El verdadero problema
Debora: Cuando un pastor y su esposa invitaron a Rosaria Butterfield a sus vidas se dieron cuenta de algo sobre su invitada, y querían que ella se diera cuenta…
Dra. Rosaria Butterfield: …de que ser lesbiana no era el pecado más grande en mi vida…ser una no creyente era el problema. Así que ellos vivieron y compartieron el evangelio, y fueron un modelo para mí sobre cómo aplicar una vida de fe a un mundo caído y tantas pruebas que la gente enfrenta viviendo en un mundo caído.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 14 de marzo de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, si se perdieron el programa de ayer, necesitan regresar y escucharlo, o leer el texto. Y creo que no solo querrán leerlo. Van a querer escucharlo –así podrán entender el corazón, la pasión, la …
Debora: Cuando un pastor y su esposa invitaron a Rosaria Butterfield a sus vidas se dieron cuenta de algo sobre su invitada, y querían que ella se diera cuenta…
Dra. Rosaria Butterfield: …de que ser lesbiana no era el pecado más grande en mi vida…ser una no creyente era el problema. Así que ellos vivieron y compartieron el evangelio, y fueron un modelo para mí sobre cómo aplicar una vida de fe a un mundo caído y tantas pruebas que la gente enfrenta viviendo en un mundo caído.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 14 de marzo de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, si se perdieron el programa de ayer, necesitan regresar y escucharlo, o leer el texto. Y creo que no solo querrán leerlo. Van a querer escucharlo –así podrán entender el corazón, la pasión, la alegría y lo encantadora que es nuestra invitada de hoy, Rosaria Butterfield.
Y por poco no logramos agendar esta conversación, pero es una que he querido tener desde hace tiempo, y estoy tan agradecida, Rosaria, de que hayas extendido tu viaje y el tiempo de estar con tu familia para compartir esto con nosotras. Te quiero, y me encanta ver la gracia de Dios en tu vida.
Rosaria: ¡El gozo es todo mío! Estoy tan feliz de estar aquí.
Nancy: Tú sabes, que conocí al Señor Jesús cuando era una niña de cuatro años. Ese es mi primer recuerdo consciente. Claro que, en la eternidad pasada Dios ya había planeado todo esto, y ahí estaba la Palabra de parte de mis padres en nuestro hogar, en mi corazón, así que ese no fue el primer momento en que estuve expuesta a las Escrituras, pero ese es mi primer recuerdo consciente.
Así que, no tengo recuerdos anteriores de Cristo, y me siento agradecida con Dios por haber escrito mi historia de esa manera. Pero me encantan los recordatorios de amigas como tú…sobre lo que le costó a Cristo y el proceso por el cual Dios, por medio de su Espíritu Santo, atrae nuestros corazones.
Y es diferente para cada uno de nosotros.
Rosaria: Sí, lo es.
Nancy: Tu libro dice que eras una conversa improbable. El título es «The secret thoughts of an unlikely convert», en español sería, «Los pensamientos secretos de una conversa improbable». Y me recuerda, cuando veo esto, que no hay un «probable» converso. No hay nadie que busque a Dios, no hay nadie que lo siga, no hay nadie que lo elija, si Él no nos busca primero.
Y estoy tan agradecida de ver la gracia de Dios en tu vida, y de recordar la gracia de Dios en mi vida, y en la vida de cualquiera que nombre a Jesús. Porque es Su gracia. Gracias por estar aquí con nosotras.
Rosaria es esposa de pastor y es madre de cuatro hijos adoptivos. Está educando en casa a los dos más pequeños de los cuatro, y su casa es un nido de hospitalidad, de ministerio, de oración, de compasión y eso (¡teniendo hijos!) Vidas muy ocupadas.
En tu vida anterior fuiste profesora de inglés titular en la Universidad de Siracusa, y ayer compartimos la historia (no vamos a repasar toda la historia, porque quiero que aquellos que no han escuchado el programa vayan y lo escuchen) de cómo un pastor se acercó a ti cuando eras una activista feminista, liberal, una profesora atea. Él no se sintió intimidado de acercarse y decirte, «acompáñanos a mi esposa y a mí, ven a cenar».
Rosaria: Y te diré, yo nunca hubiera usado esos adjetivos para describirme.
Nancy: Claro, cuando se trata de un ser humano.
Rosaria: Bueno, y en ese entonces habría dicho que era una activista pacifista, y yo creía en la diversidad, en la compasión, en la bondad y en el cuidado. Yo creía que el feminismo y los derechos gays eran el camino hacia eso.
Nancy: Así que, desde tu punto de vista, la manera en la que pensabas sobre lo que hacías tenía todo el sentido del mundo. ¡Eres una mujer brillante Rosaria! Gracias a Dios, este pastor te trató con respeto. Él y su esposa te trataron con compasión y con bondad, lo que te desarmó.
Rosaria: Era y siempre será.
Nancy: Y mientras vemos las líneas que se están dibujando en nuestra cultura y en nuestro mundo, y estamos aquí como cristianos evangélicos, evangelistas pensando cómo seremos sal, cómo seremos luz, ¿cómo haremos una diferencia? Aquellos que amamos a Cristo no podemos decir que simplemente borramos esa cultura secular: «¡Estos seculares están dañando nuestra cultura!» Sabemos que esa no es la manera correcta de pensar.
Pero a veces pienso en que nos sentimos inútiles por cómo nuestras vidas podrían coincidir con aquellos que vienen de una visión del mundo totalmente opuesta. Veo tus credenciales y digo, «wow ella es muy inteligente. Es tan educada. (¿Qué?…una profesora de literatura del siglo diecinueve). ¡Eso es mucho más que mi nivel!»
Sin embargo, esa bondad, esa hospitalidad y la voluntad de escucharte y de tratarte como un ser humano creado a imagen de Dios fue lo que empezó a tumbar esos mecanismos de defensa que tú ni siquiera sabías que habías construido.
Rosaria: Sí, eso es exactamente.
Nancy: Así que, durante dos años –retomando donde terminamos ayer– este pastor y su esposa, Ken y Floy Smith, te dieron la bienvenida.
Ellos te recibieron como Cristo los recibió a ellos, tuvieron un sin fin de conversaciones. Y mientras tanto, ahí estás tú, leyendo la Biblia, y la Biblia te está deshaciendo.
Rosaria: Así es, así es. Estoy leyendo la Biblia para la investigación de un proyecto. Mi libro posterior a la obtención del cargo. Pensé que sería un análisis de los «derechos cristianos» desde el punto de vista de una lesbiana feminista, socavando la Biblia como autoridad.
Mis amigos, claro, sabían que yo estaba leyendo la Biblia. La comunidad lésbica y gay es una comunidad con el don de la hospitalidad, así que mi hogar estaba abierto constantemente para gente que quería hablar de ideas y problemas –estudiantes, miembros de la facultad y vecinos.
Una noche de la semana era especial. En la comunidad lésbica gay, hay una noche de la semana en la que la casa debe estar abierta para todos. Así que, un jueves por la noche, prácticamente cualquiera que necesitara venir, vendría, y yo serviría una gran cena, y simplemente hablábamos.
Mis amigos me dejaron saber, un jueves por la noche en particular, que esta lectura de la Biblia me estaba cambiando, y estaban preocupados.
Nancy: ¿Y tú sabías que era cierto? ¿Lo notabas?
Rosaria: Bueno, tú sabes, soy una mujer de libros, y cada proyecto de investigación me cambia, así que eso lo sabía, pero no lo había registrado hasta que un amigo transgénero puso la pregunta muy directa.
Fui directo a la cocina, probablemente a traer otra botella de vino y más platos para la pasta, y esto es lo que ella dijo. Ella se sentó, y dijo, «Rosaria, antes de que entres otra vez al comedor, sirvas y empieces a hablar, necesito hablar contigo. Estoy preocupada por ti. Esa lectura de la Biblia te está cambiando. Estoy muy preocupada».
Nancy: ¿Y cuál fue tu respuesta?
Rosaria: Es gracioso…alguna vez te ha pasado que un amigo te hace una observación, y eres una adicta al trabajo, tan ocupada, tan enganchada, que no has hecho las preguntas correctas. Así que tampoco puedes recibir las respuestas correctas.
Yo no lo había notado o no lo hubiera preguntado así; y su preocupación abrió algo en mí. Me di cuenta de que tenía una pregunta que me daba miedo articular –incluso a mí misma. Pero ella era una amiga de confianza, así que le dije (doy pseudónimos en este libro, llamándola Jay), «Jay, esto es solo un asunto de investigación, pero, ¿qué, si es verdad? ¿Qué si es verdad que Jesús es un Rey real y resucitado? ¿Qué si estamos todos en problemas?»
Lo que Jay me contestó cuando le pregunté eso fue, «bueno, eso lo sé. Yo fui pastora presbiteriana por quince años. Si tú quieres, oraré por ti, para que Dios te sane. Yo oré por mí misma para que Él me sanara, pero nunca lo hizo».
Nancy: Wow. Así que había una historia ahí detrás.
Rosaria: Sí, ese fue un momento poderoso por muchas razones. Una es que me reveló más o menos un secreto, un permiso tácito de seguir leyendo la Biblia. Porque aquí estaba esta querida amiga mía, desconocida para mí, que había echado raíz en este Libro para un propósito de vida y ayuda, así que eso era muy poderoso.
Pero había algo en su manera de usar la palabra «sanar» que realmente me molestaba. Yo creía que «ser homosexual era bueno». No creía que necesitara sanar. Encontraba esa palabra condescendiente y patológica.
Tampoco me gustaba que este Jesús no «sanó» (¡lo que sea que eso significara!) a Jay, si ella oró por eso. Digo, ¿quién es este Dios que sana a unos pero a otros no? ¡Eso no es justo!
Pero, finalmente, me hizo darme cuenta (en este punto ya había leído la Biblia algunas veces) de que la Biblia, de hecho, no decía que necesitaba sanación.
¡La Biblia decía que necesitaba arrepentimiento hacia la vida! Y tampoco me gustaban esos términos.
Así que dejé esa conversación desorientada y perturbada, pero motivada a seguir leyendo y seguir investigando.
Nancy: Y te estaba enfrentando de frente con este problema del pecado, este problema del corazón, que no era la homosexualidad, no era una ideología, había un problema subyacente del corazón.
Rosaria: Sí, eso es verdad, aunque me daba un poco de miedo ir ahí. Eso es absolutamente correcto.
Nancy: Suena a que estabas empezando a presentirlo. «¿Y qué si algo está mal?» Y eso que estaba mal, que vendrías a ver después, era pecado.
Rosaria: Eso es correcto. ¡Pero realmente no me gustaban los términos de esta discusión para nada!
Nancy: Y continuaste hablando sobre la Biblia con tus amigos Ken y Floy.
Rosaria: ¡Oh, absolutamente! Ken y Floy eran mis fieles semanales… Cuando miro en retrospectiva como cristiana, parece una relación de discipulado, porque eso es lo que era.
Nancy: Y mientras hablabas con ellos, ciertamente ellos conocían tu sistema de creencias y tu pasado. ¿Cómo lidiaban ellos con este asunto del lesbianismo?
Rosaria: Tú sabes, esa es una gran pregunta. Es una cosa chistosa. Creo que la gente piensa, aquí tenemos un pastor evangélico y aquí tenemos una lesbiana activista, así que obviamente, debimos haber estado discutiendo sobre Romanos 1, durante la cena cada noche.
Sin embargo, eso no fue lo que realmente ocurrió. En lugar de ello, lo que realmente pasó, lo que Ken y Floy Smith hicieron, fue que se dieron cuenta de que ser lesbiana no era el pecado más grande en mi vida, ¡no ser creyente lo era! Así que compartieron el evangelio conmigo y vivieron y modelaron delante de mí cómo aplicar una vida de fe en un mundo caído en el que todos enfrentamos muchas aflicciones.
Nancy: Y eso empezó a hacer algo en ti. Obviamente, había un agujero en tu corazón.
Rosaria: Empezó a deshacerme. Yo pensé que si me hubieran confrontado con mi homosexualidad, y que la primera noche me dijeran, «¡ahora escuche, señorita! Sabe que la homosexualidad es un pecado. Es un pecado muy profundo, oscuro y peligroso. Vamos a Romanos 1. Esto será tu ruina. Eres una persona que odia a Dios. Esto es muy serio».
Yo hubiera rechazado eso, y me habría puesto a la defensiva.
Nancy: Pero ellos sabían que ese no era tu problema más grande.
Rosaria: Si, de hecho, en las palabras de Ken, nunca podemos hablar de «pecados en plural, hasta que hablemos de pecado principal». Así que, las cosas que ellos querían hablar conmigo en realidad eran relacionadas con mi manera de ver el mundo, mi cosmovisión. «Las personas nacen buenas, Rosaria, ¿de verdad tú crees eso? ¿Cómo eso explica esto y aquello?»
Ellos intentaban hacerme entender el pecado original como una experiencia que nos deforma a todos. Sabemos, como cristianos, que el pecado original nos deforma, y el pecado en sí nos distrae, y el pecado que mora en nosotras nos manipula. Y somos cristianas.
Ellos empezaron a mostrarme cómo el pacto de gracia responde al problema de un modo alternativo, porque nosotros no podemos arreglar el problema. Eso era intrigante. Así que, eran los dos intelectuales y compasivos. Sin que yo realmente lo supiera, me estaban discipulando de una manera completa.
Nancy: También, suena a que te diste cuenta de que ellos se reconocían a sí mismos como pecadores en necesidad de un Salvador.
Rosaria: ¡Oh, absolutamente! De hecho, cuando Ken oraba antes de comer, la mayoría de las veces se arrepentía de sus pecados de ese día, y era impresionante para mí que él hiciera eso, porque algunos de sus pecados cometidos ese día, eran pecados que yo había cometido también ese día…¡solo que yo no los veía como pecados!
Yo creía que si me esforzaba más para ser más amable con estas personas con las que yo me había quedado corta, todo estaría bien. Así que, era una experiencia que me desarmaba.
Nancy: Ellos mismos se estaban arrepintiendo, antes de pedirte que te arrepintieras.
Rosaria: Sí. Ellos estaban modelando arrepentimiento hacia la vida, y estaban mostrando también cómo amar a los pecadores, y odiar tu propio pecado.
Nancy: De acuerdo, voy a adelantarme. En algún punto terminaste en la iglesia, dos años después de esta relación.
Rosaria: Así es. ¡Fue una locura! Dos años después de relación (con los Smiths), una mañana dejé la cama que compartía con mi pareja lesbiana y, una hora después, terminé en el banco de la Iglesia Reformada Presbiteriana de Siracusa.
Nancy: Wow. Y eso dice, entre otras cosas, que no conoces el pasado ni la historia de alguien que pueda estar sentado junto a ti en la iglesia y lo que Dios está en proceso de hacer en esa vida.
Rosaria: Eso es verdad. Así que, termine ahí y Ken estaba predicando el Evangelio de Mateo.
Nancy: ¿Y tenías miedo?
Rosaria: Sí, sí lo tenía.
Nancy: Para ese entonces, ya te sentías cómoda con esta pareja.
Rosaria: Bueno, me sentía cómoda con muchas de las personas de esa iglesia, eran colegas míos en la universidad. Pero había llegado a un punto en el cual necesitaba que alguien contestara mis preguntas –estas preguntas que eran profundas y que me estaban volviendo casi loca. Mi visión del mundo feminista secular no podía contenerlas.
Necesitaba ir a la iglesia y conocer a Dios y no preocuparme por el hecho de que mi corte de pelo y mis pantalones probablemente no fueran la vestimenta normal de este grupo en particular.
Nancy: Pero eso no era importante para ellos, porque a ellos lo que les importaba eras tú.
Rosaria: Así es. No les molestaba eso. Estoy segura de que tuvieron que trabajar un poco en ello, además no le dije a nadie que iría a la iglesia. Solo me aparecí.
Nancy: ¿Y te sentiste bienvenida?
Rosaria: Sí, sí. Me atrajo mucho el servicio. Me atrajo la música. Yo empecé la carrera como música, así que me encanta cantar. La Iglesia Reformada Presbiteriana canta salmos a cappella, y a mí me pareció que la música fue muy hermosa.
Pero el mensaje me desarmó. Así que me encontré a mí misma regresando continuamente a escuchar más mensajes, para encontrar respuestas a algunas de estas preguntas tan profundas. Una de estas fuertes preguntas que me golpeaba duro, era que quería que Dios me mostrara, bajo mis términos, por qué la homosexualidad era un pecado.
Cuando Ken predicó sobre el Evangelio de Mateo, entendí que lo que la Biblia hacía era un llamado a todos a rendir nuestros corazones a la voluntad de Dios primero, y después hacer nuestras preguntas.
Una de las cosas que la autoridad de Dios sugería era que, si no hay nadie más alto que Dios, no era mi derecho hacer esa pregunta sobre Dios. De hecho, lo opuesto era lo cierto. Dios tenía el derecho de interrogar mi vida y mi cultura.
Incluso como profesora posmoderna, entendía eso. La pregunta es, «¿quién es más alto que Dios?» Como profesora posmoderna, si tu trabajo (como mi estudiante) era para el martes y me lo entregaste el miércoles, tienes una mala calificación.
Nancy: Así que, hay un sentido de los absolutos.
Rosaria: Sí, entendí algunas cosas sobre la autoridad, y comencé a cuestionar si mi habilidad de razonar sobre las cosas era segura o no.
Nancy: Y realmente empezabas a ver la autoridad de Dios, pero también la autoridad de Su Palabra.
Rosaria: Sí, sí. Lo estaba, porque había estado leyendo la Palabra hasta 5 horas al día en ese momento, porque estaba en un programa de investigación. No era fuera de lo común para mí cuando escribía sobre un libro, leer ese libro hasta treinta veces.
Así que, el hecho de que Dios me diera convicción de que necesitaba dejar de escribir este proyecto de investigación, y empezara a vivir una vida cristiana, después de leer siete veces la Biblia, eso era un proceso corto para mí.
Nancy: Así que, cuando empezaste a leer las Escrituras, las estabas juzgando, criticando; pero hubo un punto de quiebre, donde te diste cuenta de que si esta era la autoridad, debías estar dispuesta a ser juzgada por ella.
Rosaria: Cierto, eso es verdad. Y ese punto de quiebre fue de este modo extraño: Ken estaba predicando sobre Juan 7:17: «El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios».
Y Ken ofreció un ejemplo bíblico, de que la obediencia viene antes del entendimiento. ¡Casi brinco de mi silla! De hecho, tal vez lo hice. ¡Tal vez sí brinqué fuera de mi asiento porque esto era demasiado loco para mí!
Siempre había creído que el entendimiento viene antes que la obediencia. Después de todo me pagan por leer libros y escribir sobre ellos y decirles a otras personas qué pensar. Pero de repente, este paradigma sobre cómo entender las Escrituras estaba siendo revelado para mí, que si yo obedezco, el entendimiento llegaría.
¡Eso me daba miedo! Recuerdo haber regresado a casa y orar esa noche, solo una oración sencilla, que el Señor me diera el valor de obedecer antes de entender.
Nancy: Eso debe venir del Señor, pero es realmente renunciar a tener el control.
Rosaria: Así es, y yo soy una controladora obsesiva. Incluso como creyente, sigo luchando con eso.
Nancy: Porque somos hijas de Eva, ¿no es cierto?
Rosaria: Sí, lo somos. Así que, realmente soy terca con eso. Y estaba siendo terca. Noté que mis amigos cristianos eran tercos con las Escrituras, también. Ellos usarían los sermones, a lo largo de esta semana, para aplicarlos a sus vidas. Y yo pensé, ¿la gente sabrá lo peligroso que es?
Nancy: Porque ¿parecería como una locura?
Rosaria: No. Realmente parecía peligroso, porque parecía que ellos estaban diciendo que estaban viviendo adentrados en la historia de la Biblia. ¡Y yo sabía con certeza que eso volaría mi vida rápidamente! Y me preguntaba ¿cómo hacen ellos para hacer eso?
Nancy: ¿Y cómo lo resolviste?
Rosaria: Bueno esa es la cosa. No hubo mucha resolución, porque rápidamente, justo en la cumbre de un día del Señor, ¡vendría otro día del Señor! En este nuevo día del Señor, estábamos cantando el Salmo 119, versículo 56, y decía: «Esto se ha hecho parte de mí: guardar tus preceptos». De pronto, después de que canté esa frase, inmediatamente deje de cantar, bajé mi himnario y rápido abrí mi Biblia para chequear si mi libro de cánticos tenía un error de impresión, ¡porque ese verso de verdad me asustaba!
Y la Biblia lo representaba así: «Esto se ha hecho parte de mí…» Había algo en este lenguaje que fue lo que me deshizo completamente. Primero, el Espíritu Santo me había convencido de mi pecado, y de hecho, estaba en sintonía con el Espíritu para notarlo.
Porque esta Biblia no era mía. ¡Yo la había maldecido, la había rechazado y la había rebajado, la había condenado y había enseñado a mis estudiantes a hacer lo mismo! No había ninguna manera en que yo pudiera reclamar que esta Biblia era mía. ¡Estaba condenada por decir eso! ¡Era una mentira!
Pero lo siguiente que noté, fue que me di cuenta de que cuando dije esas palabras, realmente las decía en serio. ¡Quería que esa Biblia fuera mía!
Nancy: «Esto se ha convertido en mío».
Rosaria: Quería que esos sesenta y seis libros y esa revelación bíblica fueran míos. Y cuando canté, «esto es mío», en el cántico, realmente estaba testificando una simple verdad: La línea de comunicación que Dios ha ordenado para Su pueblo se encuentra en Su Palabra.
Yo no solo quería eso, pero quería que Dios escuchara mis oraciones. Y todo vino a derrumbarse después de ese momento. Fue muy doloroso porque yo realmente creía que había estado en el lado de la amabilidad, la compasión, la justicia, la diversidad, la bondad, el cuidado e incluso la moral.
Me deshice completamente cuando me di cuenta de que era a Jesús a quien había estado persiguiendo todo ese tiempo. No solo una figura histórica llamada Jesús, sino mi Jesús, mi Profeta, mi Sacerdote, mi Rey, mi Salvador, mi Amigo…¡ese Jesús!
Nancy: Así que te has dado cuenta de que no eras la buena persona que siempre creíste ser, sino que eras una pecadora en necesidad de un Salvador.
Rosaria: Cierto. Ese fue el comienzo de un largo viaje de lo que significa el arrepentimiento. Verte a ti misma sumergida en un hoyo fangoso, un poco como un borracho despertando en su propio vómito no es algo placentero.
Nancy: Y quiero tomar ese pensamiento del arrepentimiento y cómo luce, como se ve. Tú dijiste, «la conversión me metió en un lío complicado y completo». Todo debía cambiar.
Rosaria: Sí, debía cambiar.
Nancy: Y dijiste, «¡en resumidas cuentas, perdí todo menos al perro!»
Rosaria: Es verdad.
Nancy: Vamos a desenvolver todo eso y escuchar como Dios en Su misericordia te dio el regalo del arrepentimiento –no solo en ese momento, sino que empezó una vida de arrepentimiento.
Rosaria: Cierto.
Nancy: Y esto es fascinante, ¡porque la gracia de Dios es fascinante! Su poder es tan maravilloso, Su Palabra es tan poderosa, la Escritura es tan poderosa –convierte, ¡Él convierte! Tú no estabas buscándolo, pero Él estaba buscándote a ti y te dio la gracia para responder.
Y vamos a retomar la conversación en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones. Para aquellas que les interese, pueden obtener el libro de Rosaria titulado «The secret thoughts of an unlikely convert», está disponible en inglés.
Y a todas nuestras oyentes queremos recomendarles un folleto que les ayudará a responder preguntas como: ¿Cómo puede mi vida cumplir el propósito eterno para el cual Dios me creó? ¿Cómo puedo llevar mucho fruto para Su gloria? Se trata del folleto «Retrato de una mujer usada por Dios».
Bueno, y quiero que escuches lo que Rosaria tiene que decir sobre el arrepentimiento. Será de mucha ayuda para tu corazón.
Rosaria: Tenía esos recuerdos del pecado sexual en mi cuerpo, tenía esos hábitos verbales de un lenguaje sucio, yo no encajaba. Tenía una familia nueva pero no encajaba en ella, pero una de las cosas que realmente estaba pasando era que cada vez que daba un paso adelante en fe tan patético como pudiera ser, ese pequeño paso tan torpe como fuera, el Señor quemaba el puente sobre el que había caminado para llegar a Él y era como si ya no pudiera volver atrás. Fue un tiempo severo, un tiempo doloroso pero fue un tiempo de profundo ministerio.
Nancy: Asegúrate de acompañarnos mañana, mientras seguimos escuchando esta preciosa historia de la gracia de Dios en su vida.
Debora: Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Ten piedad de mí, Jesús, La IBI & Sovereign Grace Music, La Salvación es del Señor, ℗ 2014 Sovereign Grace Music.
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