Gratitud por la gracia de Dios
Debora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que si creciste aprendiendo sobre las bendiciones de Dios, debes tener cuidado de no darlas por sentado.
Nancy DeMoss Wolgemuth: A veces es fácil en el subconsciente, comenzar a sentir que merezco el favor de Dios, que Él me debe estas bendiciones. Claro, no lo diría de esa manera, pero a veces puedo empezar a actuar como si sintiera eso.
El corazón humilde dice: «No me lo merezco, y es una gracia asombrosa que me ministres y proveas para mis necesidades».
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 12 de enero de 2023.
La gratitud tiene un efecto sorprendente en tus relaciones. Esa es una de las cosas que descubriremos sobre Rut a medida que Nancy continúa en la serie titulada Rut: El poder transformador del amor redentor.
Nancy: El día de …
Debora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que si creciste aprendiendo sobre las bendiciones de Dios, debes tener cuidado de no darlas por sentado.
Nancy DeMoss Wolgemuth: A veces es fácil en el subconsciente, comenzar a sentir que merezco el favor de Dios, que Él me debe estas bendiciones. Claro, no lo diría de esa manera, pero a veces puedo empezar a actuar como si sintiera eso.
El corazón humilde dice: «No me lo merezco, y es una gracia asombrosa que me ministres y proveas para mis necesidades».
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 12 de enero de 2023.
La gratitud tiene un efecto sorprendente en tus relaciones. Esa es una de las cosas que descubriremos sobre Rut a medida que Nancy continúa en la serie titulada Rut: El poder transformador del amor redentor.
Nancy: El día de hoy continuamos en el capítulo 2 del libro de Rut. Pero quiero volver a un versículo que leímos en el episodio anterior, porque creo que nos muestra otro aspecto de la vida de Rut, y es algo que como mujeres necesitamos escuchar el día de hoy.
En el versículo 8, Rut entra al campo. Pero volviendo unos versículos atrás, Booz también había entrado en el campo y le preguntó a su capataz: «¿Quién es esta joven?» Y el siervo a cargo de los segadores respondió: «Es la joven moabita que volvió con Noemí de la tierra de Moab. Y ella me dijo: “Te ruego que me dejes espigar y recoger tras los segadores entre las gavillas”. Y vino y ha permanecido desde la mañana hasta ahora; solo se ha sentado en la casa por un momento».
Ahora vamos al versículo 8: «Entonces Booz dijo a Rut: “Oye, hija mía. No vayas a espigar a otro campo; tampoco pases de aquí, sino quédate con mis criadas”».
Creo que solo la primera frase de este versículo nos da una idea del carácter de esta mujer. «Booz le dijo a Rut…» ¿Quién inició la conversación? ¿Quién inició esta relación? Booz. El hombre es el iniciador. Y cuando Rut habla con Booz, ella está respondiendo a su iniciativa».
Ahora, mi punto aquí no es tanto ser literal sobre quién dice la primera palabra en la conversación, sino algo que pienso vemos ilustrado en la historia de Rut. De hecho, esto vuelve a aparecer en el versículo 14. Dice:
«A la hora de comer, Booz le dijo a Rut: “Ven acá para que comas del pan y mojes tu pedazo de pan en el vinagre’’. Así pues ella se sentó junto a los segadores. Booz le sirvió grano tostado…»
Ves aquí al hombre siendo el que toma la iniciativa. Ahora, por supuesto, en este momento, lo último que tienen en mente es el romance, el matrimonio o el noviazgo. Eso no es lo que están pensando. Pero conocemos la historia y sabemos que van a terminar casados. Así que leemos esto y pensamos así, pero no creo que haya nada de una atracción física aquí en este momento en particular.
Rut está siendo fiel al llamado de Dios en su vida y Booz está siendo fiel al llamado de Dios en su vida. Dios está uniendo sus vidas de una manera que ellos mismos no podrían haber planeado u orquestado.
Pero en el curso de ese intercambio, poniendo de lado el noviazgo, las citas y el matrimonio, Rut es discreta y permite al hombre ser el iniciador de estas conversaciones: él es el empleador, él es el terrateniente y él es el hombre. Y él inicia, y luego, cuando lo hace, ella siente la libertad de responder con gentileza y discreción a su iniciativa.
Vivimos en una cultura en la que hemos tenido cambios extremos de roles. Ahora, eso, por supuesto, se remonta a más tiempo de lo que cualquiera de nosotras puede recordar, esto se remonta al capítulo 3 de Génesis en el jardín del Edén. La serpiente se acercó a la mujer, y aunque las Escrituras nos dicen que el esposo estaba en el huerto con ella, simplemente ignoró al hombre y le habló a la mujer, y en todo este intercambio en Génesis, encontramos a la mujer asumiendo un papel de liderazgo y al hombre dejado atrás en las sombras.
Esa es una imagen de lo que se ha vuelto muy cierto y muy común en nuestra cultura. Creo que una de las cosas más comunes que escucho de las mujeres, y particularmente de las mujeres casadas, aunque no solo de ellas, es quejarse de que los hombres son muy pasivos.
Y entiendo que esto es una frustración. Es una frustración porque es cierto que en toda nuestra cultura hemos tergiversado los roles y las responsabilidades que Dios nos ha dado a los hombres y a las mujeres, y ambos somos responsables de esto.
Creo que como mujeres hemos aportado mucho a este problema al ser tan agresivas, al siempre estar tomando la iniciativa. (Y sé que a algunas no les va a gustar este comentario).
Me doy cuenta de que esto no es políticamente correcto. Estoy consciente de que esta forma de pensar hace que algunas personas se molesten, pero tenemos que volver a la forma de pensar de Dios y ver que realmente nos hemos desviado del rumbo al ser tan agresivas física y verbalmente, en nuestras conversaciones, en nuestro comportamiento, y en nuestras acciones.
En cierto sentido, hemos paralizado (en cuanto a su masculinidad) a los hombres. Si queremos ser mujeres de Dios, una de las cosas que tenemos que hacer es dejar que los hombres lideren. Ahora, la respuesta inmediata de las mujeres será: «No liderarán».
Y mi respuesta a esto es que en parte, la razón por la que no liderarán es por el resultado de la caída, pero en parte es consecuencia de que no los dejamos liderar. Me pregunto si nosotras, como mujeres, realmente estaríamos dispuestas a dar un paso atrás y dar a los hombres la oportunidad de expresar su corazón, de asumir el liderazgo, si pudieran dar un paso al frente y ser más varoniles. Creo que está en el corazón de los hombres de Dios querer ser varoniles, querer ser hombres, pero tenemos que dejar que lo hagan.
En este intercambio con Booz y a medida que se desarrolla toda la relación, vemos una discreción femenina. Vemos a una mujer que no se lanza sobre los hombres. Hoy esto es tan común que creo que difícilmente reconoceríamos la discreción si la viéramos.
Y me quiero dirigir a las mujeres más jóvenes y adolescentes: lo que estás viendo a tu alrededor, muy probablemente, no es discreción. Esto es algo que las madres deben enseñarles a sus hijas: no es apropiado para nosotras en una conversación, en nuestro comportamiento, o con los gestos físicos, arrojarnos sobre los hombres, tomar la iniciativa.
¿Eso significa que nunca hablamos? No. Tengo muchas amistades buenas, cálidas con hombres piadosos y siento mucha libertad para compartir en la conversación, pero eso significa que tal vez no soy tan rápida para hablar como quisiera.
Escucho a las mujeres decir: «Mi esposo simplemente no se comunica, no expresa lo que hay en su corazón». Bueno, Proverbios nos dice que la sabiduría en el corazón de un hombre es como aguas profundas, y una persona inteligente la sacará (Ver Proverbios 20: 5.)
La sabiduría que Dios ha puesto en el corazón de tu esposo es como un pozo profundo. No siempre sale a la superficie, y parte de tu papel como esposa y como mujer es acercarte, hacerle preguntas y luego darle la oportunidad de responder.
Entonces, cuando él responda, no seas la que siempre tiene una mejor idea. Descubrirás que sí siempre intervienes, siempre corriges, siempre mejoras su respuesta, él estará menos motivado a dar una respuesta o participar en la conversación.
Entonces vemos aquí a una mujer que es discreta. Ella es femenina y le permite al hombre ser hombre. Él es quien le ofrece el pan para comer, quien la llama a la hora de comer.
Y nuevamente, no quiero que seamos legalistas sobre quién pide a la hora de comer o quién pasa la comida primero. Ese no es el punto. El punto es que busquemos formas de alentar a los hombres a ser hombres mediante nuestra disposición a dar un paso atrás y permitirles tomar la iniciativa en las conversaciones y las relaciones.
Permítanme agregar unas palabras de aliento para aquellas que están solteras y tal vez en los próximos años estarán involucradas en una relación de noviazgo o matrimonio. Esto también es para ustedes que son madres entrenando a sus hijos e hijas.
Si en la etapa de citas o noviazgo la mujer está tomando la iniciativa, si ella es la que está llamando y es la que pide salir, si ella es la que toma el liderazgo, entonces no debería sorprendernos que cuando se case, se espere de ella que siga tomando el liderazgo.
Pienso en una pareja con la que he servido en el ministerio. Dios ha hecho una gran obra en sus corazones, pero hubo un cambio real de roles en esa pareja. Ella era la que dirigía toda la esfera espiritual. Llegaron a ver que no era así cómo debía ser. A medida que se desarrollaba su historia, nos dijeron que esto había sido una realidad desde que se conocieron. Ella fue la que le propuso matrimonio. Esto se había convertido en una característica dominante en toda su relación, y ahora tenían hijos, y como resultado hubo mucha confusión y estragos.
Y una de las cosas que hizo esta pareja con respecto al liderazgo del hombre fue volver atrás, aún ahora con hijos mayores; él se acercó a su esposa y le propuso matrimonio nuevamente y le dio un anillo. Hicieron una pequeña ceremonia de renovación de sus votos, donde él asumía el liderazgo.
Esto no es tan fácil de cambiar. No ha ocurrido de repente. Todavía tienen que resolver algunos de estos problemas porque hay muchos hábitos allí. Pero han comenzado un nuevo rumbo y realmente tuvieron que volver a esos días incluso antes de casarse, y decir: «Intentemos esto de nuevo».
Su esposa ha tenido que estar dispuesta a esperar. La personalidad de él es mucho más relajada que la de ella, y no hay nada de pecaminoso en eso, pero eso significa que le ha costado más esfuerzo animarlo, como hombre y como líder. Pero hay riquezas en el corazón de este hombre que están comenzando a salir cuando ella ha estado dispuesta a dar un paso atrás y dejar que este hombre sea el hombre.
No sé donde te encuentras en relación a todo esto. Tenemos diferentes edades, diferentes épocas de la vida. Algunas de ustedes son madres y hoy están escuchando cosas que tal vez sean un buen recordatorio de lo que deben enseñarles a sus hijos acerca de qué tipo de mujeres deben evitar y a sus hijas sobre cómo establecer relaciones correctas.
Algunas de ustedes, mujeres más jóvenes, están escuchando esto tal vez por primera vez, porque no es algo que escuchen a menudo en nuestra cultura. Pero dondequiera que estés, pregúntale a Dios:
- ¿Hay en mi vida feminidad, discreción?
- ¿Estoy dando adecuadamente a los hombres la libertad de tomar la iniciativa?
- ¿Estoy creando un entorno que les facilite tomar la iniciativa?
- ¿Estoy respondiendo, de manera general, en el curso de mi vida, correctamente a la iniciativa masculina?
Puede que sea necesario realizar algunos ajustes. Tuve que hacer muchos ajustes en mi propio estilo de relacionarme con los hombres con los que trabajo, hombres que son amigos, y estos ajustes han sido buenos.
Y el beneficio a largo plazo para todas nosotras al tener un liderazgo masculino piadoso en nuestros ministerios, en nuestros hogares, en nuestras iglesias, restaurando el orden de Dios, será una gran bendición y una gran ayuda, no solo para nosotras, sino también para nuestros hijos y nietos en las generaciones futuras.
Bueno, y ahora continuemos con los versículos 8 y 9 del capítulo 2 de Rut. Dice Booz: «Oye hija mía. No vayas a espigar a otro campo; tampoco pases de aquí, sino quédate con mis criadas. Fíjate en el campo donde ellas siegan y síguelas, pues he ordenado a los siervos que no te molesten. Cuando tengas sed, ve a las vasijas y bebe del agua que sacan los siervos».
Ahora, cuando Booz le dice a Rut: «No vayas a espigar en otro campo», recuerda que él no sabe el final de la historia. Ella tampoco conoce el final de esta historia. Esto no es un gran romance aquí. Esto es solo fidelidad, generosidad y bondad: bondad otorgada y bondad recibida.
Él le dice: «Quiero que mi campo sea un lugar donde se puedan satisfacer tus necesidades». Va más allá de la letra de la ley que decía que tenía que dejar suficiente grano en las esquinas del campo para que cosecharan los espigadores pobres.
Él está diciendo: «Quiero el corazón de Dios para los extranjeros, para las viudas, para los pobres y los necesitados, y voy a ir más allá de la letra de la ley para extender la gracia».
A lo largo de este pasaje, Booz se destaca como un personaje principal. Verás que Booz es una hermosa imagen del corazón de Cristo.
Él le dice: «No vayas a espigar a otro campo». Si pensamos en este campo como un campo de gracia, él le está diciendo: «No vayas a otro lugar para satisfacer tus necesidades. Dios proveerá para ti aquí mismo».
Esta es una imagen de la gracia de Dios. A veces somos tentadas a buscar otras alternativas distintas al camino de la gracia, pero él está diciendo: «Aquí hay provisión para ti. Hay abundancia. Seré generoso contigo, así que ¿por qué deberías ir a otro campo?»
Y sin embargo, Satanás siempre nos dice que vayamos a otro campo, que vayamos a otro lugar para tratar de satisfacer nuestras necesidades. Llegamos al campo de Cristo, lleno de Su gracia y Su provisión para nosotras, y luego el enemigo nos dice que hay cosas que debemos hacer, reglas que debemos mantener, estándares de desempeño que debemos cumplir para ser aceptadas por Dios.
Invariablemente, cuando abandonamos el campo de la gracia donde Dios ha provisto para nuestras necesidades, entonces nos encontramos en una especie de religión orientada a las obras, teniendo que saltar a través de todo tipo de obstáculos espirituales para cumplir y tratar de vivir de acuerdo con la ley, que no puede salvarnos ni satisfacer nuestras necesidades.
En este campo, el campo de Booz, él está diciendo: «Sé que eres pobre. Sé que no puedes satisfacer tus propias necesidades, así que quédate aquí y todas tus necesidades serán satisfechas». Es en el campo de la gracia, al pie de la cruz de Cristo que todo lo que necesitamos está disponible para nosotras como un regalo en nuestras vidas.
No es un regalo para quienes califiquen de alguna manera. Es un regalo para los pobres que reconocen su pobreza espiritual y saben que nunca podrán pagar lo que se ofrece en ese campo.
Rut no estaba pagando esa cebada que estaba cosechando allí, era un regalo; solo debía recibirlo. ¿Con qué frecuencia Dios nos extiende Su gracia, Su provisión en nuestro caminar con Él, en nuestra vida diaria y decimos, «no, siento que tengo que trabajar para esto, tengo que hacer algo para merecerlo o ganarlo».
Él está diciendo: «No vayas al campo de la ley; no entres en el campo del esfuerzo humano. Quédate aquí, en este campo, donde yo cubriré tus necesidades». Booz le ofrece protección a Rut, y qué cuadro es este de lo que tenemos en Cristo. Él le dice: «Mira el campo donde los hombres están cosechando y sigue a las muchachas».
«Les he dicho a los hombres que no te toquen, que no te molesten». En un entorno de trabajo que podría haber sido peligroso para una mujer que estaba en la pobreza, siendo viuda y extranjera, él le dice: «Voy a asegurarme de que estés protegida».
Él le ofrece provisión. Atiende su sed. Él dice: «Cuando tengas sed, ve y bebe de las tinajas de agua que los hombres han llenado». También sabe que llegará el momento en que ella tendrá hambre.
Así que en el versículo 14 dice: «A la hora de comer, Booz le dijo a Rut: ‘‘Ven acá para que comas del pan y mojes tu pedazo de pan en el vinagre’’. Así pues ella se sentó junto a los segadores. Booz le sirvió grano tostado, y ella comió hasta saciarse y aún le sobró».
Lo que él está diciendo es, «todas tus necesidades serán satisfechas. Quédate aquí. Déjame ocuparme de tus necesidades».
Somos tan propensas a intentar hacerlo todo por nuestra cuenta, a tratar de vivir esta vida cristiana con nuestro propio esfuerzo, con nuestras propias habilidades, y tienes que saber que esto no es posible.
Creo que uno de los primeros pasos para caminar realmente en libertad en tu relación con Cristo, es darte cuenta de que esta es una vida que no puedes vivir por ti misma. No puedes satisfacer tus propias necesidades. No puedes protegerte. No puedes cubrir tus propias necesidades en todo tiempo. Al final, todo lo hacemos en dependencia de la gracia de Dios para vivir la vida cristiana. Es Él en nosotras y a través de nosotras.
Ahora, la respuesta de Rut a Booz, a su oferta y generosidad, creo que es realmente un desafío para todas nosotras. El versículo 10 dice que al escuchar, «ella bajó su rostro, se postró en tierra y le dijo: “¿Por qué he hallado gracia ante sus ojos para que se fije en mí, siendo yo extranjera?”»
Más adelante en la conversación, en el versículo 13, verás el mismo espíritu en esta mujer. Entonces ella dijo: «Señor mío, he hallado gracia ante sus ojos, porque me ha consolado y en verdad ha hablado con bondad a su sierva, aunque yo no soy ni como una de sus criadas».
Aquí hay una mujer con un corazón humilde, y una mujer que tiene un corazón humilde tendrá un espíritu agradecido. Ella no reclama sus derechos. Ella sabe que no tiene ningún derecho. Ella no insiste en que él le debe un sustento, que le debe este privilegio de espigar en su campo.
Creo que muchas de nosotras hoy, incluso en nuestra cultura cristiana, vivimos con una actitud que dice que pensamos que lo merecemos todo. Pensamos que el mundo nos debe algo, y no tenemos lo que veo en esta mujer tan hermosa, un corazón humilde para decir: «No merezco esto».
Ella no tenía expectativas. Ella simplemente fue a servir y como resultado, Dios se aseguró de que sus necesidades fueran satisfechas. Y al renunciar a sus expectativas, cuando recibió una bendición, estaba agradecida. Ella lo consideró un gran privilegio.
Pienso muy a menudo en cómo tenemos expectativas unas de otras, especialmente en nuestros hogares. «Deberías hacer esto por mí. Deberías servirme. Deberías satisfacer mis necesidades». ¿Qué pasaría si comenzáramos a tener dentro de nuestros hogares un espíritu agradecido? El corazón humilde dice: «No me lo merezco, y es una gracia asombrosa que me ministres y proveas para mis necesidades».
Esa es una expresión de una mujer que tiene el corazón de Dios. Rut nunca olvidó que era extranjera, que no merecía el más mínimo favor.
De alguna manera esto me hace recordar a mi padre. Él fue un hombre que nunca superó el asombro de que Dios lo hubiera salvado. Nunca dejó de sorprenderse. Él conocía sus antecedentes y nos los contó mientras crecíamos. Antes de conocer a Cristo, no tenía un corazón para Dios. Era un rebelde, un joven descontrolado, muy metido en el juego y en mucha rebelión. Pero el viernes 13 de octubre de 1950, Dios le abrió los ojos, le mostró a Cristo, y lo llevó al arrepentimiento y a la fe.
Él era un joven de veintitantos años en ese momento. Él no había formado nuestra familia en ese momento, pero a medida que crecíamos, nos contaba la historia de dónde lo encontró Dios y lo que Dios había hecho por él. Se le llenaban los ojos de lágrimas.
Quiero decir, él mantenía el asombro, incluso años después de que Dios hubiera hecho esto por él. Cuando le preguntabas a mi papá: «¿Cómo estás?» A menudo se le oía responder: «Mejor de lo que merezco». Esa es la actitud del corazón que siempre tuvo. «Mejor de lo que merezco». Sabía que Dios no le debía nada, que nadie le debía nada, que si obtenía lo que merecía, siempre estaría en problemas y sin esperanza, pero que Dios le había extendido gracia. Había un espíritu humilde y agradecido en su vida.
Pienso en mi propia vida y me doy cuenta de que al crecer en ese hogar, nunca he conocido nada más que la bondad, el favor, la gracia y la misericordia de Dios. A veces es fácil, en el subconsciente, comenzar a sentir que merezco el favor de Dios, que Él me debe estas bendiciones. No lo diría de esa manera, pero a veces puedo empezar a actuar como si sintiera eso.
Escribí una oración en mi diario hace algunos años mientras estudiaba el libro de Rut, específicamente al llegar a este pasaje, es una oración que tal vez quieras convertirla en tu oración también:
«Oh Dios, por favor llévame de regreso para ver dónde me encontraste y dónde estaría hoy sin Ti. Por favor, quítame mi forma de ser orgullosa y exigente, y vísteme de mansedumbre, humildad y gratitud. Vacíame de mí misma y lléname con la naturaleza dulce y misericordiosa del Señor Jesús. Amén».
Debora: ¿Vives dependiendo completamente del Señor? ¿Estás dependiendo de Su gracia? Esta es Nancy DeMoss Wolgemuth recordándonos nuestra necesidad desesperada de Dios. Ella regresará para orar en un momento.
Y si te has dado cuenta de que necesitas crecer en gratitud, te animamos a adquirir el libro escrito por Nancy titulado, «Sea agradecido». A través de este verás cómo escoger un estilo de vida de humilde gratitud, que te hace consciente de los beneficios que has recibido de tu Salvador Jesús, y de aquellos que Él ha puesto a tu alrededor. Al crecer en gratitud, la amargura y el egoísmo serán reemplazados por el gozo y la libertad. Encuentra este libro, «Sea agradecido» en nuestra tienda en línea, en avivanuestroscorazones.com.
Ahora, ¿sientes que nadie se da cuenta de todas las formas en que sirves en tu casa? Nancy te ayudará a saber cómo responder cuando no te sientes apreciada. Regresa mañana para otro episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Aquí está Nancy para guiarnos en oración.
Nancy: Señor, oramos para que nos lleves de regreso a recordar dónde estábamos cuando nos encontraste y dónde estaríamos hoy si no fuera por Tu gracia.
¿Nos despojarías de nuestras costumbres orgullosas, exigentes y egocéntricas? ¿Y en cambio, nos vestirías de mansedumbre, humildad y gratitud? Vacíanos de nosotras mismas y llénanos de la naturaleza dulce y misericordiosa del Señor Jesús. Amén.
Debora: Conociendo el poder del amor redentor juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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