Hasta la meta final
Annamarie Sauter: Aquí está Nancy DeMoss de Wolgemuth para hablarnos acerca del poder de los hábitos.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Es poco probable que yo tenga más carácter, convicción y fe en cuarenta años, si no los estoy desarrollando y ejercitando hoy. Si no sigo al Señor de todo corazón en mis cuarenta, lo más seguro es que no lo haga en mis ochenta. Si no soy diligente y vigorosa en la batalla hoy, es poco probable que gane batallas mayores o que tenga mayores conquistas espirituales en el atardecer de mi vida.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
A lo largo de algunas series, comenzando en el verano, hemos estado viendo algunas lecciones que aprendemos de la vida de Josué. Ciertamente él fue un ser humano como tú y yo, pero fue un hombre que dejó un ejemplo …
Annamarie Sauter: Aquí está Nancy DeMoss de Wolgemuth para hablarnos acerca del poder de los hábitos.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Es poco probable que yo tenga más carácter, convicción y fe en cuarenta años, si no los estoy desarrollando y ejercitando hoy. Si no sigo al Señor de todo corazón en mis cuarenta, lo más seguro es que no lo haga en mis ochenta. Si no soy diligente y vigorosa en la batalla hoy, es poco probable que gane batallas mayores o que tenga mayores conquistas espirituales en el atardecer de mi vida.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
A lo largo de algunas series, comenzando en el verano, hemos estado viendo algunas lecciones que aprendemos de la vida de Josué. Ciertamente él fue un ser humano como tú y yo, pero fue un hombre que dejó un ejemplo que podemos seguir.
A temprana edad, el Señor lo llamó a pelear grandes batallas, y a lo largo de su vida, se fue enfrentando a diferentes tipos de batallas, incluyendo los retos de la vejez y la perseverancia. Nancy explorará esto con nosotras.
Nancy: Hace algún tiempo, me invitaron junto con otras personas a escribir una carta de felicitación a un amigo que cumplía ochenta años. Su nombre es Al Sanders, y muchas de ustedes conocen su voz. Creo que él fue el presentador original del programa de Chuck Swindoll, Visión para vivir. Ha sido el presentador por varios años del programa de Joni Eareckson Tada.
Él ha estado involucrado activamente en la radio cristiana por muchos años. Él y su esposa Margaret son una pareja preciosa, grandes siervos del Señor, así que me puse muy contenta de poder escribirle una tarjeta a Al para su cumpleaños.
Quiero leerles una porción de lo que le escribí en esa tarjeta:
«Querido Al:
En anticipación de tu cumpleaños, hice una pequeña investigación de los octogenarios y descubrí que tienen una gran lista de logros. Por ejemplo:
«Bob Flink de Grand Rapids se unió con esquiadores del área para celebrar sus ochenta y cinco años, y sus más de ocho décadas de esquiar montañas. No solamente esquía regularmente por placer, él sirve en Cannonsburg Ski como patrullero y como voluntario de primeros auxilios cuando un esquiador necesita ayuda –a sus ochenta y cinco años.
Y “a la edad de ochenta años, Bill Waumbach de Madison, Wisconsin, rompió el récord de salto de altura para un octogenario, saltando la barra de 1 metro con 3 centímetros de altura”.
Después tenemos también a “Edward Rappaport de ochenta y tres años quien recientemente completó el Maratón de Los Ángeles y termina su tesis en la universidad de California –en Northridge para obtener su maestría en Ciencias de La Salud con especialidad en gerontología”.
Y este es otro: “El octogenario sueco Mark Hoddler ha sido miembro del Comité Olímpico Internacional desde 1963; encabezando la Federación de Esquí por asombrosos cuarenta y siete años, retirándose en 1998, y fue presidente de la Federación Internacional de Bridge (el juego de cartas conocido como Canasta) en Suiza durante treinta años. Recientemente en las Bermudas fue nombrado “Personalidad de Bridge del año” por la Asociación Internacional de la Prensa de Bridge”.
“También en febrero el presidente actual de Senegal Abduli Wade, en sus ochenta, corrió en las elecciones de ese país contra otros catorce candidatos. Ganó las elecciones en la primera ronda con casi el 56% de los votos”».
Bueno, enlisté algunos otros, y después le seguí diciendo a mi amigo Al:
«Aunque son impresionantes estas hazañas, se me ocurre que son temporales y pocos serán los que recuerden los nombres de estos hombres o lo que hicieron que provocó esos pequeños momentos de fama y de gloria. Además, cuando de verdadero éxito o impacto se trata, (le dije a Al) desde mi perspectiva, ninguno de estos hombres exitosos ha generado el impacto que tu vida ha hecho y seguirá haciendo en generaciones por venir, si el Señor se tardara.
Estoy agradecida por la salud y el vigor que el Señor te ha dado a ti y a Margaret, y no tengo duda de que seguirás dejando huella en maneras más significativas en estos logros mientras continúes invirtiendo tu vida sirviendo al Señor y a otros», (que es exactamente lo que Al y Margaret siguen haciendo fielmente hasta el día de hoy).
En esta serie de la vida de Josué, hemos llegado a los capítulos 14 y 15, y aquí tenemos la historia de dos individuos que ya son hombres ancianos, Josué y Caleb. Voy a insertar la historia de Caleb aquí aunque él no es el objeto de nuestro estudio porque quiero continuar hablando un poco más sobre el tema de envejecer y hacerlo desde la perspectiva de Dios.
El nombre «Caleb» significa «perro». Un diccionario de nombres bíblicos dice que las implicaciones de su nombre son, «valiente, precipitado, y de todo corazón». Creo que estos términos describen a Caleb. Vimos a Josué como un hombre anciano en la última sesión, ahora vemos a Caleb en Josué capítulo 14. Era un hombre valiente, un hombre de corazón en cada etapa y edad de su vida.
Vayamos al capítulo 14 de Josué, empezando en el versículo 6, dice:
«Entonces los hijos de Judá vinieron a Josué en Gilgal (que era la base de operaciones) y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo: “Tú sabes lo que el SEÑOR le dijo a Moisés, hombre de Dios, acerca de ti y de mí en Cades-Barnea.»
Y por cierto, es un principio muy importante en el estudio de la Biblia notar las palabras o las frases que se repiten, y una frase que encontrarás repetida de algún modo u otro, cinco veces de los versículos 6 al 12 es «lo que el Señor ha dicho o, lo que dijo el Señor», y Caleb sabe cosas específicas que Dios ha dicho refiriéndose a su situación. Él las cree, las aplica, las reclama, y todas se cumplen.
Así que él dice,
«Tú sabes lo que el SEÑOR le dijo a Moisés el hombre de Dios, acerca de ti y de mí en Cades-Barnea. Yo tenía cuarenta años (dijo Caleb) cuando Moisés, siervo del SEÑOR, me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra, (ahora, Josué conoce muy bien esta historia porque Josué era uno de esos doce espías, que junto a Caleb fueron enviados a reconocer la tierra) y le informé como yo lo sentía en mi corazón. Sin embargo, mis hermanos que subieron conmigo, (esos son los otros diez espías) hicieron atemorizar el corazón del pueblo; pero yo seguí plenamente al Señor mi Dios». (vv. 6-8)
De nuevo, Josué recuerda esta escena muy bien. La mayoría de las otras personas no lo recuerdan porque todos eran menores de veinte años en ese tiempo, eran adolescentes o quizás niños, pero Josué y Caleb recuerdan que Dios envió doce de ellos a la tierra y les dijo, «Dígannos lo que ven».
El próximo paso se suponía que era que toda la nación de Israel entraría a tomar posesión de la tierra. Pero cuando los doce espías regresaron, diez de ellos dijeron, «Hay gigantes en la tierra». Bueno todos dijeron que había gigantes en la tierra pero diez de ellos dijeron, «los gigantes son muy grandes para nosotros. No podemos tomar esta tierra». Los dos, Josué y Caleb, dijeron, «los gigantes no son rivales para Dios. Dios es más grande que los gigantes. Así que podemos entrar a la tierra».
Pero la nación eligió creerle a los diez que trajeron el mensaje de temor en lugar de creerle a los dos que regresaron con el mensaje de fe, y como resultado, los hijos de Israel no fueron capaces de entrar a la tierra. Pasaron los siguientes treinta y ocho años vagando en el desierto.
Esto es solo un poco de trasfondo, y esto es lo que Caleb recuerda y de lo que habla con Josué ahora que han pasado los años.
Me encontré con dos frases que quiero compartir con ustedes que creo que son fabulosas, reflexionando en esa temporada y como Josué y Caleb fueron hombres de fe y no de miedo.
Jim Boyce, en su comentario del libro de Josué dice:
«Comparado con los gigantes, los judíos parecían como saltamontes. Caleb y Josué vieron a Dios en lugar de las circunstancias, y comparados con Dios, los gigantes eran como saltamontes.»
¿Es todo un asunto de perspectiva, no es así?
Y Allen Redpath, quien también escribió un maravilloso libro sobre Josué, dice:
«La mayoría –eso es la mayoría de los espías– midieron a los gigantes de acuerdo a su propia fuerza. Josué y Caleb midieron a los gigantes de acuerdo a Dios. La mayoría tembló; los dos triunfaron. La mayoría tenía grandes gigantes pero un Dios pequeño. Caleb y Josué tenían un gran Dios y pequeños gigantes».
Y la gente en verdad cae en estas dos categorías en el día de hoy, ¿no es así? Mira algunos días me encuentro en el lugar de Caleb y Josué –un gran Dios, pequeños gigantes– pero algunos días estoy en el lugar de los diez espías –grandes gigantes, y un Dios pequeño. Es un asunto de fe y de perspectiva.
Y la gran enseñanza que he extraído de la vida de Josué a lo largo de estos meses ha sido el darme cuenta cuán propensa he sido en enfocarme en los gigantes más que enfocarme en Dios. He hecho un gran ajuste en mi perspectiva a lo largo de estos meses a medida que he estado viviendo con la vida de Josué y he llegado a ver a los gigantes desde una perspectiva totalmente diferente porque he alzado mis ojos, y estoy viendo a Dios; pero a veces no son ni las nueve de la mañana cuando ya estoy concentrada en los gigantes de nuevo. Ahí es donde tenemos que seguir regresando y enfocando nuestra mirada en el Señor y seguir recordando que los gigantes no son rivales para Dios– sea lo que sean en tu vida.
Caleb continúa diciendo en el versículo 9:
«Y aquel día Moisés juró, diciendo: “Ciertamente, la tierra que ha pisado tu pie (le dijo esto a Caleb –porque le creíste a Dios) será herencia tuya y de tus hijos para siempre, porque has seguido plenamente al Señor mi Dios”».
Ahora, estamos aquí cuarenta y cinco años después, y Caleb aún recuerda esa promesa que Dios le hizo cuando era un hombre mucho más joven. Él recuerda las promesas de Dios. Recuerda la Palabra de Dios, y la reclama. Él aplica la Palabra a su situación.
Y quedé impactada al leer cuán importante es para nosotras conocer la Palabra y las promesas de Dios, y depositar nuestras vidas en ella. «Señor, Tú dijiste ... y ahora yo me apropio de ello».
No todas las promesas de la Biblia son para nosotros para reclamarlas, pero encuentra las que sí lo son y deposita tu vida en ellas, invierte en ellas, así tengas cuarenta u ochenta y cinco años, y aunque Dios las haya dado hace años, o las haya prometido recientemente. Centra tu vida en las promesas de Dios y en la Palabra de Dios y afirma que es verdad.
A la misma vez, veo que Caleb tuvo que esperar cuarenta y cinco años para recibir la respuesta de esta promesa. Cuarenta y cinco años antes Dios le había prometido esa herencia, y en todos esos años él no experimentó el cumplimiento de esa promesa. Me pregunto si en algún momento durante esos años, mientras divagaban en el desierto, él nunca se preguntó, por lo menos a sí mismo, «¿acaso Dios lo dijo en serio? ¿Algún día podré vivir en esa tierra? ¿Viviré para ver Canaán, echar raíces y obtener mi herencia ahí? Pero Dios lo dijo…» Y así seguía llevando su corazón hacia el consejo de Dios, hacia las promesas de Dios, hacia la Palabra de Dios.
Quiero recordarte que las recompensas de la fidelidad no siempre vienen inmediatamente, ahora. Pueden venir más adelante en la vida. Puede llegar a parecer que las promesas de Dios nunca se cumplirán, pero quiero retarte: Permanece fiel ahora. Aférrate a Dios, aférrate a Sus promesas. Sé fiel, y a su tiempo, cosecharás la recompensa.
Pienso en parejas mayores que he conocido, parejas que ahora son ancianas, personas que han estado casadas por cincuenta, sesenta años o aún más. Todas esas parejas son testigos de que hubo épocas en sus matrimonios, años atrás, en que habría sido muy fácil tirar la toalla. Algunos de ellos casi lo hicieron, pero ahora están tan agradecidos de haber permanecido juntos y tan agradecidos de haber permanecido fieles a sus votos.
Casi sin excepción he visto que cuando llegan a esa última etapa de sus vidas, experimentan una riqueza, una dulzura y una hermosura en su relación que tal vez hace treinta años ni siquiera soñaron tener.
Tal vez hace treinta años ellos pensaban, «no sé si pueda soportar vivir contigo otros treinta años». Pero ahora se miran el uno al otro y sus vidas han sido entrelazadas y unidas, y se aman el uno al otro, y están comprometidos el uno con el otro, y siempre dirán, «estoy tan agradecida de que Dios me haya dado la gracia para permanecer fiel». Ellos están cosechando ahora la recompensa -–a largo plazo– de decisiones que hicieron veinte, treinta, o cuarenta años atrás, de ser fieles cuando fue difícil.
Así que Caleb sigue diciendo en el versículo 10:
«Y ahora, he aquí, el SEÑOR me ha permitido vivir, tal como prometió, estos cuarenta y cinco años, desde el día en que el SEÑOR habló estas palabras a Moisés, cuando Israel caminaba en el desierto; y he aquí, ahora tengo ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió; como era entonces mi fuerza, así es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar.»
Me encantan esos versículos. Por muchos años he dicho, «Señor, si te agrada, ¿me permitirías vivir ochenta y cinco años para servirte con toda mi fuerza y con todo mi corazón?» Puede que Dios no me dé ochenta y cinco años. Puede que no me dé ochenta y cinco días más. Dios puede darme más de ochenta y cinco años, pero yo le pido si es de Su agrado, si es su voluntad, que me permita ser una Caleb de tiempos modernos, ser fiel y seguir viviendo como una mujer de fe de todo corazón cuando tenga ochenta y cinco años.
Caleb había visto la mano de Dios en su vida, él dijo: «El Señor me ha permitido vivir», él se dio cuenta de que era con un propósito que Dios lo había permitido.
Déjenme decirles que la vejez es una oportunidad de exhibir el poder sustentador y la gracia de Dios. Así seas fuerte, como lo era Caleb, o débil como muchas otras son, no hay muchos a la edad de ochenta y cinco que puedan decir, «soy tan fuerte hoy como lo era cuando tenía cuarenta años». Porque eso es una fuerza sobrenatural. Es como lo leemos en Deuteronomio 34 sobre Moisés. Él tenía 120 años cuando murió. Y dice que «sus ojos nunca se nublaron, ni perdió su vigor». Eso es sobrenatural. Eso es inusual, y Dios normalmente no lo hace así.
Pero déjame decirte esto: la fe te dará fuerzas. Y por otro lado, la incredulidad y la rebeldía te debilitaran. Lo he visto en mi propia vida, una y otra vez. La preocupación, la ansiedad, el miedo, la incredulidad, me debilitan, me hacen débil, pero la fe me hace fuerte; fe en el Señor, no fe en mí misma. La fe en Dios nos da valentía; mientras que, cuando cedemos ante la incredulidad y el miedo, nos hacemos cobardes y miedosas.
Así que aquí tenemos aquí a Caleb ejercitando su fe y su valentía. Dice en el versículo 12, ochenta y cinco años recuerda: «Ahora pues, dame esta región montañosa de la cual el Señor habló aquel día, porque tú oíste aquel día que allí había anaceos con grandes ciudades fortificadas». No sé si recuerdas haber leído antes sobre los anaceos en nuestro estudio, ellos eran los gigantes y los descendientes de los gigantes, y Caleb recuerda que ellos estaban ahí, y él dice: «tal vez el Señor esté conmigo y los expulsaré como el Señor ha dicho».
Déjame decirte que mientras más envejezco, más me enfrento a la tentación de querer estar tranquila, de querer estar fuera de la batalla, de relajarme, pero Caleb no fue así. A la edad de ochenta y cinco años, el seguía buscando más batallas que pelear por el Señor, y no buscaba las pequeñas o las fáciles. El escogió el monte donde los gigantes habitaban en grandes ciudades fortificadas. Pero él había aprendido desde hacía tiempo, que el Señor es su fortaleza. Él dice, «tal vez el Señor esté conmigo y los expulsaré como el Señor ha dicho».
Y así a la edad de ochenta y cinco, así como hizo a los cuarenta, él confío en Dios. Confío en la presencia de Dios, en el poder de Dios, y en las promesas de Dios.
Me recuerda lo que dice el salmista en el Salmo 18:29: «Pues contigo (Señor) aplastaré ejércitos, y con mi Dios escalaré murallas».
A esta edad, yo no me encuentro brincando muchas murallas, físicamente, pero por la gracia de Dios quiero vivir espiritualmente, vivir no solo en el ámbito de lo que es explicable o natural, sino en el ámbito de lo sobrenatural, por la fe.
Versículo 13: «Y Josué lo bendijo (bendijo a Caleb), y dio Hebrón por heredad a Caleb, hijo de Jefone».
Me encanta ese versículo. Josué, que es un tipo de Cristo, recuerda, nuestro Josué celestial. Jesús es la palabra en griego del Antiguo Testamento de la palabra Josué. «Josué bendijo a Caleb».
Un comentarista dijo que esa palabra bendijo aquí significa, «hacer potente, reproducir y prevalecer».
Así que aquí tenemos a Josué bendiciendo a este hombre de ochenta y cinco años. Josué mismo está en sus noventa, y es un hombre anciano bendiciendo a otro anciano para hacerlo poderoso, para reproducir y prevalecer.
«Y dio Hebrón por heredad a Caleb, hijo de Jefone.»
Josué está infundiendo fuerza, la fortaleza del Señor a Caleb, así como lo hace el Señor con nosotras cuando estamos dispuestas a avanzar hacia adelante con Él.
Creo que esta es una imagen de como se supone que debe ser nuestra relación con Cristo, donde nosotras decimos, «Señor, quiero más de ti. Pero no es para mí. Es para ti. Es para que la gente vea lo maravilloso que Tú eres». Y nuestro Josué celestial nos dice: «Te bendigo. Te hago poderosa para reproducirte y prevalecer. No es tu fuerza, es la Mía». Y entonces nos da lo que pedimos de Él para Su gloria.
Así que no te desanimes, vive por la máxima bendición de tu Josué celestial. Vale la pena esperarla. Caleb esperó todos esos años, y al final la obtuvo.
Y entonces vemos en la vida de Caleb el impacto que tuvieron las decisiones que tomó cuando era un fue un hombre joven a lo largo de toda su vida. Desde joven había caminado en fe. Él había actuado de acuerdo con lo que Dios había puesto en su corazón aunque al hacerlo eso significó ser políticamente incorrecto. Él había seguido al Señor con todo su corazón en los días donde él y Josué fueron los únicos que lo hicieron. Pero esas decisiones, ese carácter, esas convicciones que caracterizaron la vida de Caleb cuando fue un hombre joven permanecieron con él por el resto de su vida, y eso se convirtió en la base y en el fundamento en los cimientos de su vida para cuando fue un hombre anciano.
Es un buen recordatorio para mí. No tengo todavía ochenta y cinco años, ni estoy cerca todavía de tenerlos, pero tengo que darme cuenta de que es poco probable que yo tenga más carácter, más convicción y más fe en cuarenta años de aquí en adelante, si no los estoy desarrollando y ejercitando en el día de hoy. Si no sigo al Señor de todo corazón a mis cuarenta, lo más seguro es que no lo haga a mis ochenta. Si no soy diligente y vigorosa en la batalla hoy, es poco probable que gane batallas mayores o que tenga mayores conquistas espirituales en el atardecer de mi vida.
Ahora es el tiempo, cualquiera que sea tu edad, para ejercitar la fe, para ser fiel y ferviente en espíritu, si deseamos ser vigorosas y vitales en nuestra fe en nuestro servicio al final de nuestra vida.
Así que aquí tenemos un hombre de fe, un hombre con visión. Caleb no es uno de los que piensa retirarse. Está dispuesto a abrazar los retos y a permanecer en la batalla. Él dice, como debemos decirnos a nosotras mismas: «¿Cómo mi vida puede mostrar el poder y la grandeza de Dios a mi edad y en este punto de mi vida? ¿Qué le dará a Dios la mayor gloria?».
Permítanme compartir con ustedes para cerrar en el día de hoy cómo termine la carta que le escribí a mi amigo, Al Sanders, cuando él celebraba sus ochenta años. Le dije:
«Me encanta ese versículo en Proverbios capítulo 4, el versículo 18, que dice. «mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día». En mi mente, tú y Margaret ejemplifican ese versículo a medida que sus vidas han irradiado la vida de Cristo de manera creciente a través de las décadas que lo han conocido y le han servido.
Indeleblemente están grabadas en mi mente las palabras que compartiste cuando recibiste el premio William Ward Ayer en la Convención nacional de radiodifusores religiosos (National Religious Broadcasters Convention), hace algunos años mientras expresabas tu deseo de terminar bien. Cuando recibiste ese reconocimiento oré eso mismo para mi vida.
Gracias por demostrar que es posible seguir corriendo la carrera que se nos pone por delante. A menudo, cuando estoy cansada o cuando me veo tentada a ausentarme del ministerio, pienso en servidores como tú y Margaret, y me inspiran a permanecer fiel y a seguir corriendo por medio de Su gracia.
Que el Señor te brinde una medida llena y rica de Su gracia en esta etapa de tu vida, y que te mantenga fiel en la carrera todo el camino hasta la meta.
Con afecto, aprecio y admiración,
Nancy DeMoss»
Quiero decirles que siento ese mismo afecto, aprecio y admiración hacia aquellas de ustedes que son mujeres mayores y han permanecido fieles en la carrera y siguen siendo fieles. Gracias.
- Gracias por permanecer fieles
- Gracias por marcar el paso
- Gracias por establecer el curso
- Gracias por estar ahí y por el reto y la bendición que sus vidas son para otras mujeres, mujeres jóvenes, y mujeres como yo
Y para aquellas de ustedes que son mujeres jóvenes aún más jóvenes, quiero decirles: «Sigan adelante. No traten de descifrar cómo lo van a hacer cuando tengan ochenta y cinco años. Háganlo ahora. Es la gracia de Dios».
Esta mañana estaba pensando acerca de ese himno, que dice, «Su gracia siempre me libró, y me guiará hasta el fin».
Oh Señor, oro para que alinees nuestros corazones a cualquier edad o en cualquier etapa en la que estemos, que te sigamos de todo corazón ahora y que desarrollemos el tipo de carácter y de convicciones y de fe que permanecerá con nosotras por el resto de nuestras vidas. Sigue habiendo muchas batallas por pelear. Sigue habiendo mucho terreno por conquistar. Que nuestras vidas sigan ejercitando fe. Que nosotras como Caleb, digamos, «Señor quiero ese monte. No para mí no para mi propio beneficio. Si no, oh, Señor, para tu gloria y por la causa de Tu grandioso nombre».
Señor mantennos fieles en la carrera todo el camino hasta la meta final. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: El envejecimiento es una realidad para todas nosotras, sin importar dónde estemos en el viaje, o la etapa de la vida en la que nos encontremos, Su gracia es suficiente . Estoy muy agradecida por la enseñanza de Nancy DeMoss de Wolgemuth, y cómo nos ha estado ayudando a ver el futuro con sabiduría.
El mensaje que acabas de escuchar es parte de la serie, «Lecciones de la vida de Josué (Parte 12): Dejando un legado». Y, pensando en la carta que Nancy escribió, te animo a que en estos días encuentres oportunidades para dar gracias por los pastores de tu iglesia local—y no menos importante, oremos al Señor de la mies para que envíe más obreros a Su mies.
Día tras día tenemos el gozo de apuntar mujeres a Cristo. Y día tras día somos bendecidas al escuchar los testimonios de mujeres que son transformadas por el Espíritu de Dios a través de este ministerio. Una oyente nos escribió,
«El Señor les siga bendiciendo y dando sabiduría en este ministerio que profundiza en la Palabra y alimenta nuestros corazones. Saludos y bendiciones de Dios».
Notas como esta son dulces recordatorios de cómo tu apoyo ayuda a miles de mujeres como esta, a través de los programas de radio de Aviva Nuestros Corazones, la página web, conferencias, publicaciones y otros recursos.
Gracias a cada una de las que hace posible este ministerio, con sus oraciones, su trabajo voluntario, y su apoyo económico. Si así Dios lo pone en tu corazón, te animamos a que nos ayudes a seguir llevando el mensaje de avivamiento y feminidad bíblicos alrededor del mundo.
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Bien piensa en alguien a quien conozcas que sea realmente alegre. Sabes, no importa cuántos problemas amenacen tu alegría, tú puedes tener verdadero gozo. Exploraremos esto mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Sublime Gracia, Cindy Barrera, Sublime Gracia ℗ 2017 Cindy Barrera
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