Guarda tu corazón
Carmen Espaillat: ¿Qué hay en tu corazón? Nancy DeMoss de Wolgemuth dice que la respuesta a esta pregunta va a ser evidente...
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Todo lo demás de tu vida fluye de lo que hay en tu corazón—lo que dices, lo que haces, cómo piensas, cómo reaccionas, tus emociones, tus decisiones—toda tu vida brota de lo que hay en tu corazón.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Durante los últimos dos días, Nancy ha estado compartiendo con nosotras algunos de los principios que aprendió de su padre. Permíteme recordártelos:
- Toma a Dios en serio
- Comienza el día con Dios
- Confía y obedece
- Las cosas pequeñas importan
Puedes escuchar las enseñanzas que te hayas perdido a través de nuestra aplicación, Aviva Nuestros Corazones; o a través de nuestra página web, AvivaNuestrosCorazones.com. Hoy continuamos con la serie …
Carmen Espaillat: ¿Qué hay en tu corazón? Nancy DeMoss de Wolgemuth dice que la respuesta a esta pregunta va a ser evidente...
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Todo lo demás de tu vida fluye de lo que hay en tu corazón—lo que dices, lo que haces, cómo piensas, cómo reaccionas, tus emociones, tus decisiones—toda tu vida brota de lo que hay en tu corazón.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Durante los últimos dos días, Nancy ha estado compartiendo con nosotras algunos de los principios que aprendió de su padre. Permíteme recordártelos:
- Toma a Dios en serio
- Comienza el día con Dios
- Confía y obedece
- Las cosas pequeñas importan
Puedes escuchar las enseñanzas que te hayas perdido a través de nuestra aplicación, Aviva Nuestros Corazones; o a través de nuestra página web, AvivaNuestrosCorazones.com. Hoy continuamos con la serie titulada, «La instrucción de un padre».
Nancy: Quiero compartir hoy con ustedes algo –que en realidad aprendí no sólo de mi padre, sino también en un seminario al que asistí cuando era una joven adolescente– que es un principio básico y fundamental en la vida y ha hecho una gran diferencia para mí.
En esta serie, «La Instrucción de un Padre», estoy hablando de un conjunto de principios que aprendí de mi papá. Estos principios han sido de gran ayuda para mí mientras me he convertido en adulta, y ahora mientras estoy caminando con el Señor y sirviéndole. Estos principios han establecido una base para mi vida y han sido de inmensa ayuda.
Hoy quiero añadir un quinto principio que no parece tener mucha importancia, pero que me ha ayudado mucho en las relaciones y a enfrentar las circunstancias de la vida. Así es como pondria ese principio: Tú eres responsable de tu propio comportamiento.
Puedo recordar oír conscientemente este principio por primera vez –estoy segura de que mi papá nos había estado enseñando esto mientras crecíamos– cuando yo era una adolescente. Asistí a un seminario, y en ese punto en mi vida necesitaba oír esto: que no soy responsable por las acciones de los demás. Soy responsable solo por mis propias reacciones y mis respuestas a los demás.
Ahora, la implicación es que nadie me puede hacer pecar. Sentimos como que «reaccioné de esa manera, perdí los estribos, mi espíritu se volvió áspero, me volví amarga, o lo que sea. Tuve esta reacción negativa porque mi madre me trató de esta manera, mi padre me trató de esta manera, mi compañero me trató de esta manera, mi hijo me hizo esto, esta situación ocurrió en nuestra casa, o esta circunstancia ocurrió en mi vida. Es por eso que reaccioné de esta manera».
Ahora, las circunstancias ciertamente tienen que ver con nuestras reacciones, pero el principio liberador para mí, uno en que mi padre puso mucho énfasis cuando entré en mis años de adolescencia fue, «nunca darás cuenta a Dios por lo que otra persona te hizo».
No eres responsable por lo que ellos hacen. Eres responsable por cómo reaccionas ante ellos. Quiero decirte, de una manera práctica sobre una situación en la que esto se convirtió en un principio importante para mí.
Durante mi adolescencia, te diré honestamente, mi mamá y yo chocabamos. Ahora que soy una mujer adulta y tengo muchas amigas que son madres y tienen hijos, veo las cosas de una forma muy diferente a cómo las veía entonces. Soy mucho más tolerante y tengo mucho más conocimiento de cómo eran las cosas para mi mamá, criando en ese momento a seis adolescentes, de los cuales yo era la mayor, veo las cosas de manera muy diferente ahora.
Pero en ese momento, había aspectos del estilo de crianza de mi madre a los que yo me resistía y resentía. A veces yo reaccionaba a cosas que ella hacía o decía, que yo sentía que no eran razonables, que no tenían sentido, o que simplemente yo no estaba de acuerdo.
Ahora, me habían criado en el temor del Señor lo suficiente como para saber que realmente no podía reclamar, ni responder. No podía revelarme por fuera, aunque en mi espíritu y algunas veces en mis palabras, dejé claro que no estaba de acuerdo con ella.
Mi papá fue tan sabio al llamar mi atención sobre dos puntos. Primero, debes honrar a tu madre y punto. No tienes opción. En esta casa, vas a honrar a tu madre. ¡Cuántas gracias le doy al Señor por eso! He llegado a honrar a mis padres mucho porque mi padre insistió en ello.
Pero su segunda enseñanza fue, no eres responsable por lo que ella hace. Ves, el problema aquí no era –en la mente de él, mientras estaba tratando conmigo– «¿Está ella en lo correcto o está equivocada?» Para sus fines de tratar conmigo, eso realmente no importaba. Ese no era el problema. El tema era: «Tú no eres responsable de lo que ella hace. Nunca tendrás que rendir cuentas a Dios por eso. Eres responsable por tu actitud y por cómo respondes a lo que ella hace».
Eso fue algo tan liberador para mí. Sólo deseo haber entendido esto más rápido y más temprano y más fácil, pero el Señor tiene una forma de ponernos en circunstancias en la vida que nos van a enseñar estas lecciones. He llegado a ver lo importante que es este principio porque puedes ir a través de toda tu vida y siempre habrá personas y circunstancias con las que no estamos de acuerdo.
Quiero ser clara en lo que acabo de decir. No le estoy echando la culpa a mi mamá por la forma en que ella me estaba criando. Me estoy echando la culpa a mí misma. Estoy diciendo que estaba reaccionando de forma pecaminosa y equivocada hacia mi mamá, y Dios tuvo que tratar conmigo con eso.
Dios iba a tratar con ella, con mi papá, y con toda persona en tu vida acerca de sus problemas, pero ellos no son mi responsabilidad. Mi responsabilidad es responder bajo el control del Espíritu Santo. De eso es que daré cuentas a Dios.
Así que he aprendido que soy responsable por mi propio comportamiento. No puedo culpar a otros y no puedo justificarme. Para muchas personas hoy en día, su forma de pensar es, «soy como soy porque alguien me hizo esto, alguien me trató de esta forma».
Amigas, necesitamos crecer y aprender que no tenemos que vivir siendo esclavas de cómo otras personas nos han tratado. Algunas de ustedes han tenido padres terribles, padres impíos que no conocen al Señor, algunas padres crueles, padres ausentes. No estoy diciendo que esto no te ha afectado, pero estoy diciendo, como una mujer hoy, puedes tomar decisiones para superar eso.
No tienes que estar paralizada de por vida debido a la vida que Dios te dió. No tuviste elección sobre tus padres, o tal vez la forma en que tu pareja te ha tratado, o tal vez las cosas que tus hijos han hecho.
La elección que sí puedes hacer es cómo respondes a esas circunstancias. Tú eres responsable ante Dios. Yo soy responsable ante Dios por cómo respondo y reacciono ante esas circunstancias.
Ahora permíteme traer aquí otro principio, y es la importancia de escuchar consejos piadosos. Mi papá solía desafiarnos no solo a escuchar consejo o instrucción, sino también a pedirlo, a solicitarlo.
Una y otra vez, Proverbios dice, «El sabio presta atención a consejos. El sabio escucha consejos. El sabio escucha la instrucción.» Así que el reto aquí es siempre estar dispuestas a aprender. Tener un espíritu enseñable. Estar dispuestas a escuchar, a ser humildes cuando escuchamos.
Escucha algunos de los versículos de los Proverbios: «Pero el que me escucha vivirá seguro, y descansará, sin temor al mal» (Prov.1:33).
Proverbios 7: «Ahora pues, hijos míos, escuchadme, y prestad atención a las palabras de mi boca» (v.24).
Proverbios 8: «Ahora pues, hijos, escuchadme, porque bienaventurados son los que guardan mis caminos… Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas día a día» (vv.32-34).
Proverbios 13:1: «El hijo sabio acepta la disciplina de su padre, pero el escarnecedor no escucha la reprensión».
Proverbio 19: «Escucha el consejo y acepta la corrección,
para que seas sabio el resto de tus días» (v. 20).
Y para que las jóvenes no piensen que las estoy sermoneando, solo estoy siguiendo el libro del libro de Proverbios. Te estoy diciendo a ti jóven, «escucha el consejo, y si lo haces, serás bendecida el resto de tus días».
Proverbios 23: «Escucha a tu padre, que te engendró,
y no desprecies a tu madre cuando envejezca» (v.22). Ten un corazón receptivo, un corazón enseñable, y un espíritu humilde. Está siempre dispuesta a aprender.
Escucha a tus padres. Puede que tus padres ni siquiera conozcan al Señor, pero Dios les ha dado la capacidad de darte un sabio consejo. Escucha su consejo. Pídeselo. Solicítalo.
Pide consejo a tus padres, tus maestros, pastores, consejeros piadosos, a personas sabias. Busca personas sabias. Pídeles que te enseñen. Estoy tan agradecida por las personas que Dios ha traído a mi vida, en cada estación de mi vida, para ayudarme a ser más sabia, más eficaz en lo que hago.
A veces ha sido difícil recibir el consejo. A veces ha sido difícil seguirlo, pero he dicho: «Señor, dame un corazón humilde, un espíritu enseñable. Hazme enseñable, ayúdame a escuchar. Ayúdame a escuchar la reprensión, a escuchar la corrección».
Hacer esto salvará tu vida, y oyes esto en Proverbios una y otra vez: «Por senda de vida va el que guarda la instrucción, mas el que abandona la reprensión se extravía» (10:17).
Proverbios 13: «Pobreza y vergüenza vendrán al que menosprecia la instrucción, mas el que acepta la reprensión será honrado» (v. 18).
Proverbios 15: «El necio rechaza la disciplina de su padre, mas el que acepta la reprensión es prudente» (v. 5). Una y otra vez los Proverbios nos dicen que debemos tener oídos que escuchan, corazones sabios, y que debemos recibir la instrucción y la corrección.
Déjame animarte a escuchar la instrucción y la corrección de tus críticos. Algunos de tus críticos serán constructivos y realmente quieren ayudarte. Sé que otros críticos no tienen una buena motivación en absoluto. Ellos solo quieren derribarte. Pero si tienes un espíritu enseñable y un corazón deseoso de aprender, un espíritu humilde, puedes aprender mucho de tus críticos. Di: «Señor, ¿cuál es la semilla de verdad en esto que quieres que reciba?»
Ten un corazón humilde. No importa la edad que tengas, no importa lo joven que seas, y sobre todo si eres joven, escucha los consejos. Escucha la instrucción. Escucha la crítica. No la rechaces. La persona sabia escucha.
Pide consejo a través de toda tu vida. Les diré honestamente, amigas, yo casi nunca tomo una decisión en mi vida, sobre cosas grandes o pequeñas, sin antes consultar con alguien. Puede ser un compañero, alguien a quien puedo rendir cuentas, o un pastor, o una amiga cristiana madura, «¿Podría pedirte un consejo sobre esto? ¿Qué piensas?»
Ahora, eso no es porque soy tonta o indecisa para tomar decisiones. Solo sé que una persona sabia busca y escucha consejos. ¿Quieres ser sabia? Camina con personas sabias, pídeles consejo e información, y Dios te bendecirá, no solo ahora, sino también más adelante en tu camino.
Hemos estado hablando acerca de las enseñanzas específicas de mi padre que se han vuelto fundamentales para mi vida. Otra que fue también integrada a través de nuestra crianza, la puedo decir en tres palabras: Guarda tu corazón.
Proverbios 4, versículo 23: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida» (NVI). Otra traducción cita este versículo de esta manera: «Con toda diligencia guarda tu corazón», tienes que trabajar en eso; tienes que ser intencional en esto «porque de él», es decir, de tu corazón, «brotan los manantiales de la vida» (LBLA).
Todo lo demás de tu vida fluye de lo que hay en tu corazón: lo que dices, lo que haces, cómo piensas, cómo reaccionas, tus emociones, tus decisiones. Toda tu vida brota de lo que hay en tu corazón.
Pecamos, no por causa de nuestro medio ambiente, no por nuestra crianza, sino debido a lo que está en nuestro corazón. Por eso es que Jesús dijo: «Si quieres cambiar tu comportamiento, tienes que tener un corazón nuevo». Tienes que tratar con tu corazón. Incluso cuando te conviertes en una hija de Dios, tienes que trabajar constantemente, conscientemente, y concienzudamente en la protección de tu corazón.
Nuestro corazón es el primero en ser afectado. Por eso nuestros corazones pueden volverse duros y fríos cuando una vez fueron tiernos y cálidos, y sensibles a Dios, porque no guardamos nuestros corazones.
En Lucas capítulo 8 tenemos la parábola del sembrador. La parábola que Jesús dijo sobre este sembrador que salió a sembrar su semilla. Hay cuatro tipos diferentes de suelo, y cada tipo diferente de suelo, representa cuatro condiciones diferentes de nuestro corazón, cada uno tuvo un resultado diferente.
Una semilla cayó en medio de los espinos y estos la ahogaron, por lo que nunca pudo producir frutos. Y cuando Jesús explicó en Lucas 8, versículo 14, lo que Él estaba hablando, lo que ese suelo espinoso significaba, esto fue lo que dijo: «Y la semilla que cayó entre los espinos, éstos son lo que oyen», oyen la Palabra de Dios, «y al continuar su camino», ellos van por el curso de la vida ordinaria de todos los días, «son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura».
Sus raíces nunca van a lo profundo, por lo que nunca producen una cosecha. ¿Cuáles son las cosas que ahogan la Palabra de Dios, que mantienen mi corazón oprimido? Las cosas de las que necesito proteger mi corazón, son las preocupaciones, y las riquezas y los placeres de la vida.
Ahora, no hay nada inherentemente malo con ninguna de esas tres cosas, pero todas pueden ser peligrosas para tu corazón. Estoy muy agradecida de que mientras crecíamos, mi papá constantemente nos advertía, nos animaba tomar precaución, sobre cómo las preocupaciones de este mundo –las cosas, las distracciones, las riquezas, la prosperidad, y el placer– cómo esas cosas no son normalmente amigas de la gracia en nuestras vidas, cómo pueden robar nuestro afecto por el Señor.
Esas cosas pueden hacer que nuestro corazón se vuelva frío y duro, y es por eso que él nos recordaba constantemente que tuviéramos cuidado con la información que dejábamos entrar en nuestros corazones, con los libros que leíamos, con nuestras elecciones de entretenimiento.
Él nos animó a evitar información e influencias negativas que podrían robar nuestros corazones. Protege tu corazón. Sé intencional con las cosas que alimentan tu mente, que cumplan con los requisitos de Filipenses capítulo 4, versículo 8. ¿Recuerdas este versículo? «Todo lo puro y bueno y verdadero, si hay alguna virtud, piensa en esas cosas» (parafraseado).
La Palabra de Dios dice, y puedo oír a mi papá leyendo este pasaje en Deuteronomio 8, «Si no proteges tu corazón, entonces cuando te vuelvas próspero, exitoso, olvidarás a Dios» (vv. 11-14, parafraseado). Tu corazón se enorgullecerá; te alejarás de Él, así que guarda tu corazón.
Ahora, en lo que respecta a guardar el corazón, déjame traer aquí otro principio en el cual mi papá hizo mucho hincapié, y es que el matrimonio es para siempre, no te conformes con menos que lo mejor de Dios.
Él nos retó a guardar nuestros corazones cuando se trataba de salir con chicos, de relaciones, cortejo, y matrimonio. Él creía muy fuertemente, como lo hace la Escritura, e hizo hincapié en la permanencia del matrimonio.
El matrimonio es para siempre, así que ten cuidado con quién te casas. Su forma de advertirnos sobre eso era decir: «Si quieres tener cuidado con quién te casas, ten cuidado con quién sales en citas».
Ahora, al parecer eso no es verdad en muchas familias cristianas en la actualidad. Solo te voy a decir que, si estás en un periodo prematrimonial, soltera, o considerando si te casas o no, o si eres una madre criando hijas e hijos, ¡nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca salgas en citas o te cases con alguien que no comparta tu fe en Jesucristo!
Y te puedo decir, como mujer soltera que fui durante muchos años, que no solo es importante que todo aquel con quien salgas o te cases sea un creyente, sino también es importante que ellos tengan un corazón fuerte y ferviente para Dios; que tengan un carácter piadoso y convicciones bíblicas, y que tú tengas asesoría y consejo.
Aquí es donde volvemos a lo de escuchar el consejo de aquellos que te conocen mejor. Como mi papá nos recordaba, una vez te enamoras, pierdes la cabeza. No piensas bien, y no importa lo espiritual que seas, no importa lo bien intencionada que seas, no estás pensando con claridad cuando tus emociones están involucradas.
Por eso es tan importante desarrollar el hábito de escuchar consejo piadoso. Puedes conseguir lo que quieras. Puedes conseguir un compañero, pero si no esperas por la elección de Dios y por una elección que los que están en el cuerpo de Cristo confirman ser la elección de Dios para tu vida, estás cometiendo un grave error.
El matrimonio es para siempre, así que no te conformes con menos que lo mejor de Dios. Tengo que leerte un correo electrónico que recibí de una joven profesional que estaba hablando conmigo sobre el hecho de que ella había estado saliendo con un joven que sus padres no aprobaban.
Él era creyente, y ella sintió que en este caso sus padres realmente no sabían, no entendían. Así que ella continuó y salió en citas con él. Con el tiempo, llegó a ver con claridad y entendió que este realmente no era el hombre adecuado para ella. Así que ella rompió la relación, y ahora ella escribía para contarme sobre el dolor que esta relación estaba causando porque ella había tomado la decisión tonta de estar saliendo con alguien que no era el correcto para ella. Ella escribió,
A pesar de no tener el apoyo de mis padres, o el de mis amigas, continué saliendo con ______, (y lo nombra). Ahora, después de romper la relación, he visto las cosas que la gente trató de decirme y que yo no sabía que existían, aunque otros sí sabían, como mi familia y mis amigas.
Ahora veo cómo verdaderamente él es, y estoy feliz de estar fuera de la relación, pero todavía me duele. Y dice: Veo que he traído mucha miseria y tristeza sobre mí misma al desobedecer a mis padres.
Ahora, esta es una mujer adulta, y ella pudo haber sacado el argumento de, «No estoy bajo la autoridad de mis padres». Pero es tonto salirse de estar bajo el consejo de los padres, especialmente en algo tan importante como con quién te vas a casar.
Ella dijo,
Yo hice eso. Rechacé voluntariamente el consejo de mis padres. Yo sabía que Dios quería que yo honrara a mis padres y que no me citara con este joven, y por eso siento que solo yo soy culpable por gran parte de esto. Estas son las consecuencias.
Ahora, lo único bueno de todo esto es que ella no se casó con este hombre que sus padres realmente no creían que era adecuado para ella, y que ahora ella está de acuerdo y ahora ella ha llegado a creer que no era el adecuado para ella.
Quiero decirles a ustedes jóvenes, guarden sus corazones. Cuiden sus emociones. No le den sus afectos prematuramente a cualquier hombre hasta que sepan—y los que les rodean hayan confirmado—que esta es la elección de Dios para una pareja permanente de por vida.
Y luego, asegúrate de que no has ignorado precauciones obvias. Si él no tiene un carácter piadoso y bíblico cuando están saliendo, es probable que no lo tenga más tarde.
Ahora, eso no significa que él tenga que estar listo y glorificado y perfectamente santificado. Él no lo está, y tú tampoco. Dios los va a ir desarrollando y les va a ir dando forma a medida que avanza su vida de casados, pero no ignores las señales de precaución, luces amarillas, y mucho menos las luces rojas.
Si ignoras la luz roja, ignoras la luz de precaución, bien puedes terminar en una colisión frontal, algo por lo que pagarás un alto precio el resto de tu vida, y simplemente no vale la pena.
Ese es un consejo piadoso. Vino de mi padre. Vino de la Palabra de Dios, y hoy lo estoy compartiendo con ustedes con la esperanza y la oración de que van a prestarle atención.
Carmen: Este mensaje de Nancy DeMoss de Wolgemuth es parte de la serie, «La instrucción de un padre». En los dos programas anteriores ella nos compartió cuatro principios, y hoy continuó con los siguientes:
- Eres responsable de tu propio comportamiento
- Escucha el consejo piadoso.
- Guarda tu corazón.
- El matrimonio es para siempre
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Y hablando de compartir escucha de una madre a quien su hija le compartió los programas...
Aidé: Yo soy Aidé Almazán Vivas, el trabajo de estas grandes hermanas, todo un equipo de colaboración, todo un emprendimiento para rescatar los corazones de nosotras las mujeres y sanarlos, ha sido maravilloso. Cómo trabaja el bendito Espíritu Santo a través de ellas. Este ministerio mi hija me lo compartió. Ella es esposa de pastor y de gran bendición que ha sido para mí. Yo pasé por un divorcio, pero el ver tantas almas, tantas mujeres rescatadas, es tocar un pedacito de cielo. Gracias a Dios por este ministerio y las invito a que con lo que el Señor haya bendecido su trabajo, puedan aportar porque esto sale muy caro, excesivamente caro. Pero nuestro Dios es el dueño de todo el oro y la plata, Él lo va a suplir en primera y en segunda a recompensar el esfuerzo de estos hermanos. Las invito hermanas, nunca es poco lo que podamos dar y aportar para este ministerio. Es un gozo estar dentro del cuerpo del Señor Jesucristo. Un saludo hermanas, desde Querétaro.
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Bien, aquí está Nancy de regreso para cerrar nuestro tiempo juntas en oración.
Nancy: Oh Padre, pienso en tantas oyentes solteras que nos escuchan, cuántas escriben y dicen que quieren estar casadas, o algunas que han estado casadas anteriormente y quieren casarse de nuevo. Pienso en cuántas han escrito para decir que han pasado por dos o tres o cuatro matrimonios y están ahora buscando otro que será el adecuado.
Oh Señor, escucho la angustia, las lágrimas, y la frustración de mujeres que han tomado decisiones imprudentes. Ellas no han guardado sus corazones. Han regalado sus afectos, y ahora están viviendo circunstancias y consecuencias dolorosas para toda la vida.
Así que, Señor, quiero pedirte que incluso a través de estas palabras que he compartido, que Tú libres algunas jóvenes que todavía están en el comienzo de esas decisiones, para que guarden sus corazones, y que escuchen consejo. Te pido que las bendigas con matrimonios piadosos, sanos, y saludables, que reflejarán Tu gloria y les traerán gran gozo y satisfacción, y te traerán a Tí satisfacción por toda la eternidad. Lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Carmen: El papá de Nancy compartió con ella algunos conceptos importantes acerca de invertir el tiempo con sabiduría. Ella compartirá esa sabiduría contigo, mañana. Por favor regresa a Aviva Nuestros Corazones.
Agradecidas a Dios por un año más, juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
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