Nancy: Promiscuidad.
Dannah: Sí.
Mary: Entonces, obviamente, las pasiones sexuales están involucradas en todo esto e incluidas en el texto que hemos estado viendo, pero en realidad dice varias pasiones. Las pasiones tienen connotaciones sexuales, pero no es solo eso. También había otras pasiones: el materialismo, el deseo de una casa más grande, tal vez el deseo de ser afirmada o el deseo de ser amada. Es un deseo que te mueve o te impulsa. O es simplemente el deseo de sentir que eres alguien, sentir que alguien se fija en ti, o que eres importante, o el deseo de sentirte hermosa.
Dannah: Sí.
Nancy: Para mí, creo que a veces para todas nosotras como mujeres, la batalla es detenernos para evaluar: «¿Las cosas que estoy sintiendo en este momento son emociones confiables? ¿Se basan en la verdad? ¿O son emociones que necesito someter a la verdad?»
Hemos compartido de esto antes— y hemos hablado de ello. Ustedes dos fueron testigas de cómo caminé a lo largo de mi noviazgo con Robert. Él es un hombre increíble y precioso, un gran regalo para mí. Nunca me había casado. A los cincuenta y siete años me casé por primera vez con un hombre tan precioso.
Pero les diré— y lo he compartido con ustedes—que al principio de nuestro matrimonio, fue un gran ajuste para mí. Todo era diferente. A menudo, en mi opinión, Robert se iba a dormir temprano, antes que yo. Yo estaba despierta y pensando…
Dannah: Espera, él se duerme temprano.
Nancy: Sí, se duerme temprano.
Dannah: Entonces no es que estés siento quisquillosa aquí. Él se va a la cama . . .
Nancy: Oh, no, no, no. Se levanta temprano, y se acuesta temprano. Así que a veces me acostaba en la cama por la noche, en la oscuridad, sola, con mis propios pensamientos y mis propias emociones. Estábamos trabajando en todos esos ajustes, y no podría haber sido mejor con ninguna otra persona. Y no quiero deshonrarlo o faltarle al respeto de ninguna manera, porque no se trataba de Robert. Era que mis propias emociones se sentían como oprimidas, restringidas.
No estaba acostumbrada a tener a alguien cerca de mí todo el tiempo. Así que sentía cosas como: «Ser soltera era mucho más fácil que estar casada».
Mary: Y en ocasiones lo es.
Nancy: Lo que quiero decir es que, para mí, viví muchos años aprendiendo a estar soltera. Pensaba: «No sé si realmente podamos. . . ¿Cómo vamos a estar unidos realmente?» De nuevo, esto no se trataba de él, pero a veces esas emociones se sentían abrumadoras para mí.
Mary: Especialmente en la oscuridad, en medio de la noche.
Nancy: Especialmente en la oscuridad. Estás cansada…
Mary: Cuando estás sola y hay…
Dannah: Ese es el lienzo de las emociones, ¿verdad?
Mary: Absolutamente.
Nancy: Estoy muy agradecida de que durante años, antes de esto, pude aprender a anclar mi mente y mi corazón en la Palabra de Dios. Pude reconocer: «No debo ser controlada por esta emoción, por estos sentimientos. Son reales. No hay nada necesariamente malo en ellos, pero no puedo actuar en base a ellos. No puedo permanecer en ellos. Necesito aconsejar mi corazón con la verdad».
Entonces vuelvo y me repito lo que sé que es verdad. Esto podría pasar también, a veces, durante el día, cuando Robert decía o hacía algo que no sabía que era doloroso para mí, y yo tomaba el camino equivocado. Él no lo sabía, nunca hubiera querido hacer eso. Pero en ocasiones nutrimos esas emociones negativas y cuando les damos vueltas en nuestras cabezas ¡es como si fuera una gran ofensa! ¿Cómo podría alguien ser tan desconsiderado? Quiero decir, ¡son cosas ridículas!
Si dejas que tus emociones te dominen, ¡dónde puedes terminar! Fue muy dulce regresar y decir: «Bien, esta es la verdad: Dios me bendijo con este hombre. Él es un buen hombre. Él es un regalo de Dios. Hemos hecho un pacto y por Su gracia Dios nos mostrará cómo hacer todo esto».
Recuerdo que una noche estábamos una llamada, nosotras tres y otro par de amigas, y era muy temprano. Yo estaba un poco sentimental. Ni siquiera sabía cómo poner en palabras lo que estaba sintiendo, y no quería de ninguna manera faltarle al respeto a mi esposo.
Mary, dijiste: «¿Puedo orar por ti?» Sentiste las emociones que amenazaban con abrumarme en ese momento, e hiciste la oración más hermosa, infundiendo en mi fe en que Dios podía y allanaría todas esas cosas, que Él me ayudaría, que Su gracia estaba allí conmigo.
Ahora miro hacia atrás y es tan dulce. Las emociones han sido—son preciosas, son emociones buenas. No es que nunca luche con emociones negativas en mi matrimonio y en otras áreas, sino que he observado cómo Dios trajo el equilibrio de las emociones, porque quedaron bajo el control del pensamiento correcto. Pero también entiendo que si les hubiera dado el control a esas emociones. . .
Mary: Te hubieran llevado en la dirección equivocada.
Como con estas mujeres en Éfeso. Sus emociones las llevaron por mal camino, las llevaron en la dirección equivocada.
Ahora, las emociones en sí mismas no son deseos pecaminosos per se, pero a veces queremos cumplir esos deseos de manera ilegítima—de una forma que está fuera de lo que Dios dice que deberíamos estar haciendo.
Así que creo que es realmente importante para nosotras no reprimir o negar nuestras emociones, sino examinarlas y ver qué tipo de verdad nos están diciendo. Luego, debemos traerlas y unirlas a nuestras mentes, a nuestro intelecto y a nuestras voluntades, para que los tres estén estén unidos y en balance. Necesitamos usar nuestras emociones para ayudarnos a pensar de manera correcta, para llevarnos a la verdad de la Escritura, y luego para aconsejarnos a nosotras mismas, de modo que no solo nuestras emociones nos dirijan.
Las emociones estaban destinadas a ser como un tablero. Son como los indicadores en el tablero de tu automóvil, para darte información buena y vital. ¿Cómo está funcionando tu motor? ¿Tienes poca gasolina? ¿Está abierta tu puerta? ¿Necesitas abrocharte el cinturón de seguridad? ¿Qué necesitas hacer? Pero, ninguna de estas cosas conduce el auto. Tú necesitas estar detrás del volante y tomar el control.
Nancy: Necesitas tomar el control. Qué buen ejemplo.
Dannah: Es una hermosa imagen.
Mary: Ahora, no las ignoras, sino que las usas para moverte en la dirección correcta.
Dannah: Entonces, el hábito número cuatro es: Ella involucra sus emociones. Me gusta eso, porque no las estás ignorando, no estás siendo manejada por ellas; las estás contemplando y tomando en cuenta.
Nancy: Estás diciendo que una mujer débil es manejada por sus emociones.
Mary: Sí. Ella, o las niega o se apoya en ellas y permite que la dirijan.
Nancy: Pero una mujer espiritualmente fuerte maneja sus emociones. Esto pasa cuando conoces a Jesús; no tienes que lidiar con tus propias emociones, tus emociones naturales, sino que el Espíritu Santo que está en nosotras nos da el poder de un amor mayor, amor por Cristo y afecto por Cristo. Si estamos alimentando eso, tendremos menos problemas de ser manejadas por la emociones, por las cosas de esta tierra.
Porque Dios nos hizo para el cielo. Nos hizo para la eternidad. Nos hizo para anhelar lo que es supremo, verdadero y bello, así que queremos estar emocionalmente vivas para Cristo, amándolo y enfocando nuestras emociones en Él.
Mary: Queremos que nuestras emociones sean plenas y estén involucradas. Creo que toda persona que conoció a Jesús cobró vida. Había algo –las emociones de estas personas simplemente florecían. Creo que en la medida en que traemos nuestras emociones a Jesús, Él nos ayuda con ellas, porque Él no solo es el Señor de nuestros cuerpos y nuestras mentes, también es el Señor de nuestras emociones.
Nancy: Dannah, este es un estudio tan enriquecedor, un estudio tan poderoso. Tiene implicaciones y aplicaciones para cada área de nuestras vidas, de lo que significa tener la clase correcta de fortaleza. Y estos hábitos sorprendentemente sencillos de una mujer espiritualmente fuerte…. Mary dice que son sencillos.
Dannah: No lo son. Son sencillos en concepto.
Nancy: Son sencillos en el sentido de que son básicos, son fundamentales; pero se necesita toda una vida de aprendizaje.
Dannah: Sí. Creo que necesitamos ánimo.
Nancy: Entonces, qué recurso tan valioso es este libro.
Dannah: Eso es exactamente lo que es este libro, es un estímulo. Nos encantaría que puedas adquirir tu copia, está disponible en español y se titula, «La verdadera fortaleza».
Nancy: Entonces, Dannah, nos encontramos en la mitad de los hábitos sorprendentemente sencillos de una mujer espiritualmente fuerte. ¿Estoy bien?
Dannah: Sí, creo que sí. Estás bien.
Nancy: Se construyen unos sobre otros, como lo hace el apóstol Pablo en 2 Timoteo. Entonces, ¿hacia dónde nos dirigiremos en el siguiente programa?
Dannah: Bueno, ahora que hemos explorado los primeros hábitos que nos ayudan a determinar si hay algunas cosas en nuestras vidas que necesitan ser eliminadas o redirigidas, es hora de hacer una pregunta realmente importante, y es: ¿Tenemos el hábito de vivir lo que enseñamos, o solo son palabras? Estaremos viendo algunas preguntas que nos ayudan a medir cómo estamos en esta área. Espero que nos acompañes en la continuación de nuestra conversación con Mary Kassian, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Annamarie: Creciendo en verdadera fortaleza juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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