Evita la inutilidad
Debora: Si alguna vez has ido a un concierto, habrás escuchado a la orquesta comenzar afinando sus instrumentos. Pero no vamos a un concierto para escuchar a la orquesta afinar. Vamos para escucharlos tocar juntos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Esos instrumentos, que cuando empiezan a tocar juntos hacen un sonido tan hermoso, cuando solo están afinando y cada uno está tocando lo suyo, se escucha un sonido horrible. Te dan ganas de poner tus manos sobre tus oídos. Pablo dice que así luce una familia, así luce una iglesia, si estamos diciendo la verdad pero no tenemos amor; somos como un montón de instrumentos haciendo un gran ruido.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 14 de febrero del 2023.
Si hablamos sin amor, nuestras palabras serán ruido, como esa orquesta afinando, pero cuando hablamos con amor sonará como …
Debora: Si alguna vez has ido a un concierto, habrás escuchado a la orquesta comenzar afinando sus instrumentos. Pero no vamos a un concierto para escuchar a la orquesta afinar. Vamos para escucharlos tocar juntos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Esos instrumentos, que cuando empiezan a tocar juntos hacen un sonido tan hermoso, cuando solo están afinando y cada uno está tocando lo suyo, se escucha un sonido horrible. Te dan ganas de poner tus manos sobre tus oídos. Pablo dice que así luce una familia, así luce una iglesia, si estamos diciendo la verdad pero no tenemos amor; somos como un montón de instrumentos haciendo un gran ruido.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 14 de febrero del 2023.
Si hablamos sin amor, nuestras palabras serán ruido, como esa orquesta afinando, pero cuando hablamos con amor sonará como un hermoso concierto. Hoy Nancy nos animará a abrazar el amor bíblico y dejar que este afecte nuestra forma de hablar. Aquí está ella en la continuación de la serie, ¿Cómo está tu vida amorosa?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Estamos examinando esta semana el gran capítulo del amor. Algunos lo han llamado un himno de amor, 1 Corintios 13. Hemos visto cómo la iglesia de Corinto tenía un montón de problemas que eran el resultado de una religión sin amor. La falta de amor en sus relaciones con Dios y con los demás creó todo tipo de divisiones, conflictos y disputas; todo tipo de problemas.
Pablo tuvo que escribir una carta completa solo para hacer frente a los problemas que se crearon en esta iglesia porque no sabían cómo amarse unos a otros con el amor de Dios. Ellos eran egoístas, en lugar de amorosos. Hemos dicho que el amor verdadero es darme totalmente a mí misma para satisfacer las necesidades de otra persona sin esperar nada a cambio.
Ahora, mientras nos dirigimos hoy a 1 Corintios capítulo 13, estaremos viendo particularmente el primer párrafo; los tres primeros versículos. Pablo hace una declaración hermosa sobre la prioridad del amor, la necesidad del amor. Permítanme leer los tres primeros versículos de 1 Corintios capítulo 13.
«Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve» (vv. 1-3, RV60).
Vamos a desglosar algunas de estas diferentes expresiones y tratar de ver lo que Pablo está diciendo aquí. Dice en el versículo uno: «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas», si los ángeles tuvieran un lenguaje diferente, pero no hay evidencia en la Escritura de que lo tengan. Pero él dice: «Si yo pudiera comunicarme con gran elocuencia, si pudiera hablar grandes verdades a otras personas, pero si no dijera esas verdades en amor, me quedaría corta».
Si estoy enseñando a mis hijos, si estoy enseñando una clase de escuela dominical o si soy una comunicadora persuasiva, pero no tengo amor, ¿qué dice? Solo estoy haciendo ruido. Yo soy como metal que resuena, o un címbalo que retiñe.
Tal vez has oído una orquesta cuando está afinando antes de un concierto. ¡Qué ruido! Esos instrumentos, que cuando empiezan a tocar juntos hacen un sonido tan hermoso, cuando solo están afinando y cada uno está tocando lo suyo, se escucha un sonido horrible. Te dan ganas de poner tus manos sobre tus oídos. Pablo dice que así luce una familia, así luce una iglesia, si estamos diciendo la verdad pero no tenemos amor; somos como un montón de instrumentos haciendo un gran ruido.
Por cierto, quiero decir que el mundo no está impresionado con el ruido que hacemos como creyentes cuando estamos haciendo ese ruido y estamos desprovistas de amor. Cuando salimos al mundo y comunicamos el evangelio de Cristo, por más verdadero que sea, si no perciben un corazón desprovisto de egoísmo de parte de nosotras, no van a estar impresionados con nuestro mensaje.
Van a sentir que solo estamos haciendo un fuerte ruido.
Y Pablo sigue diciendo en el versículo 2: «Si yo tuviera dones espirituales extraordinarios, el don de la profecía (el mayor don espiritual, dice 1 Corintios); si tuviera este gran don para declarar la verdad de Dios a la gente, pero lo ejerzo sin amor, yo no sería nada».
Al pensar en un profeta, me viene a la mente Jonás. Finalmente llega a Nínive. Él les dijo la verdad a las personas, pero no lo hizo con un corazón de amor. En contraste con él vemos al profeta Jeremías.
Leemos en el libro de Jeremías y en el libro de Lamentaciones sobre este profeta de Dios, que también tuvo un mensaje duro para entregar a su nación, proclamando el juicio de Dios. Proclamó la verdad, pero sin embargo lo hizo con un corazón compasivo.
Pablo dice: «Si entiendo cómo toda la Escritura encaja y soy capaz de explicárselo a otras personas, pero no tengo amor, ¿cuál es el resultado? Cero. Nada».
Déjenme decirles que este es un tema que pienso que particularmente necesitamos escuchar como mujeres. Muchas de nosotras tenemos la oportunidad de participar en estudios bíblicos y en clases. Tenemos oportunidades de ir a estudiar la Palabra.
Hay algunos programas muy buenos disponibles para estudiar la Biblia, en particular para las mujeres de hoy en día. Y este es uno de los peligros. Pablo dijo también en la primera carta a los Corintios que si solo tenemos conocimiento pero sin amor, ¿qué causa esto en nosotras? Nos hace arrogantes. Nos convierte en personas con las cuales es difícil convivir.
He oído a pastores y a sus esposas expresar de diferentes maneras lo difícil que resulta para ellos dirigir a las mujeres de su iglesia o aun a sus esposas. A pesar de que las mujeres decimos que queremos que los hombres sean líderes espirituales, ¿sabes cómo los hombres se sienten a veces? Ellos piensan que sabemos mucho, y nos aseguramos de que ellos sepan lo mucho que sabemos, tanto, que ellos se sienten intimidados por nuestro conocimiento. ¿Por qué? Porque no es malo tener conocimiento. Lo malo es tener conocimiento desprovistas de amor.
Si mi conocimiento de la Palabra de Dios no me hace más humilde y más cortés y más misericordiosa hacia los hombres de Dios, y más alentadora de ellos en su posición de liderazgo espiritual, entonces ¿para qué me beneficia mi conocimiento? No me beneficia para nada.
Pablo dice: «Aunque tuviera el don de la fe». Y pienso en algunos creyentes que conozco que tienen la capacidad de confiar en Dios para cosas increíbles. Ellos simplemente creen en Dios.
Y Pablo dice: «Si tengo la clase de fe que puede mover montañas, pero no tengo amor…» Es bueno tener fe. Es bueno tener conocimiento. Es bueno tener dones espirituales. Y es bueno usar esos dones espirituales. Pero si mi corazón al poner en práctica esa fe y ese conocimiento y esos dones espirituales, está desprovisto de amor, entonces no me sirve de nada.
Y él habla en el versículo 3 acerca de este asunto de ser generosas. «Si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres». Doy todo lo que tengo. El amor ágape, el amor de Dios, siempre implica autosacrificio. Pero es posible sacrificarse a uno mismo, y no tener amor.
Amy Carmichael lo dijo de esta manera: «Se puede dar sin amar, pero no puedes amar sin dar». Si hacemos nuestras ofrendas para ser vistas por los demás, si lo estamos haciendo por el reconocimiento o la alabanza o estamos dando por deber u obligación, «esto es lo que tengo que hacer», pero no lo hacemos por amor a Dios y por amor a los demás, entonces Pablo dice que de nada me sirve.
Hay una gran cantidad de madres que nos escuchan hoy. Probablemente no hay una madre que no haya hecho enormes sacrificios por sus hijos. Haces sacrificios por tu pareja también. Y muchos de esos sacrificios no son apreciados, son invisibles, en su mayoría no son reconocidos.
Pero hazte esta pregunta: «Lo que doy en mi casa, ¿es motivado por el amor o es motivado por el deseo de ser amada?» El amor genuino es darme totalmente a mí misma para satisfacer las necesidades de los demás sin esperar nada a cambio.
Entonces Pablo hace referencia al máximo sacrificio, el martirio. «Si yo diera mi vida por la causa del evangelio, si entregara mi cuerpo para ser quemado…» Y él está hablando de un grado de autosacrificio del que hemos leído, pero que la mayoría de nosotras apenas puede comenzar a imaginar. Si renuncio a mi vida, pero no estoy motivada por amor, entonces Pablo dice: «Ha perdido su valor espiritual. No vale de nada».
El amor no es solo el acto en sí, sino que es también el corazón detrás del acto. Así que Pablo dice, y trataré de parafrasear esto de una manera muy moderna:
«A pesar de que mantengo una casa impecable, y aunque soy fiel en asistir a la iglesia, y aunque trabajo en la guardería de los niños en la iglesia todos los domingos, y aunque dirijo un estudio bíblico o enseño una clase de escuela dominical, y aunque enseño a mis hijos en casa y todo lo que esto conlleva, si lo hago sin amor, no soy nada».
Y si yo me ocupo de los niños de mi hermana mientras ella está en el hospital y si hago enormes sacrificios para mi familia, pero lo hago por obligación o por un deseo de impresionar en vez de amar, no vale la pena.
Si permanezco casada con el mismo hombre durante cincuenta años, pero no le transmito el amor de Dios, ¿de qué sirve? De nada. Y aunque traiga a mis padres ancianos a vivir a mi casa y cuide de ellos durante años, y aunque comparta mi fe con otros y aunque lea la Biblia y memorice las Escrituras y aunque sea generosa con los pobres y con los misioneros y con los otros ministerios y aunque me ofrezca como voluntaria en los esfuerzos locales en nuestra comunidad, si no tengo amor, no vale de nada.
Y el Señor lo hizo aún más práctico para mí esta mañana. Yo diría: «Aunque enseñe en conferencias para mujeres, aunque me pase horas estudiando y preparándome para hacer este ministerio para invertir en las vidas de las demás, si lo hago sin amor, ¿sabes lo que soy al final de mi vida? NADA. Todo habrá sido inútil. Así que Pablo dice: «Sigue la senda del amor».
¡Oh Padre! Cuánta convicción has traído mi corazón mientras estudiaba este pasaje, acerca de los muchos actos de servicio, de las buenas obras cristianas, las obras que yo he hecho sin tener un corazón de amor. Y el resultado de muchas de estas obras no ha valido de nada, mucho menos de lo que me gustaría admitir.
Oh Señor, ¿me limpiarías de una vida desprovista de amor y me llenarías de Tu amor? Lléname de un amor que sea verdaderamente devoto a Ti y a los demás, y que esté dispuesta a rendir mi vida sin la expectativa de recibir algo a cambio. ¿Me harías una dadora de amor así como Tú eres el amante supremo? Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Debora: ¿Cuántas veces servimos a otras personas y trabajamos para el Señor sin amor? Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado recordando que todo lo que hacemos sin amor no tiene sentido. Ella estará de regreso con la segunda mitad de la enseñanza de hoy.
Quiero invitarte a hacer este mensaje personal a través de un recurso que acompaña esta serie, también titulado ¿Cómo está tu vida amorosa?
Nancy, ¿qué te motivó a escribir este recurso?
Nancy: Mientras me preparaba para enseñar esta serie, Dios realmente usó este pasaje, 1 Corintios 13, en mi propia vida. Me trajo convicción en varias áreas; porque aunque pueda ser una gran oradora, preparar mensajes excelentes y tener un gran ministerio o escribir libros excelentes, si no tengo un corazón caracterizado por el amor, entonces, en lo que respecta a Dios, no tiene ningún valor.
Y Dios usó 1 Corintios capítulo 13, para ayudarme a identificar cómo luce Su tipo de amor, y para evaluar si se cumplen esas características en mi propia vida. Así que desarrollé este pequeño recurso como una herramienta práctica para, conjuntamente con esta serie, ayudar a las personas a caminar a través de esas cualidades, por aquellas características del amor que se encuentran en 1 Corintios capítulo 13. Con cada una de esas cualidades hay una serie de preguntas diagnósticas, preguntas que ayudarán a evaluar nuestra propia vida a la luz de la Palabra de Dios.
Me parece que una herramienta como esta nos ayuda a pasar de ser simples oidoras de la Palabra a realmente convertirnos en hacedoras de la Palabra; porque nos ayuda a aprender a amar como Dios quiere.
Debora: Obtén este recurso visitandonos en avivanuestroscorazones.com. Encontrarás un enlace a este en la transcripción del episodio de hoy. ¡Lo puedes descargar como un PDF y tenerlo a la mano en la medida en que nos escuchas a lo largo de esta serie!
Ahora Nancy regresa con la segunda parte de la enseñanza de hoy.
Nancy: Desde el siglo 15, cuando se comenzaron a utilizar los anillos de diamante por primera vez en las bodas de los reyes y de las reinas, los diamantes han sido considerados un símbolo de amor eterno.
He oído que hay cuatro factores que se supone que uno debe tener en cuenta cuando está comprando un diamante.
Primero que todo está el corte. Son cuatro características: El corte, el color, la claridad y los quilates.
En cuanto al corte, cuando un diamante se corta bien, esto permite que mayor luz sea reflejada hacia la parte superior del diamante. Me han dicho que el corte es un arte, y se necesitan muchos años de experiencia para llegar a ser realmente un buen cortador de diamantes.
Luego está el asunto del color. El color interfiere con la manera como el diamante refleja la luz, por lo que mientras menos color tenga el diamante, más valioso se considera.
Luego, la claridad. Para determinar la claridad de un diamante, buscan defectos diminutos que están dentro del diamante. Tienen que tomar una lupa y magnificar ese diamante diez veces su proporción normal, para saber si tiene esos defectos o para saber dónde están los defectos en el diamante.
Y entonces, finalmente, los quilates. Todas sabemos acerca de los quilates en los diamantes; esto es el tamaño del diamante.
Los diamantes se han convertido en una metáfora para el amor. Los diamantes, como el amor, solo se perfeccionan con el tiempo. Se requiere mucho cuidado, atención y paciencia para crear una joya valiosa y brillante.
Y hemos venido viendo el capítulo del amor, el himno al amor, 1 Corintios capítulo 13. Y vimos anteriormente la absoluta necesidad del amor. No de un amor que dice, «¿qué hay en esto para mí?», sino un amor que dice, «¿en qué puedo servirte?»
Hemos visto que el apóstol Pablo dice: «Si tengo todos los dones espirituales, y si estoy involucrado en muchas actividades espirituales, y si conozco todo sobre las grandes verdades teológicas, pero no tengo amor, todo es inútil; no sirve de nada».
Ahora comenzando en el versículo 4 del capítulo 13, Pablo va a hablar acerca de las características de ese amor. «El amor es algo esplendoroso», solía decir una canción, y supongo que podría ser el título de este párrafo: «El amor es algo esplendoroso». Pablo habla acerca de 15 características diferentes del amor. Siete de ellas son negativas: El amor no…o el amor no es…y ocho de ellas son características positivas: así es como luce el amor; esto es lo que el amor hace.
Así como un diamante tiene muchas facetas, Pablo pone el diamante del amor contra la Luz. Él nos invita a acercar nuestra vida a la Luz para dejar que el Maestro joyero, el Maestro cortador, mire nuestras vidas y ponga nuestras vidas bajo una lupa.
Yo no sé ustedes, pero a mí no me gusta cuando hay fallas en mi vida. No quiero que nadie las vea. No quiero magnificar esos defectos, pero hace falta colocar la lupa de la Palabra de Dios sobre nuestras vidas para decir, «bien, ¿cuáles son las fallas? ¿Cuáles son los defectos de tu vida amorosa?»
Así es como Dios ha venido usando este texto en mi vida en las semanas recientes, y me entusiasma compartir contigo algo de lo que el Señor me ha estado diciendo a través de estas muchas esplendorosas características del amor.
Vamos a ver, mientras leemos estas características, que el amor es algo que es muy activo. No es pasivo. Estos son verbos activos. Por ejemplo, el amor no solo se siente paciente, sino que Pablo enfatiza que el amor practica la paciencia, activamente y agresivamente. Pablo está diciendo que el amor no solo incluye sentimientos de bondad, sino que el amor, de hecho, lleva a cabo actos bondadosos.
Al leer este pasaje y al leer estas características, vamos a ver que Pablo está pintando una imagen. Es una imagen del amor, eso es evidente en el pasaje. Pero, ¿sabes qué más?
La imagen que Pablo está pintando es una imagen de Jesús. Es como si Jesús estuviera sentado allí mientras se pinta este retrato del amor. Vemos que estas características lo describen. Si queremos tener este tipo de amor, debemos dejar que Jesús llene nuestras vidas.
Tenemos que estar dispuestas a ser vaciadas de nosotras mismas, porque de manera natural cada una de nosotras nace egoísta. Pero cuando Jesús entra y llena nuestros corazones con Su amor, entonces nos encontramos con que somos capaces de amar de esa misma manera altruista, sacrificial, y servicial como Él amaba.
Y permítanme leer este párrafo contenido en los versículos 4-7. Quiero animarte a lo largo de los próximos días mientras desarrollamos esta serie, a que consideres memorizar estos versículos, 1 Corintios capítulo 13 de los versículos 4-7.
Y un reto práctico…sería que tomes todo este capítulo y lo leas en voz alta todos los días durante 30 días, pidiéndole a Dios que tome este pasaje y lo haga pasar de nuestras cabezas a nuestros corazones y a nuestras vidas.
Permítanme leer los versículos del 4-7.
«El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (NVI).
¿Cómo está tu vida amorosa? Estaremos evaluando nuestro amor en estos próximos días.
Comenzamos con la primera cualidad del amor: El amor es paciente. «El amor es sufrido», dicen algunas de sus traducciones. Esa es en realidad una buena traducción porque el amor requiere sufrir. A veces requiere sufrimiento no solo en el corto plazo, sino durante mucho tiempo. Esta clase de paciencia, este sufrimiento, habla de una capacidad para ser ofendida sin tomar represalias, incluso cuando está en tu poder hacerlo.
Esta clase de paciencia habla de ser sufrida con la gente que realmente prueba tu paciencia, las personas que te sacan de quicio. ¿Te viene alguien a la mente?
Esta clase de paciencia es lo opuesto a la ira. Una persona que ama es lenta en enojarse. Se niega a devolver mal por mal, y no hay represalias.
Es un tipo de amor que está dispuesto a que se aprovechen de él. Es un amor que se preocupa más por el bienestar de los demás que por la forma en que ellos afectan mi vida.
Si quieres tener el amor de Dios y si oras por el amor de Dios, espera que Dios probablemente ponga algunas personas en tu vida que son muy difíciles de amar.
Pero el verdadero amor, ese amor que persevera en el tiempo y en el sufrimiento y que no pierde la calma, que no se aira, no se detiene a pensar cómo los demás lo afectan. Más bien piensa, «¿cómo puedo realmente ayudar a esa persona y comprometerme con sus mejores intereses?»
Ese tipo de amor sufrido no se logra a puras fuerzas: no implica solo perseverar, aunque incluye perseverancia. Es activo, agresivo, paciente en el sufrimiento. Es un amor que se invierte en las mismas vidas de aquellos que más le han herido.
Algunas de nosotras nos incomodamos un poco cuando leemos algunos pasajes del Antiguo Testamento en particular, cuando vemos a Dios acabando con todo un grupo de personas que ha pecado. Pensamos, «¡oh, eso me luce como un juicio demasiado severo!»
Lo que más me asombra es el hecho de que hay tantos grupos de personas que Dios nunca elimina. Me asombra que Dios no me haya destruido, porque cada uno de nosotros merece la ira y el juicio de Dios.
Pero en la mayoría de las ocasiones, Dios retiene Su juicio. Él retiene Su ira. Y Pedro nos dice por qué. Él no quiere que nadie perezca. Él quiere que todos tengamos la oportunidad, el tiempo de arrepentirnos; tiempo de llegar al conocimiento de la verdad. Dios está deteniendo Su justa ira contra el pecado. Él retiene el juicio, aunque no para siempre, pero por ahora, para que podamos tener la oportunidad de arrepentirnos.
Él nos llama a soportar, a sufrir mucho en ese sentido. Así que en las cosas grandes de la vida y en las cosas pequeñas de cada día, Dios dice: «Ama como yo te he amado con un amor que es paciente, un amor que es sufrido».
- ¿Tienes esa clase de amor?
- ¿Cómo respondes cuando la gente te molesta?
- ¿Cómo respondes cuando alguien se te atraviesa en el tráfico?
- ¿Cómo respondes cuando la gente es irracional o injusta?
- ¿Tienes un amor paciente?
- ¿Estás dispuesta a que se aprovechen de ti?
- ¿Estás realmente preocupada por el bienestar y el mejor interés de aquellos que te han hecho daño?
Ese es el tipo de amor de Dios, y Él quiere llenar nuestros corazones con el amor sufrido, el amor paciente, el amor de Cristo.
Debora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado señalando a Jesús como nuestro ejemplo perfecto de amor sacrificial. Queremos ayudarte a crecer en el amor de Cristo, y si estás casada, tenemos un recurso especial para ayudarte a hacerlo. Se titula El reto de 30 días para animar a tu esposo. Este folleto es una herramienta para ayudarte a amar a tu esposo con propósito y fortalecer tu matrimonio. Miles de mujeres han tomado este reto y lo han encontrado verdaderamente transformador. Encuentra el acceso a este en la transcripción del episodio, en avivanuestroscorazones.com.
Ahora, déjame preguntarte, ¿Qué harías si estuvieras en la situación de esta mujer?
Dorothy: He estado casada por 55 años y mi esposo realmente nunca ha llenado mis necesidades. Cuando tenía 20 años de casada, muchas personas me recomendaban que me divorciara. Y yo contestaba: «Esa no es la voluntad de Dios».
Debora: Escucha más de esta historia y aprende cómo amar cuando es difícil, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Ahora Nancy nos acompaña para cerrar en oración.
Nancy: Padre, te doy gracias por el increíble amor que nos has mostrado en Jesucristo. Tú eres la medida del amor. En nuestros corazones sabemos que no podemos amar si estamos apartadas de Ti. Así que te pido, Señor, que nos vacíes de nosotras mismas y que nos llenes del Espíritu de Cristo quien es amor. En Su nombre te lo pido, amén.
Debora: Procurando alcanzar el amor juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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