Igualmente importantes
Annamarie Sauter: Escucha una realidad que ilustra algo mucho más profundo.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dios diseñó a la mujer con el rol primordial de cuidar y nutrir, ella da vida, da a luz a la siguiente generación. Este es el llamado, la labor primordial de la mujer, lo que significa; y ahí, en esa área, fue donde ella experimentó las consecuencias de su pecado.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es Génesis capítulos 23-27.
Ayer dimos inicio a la serie titulada, «Una visión bíblica de la feminidad». A través de esta serie, Nancy nos dará una base bíblica sólida acerca de lo que significa abrazar el rol que Dios nos ha dado como mujeres. Hoy ella abordará la siguiente pregunta: ¿Enseña la Biblia que los hombres son más importantes que las …
Annamarie Sauter: Escucha una realidad que ilustra algo mucho más profundo.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dios diseñó a la mujer con el rol primordial de cuidar y nutrir, ella da vida, da a luz a la siguiente generación. Este es el llamado, la labor primordial de la mujer, lo que significa; y ahí, en esa área, fue donde ella experimentó las consecuencias de su pecado.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es Génesis capítulos 23-27.
Ayer dimos inicio a la serie titulada, «Una visión bíblica de la feminidad». A través de esta serie, Nancy nos dará una base bíblica sólida acerca de lo que significa abrazar el rol que Dios nos ha dado como mujeres. Hoy ella abordará la siguiente pregunta: ¿Enseña la Biblia que los hombres son más importantes que las mujeres?
Nancy: Probablemente sabes que en la cultura de hoy hay quienes dicen que en realidad no hay diferencia entre el hombre y la mujer, excepto por las obvias diferencias fisiológicas.
Bueno, leí algo el otro día, y si no hay nada más que te convenza de que hay grandes diferencias entre el hombre y la mujer, esto te convencerá. Y tiene que ver con el procedimiento de retirar dinero del cajero automático. Alguien observó la manera tan diferente como un hombre retira dinero del cajero automático, y la manera como una mujer retira dinero del cajero automático.
Para los hombres es algo simple. Este es el procedimiento del hombre:
- Maneja hasta el cajero automático
- Baja la ventanilla del carro
- Inserta la tarjeta en la máquina y entra el número de clave o pin
- Entra la cantidad que va a retirar
- Retira la tarjeta, el dinero, y el recibo
- Sube la ventanilla
- Se marcha
Esa es la manera cómo esta persona describe cómo los hombres retiran dinero.
Ahora el procedimiento para las mujeres. Y voy a decirte algo, para principiantes, son 27 pasos.
- Conduce hasta el cajero automático
- Retrocede para poder alinear la ventanilla del carro con el cajero
- Pone el freno de mano y baja la ventanilla
- Busca la cartera y vacía todo lo que contiene en el asiento delantero para encontrar la tarjeta
- Le dice a la persona que la llamó al celular que después la llama y cuelga
- Intenta insertar la tarjeta en el cajero
- Abre la puerta del carro para tener mejor acceso al cajero debido a la excesiva distancia desde el carro
- Inserta la tarjeta
- Vuelve a insertar la tarjeta de la forma correcta
- Busca en la cartera el papel donde escribió el número de la clave
- Entra el número de clave o pin, pero está equivocado
- Presiona cancelar y vuelve a entrar el número correcto
- Entra la cantidad requerida
- Revisa su maquillaje en el espejo retrovisor. (!Yo no vi esto en la lista de los hombres!)
- Retira el dinero y el recibo
- Vacía la cartera de nuevo y busca la billetera para guardar el dinero.
- Anota la cantidad que retiró en el registro de la chequera y guarda el recibo en la chequera
- Vuelve a revisar su maquillaje en el espejo
- Maneja hacia adelante medio metro
- Retrocede de nuevo hacia el cajero
- Retira la tarjeta
- Vuelve a vaciar la cartera, para encontrar el tarjetero y guarda la tarjeta en el lugar apropiado
- Dice, «lo siento» al señor irritado que ha estado esperando detrás de ella.
- Vuelve a prender el motor del carro que se ha apagado y se retira
- Regresa la llamada en el celular
- Maneja por dos o tres millas
- Quita el freno de mano
Ahora, cuando se trata del tema de la masculinidad y la feminidad, queremos verlo desde una perspectiva bíblica, no solo lo que nosotras pensamos. De hecho, nuestras opiniones en esta materia no importan mucho ni lo que otras personas han dicho importa mucho. Lo que importa es lo que Dios tiene que decir.
Debemos empezar asumiendo que el plan de Dios es bueno. El diseño para el hombre y la mujer, y para el matrimonio y para las relaciones humanas es el correcto, es necesario, y es importante.
Si lo piensas bien, ¿quién sabe mejor cómo debe funcionar la vida que el mismo Creador y Diseñador de la vida? Dios fue El que nos diseñó a nosotros. Él nos hizo; Él sabe cómo es que nosotros funcionamos. Necesitamos entender Su plan para saber cómo se supone que debemos actuar. Las cosas funcionan mejor cuando funcionan de acuerdo a Su diseño.
Es así con esta silla en la que estoy sentada. Está diseñada para ser una silla, por lo tanto funciona mejor cuando la usas como una silla. Ahora, podría ser muy tonto de mi parte tratar se usar esta silla para algo diferente a lo que no fue diseñada—digamos, cómo un tenedor o un piano. No funcionaria como tenedor o piano porque no fue diseñada para ser un tenedor o un piano. Fue diseñada para ser una silla.
Cuando nosotras funcionamos de acuerdo al plan de Dios, al propósito y al diseño de Dios en relación a nuestra feminidad, y cuando los varones funcionan de acuerdo al plan de Dios y al propósito y al diseño en relación a su masculinidad, Dios es glorificado. Las cosas funcionan, sirven para lo que fueron creadas. Somos bendecidas, y los demás son bendecidos también.
Ahora, en los próximos días quiero explorar varias preguntas. La primera es: ¿Qué nos enseña la Escritura acerca de la masculinidad y la feminidad—acerca de los sexos? No vamos a profundizar mucho en esto, solo voy a hacer un repaso. Y por supuesto, no podré responder a todas las preguntas. De hecho, probablemente habrá más preguntas que respuestas. Pero quiero que tengamos en mente lo que la Escritura enseña acerca de la sexualidad.
Luego vamos a ir a otra pregunta: ¿Importa todo eso realmente? Y si es así, ¿por qué importa? ¿Qué es lo que está en juego con este asunto? ¿Qué tenemos que perder, y qué tenemos que ganar cuando miramos nuestra masculinidad o nuestra feminidad desde la perspectiva divina?
Y luego: ¿Qué diferencia hace todo esto? ¿Qué diferencia hace para nosotras individualmente como mujeres? ¿Qué diferencia hace para nosotras corporativamente como parte del cuerpo de Cristo en este mundo? Así que eso es lo que estaremos estudiando durante los próximos días.
Solo para dejar establecido un fundamento aquí, pienso que todas estamos de acuerdo, pero lo que quiero establecer es que si nosotras creemos en la autoridad de la Escritura –la Escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios. El hombre y la mujer, ambos fueron creados. Esto quiere decir que nosotros no evolucionamos. No salimos de la nada, no somos una casualidad. Nosotros fuimos creados por Dios y creados a imagen y semejanza de Dios.
Por lo tanto, eso significa que el hombre y la mujer tienen igual honra, igual valor e igual dignidad como personas delante de Dios. La Escritura enseña ese tipo de igualdad, que tenemos el mismo valor, la misma dignidad delante de Dios como personas, hombres y mujeres.
La igualdad del hombre y la mujer está afirmada en el relato de la creación, en el primer capítulo de la Biblia. Vimos este versículo en la última sesión. Génesis 1:27: «Creó pues Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó». Igualmente a los dos, a Su imagen. No dice: «Dios creó al varón a su imagen, pero la mujer es algo inferior». Dice: «varón y hembra»—Él los creó a los dos a Su imagen.
Así que esto sugiere que el hombre y la mujer son igualmente importantes ante Dios, valiosos de igual manera ante Dios. Tú nunca encontrarás que la Escritura menosprecia a la mujer. Nunca encontrarás que la Escritura denigra a la mujer. Y tampoco encontrarás que la Escritura menosprecia o denigra al hombre. Tú encontrarás que la Escritura les da valor y honor e importancia al hombre y a la mujer, ambos creados a imagen de Dios.
Pienso en el título de un libro escrito por una señora que conozco, Rebecca Jones. Y el libro se titula, ¿Does Christianity Squash Women? (¿Aplasta el cristianismo a la mujer?) Me gusta ese título, porque refleja lo que nuestra cultura ha llegado a creer que es la verdad acerca de la Palabra de Dios. Muchos en nuestra cultura dirían: «El cristianismo menosprecia a la mujer», y citan algunos versíulos para probar su punto de vista.
Pero la verdad es que tú no vas a encontrar eso en la Escritura. No vas a encontrar que la Escritura menosprecia, denigra o humilla a la mujer. Encontrarás que Dios le da estatus, aprecio y valor a los dos, tanto al hombre como a la mujer. Ambos son preciosos para Él.
Es importante, al continuar con nuestra conversación sobre algunas de las diferencias que hay entre el hombre y la mujer, que entendamos ese principio fundamental de que los dos fueron creados a imagen de Dios, iguales ante Él.
Tú ves esa equidad, esa igualdad, en la forma como Jesús trató a las mujeres en la cultura donde Él vivió, la cual no respetaba ni consideraba a la mujer, muchas veces era tratada como un simple objeto de su posesión. En algunos casos, en esas culturas, no le permitían a la mujer aprender o no eran consideradas de ninguna manera coherederas de la gracia de la vida.
Jesús exaltó el estatus de la mujer. Jesús les mostró respeto y consideración a las mujeres. Tú lo ves tratando a las mujeres de una manera que reflejaba la verdad de que ellas eran creadas a imagen de Dios.
En el Nuevo Testamento, cuando leemos el relato sobre Pentecostés, vemos que al inicio de la iglesia, el Espíritu Santo fue derramado de una nueva manera sobre ambos, hombres y mujeres. De nuevo, estamos hablando de evidencia en la Escritura, en el Antiguo y el Nuevo Testamento, de que el hombre y la mujer son iguales delante de Dios.
En Hechos 2, en su sermón de Pentecostés, Pedro cita del libro de Joel del Antiguo Testamento, capítulo 2. Y puedes leer los versículos donde dice: «En los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre toda carne…» Y Pedro dice en su carta: «Esto es lo que estamos viendo hoy en Pentecostés». Dios dice: «Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, y vuestros jóvenes verán visiones,y vuestros ancianos soñarán sueños y aun sobre mis siervos y mis siervas derramaré mi Espíritu en esos días, y profetizarán» (Hechos 2: 17-18; véase también Joel 2: 28-29).
Y sin entrar en controversia sobre lo que todo esto significa, está claro que Dios derramó Su Espíritu igualmente sobre hombres y mujeres. Dios no les dio a los hombres una dispensación especial del Espíritu Santo. Dios derramó Su Espíritu igualmente sobre hombres y mujeres.
Leemos, al continuar en el Nuevo Testamento, que hombres y mujeres fueron igualmente bautizados con el Espíritu Santo. Es decir, aquellos que se habían arrepentido de sus pecados, y habían puesto su fe en Cristo Jesús, fueron igualmente parte del cuerpo de Cristo. Y participan igual de los privilegios de la salvación, los privilegios de la redención. Hombres y mujeres tienen el mismo acceso a Dios.
Por ejemplo, en Gálatas capítulo 3 el apóstol Pablo dice: «Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido». Él les está hablando a hombres y mujeres. Si estás en Cristo, tú has sido bautizada en Su cuerpo. Y luego él dice: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (vv. 27-28).
Ahora, como veremos, Pablo no quiere decir con ese versículo que no hay diferencias entre el hombre y la mujer. Pero sí dice que nosotras tenemos parte igual en los privilegios y las bendiciones de la redención. Igual acceso a Dios a través de Cristo Jesús.
Y luego vemos en 1 Corintios 12, que como miembros del cuerpo de Cristo, a todos se nos han dado dones espirituales, no solo dones dados a los hombres para servir al Señor. Dios le ha dado dones espirituales a cada mujer que es creyente. 1 Corintios 12:7, dice: «A cada uno». ¿Y quién es cada uno? Es cada miembro del cuerpo de Cristo, lo que ya hemos dicho que son hombres y mujeres. «Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho».
Mira, tú puedes mirar a los pastores y a los hermanos de tu iglesia y decir, «bueno, a ellos les han sido dados dones espiritual para servir al Señor». Sí, qué bueno, pero a ti también se te han dado dones espirituales para servir al Señor. Y Dios nos da diferentes dones, diferentes manifestaciones del Espíritu, para servirlo a Él para provecho de todos, para edificar a todo el cuerpo de Cristo.
Eso significa que como mujer, al poner en operación los dones que Dios te ha dado por medio de Su Espíritu, todo el cuerpo, hombres y mujeres, son edificados en Cristo. Así que la Escritura nos afirma que hombres y mujeres fueron ambos creados a imagen de Dios y tienen igual valor y dignidad delante de Dios.
Al mismo tiempo,la Escritura afirma que Dios creó diferencias entre el hombre y la mujer. Equidad no significa que son lo mismo. Ahora, nadie pone en duda las obvias diferencias fisiológicas entre el hombre y la mujer. Pero yo pienso que es importante que entendamos que esas diferencias externas o fisiológicas son simplemente un reflejo mucho más profundo de las diferencias fundamentales que Dios ha creado entre el hombre y la mujer.
Yo seré la primera en reconocer que hoy en día es políticamente incorrecto hablar sobre las diferencias entre el hombre y la mujer. De hecho, tú podrías perder tu empleo por eso. Como le sucedió a Lawrence Summers, quien fuera presidente de la Universidad de Harvard.
Él se atrevió a sugerir en una conferencia, que posiblemente había algunos factores innatos, no solo de socialización, sino ciertos factores innatos—que explican por qué hay más hombres que mujeres en posiciones de alto nivel en áreas como las ciencias y la ingeniería. Y el departamento donde él habló protestó, y terminaron por deshacerse de él como presidente de Harvard.
Entonces, yo sé que estamos entrando con esta serie en un terreno donde no muchos se atreven pisar, (porque es un terreno muy espinoso). Quizás tú misma estás en desacuerdo, y está bien. Y apreciamos el escuchar las distintas opiniones en Aviva Nuestros Corazones. También escuchar de personas que no están de acuerdo con todo lo que decimos.
Y ahora quiero compartir con ustedes un material de Elizabeth Elliot. Quizás algunas de ustedes la conocen o vidas han sido impactadas por sus escritos y su ministerio. Ella ha sido para mí una mentora en mi propia vida y ministerio. Contribuyó con un capítulo sobre los roles bíblicos del hombre y la mujer, en un libro que fue escrito hace más de veinte años.
Aquí hay algunas de estas diferencias que ella escribió en ese capítulo:
«A través de un milenio de historia humana, hasta las pasadas dos décadas o algo así (recuerda que esto fue escrito hace más de dos décadas), las personas daban por hecho, que las diferencias entre el hombre y la mujer eran muy obvias y no necesitaban comentarios. Las cosas eran aceptadas así tal como eran.
Pero las afirmaciones que asumíamos eran obvias, y sencillas, han sido atacadas y confundidas. Hemos perdido el rumbo en una niebla de retórica sobre algo llamado «igualdad», por lo que me encuentro en la incómoda posición de tener que explicarles a personas educadas, lo que alguna vez fue perfectamente obvio para el campesino más simple».
Lo que ella está diciendo es: «Todos entendían. Y ahora las personas más educadas parecen no entender».
Pero, volvamos a Génesis capítulo 1, versículo 27. «Dios creó al hombre (la raza humana) a imagen de Dios. Varón y hembra los creó. Hay algo diferente sobre el hombre y la mujer. Ellos fueron creados a imagen de Dios. Ellos fueron creados para llevar, portar o reflejar la imagen de Dios. Pero hay diferencias. Hay algo diferente entre el hombre y la mujer.
Y realmente, si lo piensas, es inútil negar el hecho de que hay diferencias, porque nada—ni estudio, ni retórica, ni discusión—pueden cambiar el hecho de que Dios creó al hombre diferente a la mujer, y las diferencias son mucho más complejas que las obvias diferencias fisiológicas.
Esta mañana, mientras revisaba mis notas, pensé en esa canción del musical, «My Fair Lady» (Mi bella dama) donde el profesor Higgins le dice al Coronel Pickering: «¿Por qué una mujer no puede ser como un hombre?» Quizás algunas de ustedes recuerdan esa canción. Bueno, ¡gracias a Dios por esas diferencias! Si fuéramos exactamente iguales, uno de los dos no sería necesario.
Nosotros necesitamos esas diferencias. Nuestras diferencias son para que nos complementemos el uno al otro, para que nos fortalezcamos el uno al otro. Y de nuevo, esas diferencias no solo son las obvias diferencias fisiológicas. Estas son mucho más importantes que eso, y fueron creadas por Dios. Estas diferencias fueron creadas para lograr el balance del uno con el otro y para complementarnos unos con otros.
Voy a usar una ilustración un poco tonta, pero piensa en un cuchillo y un tenedor. Ambos son utensilios para comer, pero son diferentes. Fueron diseñados para complementarse el uno al otro. Trata de comer con dos cuchillos, o trata de comer carne con dos tenedores. Tú necesitas el cuchillo y el tenedor. Tú necesitas las cosas que son diferentes. Hay cosas que son para un mismo fin para un mismo objetivo; pero necesitan ser diferentes, necesitamos las diferencias.
Y en las diferencias entre el hombre y la mujer, Dios no quiere que vivamos independientes el uno del otro. Dios no quiere que compitamos el uno con el otro, sino que dependamos el uno del otro, que nos complementemos el uno al otro.
Así que el hombre y la mujer fueron creados para tener roles complementarios—no idénticos, sino complementarios. Génesis 3, nos da una idea, podemos vislumbrar esto cuando vemos las diferentes consecuencias que Dios impuso sobre el hombre y sobre la mujer cuando ellos pecaron. Las consecuencias no fueron idénticas (vv. 16-19).
En las diferentes consecuencias, tú puedes ver cómo Dios creó al hombre y a la mujer diferentes. A la mujer Dios le dijo: «Aquí está la consecuencia por tu pecado. Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces». Cuántas madres aquí, dirían: «Eso es cierto». Lo es. Dios dijo: «Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces». La consecuencia que le fue impuesta a la mujer, le fue impuesta a ella por su obvio, y único rol como madre de todos los vivientes.
Ahora, eso no significa que toda mujer va a tener que tener hijos. Yo no los tengo. Y Esa es una realidad para algunas de ustedes también. Pero lo que significa es que únicamente la mujeres pueden dar a luz. Esto es algo que la mujer puede hacer, pero no el hombre.
Y pienso que esta realidad nos ilustra algo más profundo, y es que Dios diseñó a la mujer con el rol primordial de cuidar y nutrir, ella da vida, da a luz a la siguiente generación. Este es el llamado y la labor primordial de la mujer, lo que significa; y precisamente ahí, en esa área, fue donde ella experimentó las consecuencias de su pecado.
«Y al hombre dijo: Maldita será la tierra por tu causa…espinos y cardos te producirá…con el sudor de tu rostro comerás el pan». ¿Entonces, dónde fue afectado el hombre como consecuencia de su pecado? Él fue afectado en su esfera primordial de responsabilidad, la cual estaba, ¿dónde? En su lugar de trabajo, como proveedor para su familia.
Ahora, esto no significa que los hombres no cuidan. No quiere decir que las mujeres no pueden trabajar fuera del hogar. Pero está diciendo que las esferas primordiales de responsabilidad para el hombre y para la mujer son diferentes.
Llegamos a la conclusión de todo esto en el versículo 31 de Génesis 1: «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera». Esto incluía al hombre y a la mujer. Esto incluía el hecho de que era bueno que ellos habían sido creados a Su imagen, que ellos eran parecidos en muchos aspectos, pero también incluía sus diferencias. Esas diferencias son buenas en gran manera. Esas diferencias son un don de Dios. Deben ser bien recibidas, deben ser aceptadas, deben ser protegidas en vez de ser negadas o rechazadas.
Y quiero decirte como mujer, sé que algunas de ustedes son jóvenes, y que apenas están iniciando este viaje hacia la feminidad bíblica. Déjame decirte que tú tienes una elección como mujer. Tú puedes recibir el don que Dios te ha dado, o lo puedes rechazar.
Tú puedes decir: «Yo no quiero ser una mujer. Me gustaría ser más como un hombre. Envidio, deseo tener las cosas que Dios les ha dado a los hombres». Tú puedes luchar contra esto, puedes resistirte, pero es un camino hacia la miseria. Es un camino de conflicto y dolor.
O por otro lado, puedes abrazar, aceptar, recibir el don de ser mujer, que es diferente al don de ser hombre, y encontrarás que ese será un camino de gran bendición y que podrás alcanzar el propósito para el cual Dios te creó.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar. Ella te ha estado animando a decir: «Sí Señor».
Creo que ha sido de mucha bendición recordar lo que la Escritura nos dice:
- Hombres y mujeres fuimos creados a imagen de Dios y tenemos igual valor y dignidad.
- Dios creó diferencias entre el hombre y la mujer.
Hay mucho debate y confusión respecto a la feminidad y a la masculinidad, pero al profundizar en la Escritura vemos que Dios ciertamente tiene un propósito al diseñarnos como lo hizo.
En la transcripción de este programa, en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com, encontrarás series de programas que puedes escuchar, descargar o leer, respecto a lo que Nancy nos ha estado hablando hoy. Y si has sido bendecida con estos programas, compártelos con más mujeres y ayúdanos a llamarlas a libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
¿Has creído que los hombres y las mujeres somos lo mismo? Es decir, ¿que la única diferencia es que… nos han llamado «hombre» o «mujer»? En nuestro próximo programa Nancy te hablará más acerca de esto, y te dirá qué tiene que ver con tu vida. Ahora ella regresa con un último pensamiento.
Nancy: Antes de orar, quisiera preguntarte, ¿alguna vez has llegado a decir: «Señor gracias porque Tú me hiciste mujer. Y gracias porque Tú me has hecho diferente del hombre. Gracias porque Tú has hecho al hombre diferente de la mujer. Y Señor, acepto y recibo mi feminidad como un regalo tuyo»?
Ora conmigo diciendo: «Señor, te pido que te glorifiques a través de mi vida. Úsame como mujer, y ayúdame con Tu gracia a cumplir, como mujer, Tu propósito para mi vida. Señor, te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén».
Annamarie: Permaneciendo en la Palabra de Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1Elisabeth Elliot, The Essence of Femininity: A Personal Perspective, from Recovering Biblical Manhood & Womanhood by Wayne Grudem and John Piper.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Disponible ahora por una donación
Recursos del Episodio
Serie, «El significado fundamental de la verdadera feminidad»
Serie, «El feminismo y su impacto en la iglesia»
Artículo y PDF: «Hombres y mujeres: Similitudes y diferencias»
Artículo y PDF: «Masculinidad & feminidad bíblica: Declaración de Danvers»
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