Esperando el regreso de Cristo
Débora: A una novia a punto de casarse no se le olvidaría la fecha de su boda, ¿cierto? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La realidad es que puedo durar meses sin pensar de manera consciente en el hecho de que Jesús regresará.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 27 de junio de 2023.
Cuando estamos lejos de alguien a quien amamos, contamos los días que faltan para ver a esa persona nuevamente. ¿Sientes este tipo de anhelo por el regreso de Cristo? Bueno, aumenta tu expectativa mientras Nancy continúa con la serie titulada, Aliento para perseverar.
Nancy: Quiero regresar nuevamente hoy y en la próxima sesión a lo que empezamos en la última sesión sobre el regreso de Cristo, sobre la segunda venida. Porque este tema es muy importante en todo el nuevo testamento. …
Débora: A una novia a punto de casarse no se le olvidaría la fecha de su boda, ¿cierto? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La realidad es que puedo durar meses sin pensar de manera consciente en el hecho de que Jesús regresará.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 27 de junio de 2023.
Cuando estamos lejos de alguien a quien amamos, contamos los días que faltan para ver a esa persona nuevamente. ¿Sientes este tipo de anhelo por el regreso de Cristo? Bueno, aumenta tu expectativa mientras Nancy continúa con la serie titulada, Aliento para perseverar.
Nancy: Quiero regresar nuevamente hoy y en la próxima sesión a lo que empezamos en la última sesión sobre el regreso de Cristo, sobre la segunda venida. Porque este tema es muy importante en todo el nuevo testamento.
La frase que he escogido de Apocalipsis capítulo 3, la frase de la carta a la iglesia en Filadelfia, que es la carta que hemos estado viendo, tiene solo dos palabras, es una pequeña frase, «vengo pronto», solo dos palabras, pero qué esperanza, qué promesa y qué motivación les da a aquellos que conocen a Cristo; qué miedo y qué reto debe ser para los corazones de aquellos que no lo conocen. Jesús dice, «vengo pronto, retén firme lo que tienes para que nadie tome tu corona».
Al estar reflexionando sobre todo esto de la promesa del retorno de Cristo, me di cuenta de que, lo creas o no, en treinta años o más que tengo de enseñar la Palabra, nunca he enseñado sobre la segunda venida de Cristo. Así que creo que es tiempo para hacerlo. Estoy compensando todo ese tiempo perdido en la serie de esta semana.
Pienso que hay diferentes respuestas que las personas tienen a la promesa de que Cristo regresará.
Primero, las Escrituras hablan de aquellos que no lo creen, aquellos que lo niegan, que dicen que no hay algo ni siquiera parecido. Segunda de Pedro capítulo 3 se refiere a ellos como burladoras, dice que «vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias en los últimos tiempos». La razón por la que se burlan, la razón por la que no creen es que tienen deseos pecaminosos, y quieren poder ser capaces de satisfacer esos deseos pecaminosos ellos mismos. No quieren tener que rendir cuentas morales a nadie ni a nada, así que dicen, «no hay tal cosa como un día de ajuste de cuentas. No hay un día del juicio. No hay un retorno de Cristo». Así que pueden decidir vivir, creen ellos, de la manera que quieran vivir.
Así, «andando según sus propias concupiscencias, dicen estos burladores: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación».
Estas personas creen neciamente, que todo continuará siendo como hasta hoy y como ha sido por años y años. Ciertamente, si tu visión del tiempo es solamente lo que puedes ver en la tierra en este periodo corto de tiempo, esa sería una perspectiva que podría tener sentido. Pero si tú pudieras ver las cosas desde el punto de vista de Dios y desde el punto de vista de las Escrituras, verías que es una forma necia de vivir, y una forma de vivir ilusa. Pero hay aquellos que niegan que Cristo regresará. Ellos son llamados burladores.
La otra categoría son aquellos que creen en el retorno de Cristo. Dentro de esos que creen que Cristo vendrá, he identificado tres categorías de creyentes. Probablemente hay más, pero déjenme resaltar estas tres en esta sesión.
Primero están los que creen que Él regresará, pero están obsesionados con los detalles que Dios ha escogido no revelarnos, ellos insisten aún sabiéndolo y pasan mucho tiempo en eso.
Tengo un archivo con páginas y páginas y páginas de cosas que he sacado de internet sobre predicciones de cosas que las personas han dicho desde el primer siglo hasta hoy. Mi archivo se titula «Profecías no cumplidas», porque se ha demostrado que las profecías de estas personas no son ciertas.
Por ejemplo, hace 1100 años muchos cristianos en Europa predijeron que el mundo estaba a punto de terminar y que Cristo regresaría al final de los primeros mil años –el fin del primer milenio luego de la primera venida de Cristo. Así que en la medida en que esos 1000 años después de Cristo se acercaban, cientos de peregrinos vendieron todas sus pertenencias y emigraron a Jerusalén en espera de Cristo. Ellos creyeron que Él vendría, pero se obsesionaron en cuanto a los detalles que Dios ha decidido no revelar.
Estaba hablando con una amiga anoche sobre el tema de la segunda venida, y ella me dijo, «recuerdo leer ese libro en el año 1988 titulado, 88 razones de porque el rapto será en 1988». Quizás algunas de ustedes recuerdan ese libro. Fue escrito por un hombre llamado Edgar Whisenant, era un científico de la Nasa. Él dijo que el rapto ocurriría entre el 11 y el 13 de septiembre de 1988. Muchas personas estaban convencidas, y ese libro vendió más de 4.5 millones copias.
Cuando el rapto predicho no ocurrió, ese científico recalculó y continuó dando fechas para los años 1989, 1993 y 1994, y como es de esperarse, esos libros no se vendieron tanto como el primero.
Así que hay personas que creen en el regreso de Cristo, pero están obsesionadas en saber los detalles que Dios ha escogido no decirnos.
Luego están estos otros, el grupo que creo que es el mayor, basado en mi pequeña encuesta extraoficial al estudiar todo esto. Creen que Jesús regresará. Creen lo que la Escritura enseña, que Él viene pronto, que será inesperado. Creen todas las cosas que hemos estado enseñando, lo creen intelectualmente, lo creen teológicamente, pero esta verdad no ha bajado a sus corazones y esta creencia entonces no hace ninguna diferencia en sus vidas diarias. No piensan mucho en eso. En un día como hoy al hablar de esto, bueno sí, piensan en ello, pero no piensan muy seguido en el regreso de Cristo. Viven en la práctica del día a día, como si no existiera algo así como el retorno de Cristo.
Ahora, déjame decirte que a Satanás no le importa en cuál de estas categorías estás: si niegas el regreso, si crees y te obsesionas con los detalles y las fechas que no han sido revelados, o si crees en ello de manera ortodoxa y teológica, porque en realidad no hace diferencia en tu vida diaria. Todas estas categorías sirven a los propósitos de Satanás.
Lo que le concierne y lo que frustra sus propósitos es cuando caes en una última categoría, la categoría de esos pocos que no solamente creen, sino que su manera de vivir es impactada por ello.
He sido muy retada en este aspecto porque diría que, a pesar de que trato de vivir una vida a la luz de la eternidad y a la luz de lo que sé que es la esperanza del cristiano, la verdad es que puedo pasar meses sin pensar conscientemente en el hecho de que Jesús regresará.
Ahora, mientras yo estaba creciendo, no podías hacer algo así porque todo el mundo estaba hablando de eso todo el tiempo.
Estuve hablando con una pareja la semana pasada acerca de esto, y ellos decían –ellos son más o menos de mi edad– y dijeron: «Crecimos escuchando acerca de esto todo el tiempo, pero ahora a nuestros niños no se les enseña. No están aprendiendo de esto en las iglesias. No es algo de lo que hoy en día se habla mucho».
Creo que el enemigo ha tenido su parte en esto. Si él no puede obsesionarte, él te hará olvidarlo, o te hará no pensar en ello conscientemente. Y ambas cosas son peligrosas.
Así que en esta sesión y en la otra quiero hablar sobre «y ahora qué» de la segunda venida. ¿Cuáles son las implicaciones para nuestras vidas? ¿Qué diferencia debería hacer? Y quiero hoy darles una primera aplicación y luego hay tres más que veremos en el siguiente programa.
La primera manera, la primera forma en que el conocimiento de que Cristo regresará debe impactarnos es que deberíamos estar esperando su regreso con ansias, expectantes.
Si vives en un país donde hay un invierno muy frío, esperas por el verano. Especialmente cuando ese invierno es largo. O quizás esperas por un evento que está en el horizonte, pero no es algo en lo que pienses mucho; por ejemplo, cuando tú esperas que tus hijos crezcan. Es un largo camino, así que no es algo en lo que te detienes a pensar todos los días.
Pero en la Escritura, al hablar sobre esperar por el Señor, esperar Su retorno, no es algo pasivo. Es un término activo. Es un término expectante. Significa apoyarse en el futuro, apoyarse en eso, esperarlo, desearlo con ansias, no puedes esperar que suceda. Es como una mujer que está en su noveno mes de embarazo, ella espera que ese bebé llegue. O cualquier otra ocasión trascendental. Cuando hablas con tus amigas que están comprometidas en matrimonio, ellas pueden decirte que faltan 243 días u 11 días y 9 horas –hay un sentido de expectativa.
Por ejemplo cuando tengo que viajar, y yo no soy de esas que me encanta viajar, cuando lo hago, siempre anhelo el momento de regresar a casa. Creo que todo eso nos da una pequeña imagen de lo que Dios espera que sea nuestra mentalidad con el regreso de Cristo.
Filipenses capítulo 3 versículo 20, lo dice de la siguiente manera: «nuestra ciudadanía está en los cielos». Nuestro pasaporte tiene estampada la palabra «cielo». Allí es donde pertenecemos. Ese es nuestro país. Aquí somos extranjeros. Somos peregrinos. Estamos de camino a nuestro hogar celestial, nuestro hogar no es aquí. Nuestro hogar es en el cielo. Nuestra ciudadanía está en el cielo, y de allá –o sea, del cielo– esperamos a nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Es un tipo de espera intensiva. Es expectante, estamos esperándola.
Esto incluye hacer de esto nuestra esperanza. Somos pacientes al esperar, pero estamos enfocadas en eso –no obsesionadas con los detalles que Dios no ha revelado– pero al mismo tiempo, conscientemente, con conciencia esperando ese momento.
Pablo le dice a Tito en el capítulo 2 versículo 13: «aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús».
Esta ha sido una buena serie para mí porque me ha llevado a pensar en algunas cosas en las que simplemente no pienso lo suficiente, no estoy acostumbrada a recordar. Porque trato de vivir una vida santa. Trato de complacer al Señor. Trato de buscarle, pero hay algo en mantener también nuestros ojos en la meta final que es motivador, alentador, mientras trabajamos duro a través de la vida aquí en este planeta.
Este debe ser el clamor de nuestro corazón, el deseo de cada creyente en cualquier época: Este mundo no es mi mundo. Estoy esperando la esperanza bendita, la aparición de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús.
En el Antiguo Testamento el pueblo de Dios vivía con la expectativa y la anticipación de la primera venida de Cristo y nosotros cantamos de eso en himnos como (Come, Thou Long-Expected Jesús) que es un himno que se canta en Navidad. Que se traduce en Español como, Ven oh anhelado Jesús.
Y tenían esas profecías que decían, «Él vendrá, Él vendrá, Él vendrá». Y luego hubo un silencio de 400 años. Pero aún así tenían esa esperanza en sus corazones, tenían esas ansias, «¿cuándo vendrá el Mesías? Por supuesto, cuando Él vino muchos lo pasaron por alto porque estaban buscando algo que resultó ser diferente a lo que Dios tenía en mente, pero ellos anticipaban Su venida.
Como creyentes del Nuevo Testamento, miramos hacia atrás con gozo, con gratitud, con agradecimiento porque Cristo ya vino en esa primera vez, ese deseo ya fue satisfecho. Pero también miramos hacia el futuro, hacia ese futuro con ansias, con expectativas y anticipación a Su segunda venida, a Su regreso a la tierra.
Ahora, he estado pensando mucho sobre esto en la última semana y me he estado preguntando a mí misma, «¿qué evita que yo ansíe, que yo espere deseosamente Su regreso en la forma en que debo hacerlo?»
Y tú puedes hacer tu propia lista, pero déjame darte algunas razones para empezar. No están en un orden en particular, pero estas son las que me vinieron a la mente.
Estamos tan preocupadas. Estamos muy atadas a demasiadas cosas, preocupaciones, prioridades. Simplemente estamos ocupadas. Tenemos nuestra mente en muchas cosas, distraídas. Tenemos demasiadas cosas que consumen nuestra atención aquí y ahora.
Las personas hablan sobre la economía constantemente, sobre la administración actual, sobre los problemas políticos, los eventos mundiales. Esas son las cosas que, cuando vas al internet o a las noticias, simplemente atrapan tu atención, y ni hablar de las cosas de tu vida diaria que no logran llegar a los titulares pero nos consumen, preocupan nuestra atención, nuestro tiempo, nuestro enfoque. Nos consumen de tal manera que realmente no tenemos tiempo o espacio para contemplar el hecho de que este ciclo de cosas no es lo único, sino que hay algo más que vendrá.
Tenemos este ruido constante y esta estimulación que la edad electrónica ha hecho. La palabra es ubicuo. Está ahí siempre, está en todos lados.
Una de nuestras mayores preocupaciones sobre la generación «conectada y tecnológica» es que no saben cómo estar callados y pensar. Muchas de nosotras estamos lejos en esa misma dirección. Incluso si eres mayor y no estás muy al tanto sobre todas las tecnologías, no puedes vivir sin tecnología hoy, así que te sucede también. Siempre tenemos que tener audífonos, auriculares, dispositivos portátiles de música, radio, televisión, internet –siempre conectados, siempre siendo bombardeadas con estímulos de manera que no tenemos espacio en nuestros corazones para pensar en las cosas que realmente importan.
Aquí hay otra razón, para aquellas de ustedes que les gusta tomar notas, sé que no se lo estoy poniendo fácil, así que vayan a la transcripción a avivanuestroscorazones.com. Pero algo que creo juega un gran papel es el hecho de que tantas de nosotras tenemos todas nuestras necesidades básicas cubiertas y muchos de nuestros deseos también.
Sé que hay algunas que están escuchando que están enfrentando dificultades económicas, así que quiero decir esto con extrema sensibilidad. Puede haber algunas que nos escuchan en el día de hoy que están pasando por situaciones económicas desesperantes. Cada país tiene su situación económica particular. Pero la mayoría de nosotras sabemos que hoy tendremos algo que comer. Muchas de nosotras tenemos un techo sobre nuestras cabezas y ropa que podemos usar.
Así que como tenemos todo lo que necesitamos y muchas veces tenemos todo lo que deseamos, estamos saciadas, estamos repletas. Cuando estás repleta no tienes hambre por más. No tienes deseo por más. Es después de que has ayunado cuando realmente puedes disfrutar de un gran festín.
Para aquellas de ustedes que se encuentran saciadas con lo que el mundo tiene que ofrecerles, es difícil tener apetito por algo así como el regreso de Cristo.
Otra razón y está atada a la anterior es que amamos este lugar. Disfrutamos demasiado. Vivimos en una cultura que ha enfatizado el placer y el entretenimiento, y estamos saturadas. Tenemos juegos saliendo hasta por nuestras orejas –juegos atléticos, juegos de deportes y de computadoras. Podemos divertirnos todo el tiempo, así que ¿porqué querríamos irnos de aquí?
Lo que cambia esto es cuando la tragedia llega a tu vida y te rompen el corazón repetidas veces. Entonces empiezas a desear algo diferente, algo más. Pero siempre y cuando estemos disfrutando mucho aquí, nuestros corazones estarán atados aquí a esta tierra.
Esa es una razón por la que Dios envía y permite las aflicciones en nuestras vidas, porque estas hacen que nuestros corazones se desliguen de esta tierra y nos liguemos al cielo.
Otra razón por la que creo que algunas de nosotras no deseamos el regreso de Cristo, es porque estamos decepcionadas e incluso pensamos que Dios nos ha decepcionado. Así que no nos atrevemos a creer que las cosas serán alguna vez distintas. Estamos demasiado enfocadas en los problemas y en el dolor que nos rodea, y tenemos dificultad con levantar la vista y ver nuestra redención acercarse.
O sencillamente es incredulidad. No podemos creer que las cosas pudieran ser diferentes. Hemos crecido acostumbradas a vivir entre lágrimas, pesar y dolor, noche, oscuridad y muerte. Es casi como un cuento de hadas el creer lo que las Escrituras dicen. Intelectual y teológicamente creemos estas cosas, pero en realidad no las podemos computar en nuestras cabezas porque nos hemos enfocado en los problemas de aquí.
Entonces ¿cómo podemos cultivar un mayor deseo por Su regreso? Esa es una pregunta que me he hecho a lo largo de toda esta serie. ¿Cómo puedo avivar y provocar una pasión por Cristo y Su regreso?
Aquí hay algunas sugerencias que puedes encontrar útiles; esto es algo en lo que yo misma estoy en proceso, pero déjame sugerirte:
Primero debemos evaluar dónde está nuestro enfoque y nuestra atención. Así que detente y pregúntate: «¿Estoy realmente enfocando mi tiempo, esfuerzo, corazón y atención en cosas temporales o en cosas eternas; en realidades físicas o en realidades espirituales? Evalúa: ¿Dónde está mi enfoque? ¿Dónde están mis afectos? Esto ha sido bueno para mí mientras preparo esta serie.
Luego debemos pensar regularmente en lo que tendremos, que no tenemos ahora ni podemos tener, pero que será nuestro cuando Cristo regrese. ¿Cómo será aquello? Medita en la descripción de las Escrituras del nuevo cielo y la nueva tierra, un lugar donde no hay dolor, donde no hay más muerte, donde no hay más enfermedad, no más pesar, no más noche. La promesa de 1 Juan capítulo 3 que dice que, «cuando Él aparezca, nosotros seremos como Él, porque lo veremos como Él es» (v. 3 parafraseado).
Así que no solamente dejes que estas cosas entren por un oído y salgan por el otro, “sí, sí, yo sé eso, lo he escuchado, lo he visto. He estado ahí y he hecho eso». Detente, piensa, reflexiona. ¿Qué significa? ¿Cómo será? Creo que algo de lo que Él nos está guardando nos recordará que lo que tenemos aquí, tan maravilloso como pueda parecer, no enciende ni una vela en comparación con lo que viene para nosotras.
El otro día hablaba con unos amigos que estaban de vacaciones en St. Thomas, en las Islas Vírgenes. Ellos estaban pasando un tiempo genial, yo estoy feliz de que pudieran hacer eso. Uno de ellos me mandó un correo y me decía, «tienes que venir con nosotros la próxima vez». A mí me sonó genial, pero no era el momento para que yo pudiera hacer eso.
Y estaba trabajando en esta serie y empecé a pensar. Entré al internet y vi el hotel donde ellos se estaban hospedando. Y es hermoso, especialmente con el clima frío que tenemos aquí en los Estados Unidos. Se veía muy atractivo, pero luego hice que mi mente regresara a lo que hay delante para mí.
Puede que alguna vez vayas o que nunca vayas a St. Thomas en las Islas Vírgenes. Si puedes ir, qué bueno; si yo puedo ir, qué bueno. Pero ya sea que vayamos o que no vayamos, ya sea que ampliemos o no nuestra casa, o que compremos esa casa nueva y más grande, o cualquier cosa más grande, piensa en lo que Él tiene reservado, guardado para nosotras allá arriba en la eternidad.
El hogar, el lugar vacacional más maravilloso del planeta tierra es un barrio bajo comparado con lo que vendrá. Necesitamos recordarnos a nosotras mismas estas cosas. Y no es que no podamos disfrutar y usar lo que Él nos ha dado aquí, pero no tenemos que tener estas cosas. Somos bendecidas, aún si no las tenemos, por lo que sí tendremos.
Luego debemos pensar con los demás creyentes, de lo que escaparemos cuando Cristo regrese –no solo de lo que tendremos cuando Él regrese, sino de lo que escaparemos cuando Él regrese.
Segunda de Pedro capítulo 3 habla sobre esto: «La ira de Dios sobre pecadores no arrepentidos; el mundo consumido por fuego». El juicio de Dios del que escaparemos debe hacernos desear Su retorno.
Así que deja que Dios use tu decepción y tu pérdida para hacer que tu corazón ansíe las cosas que Él tiene reservadas para ti. Son aquellos dolores y cargas en la vida que Dios usa para recordarnos que «esto no lo es todo». Este no es el final. Él tiene algo guardado, reservado para nosotros y es mucho más maravilloso.
Hace solo unas pocas semanas estuve en el funeral de una amiga querida que partió con el Señor luego de una larga lucha con la enfermedad Lou Gehrig. Hubo muchas lágrimas. Esta es una familia que es muy cercana a nuestro ministerio, y un esposo y unas hijas que se quedaron sin esposa y madre. Esas cosas son simplemente difíciles, difíciles, difíciles. He estado en muchos funerales a través de los años, y me imagino que tú también, y hay grandes pérdidas y pequeñas pérdidas, grandes decepciones y pequeñas decepciones, pero ellas hacen que nuestros corazones se desliguen de la tierra y se aferren más al cielo.
Mientras más nos involucramos en el disfrute de los placeres de esta vida –y no es que esté mal que disfrutemos– pero mientras más nos enfocamos en eso, y mientras más negligentes seamos en nuestra relación con Cristo y en los valores eternos, menos nos encontraremos deseando con ansias y siendo conscientes de Su regreso.
Y esto me lleva a decirte algo, todo esto ha sido un reto y he llegado a una conclusión aleccionadora mientras he trabajado en este pasaje: El grado con el que deseemos el retorno de Cristo es probablemente una medida bastante acertada de nuestra verdadera condición espiritual.
Así que, ¿cuál es tu temperatura espiritual? ¿Estás deseando con ansias, estás esperando Su regreso? Si no es así, ¿por qué no?
Débora: Cuando estás lejos de alguien a quien amas, no puedes esperar para reunirte con esa persona nuevamente.
Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado animándonos a esperar con ansias el regreso de Cristo. Este mensaje es parte de la serie, Aliento para perseverar.
En nuestra página web una mujer comentó sobre el ánimo que le ha provisto esta serie de Apocalipsis. Ella dijo:
Gracias Nancy por este mensaje. ¡Cuánto ánimo me ha dado! Qué consuelo hay en recordar que Dios ve, que Él oye, y Él sabe. Es mi plan compartir esta transcripción con una amiga que se encuentra en una etapa difícil en su vida y necesita el ánimo que proviene de escuchar estas verdades. Nuevamente quiero darte las gracias por esa labor de amor al estudiar las Escrituras, y dejar que la Palabra de Dios te hable primero a ti y luego compartirla con las demás.
Tú puedes encontrar las transcripciones a las que ella hace referencia en avivanuestroscorazones.com. Puedes ir allí y dejarnos un comentario al pie del episodio de hoy.
En el libro de Apocalipsis leemos sobre el triunfo definitivo del evangelio. El reflexionar acerca de esta esperanza provocará una enorme gratitud en tu corazón, y eso es lo que Nancy dice en su libro, Sea agradecido. Este libro muestra por qué al tema de la gratitud se le da tanta atención en la Biblia. Cuando entiendas esto, abordarás los retos de la vida de manera diferente. Otros notarán tu gozo y querrán estar cerca de ti.
Obtén una copia de este libro en tu librería cristiana favorita o a través de nuestra página web avivanuestroscorazones.com.
Sabemos que Jesús viene pronto, pero, ¿qué se supone que debemos hacer mientras lo esperamos? Nancy describe la actitud y el comportamiento de aquellos que esperan el regreso de Cristo. Esto será mañana, aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Perseverando en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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