Invierte en la próxima generación
Débora: Susan Hunt recuerda llegar como esposa de pastor a una iglesia y descubrir una gran fortaleza en esa congregación.
Susan Hunt: Había mujeres en sus sesenta, setenta y ochenta años, cuyas vidas simplemente cautivaron mi corazón. Vi cómo me amaban a mí y cómo amaban a las mujeres más jóvenes que venían a la iglesia. No se sintieron amenazadas por las mujeres más jóvenes. Al mismo tiempo estaban tan deseosas por aprender la Palabra de Dios.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de diciembre de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, es un gran gozo para mí hoy darle la bienvenida a Aviva Nuestros Corazones a mi amiga de mucho tiempo, mi hermana, mi amiga mayor, Susan Hunt. Susan, muchas gracias por ser parte de esta conversación el día de hoy.
Susan: Gracias por invitarme Nancy. He …
Débora: Susan Hunt recuerda llegar como esposa de pastor a una iglesia y descubrir una gran fortaleza en esa congregación.
Susan Hunt: Había mujeres en sus sesenta, setenta y ochenta años, cuyas vidas simplemente cautivaron mi corazón. Vi cómo me amaban a mí y cómo amaban a las mujeres más jóvenes que venían a la iglesia. No se sintieron amenazadas por las mujeres más jóvenes. Al mismo tiempo estaban tan deseosas por aprender la Palabra de Dios.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de diciembre de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, es un gran gozo para mí hoy darle la bienvenida a Aviva Nuestros Corazones a mi amiga de mucho tiempo, mi hermana, mi amiga mayor, Susan Hunt. Susan, muchas gracias por ser parte de esta conversación el día de hoy.
Susan: Gracias por invitarme Nancy. He estado esperando este tiempo contigo.
Nancy: Nos conocemos desde hace mucho tiempo, no sé desde hace cuánto, pero tú has sido una gran animadora, una porrista para Aviva Nuestros Corazones, para Mujer Verdadera y para el movimiento de Mujer Verdadera. Me has animado y has sido una amiga personal a través de los años.
Y solo quiero aprovechar la oportunidad para decirte, «gracias por invertir en mi vida a través de tus libros, a través de tu ministerio y a través de tu amistad». Creo que nos conocimos por primera vez hace años, incluso antes de que iniciáramos Aviva Nuestros Corazones. Has sido de gran aliento y has sido una amiga; así que te digo, «gracias por ser parte de este ministerio como lo has sido».
Susan: Ha sido un gran privilegio ver al Señor trabajar a través de ti, Nancy. Creo que te he dicho esto antes, pero una de las cosas que me encanta es que te conocí antes. Te conocí antes de que todas las mujeres del mundo te conocieran.
Nancy: Es cierto. Y de eso hace mucho tiempo.
Susan: Y lo que me encanta es que nunca estuviste buscando la plataforma, nunca estabas buscando el micrófono. Solo estabas buscando a Jesús. Y mira lo que Él ha hecho en y a través de ti; y lo alabo por eso.
Nancy: Oh, muchas gracias. Y puedo decir que ese ha sido mi corazón porque he tenido mujeres como tú en mi vida, que me han modelado lo que es tener un espíritu humilde, esa llenura del espíritu, ese espíritu gentil lleno de gracia y compasión al caminar con el Señor. Y has estado orientada hacia el ministerio con una mente de sierva.
Fuiste esposa de pastor por muchos años. Aún eres esposa, pero tu marido fue pastor por muchos años y serviste en ese rol. Has servido a tu denominación como consultora para el ministerio de mujeres. También has servido al cuerpo de Cristo a través de tus libros, a través de tu ministerio de enseñanza, e incluso estuviste en República Dominicana y participaste en el ministerio allá. Enseñando acerca de la feminidad bíblica antes de que existiera Mujer Verdadera.
Así que tenemos muchos amigos en común. Nuestros caminos se han cruzado muchas veces. No puedo creer que esta sea la primera vez que tenemos una conversación en Aviva Nuestros Corazones, así que ya era ahora.
Acabo de decir que eres una mujer mayor, ¿te importa eso?
Susan: De ninguna manera. Estoy totalmente sorprendida de que el Señor me haya dado todos los años que me ha dado. Y alabo al Señor por cada año, cada arruga y cada experiencia –por todo ello. Es un buen lugar para estar.
Nancy: Bueno, me encanta escuchar eso porque creo que muchas mujeres le temen a esa época de la vida. Yo estoy solo veinte años atrás de ti, y me encanta escuchar a las mujeres que marcan el paso, que van adelante y que no tienen miedo, como dice Proverbios 31, que no le temen al futuro, lo enfrentan con gozo. Y tú realmente has hecho eso.
Susan: Bueno, es algo tan emocionante. Creo que una de las cosas que más amo es la perspectiva. A medida que envejeces hay un sentido en el que ves las cosas de manera tan diferente. Quizás a través de las experiencias, el tiempo que has caminado con el Señor. Y me pregunto cómo será dentro de unos años más. ¿Cuánto más clara será? Aun cuando mi vista se vuelve más borrosa, la vista espiritual es más y más clara.
También me encanta el ritmo. Yo solía ir a un ritmo tan frenético. Pero ahora, por necesidad, el cuerpo simplemente no funciona tan rápido; la mente no trabaja tan rápido. Pero lo que he hallado es que es un ritmo mucho mejor. Es mucho más reflexivo, y me encanta poder compartir esta perspectiva con mujeres más jóvenes en mi vida.
Nancy: Realmente yo estoy deseando que ese ritmo cambie un poco para mí.
Susan: Sé que lo deseas.
Nancy: Gracias por darme algo que anhelar.
Mientras hablabas acerca de una mejor perspectiva, el versículo que vino a mi mente fue Proverbios capítulo 4, versículo 18. Este versículo se utiliza frecuentemente en tarjetas de cumpleaños o para felicitar a las personas. Dice: «mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día».
Tendemos a pensar que mientras más envejecemos vamos a ser más débiles, y algunas cosas efectivamente sí disminuyen, se deterioran. Todas sentimos eso en nuestros cuerpos. Pero en lo que respecta al alma, el espíritu, la conciencia de Dios, y la sabiduría, dice que si somos justas en Cristo nuestro camino es como la luz de la aurora que brilla más y más hasta que el día es perfecto. Y por supuesto, esto será cuando veamos a Jesús –y seremos como Él. Nos desharemos de estos cuerpos viejos y obtendremos unos nuevos que están hechos como Cristo. Y eso es lo que tenemos que esperar.
Por eso es que creo que esto de envejecer puede ser un gozo y no algo que temer, no algo que resentir o tratar de evitar porque sucederá de todas formas, ¿cierto?
Susan: Sucede de todas formas. Y realmente creo que si nuestro enfoque es que mi espíritu sea más y más fuerte aún cuando mi cuerpo se debilite, entonces es una parte gozosa del viaje. Tuve el privilegio de tener a alguien que iba delante de mí y lo podía ver en ella. Ella era mi madre, tenía noventa y nueve años cuando murió.
Ella vivía al lado mío, así que entraba y salía de su casa todo el día, todos los días, y podía ver como se ve la vida desde la perspectiva de una persona de noventa y nueve años. Incluso cuando mis hijas y mis nietas estaban cerca podía verlo desde sus perspectivas, y ellas desde la nuestra. Es realmente una vida vivida de forma generacional.
Nancy: Y ese ha sido el corazón de tu mensaje todos estos años –todo esto que tú llamas, «maternidad espiritual». De hecho, escribiste un libro sobre ese tema.
El libro se llama Maternidad Espiritual: El modelo de Tito 2 para la mujer de hoy. Y esto es algo, desde que te conozco, por lo que has estado luchando, esto de pasar el testigo de la fe de una generación a otra. Y hablas acerca de esto en la práctica. Eres mamá y abuela. ¿Ya eres bisabuela?
Susan: Aún no.
Nancy: Pero apuesto que lo estás esperando.
Susan: Estoy deseando que llegue.
Nancy: Entonces esto de maternidad espiritual, ¿qué es?
Susan: Es muy parecido a la maternidad. Es el apoyo y cuidado de otras mujeres. Como Pablo escribió a los Tesalonicenses, es compartir el evangelio y nuestras vidas con otros.
La palabra «enseñar» en Tito 2, es una palabra que significa más que descargar información. Incluye eso también, pero es también compartir nuestras vidas, mostrando, modelando. Es un tipo de ministerio «que se vive, se muestra». Así que ocurre estando junto a otros, viviendo la vida con ellos.
Es realmente el tipo de discipulado que Jesús vivió, porque no solo enseñó, sino que vivió la vida junto a sus discípulos. Él los llamó para estar con Él, y eso es maternidad espiritual. Es invertir en las vidas de los demás de forma que compartamos el evangelio así como nuestras vidas con ellos.
Nancy: Tú has hecho esto. Has vivido esto. Y me encantaría que nuestras oyentes sepan algo acerca de tu trayectoria, de cómo llegaste a creer en la maternidad espiritual.
Y al mirar hacia atrás, además de tu propia madre, tu mamá biológica, cuando eras una mujer joven, ¿puedes pensar en alguien que fue una madre espiritual para ti? ¿Dónde experimentaste por primera vez ese tipo de maternidad en tu vida?
Susan: Bueno, creo que lo que primero experimenté fue la hermosura del concepto. Eso llegó antes que la relación, porque cuando me convertí en coordinadora del ministerio de mujeres de mi denominación, la Iglesia Presbiteriana de América, eso fue en los ochenta, la idea de ser mentora no era popular. No era una palabra que estuviera de moda en absoluto. En la cultura de ese tiempo, el individualismo y la independencia eran poder, todo eso predominaba.
Deseaba con ansias encontrar recursos para el ministerio de mujeres y no había ninguno. Así que comencé a ir a las Escrituras y a buscar. Y lo único en las Escrituras que me pareció relevante en ese aspecto fue Tito 2:3-5. ¿Puedo leerlo?
Nancy: ¡Claro!
Susan: Permíteme leerlo.
«Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada».
Ni siquiera podía imaginarme cómo sería eso. No entendía lo que significaba. Pero había una parte del pasaje que me sorprendió totalmente, y fue que de lo que fuera que estuviera hablando, tenía que ver con que la Palabra de Dios no fuera vituperada. Así que si tenía que ver con que la Palabra de Dios fuera honrada, yo quería saber qué era.
Así que empecé a pensar acerca de eso y a orar al respecto. No pude encontrar muchos comentarios sobre ello, pero yo estaba orando. Entonces mi esposo fue llamado a una iglesia con una rica mezcla de personas mayores y jóvenes. Yo tenía unos cuarenta y nueve años en ese tiempo, y había mujeres en sus sesenta, setenta y ochenta cuyas vidas simplemente cautivaron mi corazón. Vi cómo me amaban a mí y cómo amaban a las mujeres más jóvenes que venían a la iglesia. No se sintieron amenazadas por las mujeres más jóvenes, y al mismo tiempo estaban tan deseosas por aprender la Palabra de Dios.
Así que cuando mi esposo me pidió que enseñara un estudio bíblico semanal, aparecieron estas mujeres mayores.
Nancy: ¿Eso te sorprendió?
Susan: ¡Absolutamente! No sabía qué hacer.
Nancy: ¿Te intimidó un poco?
Susan: ¡Mucho! Sí, me intimidó. No sabía cómo enseñarles y enseñar a las mujeres más jóvenes –al mismo tiempo– que estaban en sus veinte, y quienes empezaban a asistir a la iglesia.
Nancy: Así que tenías una mezcla generacional en ese estudio.
Susan: Sí, y yo en medio de ellas. Y entonces se me ocurrió, «Señor, Tú me estás dando la oportunidad de ver de qué estás hablando en Tito 2:3-5, y ahora solo quiero sentarme y mirar, ver. ¿Realmente funciona?
Simplemente no podía entenderlo. Muchas relaciones que había visto entre mujeres mayores y jóvenes habían estado llenas de tensión, resentimiento y malos entendidos. Así que solo comenzamos a profundizar.
Nancy: No tenías un programa. No tenías una fórmula. No tenías un currículo.
Susan: No.
Nancy: Excepto Tito 2.
Susan: Tito 2. Y era todo. Así que solo comenzamos estudiando las Escrituras, pero siempre con esto en mente, y siempre les hablaba acerca de esa idea y les hacía preguntas: ¿Cómo creen que se ve esto?
Y entonces, mientras comencé a tratar de hacer algunas cosas para ayudarlas a conectarse y a comunicarse entre sí, (ni siquiera recuerdo qué libro de la Biblia estábamos estudiando en ese momento) pero llegamos a un pasaje acerca del matrimonio y pensé, ¿cómo puedo hacer esto? Porque la mayoría de estas mujeres eran viudas. Simplemente no sabía cómo hacerlo.
Y entonces pensé, bueno, solo les enseñaré lo que está ahí. Pero les dije a las mujeres cuán inquieta estaba. Les pregunté a las viudas mayores, «¿nos pueden ayudar? Enséñennos qué significa ser esposas piadosas, ¿compartirían sus vidas y sus recuerdos con nosotras?»
Y supe que habíamos encontrado un tesoro cuando una de las mujeres jóvenes compartió, «¿cómo podría ir a casa y quejarme acerca de los calcetines sucios en el piso, después de haber escuchado a estas mujeres compartir preciosos recuerdos de sus esposos y sus matrimonios?»
Nancy: En ese momento ellas hubieran dado cualquier cosa por tener a sus esposos de nuevo –con los calcetines sucios en el piso.
Susan: Sí. Así es. Todo tomó perspectiva para nosotras. Entonces comencé a ver lo que significa que las mujeres jóvenes puedan escuchar la perspectiva de vida de las mujeres mayores que han caminado con el Señor, que continúan caminando con el Señor y cuyo deseo más grande es honrarle y glorificarle. Y fue simplemente hermoso.
Nancy: ¿Alguna de esas mujeres tomó el papel de madre espiritual en tu vida? ¿Has experimentado eso personalmente?
Susan: Cada una de ellas. En la medida en que ellas se abrían y aprendían que eso era lo que Dios les había llamado a hacer. Recuerda, Nancy, que esto era completamente nuevo para todas nosotras. En nuestra historia como iglesia no se había hablado de eso hasta ese momento.
En la medida en que ellas entendieron el principio bíblico, y miramos hacía atrás en las Escrituras y comenzamos a conectarlo al principio del pacto a lo largo del Antiguo Testamento, de una generación diciéndole a la siguiente generación las alabanzas dignas de los hechos del Señor, es como si se hubieran soltado los labios de las mujeres mayores, y abierto los oídos de las mujeres jóvenes. Estábamos escuchando y escuchándonos unas a otras y viendo la forma en la que esto transformaba nuestras vidas y nuestras relaciones. Pero cada una de esas mujeres tuvo un papel esencial en mi vida en ese momento, las jóvenes y las mayores.
En la medida en que vi el entusiasmo de las mujeres jóvenes por aprender de las mujeres mayores, y mientras observaba el entusiasmo de las mujeres mayores por invertirse en nosotras, simplemente fue una experiencia maravillosa.
Todavía visito a muchas de ellas que aún viven donde quiera que estén. Y simplemente son especiales, amigas muy queridas, y continúan dirigiéndome hacia Jesús.
Nancy: ¡Qué hermoso es escuchar todo esto Susan! ¿Puedes pensar acerca de áreas específicas en las que –piensa en aquellas mujeres de cincuenta años– en esa época de tu vida, puedes pensar en algo que viste ellas que querías imitar o que haya modelado a Cristo para ti? ¿Hay algún área específica a la que ellas hablaron a tu vida por medio de sus vidas?
Susan: ¡Oh, sí! Una cosa que me fascinaba acerca de ellas era que estaban en la iglesia todos los domingos. Cada cosa que sucedía en nuestra iglesia local, ellas estaban ahí. Y yo sabía que ellas oraban fielmente por todo lo relacionado con nuestra iglesia.
Pero no solo llegaban siempre, sino que se veían hermosas. Se vestían bonitas. Sus uñas arregladas. Simplemente se veían preciosas. En cada área, ellas irradiaban algo hacia nosotras –la hermosura del evangelio. Su adorno era el evangelio. Quedé fascinada por ello, porque estas mujeres no se habían dejado llevar por la corriente. Ellas reflejaban a Cristo a cualquiera a su alrededor.
Y eso me ha ayudado mucho, porque ahora muchas veces pienso: «Oh, estoy muy cansada, tal vez debo dormir un poco más. Hoy no tengo energía». Pero pienso en aquellas mujeres que estaban presentes, y al hacerlo me enseñaron a amar a mi iglesia. Me enseñaron a amar al Salvador de la iglesia y a estar ahí como apoyo para el pastor, para la gente de la iglesia.
Así que eso fue algo que me enseñaron. Pero otra cosa que me enseñaron es que cuando estaba con ellas, particularmente con las viudas, siempre tenían palabras de ánimo que decirme acerca de mi esposo. Me decían maneras en que él les había ministrado. Me hablaban de las veces que él las visitaba. Y en lugar de que me volviera negativa con mi esposo y viera cosas negativas de él, estas mujeres siempre me llenaban de las cosas buenas de él.
Nancy: Dándote la perspectiva correcta una vez más.
Susan: Sí. Así que aprendí a ver esas cosas. Me compartían lo que aprendieron en sus sermones, lo que habían aprendido de sus lecciones, sus estudios bíblicos. Y eso fue, una vez más, una fuerte lección para mí.
Y ahora trato de hacer eso. Trato de decirles a las más jóvenes las cosas positivas que veo en sus esposos, la forma en que ví a su esposo ministrar a un niño en la iglesia o lo que sea. Pero solo para dar la vuelta y decirles cosas positivas acerca de sus maridos.
Nancy: Que es realmente enseñar una de las partes del estudio aquí en Tito 2: «Enseña a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos».
Ahora, uno podría pensar que no tiene nada que enseñar sobre eso. Robert y yo llevamos poco tiempo de casados, y hay veces en las que ves cosas que no son tan agradables, y ahí es cuando necesitamos ese estímulo, ese aliento lleno de gracia para ver a tu pareja con ojos de amor, a través del amor de Dios. Y eso fue lo que esas mujeres modelaron para ti, y con lo que ahora estás animando a las mujeres más jóvenes. Ahora me has animado a mí, como mujer casada, a amar a mi esposo.
Esto no es necesariamente ponerse de pie en un salón de clases con una presentación de Power Point, con un cuaderno o con una clase tipo «llene los espacios en blanco». Eres una maestra maravillosa, una maestra con dones para enseñar la Palabra de Dios, pero mucho de lo que has estado hablando acerca de maternidad espiritual no es una enseñanza formal. No es algo estructurado. Es vida a vida, justo como lo describiste.
Susan: Es tan relacional. Es mostrar a Jesús, mostrar la vida de Jesús a otras mujeres y ayudarlas a ver la vida desde la perspectiva del amor soberano de Dios y nuestro propósito de glorificarlo. Mientras comienzan a ver eso como madres jóvenes, viendo que cuidar de sus hijos no es poner su vida en espera. Cambiar pañales, o lo que sea, es su misión, es su llamado. Y ese es el lugar donde pueden glorificar a Dios.
Pero aquellas mujeres mayores también me enseñaron a ver el potencial en mis hijos y no solo las cosas negativas. Me enseñaron a tener esperanza para mis hijos así como eran en ese momento, adultos jóvenes. Aquellas mujeres me dieron constantemente esperanza para mis hijos.
Nancy: Lo cual también es otra pieza de de Tito 2: «Enséñales a amar a sus hijos». A cuidar, a amar a sus hijos.
Creo que cuando estás en medio de esa etapa de la vida, y te envuelves en las presiones y las demandas y las tareas, es fácil perder la perspectiva de amar a los hijos. Es por eso que ya sea que estés soltera o casada, tengas hijos o no, en cada etapa de la vida, es más fácil concentrarse en las dificultades.
Ahí es donde es útil tener a alguien alrededor de nosotras, alguien que tenga la madurez, la perspectiva que da estar un poco más adelante en el camino, alguien que pueda ayudarnos a ampliar nuestra visión y ver que esto tiene significado, que tiene un propósito, que tiene un valor, que no es una pérdida de tiempo. Y nosotras decimos: «Sí, ¿por qué no lo vi?» Pero ellas están ahí animándonos, afirmándonos, bendiciéndonos en esa etapa.
Tuve una cena con tres de mis sobrinas y sobrinos –uno se casará en solo un par de semanas– y estar con esas parejas jóvenes, y poder animarles, orar una bendición sobre esta jóven pareja que se casará, orar para que su matrimonio refleje la hermosura de Cristo. Nadie dijo después, «gracias por enseñarnos cómo amar a nuestros esposos», porque no creo que estén conscientes de que eso sucedió. No fue algo consciente de mi parte tampoco. Probablemente no lo recibieron conscientemente de tu parte tampoco. Pero es la vida real.
Estamos sentados alrededor de una mesa, en una conversación donde, fuera de mi perspectiva como mujer mayor, las estoy bendiciendo, las animo, estoy hablando a sus vidas. Una de las mamás tiene dos niños pequeños, dos niños activos. Y está cansada porque así es esa temporada. Y pude bendecirla como mamá en esa etapa.
De eso se trata la maternidad espiritual. No fui a ellas con un plan de clases. No fui con una charla preparada o una mentoría intencional. Se aprende más de lo que se enseña. ¿No crees?
Susan: Sí. Realmente lo creo así. Y algunas veces es sin palabras. Creo que mientras vi a esas mujeres honrar la memoria de sus esposos, comencé a aprender la importancia de que otras mujeres me observen honrar a mi esposo simplemente en la forma en que le hablo, la forma en que hablo acerca de él y la manera en la que disfrutamos el uno del otro. Es en esas pequeñas cosas.
Me di cuenta de que esas mujeres jóvenes estaban observando, y me doy cuenta cada vez más mientras pasa el tiempo, que anhelan ver a un esposo y una esposa que se respeten mutuamente y sean amables el uno con el otro, que se disfruten el uno al otro, que se diviertan juntos. Y eso les enseña. Simplemente la forma en la que vivimos nuestras vidas juntos les enseña.
Nancy: Y hay enseñanza que es buena y enseñanza que no es buena. Estamos enseñando realmente todo el tiempo. Así que no solo eran aquellas hermosas mujeres en tu iglesia enseñando lo que es bueno, sino que probablemente también has estado alrededor de algunas mujeres, no diremos quienes son, pero todas alguna vez hemos estado alrededor de mujeres cuyo espíritu es tóxico, y quienes por la forma en la que les hablan a sus esposos o sobre sus esposos o a sus hijos, parece más una carga que una bendición. Entonces, ellas también están enseñando.
Creo que lo que me ha retado es el darme cuenta de que ahora como una mujer mayor, estoy enseñando todo el tiempo. Estoy enseñando cuando no creo que estoy enseñando. Pero con mi espíritu, y como tú dices, no siempre con palabras, sino en la forma en la que respondo a la vida, cómo respondo a la presión, cómo respondo a los desafíos.
Mi primera reacción… Estoy pensando en la otra que noche sonó una alarma de incendio en nuestra habitación de hotel a eso de las cuatro de la madrugada como por veinte minutos. Me desperté, por supuesto, rápidamente. A ambos, a Robert y a mí nos despertó, y dije, «oh, ¡qué gozo! Esas fueron las primeras palabras que salieron de mi boca, pero me estaba riendo acerca de eso más tarde, pensando: ¿No sería esta una gran reacción para tener ante todo en la vida –«tened por sumo gozo»?
Estamos enseñando con nuestras reacciones, cuando nos toman por sorpresa, cuando somos sorprendidos. Yo no quería que me despertaran a las cuatro de la madrugada, se lo aseguro. Mi esposo se levanta a las cuatro de la madrugada, pero yo normalmente no. Así que cuando estamos decepcionados, cuando las cosas no salen como quisiéramos, la forma en que respondemos, la forma en que reaccionamos bajo presión, todo eso es enseñanza.
Y es por eso que el modelo de Tito 2 nos llama a «enseñar lo que es bueno» en la forma en que vivimos y cómo respondemos.
Susan: Sí. Todas esas cosas son tan importantes. Es Cristo viviendo Su vida a través de nosotras.
Nancy: Sí.
Susan: Yo menguando y Él creciendo. Y esa es mi oración diaria, «Señor, solo permite que yo mengüe y deja que Cristo me llene, que Él sea lo que vean en mis actitudes y palabras y en todo».
Nancy: Vamos a continuar esta conversación con Susan mañana, y sé que quieren escuchar más sobre este tema, ya seas una mujer mayor o una más joven. Yo soy una mujer joven en la vida de Susan y me estoy nutriendo en esta relación. Sé que hay mujeres más jóvenes en mi vida y en las de ustedes también. Cualquiera que sea la edad cronológica que tengas, hay mujeres buscando en ti sabiduría, percepción, aliento, ayuda, gracia, y esta es la vida de Cristo en nosotras, fluyendo a través de nosotras la que puede hacer la diferencia.
Así que asegúrate de acompañarnos mañana para continuar esta conversación con Susan Hunt acerca de la maternidad espiritual.
Débora: Has estado escuchando de Nancy DeMoss Wolgemuth en conversación con Susan Hunt. Ellas han estado hablando acerca del libro escrito por Susan, titulado, Maternidad espiritual.
¿Cómo se ve la mentoría en la vida real? Susan Hunt nos mostrará el día de mañana con un ejemplo de cómo ella mentoreó a sus nietas. Acompáñanos, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
En Aviva Nuestros Corazones buscamos ser una infusión diaria de gracia, de esperanza y de pensamiento bíblico centrado en el evangelio, que ayude a las mujeres a filtrar lo que el mundo ofrece a través de la Palabra de Dios, para encontrar así la libertad, la plenitud y la abundancia que solo se encuentran en Cristo.
El Señor ha sostenido este ministerio a lo largo de los años y nos ha permitido alcanzar a muchas mujeres en diferentes partes del mundo, en formas que solo Él puede hacer posibles.
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Enseñando las verdades de la Palabra de Dios a la próxima generación, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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Recursos del Episodio
Libro «Maternidad Espiritual», por Susan Hunt
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