Gratitud y gracia
Sarah: La gratitud está conectada a la gracia. Nancy DeMoss Wolgemuth tiene una pregunta importante para ti y para mí.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Es la gratitud que fluye de nuestras vidas tan abundante y sobreabundante como la gracia que ha fluido a nuestras vidas?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Sea agradecido, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 21 de marzo de 2024.
Sarah: Creo que todas nosotras podemos crecer en la gratitud. Esto es cierto sin importar si estás o no preparándote para recibir visitas o incluso cocinar. En cualquier momento del año, durante todo el año, los cristianos debemos ser los más agradecidos, los más llenos de gratitud.
Al final de este episodio, te diré cómo puedes obtener una copia del libro de Nancy titulado: Sea agradecido. Aquí está Nancy para ayudarnos a entender mejor de qué se …
Sarah: La gratitud está conectada a la gracia. Nancy DeMoss Wolgemuth tiene una pregunta importante para ti y para mí.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Es la gratitud que fluye de nuestras vidas tan abundante y sobreabundante como la gracia que ha fluido a nuestras vidas?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Sea agradecido, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 21 de marzo de 2024.
Sarah: Creo que todas nosotras podemos crecer en la gratitud. Esto es cierto sin importar si estás o no preparándote para recibir visitas o incluso cocinar. En cualquier momento del año, durante todo el año, los cristianos debemos ser los más agradecidos, los más llenos de gratitud.
Al final de este episodio, te diré cómo puedes obtener una copia del libro de Nancy titulado: Sea agradecido. Aquí está Nancy para ayudarnos a entender mejor de qué se trata la gratitud cristiana.
Nancy: Hace un tiempo me pidieron que hablara al personal de una empresa ubicada aquí en Michigan, sobre el tema de la gratitud. Y mientras me estaba preparando fue tan bueno para mí buscar un libro que escribí en el 2009, titulado Sea agradecido: Su camino al gozo.
Ha sido reeditado en años más recientes, pero al revisar el libro, cuando volví a leerlo, me sentí nuevamente retada por la importancia de tener un corazón agradecido. Y durante estos dos días quiero hablarte sobre lo que compartí con ese grupo hace un tiempo.
Cuando entré al sitio web de la empresa, miré sus valores fundamentales para hacerme una idea de quiénes son, en qué creen y en qué se enfocan. Sus valores fundamentales incluían cosas como: buena administración o mayordomía, fidelidad, relaciones, humildad, gozo y gratitud.
¡Eso me encantó! Esa empresa no es un ministerio cristiano. Es un negocio que fue fundado por creyentes, y ellos han incorporado al corazón de su empresa estas verdades fundamentales y hermosos valores que incluyen la humildad, el gozo y la gratitud.
Mientras observaba en qué consiste esta empresa, pensé en esos valores. Pensé: «Esa es una imagen de Jesús. Así es como Él es. Él es fiel, Él es un Salvador que crea relaciones: relaciones entre nosotros y Dios, y entre nosotros y los demás. Un Salvador que modeló la humildad, el gozo y la gratitud».
Estas cualidades, que esa empresa tiene como base de su identidad y propósito, son cualidades que no solo son ejemplificadas por Jesús, sino que también son cualidades que nuestro mundo necesita desesperadamente. En nuestro mundo escasean: la mayordomía, la fidelidad y las relaciones saludables y edificantes. Tristemente, la humildad, el gozo y la gratitud también son escasas en nuestro mundo.
Por eso nuestro mundo necesita ver a Jesús en nosotras, en aquellos que lo seguimos, que lo amamos y que le pertenecemos. Estas son cualidades que debemos mostrarle al mundo.
Ahora, la «gratitud» era el valor en el que esa empresa se estaba enfocando durante ese mes específico, y por eso me pidieron que hablara sobre esa cualidad. Y creo que nuestro mundo tiene cierto sentido de la virtud y el valor de la gratitud.
Cuando entras a una tienda de regalos es común ver una gran variedad de tarjetas de agradecimiento, notas de agradecimiento. Así que nuestro mundo está familiarizado con el concepto de la gratitud.
De hecho, recuerdo que hace años en una columna de Ann Landers (si tienes la edad suficiente para recordarla), uno de sus artículos incluía algo que un lector le había enviado. Era una lista de «cosas por las cuales hay que estar agradecido». Permíteme leerte algunas de las cosas que estaban en esa lista:
- Agradece por la ropa que te queda un poco ajustada, porque significa que tienes suficiente para comer.
- Agradece por el desorden que limpias después de una fiesta, porque significa que has estado rodeada de amigos.
- Agradece por los impuestos que pagas, porque significa que tienes un empleo.
- Agradece por la factura de calefacción, porque significa que no pasas frío.
- Agradece por la ropa sucia, porque significa que tienes ropa para ponerte.
- Agradece por el espacio que encuentras al final del estacionamiento, porque significa que puedes caminar.
- Agradece por la señora que canta desafinada detrás de ti en la iglesia, porque significa que puedes escuchar.
- Agradece cuando la gente se queja del gobierno, porque significa que tenemos libertad de expresión. (Y aquí está la última de esa lista):
- Agradece por la alarma que suena en las primeras horas de la mañana, porque significa que estás viva.
Esa lista es interesante y contiene mucha verdad sobre cosas buenas. Es un recordatorio de que, incluso en nuestro mundo, las personas que no conocen al Señor reconocen que la gratitud es algo bueno, algo necesario y una buena cualidad.
Pero la gratitud cristiana va más allá; adquiere una tonalidad más profunda, un significado más profundo. Es algo cualitativamente más sólido, robusto y diferente al concepto de gratitud en nuestro mundo.
A medida que he reflexionado sobre la gratitud a lo largo de los años, he llegado a una definición simple. No incluye todo lo que podría abarcar, pero es un comienzo. Así es como lo veo:
La gratitud es reconocer y expresar aprecio por los beneficios que hemos recibido de Dios y de los demás.
Piensa en eso, va en dos direcciones: hacia arriba y hacia afuera. Es reconocer y expresar aprecio por los beneficios que hemos recibido de Dios (hacia arriba) y por los beneficios que hemos recibido de los demás (hacia afuera).
No es suficiente con reconocer esos beneficios. Me gusta pensar en estas cosas en mi corazón. Estoy muy agradecida por lo que Dios ha hecho por mí, por lo que un amigo ha hecho por mí, por lo que mi esposo hace por mí. Pero la gratitud implica expresar ese agradecimiento, no solo sentirlo en el corazón, no solo verlo y pensarlo, sino decir algo al respecto; expresar gratitud.
Mientras trabajaba en esta breve serie estaba pensando en uno de nuestros colaboradores, Phil Krause, quien día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año ha sido el productor de este ministerio.
Estoy muy agradecida por él. Estoy muy agradecida por cómo a lo largo de todos estos años, él y muchos otros en nuestro equipo tras bastidores, cuyos nombres pasan desapercibidos, han servido tan fielmente. Ellos hacen posible este ministerio y este programa en particular. Y pienso mucho en eso. Y mientras me preparaba para grabar esta serie, en mi corazón pensaba en ellos. Así que cuando llegué al estudio estábamos orando al inicio de esta sesión; Phil oró, como siempre hacemos al iniciar la grabación. Luego tomé un momento para orar y agradecer al Señor por él y también incluí a muchos otros en nuestro equipo que sirven y se sacrifican para hacer posible este ministerio.
No es suficiente simplemente pensar en ese agradecimiento. Es importante expresar ese agradecimiento.
Y como hizo a menudo el apóstol Pablo en las Escrituras, él decía: «Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes». Él pensaba en las personas que habían bendecido y beneficiado su vida, y luego le daba gracias al Señor por aquellos que le habían servido, y por quienes habían bendecido el ministerio.
Un corazón agradecido, la gratitud cristiana es reconocer y expresar aprecio por los beneficios que hemos recibido de Dios y de otros.
Ahora, la gratitud es algo inherente e implícito en el evangelio. Es una característica y una cualidad del evangelio. De hecho, si piensas en cómo funciona el evangelio, aquí hay una ecuación que me ayuda a pensar en el evangelio y la gratitud.
Comenzamos con nuestra culpa. Somos pecadores culpables ante un Dios santo. Todo lo que merecemos es el juicio de Dios y Su ira. Nacemos como pecadores; pecamos porque somos pecadores. Nacemos como rebeldes contra Dios; somos culpables ante Dios y merecemos Su juicio y Su ira.
Pero en lugar de darnos Su ira, Dios nos ha ofrecido, nos ha extendido Su gracia y Su favor, porque Cristo estuvo dispuesto a pagar el precio, la pena, el juicio y la ira que merecíamos por nuestros pecados. Él cargó nuestra culpa sobre Sí mismo en la cruz.
Entonces, en lugar de derramar Su juicio sobre nosotros por nuestra culpa, Dios ha derramado Su gracia sobre nosotros. Nos ha recibido en Su familia como Sus hijas. Nos ha otorgado la justicia de Cristo. ¡Esta es una gracia incomparable!
Así que cuando nos damos cuenta de que somos culpables, y que en lugar de darnos la ira que merecemos, Dios derramó Su gracia sobre nosotros, ¿qué debería entonces fluir de nuestros corazones? Gratitud. No queja, sino gratitud. «Señor, me has dado lo que no merezco, y no me has dado lo que sí merezco». De todas las personas que deberían estar agradecidas, nosotras, que hemos recibido la gracia de Dios, debemos ser las más agradecidas.
Y luego, lo que fluye de nuestra gratitud es otra «g»: generosidad. Culpa más gracia resulta en gratitud. Y las personas agradecidas, aquellas que han sido llenadas con la gracia de Dios, se convierten en personas generosas porque se les ha dado mucho. Tienen mucho para compartir, están felices y gozosas de compartir con otros, de ser generosas porque Dios ha sido muy generoso con ellas.
De hecho, si pensamos en algunas de las palabras que se han usado en el Nuevo Testamento griego, esta es realmente una familia de palabras que encajan juntas. La palabra gracia es la palabra charis. Y me han escuchado hablar antes sobre alguien que tiene carisma. Los dones del Espíritu, carisma, esos son los dones de Dios, los beneficios que Él nos ha dado: Su favor y Su generosidad. Y esas son algunas de las formas en que esa palabra charis se traduce a veces en el Nuevo Testamento; esa es la palabra para gracia.
Luego tenemos la palabra en español, eucharistía. «Charis» está en medio de esa palabra. «Eucharistía» es la palabra que a veces se utiliza como sinónimo para la comunión, la eucaristía. Es un término que viene de la palabra griega: «eucharista», que significa dar libremente.
La eucaristía significa agradecimiento, dar gracias. Así que cuando celebramos la santa cena es un acto de dar gracias. ¿Pero gracias por qué? Bueno, gracias por lo que Jesús hizo en la cruz por nosotros al pagar la deuda por nuestros pecados.
Así que, cuando celebramos la santa cena, tomamos ese pan, tomamos ese jugo y damos gracias, eucharista, por el favor y la gracia que Dios nos ha mostrado.
Por lo tanto, esta palabra «gracia» está estrechamente relacionada con la palabra gratitud.
De hecho, para los hispanoparlantes la palabra gracias es gracia. Dar gracias está estrechamente relacionado con la gracia.
Así lo vemos en todas las epístolas del Nuevo Testamento. Un ejemplo de esto es la carta del apóstol Pablo a los colosenses. Y la próxima vez que leas el libro de Colosenses, busca todas las veces que se menciona la palabra «gracias» o «agradecimiento», «acción de gracias» o «gratitud», «agradecido» o «gracia». Estas palabras están estrechamente relacionadas.
Por ejemplo, en el capítulo 2 de Colosenses, versículo 6, dice: «Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él». Tú has recibido esa gracia de Cristo, has recibido Su bondad y Su favor en tu vida.
Y luego continúa diciendo que ellos debían estar «firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud».
Si has recibido a Cristo Jesús como Señor, ahora deberías estar rebosando de gratitud.
Esa palabra «rebosando» en el idioma original representa algo en particular: piensa en el cauce de un río. Tiene orillas a ambos lados, pero las aguas aumentan y rebosan hasta la orilla. Se derraman sobre el suelo alrededor del río. Ese es el tipo de gratitud que debemos tener: rebosantes de gratitud porque hemos recibido la sobreabundante gracia de Dios.
De hecho, hay una pregunta que me gusta hacerme a mí misma y quiero hacerte a ti ahora: ¿La gratitud que fluye de nuestras vidas es tan abundante y sobreabundante como la gracia que ha fluido a nuestras vidas?
Piensa en la forma en que hablaste, en las cosas que has dicho en las últimas veinticuatro horas. ¿Tu vida se ha caracterizado por una gratitud desbordante? Si no rebosamos de gratitud, ¿significa eso que realmente no somos conscientes de lo desbordante y abundante que ha sido la gracia de Dios en nuestras vidas en esas últimas veinticuatro horas?
En todo este tema de la gratitud he tenido algunos ejemplos maravillosos en mi vida. Empezando por mi propio padre, Art DeMoss. Ya lleva más de cuarenta años con el Señor, pero recuerdo que cuando era niña, cuando la gente le preguntaba a mi papá: «¿Cómo estás?», a menudo respondía: «Mejor de lo que merezco». Mejor de lo que merezco.
Ahora, ¿por qué pensaba así? Bueno, mi papá, hasta la edad de veinte años fue un rebelde y revoltoso. Estaba lejos del Señor, como todo cristiano lo ha estado antes de llegar a la fe. Cuando mi papá era joven, no tenía ningún interés en las cosas espirituales, ningún interés en Cristo. Pero el viernes 13 de octubre de 1950, el Señor alcanzó a ese joven de veintitantos años, lo sacó de su rebeldía y falta de gratitud, y derramó Su gracia sobre él.
Mi papá escuchó el evangelio. Creyó y fue radicalmente convertido. Su vida cambió drásticamente y nunca dejó de asombrarse del hecho de que Dios lo hubiera salvado. Siempre fue algo asombroso para él.
Uno de sus versículos favoritos está en el Salmo 34 que dice: «Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias» (Sal. 34:6).
Así que mi papá siempre decía: «Lo que sea que esté sucediendo en mi vida es mejor de lo que merezco», que es el juicio de Dios.
Ahora, mi papá tuvo muchas oportunidades de expresar gratitud cuando las cosas iban bien en el negocio que él comenzó, pero también cuando las cosas no iban tan bien. De hecho, recuerdo en los años setenta cuando el negocio de mi papá enfrentó enormes retos, reveses duros y mucha oposición, durante mucho tiempo el negocio estaba perdiendo mucho más dinero del que estaba produciendo.
Y al mismo tiempo, mi madre atravesó una situación con un tumor cerebral que amenazó su vida. El Señor le salvó la vida, pero hubo muchos retos. La casa en la que vivíamos en ese momento se incendió una noche.
Así que hubo muchos retos y obstáculos, pero durante todo ese tiempo, lo único que puedo recordar es a mi papá siendo agradecido. Siempre decía: «Lo que sea que esté sucediendo en nuestras vidas es mejor de lo que merecemos». Era un hombre agradecido, y yo estoy muy agradecida por su ejemplo en mi vida.
Y en los años siguientes, cuando me fui a estudiar a una universidad en el sur de California, durante mis últimos dos años viví en la casa de una pareja preciosa, Ed y Joyce Johnson. Sus hijos ya eran adultos y me abrieron su hogar durante esos dos años. Ellos fueron una parte muy especial en mi vida. Me refería a ellos cariñosamente como «papá y mamá Johnson» o «papá y mamá J».
Ed falleció en 2004, a los noventa y cuatro años. Había sido presidente de una compañía multimillonaria de ahorros y préstamos en California. Recuerdo haber llamado a «papá J» en su cumpleaños número ochenta y nueve, cuando estaba frágil y no gozaba de buena salud. Y recuerdo que me dijo: «Nancy, cuando ya no esté aquí, si se me recuerda por algo, quiero que sea por haber sido un hombre agradecido».
Ahora, podrías escuchar esto y pensar: Pues es fácil de decir para un hombre que dirige una empresa de mil millones de dólares; es un empresario exitoso. Pero el estilo de vida agradecido de papá Johnson fue forjado en el fuego de la aflicción.
Su madre murió antes de que cumpliera los dos años. Cuando tenía veintitantos años, perdió a su padre. Después, él y «mamá J» se enfrentaron a la pérdida de su hija mayor, Karen, en un accidente automovilístico fatal, cuando tenía apenas diecisiete años y estaba a menos de dos semanas de su graduación de la secundaria.
Escuché muchas veces a los Johnson contar esta historia acerca de cómo su familia estaba ese fin de semana en una cabaña vacacional al sur de California. Y el Sr. Johnson vio por la ventana a un amigo acompañado por otros dos hombres, acercándose a la cabaña. Entonces él salió para averiguar qué querían. Y fue cuando le dieron la noticia de que el auto de Karen había sido impactado por un conductor ebrio y que ella no había sobrevivido al accidente.
El Sr. Johnson regresó a la cabaña, reunió a su esposa y a sus cuatro hijos más pequeños en la sala y les contó la noticia. A lo largo de los años lo escuché contar eso muchas veces. Él comenzó diciéndoles: «Antes de que le preguntemos a Dios por qué se llevó a Karen a casa en el choque hace unas horas, démosle gracias por los diecisiete años que la tuvimos».
¡Wow! ¡Eso me pone la piel de gallina! Pero ese era el corazón de este hombre. Fue el corazón que le enseñó a sus hijos: «Agradezcamos a Dios antes de preguntarle “¿por qué?”»
Vi este mismo corazón hermosamente vivido por otro hombre, Scott Melby, quien sirvió por varios años en la junta de Revive Our Hearts. Él y su esposa Karen fueron mis queridos amigos. Karen sigue siendo una amiga muy cercana. Ella observó cómo su esposo pasó por el lento proceso de una muerte por leucemia.
En algunas ocasiones tuve la oportunidad de visitar a Scott y a Karen en el hospital cuando él estaba muy enfermo. Ya se estaba acercando el final; él estaba con mucho dolor. Gemía de dolor y apenas podía hablar unas cuantas palabras. Pero recuerdo que en medio de la angustia había dos cosas que repetía una y otra vez.
Él decía con mucho esfuerzo y debilidad: «¡Dios ha sido tan bueno con nosotros! ¡Dios ha sido tan bueno con nosotros!» Y luego decía: «¡Tenemos tanto por qué estar agradecidos!»
Ese fue un hombre que estaba muriendo y tenía mucho dolor, que se enfocaba en la bondad de Dios, en la grandeza de Dios, en la gracia de Dios y en lo mucho que tenía que agradecer.
El Salmo 107 nos exhorta: «Den gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es Su misericordia» (v. 1).
Así que en cualquier momento de la vida, en las altas y bajas, en la cima de las montañas, en los valles más profundos, donde sea que Dios te encuentre, Él sigue siendo bueno. Su fiel amor y Su misericordia permanecen para siempre.
Quiero animarte a que, donde sea que estés hoy, lo que sea que estés pasando en tu vida, puedas decir: «Gracias, Señor, porque Tú has sido bueno conmigo». Dile al Señor y a los que te rodean hoy: «¡Tengo tanto por lo cual estar agradecida!»
Señor, queremos tener corazones llenos de gratitud. Tú has derramado Tu gracia en nuestras vidas. Y cuando merecíamos Tu ira, cuando éramos culpables, Tú viniste y nos encontraste, nos salvaste y nos rescataste. Con todo nuestro corazón te queremos decir: «Gracias». Queremos tener una actitud de gratitud, queremos estar rebosantes de gratitud, porque Tú eres tan bueno y porque Tu fiel amor y misericordia permanecen para siempre.
Te damos las gracias, en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Sarah: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado enseñando algunas características de la gratitud cristiana. Y creo que eso es algo en lo que podríamos pensar un poco más, ¿no lo crees?
Ahora, Nancy, como mencionaste anteriormente, escribiste un libro sobre todo este tema de la gratitud, y se titula: Sea agradecido: Su camino al gozo. No sé cómo te sientas al respecto, pero sé que el escribir libros es algo que Dios utiliza para ayudarme a crecer también. Quiero decir, tengo a mis lectores en mente, pero en realidad, estoy en primera fila cuando se trata de tener convicción de pecado, a la vez que aprendo y me arrepiento.
Nancy: Así es. El haber escrito este libro es algo que me ha ministrado de una manera muy significativa. Y eso es cierto en cada libro que he escrito. Pero mientras pasaba meses trabajando en ese libro, su mensaje estaba obrando en mi propio corazón. Me mostró áreas de ingratitud y mi necesidad de aprender a ser agradecida.
Ha pasado más de una década desde que escribí ese libro. Me ha traído convicción el volver atrás y repasar lo que escribí hace tantos años, y he recordado cosas como el poder de la gratitud, las razones de la gratitud y las formas prácticas de expresarla. Y también sobre el sacrificio de la acción de gracias.
En este libro comparto una serie de historias de personas que he conocido o sobre las que he leído, que dieron gracias en momentos difíciles, y el poder de la gratitud para restaurar, sanar y darnos perspectiva, incluso cuando es un sacrificio y estamos dando las gracias al Señor a través de nuestras lágrimas.
De hecho, el prólogo de este libro está escrito por mi preciosa amiga Joni Eareckson Tada. De todas las personas que podrían tener motivos para estar de mal humor, melancólicas, desagradecidas o quejándose, sería Joni. Y, sin embargo, diría que Joni es, sin lugar a dudas, una de las personas más agradecidas que he conocido.
Ella toma la decisión diaria y deliberada de decir: «gracias», incluso cuando está experimentando un dolor insoportable o está limitada en su cuerpo, que básicamente la mantiene prisionera. Pero ella sabe que pronto será liberada de esa esclavitud, que ya no será prisionera, y obtendrá un nuevo cuerpo en la resurrección. Mientras tanto, ella es una mujer agradecida por fe y como un acto de su voluntad. Ese es el tipo de mujer que quiero ser.
Sarah: ¡Yo también! Si tú también quieres ser una mujer agradecida, te encantará conseguir una copia del libro de Nancy, Sea agradecido. Puedes obtenerla en nuestra página avivanuestroscorazones.com.
Mañana, Nancy nos ayudará a profundizar más en lo que caracteriza la gratitud cristiana. Ella nos dirá cómo ella y su esposo Robert utilizaron notas adhesivas de gratitud. Por favor, regresa con nosotras aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a recordar que la gracia de Dios te da libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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