Frente al miedo
Débora: Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando la Palabra de Dios dice: «Da el paso» y nuestra lógica y nuestro razonamiento humano dicen: «De ninguna manera, eso es imposible», ¿qué haces? Vas con la verdad. Vas con la revelación de Dios. Vas con Su Palabra. Tú marchas. Tú das el paso. Sigues adelante. Entras y posees la tierra.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 12 de septiembre de 2023.
Estás a punto de escuchar acerca de una persona que ha tenido que hacer frente a muchos temores. Si hubiera cedido ante esos miedos, probablemente no escucharías hoy su voz. Descubre cómo Nancy enfrentó un gran temor en su vida, y lo hizo en fe, y por eso hoy comparte esas enseñanzas de la Escritura aquí, en Aviva Nuestros Corazones. Continuamos con la serie Confía …
Débora: Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando la Palabra de Dios dice: «Da el paso» y nuestra lógica y nuestro razonamiento humano dicen: «De ninguna manera, eso es imposible», ¿qué haces? Vas con la verdad. Vas con la revelación de Dios. Vas con Su Palabra. Tú marchas. Tú das el paso. Sigues adelante. Entras y posees la tierra.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 12 de septiembre de 2023.
Estás a punto de escuchar acerca de una persona que ha tenido que hacer frente a muchos temores. Si hubiera cedido ante esos miedos, probablemente no escucharías hoy su voz. Descubre cómo Nancy enfrentó un gran temor en su vida, y lo hizo en fe, y por eso hoy comparte esas enseñanzas de la Escritura aquí, en Aviva Nuestros Corazones. Continuamos con la serie Confía en Dios para entrar a la tierra prometida.
Nancy: Nosotras solemos cerrar los programas en oración, pero hoy me gustaría iniciar el programa en oración, y pedirle al Señor que abra nuestros corazones mientras Él nos habla. Así que por favor únanse a mí, si pueden.
Señor, te amamos y te damos gracias por el privilegio de poder estudiar Tu Palabra. Gracias por este relato de la vida de los hijos de Israel que nos has dado para nuestra enseñanza y como un ejemplo para nosotras. Oro Señor, que Tú abras nuestros oídos y nuestros corazones para poder recibir y responder a todo lo que tienes para nosotras en este día. Oro que las palabras de mi boca, y aún más importante, las meditaciones de mi corazón sean aceptables delante de Tus ojos, oh Señor, mi fuerza y nuestro gran Redentor, en el nombre de Jesús. Amén.
Todavía estamos con los hijos de Israel en Cades, o como se le llama a veces, Cades Barnea, en la frontera sur de la tierra prometida; y quizás te preguntes: «¿No puedes llevarnos a la tierra prometida? ¿Cuándo es que vamos a llegar?»
Eso puede ser lo que Dios se estaba preguntando en este mismo momento. Por supuesto, Dios sabía cómo iba a suceder todo, pero Dios les había dicho a los hijos de Israel: «Id por la tierra. Yo se la he dado. Yo se la he prometido. Iré con ustedes. Voy a hacer que venzan a los enemigos». Pero la mayoría de los doce líderes, de los doce espías de las doce tribus, regresaron de su viaje de reconocimiento de la tierra y dijeron: «Hay gigantes en la tierra. No podemos tomar esa tierra».
¿Y qué respondieron los hijos de Israel? Bueno, en lugar de responder en fe, respondieron con miedo y dijeron: «Vamos a morir. Volvamos a Egipto. Deshagámonos de Moisés; obtengamos otro líder; volvamos a Egipto».
Y déjenme decirles, siento un poco de compasión en mi corazón por estos judíos en este punto. Porque desde una perspectiva humana, el miedo y la incredulidad de Israel eran algo comprensible. ¿O no les parece a ustedes? Después de todo, había gigantes reales, enemigos feroces que se interponían entre ellos y la posesión de la tierra. Ellos estaban diciendo que querían volver a Egipto, y quizás tú te preguntes, y ¿quién quiere volver allí? Porque habían estado en esclavitud durante 400 años.
Sí, es verdad que la esclavitud de Egipto había sido horrible, pero al menos esos problemas y ese estilo de vida les era familiar. Ellos ya sabían qué esperar, pero en Canaán se estaban enfrentando a un nuevo conjunto de desafíos. Dios les estaba pidiendo que entraran en una tierra donde ellos nunca antes habían estado.
¿No es eso a veces lo que provoca temor en nuestros corazones? Dios te dice, «sí, tienes esta gran cosa delante de ti», pero tú dices: «Es que nunca he ido por ese camino. Estas son aguas desconocidas. Este es un nuevo territorio». Ten en cuenta que para Dios no hay territorios desconocidos; no hay aguas desconocidas. Dios ya ha estado allí antes, pero nosotros sentimos miedo de entrar en territorio desconocido.
Y lo mismo sintieron los judíos. Solo pensarlo era abrumador. El problema es que dejaron a Dios fuera de la ecuación. ¿No hacemos esto con frecuencia? Vemos las circunstancias, vemos las dificultades, vemos las pruebas, y nos olvidamos de Dios. Y ellos sacaron conclusiones basadas en la vista natural y en el razonamiento humano apartados de Dios, y esa es la naturaleza del ser humano, basarse en lo que podemos ver y en lo que entendemos, en lugar de basarnos en el reino sobrenatural que no podemos ver ni entender.
En nuestra iglesia yo asisto a la escuela dominical y no hace mucho tiempo el maestro dijo algo que realmente resonó dentro de mí. Y pensé en este pasaje cuando dijo eso. Él dijo: «Cuando la razón y la revelación chocan, hay que irse con la revelación». ¿Y qué significa eso?
Bueno, la razón es lo que puedes ver, lo que puedes entender, lo que puedes observar, lo que puedes entender con tu mente y con tu razón natural. Entonces, ¿qué es la revelación? Bueno, la revelación es la Palabra de Dios. Esos son los caminos de Dios y muchas veces no los puedes ver, no los puedes entender, no los puedes comprobar. Pero él dijo: «Cuando la razón (o sea, lo que tú entiendes con tu mente natural) y la revelación (lo que Dios ha dicho en Su Palabra), cuando estos dos chocan, tenemos que irnos con la revelación».
Cuando la Palabra de Dios dice: «Sal», y nuestra lógica y nuestro razonamiento humano te dicen: «De ninguna manera, eso es imposible». ¿Qué haces? Te vas con la verdad. Te vas con la revelación de Dios. Te vas con Su Palabra. Tú sales. Y sigues adelante. Tú entras y posees la tierra.
Y a medida que hemos estado viendo este pasaje en Números capítulos 13 y 14, vemos que se suponía que el pueblo de Dios debía temerle al Señor. Él era el único al que se suponía que debían temer y ese era un temor reverencial al Señor. Pero ¿qué hicieron en su lugar? Ellos temieron a los habitantes de la tierra.
Ellos tenían que ir en contra de los enemigos de Dios, y ¿qué fue lo que hicieron en su lugar? Ellos se rebelaron contra Dios. En lugar de ir en contra de los enemigos de Dios, fueron en contra de Dios. Ellos tuvieron miedo, estaban llenos de miedo, y en lugar de ser fieles, llenos de fe, el miedo los paralizó.
Y esto hizo que se imaginaran cosas y esperaran lo peor. Esto hizo que se enfocaran en los obstáculos, en los gigantes, en los hijos de Anac y que se enfocarán en sí mismos. «Nos sentimos como langostas». Así que se concentraron en los gigantes, en sí mismos, los saltamontes, en lugar de que su enfoque estuviera donde debía estar. ¿Dónde debía estar su enfoque? En Dios.
¿Te estás concentrando en los gigantes o en tus circunstancias? ¿Estás concentrada en ti misma? Y quizás tú digas: «Es que yo soy solo como un pequeño saltamontes en esta situación. Me van a pisotear, me van a aplastar, no va a quedar nada de mí».
- Si te enfocas en ti misma, estarás temerosa.
- Si te enfocas en los gigantes, estarás temerosa.
- Pero si te enfocas en Dios, el miedo se disolverá y la fe permanecerá.
Así que Josué y Caleb suplicaron a los hijos de Israel que ejercieran fe. Y leímos eso en la última sesión. Y ellos dicen en el versículo 7 de Números capítulo 14:
«La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra buena en gran manera (es una tierra muy, muy buena). Si el Señor se agrada de nosotros, nos llevará a esa tierra y nos la dará; es una tierra que mana leche y miel. Solo que no os rebeléis contra el SEÑOR, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el Señor está con nosotros; no les tengáis miedo».
Josué y Caleb clamaron al pueblo, «crean en Dios. No cedan al miedo. Cambien su enfoque», pero toda su súplica fue en vano. ¿Qué hicieron estas personas?
Versículo 10: «Pero toda la congregación dijo que los apedrearan». No queremos escuchar la voz de la revelación. Escogemos el razonamiento, apedreémoslos. Eso habría sido el final de Josué y Caleb si Dios no hubiera intervenido.
¿Y no es este el caso tan frecuentemente? Cuando nos paramos en fe, podemos ponernos en peligro. Pienso en esos tres jóvenes hebreos en el horno de fuego. Cuando ellos dijeron: «Rey, puedes tirarnos, pero no nos arrodillaremos; no nos vamos a inclinar. Pueden tomar nuestras vidas, pero vamos a obedecer a Dios, incluso si nos cuesta nuestra vida».
Y en esa situación, en ese horno de fuego, llegó una cuarta persona, un Hombre como un Hijo de un Dios. El mismo Hijo de Dios apareció y los libró de ese horno de fuego, y aquí viene al rescate de Josué y Caleb, a ayudarlos, el Dios del universo. Y Dios descendió de una manera impresionante en poder para defenderse a Sí mismo y a sus siervos que creyeron en Él.
Y el versículo 10 continúa diciendo: «Entonces la gloria del Señor apareció en la tienda de reunión a todos los hijos de Israel». Dios aparece, y cuando Dios aparece no está contento. Dios está afligido por la respuesta de Su pueblo, los diez espías y toda la congregación de Israel que prefiere ceder ante el miedo que caminar por fe.
Y Dios dice en el versículo 11: «¿Hasta cuándo me desdeñará este pueblo?» El pueblo realmente no había dicho nada acerca de Dios, pero al hablar mal de la tierra, los espías y el pueblo en realidad estaban hablando mal de Dios. Y Dios dice, ellos me han despreciado. «¿Hasta cuándo me desdeñará este pueblo?»
Y Él hace una segunda pregunta: «¿Y hasta cuándo no creerán en Mí a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos?»
- ¿Hasta cuándo me despreciarán?
- ¿Hasta cuándo no creerán en Mí a pesar de toda la evidencia y las razones que les he dado para confiar en Mí?
Y creo que con frecuencia Dios podría hacernos las mismas dos preguntas en nuestra vida cristiana, cuando elegimos vivir por miedo en lugar de por fe. No tenemos la intención de despreciar a Dios, pero lo hacemos. Y casi puedo escuchar a Dios diciendo mientras mira nuestras vidas a veces: «¿Hasta cuándo me despreciarás? ¿Hasta cuándo no creerás en mí a pesar de toda la evidencia y las razones que te he dado para confiar en Mí?»
Y quiero tomar un poco de tiempo en esta sesión y compartir con ustedes algo de mi propia vida en una temporada donde Dios me llevó a través de una crisis de fe en un tiempo en que todo este pasaje se volvió muy valioso.
Hace algunos años nos encontramos pasando por algunos cambios importantes en Aviva Nuestros Corazones, (en Revive Our Hearts). Y creo que podríamos verlo como una ilustración de esto que estaba sucediendo aquí con los hijos de Israel en Números capítulo 13. Algunas de ustedes quizás recuerdan que durante los primeros cinco años de Revive Our Hearts, nuestro programa en inglés, el programa duraba un poco menos de quince minutos diarios. Era un programa de radio de un cuarto de hora y me llevó los primeros tres años para llegar a sentirme estable, cómoda y confiada.
Fue un gran paso de fe comenzar en el ministerio de radio, sacando 260 programas cada año, fue un gran desafío, pero una y otra vez Dios nos llevaba hasta el borde del mar Rojo y me llevaba hasta ese punto donde yo decía, «no puedo hacer esto», pero cada vez, Dios dividía las aguas y cruzábamos. Y Él mostró muchas señales y evidencias de Su favor y de Su presencia, cosas que acumulé en mi vida como un arsenal de razones para confiar en Él.
Entonces nuestro equipo comenzó a pensar y a orar acerca de la posibilidad de ampliar los programas y hacerlos –en lugar de programas de 15 minutos hacer un programa diario de media hora. Había razones para esto, y no voy a entrar en todos los detalles, pero pasamos mucho tiempo haciendo algunas investigaciones, miramos otros ministerios, miramos a todo el mundo de la radio, de la radio cristiana, y pensando acerca de «¿cómo podemos impactar a las mujeres de una manera más profunda con el mensaje para encontrar libertad, plenitud, y abundancia en Cristo?»
Y en general, las personas conocedoras de este tipo de empresas, dijeron, «necesitan llevarlo a un programa de media hora». Hubo otras consideraciones y preocupaciones acerca de hacer esto. Pero buscamos consejo. Buscamos al Señor. No lo hicimos con prisa. Y finalmente estuvimos de acuerdo en conjunto, «esto es lo que creemos que Dios nos está guiando a hacer». Y un año antes de que el programa se convirtiera en un programa de treinta minutos, tomamos la decisión de que queríamos avanzar en esa dirección, y comenzamos a grabar programas más largos.
Bueno, al poco tiempo de haber tomado esa decisión, mi corazón comenzó a caer en la incredulidad y en el miedo; y tenía muchos, muchos pensamientos. En primer lugar, tenía miedo, «¿tomarían las estaciones un programa más largo?» Ya estábamos en 500 emisoras de radio en todo el país; y teníamos una gran red de radio y pensé, cuando pasemos de un cuarto de hora a media hora, ¿y si las estaciones no tienen el tiempo extra para dárnoslo? Quizás perdamos el ministerio. Tal vez no vamos a ser capaces de salir al aire con el programa».
Y entonces también pensé, ¿y querrá la gente escuchar el programa por más tiempo? Tenía muchos temores acerca de eso, ¿permanecerían los fondos adicionales allí? Debido a que habría más tiempo en el aire, esto costaría más dinero. ¿Y estaría ese dinero ahí disponible?
Pero creo que la cosa que me infundió más temor en mi corazón, es que estaba considerando el reto que esto traería para mí en términos de preparación –más material para preparar, más tiempo de grabación. Solíamos grabar unos quince programas en un día, pero ahora grabábamos ocho, y sabía que esto significaría que tendríamos muchos más días de grabación. ¿Dónde íbamos a acomodarlos en el horario? ¿Cómo encontraría tiempo en mi horario ya lleno, para preparar material adicional? Y empecé a considerar estos gigantes, y a morar en los obstáculos.
Quizás tú nunca has estado allí, pero te digo, yo me sumergí en esas aguas, y durante semanas y meses empecé a meterme en un frenesí de terror acerca de esta decisión que habíamos tomado. No tenía paz. Estaba aterrorizada. No estaba caminando en fe, y tú sabes que el miedoalimenta más miedo.
Y cuando miro hacia atrás en esos meses, veo tantas consecuencias en mi vida por mi incredulidad. Desánimo, oh, el desánimo. Yo solo vivía con desaliento. Vivía con un temor que a veces era paralizante. Sentía que no podía poner un pie delante del otro.
Y a veces tenía un profundo sentimiento de desesperación, de desesperanza, con ganas de darme por vencida, de huir, de correr. Hubo veces que mi propio corazón y mi mente me dijeron: «Ni siquiera sé si estoy llamada a hacer este ministerio. No sé si debo estar haciendo esto. No quiero estar haciendo esto. No quiero pasarme el resto de mi vida de esta manera».
Y solo estoy siendo bien honesta con ustedes acerca de dónde estuve durante algunos de esos meses.
A veces sentía el resentimiento de tener que pagar este precio por servir al Señor, mientras otras personas tenían noches libres y podían disfrutar de sus fines de semana. La amargura, en última instancia, se dirige hacia Dios. Yo no estaba consciente de que todo esto estaba en mi corazón, pero cuando miro hacia atrás, creo que ese era el caso.
La incredulidad me hizo vulnerable, emocional a los ataques del enemigo, y me encontré a veces, especialmente durante la noche, sabiendo que sería un largo día, y luego una noche oscura, y que yo estaría estudiando y me encontraba a mí misma, simplemente luchando con la ansiedad, con el miedo, con el resentimiento, vulnerable a los ataques del enemigo en mis emociones.
No tenía paz; no tenía gozo. Y esto trajo como consecuencia resultados físicos en mí. Tenía falta de fuerza, falta de energía. Y durante ese tiempo desarrollé un dolor de espalda crónico que nunca antes había experimentado en mi vida.
Y sé, cuando miro hacia atrás, que mi espíritu también arrastró a otros conmigo en esta espiral descendente. Yo trataba de no hablar de esto, de lo que me estaba pasando o de lo que estaba sintiendo con muchas otras personas, pero nuestros espíritus se comunican. Y había una sensación de estar desanimada que también la pasé a otros en este momento de duda y de miedo.
Y transité este camino casi un año, a veces arriba, a veces abajo. Y entonces llegamos a un punto donde nos estábamos preparando para poner en marcha el nuevo programa, pero todavía no tenía paz en mi corazón acerca de esto. Y a veces no tienes paz en tu corazón, porque quizás tomaste una decisión equivocada, pero yo no tenía ese sentir.
Creo que habíamos tomado la decisión cuidadosamente y en oración. Dios nos había conducido a través del consejo y a través de nuestro equipo de liderazgo. Y habíamos estado todos de acuerdo en esto, así que yo no sentía que habíamos hecho las cosas mal. Simplemente, no estaba contenta con la decisión que habíamos tomado y no podía poner mi corazón en ello.
Tuvimos una reunión del consejo mientras nos preparábamos para ir con el formato más largo y oramos y le pedimos a Dios Su bendición. Las estaciones de radio habían acogido el programa. Pudimos ver tantas evidencias de la mano de Dios bendiciéndonos a través de este proceso, pero todavía yo tenía esta profunda incredulidad y miedo en mi propio corazón.
Y poco después de la reunión del consejo, donde habíamos hablado acerca de algunas de estas cosas, uno de los miembros del consejo, y aquí es donde necesitamos a Josué y a Caleb en nuestras vidas, para que vengan y nos hablen palabras de fe y de confianza en las promesas de Dios y nos muestren cuando estamos caminando en incredulidad.
Uno de los miembros del consejo me envió un correo electrónico diciéndome:
«He estado pensando y orando por ti y por toda esta situación, y creo que podría estar equivocado (este fue un correo electrónico muy amable, déjame decirte, pero esta es la última línea de lo que dijo). Me pregunto si es posible que hayas estado todo este último año resistiendo y rebelándote en contra de todo este cambio».
Y cuando vi esa palabra «rebelándote», esa fue una gran advertencia para mí, porque en mi libro, no puedo pensar en otro pecado, excepto el orgullo, que sea peor que el pecado de la rebelión, así que era una palabra muy fuerte para mí. Y él escribió:
«¿Y por tanto, has estado resistiendo y rebelándote contra este cambio?»
Y aquí está lo que realmente Dios utilizó para hablarle a mi corazón. Y por consiguiente, ¿has estado resistiéndote y rebelándote contra Dios? Y supe tan pronto como leí esto, que había estado resistiéndome a este cambio, por lo que no he dejado de pensar que fue en incredulidad y en miedo, que estaba dando patadas y gritando emocionalmente en mi corazón, en realidad había estado resistiéndome en contra de Dios mismo.
Y Dios usó esto para quebrantarme. Y comencé de nuevo en los días siguientes y en las horas, y lo lleve ante el Señor, y le dije: «Señor, ¿es esto lo que me estás diciendo? ¿He estado rebelándome contra Ti en todo esto?» Y la respuesta fue: «Sí, tú lo has estado haciendo, y me has deshonrado. Y has cosechado las consecuencias de tu incredulidad. Tú has empujado a otros en tu misma incredulidad».
Y durante los siguientes días, Dios comenzó a limpiarme con Su Palabra, con Su Espíritu y Su gracia, y me llevó a un lugar de arrepentimiento, porque el arrepentimiento es la única forma de salir de la incredulidad. Y poder decirle: «Señor, he pecado. Y esto no es solo un problema. Esto no es solo un reto que se me presenta. He pecado contra Ti con mi incredulidad que ha sido rebelión contra Ti».
Y durante los siguientes días y semanas, Dios comenzó a hacer una obra tan dulce en restaurar mi corazón. Y no quiero decir que todo ocurrió de la noche a la mañana, aunque hubo algunos cambios bien rápidos. Pero Dios comenzó a liberar mi espíritu, a restaurar esa sensación de paz y de gozo que no había experimentado la mayor parte de este tiempo a través de este curso de este año. Y empezó a darme una nueva perspectiva de los retos.
Nada en mis circunstancias había cambiado. Todavía estábamos en este nuevo formato –y para ese tiempo estábamos en el aire ya con el formato más largo y con todos los desafíos del estudio, de la preparación y de la grabación– pero Dios comenzó a darme una perspectiva de confianza en Él. Y todavía no sabía cómo íbamos a hacer esto, pero sabía que si Dios nos había llamado a hacer esto, entonces podríamos hacerlo. Y estábamos en condiciones de entrar porque Dios estaba con nosotros.
Y Dios comenzó a aclarar todo mi proceso de pensamiento. Me empezó a restaurar físicamente, aunque eso no sucedió de la noche a la mañana. Sin embargo, al paso de los meses, el dolor de espalda que había estado experimentando se fue. ¿Y estaba todo relacionado? Bueno, en realidad no lo sé. Solo te estoy relatando lo que sucedió. Cuando empecé a ejercer fe y rendición, Dios comenzó a restaurar mi corazón y a darme un nuevo sentido de confianza en Su guía, en Su dirección.
Y les he dicho a algunas de las personas que han sido parte de mi vida y parte de este proceso, que «en realidad he sido una mujer diferente después de todo eso», y una y otra vez, no es porque puedo ver ahora todos los resultados, no es porque todo ahora tiene sentido. No quiero volver a estar en una posición en la vida o en el ministerio, donde pueda averiguar las cosas sin Dios, o en la que pueda prescindir de Dios. Gracias al Señor, no estoy en un lugar donde pueda prescindir de Dios, pero estoy en un lugar donde estoy aprendiendo en Sus brazos eternos y encontrando que Su gracia es suficiente para cada gigante, para cada barrera, para cada obstáculo.
¿Alguna vez caigo de nuevo en la incredulidad? Sí, lo hago, y tengo que aconsejar mi propio corazón de acuerdo con la verdad de la Palabra de Dios. «Dios está contigo. Dios te ha llamado. Dios te llevará allí». Estoy agradecida por las personas que Dios ha puesto a mi alrededor, que me hablan la verdad, que hablan verdad a mi vida y me recuerdan caminar en fe y no en temor.
Y tu vida puede que sea muy diferente a la mía. Es muy diferente de la persona que está a tu lado. Es diferente a otra persona en tu lugar de trabajo, en tu familia o en tu iglesia, pero la fe es la fe y el miedo es el miedo. Por eso quiero hacerte la pregunta que alguien me hizo, y que ha continuado hablando a mi vida:
- ¿Hay algún área de tu vida en la que te resistes y te rebelas contra la vida de fe?
- ¿Hay algún área de tu vida en la que estás dudando de Dios en lugar de avanzar en fe como Él te ha dirigido?
- ¿Estás viviendo con miedo o estás llena de fe?
- ¿Es posible que tu resistencia frente a tus circunstancias haya sido rebelión contra Dios?
El camino hacia la tierra prometida es por medio de la fe. ¿Quieres disfrutar de la abundancia, la libertad, la plenitud, la fidelidad de Dios? Entonces tienes que estar dispuesta a correr y a enfrentar el miedo, a reconocer que el miedo es, en última instancia, rebelión contra Dios, a ponerle fin a la rebelión, a escoger las armas de la fe en la Palabra de Dios y en las promesas de Dios y a decir, «Señor, por Tu gracia, voy a ir hacia adelante, voy a avanzar. No veo cómo lo vamos a lograr. No veo cómo vamos a lograrlo financieramente si tomo este paso de obediencia. No veo cómo mi matrimonio va a sobrevivir. No veo cómo mis hijos van a lograrlo. No veo cómo voy a sobrevivir si te obedezco, Señor, a Ti y a Tu Palabra, pero cuando la razón y la revelación chocan, voy a irme con la revelación».
Débora: No puedes ir a la revelación –dando un paso de fe– si no estás conectada con Dios por medio de Su Palabra y la oración. Nancy regresará con nosotras.
Para caminar conforme a la revelación debes tener la Palabra de Dios. Te animamos a que estudies la Biblia por ti misma. En nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com, podrás encontrar muchos recursos que te ayudarán a hacerlo, como planes de lectura, series de enseñanzas que te ayudarán a entender mejor la Escritura, y otros recursos.
Bien, en nuestro próximo episodio, abundaremos en la siguiente afirmación: no puedes liderar a otras personas si Dios no te está guiando y liderando a ti. Te esperamos mañana, aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Ahora oremos con Nancy.
Nancy: Señor, te pido que pongas fe en los corazones de todas las que escuchen este día, y que nos muestres la maldad, el corazón malo de incredulidad que ha plantado semillas en nuestros corazones, y nos muestres las formas en las que hemos faltado con relación a la incredulidad y al miedo en lugar de caminar por fe.
Señor, te pido que como mujeres de Dios, seamos mujeres llenas de valor, y que el miedo sea disuelto, y que caminemos adelante con valor, con audacia y de manera piadosa en lo que Tú nos has llamado a hacer y a ser en nuestros hogares, en nuestros trabajos, en nuestras iglesias. Que podamos glorificarte al avanzar en fe. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Amén.
Animándote a hacer frente a tus temores por medio de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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