Estaba desnudo y me vestiste
Annamarie Sauter: Ann Dunagan y su familia estuvieron en Uganda. Había niños sufriendo por todas partes, pero en especial, un niño de trece años de edad, llamó la atención de Ann.
Ann Dunagan: Este niño tenía una camiseta rota, sin pantalones y sin ropa interior. Cuando yo pasaba, él tiraba de la camisa hacia abajo para taparse y que yo no lo viera. Simplemente impactó mi corazón porque yo estaba pensando en lo orgullosa que estaba de mis armarios ridículamente conquistados. Solo pensé: «Señor, ¿qué quieres que haga?»
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Al leer las Escrituras, una de las cosas que no puedes evitar notar, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, es que nuestro Dios tiene un corazón para las naciones, para que conozcan el evangelio. Estoy pensando, por ejemplo, en el …
Annamarie Sauter: Ann Dunagan y su familia estuvieron en Uganda. Había niños sufriendo por todas partes, pero en especial, un niño de trece años de edad, llamó la atención de Ann.
Ann Dunagan: Este niño tenía una camiseta rota, sin pantalones y sin ropa interior. Cuando yo pasaba, él tiraba de la camisa hacia abajo para taparse y que yo no lo viera. Simplemente impactó mi corazón porque yo estaba pensando en lo orgullosa que estaba de mis armarios ridículamente conquistados. Solo pensé: «Señor, ¿qué quieres que haga?»
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Al leer las Escrituras, una de las cosas que no puedes evitar notar, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, es que nuestro Dios tiene un corazón para las naciones, para que conozcan el evangelio. Estoy pensando, por ejemplo, en el Salmo 96:3, «¡Contad su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos!» Tenemos un Dios de mente misionera y si vamos a ser seguidoras de Cristo, hijas de Dios, debemos ser de mente misionera también.
Es por eso que estoy tan contenta de dar la bienvenida de nuevo en Aviva Nuestros Corazones a nuestra invitada esta semana, Ann Dunagan, que ha escrito varios libros y artículos. Estamos hablando esta semana sobre el libro The Mission-Minded Family (Una familia con mentalidad de misión).
Ann, gracias por escribir este libro, por vivirlo, y por estar aquí con nosotras en Aviva Nuestros Corazones para hablar acerca de cómo construir una familia que tenga una pasión por la gloria de Dios y por su evangelio, para ir a todas las naciones.
Ann: Gracias Nancy. Estoy encantada de estar aquí.
Nancy: Mientras leía tu libro, sentí como que estaba leyendo la historia del corazón de mis propios padres por nuestra familia. Soy la mayor de siete hermanos. Tú tienes siete hijos. Mis padres eran muy intencionales, no solo sobre comunicarnos el evangelio a nosotros, sino en pasarnos de maneras muy prácticas un corazón para las misiones, para dar a conocer el evangelio de Cristo a las naciones.
De hecho, para su luna de miel mis padres —la mayoría de las personas quizás no conocen esta historia, pero yo nací nueve meses y cuatro días después de que mis padres se casaron; permítanme empezar por ahí— así que para su luna de miel, mi madre quedó embarazada de mí en la primera semana.
Mis padres pasaron tres meses... —mi papá estaba haciendo negocios en ese tiempo. Viajaron a Cuba, a República Dominicana, a las Indias Occidentales Británicas, Haití, todas estas islas. Estos eran países del tercer mundo en la época—y ellos predicaban en la calle. Mi madre cantaba. Mi padre predicaba. Ellos dormían bajo un mosquitero por la noche. Ese período fue el primer trimestre en el cual mi mamá me llevaba en su vientre. Así que mi papá solía llamarme su pequeña gitana porque la primera parte de mi vida la pasé en el vientre viajando con ellos haciendo el ministerio, evangelizando y dando a conocer el evangelio.
Mi papá era un hombre de negocios; él no era un predicador. Pero él tenía un testimonio, él conocía el evangelio y quería compartirlo. Así fue como empezó mi vida. Te dije antes de empezar esta grabación que las semillas que estás plantando en tus siete hijos hoy, pasarán generaciones antes de que conozcas plenamente el resultado de algunas de esas semillas. A pesar de que mi papá ha estado con el Señor por treinta años, gran parte de lo que estoy haciendo hoy es el resultado de esas semillas de amor al reino de Dios y de una mente por las misiones, que se plantaron en mi vida a una edad muy temprana.
Ahora, eso es lo que estás haciendo con tus siete hijos, que van desde los ocho hasta los veintidós años. Cuando estaban pequeños, ¿cómo fue tu comienzo en pasarles a ellos un corazón por el evangelio, un corazón por el reino de Cristo y un corazón por vivir por una misión más grande que ellos mismos? Cuando eran pequeños, ¿cómo empezaste a transmitirles eso?
Ann: Cuando nuestra familia era más pequeña, mi esposo y yo estábamos saliendo al trabajo de evangelismo a tiempo completo. Viajábamos con nuestros hijos alrededor de todo el mundo. Hubo un momento en que teníamos un niño pequeño. Yo estaba a medio camino de mi embarazo. Estábamos viajando a lo largo de Hong Kong; estábamos contrabandeando biblias en China, metiéndonos en zonas remotas, durmiendo bajo mosquiteros como lo que estás hablando, montando en el transporte público Jeepneys. Dios ha abierto puertas por todo el mundo. En realidad siempre hemos vivido en los Estados Unidos, pero hemos ido hacia atrás y hacia adelante, atrás y adelante.
Nancy: ¿Y te llevaste a tus hijos contigo?
Ann: Así es. Cuando nuestra familia era más pequeña, simplemente llevábamos a nuestros hijos con nosotros a todas partes. A veces nos traíamos una sobrina, o alguien que pudiera ayudarnos siendo un par de manos extra para ayudar con nuestros pequeños. Empezamos a orar y a buscar a Dios para saber exactamente lo que se suponía que debíamos hacer y quién debía ir a cada viaje. A veces mi esposo iría a un viaje de corto alcance solo. A medida que nuestros hijos crecían, tendríamos a veces que ir todos juntos como familia. A veces mi esposo llevaría a uno de nuestros hijos adolescentes. Entonces también se convertía en un momento muy especial de padre e hijo. Mi hija de edad universitaria y yo hemos viajado en muchos viajes misioneros, solo las dos.
Nancy: ¿Haciendo que tipo de cosas?
Ann: El objetivo principal de mi esposo es la misión de evangelismo. Él va a donde la cosecha está a punto de perderse si no llega alguien allí. Esa es nuestra vocación particular. Nuestro ministerio es el ministerio de la cosecha. Por ejemplo, cuando la Unión Soviética se disolvió a principios de los años noventa y había una puerta abierta como nunca antes para entrar a Rusia, Ucrania y otros lugares de la antigua Unión Soviética, ahí era adonde nos dirigíamos, llevando biblias, ayudando con la divulgación, haciendo evangelismo, estando en las escuelas.
Luego hubo momentos después del genocidio de Ruanda, en que ese lugar estaba muy maduro para la cosecha. Había habido tanta guerra y tanta devastación. Había personas que necesitaban desesperadamente escuchar el evangelio en ese momento. Fue entonces cuando fuimos a Ruanda.
El Señor ha cavado profundamente en mi corazón una necesidad por los huérfanos. Hubo momentos en que nos encontrábamos en una zona y estaban todos estos pequeños niños desnudos alrededor. Y recuerdo que comenzó a conmoverse mi corazón profundamente. Hubo un momento en particular. Hay esta cita de Hudson Taylor cuando era joven. Él dijo: «Me siento como que no puedo seguir viviendo si no hago algo por la China».
Yo había llegado a este punto en el que sentía que no podría volver a África de nuevo, a menos que hiciéramos algo grande para los huérfanos. Había este deseo ardiente que seguía ardiendo más profundo. Finalmente, solo llegué al punto en que me sentí como si estuviera a punto de explotar. «No puedo volver aquí de nuevo a menos que hagamos algo por estos niños huérfanos».
Hubo un par de cosas diferentes que el Señor usó para agitar esto de una manera muy profunda; el mismo corazón para trabajar con niños huérfanos estaba también dentro de mi hija. De hecho, comenzamos un orfanato en Uganda, al este de África llamado Villa Osanidde. Osanidde es una palabra de Uganda, una palabra de la lengua de Uganda que significa «eres digno». Suena como «oh día soleado». Así que queríamos ofrecer un lugar de alegría y felicidad, donde esta generación perdida —los padres estaban muriendo de SIDA— pudieran ser preservados, protegidos y criados para amar a Jesús.
Nancy: Hay un pasaje en Proverbios 31 que yo sé que ha sido significativo para ti que habla acerca de tener este corazón.
Ann:Cuando vemos Proverbios 31, por lo general comenzamos en el versículo 10. Proverbios 31:10 comienza: «Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas» (RV60). Bueno, si lo lees todo en su contexto, algunos de mis versos favoritos de la Biblia son Proverbios 31:8-9, que dicen:
«Abre tu boca a favor del mudo, en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del pobre y del menesteroso» (RV '77).
El Señor comenzó a trabajar en mi corazón acerca de la importancia de abrir mi boca y compartir defendiendo la causa. El ser embajadores de Cristo, como si Dios rogase a través de nosotros. Dios está viendo la injusticia en este mundo. Él ve a los niños que están muriendo. Ve todas estas necesidades. Él quiere que abramos nuestra boca y defendamos la causa de los pobres y los necesitados.
Nancy: Y sigue en Proverbios 31:20: «Extiende su mano al pobre, y alarga sus manos al necesitado». Así que ella no es solo alguien piensa en esto. Esto no es una carga que lleva en su corazón. Es algo en lo que ella realmente hace algo al respecto de alguna manera práctica y tangible, para ayudar a satisfacer estas necesidades de los más necesitados y pobres a su alrededor.
Ann: Hubo una vez que mis hijos y yo habíamos hecho este gran esfuerzo de depurar nuestros armarios. Habíamos conseguido algunas bolsas de ropa. El armario de los niños era la zona de desastre. Pensé: bueno, vamos a conquistar los armarios. Así que tomamos un par de días y organizamos los armarios. Recogimos todas las perchas. Teníamos el montón para regalar y el montón para tirar. Fue un gran esfuerzo para que toda esa ropa quedara organizada.
Fue poco después de eso que me dirigí a Uganda. Yo estaba haciendo esta conferencia de mujeres, y había niños en ese lugar por todo alrededor que estaban desnudos. Había un niño en particular, que tenía una camiseta toda rota. Era de la misma edad que mi hijo Daniel, quien en ese momento tenía trece años. Este niño tenía una camiseta rasgada, sin pantalones y sin ropa interior. Cuando yo pasaba, él tiraba la camisa hacia abajo para que no lo pudiera ver. Simplemente impactó mi corazón porque yo estaba pensando en lo orgullosa que estaba de mis armarios ridículamente conquistados.
Regresé a esta pequeña habitación en la que me estaba quedando bajo el mosquitero, y solo dije: «Señor, ¿qué quieres que haga?» Recuerdo que Dios habló a mi corazón y dijo: «Ann, yo soy el desnudo en estas calles. ¿Vas a hacer algo al respecto?» Solo recuerdo que pensé, ¿qué puedo hacer yo? Teníamos un poco de dinero, y fuimos y compramos un montón de ropa. Pensé: Esto va a ser divertido. Vamos a vestir a todos estos pequeños niños que andan desnudos, corriendo por todas partes.
Así que nuestra familia empezó repartiendo estas ropas y estábamos tratando de hacer que coincidiera niño con ropa de niño y niña con ropa de niña. Pensé que esto sería una cosa pequeña, noble y divertida para hacer; que eso sería grandioso. Cuando comenzamos, las madres llegaron corriendo desde las diferentes áreas de la aldea. Entonces la noticia empezó a extenderse y la gente venía corriendo, levantando pequeños niños desnudos, preguntando: «¿Podemos tener alguna de esta ropa?» Hubo tal enjambre de gente a nuestro alrededor que acabamos subiéndonos en la parte trasera del camión. Eso no funcionó. Terminé en la parte superior de la cabina del camión, tratando de entregar este montón de ropa.
Lo que pensé que iba a ser una cosa maravillosa terminó en un caos patético. Esto hizo algo profundo en mi corazón y yo pensé: Ya sabes, la Biblia dice: «estuve desnudo, y no me vestisteis» (Mat. 25:43). Acabo de llegar a casa, y tengo un montón de niños de nuestra iglesia junto con nuestra propia familia para ser parte de esto. Pensamos: «¿Qué podemos hacer para vestir a los niños en esta aldea? Todos esos niños que no tuvieron la oportunidad de conseguir algo». Eso era emocionante.
Nancy: ¿Qué hicieron?
Ann: ¡Actuamos! Todos nosotros juntamos un grupo de iglesias pusimos estos pequeños termómetros, y les dijimos a los niños : «Vamos a vestir a algunos de estos pueblos. ¿Quién quiere venir y ayudar con $5 o $10 dólares?»
Nuestro hijo Daniel, durante este tiempo en particular, Dios se movió en su corazón de una manera muy real. Tenía algunos ahorros. Tenía un poco de dinero que él estaba tratando de ahorrar para poder abrir una cuenta de cheques. No dejaba de pensar acerca de ese pequeño niño que era su edad que no tenía ningún pantalón, solo tenía una camiseta rota y ni siquiera ropa interior. Esto conmovió su corazón de una manera muy profunda. Recuerdo que fue y puso todo el dinero en su cama, se acercó, nos dio todos sus ahorros y dijo: «Quiero ayudar a esos niños». Fue muy emocionante. Era algo que Dios había movido en su corazón.
Nancy: De modo que su fe se estaba convirtiendo en su propia fe, no era solo la fe de sus padres.
Ann: Cuando Dios hace algo en el interior de los corazones de nuestros hijos, es algo tan precioso. Nuestro hijo Josh, cuando tenía diez años. . . Fue en la época de Navidad a principios de diciembre, mi marido estaba en algún lugar remoto de África. Josh se sentó en la sala de estar con su pequeña Biblia, y estaba teniendo su tiempo devocional. Él estaba orando por su papá que estaba otra vez en África y orando por los perdidos y para que la gente llegara a conocer a Jesús. Entonces entré a la sala, y Josh estaba llorando. Le dije: «Josh, ¿qué está pasando?» Estaba llorando con mucho sentimiento. Él me dijo: «Mamá, acabo de darme cuenta de que hay personas que no conocen a Jesús. Si no conocen a Jesús, no pueden ir al cielo. Si no pueden ir al cielo, van a ir al infierno y van a ser atrapados allí para siempre».
Fue esa frase, «atrapados allí».
Luego dijo: «Mamá, nunca he llevado a nadie a Jesús. ¿Qué he hecho? Yo oro, y hacemos cosas pequeñas, pero nunca he llevado a nadie a Jesús».
Recuerdo que me senté en el sofá junto a Josh y le dije: «Vamos a orar para que Dios te dé esta semana la oportunidad de orar con alguien para recibir a Jesucristo».
Así que escribió esta pequeña carta preciosa para Dios, llena de faltas de ortografía. Como madre que educa en casa, era bastante patético, pero su contenido era impresionante. Él dijo: «Señor, tú eres precioso para mí. Eres precioso, y te amo. Ayúdame a compartir sobre ti».
Así que como mamá quería nutrir lo Él que estaba haciendo en su corazón. De hecho, me lo llevé a algunos parques diferentes. Lo llevé a algunos lugares donde los niños podían pasar el rato. Conseguimos algunos pequeños volantes de evangelismo que pudimos repartir. Hablé con él acerca de cómo podía orar con alguien para recibir a Jesús. Él terminó yendo a un parque y hablando con un niño llamado Randy y lo llevó a Jesús esa semana. Eso fue impresionante. Él ahora se graduó de la universidad. Hace apenas un par de meses, él estuvo con mi esposo predicando en Mozambique y Swazilandia, solo predicando del evangelio junto a su papá.
Nancy: Me imagino que algunas personas piensan que esto es como una familia realmente diferente. Estas anticuadas personas misioneras que hacen cosas que son «fuera de lo común», pero yo solo estoy viviendo una vida normal. Tengo un trabajo, mi esposo tiene un trabajo. Tenemos una familia normal. ¿Estás diciendo y crees Ann que hay formas en que cada familia puede implementar un corazón para las misiones y un corazón para el reino de Dios?
Ann: Por supuesto. Por cierto, soy una madre muy normal. Yo lavo la ropa y los platos. Tenemos un grupo de hogar en nuestra casa. No todo es solamente grande y glorioso. Es la vida cotidiana. Cada familia está llamada a tener una mente misionera. Hudson Taylor dijo: «La gran comisión no es una opción, es un mandamiento para obedecer». No es solo para las personas aisladas misioneras, apóstoles seleccionados y personas de gran nombre. Es para todos y cada uno de nosotros. Cada cristiano es llamado a expandir el reino de Dios en cualquier esfera de influencia; somos llamados a alcanzar a otros.
Cuando dice: «Id por todo el mundo» (ver Mateo 28:19), no es solo mundos geográficos, es mundos, es grupos de gente. Mundos como el juego de fútbol de mamás. Tú puedes simplemente ir y ser una luz y una representante de Jesucristo en la cancha de fútbol. Puedes ir a tu vecindario para que la gente sepa que esto es una familia cristiana. Van a la iglesia, aman a Jesús, e invitan a la gente a venir. Me refiero a cosas prácticas que cada familia puede hacer. Podemos ser testigos.
Tenemos el reino de Dios en nosotros y fluyendo a través de nosotros. Podríamos irnos por camino seguro, y es como si el reino de Dios estuviera entrando por camino seguro, caminando justo al lado de las personas perdidas que necesitan a Jesucristo. Ellos están en el reino de las tinieblas y nosotros estamos justamente en el mismo pasillo en camino seguro.
Es como si fueras testigo a todas las personas que entran en contacto contigo. Justamente ayer estuve en un avión y había una mujer sentada a mi lado. Yo estaba un poco cansada. Estaba durmiendo, pero la mujer a mi lado estaba tosiendo. Pensé, Señor, ayúdame a no contagiarme con la enfermedad que ella tiene. Puse mi cobija sobre mí, y sentí un codazo. Sentí este empujón de parte del Señor. Sentí que me decía: «No te preocupes por contagiarte de algo de ella, la amo y ella necesita oír sobre mí». Así que empecé a hablar con ella y tuvimos una conversación increíble. Podemos dar para expandir el reino de Dios y sembrar en nuestros hijos que ellos deben amar a Dios y estar abiertos a lo que sea que Dios tenga para ellos.
Nancy: Ann, estás realmente hablando de vivir una vida que es intencional. Como hijas de Dios, hijas de Su reino, hijas del reino de la luz, rescatadas del reino de las tinieblas, y trasladadas al reino del Hijo de Dios, tenemos una misión al estar aquí en esta tierra. No solo estamos hablando de otro país; estamos hablando del mundo y de las naciones.
Estamos hablando de vivir la vida con propósito e intencionalmente. No solo vivir como el resto del mundo lo hace, vagando sin esperanza, pasando de una actividad a otra, de un evento deportivo al siguiente, de un día de escuela al siguiente, de un día de trabajo al otro, sin ningún sentido de propósito ni dirección.
Estamos diciendo que Dios nos ha puesto aquí en esta tierra, ya seas soltera, casada, con hijos, sin hijos, en tu trabajo, en tu vecindario, donde quiera que estemos, somos embajadoras de Cristo. Somos la luz del mundo. La luz que Jesús ha depositado en nosotras se supone que está brillando a través de nosotras. Realmente el reto es para todas las mujeres, cualquiera que sea tu etapa de la vida, independientemente de las edades de tus hijos, tener la intención de dejar que la luz brille en el mundo. ¿No crees que tus hijos capturan ese espíritu y ese ambiente?
Ann: Por supuesto. Ser capaz de inculcar en nuestros niños, comenzando con el final en mente, empezamos por mirar de lo que se trata todo esto. Es aún más allá de lo que la gente piense de nosotras en nuestro funeral. Es aún más allá de dejar un legado duradero. Es todo sobre el final que es la eternidad. Se trata de tener nuestra mente en la eternidad. Cuando nos centramos en ese resultado final, donde nos encontramos cara a cara con el Dios todopoderoso. ¿Cuáles son las decisiones y las discusiones que estamos teniendo hoy en día, tanto con nuestros hijos o como familia, ¿cómo estamos representando a Dios en el mundo? ¿Qué diferencia está haciendo para la eternidad?
Nancy: La eternidad es algo en lo que deberíamos estar pensando cada día de nuestras vidas. Es el pensamiento de la eternidad lo que hace que este día sea significativo. Al estar tú escuchando esta conversación con Ann Dunagan, y cómo el pensamiento de la eternidad la motiva y la guía como madre, como esposa y como mujer, cómo ella vive a la luz de la eternidad, déjame preguntarte:
- ¿Cómo estás viviendo a la luz de la eternidad? ¿Es eso algo en lo que tú piensas? ¿Es una prioridad en tu corazón?
- ¿Es Cristo y Su reino, la fama y la difusión de Su gloria y de Su evangelio, algo que por lo menos ha entrado en tu mente el día de hoy? ¿Pensaste en eso ayer?
- ¿Estás consciente de esto a medida que estás haciendo tu trabajo, haciendo los mandados, haciendo lo que sea que estés haciendo hoy, lo que estás haciendo al escuchar este programa de radio?
- Tal vez estés haciendo la limpieza de tu casa, puedes estar en tu trabajo, puedes estar en una camioneta como chofer de unos niños pequeños. Lo que estés haciendo, ¿lo estás haciendo a la luz del reino de Dios?
- ¿Qué es lo que vas a estar pensando en realidad, en un momento o dos a partir de ahora, cuando te enfrentes a Cristo con toda la vida detrás ti y toda la eternidad delante de ti?
- ¿Habrán tu vida y tus decisiones hecho una diferencia significativa en tu vida, en la vida de tus hijos, y en las vidas de otros cuando se trata de la eternidad?
Annamarie:Nancy DeMoss de Wolgemuth y Ann Dunagan estarán de regreso para orar. Creo que todas hemos sido retadas a crecer en pasión por el reino de Dios. Este programa es parte de la serie titulada, «Familias con enfoque de misión». Puedes acceder a este y a programas anteriores a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Hay tantas necesidades urgentes en el mundo. ¿Cómo podría Dios estar preparando a tus hijos para tener un impacto en un mundo en necesidad? Aprende cómo lanzarlos a trabajar para el reino de Dios, en la continuación de esta conversación. Ahora, Ann y Nancy regresan para concluir nuestro tiempo juntas.
Nancy: Ann, me pregunto si podrías cerrar esta conversación dirigiéndonos en oración y pidiéndole al Señor que ponga ese corazón en nosotras, en nuestras oyentes, para que seamos mujeres que realmente vivamos nuestras vidas intencionalmente. Sé que algunas de nuestras oyentes no tienen el tipo de matrimonio que tú y John tienen. Algunas de ellas se encuentran en matrimonios destrozados. Algunas de ellas tienen hijos pródigos. Hay toda una variedad de diferentes problemas y temporadas. ¿Podrías orar que donde quiera que esté cada oyente, haya un corazón para amar a Cristo, darlo a conocer, y vivir una vida que realmente haga una diferencia?
Ann: Por supuesto. Padre Celestial, venimos a Ti. Señor, te doy gracias porque Tú eres enorme. Tú estás más allá de nuestra imaginación. Señor, te pedimos que tú vengas y fluyas a través de nosotras en este mundo. Señor Jesús, ruego que tengamos nuestra mente en la eternidad, que seamos conscientes de tu presencia. Padre, te ruego que cada persona que está escuchando sienta tu amor, que sepan lo mucho que Tú las amas, y que deseas que ellas obtengan una visión más grande de quién eres Tú en sus vidas. En el poderoso nombre de Jesucristo, amén.
Annamarie: Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Envíame, La IBI & Sovereign Grace Music, La Salvación es del Señor, ℗ 2014 Sovereign Grace Music. Canción usada con permiso.
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