Fe para no temer
Annamarie Sauter: ¿Te causa temor pensar en el futuro de tus hijos biológicos o hijos en la fe? Ora y actúa.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Haz lo que puedas espiritualmente, orando por tus hijos, enseñándoles a tener discernimiento, enseñándoles una cosmovisión bíblica, dándoles consejos piadosos, enseñándoles a pensar sabiamente. Haz todo lo que puedas, pero cuando hayas hecho todo lo que puedes hacer, déjalo en manos de Dios. Tienes que criar en fe.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Ayer Nancy dio inicio a la serie titulada, «Recordando a Miriam». Escuchamos acerca de dos mujeres que aunque parecían irrelevantes en la historia, no lo eran. Con este programa continuamos con nuestro estudio de los roles de cinco mujeres cuyas vidas se entrelazan con la historia de Moisés. Hoy descubrirás cómo ser una madre de fe.
Nancy: Estamos …
Annamarie Sauter: ¿Te causa temor pensar en el futuro de tus hijos biológicos o hijos en la fe? Ora y actúa.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Haz lo que puedas espiritualmente, orando por tus hijos, enseñándoles a tener discernimiento, enseñándoles una cosmovisión bíblica, dándoles consejos piadosos, enseñándoles a pensar sabiamente. Haz todo lo que puedas, pero cuando hayas hecho todo lo que puedes hacer, déjalo en manos de Dios. Tienes que criar en fe.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Ayer Nancy dio inicio a la serie titulada, «Recordando a Miriam». Escuchamos acerca de dos mujeres que aunque parecían irrelevantes en la historia, no lo eran. Con este programa continuamos con nuestro estudio de los roles de cinco mujeres cuyas vidas se entrelazan con la historia de Moisés. Hoy descubrirás cómo ser una madre de fe.
Nancy: Estamos estudiando en Éxodo 1 y 2, la vida de las cinco mujeres que Dios usó como parte de Su gran historia de redención para preservar la vida de Moisés, quién iba a ser el libertador del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Una de las cosas que me encanta de todo este relato, y realmente sobre toda la Escritura, es la forma en que ves la providencia de Dios en acción.
Vamos a hablar más sobre la providencia más adelante en esta serie, pero solo una observación inicial aquí: Mientras el pueblo de Dios estaba sufriendo bajo un dictador cruel, ese Faraón que había hecho los edictos que sometían a los hebreos a trabajos forzados, a construir ciudades y luego ordenando la muerte de los niños varones, ahogándolos, Dios estaba preparando un libertador. La gente no lo sabía. Ellos no podían ver lo que Dios tenía por delante.
Faraón quería eliminar al pueblo de Dios, pero Dios estaba obrando la salvación de Su pueblo y la destrucción de Sus enemigos. Dios siempre está trabajando. Él está trabajando cuando ves lo que está haciendo y cuando no ves lo que Él está haciendo, y crees que las cosas van de mal en peor.
Hace unos años, yo estaba escuchando un mensaje del Pastor John Piper, y le oí decir algo que realmente me impactó: Él dijo: «En toda circunstancia y situación de la vida, Dios siempre está haciendo mil cosas diferentes que no podemos ver y que no conocemos». Es cierto. He recordado algunas circunstancias aparentemente sin esperanza, como cuando los hebreos estaban enfrentando este momento como esclavos en Egipto.
En cada etapa de la vida, cuando lo puedes ver y cuando no, en cada época de la vida, Dios siempre está haciendo mil cosas diferentes que no podemos ver y que no conocemos. Él dijo, «Podemos ver diez, quince o veinte cosas que Dios está haciendo», pero él dijo que «Dios está haciendo muchas, muchas cosas más».
En este caso, Dios estaba orquestando la liberación, la salvación, de Su pueblo. Se trataba de circunstancias desesperadas que los judíos estaban viviendo. Parecía que no había esperanza. Parecía como si el Faraón fuera a eliminar a una generación completa de hombres jóvenes hebreos, lo que acabaría con la próxima generación de hebreos; pero ninguna situación es desesperada para Dios. Ninguna situación es demasiado difícil para Dios.
Quiero animarte. La situación que estás enfrentando, alguna situación que estás enfrentando en tu hogar, en tu lugar de trabajo, o en tu iglesia, pudiera parecer sin esperanzas. Lo que estamos enfrentando en nuestra nación hoy pareciera una situación muy desesperada. Estos son tiempos oscuros y de desesperación, pero necesitamos consolar nuestros corazones y recordar que no hay situación que sea demasiado difícil para Dios. Él está trabajando. Él está orquestándolo todo para cumplir Sus planes y Sus propósitos.
Entonces ¿qué significa eso para nosotras? Significa, no te desanimes. Ten ánimo. Alza tus ojos. No asumas que lo que puedes ver es la última realidad. Ahí es donde tenemos que ser mujeres de fe, y es por eso que podemos ser mujeres de valor. Es por eso que podemos tener esperanza en las circunstancias más difíciles y desesperadas.
Espero que hoy esta palabra anime tu corazón. Ahora, permíteme retomar dónde estábamos en la última sesión.
Vimos en Éxodo, capítulo 1, que Dios usó a estas dos parteras hebreas como parte de Su plan para redimir a Su pueblo, para proteger a Su pueblo de la destrucción. Ellas desafiaron el edicto del rey, y dijeron: «No vamos a matar a estos hijos varones». Ellas temieron más a Dios que lo que le temieron a los hombres, y como resultado, Dios las bendijo.
Hoy, cuando volvemos a Éxodo, capítulo 2, vamos a ver a una tercera mujer quien fue usada en el plan de Dios para redimir a Su pueblo. Comenzando en Éxodo 2, versículo 1: «Un hombre de la casa de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví». El nombre de esta mujer no se nos da en este pasaje, pero si nos fijamos en los pasajes de referencia cruzada, en Éxodo 6 y Números 26, verás que el nombre del hombre era Amram y el nombre de la mujer era Jocabed. Ellos eran de la tribu de Leví.
En última instancia, los levitas fueron designados por Dios para ser la tribu sacerdotal. En este punto, cuando reanudamos la historia, el hombre y la mujer ya se habían casado, y ya tenían dos hijos. Su primer hijo fue una niña llamada Miriam, y su segundo hijo fue un varón llamado Aarón. Luego, el versículo 2 nos dice que, «La mujer, (Jocabed) concibió y dio a luz un hijo».
Ahora, tu dirás, «¿cuál es el problema? Ellos se casaron; tuvieron hijos». Bueno, aquí está el gran problema: Vuelve atrás al final del capítulo 1. Ahora, estas divisiones de estos capítulos no están en el texto original. Si quitas la división del capítulo, verás una cosa asombrosa. Dos versículos antes, en Éxodo 1, versículo 22, ¿qué dice? «Entonces Faraón ordenó a todo su pueblo, diciendo, ‘Todo hijo que nazca lo echaréis al Nilo, y a toda hija la dejaréis con vida».
Es en este punto que Amram y Jocabed concibieron y tuvieron otro hijo. Ahora, humanamente hablando, este no era un buen tiempo para salir embarazada, cuando la ley oficial de la tierra era que todos los bebés varones que nacieran fueran ahogados en el Nilo. Así que mientras miro a Jocabed, una de las cosas que me llama la atención es su valor, exhibido por su deseo de tener hijos cuando no era seguro ni políticamente correcto hacerlo.
La mujer verdadera, estamos hablando de verdaderas mujeres en este tiempo, la mujer verdadera, está dispuesta a ir en contra de la corriente de lo que es políticamente correcto. Y una de las cosas que ahora mismo es políticamente incorrecto en nuestra cultura es tener más hijos. Ahora, no hay una ley en nuestro país que diga que tú no puedes, a pesar de que sí existen esas leyes en otras partes del mundo. Hablamos sobre la política de China de tener un solo hijo; vimos que es una ley muy represiva. Pero en nuestro país, donde la ley lo permite, nuestro pensamiento cultural es realmente opuesto al concepto de tener varios hijos.
La gente en nuestra sociedad se cuestiona muy a menudo sobre la idea de traer un hijo a esta clase de mundo. Hay muchos temores. Sé que las mujeres experimentan esto bastante, cuando piensan sobre lo que está pasando en nuestro mundo. Los peligros y las circunstancias lo convierten en un mundo de terror, un mundo donde hay mucho miedo, y hay muchas personas pensando, «Este no es un buen tiempo para tener hijos. ¿Por qué quieres traer un hijo a este mundo?»
Muchas mujeres hoy están gobernadas por el miedo más que por la fe. Da miedo pensar en traer hijos a este mundo, a menos que creas en un Dios que dirige, gobierna y supervisa este mundo. De hecho, es justo en este tiempo, en mi opinión, que los padres piadosos deben procrear hijos.
Hay muchas religiones en el mundo cuyos seguidores están teniendo muchos hijos. Ahora es el tiempo cuando el pueblo de Dios necesita tener hijos y formarlos e instruirlos en los caminos de Dios. De esta manera, podemos influenciar varias generaciones, en la medida en que enviamos nuestros hijos a la próxima generación para la Gloria de Dios y para el avance de Su reino.
Mientras estudiaba este pasaje, me encontré un artículo que se publicó en el New York Times en el 1869. El artículo se titula, «La necesidad más grande de Estados Unidos: Madres». El párrafo de apertura del artículo habla sobre una vez que una hermosa mujer y además una intelectual, le preguntó a Napoleón quién él pensaba que era la mujer más prominente en toda Francia.
La mujer estaba un poco ofendida cuando Napoleón respondió: «Aquella con la mayor cantidad de hijos». Luego se habló de otra ocasión cuando les dijo a los ministros de su gabinete que la necesidad más grande de Francia eran las madres.
Ahora, si sabes algo acerca de Napoleón y lo que estaba ocurriendo durante su época, sabrás que esta motivación de querer que las mujeres tuvieran una gran cantidad de hijos no era necesariamente la motivación más noble. Él tenía la ambición de controlar el mundo, y él sentía que la manera en que lo podía hacer, era por medio de que Francia tuviera muchos niños.
En este artículo se llegó a lamentar la baja tasa de natalidad entre las mujeres estadounidenses a mediados de los 1800. He aquí una cita de ese artículo: «Cómo preservar su belleza y cómo no tener hijos parecen ser los pensamientos principales de las mujeres hoy en día». Pensé, «¿ocurrió eso en 1869? ¿O se trata del siglo 21 esto que estoy leyendo aquí?» «Cómo preservar su belleza y cómo no tener hijos parecen ser los principales pensamientos de las mujeres hoy en día».
El artículo continuaba diciendo: «La maternidad se ha convertido en algo tan fuera de moda. Las causas son muchas y se enumeran con facilidad, pero ¿quién podrá sugerir una solución para salvar la gran nación norteamericana de una aniquilación total?» Eso se escribió en el 1869.
Bueno, en ese día en Egipto, Jocabed fue una mujer valiente. Ella y su esposo estuvieron dispuestos a tener hijos aún cuando el rey había dicho: «No pueden tener hijos».
El versículo 2 continúa diciendo, en Éxodo 2, que «cuando ella vio que era un niño hermoso, lo escondió por tres meses». La Biblia de las Américas dice ahí, «Y viendo que era hermoso». Ella vio a este bebé, y ella se dio cuenta de que: «Él es un niño precioso. Es un niño hermoso. No lo puedo tirar al río». Así que lo escondió por tres meses.
Aquí se puede ver la feroz determinación del amor de una madre. Ella estaba decidida a proteger a su hijo, así que ella desafió el decreto del Faraón con gran riesgo personal. Probablemente hubo funcionarios que fueron responsables de buscar y encontrar a mujeres embarazadas, asegurarse de que sus hijos varones no vivieran y castigar a aquellas que se rehusaran a cumplir. De manera que ella pasó por este esfuerzo para proteger a su hijo.
Es interesante que este versículo dice: «Su madre vio que él era hermoso». En Hebreos capítulo 11, hay un recuento de este pasaje en el Nuevo Testamento. Dice: «Sus padres…vieron que era un niño hermoso» (v. 23). Entonces en Hechos capítulo 7, hay otro pasaje que nos dice otra vez, hablando de este incidente, «era hermoso a la vista de Dios» (v. 20).
Es interesante que la palabra «hermoso» es usada en los tres relatos del nacimiento de Moisés. Se dice que su madre se dio cuenta que era un niño hermoso; sus padres vieron que era un niño hermoso; que era hermoso a la vista de Dios.
Pensé, mientras leía este pasaje en Hechos capítulo 7, «Jesús ama a los niños pequeños, a todos los niños del mundo. Ellos son preciosos a Su vista». Ellos son preciosos a la vista de una madre piadosa; son preciosos a la vista de los padres. Ellos ven a estos pequeños, y dicen, «este niño es hermoso. No podemos dejar que Faraón o el mundo se lleve a estos niños. No podemos dejar que el mundo se apropie de las vidas de nuestros niños. Este niño le pertenece a Dios. Este niño es precioso y necesita protección».
Ahora ese pasaje en Hebreos 11, ese gran capítulo sobre la fe, nos dice lo que motivó y posibilitó a los padres de Moisés a protegerlo en contra de todos los problemas. Hebreos 11, versículo 23, dice: «Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey».
¡Asombroso! Piensen en eso. Es increíble para mí. Ellos no temieron al decreto del rey cuando dijo: «Cada niño varón que nazca será lanzado al Nilo».
Quiero decir, los niños ya habían escapado de las parteras porque las mismas no los mataban cuando nacían. Y ahora el rey dice: «Vamos a tirar a todos los bebés varones al Nilo». ¿Y los padres no tienen miedo? ¿Te puedes imaginar viviendo en ese ambiente sin tener miedo de la ley promulgada por el rey? ¿Cómo era que no tenían miedo? Por la fe.
Jocabed y Amram no tenían la revelación de Dios que tenemos hoy. Hay tantas cosas acerca de Dios y Sus caminos que conocemos hoy. Tenemos Su Palabra. Ellos no tenían todo eso, pero en sus corazones ellos conocían al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Ellos sabían que Él era un hacedor de pactos, un Dios que cumple los pactos. Ellos sabían que Él había hecho promesas para preservar a Su pueblo.
Pienso en esa promesa en Génesis capítulo 50, donde José le dice a sus hermanos: «Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os cuidará y os hará subir de esta tierra a la tierra», de la tierra de Egipto, «a la tierra que Él prometió en juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob» (v. 24). Esas fueron las últimas palabras de José: «Dios te traerá fuera de Egipto». Y los hijos de José pasaron esas palabras a sus hijos, y ellos pasaron esa promesa a sus hijos, y estos pasaron esa promesa a sus hijos.
Amram y Jocabed, sin duda, habían oído hablar de que «Dios nos va a librar de esta tierra. Él no va a destruir nuestra nación. Él no va a destruir nuestro pueblo». Ellos creían en las promesas de Dios, las pocas que conocían en aquel momento, confiaban en el amor de Dios. Confiaban en la soberanía de Dios. Confiaban en el carácter de Dios. Amiga, en un mundo tan aterrador, es la fe lo que te protegerá. Por fe, ellos no temieron el decreto del rey.
Ahora, puede que no estés viviendo con un Faraón en cuanto a la ley de la tierra se refiere, pero puede haber un faraón en tu hogar. Puede haber un faraón en tu trabajo. Puede que haya un faraón que te está haciendo la vida imposible. Te quiero decir que las mujeres de Dios no tienen nada que temer.
Ciertamente suceden cosas horribles. Ser libres del temor no significa que los edictos del Faraón no sucedan. Algunos bebés varones murieron en ese día, como murieron en los días de Herodes cuando ordenó la masacre de todos los bebés varones de dos años o menos (ver Mateo 2:16-18). Se escuchaba el llanto de las madres a quienes se les arrebataban sus hijos. Pero las madres, las mujeres de Dios, no se atemorizan ni siquiera en medio de las más terribles circunstancias. Por fe, ellas no tienen miedo.
Se necesita fe para ser una mujer sabia, sin temor; una mujer de Dios en este mundo, y eso era lo que Jocabed tenía. Por la fe, ella no tenía miedo. El versículo 3 de Éxodo 2 nos dice lo que ella hizo después de tres meses: «Pero no pudiendo ocultarlo por más tiempo, tomó una cestilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea. Entonces puso al niño en ella, y la colocó entre los juncos a la orilla del Nilo».
Así que por tres meses ella esconde a este bebé. Ahora, en los tres primeros meses los bebés duermen mucho. ¿Cierto? Así que probablemente era más fácil para ella esconder al bebé entonces. Pero finalmente llegamos al lugar donde ella no podía continuar escondiéndolo. Los bebés no duermen para siempre. Ellos lloran y hacen ruido. Algunas veces, por más que lo intentes, no puedes evitar que un bebé llore. Cuanto más grande, ya que sus pulmones se desarrollan, sus gritos se hacen más fuertes. Y llegó a un punto donde ella no podía ocultarlo más.
Así que a ella se le ocurre un plan, y creo que Dios la dirigió en este plan, así como Dios te dirigirá cuando no sepas qué hacer. Ella confecciona esta canasta. La palabra hebrea para «canasta» usada en este pasaje, es usada en las Escrituras únicamente en este pasaje y en otro lugar. ¿Sabes donde es? Es en Génesis capítulo 6, donde Dios le dice a Noé que construya un arca.
Es la misma palabra, un arca, una canasta. Esa canasta en Génesis 6 era un poco más grande. Estaba hecha de madera de ciprés, y estaba cubierta por dentro y por fuera con brea, lo cual se nos dice es una sustancia pegajosa, tipo alquitrán.
Cuando Dios quiso salvar a Noé y a su familia del diluvio que destruyó el mundo, le dio instrucciones a Noé de cómo construir esta nave a prueba de agua. Y cuando Dios quiso preservar a Su hijo Moisés de la embestida del Faraón, Dios le dio a su madre la sabiduría para construir una versión miniatura del arca.
El mismo Dios que veló y protegió a los ocho hombres y mujeres en el arca mientras el resto del mundo moría en el diluvio, ese mismo Dios, veló y protegió a este bebé varón de tres meses de edad en esa canasta, mientras otros bebés varones estaban muriendo en el Nilo. ¿Ves cómo Dios es capaz de rescatar y liberar; capaz de salvar a aquellos que Él quiere usar para los propósitos de Su reino?
Ahora, hubo otras mujeres temerosas de Dios que perdieron sus hijos. Sus hijos perecieron, pero cuando llegamos ahí, lo que vemos en este pasaje es que no se trata de nosotros. No se trata de una familia en particular o de un hijo en particular. Se trata sobre los propósitos del reino de Dios. Como mujeres, nos debemos a los propósitos del reino de Dios, y decimos, «Señor, cualesquiera que sean, no temeré a lo que el hombre me pueda hacer, sino que confiaré en Ti». Esta mujer sabia, valiente, permite que Dios le muestre qué hacer, y Dios la usa como un instrumento a través del cual la vida de su hijo puede ser librada.
Veo en Jocabed a una mujer que hizo todo lo que era humanamente posible para proteger a su hijo. Cuando llegó el tiempo en que no podía hacer nada más, en lugar de sucumbir al miedo, ella encomendó su hijo al cuidado y a la protección de Dios.
Mientras leemos la historia necesitamos recordar que ya conocemos el desenlace. Sabemos lo que pasó. Sabemos lo que viene después. La mayoría de nosotras lo sabe, pero de todos modos, y si no lo sabes, regresa a la próxima sesión, y te informaremos lo que sucedió. Pero recuerda, Jocabed no conocía el desenlace.
Ella coloca a este hijo en esta canasta dentro del Nilo, habiendo un potencial enorme de peligro en esto. Piensa en todas las cosas que podían suceder; ese niño se podía morir de hambre, o uno de los matones del Faraón podía venir y encontrar a este niño y matar a este niño varón. Había cocodrilos en ese río. Podríamos imaginar un sinnúmero de cosas, y ahí es donde debes pedirle al Señor que te mantenga fuera de imaginaciones vanas; que guarde tu mente mientras te mantienes enfocada en Él.
¿Qué hizo ella? Ella soltó a ese niño dentro del río, pero más que eso ella soltó a ese niño en manos de Dios y le dejó el desenlace a Dios. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Qué más podrías hacer que soltarle a aquellos que tú amas y tus circunstancias de vida y a ti misma en las manos de Dios?
Escucha, hay personas ahí afuera, hay fuerzas, hay influencias que quieren destruir a tus hijos. Te quieren destruir a ti, y quieren destruir a tu familia, a tus seres queridos. Hay peligro físico. Hay peligro espiritual, falsas enseñanzas, ideologías, influencias pecaminosas, amigos no piadosos, hay toda clase de peligros ahí afuera.
En primer lugar, necesitas hacer todo lo que sabes hacer para proteger a tu hijo de las influencias peligrosas y no piadosas. La confianza en la providencia de Dios no nos exime de la responsabilidad. Haz lo que puedas hacer. Los proteges hasta el punto que puedes. Vemos a Jocabed haciendo eso por esos tres meses, y entonces ella toma esa arca y coloca a ese niño dentro de ella. Ella hace todo lo que puede.
Ten cuidado con aquello a lo que expones a tus hijos físicamente. No los coloques en situaciones imprudentes que pudieran ser dañinas o peligrosas en lo que se refiere proteger sus mentes y sus corazones. Oigo hablar sobre madres enviando a sus hijos con amigos al cine a ver películas que ellos, los padres, no han revisado; enviando a sus hijos al centro comercial que solía ser un entretenimiento bastante seguro, pero que ya hoy en día no lo es.
No están siendo cuidadosos con los amigos de sus hijos. Escucha, aún si estás poniendo a tus hijos en colegios cristianos, necesitas estar atenta. ¡Necesitas ser cuidadosa!
Tengo un amigo que tiene cinco hijos. Están en una buena escuela cristiana, pero yo quiero decirte, esta mamá está mirando. Está escuchando. Ella está viendo lo que sus hijos están aprendiendo, viendo a lo que están siendo expuestos. Ella se ha convertido en una buena amiga de la directora porque se siente responsable de proteger a sus hijos y de verificar las cosas a las que están siendo expuestos.
Haz lo que puedas hacer espiritualmente, ora por tus hijos, enséñales a discernir, enséñales una cosmovisión bíblica, dales consejos piadosos, enséñales a pensar sabiamente. Haz todo lo que puedas hacer; pero cuando hayas hecho todo lo que puedas, ya depende de Dios y descansa en Él. Tienes que criar en fe, dándote cuenta de que no puedes en última instancia ser la que proteges los corazones, las mentes y los cuerpos físicos de tus hijos. En última instancia, Dios es su guardián y su cuidador.
¿Estás orando por tus hijos? ¿Los estás confiando al cuidado de Dios y a Su protección? Escucha, a Dios le importan tus hijos más de lo que te importan a ti. Él los ama, y Él está más capacitado para protegerlos que lo que tú lo estás, así como Dios protegió a este niño, Moisés. Dios ve el panorama completo. Dios está cumpliendo sus propósitos eternos. Él se está glorificando a Sí mismo. Tú puedes confiar en Él aún cuando no puedas comprender lo que Él está haciendo. Así que espera en el Señor. Ejercita la fe y sé fiel en medio de lo que no conoces.
Annamarie: Tan a menudo vivo con temor, ¿y tú? Nancy DeMoss de Wolgemuth te ha estado mostrando las cosas increíbles que Dios puede hacer cuando la fe, en lugar del miedo, dirige tu vida.
Así como usó a las parteras para proteger a su pueblo escogido, o a una madre piadosa para proteger la vida del líder que libertaría a Su pueblo; así también, Dios puede usarte a ti en la vida de tus hijos y la historia de Su pueblo, hoy.
Si has sido bendecida con esta enseñanza y conoces a alguien que podría ser bendecida también con este programa, ¿por qué no se lo compartes? Comparte tanto el audio como la transcripción fácilmente, a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. Allí también podrás escuchar el programa anterior en esta serie que iniciamos ayer, titulada, «Recordando a Miriam».
¿Alguna vez has pensado que la vida es demasiado compleja? Bueno, los planes complicados nunca son confusos para Dios. De hecho, para cumplir sus propósitos y levantar un profeta, Dios unió las vidas de cinco mujeres, en el tiempo y en el lugar precisos. Escucha más acerca de esto, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Agradecidos por tu apoyo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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