Escucha y actúa
Débora: Leemos cosas casualmente todo el tiempo, pero la lectura de la Biblia exige algo más que un vistazo rápido. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos estado hablando de la bendición que es la Palabra de Dios para ti. Pero no será una bendición si solo la recibes en tu cabeza y no la recibes en tu vida. Se convierte en una bendición cuando la guardas, cuando haces lo que dice, no siendo solo una oidora de la Palabra, sino también una hacedora de ella.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 29 de mayo de 2024.
Mucho de lo que leemos no se queda con nosotros por mucho tiempo. Pero es importante recordar que si realmente queremos experimentar la bendición de Dios, primero necesitamos entender y recordar lo que …
Débora: Leemos cosas casualmente todo el tiempo, pero la lectura de la Biblia exige algo más que un vistazo rápido. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos estado hablando de la bendición que es la Palabra de Dios para ti. Pero no será una bendición si solo la recibes en tu cabeza y no la recibes en tu vida. Se convierte en una bendición cuando la guardas, cuando haces lo que dice, no siendo solo una oidora de la Palabra, sino también una hacedora de ella.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 29 de mayo de 2024.
Mucho de lo que leemos no se queda con nosotros por mucho tiempo. Pero es importante recordar que si realmente queremos experimentar la bendición de Dios, primero necesitamos entender y recordar lo que leemos en la Biblia, y luego vivirlo. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth continuando una serie muy útil que comenzó la semana pasada sobre cómo mejorar tu estudio de la Biblia.
Nancy: ¿Estás entrando en la Palabra de Dios y la Palabra de Dios está entrando en ti? Espero y es mi oración que con esta serie Dios haya animado tu corazón y que hayas aceptado el reto de entrar en la Palabra y dejar que Dios te hable al entrar esa Palabra en ti.
Dedica tiempo cada día a leer la Palabra de Dios, a leerla en oración, a leerla detenidamente, reflexivamente y sistemáticamente. Y para ayudarte a concentrarte y sacar más provecho de ella, espero que empieces a escribir algunas cosas mientras la lees.
Hemos hablado de un par de métodos diferentes. Espero que los pruebes. Si nunca lo has hecho, puede que estés diciendo: «No sé cómo hacerlo». Simplemente empieza. Y si necesitas ayuda, pídele a alguien que te ayude, alguien que conozcas, quizás alguien que enseñe la Palabra en tu iglesia. Tal vez un pastor y su esposa, tal vez un anciano, un diácono y su esposa, alguien que enseñe una clase de Biblia.
Acércate a esa persona y dile: «Me gustaría aprender a estudiar la Palabra por mi cuenta. ¿Te sentarías conmigo? ¿Me ayudarías a saber cómo entrar en las Escrituras?» Porque lo que te estamos dando en esta serie es solo para comenzar este hábito de entrar en la Palabra y que la Palabra de Dios entre en ti.
Ahora, en la última sesión, comenzamos hablando de un método que podemos recordar con las letras: A, E, I, O, U, un método de lectura y estudio de la Biblia. «A», anota tus preguntas. «E»: enfatiza palabras y frases clave. Esas son las dos de las que hablamos en la última sesión.
Y hoy queremos hablar de I, O y U. «I» intenta escribir en tus propias palabras. Escribe un breve resumen o una visión general del pasaje que estás leyendo, ya sea un párrafo, un capítulo o un libro de la Biblia. Intenta escribir en tus propias palabras un breve resumen. ¿De qué trata? Incluye los puntos principales.
Esto también te ayudará a no quedarte dormida temprano en la mañana, tarde en la noche, en el momento que sea que estés teniendo tu tiempo con el Señor. Te mantendrá más alerta, más concentrada, y te ayudará a sacar más provecho de la Palabra. Escribe en tus propias palabras un breve resumen.
Puedes intentarlo de esta manera: parafrasea la Escritura en tus propias palabras. Toma un párrafo de la Biblia y escríbelo en tus propias palabras. Parafrasea.
Recuerda que tus palabras no son inspiradas. Solo la Palabra de Dios lo es. Así que no pienses que tus palabras, tu paráfrasis, es lo mismo que la Palabra de Dios. Pero es una ayuda para meditar y pensar acerca de la Escritura mientras la lees, escribir en tus propias palabras; qué dice este pasaje.
Y por cierto, descubrirás que esto te ayudará con algunas de las porciones más difíciles de la Escritura. Cuando llego a algunos de estos lugares que tal vez son realmente pesados con la doctrina, pienso: ¿De qué está hablando esto? Si trato de escribirlo en mis propias palabras, puede que no lo entienda todo, pero entenderé más que si solo lo leo sin tratar de resumirlo o parafrasearlo. Esa es la «I»: intenta escribir en tus propias palabras.
Y luego la «O»: otras Escrituras relacionadas. Busca otras Escrituras relacionadas. Una de las cosas que encontrarás si tomas mi copia de la Biblia o cualquier copia de la Biblia que yo haya leído, encontrarás que hay pequeñas referencias bíblicas anotadas a lo largo del texto en los márgenes, entre líneas. Esta Biblia en particular que estoy usando tiene márgenes muy pequeños, así que he tenido que escribir muy pequeño.
Pero en cualquier libro de la Biblia o pasaje que leo siempre me pregunto: «¿Qué otros pasajes he leído en las Escrituras que tengan algo que decir sobre este mismo punto?».
Acabo de abrir aquí el capítulo 50 de Isaías, versículo 7 que dice: «El Señor Dios me ayuda, por eso no soy humillado, por eso he puesto Mi rostro como pedernal, y sé que no seré avergonzado». Escribí en el margen Lucas 9:51.
Acabo de recordar que ese es el pasaje donde dice que Jesús, sabiendo que iba a morir, puso su rostro como un pedernal para ir a Jerusalén. Es una referencia cruzada. Es otro pasaje que dice algo parecido. Así que anoto esa referencia en mi Biblia.
Cuando veo en la página anterior, Isaías 49:14, y escribí en el margen Éxodo 17:7. Hay algo en ese pasaje que es una referencia cruzada.
A medida que te familiarices con la Biblia, descubrirás que cuanto más la leas, el Espíritu Santo te traerá a la mente otros versículos que se relacionan, o confirman, o arrojan más luz sobre lo que estás leyendo.
Ahora, hay dos herramientas que te ayudaran con eso si no estás muy familiarizada con la Biblia. Una es una concordancia. Es indispensable para una lectura y un estudio bíblicos significativos. Es un libro grande; es como un libro para levantar pesas si tienes una concordancia completa. Hay diferentes para las distintas traducciones de la Biblia. Pero tiene cada palabra en la Biblia:gracia, Cristo, incluso palabras como él.
Cada palabra está numerada. Y debajo de cada una de esas palabras hay una lista de todas las veces donde esa palabra aparece en la Biblia. Así que si estás leyendo un versículo y es acerca de la esperanza y quieres saber algo más sobre la esperanza, podrás encontrar más allí. Yo trato de hacer ese ejercicio primero sin una concordancia porque quiero llegar a convertirme en mi propia concordancia.
Pero, cuando se me acaban las ideas, abro mi concordancia y busco la palabra esperanza, y veo en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento otros lugares donde se utiliza esta palabra. Al juntar estos versículos, verás que están interconectados.
De hecho, esa es una de las cosas que me encanta de las Escrituras, la interconexión de la Palabra de Dios. Lees en el libro de Levítico sobre los sacrificios, el derramamiento de sangre para el perdón de los pecados, la expiación de los pecados, y las ofrendas, y llegas al libro de Hebreos en el Nuevo Testamento, y se trata de lo mismo.
¿Cuál es la diferencia? Hay una cruz en el medio, entre los dos. Eso hace toda la diferencia.
Levítico mira hacia delante, a la cruz. Hebreos mira hacia atrás, a la cruz. Y en ambos casos estás leyendo acerca de: ¿cómo puedo ser santa? ¿Cómo puedo tener mis pecados perdonados? ¿Cómo puedo liberarme de la culpa y la vergüenza?
Así que hago referencias cruzadas de estos pasajes entre sí: otras Escrituras relacionadas.
He dicho que una concordancia es una herramienta. Pero hay otra que es muy útil. Se llama El Tesoro del conocimiento bíblico. Y esta es una herramienta que va a través de la Biblia y al lado de cada versículo, al lado de cada referencia; te da otras referencias que tienen algo que ver con el tema de ese versículo.
Por ejemplo, mientras lees el Salmo 40, te preguntas: ¿Hay algún otro lugar en la Biblia que hable de lo mismo que estoy leyendo en el Salmo 40? Si abres El Tesoro del conocimiento bíblico, encontrarás que hay otras referencias. Es como esos agujeros de topos. Todos están interconectados (no quiero ser irrespetuosa acerca de la Palabra comparándola con topos en tu césped). Pero hay una interconexión entre estos túneles que conducen unos a otros. Y mientras leo la Palabra de Dios, esa es una de las cosas realmente divertidas: ver cómo se conecta todo. Así que busca otras Escrituras relacionadas.
Entonces, «A»: anota tus preguntas; «E»: enfatiza palabras y frases clave; «I»: intenta escribir en tus propias palabras; «O»: otras Escrituras relacionadas. Y aquí está la «U»: usa lo que hayas leído en las Escrituras, aplícalo a ti misma. Úsalo, aplícalo.
Aquí es donde hacemos la pregunta: «¿Y ahora qué? ¿Qué debo hacer con lo que acabo de leer? ¿Y ahora qué?».
Durante esta serie hemos estado estudiando el Salmo 119. Permíteme pedirte que abras tu Biblia de nuevo allí. Solo quiero que veas cómo este tema de aplicar la Palabra de Dios recorre todo este capítulo en particular, al igual que toda la Palabra de Dios.
Salmo 119. Mira primero el versículo 32: «Por el camino de Tus mandamientos correré…». Señor, todo lo que Tú digas correré a hacerlo. Me apresuraré a obedecer Tu Palabra.
Versículo 33: «Enséñame, oh Señor, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin». Ahora, aquí hay un ejercicio para ti, hablando de enfatizar palabras repetidas. Lee de nuevo el Salmo 119 y encierra en un círculo cada vez que aparezca la palabra «guardar». «Guardaré tu palabra».
Déjame mostrarte varias de ellas. Versículo 34: «Dame entendimiento para que guarde tu ley y la cumpla con todo mi corazón».
Versículo 44: «Así que guardaré continuamente Tu ley para siempre y eternamente».
Versículo 56: «Esto se ha hecho parte de mí: guardar Tus estatutos».
Escucha, hemos estado hablando de la bendición que es la Palabra de Dios para ti. Pero no será una bendición si solo la recibes en tu cabeza y no la recibes en tu vida. Se convierte en una bendición cuando la guardas, cuando haces lo que dice, no siendo solo una oidora de la Palabra, sino también una hacedora de ella.
Ahora quiero que veas el énfasis en el versículo 57: «El Señor es mi porción; he prometido guardar Tus palabras».
Versículo 60: «Me apresuré y no me tardé en guardar Tus mandamientos».
Verso 67: «Antes que fuera afligido, yo me descarrié, pero ahora guardo Tu palabra».
Versículo 101: «De todo mal camino he refrenado mis pies, para guardar Tu palabra».
Versículo 112: «He inclinado mi corazón para cumplir Tus estatutos por siempre, y hasta el fin».
Y esa frase me impactó mientras leía hoy el Salmo 119. «Oh Señor, quiero obedecer Tu Palabra no solo hoy, sino para siempre. Hasta el final quiero cumplir Tu Palabra, guardar Tus leyes».
Versículo 129: «Maravillosos son Tus testimonios; por lo que los guarda mi alma».
Versículo 145: «He clamado con todo mi corazón; ¡respóndeme, Señor! Guardaré Tus estatutos».
Y el versículo 167: «Mi alma guarda Tus testimonios; y en gran manera los amo».
Cristo dijo: «Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos» (Juan 14:15). Usa la Palabra de Dios para aplicarla en tu vida. No solo la introduzcas en tu mente; no solo obtengas hechos, cifras, fechas, esquemas, notas y citas de la Palabra de Dios.
Escucha, puedes memorizar toda la Palabra de Dios y nunca cambiar tu vida. Ahora, pienso que eso sería difícil que sucediera porque la Palabra de Dios es muy poderosa para cambiar vidas. Pero tiene que cambiar tu vida. Tiene que transformarte. Dios no solo quiere entremos en la Palabra. Su intención es que la Palabra entre en nosotras.
Una de las mayores cargas que tengo por las mujeres de hoy es que, sí, tenemos la ventaja de tantos grupos de estudio de la Biblia, clases, métodos y cursos que podemos tomar en nuestras iglesias o por internet; video, audio, tenemos muchas oportunidades para estudiar la Palabra de Dios, pero hay muchas más mujeres estudiando la Palabra de Dios hoy en nuestras iglesias que las que están guardando la Palabra de Dios. Y hay un mundo de diferencia.
Ahora, tenemos que estudiar y debemos estudiar la Palabra. Y espero que estés involucrada en algún tipo de grupo de estudio. Espero que escuches Aviva Nuestros Corazones y que te esté ayudando a estudiar la Palabra de Dios.
Pero después de estudiarla, de leerla, meditarla, y de memorizarla, tienes que ponerla en práctica.
Así que escribe algunas aplicaciones.
- ¿Qué me dice este pasaje?
- ¿Qué quiere Dios que haga como resultado de lo que acabo de leer?
Ahora, creo que este punto es tan importante que voy a seguir hablando un poco más acerca de cómo aplicar prácticamente la Palabra de Dios en nuestras vidas y por qué es tan fundamental.
Pero quiero animarte a que entre hoy y mañana, mientras lees la Palabra de Dios, te hagas esta pregunta y anotes tus respuestas: ¿Qué debo hacer con lo que acabo de leer? ¿Cuál es la aplicación práctica de este pasaje a mi vida?
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth regresa en un momento con la segunda parte del episodio de hoy. Si sigues su consejo y aplicas la Palabra de Dios todos los días, imagina los cambios que verás en tu vida. Nancy nos ha estado dando muchos enfoques útiles de la Biblia durante esta serie titulada: «Entra en la Palabra y deja que la Palabra entre en ti».
Si te perdiste alguno de los episodios anteriores, puedes volver a escucharlos en la aplicación de Aviva Nuestros Corazones o en AvivaNuestrosCorazones.com. Ahora, continuemos con este importante tema.
Nancy: Hemos estado hablando de las maravillas de la Palabra de Dios y de la bendición que es en nuestras vidas. Hace un tiempo alguien me envió un correo electrónico con la letra de un antiguo himno que habla de la Palabra de Dios. Pensé que podríamos tomarnos un momento antes de seguir con este episodio para leerlo, porque nos da algunas imágenes maravillosas a las que se asemeja la Palabra de Dios y lo que hace en nuestras vidas. Fue escrito a mediados de 1800. Dice:
«Tu Palabra es como un jardín, Señor, con flores brillantes y hermosas.
Todo el que la escudriña puede arrancar de ella un hermoso ramo.
Tu Palabra es como una mina muy, muy profunda,
Y joyas ricas y raras se esconden en sus profundidades para todo el que busca allí».
¿Notaste el énfasis en escudriñar y buscar? Estas flores, estas riquezas en esta mina, tienes que buscarlas, tienes que ir tras ellas. Hemos estado hablando de cómo buscar y perseguir diligentemente el conocer a Dios a través de Su Palabra. La segunda estrofa dice:
«Tu Palabra es como un ejército de estrellas,
Mil rayos de luz se ven para guiar al viajero y hacer brillante su camino».
Esto probablemente te recuerde, como a mí, los versículos que leímos en el Salmo 119 sobre cómo la Palabra es lámpara y luz, alumbra nuestro camino. Luego dice
«Tu Palabra es como una armería donde los soldados pueden reparar,
y encontrar allí todas las armas necesarias para la larga batalla de la vida».
Todas las armas que necesito en la batalla espiritual de la vida pueden encontrarse en la Palabra de Dios. Allí es donde el soldado encuentra las armas, la protección, la armadura, todo lo que necesitamos para estar listas para la batalla. Luego, la última estrofa dice algo maravilloso; yo quiero responder a la Palabra y no solo saber lo maravillosa que es. Dice:
«Que pueda amar tu preciosa Palabra,
Que recoja sus fragantes flores. Que brille su luz sobre mí.
Oh, que encuentre allí mi armadura,
que tu Palabra sea mi fiel espada.
Aprenderé a luchar contra todo enemigo, la batalla del Señor».
Me gusta la última estrofa porque enfatiza que no basta con conocer la Palabra y saber de ella, sino que necesitamos usarla en nuestras vidas.
Lon Solomon es un pastor en McLean, Virginia, en la McLean Bible Church. Cuando él predica, primero expone el pasaje sobre el que está predicando ese día, y luego, como a los dos tercios de su mensaje, dirá: «Eso es el “qué”. Ahora veremos el “¿y ahoraqué?”»
¿Y ahora qué? Siempre tenemos que llegar al qué cuando leemos y estudiamos la Palabra de Dios haciéndonos preguntas como:
- ¿Tiene este pasaje alguna promesa que yo deba reclamar?
- ¿Hay algunos mandamientos que debo obedecer?
- ¿Hay algún ejemplo en este pasaje que deba seguir?
- ¿Hay algún ejemplo que deba evitar?
Hace un tiempo leí, creo que en 2 Reyes (capítulo 14), la historia del rey Amasías. Dice que él no escuchó la Palabra del Señor y luego vemos las consecuencias en la vida de este hombre porque no quiso escuchar al Señor. Ese es un ejemplo para evitar.
Quiero escuchar a Dios y no dejar de escucharlo.
- ¿Hay en este pasaje algunos pecados que evitar?
- ¿Al leer este pasaje, hay pecados que debo confesar?
- ¿Hay exhortaciones que deba cumplir?
- ¿Hay algo que necesito creer, algo que Dios ha revelado acerca de Él mismo en lo que necesito confiar?
Conocemos muchas cosas que no afectan nuestra forma de vivir. Eso es porque no ha bajado de nuestra cabeza a nuestro corazón. Una vez que llega al corazón afectará la manera en que vivimos.
Y para aquellas de nosotras que tenemos tanto acceso a la Palabra de Dios, escuchamos tanto de la Palabra, estamos en iglesias donde estamos escuchando la Palabra predicada, donde estamos en estudios bíblicos, tenemos radio cristiana, televisión cristiana: uno de los peligros es que escuchemos más de lo que estamos poniendo en práctica.
Y a menudo pienso en ese pasaje de Ezequiel capítulo 33 que Dios usó para describir al pueblo judío en la era del Antiguo Testamento. Pero creo que es una descripción muy apropiada de muchos de nosotros como evangélicos hoy.
Dios le dijo a Ezequiel en el capítulo 33: «Y vienen a ti [El pueblo] como viene el pueblo y se sientan delante de ti como pueblo Mío, oyen tus palabras y no las cumplen, sino que siguen los deseos sensuales expresados por su boca, y sus corazones andan tras sus ganancias» (v. 31).
Ellos están diciendo: «Te amo Señor. Estoy comprometido Contigo. Estoy comprometido a servir y sacrificarme». Pero en sus corazones lo que realmente quieren es lo que les beneficiará. No están haciendo lo que dicen.
Versículo 32: «Y tú eres para ellos como la canción de amor de uno que tiene una voz hermosa y toca bien un instrumento». ¿No fue ese un mensaje encantador? ¿No era un gran mensaje?
Pero Dios dice: «oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica» (v. 32).
Tenemos algunos grandes predicadores hoy. A veces podemos ser entretenidas, conmovidas o bendecidas por su enseñanza y su predicación, luego nos vamos y podemos hablar todas las cosas correctas, pero no hacer lo que escuchamos.
Por eso Santiago dice: «No seas oidor negligente de la Palabra. No te limites a escuchar la Palabra. Si lo haces, te engañas a ti mismo» (1:22, parafraseado).
Así es como te engañas a ti misma, piensas: «Porque lo sé entonces es verdad en mi vida», pero en realidad nada podría estar más lejos de la verdad.
Por eso Santiago dice: «No te limites a oírlo. Haz lo que dice». Haz lo que dice.
Así que cuando leas las Escrituras, cuando medites en ella, pregúntate siempre:
- ¿Cómo se aplica esta verdad a mi vida?
- ¿Cómo se aplica a mi situación?
- En vista de lo que acabo de leer, ¿qué debe cambiar en mi vida?
- ¿Qué pasos prácticos puedo dar para aplicar esta verdad a mi vida?
Quiero sugerirte que todo lo que leemos en la Palabra de Dios exige algún tipo de respuesta, todo. Puede ser ejercitar la fe en las promesas de Dios o en Su carácter, humillarnos, reconocer nuestra necesidad, confesar un pecado o apartarnos de una manera equivocada de pensar.
Puede ser adorar y honrar al Dios que se ha revelado en las Escrituras, perdonar a alguien que nos ha hecho daño, o ir a buscar el perdón de alguien a quien hemos hecho daño.
Me asombra cuántas personas se sientan en la iglesia semana tras semana con diferencias no reconciliadas entre ellos y alguien que se sienta en la misma iglesia. Conocen la Escritura que dice: «Si tu hermano tiene algo contra ti, ve a él y reconcíliate» (Mateo 5:23-24, parafraseado).
Conocen la Escritura que dice: «Si tu hermano ha pecado contra ti, ve a él». Y, sin embargo, no lo hacen. Lo saben, pero no lo hacen.
Creo que es mejor no haber sido expuesta a la verdad, que haberla escuchado una y otra vez como muchas de nosotras y no obedecerla. Cada vez que estoy expuesta a la Palabra de Dios, mi nivel de responsabilidad ante Dios sube un escalón.
Soy responsable por lo que he escuchado. Y mi juicio será mayor si no he obedecido lo que he escuchado.
Tú conoces la verdad. ¿La estás obedeciendo? Hay algunas de ustedes que han estado escuchando este pódcast por semanas o meses o tal vez hasta años. Han escuchado verdades una y otra y otra vez. Me han escuchado decir cosas, y han asentido con la cabeza. Has dicho: «Sí, estoy de acuerdo. Me gusta este pódcast. Me gusta lo que dices. Es tan cierto».
Pero la pregunta es: «¿Estás haciendo lo que has escuchado?». ¿Te estás convirtiendo más en la mujer que Dios quiere que seas como resultado de lo que has escuchado? ¿Estás perdonando? ¿Amas a tus enemigos? ¿Estás orando por los que te maltratan? ¿Hablas palabras que edifican a otros y les ministran gracia?
¿Respetas a tu esposo? Lo que quiero decirte es, ¿dónde estás hoy en términos de aplicar la verdad de la Palabra de Dios a tu propio corazón?
Las Escrituras dicen: «Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración… sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios» (Fil. 4:6). Y pienso cuántas veces conociendo esa verdad, enseñándola a otros, me siento en mi estudio y me preocupo cuando la Palabra de Dios dice: «No te preocupes por nada».
O pienso en una serie de circunstancias en mi vida y me estreso por ello. La Palabra de Dios dice: «No te preocupes por nada». Conozco la verdad, pero ¿la estoy obedeciendo?
Tú conoces la verdad. ¿La estás obedeciendo?
Como he dicho antes y lo quiero decir otra vez aquí: tantas de nosotras como mujeres estamos en estudios bíblicos, podemos enseñar la Biblia a otros, y, sin embargo, no estamos haciendo lo que dice. La Palabra de Dios nunca será todo lo que se propuso que fuera y todo lo que puede ser en tu vida hasta que dejes de solo conocer la verdad y digas: «Señor, me rindo a la verdad. Por Tu gracia obedeceré todo lo que Tú me digas a través de Tu Palabra».
Me gustaría orar las palabras de Charles Spurgeon en una oración que él oró hace 150 años. El dijo:
«Señor, que Tu Palabra sea el gobernante supremo de nuestro ser. Que nos entreguemos a tu sagrada ley para ser obedientes a cada una de sus instrucciones, deseando en todas las cosas, incluso en las más pequeñas, hacer la voluntad de Dios de corazón y llevando todo pensamiento cautivo a la mente del Espíritu de Dios. Bendice a tu pueblo; bendícelo así, saturándolo con la Palabra de Tu verdad».¹
Amén.
Débora: El cambio puede ser muy difícil, pero a menudo es necesario cuando comparas la Palabra de Dios con tu vida. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando cómo debe ocurrir el verdadero cambio al leer la Biblia.
Ser consistente con la Biblia es algo que todos necesitan y con lo que todos luchan. Es por eso que tenemos dos recursos que queremos recomendarte, estos son: «Mujer Verdadera 365 Canónico», y el más reciente, «Mujer Verdadera 365 Cronológico». Ambos fueron pensados para ayudarte a crecer en tu estudio de la Palabra de Dios. Encuentra el enlace a estos planes de lectura en la transcripción del episodio de hoy.
Comúnmente, cuanto más comes, menos hambre tienes, ¿verdad? Bueno, la Biblia es todo lo contrario. Cuanto más lees, más hambre sientes. Hablaremos más de esto mañana en Aviva Nuestros Corazones. ¡Te esperamos!
Ayudándote a descubrir y abrazar las verdades de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1Charles H. Spurgeon. Quoting Spurgeon. Baker, 1993, 117.
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