Esperanza para una iglesia muerta
Débora: Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿No sientes a menudo que hay muchos más en tu contra que a tu favor? Si estás tratando de vivir para el Señor, si estás tratando de agradarle, si tienes un corazón para la santidad, si levantas los estándares de la Palabra de Dios, no piensas a veces «¿seremos las únicas que pensamos así? ¿Estaremos locas?»
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 16 de junio de 2023.
Esta semana hemos estado en una serie titulada ¡Despierta! Esta serie está basada en la carta de Jesús a la iglesia en Sardis. Hemos estado estudiando todas las cartas a las iglesias de Apocalipsis; y si tienes una carga porque la iglesia despierte, creo que te vas a sentir muy animada hoy.
Nancy: He pasado literalmente toda mi vida en el …
Débora: Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿No sientes a menudo que hay muchos más en tu contra que a tu favor? Si estás tratando de vivir para el Señor, si estás tratando de agradarle, si tienes un corazón para la santidad, si levantas los estándares de la Palabra de Dios, no piensas a veces «¿seremos las únicas que pensamos así? ¿Estaremos locas?»
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 16 de junio de 2023.
Esta semana hemos estado en una serie titulada ¡Despierta! Esta serie está basada en la carta de Jesús a la iglesia en Sardis. Hemos estado estudiando todas las cartas a las iglesias de Apocalipsis; y si tienes una carga porque la iglesia despierte, creo que te vas a sentir muy animada hoy.
Nancy: He pasado literalmente toda mi vida en el mundo evangélico. De hecho, estaba en la iglesia nueve meses antes de nacer y desde entonces en iglesias evangélicas, en escuelas cristianas, en ministerios. Y estoy tan agradecida por la fiel contribución que muchos hombres y mujeres de Dios han hecho a mi vida a través de esos años.
Pero tengo que decir que he visto mucha actividad religiosa y mucha gente que está viviendo vidas decentes, no viviendo en un gran pecado; pero la mayor parte, me he dado cuenta de que estos supuestos cristianos en Occidente muestran muy pocas, si es que muestran señales de verdadera vida espiritual. Ahora, hay algunas excepciones, pero en la mayor parte, hay muy poca hambre espiritual, poco corazón, poca disciplina, poco fervor, poca pasión por Cristo, poco amor por Cristo, y poca voluntad para sacrificarse por Su reino.
De vez en cuando les he preguntado a jóvenes que van a un colegio cristiano o a una universidad cristiana: ¿«Han encontrado otros jóvenes ahí que tienen un corazón ardiente para el Señor»? Invariablemente, la respuesta es: «Muy pocos» o «casi ninguno». Y esos son los lugares donde más esperarías encontrar este tipo de personas o donde más quisieras encontrarlas».
Y me doy cuenta más y más que aquellos que tienen una vida espiritual verdadera en nuestro país, en nuestra cultura, generalmente son una minoría. Lo que llamaríamos un remanente.
Y de manera interesante, algunos eruditos creen que el nombre Sardis quiere decir remanente. Y verdaderamente eso era lo que había en Sardis, un pequeño remanente.
La palabra remanente viene de una palabra francesa para «resto». Cuando piensas en un remanente, ¿qué te viene a la mente? ¿Piensas quizás en un pedazo de alfombra, un pedazo que resta después de que lo demás ha sido usado? Normalmente consideras esos pedazos como desechos, un trozo de tela; es una sobra.
Es algo que a la mayoría de la gente no le interesaría, no le parecería particularmente valioso. Pero en el reino espiritual, es por lo general nada más un remanente de creyentes que profesan su fe, que realmente lo entienden. En la economía de Dios, Él pone gran valor en el remanente y hace cosas asombrosas en y por medio de estos restos, de estos supuestos «deshechos», estos pedacitos de vida restante que encuentras.
Cuando otros veían la iglesia en Sardis, y a menudo cuando ven nuestras iglesias hoy, ven lo que parecería ser un trabajo efectivo y vivo. Pero Él le dijo a esta iglesia: «…tienes nombre de que vives». Jesús mira los corazones de la gente, y la iglesia es la gente. Entonces Él ve la iglesia completa, y (Su evaluación es la única que realmente cuenta) y Su evaluación era que solamente un remanente era fiel, solamente unos pocos que quedaban eran fieles.
Pero aun así, me anima el que Jesús en este mensaje a esta la iglesia, aunque le habla a la mayoría, los que estaban muertos o casi muertos, Él no pasó por alto ese remanente fiel. No los considera insignificantes. Él se enfoca en esos pocos fieles, y toma tiempo para hablarles, para dirigirse a ellos y animarlos. Les hace unas promesas preciosas. Y eso queremos ver hoy en esta carta a la iglesia en Sardis.
Apocalipsis capítulo 3, déjame volver a empezar con el principio de la carta para que tengamos el contexto:
«Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: “El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, dice esto, ‘Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, tienes una reputación, pero estás muerto’”».
Ustedes son cristianos nominales, cristianos de nombre nada más. Y hemos dicho que nuestras iglesias hoy, creo que están llenas de cristianos nominales. Y no estoy nada más aquí hablando de nuestras iglesias liberales y que hace mucho dejaron de predicar el evangelio.
No. Estoy hablando de nuestras iglesias que predican la Biblia. Y verdaderamente creo que hay un porcentaje grande, porque solamente Dios sabe cuál es el número de gente que profesa algo que no posee.
Y quizás tú digas, «pero de verdad estás insistiendo sobre este punto durante esta serie». Es porque la Escritura insiste sobre esto, y porque creo que es así. Y creo que es el mensaje de Jesús a la iglesia de nuestros días.
El versículo dos dice: Despierta, ponte en vela (pon atención; está atenta) y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti».
Hoy llegamos al versículo 4: «Pero…» Hay un pero, hay una excepción, hay un remanente, un remanente santo y fiel. Era cierto en la iglesia en Sardis y de seguro es cierto en tu iglesia. Aunque parezca que no hay nadie fiel, Jesús dice:
«Pero tienes unos pocos en Sardis, personas que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos. Así el vencedor será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (vv. 4-6).
Lo que Jesús dice es: «Tienes unos pocos en Sardis, gente que no ha manchado sus vestiduras».
Y es interesante que esa palabra, nombre o nombres, que aparece cuatro veces en este pasaje, dependiendo de qué traducción tienes. Pero en griego, es la misma palabra cuatro veces. Tienes nombre de que vives. Mi traducción dice: «Tienes una reputación de que vives». Y es la misma palabra usada aquí, «tienes unos pocos (nombres) en Sardis».
La mayoría de los miembros de la iglesia en Sardis eran cristianos de nombre nada más, eran cristianos nominales. Tenían una reputación, tenían un nombre de que vivían, pero estaban muertos.
Bueno, y nada más para el contexto, ¿recuerdas en las semanas pasadas cuando estábamos viendo a Pérgamo y Tiatira? En estas iglesias había unas pocas manzanas podridas, por así decirlo, que estaban infectando toda la iglesia. En Sardis, el todo completo estaba dañado, y había solamente unos pocos que mostraban evidencia de vida espiritual verdadera o un corazón para Dios.
Jesús dice que estos pocos nombres, estos cristianos verdaderos en Sardis, no habían manchado sus vestiduras, y como resultado iban a poder usar vestiduras blancas, vestiduras puras y santas. Y de nuevo, esta es una referencia que rápidamente habría resonado en los oídos de la gente que vivía en Sardis, porque en aquellos días muchos de los templos paganos no permitían que los adoradores entraran al templo con ropa sucia. Sentían que esto insultaba a la deidad, al dios pagano, entonces la gente tenía que tener una bata blanca para acercarse al dios en ese templo.
Bueno, si la gente necesitaba batas blancas y limpias para acercarse a un dios pagano que no es nada, ¿cómo podemos esperar acercarnos a un Dios santo en Su santo templo con vestiduras manchadas?
Jesús dijo –y esta es su descripción de cristianos verdaderos– «no han manchado sus vestiduras».
Y la palabra manchado, algunas de sus traducciones dicen «contaminado». No han contaminado sus vestiduras, es una palabra fuerte, que significa embadurnar, como con lodo o con suciedad. No es como ensuciar algo por accidente. Esta es una vestidura muy muy sucia. Significa repugnante, sucia. Está contaminada. Está contaminada por el pecado.
Y en contraste, Jesús está hablando sobre estos pocos en Sardis que no habían manchado sus vestiduras, que no habían cedido a la cultura pagana como la mayoría de estos supuestos cristianos lo habían hecho.
Y hoy en día hay tanta presión para que los que están dentro de la iglesia se conformen al mundo –como hemos visto a través de esta serie– a vivir como el mundo, a meterse en las prácticas del mundo. Y luego todas estas enseñanzas que les dicen: «Está bien. Estamos bajo la gracia, estamos bajo la gracia, estamos bajo la gracia». Es una perversión de la gracia de Dios, y Jesús elogia a aquellos pocos que no han manchado sus vestiduras.
Bueno, Él dice que hay un remanente, aun en Sardis, que es una iglesia muerta. Y creo que esta declaración necesita por lo menos dos respuestas.
Primero, si eres parte del remanente, anímate y date cuenta que hay unos pocos, hay unos pocos. No eres la única; hay unos pocos que no han manchado sus vestiduras, y no tan pocos como algunos piensan. ¿No sientes a menudo que hay muchos más en tu contra que a tu favor? Si estás tratando de vivir para el Señor, si estás tratando de agradarle, si tienes un corazón para la santidad, si levantas los estándares de la Palabra de Dios, no piensas a veces ¿«somos las únicas que pensamos así? ¿O estaré loca? Todos los otros cristianos… ¿Por qué dejan que sus hijos hagan esas cosas? ¿Por qué no protegen a sus hijos y sus mentes y sus corazones de ese tipo de cosas»? Y luego te reclaman rápidamente, «ah, tú solo estás siendo legalista».
Bueno, existe tal cosa como el legalismo. Y ese es un tema para otro día. Estamos hablando de las que dicen: «Quiero ser santa». Decir eso se ha vuelto tan fuera de moda en la iglesia hoy en día. Y eso es tan triste.
Al pensar en el movimiento de Mujer Verdadera y nuestra carga en Aviva Nuestros Corazones, por creer que Dios traerá un movimiento de avivamiento y de reforma a los corazones de las mujeres cristianas alrededor de este país y del mundo, sé que siempre va a ser un movimiento de un remanente. Entonces oro por un remanente de mujeres que tenga un corazón por la santidad. Y estoy tan agradecida por los pocos nombres que Dios ha levantado en nuestros días que tienen un corazón por la santidad, un corazón que anhela glorificar a Dios, un corazón para ser el remanente de mujeres bíblicas verdaderas.
El hecho de saber que somos parte del remanente, no solo debería animarnos. El hecho de saber que hay otras, quizás no tan pocas como algunos piensan, debe llevarnos a escudriñar y a examinar nuestros corazones y hacernos la pregunta: ¿«Soy yo una de esas pocas»?
¿Eres una de esas pocas? Si Jesús estuviera viendo a la iglesia hoy y diciendo de ella lo que dijo sobre la iglesia en Sardis, «tienes nombre de que vives, pero estás muerta, pero tienes unos pocos que no han manchado sus vestiduras», ¿serías tú una de las pocas en las que Él estaba pensando?
Y al continuar en este pasaje, Jesús le da tres promesas al que conquista, al que vence. Vamos a ver la primera, en el día de hoy y luego las otras dos en la próxima sesión. Déjame nada más mencionar cuáles son las tres. Las vemos empezando en el versículo 4. Estos pocos que no han manchado sus vestiduras,
Número uno, «andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos». Así que el vencedor será vestido de vestiduras blancas. Y vamos a hablar de eso en un momento.
Y luego número dos, la segunda parte del versículo 5 dice: «no borraré sus nombres del libro de la vida».
Y la número tres, al final del versículo 5: «reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles».
Así que, ¿cuál es la primera promesa para aquellos quienes verdaderamente han nacido de nuevo, aquellos que tienen una vida espiritual verdadera y aquellos quienes, como resultado, han mantenido sus vestiduras sin mancha del mundo? Bueno, Jesús les dice: «Andarán conmigo vestidos de vestiduras blancas».
Y creo que la primera parte de esa promesa es la comunión con Cristo, la intimidad con Cristo aquí en la tierra, ahora. Guiados por el Espíritu de Dios, podemos caminar con Cristo, pero no solamente aquí y ahora, sino también en última instancia, en el cielo. La promesa, el prospecto de caminar con Él, y estamos hablando realmente, de la comunión del Edén restaurada. ¿Recuerdas cómo Dios caminaba con Adán y Eva en la frescura del día, y luego el pecado rompió eso, y ellos fueron separados de Dios?
En el cielo, de nuevo caminaremos con Él en los placeres y gozos de la comunión íntima que Adán y Eva experimentaron en el jardín de Edén, sin interrupción. El caminar con Cristo es nuestro mayor premio. Es el gozo más grande, el galardón más grande que podríamos tener. Y Jesús nos ofrece esto como una motivación mayor que el temor al castigo.
Ahora, hay un temor al castigo involucrado aquí porque Dios es un juez justo y recto, que juzga con justicia. Pero lo que Él tiene reservado para nosotras es «tú puedes caminar conmigo de blanco».
Se supone que en Sardis, se inventó el arte de teñir la lana y su industria principal era hacer y teñir vestiduras de lana. Entonces cuando Jesús hablaba sobre todas estas vestiduras, de nuevo, era algo familiar para los oídos de las personas en Sardis, porque ellos sabían sobre todo esto de hacer vestiduras y mantenerlas puras. Él les prometió vestiduras especiales a aquellos que fueran fieles. Y dijo, «así el vencedor será vestido de vestiduras blancas».
Bueno, y todo esto de las vestiduras blancas es un concepto que se resalta en el libro de Apocalipsis. El blanco puede que sea o no tu color preferido, pero va a ser tu color preferido en el cielo, y te va a encantar. Y ves este tema no solamente en el libro de Apocalipsis, sino también en otras partes de la Escritura.
Por ejemplo, en Daniel capítulo 7, en el versículo 9, tenemos una visión que le fue dada a Daniel y dice, «se establecieron tronos, y el Anciano de Días se sentó. Y su vestidura era blanca como la nieve».
Quizás donde tú vives no cae nieve, o tal vez no mucha nieve, pero donde tengo mi hogar, en el suroeste de Michigan, nos cae tanta nieve que tienes que usar lentes oscuros de sol porque es tan brillante, que es casi enceguecedora.
Y Jesús está vestido en ropa blanca como la nieve en esta visión.
Y ayer mientras pensaba en este pasaje me vino a la mente la transfiguración en el Monte de los Olivos. Y pensé: ¿«Y no hay algo sobre las vestiduras blancas en ese pasaje, en esa historia»? Por supuesto que sí, en los tres evangelios sinópticos que cuentan la historia del monte de la transfiguración, se habla sobre Jesús estando vestido en vestiduras blancas. Escucha cómo son descritas –y estos detalles son inspirados por el Espíritu Santo.
La versión de Mateo dice: «sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (17:2). Un blanco enceguecedor.
La versión de Marcos dice: «sus vestiduras se volvieron resplandecientes, muy blancas, tal como ningún lavandero sobre la tierra las puede emblanquecer» (9:3).
Y el Evangelio de Lucas dice: «su ropa se hizo blanca y resplandeciente» (9:23).
Jesús mismo, en forma glorificada, vestido en estas vestiduras blancas hermosas, resplandecientes y brillantes. Y creo que esa es una imagen para nosotras. Al darnos esas vestiduras blancas, nos viste en esas ropas. Es una imagen de nuestra justificación al vestirnos con la justicia resplandeciente pura de Cristo que ha sido acreditada a nuestra cuenta.
Venid ahora, y razonemos–dice el Señor– aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán» (Isa. 1:18).
Y también tenemos ese maravilloso pasaje en el libro de Zacarías. No pretendo saber todo lo que significa, pero es una hermosa imagen donde dice que Josué, el sacerdote, estaba parado ante el ángel vestido con ropas sucias. Y es una imagen de nosotras en nuestra condición pecadora no regenerada.
«Y este ángel habló, y dijo a los que estaban delante de él: quitadle las ropas sucias. Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala. Después dijo: Que le pongan un turbante limpio en la cabeza. Y le pusieron un turbante limpio en la cabeza y le vistieron con ropas de gala» (3:4-5).
Qué hermosa imagen, en el Antiguo Testamento ahí en Zacarías capítulo 3, de la transacción que tiene lugar cuando Cristo remueve de nosotras, nuestras viejas vestiduras, sucias y pecaminosas.
Y quizás tú piensas: «Bueno pero yo no he hecho nada tan pecaminoso».
Bueno, la Escritura nos dice que aun nuestras justicias, aun nuestras buenas obras son como trapos sucios en los ojos de Dios. Nuestra autojusticia está sucia, está corrompida, contaminada y manchada. Pero Él toma esas vestiduras manchadas, y en su lugar nos viste de la justicia blanca y pura de Jesucristo –vestiduras limpias.
Y Jesús dice: «Así el vencedor será vestido de vestiduras blancas».
Y esas vestiduras son una imagen de la pureza, de la fidelidad a Cristo, de rehusarse a ceder al mundo, contrastada con aquellos, con la mayoría en Sardis, que habían manchado sus vestiduras.
Las vestiduras blancas en la Escritura también son asociadas con gozo, con festividad, con celebración, con felicidad, triunfo. Y pienso que todo eso y más, va incluido cuando Jesús dice: «Así el vencedor será vestido de vestiduras blancas».
Ahora, déjenme regresar y cerrar comentando sobre una frase en el versículo 4 que dice: «Andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos». Déjenme recordarles que esos pocos en Sardis eran dignos, y cualquiera de nosotras que sea hallada digna, somos dignas no porque no hemos pecado, sino porque nuestros pecados han sido perdonados. Han sido lavados en la sangre del Cordero. Eso es lo que nos hace dignas. La justicia de Cristo ha sido imputada a nosotras, ha sido contada a nuestro favor, puesta a nuestra cuenta.
Y en su mensaje sobre este pasaje, Charles Spurgeon dice algo que encuentro particularmente fascinante. Y quiero leerles unos párrafos de este mensaje porque es un desafío para aquellas que no están entre esas pocas. Él dice:
«¿Pero qué se le hará a tales personas que viven en la iglesia, pero no son de la iglesia, que tienen un nombre de que viven, pero están muertas? ¿Qué se les hará a los profesantes (eso es a los que profesan a Cristo) pero que no son poseedores de Cristo? ¿Qué será de aquellos que son religiosos nada más por fuera pero por dentro están en hiel de amargura? Respondemos como Calvino lo hizo una vez: «Caminarán de negro, porque no son dignos». Caminarán de negro, la oscuridad de la destrucción de Dios. Caminarán de negro, la oscuridad de la desesperación sin esperanza. Caminarán de negro, la oscuridad de angustia incomparable. Caminarán de negro, la oscuridad de la condenación. Caminarán de negro por siempre, porque no fueron hallados dignos.
Y luego hace una apelación ferviente, y yo no lo podría decir mejor que él. Él dice:
Ay de ti que profesas la religión…pon tu mano dentro de tu corazón, escudriña tu alma… No es algo de poca importancia por lo que te ruego, sino de doble importancia. Te ruego, examina y reexamina tu propia alma, y ve si está en el camino, porque te irá mal si te das cuenta al final que estabas en la iglesia, pero no eras parte de ella, que profesabas la religión, pero era nada más un manto para tu hipocresía, si tienes que entrar a sus atrios abajo, y ser cerrada afuera de los atrios arriba (las cortes en el cielo).
Y tú dices: «Pero eso suena desesperado. Eso suena una advertencia terrible».
Si no estás vestida de Cristo, si Él no ha limpiado tu corazón y perdonado tus pecados y no te ha vestido de Su justicia, esta es una palabra de advertencia para tu corazón.
Pero te quiero decir, y aquí están las buenas noticias…
Que hay un precioso manantial de sangre de Emanuel que purifica a cada cual que se sumerge en él…hay una fuente carmesí raudal de puro amor, se lavará por siempre en ti el pueblo del Señor…
El malhechor se convirtió pendiente de una cruz, él vio la fuente y se lavó creyendo en Jesús. Y allí también mi pobre ser, también logré lavar, la gloria de Su gran poder me gozo en ensalzar (William Cowper).
Cree en Cristo. Cree en el evangelio. Arrepiéntete. Pon tu fe en Jesucristo. Deja que Él se lleve tus vestiduras manchadas. Deja que Él te vista con Su justicia. Deja que te dé el gozo de caminar con Él de blanco ahora y por toda la eternidad, vestida de vestiduras blancas, las vestiduras de la justificación, las vestiduras de la pureza, las vestiduras del gozo, la festividad y la felicidad, las vestiduras de Cristo.
Débora: Si te parece que estás sirviendo al Señor sin el apoyo de los que te rodean, Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado ofreciendo ánimo. El mensaje de hoy es parte de una serie titulada ¡Despierta! Es una de varias series que hemos abordado este año sobre las cartas a las iglesias de Apocalipsis capítulos 1 al 3. Si te has perdido alguna de estas series, puedes escucharla o leer la transcripción en avivanuestroscorazones.com.
Durante esta serie te estamos invitando a que leas por ti misma estas cartas a las siete iglesias de Apocalipsis.
También te animamos a contribuir financieramente con nuestro ministerio. Esto nos ayudará a continuar produciendo más recursos como este. Puedes hacerlo por internet visitando nuestro sitio web avivanuestroscorazones.com y dando clic al botón «Dona».
Nancy va a continuar ayudándote a servir fielmente a Dios aún si sientes que hay muchas cosas en tu contra y no estás recibiendo suficiente apoyo de otras personas. Regresa con nosotras el lunes a Aviva Nuestros Corazones.
¡Te esperamos!
Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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