Generosidad en el desierto
Débora: Cuando has recibido la asombrosa bondad de Dios es natural querer expresar tu gratitud.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Escucha, para los redimidos no es una carga devolverle al Señor lo que Él les ha dado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de febrero de 2024.
Si te preguntara qué versículo de la Biblia nos habla sobre reflejar la belleza de Cristo, seguro que no escogerías uno del libro de Éxodo. Pero ahí es exactamente donde Nancy nos llevará hoy. Ella va a desarrollar un versículo de Éxodo 38 que nos apunta a Jesús. Aquí está Nancy.
Nancy: Hace un tiempo estuve leyendo el libro de Éxodo, comenzando de nuevo a leer el Antiguo Testamento, capítulo por capítulo. Y llegué a la parte donde se dan muchos detalles sobre la construcción del tabernáculo. Esta es una de las …
Débora: Cuando has recibido la asombrosa bondad de Dios es natural querer expresar tu gratitud.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Escucha, para los redimidos no es una carga devolverle al Señor lo que Él les ha dado.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de febrero de 2024.
Si te preguntara qué versículo de la Biblia nos habla sobre reflejar la belleza de Cristo, seguro que no escogerías uno del libro de Éxodo. Pero ahí es exactamente donde Nancy nos llevará hoy. Ella va a desarrollar un versículo de Éxodo 38 que nos apunta a Jesús. Aquí está Nancy.
Nancy: Hace un tiempo estuve leyendo el libro de Éxodo, comenzando de nuevo a leer el Antiguo Testamento, capítulo por capítulo. Y llegué a la parte donde se dan muchos detalles sobre la construcción del tabernáculo. Esta es una de las marcas, las claves del libro del Éxodo. Y fui leyendo a lo largo de todos estos detalles, y honestamente, por momentos se sentía muy repetitivo y hasta tedioso. Entonces llegué a un versículo justo en medio de esos capítulos, que llamó mi atención.
Voy a leerlo y luego lo estaremos analizando. Estamos en el capítulo 38, versículo 8 del libro de Éxodo. Así que ve a tu Biblia, si puedes, porque hoy vamos a viajar a través del libro del Éxodo. Comenzando en el versículo 8, dice: «Además hizo la pila de bronce y su base de bronce, con los espejos de las mujeres que servían a la puerta de la tienda de reunión».
Ahora, cuando llegué a ese versículo mi mente comenzó a trabajar. (Así es como leo las Escrituras). Siempre estoy haciendo preguntas. «¿Qué significa esto? ¿De qué está hablando?» Así que llegué a este versículo y me estoy preguntando:
¿Quiénes eran estas mujeres ministrando?
¿Qué eran estos espejos?
¿Por qué se mencionan en este pasaje?
Bueno, en los últimos meses desde que leí ese pasaje he pasado algún tiempo meditando en este versículo ciertamente oscuro. Y probablemente te estés preguntando cómo vamos a sacar una serie de dos programas de este versículo.
Anoche le envié un texto a una amiga, y le dije: «Mañana enseñaré sobre Éxodo 38: 8». Y lo buscó y regresó y me dijo: «¿Éxodo 38: 8? ¿Qué vas a sacar de allí?»
Bueno, encontré en este versículo una visión rica y una aplicación personal muy dulce que quiero compartir con ustedes en esta corta serie.
Ahora, primero necesitamos algo del trasfondo y algo del contexto. Este era un tiempo importante y emocionante en la historia de Israel. Acababan de ser liberados de Egipto donde habían sido esclavos durante 400 años. Habían cruzado el Mar Rojo. Habían visto la majestad de Dios y Su poder y Su liberación soberana.
Habían visto a Dios proveer para ellos en el desierto. Cuando no tenían agua, Dios trajo agua. Cuando no tenían comida, Dios trajo comida. Y estamos hablando de 2 o 3 millones de judíos en el desierto sin restaurantes de comida rápida, sin restaurantes de ningún tipo, excepto el suministro celestial de Dios.
Y luego en el capítulo 19 del libro de Éxodo, recuerda cómo llegaron al Monte Sinaí, donde en el capítulo 20 la ley fue dada, los diez mandamientos. Dios le estaba diciendo a Su pueblo: «Así es como se supone que funcione Mi pacto con ustedes».
Y luego llegas al capítulo 25. Y les voy a pedir que vayan algunas páginas atrás al capítulo 25 del libro de Éxodo (este es el contexto para este versículo en Éxodo 38). Pero ahora estamos en Éxodo 25, comenzando en el versículo 1:
«Y habló el Señor a Moisés diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen una ofrenda para mí; de todo aquel cuyo corazón le mueva a hacerlo (ahora, quiero que notes esa frase porque esto va a ser realmente importante: “de todo aquel cuyo corazón le mueva a hacerlo”), tomaréis mi ofrenda. Y esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata y bronce; tela azul, púrpura y escarlata, lino fino y pelo de cabra; pieles de carnero teñidas de rojo, pieles de marsopa y madera de acacia; aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático; piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral» (vv. 1-7).
¿Y de qué se trata todo esto? Versículo 8: «Y que hagan un santuario para mí, (un lugar santo) para que yo habite entre ellos». ¿Para qué era esta ofrenda? Era para construir algo realmente especial, un lugar santo, un santuario para que el Señor Dios, Jehová, pudiera habitar, pudiera vivir en medio de ellos. «Conforme a todo lo que te voy a mostrar, conforme al diseño del tabernáculo y al diseño de todo su mobiliario, así lo haréis».
Así que vemos aquí en Éxodo 25, que el propósito de este tabernáculo era proporcionar un lugar para que Dios habitara en medio de Su pueblo, una casa para Dios. Dios, quien habita el cielo y la tierra y no puede estar limitado a ningún lugar físico o geográfico en la tierra; sin embargo Dios dijo: «Voy a poner Mi gloria, Mi presencia en un lugar aquí en la tierra para poder reunirme con ustedes, para poder vivir con ustedes, para que puedan estar conmigo, para que podamos comunicarnos entre nosotros». Ese era el propósito.
¿Y cuál fue la provisión para este tabernáculo? Bueno, las personas debían contribuir con su provisión, de sus bienes, de sus riquezas, los materiales y el trabajo para este lugar santo.
Así que Dios no solo iba a poner este tabernáculo en medio de un desierto (Él pudo haber hecho eso milagrosamente), sino que Él dijo: «No, Yo quiero que se involucren. Vamos a construir esto juntos, para Mí». Y luego estaba el diseño y el modelo que fue dado por Dios para que el pueblo lo siguiera.
Así que los capítulos del 25 al 30 de Éxodo son estas instrucciones detalladas sobre cómo hacer este tabernáculo, cada aspecto de él muy detallado. Y luego cada mueble, dónde iba a ir, cómo se iba a construir, de qué iba a ser hecho. Esos son los capítulos del 25 al 30.
Y luego, comenzando en Éxodo 35, si puedes ir allí, vamos a Éxodo 35, y en los siguientes capítulos, más bien hasta el final del libro de Éxodo hasta el capítulo 40, tenemos la construcción del tabernáculo en sí.
Así que cinco o seis capítulos de instrucciones, y ahora cinco o seis capítulos donde se siguen las instrucciones. Esas dos secciones suenan muy parecidas porque dice: «Como Dios les dijo que hicieran esto, así lo hicieron». Es simplemente muy repetitivo. Pero Él quiere que veamos la obediencia del pueblo de Dios para seguir Sus instrucciones explícitas mientras las llevan a cabo para el tabernáculo y los muebles.
Toda la comunidad estaba involucrada. Ellos traían ofrendas y contribuciones como Dios había ordenado. Pero verás que no lo hacen con un sentido de obligación. Más bien, hay un derroche de generosidad que viene de un corazón alegre, porque fueron redimidos y estaban ansiosos por dar todo lo que tenían para construir este tabernáculo.
Entonces, comenzando en el versículo 21 de Éxodo 35, nota el énfasis en los corazones de las personas mientras daban.
«Y todo aquel a quien impulsó su corazón y todo aquel a quien movió su espíritu, vino y trajo la ofrenda del Señor para la obra de la tienda de reunión, para todo su servicio y para las vestiduras santas. Todos aquellos de corazón generoso, tanto hombres como mujeres, vinieron y trajeron broches, pendientes, anillos y brazaletes, toda clase de objetos de oro; cada cual, pues, presentó una ofrenda de oro al Señor» (vv. 21–22).
Ahora avanza al versículo 25: «Y todas las mujeres hábiles hilaron con sus manos, (así que no estaban simplemente entregando sus cosas. Estaban involucradas en ayudar a hacer todo esto. Las mujeres hilaron con sus manos) y trajeron lo que habían hilado, de tela azul, púrpura, escarlata y lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las llenó de habilidad, hilaron pelo de cabra. Y los jefes trajeron piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral; y las especias y el aceite para el alumbrado, para el aceite de la unción y para el incienso aromático. Los hijos de Israel, todos los hombres y mujeres cuyo corazón los movía a traer algo para toda la obra que el Señor había ordenado por medio de Moisés que se hiciera, trajeron una ofrenda voluntaria al Señor» (vv. 25-29).
Ahora, mientras leo estas instrucciones y luego el seguimiento y todas las cosas que trajo la gente, una pregunta obvia en mi mente es: «¿De dónde obtuvieron todas estas cosas estas personas?» Recuerda, estaban en medio del desierto. ¿Y cómo cargaron todo esto? ¿Cómo trasladaron todas estas cosas?
Las personas se ríen de mí cuando salgo de viaje porque no empaco ligero. De hecho, fui a un viaje la semana pasada durante cinco días y llevé un equipaje de mano, ¡pero estaba lleno, repleto, pesado! Nunca había hecho eso, y probablemente nunca lo vuelva a hacer. Porque, por lo general, no viajo ligero. Quiero decir, porque pienso en todo lo que posiblemente pueda necesitar.
Pero no llevo plata, oro, lino y todos esos objetos. ¿Cómo cargaron estas personas todas estas cosas? ¿Qué estaban haciendo con todo esto? Y luego, recuerda, ellos habían sido esclavos en Egipto durante 400 años, habían sido tratados con dureza y crueldad. Ciertamente, no tenían todas estas cosas. No eran ricos en Egipto. Eran pobres. ¿De dónde sacaron todas estas cosas?
Bueno, no es necesario que vayas allí, pero si estás tomando notas, solo fíjate que en el capítulo 12 de Éxodo encontrarás lo que puede ser una respuesta. Al salir de Egipto, recuerda que después de todas las plagas que Dios trajo a la tierra de Egipto, el pueblo de Egipto les dijo: «¡Salgan de aquí!» Y el capítulo 12 dice en el versículo 35:
«Los hijos de Israel hicieron según las instrucciones de Moisés, pues pidieron a los egipcios objetos de plata, objetos de oro y ropa. Y el Señor hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios, que les concedieran lo que pedían. Así despojaron a los egipcios» (vv. 35–36).
Creo que esto fue gran parte, si no todo, del botín egipcio. Los egipcios dijeron: «Salgan de aquí y llévense todo lo que quieran». Ahora, el pueblo, cuando salió, no sabía para qué iban a usar todo eso. Ellos no sabían que terminaría siendo un tabernáculo para el Señor, pero lo llevaron con ellos al salir de Egipto, a través del Mar Rojo y por el desierto.
Y luego, cuando llegó el momento de construir el tabernáculo para la presencia de Dios, dieron sus ofrendas. Y estas fueron voluntarias, ofrendas voluntarias dadas con corazones dispuestos. Esta no fue una ofrenda forzada, no fue una ofrenda manipulada. Esta fue una ofrenda gozosa.
Es un principio que puedes ver reiterado cuando llegas al Nuevo Testamento. Por ejemplo, en 2 Corintios capítulo 9, versículo 7, donde el apóstol Pablo dice: «Que cada uno dé…» (para la obra del Señor). «Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre». Un dador feliz. Un dador entusiasta. Un dador dispuesto.
Escuchen, las personas que han sido redimidas no encuentran que es una carga darle al Señor. Sus corazones son avivados, como nos dice en Éxodo. Sus corazones se conmueven, están dispuestos, ansiosos por ser generosos.
Y lo he visto en Aviva Nuestros Corazones tan claramente a través de los años.
No sé si ustedes saben esto, pero en nuestro ministerio una gran cantidad de las personas que sirven, muchos de ellos consiguen su propio apoyo financiero para trabajar como misioneros en este ministerio. Y estas personas vienen de todas partes, no por coerción, sino como voluntarias porque sus corazones han sido movidos. Sus vidas han sido transformadas por Cristo y por este mensaje. A medida que experimentan libertad, plenitud y abundancia en Cristo, levantan sus manos y dicen: «Quiero ser parte de lo que Dios está haciendo aquí».
Muchas de ustedes son colaboradoras de este ministerio, apoyan este ministerio. No lo hiciste porque tenías que hacerlo. No lo hiciste porque no había nada más que pudieras hacer con esos fondos, sino que lo haces con un corazón alegre porque amas a Cristo, y amas lo que Él está haciendo en el mundo, y amas ser parte de eso.
Ese es el corazón que vemos en estos israelitas cuando trajeron los materiales y los suministros para la construcción del tabernáculo.
Y finalmente, en el capítulo 38, te dije que llegaríamos a este versículo oscuro en el capítulo 38, comienza la construcción del tabernáculo. Las ofrendas han sido traídas. Los suministros han sido traídos. Está todo allí. Las personas han hilado las telas y los materiales. Está todo allí. Y ahora tenemos esta descripción, con gran detalle, siguiendo las instrucciones que Dios ha dado acerca de la construcción del tabernáculo.
Y luego llegamos al versículo 8 de Éxodo 38, el versículo que me llamó tanto la atención hace unos meses: «Además hizo la pila de bronce y su base de bronce, con los espejos de las mujeres que servían (o algunas de sus traducciones pueden decir "las mujeres ministradoras quienes servían") a la puerta de la tienda de reunión».
Ahora, solo algunas preguntas sobre este versículo.
¿Qué significan algunas de estas palabras? Hizo la pila…¿a quién se refiere?
Bueno, podrías pensar que era Moisés, pero no estarías en lo correcto. Moisés había dado las instrucciones. Para descubrir quién es «él», (el que había hecho la pila), tienes que regresar al primer versículo del capítulo 37. Puedes ver: «Él hizo esto, hizo eso, hizo aquello». ¿A quién se refiere?
Está en el primer versículo del capítulo 37. Su nombre es Bezaleel. Puedes preguntarte: «¿Y quién es Bezaleel?» Bueno, para descubrir quién es Bezaleel tienes que regresar al capítulo 31 (no tienes que ir allí), en el versículo 1 y siguientes donde dice que Dios le dijo a Moisés: «He nombrado dos hombres, Bezaleel y Aholiab, a quienes mi Espíritu les ha dado sabiduría y habilidades para supervisar el proceso de construcción del tabernáculo» (parafraseado).
Así que eran hombres que Dios había dotado para ser sabios constructores y artesanos para hacer todo esto. Eran los contratistas generales, por así decirlo.
Así que aquí tenemos a Bezaleel, a pesar de que no se menciona en el versículo 38, haciendo esta pila de bronce. Algunas de sus traducciones dirán que hizo un lavamanos. ¿Qué era esta pila de bronce?
Bueno, era un lavabo, un recipiente grande que se llenaría con agua. Estaba en el atrio exterior del tabernáculo entre el altar del sacrificio y la puerta del lugar santo.
Ahora, esa secuencia, esa posición es realmente importante porque los sacerdotes se lavarían las manos y los pies en este lavabo, esta fuente, esta pila de bronce, antes de entrar al lugar santo para llevar a cabo sus deberes sacerdotales.
Así que primero estaba el altar del sacrificio, donde se harían sacrificios para el perdón de los pecados. Luego estaba la pila de bronce donde los sacerdotes se lavarían las manos y los pies, y luego irían al lugar santo para hacer su trabajo allí.
Ahora, esta pila, esta cuenca de bronce es un símbolo, es una imagen, es una sombra del evangelio. El altar describe cómo nuestros pecados son expiados en la cruz, donde Cristo sacrificó Su vida. Él entregó Su sangre por el perdón de nuestros pecados. Pero entonces la pila, este lavabo, significa que nosotras, como creyentes en Cristo, habiendo sido perdonados nuestros pecados, somos lavadas diariamente por el agua de Su Palabra para que podamos tener manos y pies puros para servir a un Dios santo.
Es por eso que no solo necesitamos la Palabra de Dios una vez cuando fuimos salvadas. Necesitamos la Palabra de Dios todos los días para lavarnos, para limpiarnos. Necesito la Palabra de Dios esta mañana mientras le sirvo a Él. Tú necesitas la Palabra de Dios todos los días para lavarte mientras le sirves.
Así que está esta pila de bronce, y es una de las piezas realmente importantes en el tabernáculo.
Y estas mujeres que ministraban allí llegaron a la entrada de la tienda de reunión.
Ahora, probablemente, si pones todo esto junto, verás que este no es realmente el tabernáculo porque el tabernáculo está en proceso de ser construido. Así que esta es probablemente la tienda que precedió al tabernáculo.
¿Recuerdas en Éxodo 33 que había una carpa establecida fuera del campamento donde Moisés iba a reunirse con Dios? La gente venía y se ponía de pie y observaba cómo él adoraba. Y luego, cuando salía, su rostro brillaba por la presencia de Dios. El tabernáculo aún no estaba terminado, por lo que probablemente todavía estaban usando esta tienda de reunión.
Y estaban estas mujeres que ministraban o servían en la entrada de esta tienda de reunión. Ahora, no sabemos mucho sobre esto porque solo tenemos este único versículo, y quizás algún otro que nos ayude, pero esto es lo que sí sabemos: Sabemos que estas mujeres tenían un corazón para el Señor. Tenían el deseo de estar cerca de Él, de estar en Su presencia. Y tenían un corazón para servirle.
Ahora, no sabemos específicamente qué hacían, pero de alguna manera ayudaban a los sacerdotes, ayudaban a la obra del tabernáculo. Un comentarista sugiere que tal vez estas mujeres velaban durante la noche. No lo sabemos. Podría ser. Pero se distinguían por su devoción al Señor y a Su servicio.
Ahora, se habla de estas mujeres que ministraban o que servían. Esa es una palabra inusual. De hecho, una traducción alterna, dependiendo de la traducción que estés utilizando, puede leerse de esta manera: «las mujeres que servían a la puerta del tabernáculo de reunión». Ellas ministraban o se reunían. Podría ser traducido de ambas formas.
Esa palabra «se reunían», literalmente significaba, «vinieron en batallón». Es interesante porque es una palabra de batalla. Significa una reunión en tropas como un ejército. Dice un diccionario de la Biblia, «servir en multitud, hacer guerra o luchar». Un comentarista dice que puede significar que «cumplieron sus deberes en bandas organizadas, como soldados en un ejército». Pero hay algo de organización aquí. Hay una reunión. Hay una gran cantidad de ellas. Esto sugiere que había muchas de ellas que se reunían para servir juntas. Así que, aparentemente, estas mujeres se reunían regularmente para servir al Señor.
(Ahora, solo un paréntesis aquí, un pequeño punto, no lo noté hasta ayer). Pero esa misma palabra se usa en 1 de Samuel capítulo 2, versículo 22. Es un poco más adelante en la historia de Israel; pero es triste ver cómo algo que comenzó como devoción genuina de corazón y de servicio para el Señor, de todas estas mujeres que se reunían, que servían en la entrada del tabernáculo, ya para el tiempo de Samuel terminaron involucradas en una horrible prostitución religiosa con los sacerdotes. Por la decadencia espiritual y la inmoralidad que prevalecía en la nación de Israel. Pero es la misma frase que se usa. Las mujeres que se reunían para servir en la entrada del tabernáculo del Señor.
Ahora, no he desarrollado todo eso, pero les diré una cosa que realmente llama mi atención, y es que servir al Señor no nos exime de la tentación y del pecado, incluso del pecado grave mientras servimos al Señor. Es por eso que necesitamos el Espíritu Santo. Es por eso que necesitamos esta pila, este lavabo, para lavarnos, para limpiarnos. Por eso necesitamos la Palabra de Dios, para lavar nuestros corazones, para mostrarnos quiénes somos y qué necesita ser confesado. Así que hay una advertencia cuando pensamos en estas mujeres que ministraban en la entrada de la tienda de la reunión.
Ahora llegamos a los espejos. Voy a dedicar unos minutos a esto hoy, y retomaremos este concepto de los espejos. Estos eran reflectores. Cuando ves esta palabra «espejos», no imagines los espejos de vidrio de hoy en día. Más bien, piensa en placas de bronce pulido que reflejaban, en las que podías ver tu reflejo.
Pienso que probablemente estos fueron parte del botín que los egipcios les habían dado a los israelitas cuando salieron apresuradamente. Un historiador nos dice que cuando los egipcios iban a sus templos, siempre llevaban sus espejos con ellos. No estoy segura de por qué, pero esto era parte de la adoración egipcia. Así que estos espejos eran muy probablemente algo que los egipcios les habían dado a los israelitas cuando salieron de Egipto, y ahora tenemos estas mujeres que dan sus espejos al tabernáculo, para la obra del Señor.
Estos espejos representaban algo de belleza, algo de valor, algo que era un instrumento práctico. Después de todo, ¿qué ibas a hacer en el desierto sin un espejo? Quiero decir, ¿cómo podrías vivir cuarenta años sin un espejo? ¿Cómo podríamos algunas de nosotras vivir cuarenta minutos sin nuestros espejos?
Estos espejos, si habían venido de los egipcios, fueron adquiridos hacía poco tiempo. Pueden haber sido posesiones preciadas. Tal vez eran símbolos de estatus si alguien tuviera un espejo especialmente grande o hermoso o adornado.
Así que este fue un sacrificio para estas mujeres, pero era uno que estuvieron dispuestas a hacer. Estaban más que dispuestas a hacerlo. Al entregar sus espejos para la construcción de esta pila de bronce, renunciaron a su capacidad de mirar y disfrutar de su propia apariencia física para hacer esta fuente para que los sacerdotes la usaran en la limpieza y el servicio.
Aquí tenemos a estas mujeres que estaban más interesadas en mirar a alguien más hermoso que ellas mismas, mirar la gloria de Dios. Vivían por una causa que era más grande que ellas mismas.
Verás, el pueblo de Dios había sido llamado a construir un lugar donde se pudiera mostrar la gloria de Dios, donde se pudiera conocer a Dios y donde Él pudiera reunirse con Su pueblo. Muchas de estas mujeres que ministraban juntas se dieron cuenta de la necesidad y llevaron sus espejos de bronce a la entrada de la tienda de la reunión. «Toma, esto no es para mí. Esto es para Dios».
Los amontonaron y de todos estos espejos se hizo esta pila de bronce, un lugar de limpieza, un lugar donde los sacerdotes podían experimentar la misericordia y la gracia de Dios antes de ministrarla al pueblo.
Nos recuerda que tenemos el privilegio de entregar, de tomar cosas que poseemos, cosas de belleza, de valor y de importancia, las cosas que Dios nos ha confiado. Pueden ser dones espirituales, nuestra reputación, nuestra posición, nuestro ministerio, nuestras oportunidades, nuestras bendiciones, y reunirnos y venir como una multitud del pueblo de Dios, traer estas cosas con nosotras y ponerlo todo a los pies de Cristo, y decir, «es todo tuyo, todo es para Tu gloria».
No necesitamos seguir mirándonos a nosotras mismas en estos espejos. Queremos que nuestras vidas y todo lo que tenemos, sea usado para reflejarte a Ti, Tu belleza, Tu gloria, que se utilicen para Tu servicio».
Así que, tomo de este pasaje un llamado a renunciar a nuestros espejos, a darlos a Jesús y permitir que se conviertan en algo de valor eterno, herramientas que ayudarán a otros a ser limpios y a experimentar Su misericordia, Su gracia y a adorarle a Él.
Verás, el ministerio, en última instancia, como sea que le sirvas al Señor, dondequiera que le sirvas, cualquiera que sea tu vocación, no se trata de mirarnos a nosotras mismas, se trata de hacer todo lo posible para alentar a las personas a mirar a Jesús.
A menudo mi esposo ora cuando vamos juntos a una actividad o a un evento, y él dice: «Que Tu nombre sea exaltado». Él ora lo que dice Juan 3:30, «…que Él crezca, y que yo disminuya», que yo mengüe. Ese era el corazón de estas mujeres que minsitraban, que se reunieron para entregar sus espejos al Señor.
Bueno, echaremos otra mirada a los espejos de nuestras vidas y veremos qué más el Señor tiene que decirnos.
Gracias, Señor, por Tu Palabra y por un pequeño versículo como Éxodo 38:8 que puede hablar a nuestros corazones hoy, miles de años después, acerca de cómo podemos convertirnos en reflejos de Tu gloria. Que así sea, oro, en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha desafiado a vivir de manera que reflejemos la belleza de Cristo.
«Espejito, espejito, ¿quién es la más bella de todas?» Nancy explora cómo este cuento de hadas arroja algo de luz sobre la condición de nuestros corazones. Conoce algunos de los espejos que tienes en tu vida, y lo que el Señor tiene para decir sobre ellos, en el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación