¿Estás desesperada?
Annamarie Sauter: Podemos envolvernos tanto en la actividad religiosa que no sacamos tiempo para hacernos la pregunta, «¿está Dios realmente en esto?»
Nancy DeMoss Wolgemuth: Yo he pensado en cómo la presencia de Dios está ausente de muchas de nuestras vidas, de tantas de nuestras iglesias, y cuán ajenas estamos al hecho de que Su presencia manifiesta ha estado ausente por un largo tiempo, y muchos de nosotros ni siquiera nos hemos percatado de esto.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es Jueces capítulos 16 al 18.
Si participaste junto a nosotras de la Conferencia Mujer Verdadera este pasado fin de semana—ya sea en línea, reunida con un grupo de hermanas en tu comunidad o que hayas podido asistir presencialmente—experimentaste la bendición de buscar a Dios en medio de una gran comunidad. …
Annamarie Sauter: Podemos envolvernos tanto en la actividad religiosa que no sacamos tiempo para hacernos la pregunta, «¿está Dios realmente en esto?»
Nancy DeMoss Wolgemuth: Yo he pensado en cómo la presencia de Dios está ausente de muchas de nuestras vidas, de tantas de nuestras iglesias, y cuán ajenas estamos al hecho de que Su presencia manifiesta ha estado ausente por un largo tiempo, y muchos de nosotros ni siquiera nos hemos percatado de esto.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es Jueces capítulos 16 al 18.
Si participaste junto a nosotras de la Conferencia Mujer Verdadera este pasado fin de semana—ya sea en línea, reunida con un grupo de hermanas en tu comunidad o que hayas podido asistir presencialmente—experimentaste la bendición de buscar a Dios en medio de una gran comunidad. ¡Gracias a Dios por su gracia, por Cristo! Porque es en Él en quien encontramos libertad, plenitud y abundancia para siempre.
Hoy, con este programa, damos inicio a una serie que nos ayudará en nuestro peregrinaje y nos ayudará a arraigar nuestras vidas en Cristo y en la verdad de su Palabra. Esta se titula «En busca de Dios», y creo que será de gran bendición para cada una de nosotras. Nos estaremos sumergiendo en diversos temas a lo largo de las próximas semanas y participando de momentos de oración.
Esta serie se basa en el libro de estudio que lleva el mismo título, escrito por Nancy y por Tim Grissom. Si ya lo tienes te animamos a seguirnos con este a la mano. Si no lo tienes, lo puedes adquirir a través de nuestra tienda en línea en AvivaNuestrosCorazones.com, o lo puedes buscar en tu librería cristiana favorita. Y si ya has escuchado antes esta serie de programas, te animo a permanecer con nosotras para que tu relación con Dios sea refrescada.
Imagina que una amiga te llame y te diga, «¿me puedes ayudar? Estoy desesperada». Bueno, la escucharás con atención. Tú y yo debemos venir al Señor con la actitud de esa amiga, pero, con demasiada frecuencia ni siquiera nos damos cuenta de cuán necesitadas realmente estamos. El programa de hoy te hace la pregunta, «¿estás desesperada?»
Aquí está Nancy para dar inicio a la serie, «En busca de Dios».
Nancy: Un día mientras me preparaba para esta serie, mi amiga Holly y yo decidimos salir en la tarde y llevar sus hijos al parque.
Mientras nos dirigíamos hacia el parque, escuchamos un leve sonido como de cascabeles parecido a una caja de música. Sus hijos instantáneamente supieron lo que era. Tienen unos oídos que pueden escuchar cosas que únicamente los perros pueden oír.
Era un sonido leve, pero para ellos era el sonido inconfundible de un camión de helados. Inmediatamente esos niños comenzaron a vociferar, «¡mami!, ¡mami! ¡Queremos helado! Por favor, mami, es el camión de los helados. Por favor, nos podemos detener? ¿Por favor podemos comprar helados? Mami, queremos helado».
Era un coro, y Holly comenzó a perseguir ese camión. En realidad tuvimos que perseguirlo por una distancia considerable porque no nos había visto.
Él no sabía que estábamos tratando de llamar su atención. Yo no me explico cómo es que él no podía escuchar a todos estos niños.
Así que nos desviamos del parque. Nos metimos por la avenida principal, y finalmente pudimos detenerlo con una señal y hacer que detuviera el camión en un pequeño estacionamiento, para que los niños pudieran disfrutar de su helado.
Esos niños estaban eufóricos al ver ese camión de helados, y por supuesto, por obtener lo que estaba dentro de ese camión de helados. Mientras observaba la escena que estaba ocurriendo frente a mí, yo pensé, «esta es una hermosa ilustración de la serie que estamos listas para iniciar».
Aquí teníamos unos niños que estaban buscando helados. Ellos fueron diligentes. Estaban determinados. Estaban extasiados con este regalo que querían, y lo buscaron de todo corazón.
Y esta es una ilustración, a mi entender, de este viaje que estaremos haciendo juntas en las próximas doce semanas.
Ahora bien, la sabiduría convencional, por lo menos en cuanto a radio se refiere, es que tú no puedes hacer una serie por doce semanas y tener personas que perseveren contigo en esto. Pero lo vamos a hacer porque creo que hay un proceso, una evolución que está relacionada con nuestra búsqueda juntas del Señor con todo nuestro corazón.
No hay atajos para este proceso. Si queremos experimentar un avivamiento, tenemos que pasar por el proceso. Hoy en día, lo queremos todo deprisa, lo queremos todo rápido, lo queremos fácil, lo queremos de la noche a la mañana, y lo queremos sin dolor; y las mejores cosas simplemente no vienen de esa manera.
Si vamos a buscar al Señor, vamos a tener que buscarlo con todo nuestro corazón, y esto toma tiempo. Tiempo para preparar nuestros corazones, tiempo para escuchar lo que el Señor nos tiene que decir, tiempo para permitir que Él se revele a nosotras a través de Su Palabra, y finalmente tiempo para responder y permitir que aquello que Él ha revelado realmente eche raíces en nuestros corazones.
Así que quiero invitarlas a emprender un viaje con nosotras durante las próximas semanas.
Y creo que si perseveras y te mantienes con nosotras durante las próximas semanas, si preparas tu corazón para buscar al Señor de una manera fresca, si te adentras en este proceso, yo creo que en doce semanas tú vas a decir que no solamente buscaste al Señor con todo tu corazón, sino que lo encontraste de una manera fresca y nueva, quizás de una manera tan profunda que tú nunca soñaste que pudiera ser posible.
Durante la primera parte de esta serie, cada semana habrá un tema que se relacionará a las doce unidades. Pero en esta primera semana, quiero simplemente introducir el concepto de buscarle a Él. Quiero introducir la serie, darles una visión general de hacia dónde nos dirigimos, y darles algún contexto de lo que estamos hablando cuando hablamos de buscar al Señor.
Así que hoy quiero que únicamente nos enfoquemos en esas tres palabras: Buscarle a Él. Encontrarás ese concepto en las Escrituras mucho más a menudo de lo que te hubieras podido imaginar.
Piensa en ese pasaje de 1 de Crónicas capítulo 22, donde David le decía a su hijo Salomón –David estaba listo para morir– le estaba pasando la batuta; estaba pasando la corona, el trono, a su hijo, Salomón.
Salomón era un joven brillante. Tenía muchas cosas a su favor, pero David sabía que la cosa más importante que su hijo necesitaba para tener éxito como rey era tener una relación con Dios.
Así que David le dice a Salomón: «Ahora prepara tu mente y tu corazón para buscar al Señor tu Dios» (v. 19).
Hazlo ahora. No lo dejes para cuando seas viejo. ¡Hazlo ahora! Prepara tu mente. Prepara tu corazón. Sé determinante en cuanto a esto. Sé intencional sobre esto. Sé intenso sobre esto. Hazlo ahora, y prepara tu corazón y tu mente para buscar al Señor tu Dios.
Esa instrucción de David a su hijo sugiere que esto requiere enfoque y atención. Esto es algo en lo que te concentras. Hay un esfuerzo involucrado. Hay un deseo intenso.
«Prepara tu corazón para buscar al Señor. Esto es una prioridad. Hijo, esto es lo número uno, lo primero que debes hacer mientras te desenvuelves en este rol y esta responsabilidad como rey».
Te quiero sugerir que a pesar de que ninguna de nosotras somos reinas, y que probablemente nunca tendremos ese tipo de posición o responsabilidad pública, sin importar cuál es tu posición en la vida, la prioridad número uno de cada hijo de Dios tiene que ser la de buscar al Señor.
¿Quieres tener éxito en lo que estás haciendo en la vida? ¿Quieres ser bendecido? ¿Quieres cumplir con el propósito de Dios para tu vida? Puede que seas una mujer mayor. Puede que seas una estudiante en la escuela. Puede que estés en la universidad.
Puede que estés soltera o puede que estés casada. Puedes tener muchos hijos o no tener ninguno o tener el nido vacío. Cualquiera que sea tu temporada en la vida, cualquiera que sea tu llamado en la vida, la prioridad número uno es buscar al Señor.
Esto requiere que seamos proactivas. Salomón no podía ser pasivo en cuanto a buscar al Señor. Él necesitaba ser proactivo. «Hijo, haz esto. Prepara tu mente. Prepara tu corazón para buscar al Señor. Sé intencional sobre esto».
David entendió que había un enorme valor, una enorme importancia, en buscar al Señor. Ahora bien, mientras pensamos en buscar al Señor, yo sé que algunas personas, en sentido general, piensan en esto, y si fueran honestas, dirían que piensan en esto como si fuera un deber, una pesadez.
«Oh, yo tengo que buscar al Señor. Y también hay muchas otras cosas que estoy muy interesada en hacer en mi vida. Quizás buscaré al Señor cuando sea más vieja. Quizás buscaré al Señor después de que haya comenzado este negocio. Quizás busque al Señor después de que mis hijos estén en la escuela y las cosas no estén tan difíciles y pueda dormir bien en las noches. Pero buscar al Señor ahora, eso suena como algo extra que tengo que añadir a mi lista, y mi lista de cosas por hacer ya está demasiado llena. Esto suena como una carga más».
Mientras pienso en los hijos de Holly Elliff, vociferando por el camión de los helados, yo pienso que el helado para ellos en ese momento no era un deber. No era una pesadez. Era puro deleite.
Era fácil de escucharlo en sus voces. Estaba en sus rostros. Era deleite, y les quiero decir que aquellos que alguna vez han buscado al Señor y lo han encontrado, saben que hay un deleite enorme para aquellos que buscan al Señor con todo su corazón.
Si supiéramos, si pudiéramos vislumbrar, echar un solo vistazo a lo que Dios tiene reservado para nosotros, la intención de Dios hacia ti, entonces buscaríamos al Señor de la manera que esos niños estaban buscando a ese camión de helados.
Estaríamos apasionadas sobre esto. Estaríamos en serio sobre esto. Estaríamos colocando otras cosas a un lado. Estaríamos diciendo, «no hay nada más importante en mi día o en mi vida, no importa qué otra cosa yo tenga en marcha, no hay nada más importante».
Hace unos días, estaba realizando una entrevista en un programa nacional de radio, y mientras la entrevistadora y yo estábamos hablando sobre el tema del perdón, en medio de la entrevista de radio –en vivo– fué como si una luz se encendiera en la mente y en el corazón de la entrevistadora.
Ella comenzó a hablar sobre el hecho de que ella tenía algunas cosas con las que necesitaba lidiar, relacionadas con el perdón. Y ella dijo, «mientras hablamos me percato de que Dios tiene para mí una vida llena de plenitud, gozo y una experiencia más allá de lo que estoy experimentando, y si yo me rehuso a perdonar me estaría separando completamente y apartándome de ese algo increíble que Dios tiene para mí».
Esto comenzó a motivarla, el gozo de lo que pudiera tener, el tesoro que hay en Cristo, la perla de gran precio. Tú lo buscas a Él, y lo tendrás todo. Tendrás el gozo y se cumplirán los deseos de tu corazón mientras buscas al Señor
Así que hay gozo en esto, y eso debe motivar nuestros corazones.
Hoy te quiero decir, que puede ser que tú no pienses que conocer a Dios y caminar con Él sea un deleite en este momento de tu vida, pero si te preparas para buscar al Señor, vas a encontrar el mayor deleite que este mundo tiene que ofrecer, porque en Su presencia hay plenitud de gozo.
No hay únicamente deleite involucrado en buscar al Señor, sino que hay también desesperación en buscarlo a Él. Segunda de Crónicas capítulo 20, nos habla sobre el tiempo cuando los moabitas y los amonitas vinieron en guerra contra los hijos de Judá.
Los ejércitos de los enemigos de Judá eran totalmente superiores. No había manera humana en que ellos pudieran ganar esta batalla, y los mensajeros llegaron y le dijeron al rey Josafat: «viene contra ti una gran multitud» (v. 2).
Entonces el versículo tres del capítulo 20 nos dice: «Y Josafat tuvo miedo y se dispuso a buscar al Señor». Estaba desesperado. Tenía miedo. Estaba aterrorizado. No había nada que él pudiera hacer para resolver esa situación. Estaba desesperado.
Así que yo pienso sobre esta historia. Y me recuerda un incidente que ocurrió hace 20 años, pero no creo que yo pueda olvidarlo jamás. Yo estaba sentada con mi amiga Diana comiendo un pedazo de pastel de manzana en su mesa de la cocina, y estábamos conversando con otra amiga.
De repente Diana se puso bien ansiosa, con mirada de preocupación en su rostro, aunque no dijo lo que estaba pensando, me di cuenta de que ella lucía preocupada, y entró y salió de la habitación varias veces.
Finalmente dijo, «¿dónde está Jordan?» Jordan era (en ese entonces) su hijo de tres años, y ella se percató de que no lo había visto ni escuchado por un largo tiempo.
Ella lo buscó dentro y fuera de la casa, y comenzó a llamarlo. Bueno, finalmente nos dijo cual era la situación. ¿Dónde estaría Jordan?
De repente, ya no importaba para nada el tema por el cual nos habíamos reunido. Nada más importaba. Todo el mundo estaba buscando a Jordan. ¿Dónde está Jordan?
Por supuesto que buscaron dentro de la casa; buscaron alrededor de la casa. Diana llamó a su esposo al trabajo. Él trabajaba justo al final de la calle y corrió a la casa. ¿Dónde está Jordan? Todos buscaban a Jordan.
Finalmente la policía se involucró en la situación. Ahora ya han pasado varias horas. Ninguna señal de Jordan, y todas las madres en la habitación sencillamente gemían. Posiblemente tú has pasado por una experiencia similar y conoces de esa total desesperación.
¿Así que, qué haces tú, como madre, cuando algo así sucede? ¡Tú buscas! ¡Buscas! ¡Buscas! Estas desesperada. Estás ferviente. Nada más importa. Tú buscas aquel que está perdido.
Me alegra mucho poder reportar que encontraron a Jordan. Había subido a un pequeño monte no muy lejos de la casa y estaba totalmente ajeno a todo lo que estaba pasando. Yo pienso que él se estaba divirtiendo mucho, y por supuesto, el alivio fue inmenso cuando apareció Jordan.
Estoy segura de que se derramaron lágrimas, pero cualquiera estaría de acuerdo con que valió la pena el esfuerzo, la búsqueda, la desesperación por encontrar a ese pequeño niño.
Mientras pienso sobre Jordan desaparecido y la desesperación con la que su familia, amigos y la policía lo estaban buscando ese día, yo he pensado en cómo la presencia de Dios está tan ausente de muchas de nuestras vidas, de tantas de nuestras iglesias, y cuán ajenas estamos al hecho de que Su presencia manifiesta no ha estado allí por un largo tiempo. Muchas de nosotras ni siquiera nos hemos percatado de esto.
Pero una vez tú te percatas de esto, y puedes saborear lo que es tener la presencia de Dios expresa en tu vida y entre su pueblo de una manera extraordinaria, nunca más podrás estar contenta sin ella.
Hay desesperación. Hay una necesidad desesperada por esa presencia, de que la visitación de Dios sea restaurada y experimentada entre el pueblo de Dios, en nuestras iglesias, en nuestros hogares, y en nuestras vidas.
¿Estás desesperada por esto? Cuando estés desesperada, entonces comenzarás a buscar, y te mantendrás buscando hasta que lo hayas encontrado a Él.
Puede que Dios en estos momentos de tu vida esté creando circunstancias que te hagan estar desesperada por Él. Mientras celebramos conferencias de Aviva Nuestros Corazones en diferentes ciudades, una de las cosas por las que oro en los días que anteceden a esa conferencia, es por las mujeres que vendrán. Yo oro, «Señor, Tú puedes crear en esta semana en las vidas de estas mujeres circunstancias que las hagan sentirse desesperadas por Ti».
Yo no sé cuáles son esas circunstancias, y les digo a esas damas que he estado orando de esa manera cuando llegamos a la primera noche de la conferencia, y algunas me miran como, «¡oh, tú eres la responsable de lo que me pasó en esta semana! Tú eres la causante de que mi vida se destrozara en esta semana».
Yo digo, «bueno, no voy a sentirme culpable por eso», pero si Dios está llamando tu atención y haciéndote sentir sedienta por Él a través de las circunstancias de tu vida, tan duras como parezcan ser, entonces eso es algo bueno.
Cualquier cosa que me haga anhelar a Dios es una bendición. Algo que me haga sentirme desesperada por Él, algo que me lleve hasta el final de mis propios recursos, de mis propias fuerzas, de mi propio poder, eso es algo bueno.
Gracias a Dios si Él está creando circunstancias que te hagan sentir desesperada por Él, porque entonces tú buscaras al Señor con diligencia.
Búscalo de todo corazón, no solamente con deleite y desesperación, sino con diligencia. Hebreos 11 nos dice que Dios es remunerador de los que lo buscan con diligencia (v. 6). La palabra para diligente es una palabra que significa «un esfuerzo concentrado».
Es un esfuerzo intenso. Esto no es una ojeada casual en dirección hacia Dios. Algo como, «oh, Señor, Tú sabes, si Tú nos avivas, eso sería agradable». ¡No! Es una búsqueda diligente de Dios.
Esto me trae a la memoria el pasaje de Lucas capítulo 15, donde Jesús hablaba sobre cosas y personas que estaban perdidas, y de cómo sus dueños las estaban buscando.
Él dice en el versículo ocho, «¿o qué mujer, si tiene diez monedas de plata y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarla?»
Buscar con determinación. Jesús dice en ese pasaje, «esta mujer busca diligentemente». ¿Por cuánto tiempo? Hasta que la encuentre.
Si vamos a buscar con determinación, eso significa que no paramos de buscar hasta que no hayamos encontrado lo que estamos buscando. Insistimos por aquí. Presionamos por allá. Presionamos al Señor y le decimos, «Señor, no te voy a dejar ir hasta que Tú no vengas y tengas un encuentro con nosotros en avivamiento».
Las Escrituras dicen, «buscad al Señor… Buscad Su presencia contínuamente» (Sal. 105:4). Buscarlo a Él no es ocasional, no es una experiencia de una sola vez, es un estilo de vida. Busca al Señor continuamente.
De modo que continuamos buscando, pero no solamente buscando, sino buscándolo a Él. Una de las condiciones que el Señor pone para el avivamiento en ese versículo tan familiar de 2 Crónicas 7:14, es que nosotros debemos buscar Su rostro.
«Buscad Mi rostro». Eso significa que nosotros debemos buscarlo a Él más de lo que buscamos sus dones, más de lo que buscamos cualquier cosa que Él pueda hacer por nosotros, más de lo que buscamos Sus bendiciones, más de lo que queremos que las personas alrededor de nosotros cambien».
¿Lo quieres a Él, o quieres un buen esposo y un matrimonio feliz? Tú dices, «bueno, a mí con seguridad me gustaría tener ambas cosas». Te quiero decir esto, una vez lo encuentres –al Señor– entonces tendrás todo lo demás que tú necesitas para tu bienestar y tu felicidad.
Busca al Señor. Busca Su rostro. Todos somos buscadores. Todos dedicamos nuestro tiempo, nuestras energías, nuestros esfuerzos a buscar una o más cosas. Buscamos aquellas cosas que más nos importan, aquellas cosas que realmente queremos.
Eso es lo que buscamos. Yo sé que muchas de las que me están escuchando ahora mismo están buscando una pareja. Están aquellas que están buscando felicidad, buscando relaciones, buscando amistad, buscando dinero, buscando posición, buscando reconocimiento.
¿Qué estás buscando tú? Jesús dijo en Mateo capítulo seis: «No os preocupéis, diciendo: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Porque los gentiles (los no creyentes) buscan ansiosamente todas esas cosas…» (vv. 31-32).
Eso es lo que ellos están buscando. ¿Significa eso que estas otras cosas son poco importantes? ¿Que no importan? ¿Que no importa que no tengas algo para comer ó algo para vestir ó algo para beber?
No quiere decir que no importan, pero Jesús dijo, «vuestro Padre celestial sabe que necesitáis todas esas cosas» (v. 32). Así que el punto no es que no son importantes. El punto es que no son lo más importante.
No son las cosas que nosotros primordialmente debemos buscar. No deben ser nuestro principal foco de atención. ¿Entonces qué fue lo que Jesús dijo que debe ser nuestro principal foco de atención? «Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (v. 33).
Las tendrás, tendrás lo que necesitas en ese paquete –todo lo que necesitas– cuando lo encuentres a Él. De manera que, ¿qué estás buscando tú? ¿Qué buscas realmente? ¿Qué es lo que realmente te importa? ¿En qué estás invirtiendo tu tiempo, tu esfuerzo, tus recursos?
¿A quién estás buscando? Buscamos ayuda, dirección, consejo y provisión muchas veces de las personas alrededor de nosotros, de amigos, de familia, de pastores, consejeros, terapistas; algunas veces buscamos ayuda de libros o de recursos o de conferencias.
¿Estás buscando al Señor primero y en primer lugar? En estas próximas semanas, te quiero animar a buscar al Señor. Eso puede significar que tendrás que decir «no» a algunas otras cosas, algunas de ellas buenas.
Puede significar que pases menos tiempo frente a la televisión, menos tiempo con tu programa favorito, menos tiempo quizás en tu computadora. Quizás menos tiempo jugando juegos de computadora o navegando en el internet o menos tiempo enviando correos electrónicos.
Puede significar que necesites levantarte más temprano en la mañana. Yo no te voy a decir a qué hora te debes levantar; solamente te estoy diciendo, busca al Señor y pregúntale a Él, «¿qué significaría, Señor, para mí buscarte a Tí con todo mi corazón durante las próximas semanas?»
Por cierto, yo espero que el patrón de buscar al Señor durante estas doce semanas se convierta para tí en un patrón de toda una vida de buscar al Señor.
Aparta tiempo. No hay un recurso más precioso que el tiempo que inviertes para buscar al Señor. Busca al Señor tú sola. Busca al Señor junto a otras. Busca al Señor con un grupo.
Busca al Señor contínuamente. Déjame animarte a no detenerte en buscarlo a Él porque ya has hecho un estudio antes. Las Escrituras dicen: «¿No volverás a darnos vida (una y otra vez) para que tu pueblo se regocije en Ti?» (Sal. 85:6).
Dios te quiere usar, quizás como un instrumento de avivamiento en las vidas de otras, para animar a otras a buscarlo a Él. Así que reúne un grupo. Hazlo con otras.
Permíteme animarte a planificar para que durante estas semanas participes con nosotras en esta búsqueda del rostro del Señor.
Annamarie: ¿Buscas a Dios cada día? ¿Tienes comunión con Él? Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar.
Las circunstancias que traen desesperación a nuestras vidas nos despiertan a la realidad de nuestra necesidad de Dios. Y para atravesarlas y aún para cultivar nuestra relación con Él, debemos conocerle a través de Su Palabra—arraigar en Él nuestras vidas. Es por eso que este año 2020 nos hemos unido para leer la Biblia completa. Conoce más acerca de esto en AvivaNuestrosCorazones.com, en la sección «Mujer Verdaedra 365».
Y allí en nuestro sitio web, en la tienda en línea, también podrás encontrar el libro que acompaña esta serie de programas, «En busca de Dios». También lo puedes buscar en tu librería cristiana favorita. Te animamos a hacer este estudio, o a reunir varias de tus amigas y hermanas para hacer juntas este estudio.
Bueno, hoy has escuchado las palabras «avivamiento personal». A lo mejor no es un término familiar para ti. Aprende un poco más de lo que es y lo que no es un avivamiento, en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.
Ahora Nancy regresa ahora para orar con nosotras.
Nancy: Señor, nuestros corazones claman a Ti y dicen: «Señor, queremos buscarte. Queremos buscar Tu rostro». Oro, Señor, para que Tú nos des un sentido de desesperación, un sentido de diligencia y determinación, y de gozo y de deleite, a medida que te buscamos con todo nuestro corazón.
Gracias por Tu promesa de que a medida que te busquemos, nuestros corazones serán avivados. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Clamando a Dios por un avivamiento juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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