Gratitud y paz
Annamarie Sauter: ¿Alguna vez has pensado que puedes tener paz como fruto de la gratitud?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Y mientras das gracias, Él promete que Su paz que es sobrenatural, paz inexplicable, será como una barandilla, una fortaleza, un guardaespaldas alrededor de tu mente y de tu corazón. Las circunstancias pueden no cambiar pero tendrás la paz de Dios.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos en la serie titulada, Una actitud de gratitud. Ya vimos que la gratitud es nuestra respuesta a la abundante gracia con la que Dios ha cubierto nuestro abundante pecado. Y sabes, parte de ese pecado es nuestra ingratitud. ¿Has pensado que esta puede ser el primer paso hacia una serie de pecados? Hoy Nancy nos hablará más acerca de esto.
Nancy: Estuve leyendo un artículo recientemente con relación a las quejas. El …
Annamarie Sauter: ¿Alguna vez has pensado que puedes tener paz como fruto de la gratitud?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Y mientras das gracias, Él promete que Su paz que es sobrenatural, paz inexplicable, será como una barandilla, una fortaleza, un guardaespaldas alrededor de tu mente y de tu corazón. Las circunstancias pueden no cambiar pero tendrás la paz de Dios.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos en la serie titulada, Una actitud de gratitud. Ya vimos que la gratitud es nuestra respuesta a la abundante gracia con la que Dios ha cubierto nuestro abundante pecado. Y sabes, parte de ese pecado es nuestra ingratitud. ¿Has pensado que esta puede ser el primer paso hacia una serie de pecados? Hoy Nancy nos hablará más acerca de esto.
Nancy: Estuve leyendo un artículo recientemente con relación a las quejas. El artículo fue escrito por Paul Tripp, quien nos cuenta acerca de una conversación que sostuvo con un líder de una iglesia en la India, quien había venido a los Estados Unidos a estudiar.
Paul Tripp le preguntó a este líder eclesiástico, «John, yo quiero preguntarte, ¿qué piensas tú acerca de los americanos? Tú has estado aquí ya por un tiempo y los hindúes son personas muy educadas».
John me dijo, «¿quieres que sea honesto?»
Y Paul Tripp le contestó, «claro que sí».
Y luego este hombre le respondió, «ustedes los americanos no tienen idea de cuánto tienen y aun así siempre están quejándose».
Nosotros tenemos tanto y aun así nos quejamos. Palabras poderosas.
Hemos estado hablando del asunto de la gratitud, la actitud de gratitud, y cómo nuestra gratitud debe rebosar en la medida en que recibimos abundante gracia de Dios como respuesta a nuestra abundante culpa. Ese es el evangelio: culpa, gracia y gratitud.
Ahora me gustaría enfocarme en lo opuesto a la gratitud, la ingratitud o la falta de gratitud, en todo este asunto de la falta de agradecimiento. Quiero que veamos que un corazón ingrato, no agradecido, no es poca cosa, esa ingratitud no es un pecado pequeño.
En 2 de Timoteo en el capítulo 3, el apóstol Pablo habla acerca de los últimos días. Yo creo que nosotras estamos viviendo esos días, Pablo creía que él estaba viviendo esos últimos días. Él dice:
«Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios; teniendo apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder; a los tales evita» (2 Timoteo 3:1-5).
Ahora, leí la lista completa de lo que parece un listado de pecados horribles pero pasé por encima «uno» de la lista. Mientras Pablo describe las características de las personas en esos últimos días, hay otra característica que él les da. Él dice que las personas serán ingratas. ¿Puedes creer que en esta lista de pecados que acabamos de leer encuentres la falta de gratitud? Y Pablo dice que de los tales te alejes. Que no tengas nada que ver con personas como esas. No dejes que ellos te influencien. Ciertamente no te hagas como ellos.
Ahora, tendemos a comparar los pecados y a pesarlos de diferentes maneras. Tendemos a pensar que la falta de gratitud no es tan mala comparada con cosas como ser calumniadora, cruel, traidora, cabeza dura, altiva, amante de mí misma o blasfema, y aun así, Dios pone todos estos pecados en la misma lista. Él ve la ingratitud, de la misma manera que ve todos estos otros pecados. En la misma categoría.
En la medida en que leemos en Romanos capítulo 1, el apóstol Pablo habla otra vez acerca de este asunto de la ingratitud, fallar en ser agradecidas. Él nos muestra que un corazón ingrato es el terreno en el cual muchos otros tipos de pecados crecen. Pablo dice en Romanos capítulo 1 versículo 21: «Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido».
Ahora, este es el versículo 21 del capítulo 1, tú podrías leer a través de todo este capítulo y vas a encontrar una progresión. Una progresión que te lleva a las más inimaginables clases de pecados morales. Pablo habla acerca de una degradación malvada y rampante y una corrupción del hombre en asuntos morales, tales como que: ellos tienen deseos hacia aquellos de su mismo sexo y cosas que son pecados indecibles.
Pero, ¿dónde comienza esta progresión? Comienza en este versículo que acabamos de leer en Romanos capítulo 1 versículo 21: «Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias». ¿Ves? La ingratitud es el pecado que es el primer peldaño en una progresión de declive moral. Un espíritu ingrato nos guía a todo tipo de pecados.
Ahora, ¿cómo nos convertimos en personas ingratas? ¿Por qué algunas veces somos ingratas? Pienso que una de las razones es que tenemos expectativas. Nos comparamos con lo que otras personas tienen que nosotras pensamos que nos gustaría tener. Somos codiciosas.
Andrew Carnegie fue un multimillonario quien al morir dejó un millón de dólares a uno de sus parientes quien en respuesta se enojó y se amargó contra Andrew Carnegie porque el Sr. Carnegie le había dejado 365 millones a diversas obras de caridad. Así que este pobre pariente se enojó porque él solo recibió un millón de dólares. En vez de estar agradecido por lo que había recibido, él tenía expectativas de recibir más y fue ingrato.
Nosotras somos ingratas porque olvidamos que somos deudoras. Nosotras somos las que debemos. Pensamos que se nos debe algo, que merecemos tener más y se nos olvida que somos deudoras. Se nos olvida la bendición de Dios. Estamos tan acostumbradas a recibir tantas bendiciones de Dios que las damos por sentadas. Tendemos a enfocarnos más en lo que queremos, que en lo que tenemos. Y nos enfocamos en lo que no tenemos más que en lo que sí tenemos. Tendemos a definir los deseos como necesidades.
La Escritura nos dice que si tenemos sustento, abrigo y refugio, estamos cubiertas y debemos estar contentas. Debemos estar satisfechas. Pero creemos que necesitamos sustento y abrigo y una casa y un tipo de casa y un tipo de carro y un tipo de vacaciones y un tipo de trabajo y un tipo de matrimonio y una clase de hijos y una clase de amigos y vivir en un tipo de vecindario. Pensamos que necesitamos tanto y comenzamos a definir estas cosas como necesidades.
La publicidad nos dirá que necesitamos estas cosas. Bueno, puede ser que sean deseos, pero no son necesidades. Cuando empezamos a definir deseos como necesidades, entonces nos volvemos ingratas. Nos volvemos ingratas cuando nos volvemos ciegas a la gracia de Dios alrededor de nosotras; cuando no tenemos ojos para ver cómo todo alrededor de nosotras es una expresión de la gracia de Dios.
Como vimos en Romanos capítulo 1, ese pecado de ingratitud nos guía a una espiral descendente que nos guía a toda clase de pecados. Los pecados de amargura, enojo, violencia, inmoralidad.
El Dr. James Kennedy en un mensaje sobre la gratitud dijo esto. Y cito:
«Una persona ingrata está a un paso de obtener sus necesidades de maneras ilegítimas. Nunca cometerías adulterio si estuvieras verdaderamente agradecida por tu esposo, no serías tentada a robar si estuvieras satisfecha con lo que posees. No envidiarías los talentos y las habilidades de otros si estuvieras agradecida por los que Dios te ha dado a ti. No serías orgullosa si estuvieras agradecida». ¿Ves? El orgullo hace cortocircuito a la gratitud. La ingratitud nos lleva a tantos otros pecados.
En 1863, el presidente Abraham Lincoln hizo la proclamación del Día de Acción de Gracias. Él hizo un llamado a las personas de los Estados Unidos (al pueblo estadounidense) «a observar el último jueves de noviembre como el día de acción de gracias y alabanza a nuestro buen Padre quien mora en los cielos». Y escucha lo que él dijo en esa proclamación de Acción de Gracias de 1863. Habló a las personas de los Estados Unidos y creo que esas palabras son tan apropiadas y pertinentes para el día de hoy.
«Nosotros hemos sido los recipientes de abundantes riquezas del cielo. Hemos sido preservados todos estos años en paz y prosperidad; hemos crecido en número, riquezas y poder como ninguna nación haya crecido. Pero nos hemos olvidado de Dios. Hemos olvidado la bondadosa mano que nos ha preservado en paz y nos ha multiplicado, enriquecido y fortalecido, y hemos imaginado en nuestra vanidad y en el engaño de nuestros corazones, que todas estas bendiciones han sido producidas por alguna sabiduría superior y nuestra propia virtud. Intoxicados con un éxito inquebrantable nos hemos convertido en demasiado autosuficientes para poder sentir la necesidad de la gracia que nos redime y nos preserva, demasiado orgullosos para orar al Dios que nos creó».
Ahora, el presidente Lincoln estaba hablándole a la nación. Pero yo me pregunto si estas palabras no nos hablan a nosotras de manera individual. Nosotras éramos culpables, culpables sin esperanza, alejadas de Dios. Y aun así Él vino a nosotras en nuestra culpa y nos dijo, «yo derramaré mi gracia sobre ti». Donde nuestros pecados abundaron la gracia de Dios sobreabundó.
Las Escrituras nos dicen que cada día Él derrama beneficios sobre nosotras, y aún así estamos ciegas a la gracia de Dios, a la bondad de Dios.
Lloriqueamos.
Murmuramos.
Nos quejamos
Nos molestamos por las cosas que no tenemos.
Nos preocupamos acerca de lo que no tenemos.
Nos quejamos acerca de las cosas que desearíamos haber tenido.
Somos ingratas.
La Escritura dice que la ingratitud no es un pecado pequeño. Cuando cedo ante este pecado de la ingratitud, me pongo en el camino que me guiará invariablemente a otros pecados. La persona agradecida glorifica a Dios. La persona que rehúsa glorificar a Dios por Su bondad y Su gracia, que no es agradecida, terminará abrumada con más culpa.
Así que me pregunto mientras pensamos acerca del pecado de la ingratitud en el día de hoy, ¿es este un pecado que necesitas confesar? Necesitas decir: «Señor, he fallado en darte gracias. Soy una de esas personas ingratas que está en la lista del capítulo 3 de 2 Timoteo. Soy una de esas personas de Romanos capítulo 1, que ha olvidado ser agradecida». ¿Necesitas confesar a Dios el pecado de la ingratitud?
Matthew Henry fue un comentarista bíblico muy reconocido en el siglo XIX. En una ocasión fue atracado por unos ladrones, y esto fue lo que escribió en su diario con respecto a esa experiencia.
«Déjenme primero ser agradecido porque nunca antes había sido robado; segundo aunque me robaron la cartera, no me quitaron la vida; tercero aunque ellos lo tomaron todo, no era mucho; y cuarto porque fue a mí que me robaron y no fui yo quien robé».
Y ahí puedes ver allí el corazón de una persona agradecida. Hemos estado hablando acerca de la actitud de gratitud y hemos visto que aunque tenemos abundante culpa, Dios ha derramado abundante gracia. Él nos llama a responderle en gratitud que sobreabunde hasta derramarse.
El versículo 7 de Colosenses, en el capítulo 2, dice, «siempre abundando, rebosando de gratitud». El Salmo 92 el versículo 1, nos dice: «Bueno es dar gracias al Señor, y cantar alabanzas a tu nombre, oh Altísimo». Las Escrituras dicen que dar gracias es algo bueno.
En esta parte del programa quiero que veamos por qué es bueno dar gracias. ¿Por qué debemos darle gracias al Señor?
Número uno. Dios nos manda a ser agradecidas, y Él es Dios. Si Él ordena, nosotras debemos obedecer. Dios nos ordena ser agradecidas. El Salmo 50 en el versículo 14 dice: «Ofrece a Dios sacrificio de acción de gracias, y cumple tus votos al Altísimo». El Salmo 105 el versículo 1: «Dad gracias al Señor, invocad su nombre; dad a conocer sus obras entre los pueblos».
Colosenses capítulo 3, y por cierto, todo el libro de Colosenses es un libro de gratitud. Si quieres hacer un buen estudio sobre la gratitud, encuentra las palabras gratitud y agradecimiento en el libro de Colosenses. Siete veces en cuatro capítulos vas a encontrar un llamado a ser agradecida. En Colosenses capítulo 3 versículo 15, Pablo dice: «Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos». Sé agradecida.
Él continúa en el versículo 17, y dice: «Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre». Dando gracias en lo que sea que hagas. Si estás comiendo, si estás bebiendo, si vas al trabajo, si vas a la escuela, si estás sentada en la iglesia, si estás cuidando a tus hijos, si estás limpiando tu casa.
Lo que sea que hagas, hazlo en el nombre de Jesús y hazlo de manera que des gracias a Dios el Padre a través de Cristo. Sé agradecida, es un mandato. Y como hijas de Dios que queremos ser obedientes, necesitamos ser agradecidas porque Dios lo ha dicho, sé agradecida.
Número dos,la gratitud es lo que nos da entrada a la presencia de Dios. El Salmo 95 versículo 2, dice: «Vengamos ante su presencia con acción de gracias». Es en la alabanza es donde Dios mora. Las Escrituras dicen que Dios habita en la alabanza de Su Pueblo. Si tú quieres llegar a donde Dios vive, si quieres entrar a Su presencia, tienes que ir a Su dirección, donde Él vive.
Y la dirección de Dios es la alabanza. Dios vive en el lugar de la alabanza. Así que Él dice: «Ven a Su presencia con acción de gracias», trae tu acción de gracias cuando vengas a Su presencia porque Él vive en el lugar de la alabanza.
El Salmo 100 versículo 4 nos dice: «Entrad por sus puertas con acción de gracias, y a sus atrios con alabanza. Dadle gracias, bendecid su nombre». ¿Ves? Cuando nosotras venimos a la presencia de Dios, necesitamos traer nuestra gratitud con nosotras. El sacrificio, el don, la ofrenda de acción de gracias.
Recuerdas el tabernáculo en el Antiguo Testamento y cómo la presencia de Dios habitaba en el lugar santísimo. Pero, ¿qué había justo antes de entrar al lugar santísimo? Había un altar de incienso, un lugar donde en la mañana y en la noche el sacerdote ofrecía incienso que simbolizaba las oraciones y las acciones de gracias del pueblo de Dios.
Así que parte de las responsabilidades diarias de los sacerdotes al ayudar a las personas a entrar a la presencia de Dios, era que ellos debían encender el incienso en el altar ofreciendo acción de gracias a Dios. El versículo 4 del Salmo 100 dice: «Entrad por sus puertas con acción de gracias, y a sus atrios con alabanza. Dadle gracias, bendecid su nombre». ¿Quieres acercarte a Dios? Necesitas vivir en el lugar de la alabanza.
Número tres, es bueno dar gracias a Dios porque la gratitud honra y magnífica a Dios. El Salmo 69 el versículo 30 dice: «Con cántico alabaré el nombre de Dios, y con acción de gracias le exaltaré». Ahora, nosotras no magnificamos a Dios en el sentido de hacerlo más grande de lo que Él es. Él es infinitamente grande. Nosotras no podemos hacerlo más grande de lo que Él es.
Pero cuando ofrecemos acción de gracias a Dios, lo contemplamos en una mayor luz nosotras mismas, y le mostramos a otros cuán grande es Él. Nosotras le magnificamos, le damos honor cuando le damos gracias a Él.
Entonces la número cuatro, es bueno darle gracias al Señor porque la gratitud produce la paz de Dios en nuestros corazones. Si quieres tener la paz de Dios gobernando y reinando en tu corazón necesitas cultivar la actitud de gratitud. La actitud de gratitud es lo que produce la paz de Dios.
Nosotras estamos muy familiarizadas con el pasaje de Filipenses capítulo 4 versículo 6 donde el apóstol Pablo dice: «Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios».
No estés afanosa, no te preocupes por nada, en vez de eso, dile a Dios tus necesidades. Entrégale a Él tus peticiones. Levanta tus súplicas a Él, pero asegúrate que mientras lo haces, lo haces con acción de gracias. Acción de gracias antes de siquiera obtener respuestas. Acción de gracias porque Él es grande y bueno, aunque Él no haga lo que tú le estás pidiendo que haga.
Filipenses capítulo 4 versículos 6-7:
«Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios (y aquí está lo que sucede). Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento (sobrepasa el entendimiento humano), guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús».
La paz de Dios, Pablo está diciendo, va a ser como una fortaleza alrededor de tu corazón, como una guarnición, un baluarte alrededor de tu mente. Protegerá tu mente de la duda, del miedo, de la ansiedad, de que las circunstancias te abrumen. En vez de esto tendrás paz, vas a poder dormir bien en las noches.
Vas a poder descansar en tu corazón aún cuando la batalla arrecie alrededor de ti. Tendrás paz, la paz de Dios. No porque tus circunstancias hayan terminado de la manera que te agrada. No porque Dios te ha concedido todo lo que le has pedido, sino porque la presencia de Dios vendrá en respuesta a tu gratitud.
Cuando agradecemos a Dios sin importar las circunstancias, ese espíritu agradecido, la actitud de gratitud produce la paz de Dios en nuestros corazones.
Piensa ahora en algunas de las circunstancias que estás enfrentando en tu mundo en este tiempo de tu vida. Pienso en nuestra audiencia y sé que quizás hay alguien que ha enviudado recientemente. Sé que hay otras quienes han experimentado dolores de cabeza en estos días. Algunas están luchando con matrimonios difíciles. Sé que hay algunas mujeres cuidando de sus esposos que sufren de Alzheimer y otras cosas más. Todas ellas necesitan la paz de Dios.
Pienso en las mujeres que están luchando con situaciones con sus hijos. Puede ser que tengas un hijo o una hija o un nieto que no está caminando con Dios y tu corazón se está rompiendo en pedazos. Sé que hay mujeres que tienen hijos…quienes realmente pudieran perder su paz en esa situación. Hay cargas pesadas que llevan las personas.
Puede ser en relación con tu trabajo. Un asunto en tu trabajo que no puedes resolver. Tú tiendes a estar ansiosa con relación a esto, llegas a casa y estás inquieta con esto, te mantienes despierta pensando en esto. Puede ser un asunto financiero. Llegas a fin de mes y te das cuenta de que no hay suficiente dinero para cubrir todos tus compromisos. Es una carga con la que debes lidiar mes tras mes.
Puede ser un asunto con relación a tu salud. Un reporte que has recibido del doctor y tienes miedo. No sabes cómo resultará. Estás orando pero sigues temerosa. Puede ser un asunto que estés enfrentando en tu iglesia. Quizás tu iglesia está atravesando algo parecido a lo que yo escuché sobre una iglesia en esta comunidad recientemente que está atravesando situaciones difíciles. Asuntos de la iglesia, de disciplina, asuntos de diferencias de opiniones y algunas divisiones en una iglesia local. Quizás tú estés en el medio de todo esto y no estás segura de cómo debes responder.
Estas son cosas que pueden turbar nuestros corazones. Las Escrituras dicen que no te preocupes, que en vez de eso, le digas a Dios tus necesidades. Entrégale a Él tus peticiones. En todo, con oración y ruego con acción de gracias, deja que tus peticiones sean conocidas por Dios. Dile a Él lo que está en tu corazón y mientras lo haces, dale gracias a Él.
Y mientras das gracias, Él promete que Su paz, que es sobrenatural, paz inexplicable, será como una barandilla, una fortaleza, un guardaespaldas alrededor de tu mente y de tu corazón. Las circunstancias pueden no cambiar pero tendrás la paz de Dios.
Annamarie: Y tú, ¿has estado viviendo en gratitud y paz, o has comenzado una espiral descendente por la ingratitud en tu corazón? Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado animando a tomar el camino de la gratitud en respuesta a la gracia de Dios derramada en nuestros corazones.
Mañana ella nos mostrará cómo la actitud de gratitud –o la falta de ella– pone en evidencia nuestros corazones. Acompáñanos para ese próximo episodio. Ahora cerremos este tiempo en oración.
Nancy: Señor, son tantas las razones por las cuales nosotras podemos estar agradecidas. Oro que Tú nos ayudes a guardar esto en nuestros corazones, estar agradecidas porque Tú nos mandas a darte gracias, a estar agradecidas porque esta es la manera que podemos entrar en Tu presencia y queremos estar cerca de Ti. Estar agradecidas porque cuando damos gracias, te honramos y te magnificamos y Tú eres digno de ser honrado y magnificado. Y darte gracias porque cuando lo hacemos, eso produce la paz de Dios en nuestros corazones.
Señor vivimos en un mundo agitado que necesita paz. Así que ayúdanos en nuestros momentos de turbación a ser mujeres agradecidas y gracias por Tu promesa de que Tu paz guardará nuestros corazones y nuestras mentes en Cristo Jesús. En Tu nombre oramos con acción de gracias. Amén.
Annamarie: Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
La lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es el libro de los Hechos capítulos 14 y 15.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1 D.James Kennedy. The Christian's Magic Wand, p. 7.
2 Abraham Lincoln. Thanksgiving Proclamation of October 3, 1863.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación