Fuerte, segura y sumisa
Annamarie Sauter: Cindy Easley entrevistó a varias mujeres que modelan la sumisión, y descubrió que ellas tenían personalidades y situaciones muy diferentes la una de la otra.
Cindy Easley: Una cosa que aprendí es que ninguna de nosotras es exactamente igual a la otra. Cada una trae su propia personalidad a sus propios matrimonios… Lo que debes hacer es aprender a rendir tus fortalezas y a vivir de una manera que alientes a tu marido a ser lo que Dios planeó que fuese, y a fomentar su liderazgo ofreciéndole comprensión y respeto, de la forma que solo una mujer se los puede ofrecer a su marido.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Ayer Nancy nos dio mucho en qué pensar. Escuchamos una muy buena enseñanza acerca de la sumisión bíblica, lo que es y lo que no es. …
Annamarie Sauter: Cindy Easley entrevistó a varias mujeres que modelan la sumisión, y descubrió que ellas tenían personalidades y situaciones muy diferentes la una de la otra.
Cindy Easley: Una cosa que aprendí es que ninguna de nosotras es exactamente igual a la otra. Cada una trae su propia personalidad a sus propios matrimonios… Lo que debes hacer es aprender a rendir tus fortalezas y a vivir de una manera que alientes a tu marido a ser lo que Dios planeó que fuese, y a fomentar su liderazgo ofreciéndole comprensión y respeto, de la forma que solo una mujer se los puede ofrecer a su marido.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Ayer Nancy nos dio mucho en qué pensar. Escuchamos una muy buena enseñanza acerca de la sumisión bíblica, lo que es y lo que no es. Puedes escuchar o leer ese programa en AvivaNuestrosCorazones.com.
Hoy continuaremos esa enseñanza con una conversación. Nancy estará entrevistando a Cindy Easley. Ella y su esposo, Michael Easley, enseñaron por quince años en las conferencias para matrimonios, «Un fin de semana para recordar».
Nancy: Cindy, tengo que decir que creo que es muy, muy valiente de tu parte, o de cualquier otra persona hoy en día, haber escrito un libro sobre el tema de la sumisión, ¡esa palabra tan difícil! ¿Qué te llevó a escribirlo? ¿Qué estabas pensando cuando decidiste escribir un libro titulado: ¿Qué tiene que ver la sumisión con esto? (What’s submission got to do with it? (Disponible en inglés).
Cindy Easley: Sabes, yo me he hecho la misma pregunta muchas veces mientras escribía en mi computadora esas palabras.
Nancy: Y seguramente también cuando le explicabas a la gente lo que estabas haciendo...
Cindy: ¡Oh! Hubo muchas veces que la gente me decía: «¿Qué estás haciendo?»
Y yo respondía: «Oh, en el momento estoy trabajando en un libro».
Y me preguntaban: «Bueno, ¿cuál es el tema?»
Y mi respuesta era: «Realmente no quieres saberlo».
Y me decían: «Por supuesto que quiero saber. Por supuesto que queremos saber».
Así que les explicaba que era sobre la sumisión en el matrimonio. Tuve algunas conversaciones muy interesantes tan solo al decirles el título del libro y luego de que se trataba.
Hubo un par de razones por las que realmente me sentí movida a escribir esto. Una era filosófica y la otra era práctica. La filosófica vino después de escuchar una entrevista de Wayne Grudem del Consejo de la masculinidad y la feminidad bíblica. Él hablaba acerca de la frecuencia con la que los hombres se sienten inútiles en la iglesia. Eso fue alrededor de la época en que se publicó la Biblia con géneros indefinidos o unisex.
Me puse a pensar, «¡qué triste que como mujeres cristianas les hemos quitado a nuestros esposos su masculinidad y su diseño al hacerlos sentir inadecuados o ineptos!».
La otra razón, la cuestión práctica, surgió cuando hablaba en las conferencias de FamilyLife, Un fin de semana para recordar. Hablaba una hora sobre el papel de la esposa, y quizás durante unos 3 o 5 minutos en esa hora tocaba el tema de la sumisión. Cuando terminaba algunas mujeres venían a mí y me decían: «Muchas gracias por explicar la sumisión. Nunca lo había entendido de esa manera antes».
Después ellas me decían, «pero esta es mi situación». Y ellas describían su matrimonio y me decían: «¿Cómo luce la sumisión en mi matrimonio, para mí?»
Y yo les decía: «No tengo ni idea, porque no estoy casada con tu marido». Así que eso fue lo que me llevó a buscar y entrevistar diferentes mujeres, basada en algunas de las preguntas que se me habían hecho durante más de 15 años en FamilyLife.
Tuve que pasar por situaciones específicas para poder responder a las preguntas de esas mujeres.
Nancy: Una de las cosas que me encanta de este libro es que cuentas historias de la vida real. Pero quisiera que antes de hablar de algunas de las historias de estas otras mujeres, nos hablaras un poco acerca de tu historia, porque la sumisión no fue algo a lo que tú naturalmente te sentiste atraída. ¿Quién lo ha sido alguna vez? No es algo que cuando entraste al matrimonio apreciabas mucho, ni probablemente tenías un concepto correcto acerca ella.
Cindy: Bueno, en primer lugar, tiendo a tomar decisiones muy rápidamente. Soy una mujer audaz. Soy feliz dando un paso adelante y tomando el liderazgo cuando hay un vacío. Así, que no está en mi naturaleza el someterme a nadie. Soy la más joven de cinco hijos, así que siempre luché...
Nancy: ... Por tener una voz.
Cindy: Así es. Sentía que mi voz debía ser escuchada. Me crié en un hogar cristiano, pero era disfuncional. Mi padre era un alcohólico. Cuando mi padre regresaba del trabajo, mi madre lo seguía al dormitorio y ellos hablaban sobre su día o de ciertos asuntos o problemas. Casi cada vez que mi padre levantaba la voz, mi madre permanecía en silencio. Yo nunca recuerdo haber oído su voz y dar su opinión o responderle a mi padre en esas situaciones.
Yo amaba a mi madre. Pero pensé: «Nunca voy a ser así». Y más tarde, cuando oí la palabra sumisión por primera vez, sin saber que estaba en la Biblia, solo escuché el concepto. Cuando oí la palabra pensé, «si eso es la sumisión, no quiero tener nada que ver con ella, porque no voy a ser pisoteada».
Cuando Michael y yo nos casamos, comencé a estudiar la Biblia más intencionalmente. Cuando encontré la palabra sumisión y entendí los roles de liderazgo y de ayuda, simplemente no me gustó. Estaba bastante segura de que tal vez Dios estaba equivocado.
Nancy: O que por lo menos Él no se estaba refiriendo a ti.
Cindy: Así es, o que eso era para los tiempos en que se escribió la Biblia. Ahora estamos lejos, y mucho más sofisticados que en los tiempos del Nuevo Testamento.
Así que personalmente tuve que luchar con esto por un tiempo, antes de llegar a la conclusión de que Dios realmente quiso decir esto, y no solo eso, Él lo dijo para mi propio bien.
Nancy: Tú dices en tu libro acerca de ti misma, que «eres testaruda, independiente, de carácter fuerte, que no tienes miedo de tomar decisiones, que eres feliz de tomando el liderazgo». Dices, «soy segura de mi misma». Cuando leí eso, pensé, «¿bueno y cómo se reconcilia todo esto con el concepto de sumisión?»
Cindy: Bueno, una cosa que descubrí mientras entrevistaba a estas mujeres es que sin excepción, ellas eran mujeres fuertes y capaces. Ninguna de ellas era débil o inestable. Lo que descubrí es que cuando las mujeres fuertes optan por someterse voluntariamente a sus maridos, es increíble el regalo que son para esos hombres. Porque como son de voluntad fuerte es difícil para ellas decir: «No, voy a dejar que tú líderes porque creo que es como Dios quiere que nuestra relación funcione».
Pero también creo que en nuestra intención de dar un paso atrás y dejar que nuestros maridos tomen el liderazgo, Dios puede obrar en nosotras de una manera que de otra forma no podría hacerlo. Así que sí, es algo contradictorio decir que eres una mujer fuerte pero que también te sometes a tu marido. Pero creo que ese es el punto. Se necesita ser una mujer fuerte para someterse también.
Nancy: Sin embargo, ahora estás hablando sobre algunos malos entendidos acerca de la sumisión. Dijiste que ninguna de estas mujeres era débil. Pero a veces cuando dices la palabra sumisión incluso dentro del mundo cristiano, lo que viene a la mente es como una caricatura, una persona que no tiene opiniones, que no tiene voluntad, es una persona en el piso.
Cindy: Sí, absolutamente. Te viene la idea de una mujer «descalza y embarazada en la cocina, oprimida». Yo diría que la mayoría de las mujeres piensan que sumisión es igual a opresión. Yo creo que al menos en mi propia vida y en la vida de cada una de estas mujeres... que todas estas mujeres tuvieron que pasar por un proceso. Cada una de ellas pasó por un proceso, con la excepción de una de ellas que dijo que estaba en su naturaleza ser más sumisa. El resto de ellas dijeron que esto no estaba en su naturaleza.
Una, Susan, que estaba casada con un no creyente, dijo que su naturaleza era ser complaciente. Pero eso es diferente a la sumisión, la sumisión tiene que ver con tu actitud, tanto o incluso más que con tus acciones. Porque simplemente puedes hacer lo que alguien más quiere que hagas...
Nancy: ... y no tener aún un corazón sumiso en lo absoluto.
Cindy: Ajá, y no tener un corazón sumiso, exactamente. Puedes hacerlo con tus puños cerrados y tu mandíbula apretada. Pero sí, para la mayoría de las mujeres, la sumisión es vista como una situación donde te reprimen. A medida que estas mujeres comenzaron a entender la sumisión, pasaron por un proceso. Todas obtuvieron una paz que no habían tenido nunca antes en su relación con su esposo, al saber que estaban haciendo lo que Dios quería y sabiendo que Dios era el que tenía el control en última instancia.
Bueno, yo creo que esto a la mayoría de las mujeres se les olvida; es como si su esposo fuera el hombre del medio. Realmente te estás sometiendo a Dios, y tu marido es solo alguien que está ahí en el medio. Si tan solo fuésemos capaces de recordar que básicamente es al Señor a quien estamos eligiendo someternos y nuestro esposo es el vehículo a través de quien alineamos esa actitud.
Nancy: Y ahí es donde la sumisión es realmente un acto de fe en el que Dios es más grande que la autoridad humana, ya sea que se trate de un marido o de un jefe o de un hijo que deba someterse a sus padres… Dios es capaz de transformar el corazón de ese líder, de esa autoridad y de cambiar su dirección. Proverbios capítulo 21 dice: «Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor; Él lo dirige donde le place» (v. 1).
Así que se necesita fe para decir: «Señor, pongo mi vida en tus manos y voy a confiar en ti para que obres a través del liderazgo y de la dirección de esta persona de esta autoridad en mi vida».
Cindy: Mientras estudiaba la palabra someterse en la Biblia, una cosa que entendí es que la palabra someterse es en realidad un concepto militar. Es la idea de alinearte debajo de alguien. De hecho, esto significa «cooperación voluntaria». Cuando empecé a aplicar eso en mi propia vida, me pregunté: «¿Estoy yo cooperando voluntariamente con Michael y con Dios?»
Esto realmente me ayudó a aclarar y a entender lo que significa esa palabra. «¿Estoy cooperando voluntariamente con mi marido?» Esta es una buena forma de abrazar ese concepto que tanto tememos.
Nancy: Tú señalas en este libro que en ninguna parte en la Escritura se dice que los hombres deben hacer que sus esposas se sometan.
Cindy: Sí así es. No es la responsabilidad del hombre, como no es la responsabilidad de la mujer decir: «Ámame como Cristo amó a la iglesia». Yo le pedí a mi marido que escribiera un capítulo en el libro, llamado: «De hombre a hombre». El subtítulo es: «Los machistas no deben aplicar». Él se dirige específicamente a los maridos que tienen este problema y les dice cómo deben apreciar el regalo que sus esposas les están dando y entender cómo luce un líder amoroso.
Nancy:Yo conozco a Michael tu marido, y Él es un líder fuerte. Él es un hombre fuerte y tú también eres una mujer fuerte. Me imagino que al inicio de su matrimonio, ¿alguna vez chocaron por esto? ¿Cómo era su matrimonio cuando apenas estaban desarrollando un concepto bíblico de la sumisión?
Cindy: Lo que me pareció un poco extraño es que cuando me casé, caí un poco en las costumbres que había visto en mis padres. Creo que yo era más pasiva agresiva. Yo necesariamente no discuto ni le digo a Michael lo que está mal o lo que sea, sino que simplemente no hacía lo que él quería, y siempre buscaba una excusa para no hacerlo.
Él y yo podíamos hablar acerca de una cierta manera de criar a nuestros hijos pero cuando él salía por la puerta, yo los criaba a mi manera. Yo no discutía, pero no me estaba sometiendo. Yo no estaba aprendiendo a crecer en nuestra relación de la manera como Dios quería que lo hiciera.
Así que no fue sino hasta que estuvimos casados por... yo diría más o menos cinco o seis años, que empecé a batallar con la sumisión y a comprender realmente lo que era y lo que no era. A pesar de que en el exterior me consideraba realmente sumisa, yo no era para nada sumisa.
Nancy: Entonces, al manipular las cosas y hacerlas a tu manera, ¿cómo afectaba esto a tu esposo mientras dabas la apariencia de ser sumisa? ¿Cómo afectó esto la relación? ¿Cómo afectó a sus hijos?
Cindy: Bueno, ciertamente debilitó nuestra relación en el sentido de que él sentía que no era respetado. Se sentía como: «¿Por qué pides mi opinión, Cindy? No vas a hacerlo de todos modos». Yo oí mucho ese tipo de cosas.
Y le contestaba, «sí, claro que sí»... Porque pensaba que sí lo hacía… Pero por dentro pensaba, «bueno, de todos modos yo realmente sé mejor que él».
En cuanto a los niños, ellos eran muy pequeños y ni siquiera estaban conscientes de lo que estaba pasando. Hubo momentos en que aprendieron que si querían algo, debían ir a mamá. Esas lecciones que más tarde hemos corregido y ahora decimos: «No. Somos un equipo, y si mamá dice algo ella habla por papá. Si papá dice algo, papá está hablando por mamá, porque somos un equipo».
Así que esto nos ayudó a desarrollar esa actitud con nuestros hijos.
Nancy: Cindy tu marido ha sido pastor por muchos años. Probablemente han visto algunas situaciones en que los padres no funcionan como un equipo, ven filosofías diferentes sobre la crianza de los hijos. En esos casos los niños quedan como atrapados en un fuego cruzado de padres que no colaboran juntos.
Cindy: Sí, así es. Creo que puede ser devastador para los niños no saber que sus padres no solo son un equipo, sino también las personas más importantes el uno para el otro; que por mucho que amen a sus hijos, la relación entre ellos está en primer lugar. Creo que los niños respetan eso. Puede que intenten debilitarla. Quieren atraerte hacia ellos. Es ese egoísmo que todos tenemos en el que queremos ser los más importantes. Pero, para decir la verdad, a nuestros hijos les encanta que Michael y yo nos demos un beso en la cocina o que nos demos un abrazo. Ellos dicen, «¡aww!»
Ahora, nuestro hijo puede decir, «¡oh, dejen de hacer eso!»
Nancy: Eso es asqueroso.
Cindy: Exactamente. Pero a ellos les encanta saber que nuestra relación es la relación más importante en este hogar. Eso les da esa seguridad y estabilidad que no importa lo que pase, mamá y papá se aman, mamá y papá están juntos para siempre.
Nancy: Así es. En el peor de los casos, si la forma en la que iniciaste esos primeros cinco o seis años de matrimonio hubiera continuado igual, habrían terminado separándose... Pero en tu caso, ustedes realmente se sumergieron en la Palabra de Dios, invirtieron en su matrimonio y dijeron: «Queremos hacerlo a la manera de Dios».
Ahora, ¿cómo llegaste a desarrollar un entendimiento más bíblico de cómo debías responder al liderazgo de Michael?
Cindy: Bueno, tengo que decir que en parte todo comenzó cuando empezamos a hablar con FamilyLife. Empecé realmente a escudriñar y a comprender lo que significaba la sumisión. Y estaba rodeada de mujeres piadosas que yo respetaba, que también eran muy fuertes, y vi que ellas vivían esto en sus vidas diariamente. Fue entonces cuando empecé pensar, «bien, así es entonces como se ve la sumisión».
Una cosa que aprendí es que ninguna de nosotras es exactamente igual a la otra. Cada una trae su propia personalidad a sus propios matrimonios. Así que cada una debe ajustar la aplicación de la sumisión a su caso particular. Algo que trato de resaltar en este libro es que a medida que he ido entrevistando a estas mujeres y que me cuentan sus historias, todas están en situaciones muy diferentes.
Menciono un caso en que la mujer en un tiempo llegó a ser proveedora principal de su casa, y otra que tenía mucho poder en su lugar de trabajo. Lo que debes hacer es aprender a rendir tus fortalezas y a vivir de una manera que alientes a tu marido a ser lo que Dios planeó que fuese y a fomentar su liderazgo, ofreciéndole comprensión y respeto, de la forma que solo una mujer se los puede ofrecer a su marido.
Nancy: Has hablado mucho sobre las palabras respeto y aliento. Tú entrevistaste también a algunos esposos y les pediste que completaran cuatro declaraciones.
- Me gustaría que mi esposa entendiera que...
- Sé que mi esposa me respeta cuando...
- No me siento respetado cuando mi esposa...
- Lo más difícil para mí a la hora de liderar mi hogar es...
Y obtuviste algunas respuestas muy interesantes de esos hombres. ¿Fueron esas respuestas lo que esperabas o algo diferentes?
Cindy: Te diré lo que me sorprendió. Entrevisté a hombres de diferentes ámbitos de la vida, de diversos estratos socioeconómicos y diversas edades. Desde recién casados hasta hombres que habían estado casados durante años. Todas sus respuestas fueron similares. Así que lo que aprendí fue que realmente no importa cuánto tiempo hemos estado casados ni la edad que tengamos, nuestros maridos siempre contestarán de la misma manera.
Lo que descubrí fue que gran parte de las cosas que las mujeres hacían al cambiar su comprensión de la sumisión, respetando ahora a sus maridos, era notada por los hombres. Mucho tenía que ver con la actitud de las mujeres; la forma como ellos eran abordados. Todos dijeron, «no nos importa si nuestras mujeres no están de acuerdo con nosotros. Ese no es el problema, el problema es cómo lo hacen.
Una de las cosas que realmente desalentaba su liderazgo era cuando sus mujeres diferían o los criticaban públicamente. Algunos de estos hombres fueron gratamente sorprendidos cuando sus mujeres comenzaron a preguntarles su opinión, y luego la seguían.
Pero ninguno de ellos dijo: «Yo quiero una mujer que haga todo lo que yo le diga».
Nancy: Ellos no están buscando una lealtad ciega.
Cindy: No, para nada. Ellos están buscando a alguien que sea un equipo con ellos, una compañera de vida, pero que ellas respeten y apoyen. Ellos dijeron: «Hay veces que no puedo explicar la decisión que tomé. Solo sé que es la decisión correcta». Y el hecho de que tú le digas: «Está bien, hagámoslo entonces», simplemente proclama que confías en él lo suficiente y que no necesitas entender cada punto de su decisión. Que confías en él lo suficiente como persona para seguirlo cada día.
Nancy: Cuando volvamos a esta conversación, queremos hablar de qué sucede si piensas que realmente esa decisión no es la correcta. ¿Qué tal si en realidad no es la decisión correcta? Pero permíteme regresar de nuevo al tema del respeto y del ánimo. ¿Cuáles son algunas de las cosas en tu matrimonio, Cindy, que piensas que hacen que Michael se sienta respetado y alentado por ti como esposa?
Cindy: Bueno, yo diría que el decirle que lo respeto, seguir su consejo, pedir su opinión sobre ciertas cosas. Para Michael, una de las grandes áreas cuando yo lo respeto es con relación a los niños, porque muchas veces tenemos diferentes estilos de criarlos.
Nancy: ¿Podrías darnos un ejemplo práctico de eso?
Cindy: Una de las cosas es que mi marido tiene una opinión muy fuerte sobre los juegos electrónicos en el hogar, ya sabes esos Gameboy, Playstation, ese tipo de cosas.
Nancy: Te refieres a que a él no le gusta que tus hijos los tengan.
Cindy: Él no quiere que nuestros hijos tengan estos juegos. Y parte de eso es que ve a otros niños y cómo se hacen tan fácilmente adictos a ellos. Sabía que esto solo empeoraría los problemas y las peleas. «¡Es mi turno ahora!», y cosas así.
Así que dijo, «no vamos a hacer eso. En vez de esto vamos a animar a nuestros hijos a pasar el tiempo leyendo o haciendo deportes al aire libre, que no se sienten delante de un televisor». Ahora, sí les permitimos ver televisión, pero no se sientan delante de un televisor durante horas para jugar juegos electrónicos.
Yo lo hubiera manejado más como: «Mira, estoy muy cansada al final del día. Me encantaría que ellos se fueran a jugar durante unas horas frente al televisor». Y a pesar de que no estaba totalmente de acuerdo con esa decisión ni entendía bien su razonamiento, yo habría hecho daño si hubiera manipulado para conseguirlo. Yo lo hubiera hecho. Yo podría haberlo hecho fácilmente. En ocasiones hemos hablado de permitirles estos juegos como un sistema de recompensas o algo así. En cuanto a esto último él decía: «Realmente no me siento bien acerca de esto».
Eso le muestra que a pesar de que él sabe que no estoy de acuerdo, aunque él sabe que no considero esto como un gran problema, el mero hecho de que esté dispuesta a decirle, «está bien, tú piensas que es una gran cosa». Ahora, aquí está la otra cosa. En ocasiones les he dicho a los niños, «papá piensa que no deberíamos tener esto», y debo corregirme y decir, «papá y yo no creemos que esto sea lo correcto».
Porque, de nuevo, yo no quiero hacerlo ver como el tipo malo. A veces esto ocurre de muchas otras formas. Tenemos tres hijas y tiendo a pensar más como ellas piensan por ser mujer. Así que, como resultado, a menudo me encuentro a mí misma tratando de descartar algo que Michael piensa en relación a ellas o a la crianza de ellas, y pienso, «oh, tú no entiendes, tú nunca has sido una niña». Bueno, obviamente, eso es cierto.
Pero la cosa que se me olvida es que Dios le da una sabiduría como hombre y que él ve las cosas que a veces yo no veo. Una en particular es en cuanto al área de la modestia. Había ropa que las chicas se ponían y yo decía, «oh, eso es tan lindo Michael, eso no es inmodesto».
Y él decía: «Sí, Cindy, lo es. Es necesario que comprendas cómo piensan los hombres».
Y yo pensaba: «No en esta generación. Ellos no piensan de esa manera». Y nos íbamos en largas discusiones. Y entonces Dios me dio un hijo. Y me sorprendo ahora de ver el mundo a través de los ojos de mi hijo inocente, desde los comerciales, a cómo las chicas se visten y vienen a casa, y pienso, «Señor, protege su corazón y su mente».
Así que tuve que volver y decirle: «Has estado en lo cierto. Discúlpame por no apoyar tus pensamientos y no respetar tus sentimientos, aún más en esta área». Así que llegué al punto de decirles a mis hijas, «chicas, creo que esto es lindo, pero vamos a ver lo que piensa su papá porque él es un hombre y él va a ver cosas que yo como mujer no voy a ver».
Así que esto ha sido útil. Son cosas que he tenido que aprender. Pero definitivamente el que yo respete a Michael y lo siga cuando él sabe que yo no estoy necesariamente de acuerdo, le dice mucho a él.
Annamarie: Has estado escuchando a Cindy Easley, conversando con Nancy DeMoss de Wolgemuth. Cuando se grabó esta conversación, el título del libro escrito por Cindy era, «What’s Submission Got to Do With It». Este ha sido publicado con un nuevo título, «Dancing with the One You Love» (disponible en inglés).
Cuando te acercas a tu esposo respetuosamente y escogiendo las palabras adecuadas, y sin embargo él mantiene una decisión, ¿cómo te comportas? ¿Cómo reaccionas? En nuestro próximo programa Nancy y Cindy nos hablarán acerca de esto. Así que te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a descubrir y a abrazar el diseño de Dios para tu vida, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Dame una magnífica pasión, Diana Cardona y la banda Aviva, ℗ 2015 Aviva Nuestros Corazones, Letra y música por Mark Altrogge
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Recursos del Episodio
Serie: «Fundamentos del Manifiesto de la Mujer Verdadera»
Serie: «El manifiesto de la mujer verdadera: Afirmaciones parte 1»
Libro: «Escoja Perdonar»
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