Hablemos palabras de aliento
Débora: La gran comisión es una tarea grande…por eso es necesario animarnos unos a otros.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuán agradecida estoy en este ministerio por las personas que se acercan a mí y me dicen, «sí, la tarea es grande, pero Dios es más grande. Ve y hazlo». Me fortalecen con sus palabras, como Nehemías fortaleció a los israelitas con sus palabras.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de febrero de 2024.
¿Alguna vez te has hecho cargo de una tarea para luego desear no haberla hecho? ¿O te has sentido abrumada por el tamaño de un trabajo que tienes que realizar? Hoy Nancy abordará estas preguntas como conclusión de su enseñanza titulada, Aliéntense unos a otros, y más adelante en este episodio, escucharás cómo una mujer que sirvió como enfermera en un lugar hostil, enfrentó …
Débora: La gran comisión es una tarea grande…por eso es necesario animarnos unos a otros.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuán agradecida estoy en este ministerio por las personas que se acercan a mí y me dicen, «sí, la tarea es grande, pero Dios es más grande. Ve y hazlo». Me fortalecen con sus palabras, como Nehemías fortaleció a los israelitas con sus palabras.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de febrero de 2024.
¿Alguna vez te has hecho cargo de una tarea para luego desear no haberla hecho? ¿O te has sentido abrumada por el tamaño de un trabajo que tienes que realizar? Hoy Nancy abordará estas preguntas como conclusión de su enseñanza titulada, Aliéntense unos a otros, y más adelante en este episodio, escucharás cómo una mujer que sirvió como enfermera en un lugar hostil, enfrentó su desánimo.
Aquí está Nancy con nosotras para comenzar la enseñanza de hoy.
Nancy: Proverbios 12:25, nos dice: «La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, mas la buena palabra lo alegra». ¿Sabías que tus palabras pueden ser un tónico, una medicina, un poder sanador en la vida de otra persona? Porque, verás, la depresión, en última instancia, es un asunto del corazón. Es una pesadez en el corazón. Es un corazón cargado, y es el resultado de algún tipo de ansiedad interna.
No es tan solo algo físico, aunque puede incluir síntomas físicos. Pero, en última instancia, es un asunto del espíritu, y Dios dice que nuestras palabras pueden ministrar gracia y alegría, y ayudar a alentar los corazones deprimidos.
Una buena palabra es capaz de alegrar un corazón deprimido. Proverbios 16:24, dice: «Panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los huesos». Tú dirás, «¿los huesos…? Eso es algo físico, del cuerpo. ¿Estás diciendo que las palabras te pueden ayudar aún físicamente?»
Es imposible separar tu bienestar físico, emocional y espiritual. De manera que lo que afecta una parte, afecta también todas las partes. La Escritura dice que nuestras palabras pueden ministrar gracia, amabilidad, fortaleza y dulzura al alma, de tal forma que aun la salud de nuestros cuerpos es afectada.
Tú seguro sabes lo que significa tener un corazón apesadumbrado y un cuerpo que siente las consecuencias de lo que está ocurriendo en su espíritu. Nuestras palabras, si son placenteras, si son palabras de aliento, pueden impartir dulzura, salud y fuerza.
Pienso en ese versículo de Cantares que me ha retado personalmente tantas veces, cuando el novio le dice a su novia, «miel y leche hay debajo de tu lengua» (Cant. 4:11). Él está hablando sobre el poder que tienen las palabras de ella para animarlo y fortalecerlo.
La miel fortalece a una persona que está débil. Si alguien toma un poco de miel, eso le imparte fuerzas. La leche ayuda a madurar los huesos que son inmaduros o débiles. Y él dice, «tus palabras tienen ese poder en mi vida, de animarme, de fortalecerme, de levantarme de mi debilidad».
Muchas veces me pregunto si al hablar –me pregunto si he hablado cuando debería haber callado– ¿están mis palabras ministrando miel y leche para fortalecer y animar a aquellos que están débiles a mi alrededor?
Y de nuevo, no puedo enfatizar lo suficiente la importancia de hacer esto con las personas más cercanas a nosotros –con las personas que están dentro de las cuatro paredes de nuestra propia casa– con las personas con las que trabajamos día a día. Es en esos momentos en que tendemos a tomarnos libertades y a decir cosas que nunca diríamos a un visitante o a un huésped o a alguien que estamos tratando de impresionar. No estoy sugiriendo que debemos estar tratando de impresionar a nadie. Lo que digo es que necesitamos ser sensibles al poder de nuestras palabras; tienen el poder de causar sanidad, fortaleza, vida y ánimo.
Quiero darte dos ilustraciones del Antiguo Testamento sobre el poder que tienen las palabras para fortalecer y animar. La primera está en 2 Crónicas, capítulo 32. El contexto aquí es que Senaquerib, el rey de Asiria, ha invadido la nación de Judá. Él tiene a la gente aterrorizada con sus amenazas.
Ezequías, el rey de Judá, se fortalece en el Señor. Él fortifica la ciudad capital, aumenta las armas de defensa. Y luego en el versículo 6, de 2 Crónicas, el capítulo 32, dice:
«(Ezequías) puso también oficiales militares sobre el pueblo, los reunió a su lado en la plaza a la puerta de la ciudad y habló dándoles ánimo, diciendo: Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, ni a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él» (vv. 6-7).
Ahora, si solo miras el número de los militares, eso no sería cierto en lo absoluto. El ejército asirio tenía, creo, 185,000 tropas o algo así. Sobrepasaban en gran número, humanamente hablando, al ejército israelí. Pero él dice, «tenemos a Dios con nosotros, de manera que tenemos mucho más a nuestro favor que ellos».
El versículo 8 dice:
«Con él está solo un brazo de carne, pero con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo confió y se fortaleció por las palabras de Ezequías, rey de Judá».
Piensa en esos momentos cuando tu esposo está bien desalentado. Quizás perdió su empleo, quizás está luchando con una situación difícil en el trabajo. Se siente derrotado. Se siente desalentado. ¿Qué haces tú en esos momentos? Cuando él se siente abrumado o cuando uno de tus hijos se siente abrumado, ¿te acercas a ellos para derribarlos aún más con tus palabras o los fortaleces diciéndoles, «cariño, cobra ánimo, Dios está de nuestro lado»? Tus palabras pueden transmitir, pueden exhalar valor y fortaleza en los corazones de las personas que se sienten sobrecogidas y carentes de esperanza.
Luego llegamos a Nehemías 4, y vemos otra ilustración del poder que tienen las palabras para alentar o desanimar. El contexto aquí es que Nehemías está dirigiendo al pueblo mientras reconstruye los muros de Jerusalén que habían sido derribados luego de años de exilio. De manera que en el versículo 10 vemos: «Pero se decía en Judá: Desfallecen las fuerzas de los cargadores, y queda mucho escombro; nosotros no podemos reedificar la muralla».
La obra era tan grande que las personas estaban desalentadas. Se decían unas a otras, «este trabajo es demasiado grande, es demasiado difícil de manejar». Imagínate a ti misma teniendo que enfrentar una tarea tan grande que solo dices, «es más grande que yo». Quizás sea simplemente el hecho de mantener tu casa limpia. Sé que para muchas mujeres esta es una tarea abrumadora, especialmente si tienes niños pequeños que están haciendo regueros mientras tú tratas de arreglar la casa. Y solo sientes que hay tanto escombro que no puedes reedificar y tus fuerzas están desfalleciendo. A veces el tamaño de una tarea puede resultar descorazonadora.
Y luego en el versículo 11 vemos a los enemigos que les rodeaban. «Y nuestros enemigos decían: No sabrán ni verán hasta que entremos en medio de ellos y los matemos y hagamos cesar la obra». Como sabes, esos enemigos eran Sanbalat y Tobías. Eran extranjeros que no querían que la obra de Dios progresara. Vinieron y hablaron palabras desalentadoras y dijeron, «hagamos cesar esta obra». Pero ellos eran extranjeros.
Y entonces, ¿no es difícil para nosotras a veces, que las personas más cercanas a nosotras, aquellas que son parte de nuestra familia, de tu propia iglesia, expresen palabras desalentadoras?
El versículo 12 dice: «Y sucedió que cuando los judíos que habitaban cerca de ellos vinieron y nos dijeron diez veces: Subirán contra nosotros de todo lugar adonde os volváis». Estos son los pesimistas del grupo. Estas son personas que no quieres tener a tu alrededor cuando quieres hacer algo para Dios. Son comentarios como, «todos los hijos se rebelan, y eso es seguramente lo que va a suceder». Como madre, ¿son estas palabras alentadoras para ti? Claro que no, y podemos ser tan desalentadoras unas con otras…
Luego Dios trae a Nehemías para ser un animador; a partir del versículo 13, dice:
«…entonces aposté hombres en las partes más bajas del lugar, detrás de la muralla y en los sitios descubiertos; aposté al pueblo por familias con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.Cuando vi su temor, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo (les habló palabras de ánimo; palabras de fe): No les tengáis miedo; acordaos del Señor, que es grande y temible, y luchad por vuestros hermanos, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas…» (vv.13-14).
Palabras de ánimo. Recuerda al Señor. Sí, la tarea es grande. Sí, la tarea es dura, Sí, tenemos enemigos. Pero recuerda a Dios. Él es más grande. Él es grandioso. Él es asombroso. Así que no temas esos pequeños enemigos ahí afuera. Sí, lucen gigantes. Pero no son tan grandes como Dios. ¡Lucha! ¡Hazlo!
Cuán agradecida estoy en este ministerio por las personas que se acercan a mí y me dicen, «sí, la tarea es grande, pero Dios es más grande. Ve y hazlo». Me fortalecen con sus palabras, como Nehemías fortaleció a los israelitas con sus palabras.
El versículo 15 nos dice: «Sucedió que nuestros enemigos se enteraron que lo sabíamos y que Dios había desbaratado sus planes; entonces todos nosotros volvimos a la muralla, cada uno a su trabajo». ¿Qué usó Dios? Palabras de ánimo.
Mientras pienso en las personas que me han animado con sus palabras y en algunas de las formas en que yo misma he animado a otros con mis palabras, algunas ideas específicas vienen a mi mente. Quiero hablarte de algunas de estas ideas. Quizás tú puedas pensar en otras formas de alentar, pero déjame sugerirte algunas. Déjame darte algunas formas prácticas sobre cómo puedes usar tus palabras para alentar.
Voy a dividirlas en dos categorías. Podemos usar palabras audibles o escritas. Podemos animar verbalmente con nuestros labios o con palabras que escribimos para otros. He encontrado que dejar mensajes de voz puede ser un buen medio para alentar a otros. He tenido personas que han llamado y han dejado una oración de intercesión por mí o han expresado palabras de aliento. «Sé que estarás grabando Aviva Nuestros Corazones hoy». En muchas ocasiones recibo este tipo de mensajes. «Quiero que sepas que estoy pensando en ti, y que estoy orando por ti».
El teléfono puede ser usado para dar aliento. No hace mucho tiempo hice una llamada a una mujer que no conocía, pero su esposo trabaja con uno de nuestros ministerios asociados, y sabía que su papá estaba hospitalizado por una enfermedad muy grave. Él estaba fuera de la ciudad cuidando a su papá. Esta mujer tenía un bebé recién nacido y otros dos hijos pequeños que atender.
Dios puso su nombre en mi corazón un día. No la conozco muy bien, pero levanté el teléfono y le dije, «Carrie, solo quiero que sepas que he estado pensando en ti. Sé que Eric está viajando y este tiene que ser un tiempo muy estresante y difícil para ti. Tu familia debe estar bajo mucha presión. Solo quería llamarte para decirte que estoy pensando en ti. Quiero orar por ti». Y luego pude escuchar cómo Dios sabía lo mucho que Carrie necesitaba escuchar una palabra de ánimo esa mañana.
Y luego están las formas escritas de hablar palabras de ánimo, de gratitud, de aprecio, de afirmación; palabras de la Escritura. Soy tan fortalecida cuando alguien que me escribe, me dice, «he estado pensando en ti. Le doy gracias a Dios por ti. Veo esta cualidad de Cristo siendo cultivada en tu vida». Quizás personalmente no veo esta cualidad en mi vida, pero me anima saber que las personas afirman que pueden ver la obra de Dios en mi vida.
Trato de utilizar la comunicación escrita de esta forma en cumpleaños, aniversarios…paso mucho tiempo haciendo esto cada mes. Esta es simplemente una manera de dar ánimo, enviando tarjetas de cumpleaños o simplemente escribiendo una oración en una nota para esa persona para el año que inicia. Mando tarjetas de aniversario…quizás simplemente les expreso mi aprecio por modelar el amor de pacto de Cristo. Me gusta animar a las parejas en su peregrinaje y en su matrimonio; animarlos a continuar siendo fieles. Así que puedes hacer esto con tarjetas para las diversas ocasiones, y con tarjetas de gracias.
Y claro, usando el correo electrónico. Recientemente recibí un correo de una de mis atesoradas compañeras de oración. Ella me dijo, «mi querida amiga, son las 2 de la madrugada y estás en mi corazón y en mis oraciones. Estás en la línea de batalla, y solo quiero que sepas que tienes a alguien levantando tus brazos para la batalla, y que el aceite ha estado ardiendo por ti en mis oraciones mientras tú duermes porque eres una amiga muy preciosa a los ojos del Señor. Con amor, Susan». Yo no vi este correo hasta el día siguiente. Pero aún ahora pienso en esta amiga, Susan, y mi corazón se llena de ánimo y de fortaleza en el Señor. Hay tanto poder en la palabra escrita.
Pienso en mis amigos, Jim y Jean Warren, quienes han sido de mucho ánimo para mí en el ministerio. Ellos me mandaron una pieza que imprimieron a color, la enmarcaron en un marco acrílico y ahora la tengo en mi escritorio. Contiene versículos de la Escritura. «Los que a Él miraron, fueron iluminados; sus rostros jamás serán avergonzados… El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los rescata… Probad y ved que el Señor es bueno». Todos son versículos del Salmo 34. Luego añadieron una nota personal de ánimo y una expresión de gratitud por mi vida y la firmaron, «con amor Jim y Jean». Esas son palabras de ánimo que han ministrado grandemente a mi corazón.
Hace poco recibí también un correo que ilustra hermosamente el poder de una palabra de ánimo escrita, y de las oraciones. Este hombre está en el ministerio, y él escribió esto a todos sus compañeros de oración. Decía:
Recientemente envié un correo electrónico para pedirles a aquellos que se sintieran motivados, mandarle una tarjeta o una palabra de la Escritura a mi madre para animarla. (Su mamá, de 85 años, estaba en el hospital con muchos problemas físicos y una depresión severa). Y muchos de ustedes le escribieron. Déjenme compartirles el poder que sus tarjetas tuvieron.
Mi madre estaba pasando por una profunda depresión clínica. Las tarjetas comenzaron a llegar cuando ella comenzaba el tratamiento médico. El mensaje más recurrente, que estaba escrito en casi todas las tarjetas era, «Dios te ama y estamos orando por ti». Mientras ella estaba sentada en un salón lleno de gente, en medio de una terapia de grupo, a su mente venían las palabras, «Dios me ama», o cuando yo la visitaba, sus ojos brillaban en ocasiones mientras ella me decía, «Dios me ama», con tal sentimiento.
Yo le contestaba, «sí mamá, Dios te ama».
Y ella me decía, «y te ama a ti también, Al. Nunca lo olvides».
De manera que ayer mi esposa y yo fuimos hasta el hospital para recoger a mi mamá para llevarla de regreso a su casa que es en un centro asistencial. Mientras conducíamos a la casa, su actitud era tan positiva y estaba tan llena de felicidad. Su primera reacción cuando entró al vestíbulo del hogar de ancianos fue dirigirse al piano y tocar un himno de alabanza al Señor. ¡Qué bendición! El cambio que se produjo en ella en una sola semana fue asombroso. No hay explicación para esto que no sea la fidelidad de Dios a una anciana que estaba siendo levantada al trono de la gracia por tantas personas.
Leí todas las tarjetas que ella recibió mientras la ayudaba a desempacar. Al final de cada una de ellas, mi madre había vuelto a escribir el mensaje de cada tarjeta. En su caligrafía temblorosa ella escribía una y otra vez, «Dios me ama. Gracias por permitir que el Señor te usara como un canal de Su amor».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha dado consejos prácticos sobre cómo usar nuestras palabras para animar a las personas que nos rodean. Espero que no solo escuches las historias que ella ha compartido con nosotras, sino que puedas escribir tus propias historias de aliento.
Puede ser que hoy estés contenta y con ánimo para alentar a otros. O a lo mejor te encuentras en un lugar de desánimo y necesitas ser alentada. Ahora queremos compartir contigo la historia de una mujer con la que Nancy tuvo la oportunidad de conversar hace un tiempo.
Imagina estar a una gran distancia de tu hogar, lejos de tu familia, en un lugar que es conocido por el peligro y los conflictos. Allí, una mujer llamada Emma, enfrentó grandes retos. Ella nos cuenta cómo Dios la animó y la usó para animar a otros en ese momento de su vida.
Emma Jean: El no estar rodeada de una comunidad de cristianos era muy difícil. Me vestía como un militar. Usaba un uniforme. Hacía todo lo que hacía cualquier militar. Comía con ellos, dormía con ellos, viajaba con ellos, montaba en los helicópteros, y todo lo demás. Pero el no poder sentarme los domingos en la iglesia y cantar los himnos…le dije a mi capellán, «si hay algo que extraño más que ninguna otra cosa es cantar himnos».
Pasé la Nochebuena sin escuchar ni un cántico de navidad; solo un grupo de nosotros se reunió bajo una carpa esa noche y cantamos algunos cantos navideños. Así que escuchar Aviva Nuestros Corazones era la comida que yo ingería mientras estaba allá. Era lo que me sostenía. Me tomaba siete horas descargar el audio, pero valía la pena. Me ponía mis audífonos, abría mi Biblia y me alimentaba con la comida de ese día.
Mientras escuchaba los programas allá en Afganistán, me convertí en una colaboradora porque pensé, «estoy alimentándome. Ayudando este ministerio sé que otras personas que lo necesitan también podrán oír la Palabra de Dios, personas que necesitan crecer para ser las mujeres que Dios quiere que sean».
La distancia no es recomendable para mantener una relación. La primera vez estuve estacionada por 17 meses, y la segunda vez por 7 meses. Tengo un esposo que no solo se quedó en el hogar mientras yo estuve en la zona de combate, sino que también cuidó de mi hermano discapacitado que vive con nosotros, mientras yo estuve fuera.
Nancy estaba casualmente enseñando sobre el reto de 30 días de animar a tu esposo. Y pensé, «oh, qué gran bendición es mi esposo». Decidí hacer ese reto. Es mucho más fácil ser de ánimo para tu esposo cuando estás en Afganistán y tu esposo está en Wisconsin.
Nancy: ¿Cómo lo hiciste?
Emma: A través de correos electrónicos. Tenía acceso a los correos. Le escribía cartas, y dependiendo de dónde me encontraba estacionada y cuál era el ancho de banda, ocasionalmente podía hablar por Skype. ¡Qué días aquellos! A veces resultaba tan sencillo como no decir nada negativo, porque estaba cansada. Estaba trabajando por lo menos 14 horas al día, a veces 16 horas; dormía en tiendas de campaña...eso puede ser muy agotador. Nosotras las mujeres sabemos que si estamos cansadas solemos decir cosas que no deberíamos. Así que para mí, en ocasiones, el ánimo se traducía más bien en no decir nada desagradable ese día.
Nancy: La vida militar puede ser muy difícil para los matrimonios; el estar separados geográficamente. Al mirar atrás, ¿crees que este reto de animar a tu esposo jugó un papel positivo en guardar tu matrimonio intacto mientras estaban separados?
Emma: Sí. Así fue. Sin la gracia de Dios los matrimonios sencillamente enfrentan muchos retos. Aún con Dios, con Cristo como ese tercer doblez en la relación, aún tenemos que nutrir esa relación. Ese ánimo fue importante para mi marido. Con nosotros había ocurrido un cambio de papeles porque él es un veterano de Vietnam. Él sirvió 20 y tantos años en la marina, y ahora era él el que se quedaba en la casa y yo estaba siendo transferida a otro lugar. Así que fue algo diferente; nos mostró a ambos el otro lado de la moneda.
Cuando me fui a la base para prepararme para partir, no había estado ausente 7 horas cuando llamé a casa. Él me dijo: «Se dañó la cisterna de agua». Yo le dije, «bienvenido a mi mundo».
Muchas veces digo, «fui enviada. El ejército me mandó a Afganistán por una razón, pero Dios me mandó por otra razón». Estoy ya mayor, de hecho, más que muchos hombres y mujeres que sirven como militares. Esto le dio toda una nueva perspectiva a aquella historia de que la «abuela se pone las botas de combate», yo lo hice. Era lo suficientemente entrada en años para ser la abuela de muchos de esos hombres y mujeres jóvenes.
Debido a que era una civil dentro del departamento militar, y porque era mujer y porque era mayor, muchas de estas mujeres y hombres jóvenes se hacían vulnerables delante de mí, se quitaban esa máscara que deben usar en una zona de combate.
Recuerdo estar sentada en el suelo, sobre la gravilla, esperando un helicóptero mientras hablaba con un joven que estaba de licencia debido a una emergencia que había surgido. Se había enterado de que su joven esposa, con quien se había casado tan solo unos cuantos meses antes de ser estacionado allí, había tomado todo el dinero de los ahorros del banco y se había fugado con su mejor amigo. Dios, creo yo, orquestó esta interacción entre nosotros para que yo pudiera hablarle sobre Aquél que es el único en quien podemos confiar, quien nunca cambia, quien siempre está ahí para nosotros, y ese es Jesucristo.
Débora: Amén. Esperamos que esta serie haya sido de bendición para ti, y que aún hoy mismo puedas traer aliento a las vidas de otras personas que Dios ha puesto en tu camino.
Sarah: Descubre la guía de parte de Dios para construir relaciones significativas. En la Biblia encontramos instrucciones claras sobre cómo tratar a los demás, quienes, al igual que tú, son portadores de la imagen de Dios. Te presentamos nuestro nuevo recurso: «Unos a otros». Sumérgete en este devocional de 30 días y aprende a edificar a los creyentes que están a tu alrededor con los «unos a otros» que encontramos en las Escrituras.
Débora: Llamándote a reflejar la hermosura del evangelio al mundo que te rodea, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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