Inicia bien la carrera
Carmen Espaillat: Aquí está Nancy DeMoss de Wolgemuth
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Si no has aprendido a ser una buena seguidora, y a ser fiel y a estar contenta en ese rol, entonces es probable que cuando llegue el momento de que seas una líder, no seas tan efectiva como lo habrías sido, si hubieras aprendido a seguir a otros.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMos de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Algunas veces recibimos cartas de mujeres enérgicas, inteligentes y jóvenes que están dispuestas a ministrar de la misma manera en que lo hacen mujeres como Nancy, pero ellas están en una época de seguir, más que de liderar. Descubre por qué ser una seguidora fiel podría ayudarte a ser una líder más eficaz en el futuro.
Hoy comenzamos la segunda parte de varias series de enseñanzas que escucharemos sobre la vida de …
Carmen Espaillat: Aquí está Nancy DeMoss de Wolgemuth
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Si no has aprendido a ser una buena seguidora, y a ser fiel y a estar contenta en ese rol, entonces es probable que cuando llegue el momento de que seas una líder, no seas tan efectiva como lo habrías sido, si hubieras aprendido a seguir a otros.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMos de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Algunas veces recibimos cartas de mujeres enérgicas, inteligentes y jóvenes que están dispuestas a ministrar de la misma manera en que lo hacen mujeres como Nancy, pero ellas están en una época de seguir, más que de liderar. Descubre por qué ser una seguidora fiel podría ayudarte a ser una líder más eficaz en el futuro.
Hoy comenzamos la segunda parte de varias series de enseñanzas que escucharemos sobre la vida de Josué. Ya vimos la primera parte, “Lecciones de la vida de Josué: Aprendiendo a ser victoriosa”, y hoy iniciamos con, “Lecciones de la vida de Josué: Aprendiendo a ser enseñable.” Aquí está Nancy.
Nancy: He vivido lo suficiente como para ver a muchas personas empezar bien la vida cristiana, y no llegar a la meta final –algunas incluso, tristemente, en posiciones ministeriales. Unas empezaron fervientemente sirviendo al Señor fiel y eficazmente pero abandonaron la carrera. Otras no estaban en posiciones ministeriales por vocación, pero empezaron amando a Cristo y queriendo agradarlo y no lo han hecho hasta el final. Hay varias razones; he visto muchas razones diferentes.
Algunas veces las personas abandonan la carrera por desaliento; se descorazonan y se dan por vencidas. Aveces son valores temporales que las distraen. Donde una vez hubo amor a Cristo con todo su corazón, ahora sus corazones y su satisfaccion se han vuelto al dinero, posición, prestigio o el mundo, la mundanalidad.
Hay muchas razones diferentes. Pero en la medida en que hemos estado estudiando la vida de Josué, lo que me atrajo a este estudio, en primer lugar, fue el hecho de que me impresionó su fidelidad en la carrera a lo largo del tiempo.
Inicié este estudio –y dije esto al principio de la serie- porque mi pastor estaba predicando sobre Josué. Él llegó al final de la vida de Josué, cuando Josué tenía 110 años y aún estaba siendo fiel, aún estaba amando al Señor, y fuerte en su servicio al Señor. Y me pregunte, « ¿Cómo hizo eso? ¿Cómo llegó allí? ¿Cómo cumplió su misión todo el tiempo hasta alcanzar la meta?»
Se ha dicho poco de la vida de Josué que se pudiera encontrar fallas. Hay un incidente con los gabaonitas –nosotros llegaremos a eso en esta serie- pero en general, aquí hay un hombre que fue fiel en la lucha, fiel al Señor y fiel a la fe, todo el tiempo hasta el final. La suya fue una vida de victoria, una vida de conquista.
Nosotras lo conocemos como un líder militar que llevó a los israelitas a la Tierra Prometida, y los guió siendo su comandante en jefe mientras derrotaban a sus enemigos y mientras tomaron posesión de la Tierra Prometida. Su vida es para nosotras una imagen de victoria sobre nuestros enemigos espirituales, en las batallas espirituales que enfrentamos con el mundo, con la carne, y el diablo. Aquí hay un hombre que corrió la carrera todo el tiempo hasta la meta final y la terminó exitosamente.
Así que estamos buscando hacernos una idea, a través de su vida, empezando en sus primeros años –que es donde todavía estamos ahora- hacernos una idea de cómo fue victorioso. ¿Cómo permaneció fiel? Estos años de aprendizaje, antes de que llegara a ser líder, son cruciales para comprender cómo fue efectivo en su vida posterior. Él terminó bien su carrera porque inició bien su carrera. La forma en que corremos nuestra carrera en nuestros años de juventud tiene un gran impacto en cómo la correremos en nuestros años posteriores.
A menudo he dicho, por ejemplo, que mi objetivo en la vida ha sido siempre llegar a ser una anciana piadosa. También he dicho que la parte piadosa es más difícil que la parte de la anciana o que la vejez, porque la vejez viene más fácilmente. El cabello gris viene naturalmente, pero la santificación no viene naturalmente.
Tengo esta imagen en mi mente de esta dulce, amorosa, yr piadosa que solo irradia el amor de Jesús, su gracia, con un espíritu dulce y palabras amables. Ella es fructífera, es una guerrera de la oración –todas esas cosas. Ese es el tipo de imagen que yo tengo de lo que quiero ser cuando tenga ochenta y cinco años. Yo no sé qué voy a hacer a los 110 –no sé qué voy a hacer a los ochenta y cinco- pero sin importar el tiempo que Dios me dé, eso es lo que yo quiero ser.
Mientras veo la vida de Josué, es un recordatorio de que no es que a los ochenta y cinco o 110 años te despiertas, y de pronto eres esa clase de persona. Estoy haciendo elecciones ahora, como he hecho por años y años, que están determinando qué clase de anciana voy a ser, si voy a llegar a la meta, y en qué condición. Así que estamos mirando un panorama de la vida de Josué. Así que estamos echando un vistazo de cada uno de los incidentes, o muchos de ellos, en su vida.
Empezando con su vida como joven, como hombre joven, hemos tomado la Escritura en Éxodo capítulo 17, en donde Josué está aproximadamente entre los cuarenta y cincuenta años de edad. Él era considerado un hombre joven en ese entonces –y en comparación con Moisés, que tenía ochenta, él era un hombre joven- pero ese es el rango de edad en el que yo me encuentro. Estoy en mis cincuenta, y entonces estoy aprendiendo de la vida de Josué, de las elecciones que él hizo. Los patrones que estableció lo prepararon para el trabajo de su vida; y sentaron las bases para una vida de fidelidad.
Estoy tratando de hacer lo que la escritura dice que debemos hacer. En el Nuevo Testamento se nos dice que esas historias del Antiguo Testamento nos fueron dadas como un ejemplo para nuestro aprendizaje, de manera que pudiéramos aprender de sus errores y sus triunfos (vea 1 Cor. 10:1-11). Hay muchos triunfos en la vida de Josué de los que podemos aprender.
Puede que nunca hayas tenido un modelo de lo que significa caminar con Dios durante años y años. Puedes no haber tenido padres que caminaron con Dios. Pero en Josué y otras personas como él en la Escritura, nosotras encontramos un gran modelo.
Ya hemos visto en Éxodo capítulo 17 con cierta extensión –la batalla que se llevo a cabo contra los amalecitas en Refidim. Josué aprendió a través de ese incidente que la batalla es del Señor. El aprendió a no pelear en sus propias fuerzas, sino en dependencia del Señor.
Aprendió una importante lección que iba a necesitar décadas después cuando se convirtiera en el comandante en jefe para que los israelitas entraran a Canaán. Esta fue: tú no puedes pelear la batalla solo. Es bajo el estandarte del Señor que nosotras peleamos y ganamos.
Años después, cuando se iba a enfrentar a mucha oposición y a poderosos enemigos, él necesitaría recordar las cosas que había aprendido en esas batallas, que fueron escritas en un libro, grabadas de manera que pudiera regresar y ver ese diario de los caminos de Dios.
Desde Refidim, los israelitas se movieron al Monte Sinaí. Ellos habían estado fuera de Egipto unos pocos meses cuando llegamos al capítulo 19. Quiero darte una breve descripción de algunos capítulos aquí en Éxodo.
En el capítulo 19, los hijos de Israel vienen al Monte Sinaí, donde van a estar por once meses y es una etapa muy importante en la vida de los israelitas. En el capítulo 19, Moisés consagra al pueblo, y Dios desciende sobre el Monte Sinaí. Dios se manifestó a Sí mismo con truenos y relámpagos, una espesa nube que reveló Su gloria y un estruendoso sonido de trompeta.
Esta es una visión impresionante, temible, cuando Dios viene a visitarlos. Dios manifiesta Su presencia, Su poder y Su santidad, y las personas son advertidas, «No te acerques a la montaña; no la toques. Si lo haces, morirás.» ¿Por qué? Porque Dios es santo. La presencia de Dios está sobre ese monte, y tú eres pecadora, por tanto estás separada de Dios. Tú no puedes subir a esta montaña.
Sin embargo, en medio de esta escena, Dios invita a Moisés a subir al monte y a reunirse con Él como un representante del pueblo –mostrando el hecho de que Dios quiere una relación con Su pueblo. Es Dios quien inicia una relación, y nosotras vamos a ver esto a lo largo de las próximas sesiones.
Así que Moisés sube al monte a reunirse con Dios. En el capítulo 20, leemos como Dios le dio a Moisés los Diez Mandamientos. Él inicia diciendo, «Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. No tendrás otros dioses delante de mí.» (vv. 2-3).
Dios le está diciendo a Su pueblo, «Yo te he redimido; Yo tengo establecida una relación de pacto contigo. Yo soy tu Dios. Ya no le perteneces al faraón. Tú me perteneces a Mí. Tú eres mi pueblo, y yo he de ser el único Dios en tu vida.» Dios nos dice la misma cosa a aquellas de nosotras que hemos sido redimidas de la esclavitud espiritual, redimidas del pecado y de Satanás. Él nos dice, «Yo soy tu Dios; ustedes son Mi pueblo. Ahora caminen delante de Mí en santidad. Déjenme ser su único Dios.»
Luego, desde el capítulo 20 hasta el 23, Dios le da a Moisés leyes adicionales que rigen la relación de Su pueblo con El y unos con otros. Dios tiene el derecho de dar estas direcciones y leyes, estas instrucciones, porque Él es nuestro Dios. Él es nuestro Redentor. Nosotras le pertenecemos. Así que Dios da estas leyes.
Al final del capítulo 23, luego de dar todas estas leyes a Moisés, Dios hace la siguiente promesa, que se inicia en el versículo 20: «He aquí, yo enviaré un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te traiga al lugar que yo he preparado.» –la Tierra Prometida.
Versículo 22: «Pero si en verdad obedeces su voz y haces todo lo que yo digo, entonces seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.» luego mira ahora abajo hasta el versículo 31: «porque en tus manos entregaré a los habitantes de esa tierra, y tú los echarás de delante de ti.»
Ahora, en el capítulo 24 –déjame pedirte que vayas ahí si no lo has hecho ya- empezando en el versículo 4, Moisés escribe todas las palabras que Dios le ha dicho en los capítulos anteriores , luego le lee estas palabras al pueblo. Él lee las promesas de Dios al pueblo.
Moisés construye un altar, y ofrece sacrificios en ese altar. Al hacerlo, el sella el pacto entre Dios y Su pueblo con la sangre de estas ofrendas. Esta es la única ocasión en la Escritura donde la sangre es realmente rociada sobre el pueblo –una señal de que Dios tiene cubierto al pueblo con la sangre que los puede limpiar y perdonar, y de que ellos pueden relacionarse correctamente con Dios en este pacto.
Josué es el asistente personal de Moisés. Josué está unido a Moisés como el color blanco a la nieve. Él es como el pegamento. El está allí. Donde Moisés está, Josué está, y así Josué ha estado escuchando y viendo todo esto. Josué ha aprendido desde el principio, a través de esta serie de eventos en el Monte Sinaí, a reverenciar y a temer al Señor. Ha aprendido que Dios es un Dios santo. No es para ser tratado a la ligera, sino que es un Dios que desea una relación con Su pueblo.
Josué ha aprendido acerca de la necesidad de sacrificios de sangre –la única forma en que un pueblo impío puede acercarse a un Dios santo. Ha aprendido que Dios va sobrenaturalmente a llevar a Su pueblo a la Tierra Prometida, que Dios va a ser su Protector, su Defensor, y su Comandante.
Y puedo asegurarte que años más tarde, cuando Dios envió a Josué a ser el líder de Su pueblo para entrar a la Tierra Prometida, Josué iba a recordar esas promesas. Él recordaría, «yo no tengo que hacer esto solo. Dios es nuestro Defensor. Dios es nuestro Protector. Dios es nuestro Comandante.»
Ahora vamos al capítulo 24 de Éxodo, al versículo 12. Durante las próximas sesiones, quiero que veamos dos pasajes que nos dan una clave de lo que hizo, a largo plazo, a Josué un siervo y líder eficaz y cómo permaneció fiel. Éxodo 24, versículo 12, y dice:
«Y el Señor dijo a Moisés: Sube hasta mí, al monte, y espera allí, y te daré las tablas de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para instrucción de ellos.»
Dios ya había dado a Moisés los Diez Mandamientos y las otras leyes. Pero ahora Dios está diciendo, «Yo voy a inscribir estas leyes sobre piedra, de manera que puedas tenerlas para enseñarle al pueblo.» Vemos en este pasaje la invitación de Dios. Es Dios que le dice a Moisés, «sube a mí a la montaña.» Ese es un recordatorio de que Dios desea comunión con nosotras –comunión, relación.
Pero Dios es santo, y nosotras somos pecadoras. El pecado nos separa de Dios. Dios le dijo al pueblo, «No toques la montaña, o morirás.» Este pasaje, esta invitación, nos muestra que Dios es un Dios reconciliador. Nosotras no podemos venir a Dios; no podemos acercarnos a Él a menos que Dios tome la iniciativa y extienda la invitación.
Si tú eres una hija de Dios, no es porque iniciaste la relación con Dios. Quizá tú me digas, «Pero yo crecí en un hogar cristiano. Escuché acerca de Dios toda mi vida, y elegí seguir a Cristo.» Tú solo elegiste seguir a Cristo porque Dios te eligió y te dijo, «Sube a mí.» Dios extiende e inicia la invitación. Jesús dijo, «Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió,.» (Juan 6:44). Dios es el único que nos llama. Es Dios quien hace esta invitación.
Y es una invitación a hacer ¿qué? Dios le dice a Moisés, «Sube a Mí a la montaña y espera allí.» Algunas de sus traducciones dicen lo que es probablemente una traducción más literal, «Sube a Mí a la montaña y está allá.» (NKJV). Solo ven y está conmigo.
Esa palabra espera o está, probablemente viene de otra palabra que significa «respirar.» Es solo existir, ser o estar. Es una palabra diferente a la que es usada en el versículo 14, donde Moisés le dice a Aarón y a Hur, «Esperen aquí por nosotros.» Esa es una palabra que significa quedarse, pero esta palabra, «Sube y espera,» solo significa, «Sube y respira.» Solo está ahí, solo siéntate aquí.
Eso me recuerda a Marcos 3, versículo 14, donde la escritura dice que Jesús designó a doce apóstoles de manera que ellos estuvieran con Él, y luego de eso Él los podría enviar a hacer su ministerio. Pero primero ellos solo debían estar con Él.
Recientemente encontré un libro titulado Perdiendo el Tiempo con Dios. Estar con Dios, sin agenda. Eso es difícil para personas ocupadas en el mundo del siglo 21. Nosotras pensamos que si estás sentada ahí, si no estás haciendo algo –incluso si estás con Dios- eso es perder el tiempo.
Y a nosotras no nos gusta perder el tiempo. Pero Dios dice, «ven y solo está conmigo.» Esa fue la invitación.
¿Por qué? Versículo 12: «y te daré las tablas de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para instrucción de ellos.» Dios quiso darle a Moisés Su Palabra, instrucciones escritas para el pueblo. Pero Moisés tuvo que alejarse de su rutina normal, del ajetreo de su vida como líder de ese pueblo, para estar con el Señor arriba en la montaña.
Y ¿cuál fue la respuesta de Moisés a esta invitación? Versículo 13: «Así que Moisés subió con su asistente Josué, y Moisés subió a la montaña de Dios.» Dios le dice, «sube y está conmigo.» ¿Qué hace Moisés? Inmediatamente, él fue sin demora, y subió, y fue con su asistente a la montaña de Dios.
Él no dejó que sus ocupaciones lo mantuvieran alejado. Él seguramente tenía muchas cosas que hacer como líder de estos dos o tres millones de personas de los que era responsable.
Él tampoco dejó que el temor lo mantuviera alejado. ¿Crees que estarías ansiosa de subir a esa montaña si acabaras de ver este increíble despliegue de la gloria y el poder de Dios, con relámpagos y truenos y voces y nubes? O piensas que podrías haber dicho «humm… No estoy segura de que deba subir a esa montaña.» Él no dejó que el miedo lo mantuviera alejado.
Él no dejó que nada lo mantuviera alejado. Se dio cuenta de que es un privilegio ser invitado a acercarse a Dios, y uno del que deberíamos tomar ventaja en cada oportunidad.
Eso me trae a la mente el pasaje del Salmo 65, versículo 4 que dice:
«Cuán bienaventurado es el que tú escoges, y acercas a ti, para que more en tus atrios. (Ese es un lugar feliz) Seremos saciados con el bien de tu casa, tu santo templo.»
¿Qué está lo que diciendo el salmista? «Es tan bueno estar con Dios, ser invitado a venir cerca de Él, que no tengo razón para vagar buscando satisfacción en ningún otro lugar. Todo lo que necesito, todo lo que quiero, puede ser encontrado en Su presencia.»
O como dice el Salmo 73, «Mas para mí, estar cerca de Dios es mi bien» (versículo 28).
¿Por qué no dirías que sí? Cuando Él te dice, «ven. Acércate a Mí,» por qué dirías:
- Estoy muy ocupada
- Tengo otras cosas que hacer.
- No tengo tiempo.
- Estoy asustada.
- No sabía que podía entrar en Su presencia.
- He pecado, o
- No sabía que podía venir.
Cuando Dios dice, «acércate a mí,» ¿por qué no diríamos que sí?
¿Por qué no iríamos como lo hizo Moisés?
¿Es ahí donde tu corazón desea estar –cerca de Dios? «Sube a Mí a la montaña y está ahí.» ¿Es ahí donde te gusta estar? ¿Consideras un privilegio estar cerca de Dios, perder el tiempo con Dios, estar con Dios, alejarte de otras rutinas en tu vida y solo respirar con Dios?
La Escritura nos dice que «Moisés subió con su asistente Josué.» Esta es la primera de cuatro referencias en el Antiguo Testamento a Josué como el asistente de Moisés. Como estamos estudiando la vida de Josué, es interesante para mí que él es llamado con frecuencia como el asistente de Moisés. Así es como se refieren las escrituras a él. Nunca se da la impresión de que él desea nada más que ser el asistente de Moisés. Su objetivo no era estar a cargo, ser el mandamás, ser la cabeza de esta organización. Su objetivo era ser fiel haciendo lo que fuera que su líder necesitara que hiciera, y él estaba complacido en hacer eso.
Esa era la mejor preparación posible, para algún día llegar a ser el líder él mismo. Si no has aprendido a ser una buena seguidora y a ser fiel y estar contenta en ese rol, entonces es probable que, cuando llegue el momento de ser la líder, no seas tan efectiva como lo habrías sido si hubieras aprendido a seguir.
No hay evidencia en este punto de que Josué tiene idea de lo que Dios le tiene reservado. Creo que por lo que él sabe en este punto, Moisés sería el único para liderar a los hijos de Israel a la Tierra Prometida. Y Josué estaba contento de servirle, de ser su asistente, de ser el número dos en esa tarea.
Moisés subió con su asistente Josué a la montaña de Dios. ¿Qué era esa montaña de Dios? Era el Monte Sinaí. Al pensar acerca del Monte Sinaí, aparte de la presencia y la gloria de Dios presente en ese Monte, recuerda que era solo un monte mas Era como cualquier otra monte, sin nada especial, hasta que Dios estuvo ahí. Pero en la presencia de Dios, el Monte Sinaí se convirtió en «Montaña de Dios,» como a menudo es referido en las Escrituras. Era el Monte de Dios porque Dios estuvo ahí.
Déjame recordarte que cualquier lugar donde te reúnas con Dios es sagrado. Yo tengo un sofá rojo brillante en mi habitación que solo es un sofá, pero se ha convertido en el sofá de Dios. No quiero decir esto de manera irreverente. Es un lugar donde yo me reúno con Dios. En mi casa en Michigan tengo una silla azul que ha sido a menudo la silla de Dios. Es el lugar donde me he encontrado con el Señor.
Podría ser tu habitación, quizás un armario donde te reúnes con Dios, quizás en tu auto, quizás en tu oficina, quizás en la celda de una prisión, una habitación de un hospital, o un cuarto de hotel. En última instancia, es tu corazón el que se convierte en la montaña de Dios. Donde sea que estés, ese lugar se convierte en sagrado cuando tu corazón se va a reunir con el Señor.
Bajo el antiguo pacto, los israelitas no se atrevían a estar cerca de Dios. Ellos debían acercarse a través de Moisés como su representante. Pero bajo el nuevo pacto –el pacto de gracia, el pacto sellado con la sangre de Jesucristo- cada creyente es invitado a acercarse, a subir a la montaña y a estar con Dios. Por el sacrificio que Cristo hizo a nuestro favor, nosotros podemos acercarnos a Dios.
Así que Dios te dice, si tú eres Su hija, «ven a Mí a la montaña y espera allí. Está allí. Quiero reunirme contigo. Quiero darte Mi palabra.» es mi oración que nuestra respuesta sea la del salmista en el Salmo 27 versículo 8: «Cuando dijiste: Busca mi rostro, mi corazón te respondió: Tu rostro, Señor, buscaré.»
Vamos a inclinar nuestros corazones, y si este es tu deseo en este momento, solo dile al Señor, «Señor, yo quiero estar contigo. Quiero tener esos momentos de solo estar aparte y a solas y lejos contigo.» A veces puede ser en medio de una multitud, pero tu corazón puede apartarse solo para estar con Él. Agradece a Dios por Su invitación a que te acerques, y pídele ponga en tu corazón el deseo de amarle y anhelar estar en Su presencia.
Carmen: ¡Qué gran recordatorio! Dios no te quiere perdida en un torbellino de actividades. Él quiere que tomes el tiempo para conocerlo en verdad. Esto fue crucial para Moisés, fue crucial para Josué; y es crucial para ti.
Pasar tiempo a solas con Dios, en oración y en la Biblia, tiene consecuencias. Una mujer nos escribió acerca de eso. Ella dijo:
“Yo fui una atea vehemente por cerca de diez años. Fui hostil y fría en lo tocante a Dios. Los cristianos evangélicos estaban en la parte superior de mi lista de los más denigrados.”
Bueno, esta mujer compró una Biblia porque se imaginó que necesitaría saber cómo discutir mejor contra los cristianos. Ella escribe:
“Empecé leyendo la Biblia todos los días. Mi corazón empezó a cambiar—yo me estaba ablandando. La Palabra me estaba cambiando; aún me sorprende el poder que descansa en este Libro. El cuatro de julio, Día de la independencia de los Estados Unidos, por mí misma, invité a Jesús a entrar a mi vida, volví a nacer en ese segundo. Doblé mis rodillas y supe que mi vida, como la había conocido, había terminado.
El lunes siguiente estaba buscando programas de radio cristianos y encontré Aviva Nuestros Corazones. He escuchado su transmisión cada día desde el 7 de julio de 2008. Aviva Nuestros Corazones ha afirmado mi fe, me ha dado convicción, me ha desafiado, y sobre todo, me ha animado. El Señor les ha usado poderosamente en mi vida.”
Como ministerio estamos muy agradecidos de que Dios nos permita ser parte del proceso de crecimiento de radioescuchas como esta mujer, y también estamos agradecidos por las radioescuchas y personas que hacen posible esta transmisión por medio de su apoyo financiero. Gracias a ti por escucharnos hoy, y gracias a cada voluntaria que nos apoya con su tiempo y trabajo, pero sobre todo gracias a Dios, el Autor de salvación.
Bien, la adoración y el trabajo práctico no se excluyen mutuamente. De hecho, cuando eres movida por la grandeza de Dios, eres llevada a acciones prácticas. Hablaremos más acerca de esto cuando Nancy retome la historia de Josué mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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