Guardián de las galaxias
Débora: ¿Alguna vez te has imaginado a Dios cansado o has pensado que Él se ha olvidado de ti? Bueno, hay algo que debes saber…
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dios nunca duerme. Nunca se olvida. Él no olvida tu situación. El pueblo de Israel a veces clamaba a Dios y le decía: «¿Nos has olvidado?». Este es un recordatorio de que nuestro Guardián siempre nos está mirando. Él siempre está cuidando activamente de nosotros.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de noviembre de 2024.
¿Crees realmente que el Señor es tu Ayudador? Vamos a examinar el Salmo 121 y esta característica de Dios como nuestro Ayudador. Descubrirás que puedes confiar en Él sin importar la circunstancia en la que te encuentres. Aquí está Nancy con la continuación de la serie, «Un cántico para el peregrinaje del creyente». …
Débora: ¿Alguna vez te has imaginado a Dios cansado o has pensado que Él se ha olvidado de ti? Bueno, hay algo que debes saber…
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dios nunca duerme. Nunca se olvida. Él no olvida tu situación. El pueblo de Israel a veces clamaba a Dios y le decía: «¿Nos has olvidado?». Este es un recordatorio de que nuestro Guardián siempre nos está mirando. Él siempre está cuidando activamente de nosotros.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de noviembre de 2024.
¿Crees realmente que el Señor es tu Ayudador? Vamos a examinar el Salmo 121 y esta característica de Dios como nuestro Ayudador. Descubrirás que puedes confiar en Él sin importar la circunstancia en la que te encuentres. Aquí está Nancy con la continuación de la serie, «Un cántico para el peregrinaje del creyente».
Nancy: Es posible que hayas escuchado hablar a la gente hablar sobre «Guardianes de la Galaxia». ¿Te suena familiar esa frase? Es un grupo ficticio de superhéroes que viaja al espacio. Hicieron su primera aparición en los libros de Marvel Comics a finales de los años 60, y esa historia se ha convertido en la base para dos películas muy populares de superhéroes del mismo nombre; una en 2014 y una en 2017, Guardianes de la Galaxia.
Y tengo que decirte que no sabía nada acerca de los Guardianes de la Galaxia. Y en realidad todavía no sé mucho, pero aquí hay una frase que leí sobre ellos. Dice:
«A raíz de la Invasión Phalanx de los Kree, Star-Lord decide formar un equipo de héroes interestelares que sean proclives a proteger la galaxia, en lugar de reaccionar a las crisis a medida que ocurren».
Y al parecer, este equipo a veces tiene éxito en proteger la galaxia de esas invasiones, pero otras veces no. Entonces, esos son los Guardianes de la Galaxia, por lo menos así se llaman.
Y hoy estoy aquí para decirles, a medida que continuamos con nuestro estudio del Salmo 121, que hay un Guardián de la galaxia, y Él no es ficticio, y no necesita un equipo. Él es el único Dios vivo y verdadero, y Él nunca falla, y Él nunca pierde.
Y no pude evitar pensar en ese término, «Guardianes de la Galaxia», ya que he estado leyendo, releyendo y meditando en el Salmo 121 en las últimas semanas.
Vamos a leer el salmo otra vez, y vamos a retomarlo donde lo dejamos en la última sesión.
Este es un cántico de ascensión, canciones que los peregrinos judíos cantaban en el camino a Jerusalén para las fiestas anuales y los días festivos. Es como esa antigua canción que se llama, «Vamos marchando hacia Sión». Esa es la imagen que tenemos aquí. Estas son personas felices. Estas son personas expectantes, ansían estar en la presencia del Señor. Y por eso cantan las canciones del Señor. Se les llama así a los salmos que van desde el 120 hasta el 134: Cánticos de Ascenso, iban subiendo hacia Jerusalén, el monte de Dios, donde se encontraba el templo de Dios.
Y así el salmista dice:
«Levantaré mis ojos a los montes;
¿de dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene del Señor,
que hizo los cielos y la tierra» (vv. 1-2).
Ahora, mientras leemos el resto de este salmo, la pregunta es: ¿Cómo nos ayuda Dios? Y en los versículos del 2 al 8, quiero que observen las palabras repetidas que nos dan una indicación de cómo Dios nos ayuda de maneras más específicas.
«No permitirá que tu pie resbale; no se adormecerá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. El Señor es tu guardador; el Señor es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te herirá de día, ni la luna de noche. El Señor te protegerá de todo mal; Él guardará tu alma. El Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre» (vv. 3-8).
Hoy vamos a ver los versículos 3 y 4, y la primera parte del versículo 5. Y permítanme decir, antes de llegar ahí, que quiero hacer una observación de manera general. Los versículos 1 y 2 están en primera persona. «Levanto mis ojos a los montes (yo). ¿De dónde viene mi ayuda? Mi ayuda viene del Señor».
Cuando llegas a los versículos del 3 al 8, ves que están en segunda persona. No es «yo» y «mi», sino que es «tú» y «tuyo». «Él no dejará que tu pie resbale; el que te guarda no dormirá».
Ahora, la gente ha especulado acerca de por qué existe esa diferencia. ¿Y cuál es la diferencia entre los dos primeros versículos y los versículos del 3 al 8?
Algunos piensan que es que en los versículos 1 y 2, hay un adorador individual que está haciendo esta pregunta, «¿de dónde viene mi ayuda?», y que el resto del salmo es otro peregrino o uno de los sacerdotes que responde la pregunta. Es una respuesta a la pregunta del versículo 1.
Así que hay un diálogo entre estos adoradores.
Otra opción podría ser el salmista dialogando consigo mismo. ¿Alguna vez haces eso? Yo lo hago. Y no es algo inaudito en las Escrituras.
Por ejemplo, en el Salmo 42, el salmista se hace la pregunta: «¿Por qué te abates, oh alma mía?» Y luego la respuesta es: «Espera en Dios; porque aún he de alabarle» (v. 11). Vemos al salmista aconsejando su propio corazón. Él está diciendo: «¿Por qué estás abatido, corazón? ¿Por qué estás desanimado?» Se lo dice a sí mismo. Y luego se responde: «Espera en Dios; porque lo alabaré de nuevo».
Ese es el tipo de cosa que podría estar pasando aquí. «¿De dónde viene mi ayuda? Mi ayuda viene del Señor».
Y luego le dice a su propia alma: «No permitirá que tu pie resbale; no dormirá el que te guarda».
Eso es lo que llamo aconsejar tu corazón con la verdad. A veces eso es lo que tenemos que hacer. Solo tenemos que aconsejarnos a nosotras mismas, aconsejar nuestros propios corazones cuando están vacilando, agitándose, desanimados y frustrados y apropiarnos de esa verdad.
Mi esposo es una gran ayuda para mí y hace esto por mí. Es una influencia tranquilizadora en mi vida. Así que cuando estoy como hiperventilando sobre algo duro o algo que no es de mi agrado, él tiene una forma de ayudarme. Él me escucha; a él le importa, pero tiene una manera dulce de decirle la verdad a mi corazón. Me encanta esto.
Pero es posible que no tengas un esposo presente o quizás nunca lo has tenido. Puedes estar soltera, puedes estar sola en tu estudio o en tu lugar de trabajo o simplemente en tus propios pensamientos. Necesitamos aprender a aconsejar nuestros propios corazones según la verdad de Dios. Entonces le decimos a nuestro corazón: Corazón, Él no permitirá que tu pie resbale. El que te guarda no duerme.
Nos decimos a nosotras mismas la verdad, y cuando nos decimos la verdad a nosotras mismas, llegamos a creer y a descansar en esa verdad.
Entonces, los versículos 3 y 4, y la primera parte del versículo 5, dicen:
«Él no dejará que tu pie resbale; el que te guarda no dormirá. He aquí, el que guarda a Israel no se adormecerá ni dormirá. El Señor es tu guardador».
El Señor . . . Ahora, ¿cuál es la palabra que vemos repetida en toda esta segunda parte del salmo? Esta es una pregunta muy obvia, una pregunta con una respuesta obvia.
¿Cuál es la palabra que surge una y otra vez y otra vez? «Él te guardará». «El Señor es tu guardador».
Escucha, en las Escrituras, cuando estás estudiando la Palabra de Dios. . . las personas a veces me dicen: «Me gustaría poder sacar las cosas que tú sacas de las Escrituras». Y te estoy diciendo cómo puedes hacerlo. Nunca he estado en el seminario. Nunca he estudiado griego o hebreo, pero hay muchas herramientas útiles disponibles en el día de hoy. Y lo primero es entrar en la Palabra. Ábrela, léela. Vuelve a leerla. Vuelve a leerla. Re-re-léela. Léela una y otra vez y otra vez. Eso es meditación.
Memorízala. He estado reflexionando sobre el Salmo 121 durante semanas, mientras me estoy quedando dormida, cuando me despierto a media noche, y esto es frecuente en esta época de mi vida. Cuando me levanto por la mañana, cito este salmo.
En realidad ha sido un poco desafiante para mí porque lo memoricé por primera vez en la versión Reina Valera, y ahora trato de hacerlo en la versión Biblia de Las Américas. Entonces me confundo. Pero eso está bien. El punto no es poder citar la palabra perfecta.
El punto es ponerla en funcionamiento en tu corazón para que cuando te presionen u ocurra algo en tu día, alguna circunstancia que no esperabas, lo que salga como tu respuesta sea lo que has estado haciendo, llenando tu mente y tu corazón con: «El Señor es tu guardador. El Señor es mi ayuda. No dejará que mi pie resbale».
Así que meditas en eso. Una de las cosas que haces es buscar palabras repetidas para ver dónde está el énfasis. Eso no es difícil de hacer en este salmo. El énfasis es muy claro, y vamos a hablar sobre lo que significa que el Señor es nuestro guardador.
Pero primero, Él es el Señor. Esa es la palabra Jehová. Jehová es el nombre personal de Dios. Él es el autoexistente. Él no necesita mi ayuda ni la tuya. Él está completo y completo en Sí mismo. Y Él es el que se nos revela, nos conoce y es un Dios personal.
Jehová el Señor es tu guardador. Algunas traducciones dicen que es tu protector. Algunos dicen que Él es tu preservador o tu guardián.
Hay varias palabras diferentes que se usan para traducir esta palabra hebrea que aparece seis veces en los versículos del 3 al 8, aproximadamente 475 veces en el Antiguo Testamento.
Esa palabra se traduce como, «mantener, mantener a salvo, preservar, vigilar, encargarse de, proteger, observar».
Déjame darte algunos otros ejemplos donde aparece esa misma palabra, y así tienes un sentido más amplio de su significado.
En el capítulo 2 de Génesis, dice: «El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara», para cuidarlo, atenderlo (v. 15). Él estaba cuidando del huerto. Estaba observando lo que estaba pasando en ese jardín, y se estaba ocupando de ello. Lo estaba guardando.
Luego llegamos al capítulo 3, después de que Adán y Eva pecaron. Las Escrituras dicen que Dios «expulsó al hombre, y al este del jardín del Edén colocó los querubines y una espada de fuego que giraba en todas direcciones para guardar el camino hacia el árbol de la vida» (v. 24). Se mantuvo. Protegía ese árbol de la vida para que el hombre, el hombre pecador, no pudiera llegar al árbol de la vida; ¿hasta cuándo? En el capítulo 22 de Apocalipsis, volvemos a ver el árbol de la vida donde ahora las personas redimidas tienen la libertad de regresar y participar de él.
Y así, el Señor es nuestro Guardador, nuestro Protector, nuestro Conservador (quien nos preserva), nuestro Guardián. ¿Y qué hace un guardián? Él guarda, él cuida. Entonces ves esto en una forma de nombre y en forma de verbo en este pasaje. Él nos guarda, nos protege, nos preserva y nos cuida.
El Señor como el Guardián de la Galaxia es la esencia de este salmo, y no solo de nuestra galaxia, sino de todas las galaxias.
Tenía curiosidad por saber cuántas galaxias podría haber. No soy una gran astrónoma, así que busqué en Google esta mañana. Los astrónomos estiman que hay al menos 100 mil millones de galaxias en el universo observable, y eso es lo que sabemos hasta ahora, o lo que pensamos que sabemos. ¿Y cuánto más hay más allá de eso? Bueno, solo Dios lo sabe.
Así que Dios es el Guardián de todas las galaxias. «Él tiene el mundo entero, y todos los mundos, y todas las estrellas, y todos los planetas, y todos los soles, y las lunas, y las galaxias, en Sus manos». Él es el Guardián, el Sustentador.
Y no es un Guardián pasivo de su pueblo o de los mundos. Él está protegiendo activamente a su pueblo día tras día, día y noche, como veremos en este salmo.
Citando de nuevo a mi amigo Charles Spurgeon en este salmo, él dijo:
«Ninguno está tan seguro como aquel a quien Dios guarda; ninguno está en tanto peligro como el autosuficiente».
Si pensamos que estamos en control, que nos cuidamos a nosotras mismas. . . ¿Crees que estás manteniendo a tus hijos seguros? Ahora, no estoy diciendo que no debas tratar de mantener a tus hijos a salvo, pero como madre, no te das cuenta de que aún si estás con ellos 24/7, algo que no puedes hacer, todavía no puedes proteger a tus hijos de todas las circunstancias y las situaciones posibles de la vida, especialmente cuando crecen y abandonan el hogar. No puedes hacerlo.
Pero Dios es el Guardián. Entonces, cuando pensamos que estamos seguras por nosotras mismas, somos más vulnerables. Pero ninguna está más segura que aquella que reconoce que Dios es quien la guarda.
Ahora, dijimos, nuevamente, que estos eran Cánticos de Ascensión que eran cantados por los peregrinos en el camino a Jerusalén. Había peligros en el viaje. No tenían caminos modernos. Por lo general, los caminos eran caminos solitarios que eran usados por viajeros y animales.
Quizás conozcas carreteras que te recuerden esta descripción. Son caminos, caminos solitarios. Pero esas carreteras eran muy difíciles, y era fácil deslizarse en esas carreteras rocosas.
Y así, a medida que viajamos a través de la vida cristiana, nos enfrentamos a peligros. Nos enfrentamos a distracciones. Nos enfrentamos a obstáculos, innumerables cosas que podrían hacer que resbalemos, tropecemos o caigamos. Pueden ser pecados. Pueden ser debilidades. Pueden ser actitudes. Pueden ser relaciones. Pero en todo esto tenemos un Guardián, un Ayudador divino que no nos deja caer.
«Él no permitirá que tu pie resbale».
El Salmo 73 habla de un tiempo…el salmista reflexiona sobre un momento en que su pie casi resbala. Él dice: «En verdad, Dios es bueno para Israel, para aquellos que son puros de corazón. Pero en cuanto a mí, mis pies casi habían tropezado, mis pasos casi habían resbalado» (vv. 1-2).
¿Por qué? No porque Dios falló en hacer el trabajo, sino porque el salmista apartó sus ojos de Dios. Él dijo: «Porque tuve envidia de los arrogantes cuando vi la prosperidad de los impíos» (v. 3).
El salmista, que en este caso era Asaf, en el Salmo 73, aprendió que cuando dejó de mirar al Señor y cuando comenzó a concentrarse en las «montañas y las colinas», en el arrogante y en la prosperidad de los malvados, estuvo muy cerca de deslizarse, de resbalarse.
Pero este pasaje dice que a medida que nos enfocamos en el Señor, al confiar en Él como nuestro Guardián, Él evitará que nuestro pie resbale.
Ahora, eso no dice que no tendremos problemas, que no tendremos dolor, que no tendremos sufrimiento. Este pasaje deja claro que lo tendremos, y el resto de las Escrituras sin duda deja claro que tendremos esos problemas, esas rocas en el camino, esas obstrucciones, esos obstáculos, pero nuestro Guardián estará con nosotras y nos salvará. Por ese camino y por todo el camino hacia la casa de Dios. Él nos llevará allí a salvo. Podemos confiar en que Él no permitirá que nuestro pie resbale.
Ahora, el versículo 3 continúa diciendo: «El que te guarda no dormirá».
¿Cuál es la diferencia entre esas dos frases? Uno: «El que te guarda»; eso es muy individual, muy personal. ¿Lo ves? Pero ahora, «el que guarda a Israel», esta expresión habla de un grupo (es corporativo). Esto habla de una comunidad, es colectivo.
Dios es el Guardián de Israel. Él es el Dios que guarda el pacto. Hizo un pacto con su pueblo, y el salmista dice: «Dios guardará Su pacto con su pueblo. Él será su Guardián». Pero también es el Guardián, y me encanta esto, de cada individuo en esa comunidad de fe. Él mantendrá a Israel. Él es el Guardián de Israel. Y Él te guardará. Él guardaba a cada judío en el peregrinaje hacia Jerusalén. ¡Qué seguridad es esa!
Entonces, Dios no solo trata con su pueblo colectivamente. Él hace eso, pero Él también trata con ellos personal e individualmente. Y es lo mismo con nosotras, con su pueblo redimido.
Él es el Guardián de su cuerpo, de su novia, de su iglesia. Él la guarda completa. Pero eso también significa que Él mantiene cada parte del todo, cada persona en el todo. Y eso significa que si eres parte de esa comunidad de fe, redimida, llamada el pueblo de Dios, la iglesia, la novia de Cristo, el cuerpo de Cristo, si eres parte de ella, puedes confiar en que Él te cuidará. Y yo puedo confiar en que Él me sostendrá.
Podemos reclamar esta bendición del Salmo 121, «el Señor te guardará», porque somos parte de ese cuerpo de creyentes que Él protege, que Él guarda, que Él cuida. ¿No tranquiliza eso tu corazón? Somos parte del todo. Él guarda el todo. Él también nos mantiene como individuos.
Y luego dice: «El que te guarda no dormirá. He aquí, el que guarda a Israel no se adormecerá ni dormirá».
Eso quiere decir que nuestro Ayudador, nuestro Guardián, nunca duerme. Él nunca toma una siesta. Él nunca necesita una siesta. Él siempre está despierto.
Esto habla del cuidado y la vigilancia constante de Dios por su pueblo. Día y noche, todos los días, todas las noches, Él siempre está despierto. Siempre está vigilante. Él nunca se adormece. Nunca se queda dormido en el trabajo.
Ahora, compara eso con alguien que es un guardia de seguridad o guardaespaldas que podría estar contratado para velar por la seguridad de un dignatario o alguna celebridad. Ese guardaespaldas podría quedarse dormido porque todo cuidador humano necesita dormir.
Y luego piensa en los falsos dioses de las naciones circundantes. La gente pensaba que Baal podría evitarles problemas, pero en 1 Reyes 18, ¿recuerdas ese gran enfrentamiento entre Elías y los profetas de Baal? «Elías se burlaba de ellos y decía: Clamad en voz alta» (v. 27a). Porque el dios falso no estaba haciendo nada. Él no estaba encendiendo el fuego en el altar. Y él dijo: «Clamad en voz alta, pues es un dios (con “d” minúscula); tal vez estará meditando o se habrá desviado, o estará de viaje, quizá esté dormido y habrá que despertarlo» (v. 27b).
Estos llamados «dioses» no tenían poder sobrenatural. Ni siquiera existían. Pero Elías está diciendo: «Si existen, no son sobrenaturales». Ningún humano, nadie que sea menor que Dios puede permanecer despierto trabajando 24/7.
Dormitar significa ser olvidadizo, ser negligente, tener falta de cuidado. Y este pasaje dice: «Dios nunca duerme».
Nunca se olvida. Él nunca olvida tu situación. El pueblo de Israel a veces clamaba a Dios y le decía: «¿Nos has olvidado?». Este es un recordatorio de que nuestro Guardián siempre nos está mirando. Él siempre está cuidando activamente de nosotros. Él sabe lo que está en el camino. Él sabe lo que nos hace tropezar. Él sabe a qué desafío nos enfrentamos. Siempre está despierto, guardándonos siempre.
(Permíteme decirte, que una de las evidencias, y hay muchas, de que no somos Dios, es que no podemos vivir sin dormir). Solo Dios puede vivir sin dormir. Dormir no es un lujo para nosotros. Es una necesidad. Es esencial para que nuestros cerebros y nuestros cuerpos sigan funcionando. Nuestra salud general depende del dormir.
Ahora, algunas de ustedes (que se levantan bien temprano en la mañana, cuando se acerca el mediodía, se sienten con sueño, necesitan una siesta) llegando a la mitad del día tienen sueño; y yo lo entiendo. Eso me pasa a veces, por ejemplo, cuando estudio y trato de mantenerme despierta hasta tarde para trabajar en estos programas, y me siento muy cansada. Y le digo, «Señor, ayúdame. Gracias porque nunca duermes, y a veces tengo que dormirme». No podemos permanecer despiertas indefinidamente. Y a veces, aunque estemos despiertas, tenemos tanto sueño que no estamos alerta y tenemos dificultades para funcionar bien.
Las madres con niños pequeños, bebés, niños en edad preescolar, saben de lo que estoy hablando porque es 24/7 durante algunos de esos años en los que sienten que nunca duermen. Bien, puede que sientas que nunca duermes, y el punto es que no estás funcionando bien si nunca duermes.
Leí acerca de un estudiante de secundaria llamado Randy, quien en 1965, se dispuso a romper el récord mundial por pasar el mayor tiempo sin dormir. Fue un proyecto para una feria de ciencias. Permaneció despierto durante 264 horas, que es como unos once días.
Y durante ese experimento. . . Sí, algunas de ustedes, mamás, sienten que han hecho eso. Durante ese experimento desarrolló problemas con su visión. Tenía problemas de habla y de memoria. Empezó a alucinar. Una vez más, algunas de ustedes, las mamás con niños pequeños pueden identificarse con él. Tú dices: «Estoy como alucinando. ¿Realmente esto sucedió o simplemente lo soñé?
El sueño es un regalo que Dios les da a sus criaturas. El Salmo 127, que también se encuentra en esta colección de Salmos de Ascensión, dice: «Es en vano que os levantéis de madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues Él da a su amado aun mientras duerme» (v. 2).
Ahora, en algunas temporadas de la vida, el sueño es más difícil que en otras temporadas. Pero dormir, cuando Dios lo da, es un regalo.
Me dijeron que Alejandro Magno les dijo a sus soldados: «Me despierto para que puedan dormir». Él dijo: «Estoy vigilando. Estoy despierto para que puedan dormir». Pero te diré, que ni siquiera Alejandro Magno pudo permanecer despierto, vigilando todo el tiempo.
Estoy muy agradecida de que tengamos Uno más grande que Alejandro Magno, que siempre está despierto. Para que podamos dormir, podamos descansar en paz y confiar en que el Señor está ahí para satisfacer nuestras necesidades.
Algunas de ustedes pueden quizás haber oído hablar de la señorita Bertha Smith. Era bien conocida en la denominación bautista del sur. Fue misionera en China durante muchos años. Ella vivió casi 100 años, y una vez le preguntaron a qué atribuía su larga vida. Ella caminaba, creo que eran unas dos o tres millas diarias, hasta su vejez.
Y luego dijo algo como: «Nunca como nada que sepa realmente bueno». Esa era su dieta. Ella era cuidadosa, solo comía cosas saludables. «No comía las cosas que realmente me habría encantado comer. Comía cosas buenas, saludables».
Pero esta es la parte de su respuesta que me encanta. Ella dijo: «Al final del día, antes de irme a dormir, siempre le entrego todos mis problemas al Señor». Ella reconocía que el Señor era su Guardián. Él no se adormece. Él no duerme No tienes que quedarte despierta toda la noche pensando en este o aquel problema. Hay Uno que estará despierto toda la noche de todos modos, así que déjaselo a Él, que Él se ocupe de eso.
Todo este pasaje nos recuerda cuán pequeñas somos. Cuán débiles, somos vulnerables. Podemos meternos en problemas. Pero nuestro Dios siempre nos cuida. Él nunca se adormece. Él nunca duerme.
Estoy muy agradecida de que cuando llegamos al Nuevo Testamento, descubrimos que Él fue incluso más lejos de ahí. Este gran Jehová Dios, nuestro Cuidador, nuestro Guardador, envió a Su Hijo a la tierra para tomar la naturaleza humana, convertirse en un bebé pequeño, débil y vulnerable, crecer siendo cien por ciento Dios y cien por ciento hombre y tuvo que dormir por la noche. Que Él vino del cielo, nunca durmió allí, vino a esta tierra y tuvo que dormir, y murió en una colina llamada Calvario.
Experimentó oscuridad, problemas y dolor. Experimentó el sufrimiento, la tentación. Las fuerzas del infierno en su contra, la paga de nuestro pecado, nuestro mal. Él llevó la ira de Dios que merecíamos por nuestro pecado. Y clamó a este Dios, el gran Guardián: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Porque Dios apartó Su rostro de Su Hijo y lo envió a morir.
¿Por qué? Todo para que nunca tuviéramos que estar separadas de Dios. Para que podamos darnos cuenta de que Él siempre está con nosotras. Él es nuestro Guardián. Somos débiles, pero Él es fuerte. No podemos ayudar en muchas de las situaciones en las que nos encontramos, pero Él es nuestro Ayudador. Él no dejará que tu pie resbale. Él no te dejará tropezar. Él no dejará que tu pie se mueva.
Pienso en ese pasaje en Judas, los últimos versículos de Judas, la bendición:
«Y a Aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén» (vv. 24-25).
Débora: Estoy tan agradecida de que Dios promete estar siempre con nosotros. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado recordando esa promesa que se encuentra en el Salmo 121.
Basado en lo que hemos escuchado podemos preguntarnos: ¿Aconsejo mi propio corazón con la verdad de Dios, y la verdad de que Él me guarda? ¿Aconsejo a otros con esta verdad? Seamos mujeres que viven en la realidad de que Cristo las ha salvado.
Muchas veces creemos que llegará un momento en el que seremos tan maduras que no necesitaremos orar: «No me dejes caer en tentación». Pero, ¿llegaremos al punto en el que ya el pecado no nos tentará? En el próximo episodio Nancy reflexionará acerca de esto. ¡No te lo pierdas!
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Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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