Encuentra felicidad y seguridad
Débora: ¿Dónde te encuentras buscando satisfacción? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Dónde encuentras el mayor placer, la plenitud de gozo y la máxima satisfacción en tu vida? Lo encuentras en la presencia de Dios. No lo encuentras comiendo más, ni tomando más alcohol, drogas o en el sexo ilícito. Esas cosas pueden satisfacerte por un momento, pero como el azúcar, te elevan rápidamente y luego te dejan caer.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Rendición: El corazón en paz con Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 24 de agosto de 2023.
Esta semana estamos en la serie llamada Rendición: Enfrentando nuestros temores. Si te perdiste alguno de los programas anteriores, los puedes encontrar todos en avivanuestroscorazones.com o en la aplicación de Aviva Nuestros Corazones. Hoy, Nancy nos ayuda a pensar sobre lo que sucedería si …
Débora: ¿Dónde te encuentras buscando satisfacción? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Dónde encuentras el mayor placer, la plenitud de gozo y la máxima satisfacción en tu vida? Lo encuentras en la presencia de Dios. No lo encuentras comiendo más, ni tomando más alcohol, drogas o en el sexo ilícito. Esas cosas pueden satisfacerte por un momento, pero como el azúcar, te elevan rápidamente y luego te dejan caer.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Rendición: El corazón en paz con Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 24 de agosto de 2023.
Esta semana estamos en la serie llamada Rendición: Enfrentando nuestros temores. Si te perdiste alguno de los programas anteriores, los puedes encontrar todos en avivanuestroscorazones.com o en la aplicación de Aviva Nuestros Corazones. Hoy, Nancy nos ayuda a pensar sobre lo que sucedería si realmente le rindiéramos todo a Dios. Tal vez puedes decir: «Si lo rindo todo, tendría que renunciar a la felicidad». Aquí está Nancy para ayudarnos a pensar acerca de esto.
Nancy: En nuestro mundo occidental, la búsqueda de la felicidad se ha convertido en uno de los bienes más codiciados y una de las cosas que más buscamos. Y creo que es importante que entendamos, cuando hablamos de rendirnos a la voluntad de Dios, que Dios quiere que seamos felices y quiere darnos placer.
Esto es algo con lo que he tenido que luchar en mi propia vida, porque creo que he tenido una visión de Dios y Sus caminos que dice, «si lo que persigues es ser feliz, hay algo que está mal en ti». Yo crecí en un entorno que buscaba caminar con Dios y rendirme a Él, pero buscar la felicidad no necesariamente era importante.
El problema no es que Dios no quiera que seamos felices. El problema es que intentamos encontrar la felicidad y el placer aparte de Dios. De hecho, el enemigo nos convence de que si realmente rendimos nuestra vida a Dios, si tienes una vida de abnegación, de negarte a ti misma, de rendición y compromiso con Dios, no serás feliz. Y no hay nada más lejos de la verdad.
Y cuanto más y más camino con Dios, me doy cuenta de que caminar en confianza y obediencia es verdaderamente el único camino hacia la verdadera felicidad. Estoy experimentando en esta época de mi vida más felicidad, gozo y placer de lo que jamás hubiera soñado, porque estoy cosechando los beneficios y las bendiciones de años de conocer a Dios, de conocer Sus caminos, de escucharlo, de deleitarme en Él, y aun al tropezar o caer, descubrir que Él es fiel.
Dios es un Dios que quiere que experimentemos placer. Ahora, no podemos negar el hecho de que el dolor es inevitable en este mundo caído. El sufrimiento es un medio necesario para la santificación, y es parte de lo que Dios usa para moldear, completar y perfeccionar las vidas de aquellos que Él ama. Así que cuando decimos, «Dios quiere que experimentemos placer y quiere que seamos felices», no significa, «entonces no habrá dolor, ni sufrimiento, ni problemas».
La verdad es que si nunca has tenido dolor, sufrimientos o problemas, no has conocido la verdadera felicidad. Porque es en medio del dolor, del sufrimiento y de los problemas que podemos encontrar a Cristo, quien es nuestra felicidad y nuestra fuente de verdadero gozo.
Pero quiero que comprendamos que Dios nos creó para experimentar placer y gozo intensos. Es importante saberlo porque el mundo nos dice, «si quieres tener placer y gozo, tienes que ir a los pozos del mundo para encontrar esa agua. Tienes que usar los métodos y medios del mundo para encontrar placer y gozo».
Y es importante que los cristianos comprendamos que Dios quiere que experimentemos placer y gozo intensos. El problema es que somos propensas a buscar ese placer en cosas y en personas que no pueden satisfacer verdaderamente los anhelos más profundos de nuestro corazón. Así que al final nos conformamos con menos de lo que realmente nos satisface.
Y me encanta esa cita de C.S. Lewis, en la que habla de los deseos que tenemos. A veces pensamos: «mis deseos son demasiado fuertes», y que por eso tenemos problemas para vivir la vida cristiana. C. S.Lewis dice que el problema no es que tus deseos sean demasiado fuertes, es que tus deseos son muy débiles. Él dijo:
«Somos criaturas con un corazón dividido, que pierden el tiempo con la bebida, el sexo y la ambición, cuando lo que se les ofrece es una felicidad infinita: como un niño ignorante que quiere seguir haciendo pasteles de barro en un suburbio porque es incapaz de imaginar lo que significa la oferta de unas vacaciones junto al mar. Nos conformamos fácilmente con cualquier cosa».
¿No es esto cierto? Nos encontramos pensando que llenaremos nuestra copa haciendo compras, con comida y más comida, o con alcohol, o una relación sexual ilícita.
Recibimos cartas de jóvenes que escuchan Aviva Nuestros Corazones, y derraman sus corazones al contar cómo creían que podían encontrar la felicidad. Muchas de ellas han crecido en hogares donde hubo mucho dolor, muchas heridas, mucho daño. Ellas pensaban, «deseo tener felicidad». Así creyeron que podrían encontrarla en los brazos de un joven, pero terminan sintiéndose usadas, violadas, culpables y condenadas. No encontraron la felicidad ni el placer que pensaban encontrar en esa relación.
Y el problema es que buscaron en el lugar equivocado. Eran como esas niñas jugando con pasteles de barro en la calle, pensando que eso era lo mejor que había, cuando Dios quería ofrecerles un gozo infinito, unas vacaciones en la playa. Tenemos que levantar nuestros ojos y ver qué es lo que verdaderamente Dios nos está ofreciendo.
Nuestros corazones nunca estarán plenamente satisfechos con menos que Dios mismo. Es tan tonto de nuestra parte perseguir los placeres vanos que el mundo ofrece, cuando la verdad es que Dios quiere darnos Sus placeres puros e infinitos.
Y podemos ver este tema en todas las Escrituras. Permíteme leer varios versículos del libro de los salmos. Salmo 31:19: «¡Cuán grande es Tu bondad, que has reservado para los que te temen…! Imagina eso, Dios tiene un almacén de bondad. Es un almacén abundante, que rebosa. Él ha reservado Su bondad para aquellos que le temen. Es una provisión abundante que Él quiere brindarnos.
Luego está el Salmo 16:11: «Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra hay deleites para siempre». ¿Dónde encontramos el mayor placer? ¿Dónde encontramos la plenitud de gozo? ¿Dónde encontramos una vida plena? La encontramos en la presencia de Dios: «…en Tu presencia hay plenitud de gozo; en Tu diestra hay deleites para siempre».
No la encuentras en otra visita al centro comercial. No la encuentras comiendo más, ni tomando más alcohol, en las drogas o en el sexo ilícito. Esas cosas pueden satisfacerte por un momento, pero como el azúcar, aumentan rápidamente, te elevan y luego, repentinamente, te dejan caer.
Pero Dios dice: «Quiero que tengas Mis placeres infinitos y puros. Los encuentras en Mi presencia. Quiero dártelos».
Así que cuando tienes temor de, si realmente rindo mi corazón a Dios, ¿seré feliz? ¿Me obligará Dios a hacer cosas que no quiero hacer? ¿Tendré que vivir una vida miserable en mi matrimonio? Existe este miedo de «no voy a ser feliz».
Y permíteme decirte, por cierto, que muchas, muchas mujeres que pensaban que no podían ser felices solteras, que pensaban que no podían ser felices sin un compañero, se precipitaron a tener una relación que no estaba dentro de la voluntad de Dios; no tenían la bendición de sus padres. El joven no era creyente. No eran sexualmente puros. Cualesquiera que fueran las circunstancias, pensaron: Esto me hará feliz.
Y ahora nos escriben día tras día, derramando sus corazones, llorando y diciendo: «Soy tan miserable». Pensaban que encontrarían la felicidad, que iban a tener un esposo. No buscaron el reino de Dios, la voluntad de Dios. Estaban buscando los placeres vanos del mundo, y en muchos casos terminan en una gran miseria.
Salmo 36:7-8: «¡Cuán preciosa es, oh Dios, Tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de Tus alas. Se sacian de la abundancia de Tu casa, y les das a beber del río de tus delicias». Me encanta ese versículo. Me encanta ese concepto de que Dios nos ofrece un río de delicias.
Y quiero decirte que si no eres una hija de Dios, si no has rendido tu vida a Dios, si no le has entregado el control de tu vida a Él, si no permites que Él sea quien tome las decisiones en tu vida, no puedes beber de ese río de Sus delicias. Dios quiere darte abundante satisfacción. Hay plenitud en Su casa.
Y a veces pienso en mi propia vida. He tenido altas y bajas, muchas angustias, pérdidas y muertes, dolores y luchas. He compartido algunas de ellas con ustedes en varios episodios aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Pero quiero que sepas que cuando las sumo todas, lo que Dios me ha dado es abundante satisfacción y la plenitud de Su casa. Él me ha permitido beber, de este lado del cielo, Él me ha dado a beber de ese río de Sus delicias.
Esto no significa que la vida sea fácil, significa que mi vida ha sido bendecida. Es bendecida en la medida en que confío y obedezco. Confiar y obedecer. Incluso los santos totalmente rendidos a veces experimentan dolor, sufrimiento y luchas. De hecho, si no experimentas ninguna de estas cosas, debes cuestionarte si realmente eres una hija de Dios. Porque Dios ha prometido que tendremos esas angustias y luchas.
Pero en medio de este viaje terrenal, el gozo que Cristo nos ofrece nos eleva más allá del dolor, más allá del sufrimiento, más allá de nuestras circunstancias y nos proporciona un río de placeres, un río de delicias. Es solo un anticipo de los placeres eternos que vamos a experimentar en el cielo.
Y no tenemos aquí y ahora lo que solo tendremos entonces y allí. Pero, cuando Dios nos da a probar, nos permite saborear ese río de Sus delicias. Así que podemos tener gozo en cada circunstancia.
Y esa es la razón por la que el apóstol Pablo puede decir en 2 Corintios 7: «Sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción» (v. 4). ¡Piensa en ello! En todas nuestras tribulaciones, sobreabundo de gozo. Así pudo decir Pedro en 1 Pedro 1:
«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva mediante de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes.
Mediante la fe (nosotras) somos protegidas por el poder de Dios, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.
En lo cual ustedes se regocijan grandemente (¿en qué? En ver hacia adelante lo que no podemos ver ahora) aunque ahora, por un poco de tiempo seamos afligidos en diversas pruebas, para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probada por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo» (vv. 3-7).
Y entonces 1 Pedro 1:8 dice:
«A quien sin haber visto, ustedes lo aman, y a quien ahora no ven, pero creen en Él, y se regocijan grandemente con gozo inefable y lleno de gloria, obteniendo, como resultado de su fe, la salvación de sus almas».
Y piensas, «si cedo el control, si renuncio a tener el control, ¿seré feliz? ¿Tendré placer?», claro que sí. Y con ello habrá tribulaciones que te moldearán y santificarán. Pero en medio de esas aflicciones, en medio de esas tristezas y pérdidas, puede haber un gozo inexpresable y glorioso que solo se encuentra en la presencia de Cristo, que no se encuentra en ningún otro lugar.
¿Quieres el verdadero gozo? ¿Quieres los placeres de toda una vida, los placeres de Dios por la eternidad? Confía y Obedece.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará en un momento. ¿Puedes ver como rendirse a Dios y la felicidad realmente pueden ir de la mano? Quizás antes de esta serie nunca habías pensado sobre este concepto: rendición. ¿Ves cómo es fundamental en una vida con Cristo? Cuando nos rendimos a Dios, esto afecta cada decisión que tomamos. Nos permite confiar en Él y andar en libertad sin temor.
Nancy: Hemos estado hablando de diferentes aspectos del miedo que sentimos cuando se trata de dejar que Dios tenga el control. Y por cierto, esto no es un asunto de permitir que Dios esté en control, Dios está en control. Es cuestión de que reconozcamos que Él tiene el control. Sería una insensatez de nuestra parte pensar que podemos tener el control, porque no lo tenemos ni por un momento.
Uno de los mayores temores que las madres tienen, dentro de todos los temores que hemos hablado, es el miedo de la provisión. ¿Tendré lo que necesito? Placer, ¿seré feliz? Hoy llegamos a un miedo que encuentro particularmente en las madres, y es este asunto de la protección. ¿Estaré segura, pero más que eso, estarán seguros los que amo?
Si le entrego mi familia a Dios, ¿estarán ellos seguros? ¿Estarán protegidos? Ustedes, como madres, saben –y aun si no lo eres– saben que no podemos mantener a otras personas protegidas. No podemos evitar que lleguen a sus vidas cosas dolorosas y difíciles.
Pero está ese miedo a lo que va a pasar si realmente renuncio al control. Si dejo de preocuparme todo el tiempo y me relajo. Eso no significa, si eres una buena madre, que no vas a cuidar a tus hijos con diligencia.
Pero tiene que haber esta certeza de saber que Dios es quien los protege, que Él es el Único que los puede mantener seguros, no solo físicamente, sino en maneras más cruciales, y me refiero a la condición de sus corazones.
Y como hemos estado viendo, las Escrituras tienen promesas para contrarrestar todos nuestros temores. Me encantan muchas de las promesas sobre Dios como nuestro protector. El Salmo 46 por ejemplo:
«Dios es nuestro refugio y fortaleza. Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto no temeré, aunque la tierra sufra cambios y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares; aunque bramen y se agiten sus aguas, aunque tiemblen los montes con creciente enojo (vv.1-3)».
¿Por qué? Porque tenemos un refugio y ese refugio es una Persona. Es un Dios personal. Nuestro Dios es un refugio. Él es llamado nuestra fortaleza, nuestro refugio, nuestro fuerte libertador como Sus hijos.
Uno de los pasajes más maravillosos de las Escrituras sobre la protección de Dios está en el Salmo 91. Si no estás familiarizada con este salmo, tal vez quieras memorizarlo o meditar en él. Muchos versículos de este salmo hablan de la asombrosa protección de Dios.
En el principio del Salmo 91: 2, dice:
«Diré del Señor, “Refugio mío y fortaleza mía,
Mi Dios, en quien confío…”
Con Sus plumas te cubre,
Y bajo Sus alas hallas refugio;
Escudo y baluarte es Su fidelidad
No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día,
Ni la pestilencia que anda en tinieblas,
Ni la destrucción que hace estragos en medio del día» (vv. 4-6).
En otras palabras, estas cosas van a venir, pero no tendrás que vivir con miedo porque sabrás que Dios te protege en medio del peligro. Ten en cuenta que Dios no promete, «si confías en Mí, nunca enfrentarás peligro», pero sí dice que aquellos que se refugian en Él son puestos bajo Su cuidado y Su protección.
¿Puedo recordarte que la seguridad no es algo que el gobierno pueda proporcionarnos? No es algo que las armas de milicia puedan proporcionarnos en última instancia. Nuestra seguridad máxima no es la ausencia de peligro, sino la presencia y la protección de Cristo en medio del peligro.
Esto nos ayudará a mantener una perspectiva a largo plazo al darnos cuenta de que, bueno, si nos quitan la vida, si eres una hija de Dios, aún así estás protegida porque hay una seguridad y protección eternas. Debemos tener la perspectiva eterna de Dios en mente o nos vamos a decepcionar y a desanimar al ver lo que sucede aquí en la tierra.
Hay otra cosa que creo que muchas de nosotras tememos cuando pensamos en entregar el control de nuestras vidas al Señor, y es este asunto de las relaciones personales. ¿Tendré amigos? ¿Mis necesidades relacionales y emocionales serán satisfechas?
Bueno, Dios nos ha dado una promesa que contrarresta nuestros temores. Dios ha prometido en Hebreos 13:5: «Yo no te dejaré ni te desampararé». En Mateo 28:20 Jesús dice, «…Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».
«Yo estoy con ustedes». Él ha prometido permanecer con nosotros y ser nuestro compañero constante donde quiera que vayamos, en cualquier cosa que hagamos. Eso me encanta, a lo largo de las Escrituras es uno de los grandes hilos conductores de la Palabra de Dios.
Cuando uno de los hijos de Dios temía salir solo o seguir la voluntad de Dios y sentía que no tenía apoyo humano… Fue lo que le sucedió a Moisés, le sucedió también a Josué, a Ezequiel. Una y otra vez, la sencilla respuesta de Dios fue, «Yo estaré contigo».
YO ESTARÉ CONTIGO. No sé si hay palabras más preciosas. La implicación para nosotras es también: «Yo soy suficiente. Si me tienes a Mí, tienes todo lo que necesitas». Así que, el hombre o la mujer que confía en las promesas de Dios puede decir con el salmista en el Salmo 73:25: «¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Fuera de Ti, nada deseo en la tierra».
Y todo eso suena muy bien en términos teológicos, en términos de pensamiento. De acuerdo, tengo a Dios; Él es suficiente. Pero nuestras emociones a veces nos dicen, «quiero también que alguien me ame. Quiero un esposo. Quiero un compañero. Quiero un amigo, un mejor amigo. Quiero que mis padres me amen y en lugar de rechazarme».
Tenemos que lidiar con eso como hijas de Dios. Necesitamos reconocer que muchas veces Dios nos lleva a la soledad en una temporada. Hay momentos en los que cuando Él sabe que no lo apreciamos a Él como nuestro amigo y compañero, tenemos otras personas llenando esos espacios vacíos en nuestros corazones.
Y permíteme decir también que Dios quiere que tengamos relaciones con otras personas, y una relación íntima con Dios es la mejor base para tener relaciones ricas e íntimas con otras personas. Cuando somos uno en Cristo, ya sea en tu matrimonio, o en tu relación con tus padres, o con tus hijos, o personas en la iglesia, tener unidad en Cristo es lo que te permitirá tener la mayor intimidad y unidad con otros.
Y sin importar cuáles sean tus temores, lo desconocido o los retos en tu vida en relación a cada una de estas áreas, recuerda que Dios tiene una promesa. Él ha prometido proveer para ti. Ha prometido compartir Su placer contigo. Ha prometido protegerte, y darte Su presencia permanentemente.
Anteriormente he hablado de que me encanta leer biografías porque ilustran las vidas de estas personas; cómo Dios traza sus caminos, y también nos reflejan mucho de Su corazón. Una que descubrí es la historia de Lilias Trotter. Su historia está escrita en un libro llamado Una Pasión por lo imposible.
Lilias Trotter nació a mitad de los años 1800 en una familia rica victoriana de Inglaterra. Era una joven mujer con cualidades artísticas. Cuando era una jovencita estudió con uno de los artistas más renombrados de la época llamado John Ruskin. Él reconoció que ella tenía un talento inusual. Y tenía planes para ella. La quería convertir en su protegida. Ella sería la próxima gran artista.
Pero Lilias Trotter tenía un corazón para el Señor y era muy sensible a Su guía y plan para su vida. Ella se interesó en el trabajo social. Comenzó a ministrar a las prostitutas, algo que para una joven de una familia victoriana adinerada no era normal. Luego, a la edad de treinta y cuatro años, escuchó a un misionero de Argelia y Lilias sintió que Dios la estaba llamando a llevar el evangelio a África.
Y así lo hizo. Se trasladó a Algeria. Este era un país Musulmán, y fue como mujer soltera. Durante cuarenta años sirvió en un ministerio fiel, donde Dios le dio muchas oportunidades para usar su talento. Ella dibujaba paisajes y personas y la belleza del país, usando esos dibujos para introducir a los musulmanes al evangelio de Jesucristo. Tuvo un ministerio muy eficaz por muchos años.
Durante el ministerio de Lilias, ella escribió durante un tiempo una carta a los misioneros ayudándoles a entender cómo servir mejor al Señor en sus países. Y una de sus cartas dice así:
«¿Cuántos de nosotros hemos dicho o cantado con todo nuestro corazón: «A cualquier lugar con Jesús»? (Es como ese himno que dice, a donde Él me guíe, fiel le seguiré). Pero en ese momento no sabíamos lo que eso significaría para nosotros. De hecho, en casa y rodeados de todo lo que significa un hogar, no podíamos saberlo. Cuando llegue la prueba, no debemos olvidar que cualquier lugar (adonde Él me guíe) significa para los misioneros algo diferente de la vida en Inglaterra, y cuidémonos muy bien de no hacer algo miserable de cualquier lugar adonde Él nos guíe».
En otras palabras, cuando vayas a cualquier lugar con Jesús, no hagas una miseria del lugar donde Él te lleve. Ella dijo:
«Para nosotros en Algeria, cualquier lugar con Jesús, debe significar comida diferente. ¿Nos disgusta? ¡Y los ratones! ¿Nos molestan? Y los mosquitos. ¿Nos parecen espantosos? En muchos lugares, significa un estrecho contacto con la suciedad y con enfermedades repulsivas. Sin embargo, si Jesús está allí, en cualquier lugar con Jesús adonde Él me guíe, ¿de qué podemos quejarnos? Significa vivir con gente obstinada y falsa, y luchar con un idioma extraño y difícil. En cualquier lugar con Jesús tendremos gozo».
Donde Él me guíe fiel le seguiré. Eso significa que «a cualquier lugar con Jesús yo puedo ir con seguridad».
Al saber que estás allí bajo el liderazgo de la Palabra de Dios y del Espíritu de Dios, entonces tienes la certeza de que estás con Jesús, que estás segura porque debajo están los brazos eternos. Él será tu provisión, Él será tu protección, Él será tu placer, y tu eterno amigo. A cualquier lugar con Jesús, a donde Él nos guíe, podemos ir seguras.
Débora: ¡Qué gran recordatorio! Estamos seguras cuando estamos con Jesús, y Él siempre está con nosotras. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado guiando a través de cuatro temores comunes que nos impiden rendir todo nuestro ser a Dios.
¡Examen sorpresa! ¿Recuerdas cuáles son? Miedo acerca de la provisión, el placer, la protección, y las relaciones personales. Podemos enfrentarnos a nuestros temores cuando pensamos en lo que significa rendirse a Cristo.
Es sabio leer las letras pequeñas antes de firmar algo, ¿cierto? Pero cuando acudimos a Dios, esto requiere aceptar Sus condiciones, aunque no sepamos cuáles son. Firmamos un contrato en blanco. Escucharemos más sobre esto mañana. Espero que vuelvas a Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth te llama a la libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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