El Padre Nuestro, día 1
Annamarie Sauter: ¿Qué te viene a la mente cuando piensas en la oración? ¿Es esta un área de lucha en tu vida? ¿Crees que realmente la oración tiene poder?
Mujer 1: Cuándo pienso en la oración me viene a la mente como ir a una fuente a beber agua.
Mujer 2: Hablar con Dios de forma sincera y honesta.
Mujer 3: Es una conversación, no solamente un monólogo.
Mujer 4: Cuando pienso en la oración lo primero que viene a mi mente es una relación de amor con mi Salvador, con mi Padre celestial, con mi Señor que dio Su vida por mí.
Mujer 5: ¿Has luchado con la oración en tu vida? Claro, yo pienso que todos hemos luchado porque no es fácil tener un hábito y menos un buen hábito.
Mujer 6: He tenido que luchar con mi propio corazón en primer lugar, que es perezoso, no le …
Annamarie Sauter: ¿Qué te viene a la mente cuando piensas en la oración? ¿Es esta un área de lucha en tu vida? ¿Crees que realmente la oración tiene poder?
Mujer 1: Cuándo pienso en la oración me viene a la mente como ir a una fuente a beber agua.
Mujer 2: Hablar con Dios de forma sincera y honesta.
Mujer 3: Es una conversación, no solamente un monólogo.
Mujer 4: Cuando pienso en la oración lo primero que viene a mi mente es una relación de amor con mi Salvador, con mi Padre celestial, con mi Señor que dio Su vida por mí.
Mujer 5: ¿Has luchado con la oración en tu vida? Claro, yo pienso que todos hemos luchado porque no es fácil tener un hábito y menos un buen hábito.
Mujer 6: He tenido que luchar con mi propio corazón en primer lugar, que es perezoso, no le gusta orar; con las distracciones, con la falta de tiempo…
Mujer 7: La oración puede cambiar las cosas si espero que Él haga Su voluntad en mí.
Mujer 8: He experimentado cómo la oración puede cambiar las cosas. Las cosas a mi alrededor pero también las cosas en mi interior.
Mujer 9: Tal vez el Señor decide no cambiar la situación, el problema por el que estamos atravesando porque Él tiene un propósito –no en cambiar las cosas sino en cambiarme a mí, cambiar mi carácter, mi corazón.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Para muchas de nosotras la oración es un área de lucha en nuestras vidas. Si has escuchado Aviva Nuestros Corazones por algún tiempo, sabrás que creemos que la oración es esencial para un avivamiento, y por eso nos encanta tratar este tema. De hecho, en el Manifiesto de la Mujer Verdadera decimos que, «oraremos por un movimiento de avivamiento y reforma entre el pueblo de Dios, que resulte en el avance del reino y del evangelio de Cristo entre todas las naciones» –y si no conoces este manifiesto visítanos en avivanuestroscorazones.com y haz uso del buscador para saber más.
Ahora, ¿cómo debemos orar? Esta fue una pregunta que los discípulos le hicieron a Jesús. Y hoy queremos invitarte a unirte a nosotras en un viaje a lo largo de El Padrenuestro para conocer el corazón de Dios respecto a la oración. Prepárate para este viaje adquiriendo el libro digital titulado El Padrenuestro. Encuentra el enlace para adquirirlo en la transcripción de este episodio.
Bueno, ¿lista para comenzar? Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Recientemente me encontré con una colección de oraciones de niños, cosas que los niños le dicen a Dios. Tal vez hayas visto algunas de ellas.
- Esta es una: «Querido Dios, en la iglesia nos hablan acerca de lo que Tú haces. ¿Quién lo hace cuando estás de vacaciones?»
- Y esta otra: «Querido Dios, ¿realmente eres invisible o es un truco?» Esa fue Lucy.
- Norman dijo: «Querido Dios, tú quisiste que la jirafa se viera así o fue un accidente?»
- «Querido Dios», dijo Joy, «Gracias por mi hermanito pequeño, pero había orado por un cachorro».
- Hablando de pedirle cosas a Dios, Bruce dijo: «Querido Dios, por favor envíame un potro. Nunca te he pedido nada anteriormente. Puedes revisar».
- También: «Querido Dios, si Tú me dieras a un genio en una botella, como Aladino, yo te doy cualquier cosa excepto mi dinero o mi juego de ajedrez».
- ¿Qué tal este? «Querido Dios, tal vez Caín y Abel no se habrían matado si hubieran tenido sus propias habitaciones. Eso funciona con mi hermano».
- «Querido Dios, te apuesto que es muy difícil para Ti amar a todos en el mundo entero. Solo hay cuatro personas en mi familia, y nunca puedo hacerlo».
- Aquí hay uno de Donna, quien dijo: «Querido Dios, leemos que Thomas Edison hizo la luz, pero en el colegio dijeron que la hiciste Tú. Así que apuesto a que Él te robó la idea. Sinceramente, Donna».
Definitivamente hay que admitir que los niños son honestos, y es más de lo que podemos decir de nuestras oraciones muchas veces. Pero la manera de ser de los niños –infantiles, inocentes y simples– ¿acaso no ilustra algunos de nuestros conceptos erróneos acerca de Dios? ¿Algunos de nuestros conceptos erróneos acerca de la oración? ¿Algunas de las preguntas que tenemos en nuestros corazones, aunque nunca lo digamos, acerca de por qué Dios hace lo que hace y cómo Él hace lo que hace?
Me hace pensar mientras las escucho…nos reímos de ellas, y son cómicas hasta cierto punto, pero me pregunto cómo muchas de nuestras oraciones, muchas de mis oraciones le suenan a Dios. Nuestras oraciones revelan mucho acerca de lo que pensamos. Ellas revelan mucho acerca de lo que hay en nuestros corazones. La oración, encuentro yo, es muy difícil para muchas personas que conozco.
¿Cuántas de ustedes pueden decir que luchan en esta área de la oración? Hay algunos aspectos de la oración que encontramos que son difíciles. Muchas de nosotras, por lo menos en ocasiones, nos sentimos culpables cuando pensamos en la oración porque sabemos que deberíamos estar orando más de lo que lo hacemos. Pienso que la mayoría de nosotras nos sentimos insuficientes. Hasta el mismo apóstol Pablo dijo: «No sabemos cómo orar. No sabemos por qué cosas debemos orar. No sabemos cómo deberíamos orar por tantas situaciones diferentes» (Rom. 8:26, parafraseado).
Creo que muchas veces nos sentimos confundidas acerca de la oración, tal vez hasta inquietas o perturbadas hacia Dios. Tal vez no diríamos eso, pero a veces con la oración existe una extraordinaria, aparente falta de conexión entre la causa y el efecto. Las cosas por las cuales oras no suceden y las cosas por las cuales no oras sí. Tú dirás: «No entiendo…¿será que la oración funciona? ¿O será que no funciona?»
Muchas de estas cosas probablemente no las decimos en voz alta, pero sí sentimos la frustración. Muchas veces tenemos preguntas sin respuesta acerca de la oración. Cosas como: «¿Por qué orar por algo, si Dios ya lo sabe todo y Él es soberano? Él va a hacer lo que Él va a hacer. ¿Entonces, para qué siquiera orar?»
Muchas veces no verbalizamos estas preguntas y estos pensamientos, pero te confieso que la oración es un área muy, muy difícil en mi vida espiritual. Pero en los últimos años, le he estado pidiendo al Señor que me enseñe a orar.
Como parte de esa búsqueda, en los últimos meses he estado estudiando y meditando en el Padrenuestro. Él usó esa oración para enseñarles a Sus discípulos a orar. Le he estado diciendo, «Señor enséñame a orar»; y esa petición me ha llevado a esta oración del Padrenuestro. Y ha sido un estudio muy, muy enriquecedor.
Quiero compartir con ustedes algunas de las cosas que Dios me ha estado enseñando en estos pocos versículos en el Evangelio de Mateo y el Evangelio de Lucas, que llamamos el Padrenuestro.
Quiero animarte a que mientras nos embarcamos en este estudio, tú hagas tu propia meditación y estudio acerca de esta oración. Muchas de ustedes lo tienen memorizado. Es muy familiar para la mayoría de nosotras. Hasta personas que no tienen una relación con Cristo pueden citar el Padrenuestro. Tal vez fueron criados recitándolo en la iglesia; están familiarizados con él.
Quiero exhortarte durante los próximos días y semanas a orar esta oración y a pensar en ella mientras la oras; a meditar en ella como lo he estado haciendo yo, frase por frase, palabra por palabra, aplicándola, pidiéndole al Señor que trabaje ese aspecto del Padrenuestro en lo más profundo de tu corazón.
En estas primeras sesiones antes de llegar a la oración en sí, creo que sería útil dar algo del trasfondo, un poco de contexto. ¿Dónde encaja el Padrenuestro en las Escrituras?¿Por qué está ahí? ¿Cómo establece Jesús la oración?
Ven conmigo a las Escrituras, si puedes, al Evangelio de Mateo, capítulo seis. Aquí es donde nos encontramos con la forma tradicional más conocida del Padrenuestro, como se le llama. La oración del Señor. Mateo 6, cae dentro del contexto de lo que llamamos el Sermón del Monte. Mateo capítulos 5, 6 y 7, el primer sermón de Jesús y el más largo, el Sermón del Monte.
Recuerda que en el Sermón del Monte, Jesús habla de la justicia. Él compara la justicia hecha por el hombre o los intentos del hombre para ser justo. Cuando pienso acerca de la justicia del hombre, pienso en los fariseos que estaban allí presentes ese día, en la audiencia o por lo menos algunos de ellos. Los fariseos sabían cómo ponerle el punto a la «i» y cómo cruzar la «t», y verse bien y comportarse bien y hablar bien.
Jesús habló acerca de la clase de justicia que ellos tenían, la externa. La justicia que era visible. Pero entonces Él la contrastó con la justicia de Dios, la verdadera justicia que es un asunto del corazón. En el Sermón del Monte, Él desafía a los fariseos y a las personas que querían ser justas y les dijo: «La justicia de Dios es algo que no se puede alcanzar».
El Sermón del Monte es donde encuentras versículos como el final de Mateo 5, donde dice: «Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (v.48). Jesús establece este increíble estándar.
Ahora, Cristo vino al mundo a satisfacer ese estándar, para que pudiéramos tener acceso a Dios aunque somos totalmente injustos. Pero en el Sermón del Monte, Jesús coloca el fundamento para Su vida, para Su ministerio y para Su muerte sacrificial. Su vida se está dirigiendo hacia la cruz. Pero antes de que las personas amen la cruz, tienen que darse cuenta de que son pecadoras. Mucha parte de esa enseñanza sobre la justicia se encuentra en el Sermón del Monte.
También hay muchas enseñanzas en el Sermón del Monte acerca del reino de Dios. ¿Cómo se ve?¿Qué se siente estar en el reino de Dios? ¿Qué es el reino de Dios? ¿Cómo funciona? ¿Cómo opera?
Jesús habla de cómo son las cosas para los que están en el reino de Dios; qué tipo de relaciones tienen. ¿Cómo afecta nuestras relaciones con otros el estar bajo el reino o el imperio de Dios?
En el Sermón del Monte vemos:
- Muchas enseñanzas acerca de las relaciones.
- Hay enseñanzas de valores. ¿Cuáles son los valores de las personas que son parte del reino de Dios? ¿Cuáles son sus prioridades? ¿Qué es importante para ellos?
- ¿Cómo enfrentan la riqueza? Jesús habla bastante acerca del dinero.
- Habla de las cosas.
- Habla acerca de la preocupación. ¿Por qué la preocupación es inconsistente con el reino de Dios? Vamos a hablar de eso mientras vemos esta oración del Señor y el contexto en el que aparece.
- Jesús habla acerca de la vida espiritual, las actividades espirituales de las personas que están en el reino de Dios. Mira el capítulo 6:1-4:
- Jesús habla de dar limosnas –dependiendo de cuál sea tu traducción– hacer obras de caridad, buenas obras, actos de servicio. Él habla acerca de cómo hacer esas cosas de una manera consistente con el reino de Dios; con el reino o el gobierno de Dios.
- En Mateo 6:5-15, Jesús habla acerca de todo el tema de la oración. ¿Cómo sería orar de manera consistente con el reino de Dios? ¿Qué es la oración piadosa? Jesús nos ofrece algunas evidencias. Nos ofrece algunos correctivos y nos da Su ejemplo. Es aquí donde encontramos la oración del Padrenuestro, en el medio de Su enseñanza acerca de la oración.
- En los versículos 16-18 de Mateo 6, tenemos Su enseñanza acerca del ayuno, del dominio propio y de la autonegación. Cuando oras, cuando das, cuando haces buenas obras, cuando ayunas, estas son las cosas que debes tener en mente.
Inmediatamente antes de enseñar la oración del Padrenuestro, justo en esa sección acerca de la oración, Jesús nos da dos precauciones importantes acerca del tema de la oración. Estas tienen que ver con por qué oramos, que son los versículos 5 y 6. En los versículos 7 y 8, nos advierte acerca de cómo debemos orar. Así que Mateo 6:5-6 nos habla acerca de por qué oramos. Vamos a hablar de eso hoy. En la próxima sesión vamos a ver Mateo 6:7-8, las precauciones de Jesús acerca de cómo debemos orar.
En Mateo 6:5-6, Jesús trata con nuestras motivaciones, nuestro corazón. Él dice en el versículo 5:
«Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres».
Si estás subrayando en tu Biblia, probablemente quieras subrayar esta frase: «para ser vistos por los hombres».
A los hipócritas les encanta orar, pero el motivo de su corazón es que otros los vean; para ser vistos por los hombres. «En verdad os digo que ya han recibido su recompensa» (Mat. 6:5).
Ahora, Jesús nos advierte, no solo acerca de orar, sino también acerca de las otras cosas que Él ha hablado en todo el contexto acerca de dar y ayunar. Mira en Mateo 6:1: «Cuidado de no practicar vuestra justicia delante de los hombres…», hacer obras religiosas, dar limosnas. Cuidado con hacerlo, ¿cuáles son las próximas palabras? «…para ser vistos por ellos». Ahí está esa frase de nuevo. Tal vez quieras subrayarla.
Aparece de nuevo en el versículo 2: «Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles». ¿Por qué? ¿Por qué lo hacen?¿Cuál es su motivación? «…para ser alabados por los hombres». Ahí está la frase de nuevo. Esto tiene que ver con sus motivaciones.
En el versículo 5 dice, «y cuando oren, no sean como los hipócritas, para ser vistos por los hombres» (parafraseado). Entonces en el versículo 16 vemos el mismo concepto. «Y cuando ayunes, no pongas cara triste como los hipócritas (esta es la tercera vez que vemos esa palabra), porque ellos desfiguran sus rostros». ¿Cuál es su motivación? «…para mostrar a los hombres que están ayunando».
Jesús dice: «En todas estas cosas que haces, estos actos de justicia, estas obras espirituales, en tu espiritualidad, guarda tu corazón y revisa tus motivaciones». ¿Estás haciendo estas cosas para ser vista por otros?
Vimos la palabra «hipócrita» tres veces, solo en esos primeros dieciséis versículos. Esa palabra es en realidad un término que proviene del teatro griego. Tiene que ver con un personaje que se ponía una máscara. No podías saber, por la máscara, quién era la persona detrás de ella. Estaban poniendo una pantalla; estaban poniendo una imagen; tratando de convencerte de que eran alguien que en realidad no eran. Estaban actuando. Eso es un hipócrita.
Jesús te dice, «cuando oras, cuando das, cuando ayunas, cuando haces obras religiosas buenas, hazlas, pero no las hagas como los hipócritas». No te pongas una máscara. No quieras lucir de una forma para que otras personas crean que eres espiritual aunque realmente no lo eres. No lo hagas para exhibirte delante de los demás; para anunciar tu justicia. Eso era lo que hacían los fariseos. Les encantaba orar, ¿pero dónde les encantaba orar? Donde todos los vieran. A Dios no le agrada eso. Esas personas tienen su recompensa. Están tratando de impresionar a los demás.
No sé si esto es una lucha para ti, pero es un gran tema en mi vida. Cuando estás involucrada en un ministerio público, se puede convertir en un reto aún mayor. Esto es una batalla sutil de la carne, y solo Dios conoce cada uno de nuestros corazones.
No conozco tu corazón con respecto a esto, pero sí te puedo decir del mío. Tú no conoces cuáles son mis motivaciones cuando enseño la Palabra de Dios, cuando oro, cuando sirvo, cuando bendigo a alguien. Tú no sabes que hay en mi corazón. No sabes por qué lo estoy haciendo. Pero Dios sí lo sabe. Jesús dijo que debes revisar tu propio corazón y pedirle a Dios que te enseñe cuáles son tus motivaciones.
Encontré que este deseo secreto, sutil y oculto, de causar una buena impresión, es algo que mancha todo lo demás que yo hago. Queremos que otros sepan que hemos cocinado esa comida para esa familia en necesidad. Estamos felices de hacerlo pero queremos asegurarnos que otros sepan. O la persona a quien hemos ministrado o ese regalo sacrificial que dimos o el esfuerzo adicional que hicimos cuando nos despertamos a media noche para ayudar algún niño enfermo. Estamos contentas de hacerlo, pero queremos asegurarnos que otros sepan que lo hicimos.
Ese deseo es sutil, secreto, oculto; y he encontrado cientos de maneras de mandar ese mensaje sutil a otras personas acerca de lo que he hecho para servir a otros o bendecirlos. El pasaje dice, «eso es ser hipócrita». Jesús no está complacido con esos regalos. Él no los premia. Él dice, «ellos tendrán su recompensa». Veremos eso en este pasaje.
¿Cuán a menudo me encuentro sentada en un grupo orando y ni siquiera estoy prestando atención a lo que la otra persona está orando? Estoy planeando mi propia oración. ¿Qué voy a decir? Ocurre porque no estoy orando realmente a Dios. Hablo como si estuviera orando a Dios, cuando en realidad les estoy orando a esas personas.
Por cierto, por eso es tan difícil para algunas personas orar en público, porque están demasiado preocupados con lo que otras personas pueden pensar.
Yo me hago preguntas como:
- ¿Sería así de fiel, dedicada, tan sacrificial, entregada a la oración «espiritual», si nadie más viera o supiera lo que hice?
- ¿Si nadie se diera cuenta?
- ¿Si nadie comentara?
- ¿Si nadie me diera las gracias?
- ¿Soy tan «espiritual» en los momentos privados de mi corazón como lo soy en público?
- ¿O es mi vida pública o ministerial más impresionante que mi vida espiritual o mi vida privada? ¿Son las dos consistentes? ¿Soy igual en público de lo que soy en privado?
Ese es el tipo de cosas de las cuales Jesús habla aquí.
Él te da una advertencia acerca de las motivaciones y entonces te da la solución. Versículo 6:
«Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».
Hay tres cosas que vemos en ese versículo que nos ayudan con el tema de las motivaciones. Primero, Jesús dice: «Entra en tu aposento». Algunas traducciones, si tienes la versión, Nueva Versión Internacional dice: «Entra en tu cuarto». La versión Reina Valera Antigua dice: «Entra en tu cámara». Hablan de cualquier tipo de espacio pequeño, cualquier lugar privado. Hasta puede ser un espacio de almacenaje. Es un lugar apartado del camino.
Está diciendo: «Aléjate de los lugares donde se encuentra todo el mundo. Sal del ojo público y vete al lugar más privado donde puedas orar».
Esto es contrario a los fariseos, a los hipócritas, quienes salían a los lugares públicos y les encantaba orar parados en la sinagogas y las esquinas de las calles. Jesús dice: «Si quieres corregir esas motivaciones, ve y encuentra un lugar privado donde nadie te ve, ni sabe, y ora. Entonces no les digas a todos los demás cuánto tiempo pasaste ahí adentro. Vete a tu habitación».
Jesús no está condenando la oración pública. Quiero aclarar esto. Él está diciendo que es hipocresía si tu vida de oración pública no esuna expresión y un desbordamiento y una efusión de tu vida de oración privada. Si oras en público en un modo que rara vez oras en privado, entonces hay algo incorrecto con ese cuadro, con esa imagen).
Ahora, pudieras estar pensando: «Bueno, tengo tres o cuatro o seis u ocho hijos y no hay forma de que yo pueda estar sola o en privado. No hay ningún lugar en la casa que no esté ocupado». Pienso en la historia que he escuchado muchas veces acerca de Susanna Wesley, la madre de Charles y John Wesley, quien tenía diecinueve hijos, diez de los cuales murieron cuando eran pequeños. Pero como quiera tenía muchos hijos.
Se dice que ella oraba dos horas al día y que cuando ella no podía encontrar un lugar privado y tranquilo, ella se ponía el mandil sobre su cabeza. Ella se hizo una habitación donde ella podía ir y orarle a su Padre. Si es importante para nosotras, lo encontraremos. Encontraremos el lugar, encontraremos el tiempo para estar a solas con nuestro Padre celestial.
Entonces, Jesús dice, «ora a tu padre que está en secreto» (Mat. 6:6). Cuando entres a ese lugar privado, ora a tu Padre. Ahora eso es en contraste con los hipócritas de quienes acabamos de leer, a quienes les gustaba orar en lugares públicos para que otros los oyeran.
Mientras estudiamos la oración del Padrenuestro en las próximas sesiones, vamos a ver que estos son pensamientos que necesitamos dirigir a nuestro Padre que está en los cielos. No hay nadie que pueda responder esas oraciones aparte de Dios. ¿Quieres que tus oraciones sean contestadas? No ores a los hombres. Órale a Dios. Y Jesús dice que tu Padre que ve en lo secreto te recompensará.
Él nos dice que nuestras oraciones, nuestras actividades espirituales, serán recompensadas. La palabra recompensa es usada siete veces en los primeros dieciocho versículos de Mateo 6. La palabra recompensa significa: «tu remuneración, tu premio, tu compensación». No hay nada malo en querer ser recompensado por orar, o servir al Señor, o por dar.
La pregunta es: ¿Quién quieres que te recompense? ¿Quieres ser recompensada por los hombres o quieres ser recompensada por Dios? Son nuestras motivaciones, nuestras motivaciones al servir, nuestras motivaciones al dar, nuestras motivaciones al orar, lo que determina nuestra recompensa. Dios dice, «ora con un corazón sincero y Yo voy a recompensar tus oraciones».
Annamarie: Wao… Esto que hemos estado escuchando nos hace examinar lo más profundo de nuestros corazones, y es algo que podemos hacer en este momento, en oración.
En este primer episodio de la serie El Padrenuestro Nancy nos ha ayudado a ver el contexto de la oración. Mañana veremos que la invitación a orar es para todos y también veremos una advertencia. Ahora oremos con Nancy.
Nancy: Padre, te doy las gracias por usar este pasaje para examinar mi propio corazón y darme convicciones acerca de las motivaciones de mi corazón que son hipócritas. Gracias también por trabajar en mi corazón, por sacar ese amor sutil y secreto por la alabanza de los hombres. Señor, solo quiero decirte que yo quiero tener un corazón puro. Yo quiero orarte y servirte para Tu gloria, para Tu deleite, y para Tu recompensa y no para impresionar a otros.
Señor, purifica mi corazón, purifica nuestros corazones. Y mientras nos embarcamos en este estudio del Padrenuestro juntas, ¿nos enseñarías a orar? Te pido esto en el nombre de Jesús. Amén.
Annamarie: Aprendiendo a orar juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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