El Verbo se hizo carne, día 2
Annamarie Sauter: Con nosotras el pastor Salvador Gómez.
Pastor Salvador Gómez: Dios no estaba bajo ninguna obligación de salvar, pero si iba a salvar, el hijo de Dios tenía que hacerse como uno de nosotros y morir en la cruz del calvario.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: Ayer comenzamos a reflexionar acerca de lo que significa que Dios se haya hecho como uno de nosotros. Escuchamos la primera parte del sermón titulado El Verbo se hizo carne, predicado por el pastor Salvador Gómez, quien junto al pastor Sugel Michelén y otros hombres pastorean la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo en Santo Domingo, República Dominicana. Él ha estado invitándonos a preguntarnos, ¿por qué Dios–Hombre?
Ya vimos la encarnación y el nacimiento de Jesús. Hoy veremos dos aspectos más de Su encarnación. Aquí está el pastor Salvador Gómez con nosotras.
Pastor Salvador Gómez: …
Annamarie Sauter: Con nosotras el pastor Salvador Gómez.
Pastor Salvador Gómez: Dios no estaba bajo ninguna obligación de salvar, pero si iba a salvar, el hijo de Dios tenía que hacerse como uno de nosotros y morir en la cruz del calvario.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: Ayer comenzamos a reflexionar acerca de lo que significa que Dios se haya hecho como uno de nosotros. Escuchamos la primera parte del sermón titulado El Verbo se hizo carne, predicado por el pastor Salvador Gómez, quien junto al pastor Sugel Michelén y otros hombres pastorean la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo en Santo Domingo, República Dominicana. Él ha estado invitándonos a preguntarnos, ¿por qué Dios–Hombre?
Ya vimos la encarnación y el nacimiento de Jesús. Hoy veremos dos aspectos más de Su encarnación. Aquí está el pastor Salvador Gómez con nosotras.
Pastor Salvador Gómez: Hablemos ahora, reflexionemos un poco sobre la encarnación y la humanidad de Cristo. Y quiero enfatizar ese aspecto de la humanidad de Cristo. En el último capítulo de la epístola a los Hebreos encontramos la siguiente declaración: «Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos».
¿El mismo? Si estamos hablando de la encarnación, ¿no estamos hablando de que ahora Él es algo que antes no era? Y ¿cómo es el mismo ayer y hoy y por los siglos? Recuerden que nuestra confesión de fe dice que las dos naturalezas no se mezclan, no se confunden. La naturaleza divina sigue siendo la naturaleza divina y la naturaleza humana sigue siendo la naturaleza humana.
El Hijo de Dios continuó siendo una sola persona. La encarnación no fue una fusión de dos personas, la encarnación tampoco fue la fusión o mezcla de dos naturalezas, el Hijo de Dios se unió a la naturaleza humana. Resultado final, una persona con dos naturalezas. De manera que Él ahora es hombre, antes no lo era. Y se puede decir que Jesús es hombre, antes no se podía decir eso.
Siempre ha sido Dios, por eso es que los teólogos recomiendan: «Mira, no te pongas a hablar de la naturaleza; la naturaleza divina de Cristo, la naturaleza humana… Habla de Jesús. Jesús es tal cosa y nos perderemos menos». «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…» Y dice Juan: «Y vimos su gloria». Asumió, tomó carne humana, la Biblia nos dice de manera explícita que Su misión era representar al hombre, no a los animales, tampoco a los ángeles. Eso lo dice en Hebreos capítulo 2 versículo 16, y me gusta como lo dice la Nueva Versión Internacional: «Pues, ciertamente, no vino en auxilio de los ángeles, sino de los descendientes de Abraham». Él no se hizo ángel, se hizo hombre.
Hubo también ángeles que cayeron, pero no fue a esos que Jesús vino a rescatar. Él vino a salvar al hombre, y para hacerlo vino como el segundo Adán. El primer Adán había recibido una encomienda de parte de Dios: ser administrador de la creación. Por eso en Hebreos 2:7 dice: «Le has hecho un poco inferior a los ángeles; le has coronado de gloria y honor» –hablando del hombre– citando el Salmo 8; y dice: «y le has puesto sobre las obras de tus manos; todo lo has sujetado bajo sus pies».
Dios encomendó al hombre administrar la creación; pero el hombre no cumplió con el papel que Dios le asignó. Solución: Dios envió a Su propio Hijo. ¿Cómo lo hizo? Haciéndolo un poco menor que los ángeles. En otras palabras, uno como nosotros. Los ángeles se presentaban poderosos como hablábamos del ángel Gabriel. El hombre no puede hacer lo que un ángel puede hacer, pero fue al hombre que Dios le dio autoridad de administrar la creación. Eso es lo que explica Hebreos 2. Y me gusta que la versión English Standard Versión dice que no fue que lo hizo un poco menor que los ángeles sino que lo hizo por un poco de tiempo menor que los ángeles.
Oigan lo que dice Hebreos 2:9; el hombre no pudo hacer su trabajo, Dios envía Su Hijo, y por eso dice: «Pero vemos a aquel que fue hecho un poco inferior a los ángeles, es decir, a Jesús…» Especifica que ahora está hablando de Jesús y no del hombre en sentido general; «…coronado de gloria y honor a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios probara la muerte por todos. Porque convenía que aquel para quien son todas las cosas y por quien son todas las cosas, llevando muchos hijos a la gloria, hiciera perfecto por medio de los padecimientos al autor de la salvación de ellos».
Tenía que hacerse hombre y pasar por todo lo que pasó para salvarnos. Eso es lo que está diciendo. Ahora, el tipo de relación que a partir de ese momento iba haber entre Jesús y aquellos a quienes Él salvaría cambió drásticamente de cualquier cosa que hayamos visto en las Escrituras. Y ahora los llama hermanos.
Versículo 11: «Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos hermanos». Hay gente que se avergüenza y dice, «yo no soy hermano de ese, no». Y si hay alguien que puede decir eso de nosotros es Jesús. «Yo a esos no los conozco». Pero dice que Él no se avergüenza de llamarnos hermanos porque se hizo como uno de nosotros. Por eso el versículo 14 descorre el velo un poco más para que comprendamos algo sobre la encarnación.
Dice: «Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, Él igualmente participó también de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida». Se hizo como uno de nosotros para librarnos. Ese texto en español usa una misma palabra para hablar de participar, que en el original son dos términos diferentes en griego.
Primero dice: «los hijos participan de carne y sangre», y utiliza la palabra Koinoneo, de donde viene la palabra koinonía. Es algo que tenemos todos en común. Hay algo que nos une a todos, somos de carne y sangre. Pero cuando dice que Jesús igual participó también de lo mismo, se utiliza otra palabra distinta que tiene la connotación de participar de algo que no es natural para uno.
La Nueva Versión Internacional dice: «Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana…» Él vino a ser algo que no era antes para poder salvarnos y rescatarnos. Comenzó a ser algo que no era. Fíjense, es como que a ustedes les dijeran, «tú eres una criatura hecha a la imagen de Dios»; hay una dignidad en eso. O que te digan, «¿tú te puedes identificar con las hormigas o los gusanos?» Y tú aceptes gusano. «Me voy a hacer gusano para representar los gusanos, salvar a los gusanos; pero ¿hacerme hormiga yo?
Eso es lo que Jesús está haciendo. El ser más glorioso, fantástico, extraordinario, infinito en poder, majestad y gloria, haciéndose como uno de nosotros para salvar. ¿Por qué, Señor? Dice el versículo 17: «…tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo».
Tenía que ser así para poder rescatarnos, Cur Deus Homo, ¿por qué Dios Hombre? Para salvarte a ti y a mí. Por eso la historia no se queda en el pesebre, se va a la cruz como veremos en un instante. Otro texto de Gálatas 4, ¿recuerdan la profecía de Isaías 9:6 que les leí anteriormente? «…un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado…» Oigan lo que Pablo dice en Gálatas 4:4: «Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer…», «…un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado…»
Ya el Hijo existía, por eso dice que fue enviado, Dios envió a Su Hijo, Dios se desprendió de Su Hijo por nosotros. «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna». Dios envió a Su Hijo, pero comenzó a ser hombre a partir de ese momento. Nació de mujer…interesante que cuando Elizabeth recibió a María en Lucas 1, habló de Jesús como el fruto de tu vientre. El hijo de Dios.
«¿Por qué me ha acontecido esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lucas 1:43). La concepción virginal y el nacimiento de Jesús nos confirman la doctrina de Su humanidad. Jesús es nuestro verdadero y perfecto representante. «Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre» (1 Timoteo 2:5).
El mediador tenía que representarnos como uno de nosotros, y eso es crucial; tan crucial que el apóstol Juan combatió errores doctrinales que muestran quién es y quién no es un verdadero creyente, en referencia a lo que pensaran sobre la humanidad del Señor. Y dice en 1 Juan 4:2: «En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios…» Hay que pensar correctamente acerca de Jesús para ser salvado por Jesús.
Pero Él se hizo tanto como uno de nosotros, se hizo tan bien hombre, un trabajo tan bien hecho, que cuando la gente lo veía a Él lo que veían eran un mero hombre. Por eso, lo que se narra en Marcos 6:2 cuando dice: «Cuando llegó el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos que le escuchaban se asombraban, diciendo: ¿Dónde obtuvo este tales cosas, y cuál es esta sabiduría que le ha sido dada, y estos milagros que hace con sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?»
Era un mero hombre para ellos. «Nosotros conocemos a su papá y a su mamá». En el momento de la transfiguración fue como si Él hubiera corrido la cortina y permitiera a Pedro, Jacobo y Juan, ver parte de la gloria de Jesús. ¿Cuánto tiempo estuvo el creador pisando aquella tierra como un niño, como un joven, como un hombre, y las personas a Su alrededor no tenían la menor idea de quién era? Era un hombre, un hombre. Se hizo carne, hizo tabernáculo con nosotros. Esa es la expresión que se usa en Juan 1:14: «hizo tabernáculo con nosotros».
¿Recuerdan ustedes cómo fue la construcción del tabernáculo que hizo Moisés? Los materiales que menos llamaban la atención se ponían por fuera. El que veía el tabernáculo por fuera decía, «es una tienda como cualquier otra», pero el que entraba y veía los materiales que había dentro y el oro que cubría los materiales que estaban adentro, veía otra cosa. ¿Saben que eso fue lo que ocurrió con el cuerpo de Jesús?
Lo que la gente veía era algo que no llamaba la atención, por eso muchos no creyeron en Él; pero por dentro, estamos hablando del Hijo de Dios. Hay otro himno que me encanta, y traducido al español dice: Venimos a dar la bienvenida a Emmanuel, el Rey que vino sin corona ni trono. Indefenso, allí dormía el Invencible.
El Creador de María ahora era el Hijo de María. ¡Oh qué sabiduría para salvarnos! Pastores, sabios, se postran ante Él. Gracia y majestad, qué humildad, vengan postrados y adoren. Ese fue nuestro Señor, vino como uno de nosotros. «Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45).
El Rey de reyes vino como un siervo, se humilló a Sí mismo…pero no vino solo a servir. Dice el texto que vino a dar Su vida en rescate por muchos. Y eso es lo último que quiero decirles. La encarnación y la muerte de Cristo, Él nació para morir. Les dije anteriormente que aunque tenemos cuatro evangelios que nos narran acerca de la vida de Jesús, ninguno es exactamente idéntico al otro.
Hay historias, milagros, enseñanzas de Jesús que unos incluyen y otros no. En otras palabras, son selectivos para cumplir el propósito por el cual cada uno escribió su evangelio. Sin embargo, en lo que respecta a la muerte de Jesús, todos hablan del evento. Y escriben de tal manera, que es como si estuvieran llevándonos hasta esa culminación. Porque los evangelios no son meros relatos biográficos sino presentaciones de Jesús como el Salvador del mundo. Pero para ello, el Hijo de Dios debía encarnarse primero. El propósito del nacimiento de Jesús, el propósito de la encarnación del Hijo era morir. El plan de Dios siempre contempló que Su Hijo iba a dar Su vida para salvar a pecadores. Por eso se le dijo a María, «una espada traspasará tu corazón»; se le dio un gran privilegio pero también vivió un gran dolor.
Dios envió a Su Hijo en semejanza de carne de pecado. Hace un momento leí Gálatas 4:4; Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer, y dice: «a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley», para eso vino. Para redimir, para salvar, para rescatar. Pero es en Filipenses 2, donde yo creo que tenemos el texto que habla más claro sobre eso. Pablo está tratando de exhortar a los creyentes en Filipos a que sean humildes, a que se traten de tal manera que haya unidad en la iglesia, y el ejemplo que usa es la doctrina de la encarnación.
Usa la doctrina de la encarnación para provocarnos a la humildad. «Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz».
Se humilló para morir: «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre». Ante el Rey de reyes y el Señor de señores, que toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre. Y ese capítulo, ese texto, habla claramente de que el propósito de la encarnación era la obra de expiación de Jesús.
¿Qué fue la encarnación? ¿Saben lo que es la encarnación? La preparación del cuerpo que sería sacrificado unos años después. Los judíos vieron millares y millares de animales sacrificados para expiar sus pecados, y fueron tantos porque esos sacrificios no lograban quitar realmente el pecado, hasta que vino Jesús. Y en Hebreos 10:4 dice: «Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados. Por lo cual , al entrar Él en el mundo (hablando de Jesús), dice: Sacrificio y ofrenda no has querido, pero un cuerpo has preparado para mí».
Él vino para preparar el cuerpo del sacrificio. «…en holocaustos y sacrificios por el pecado no te has complacido. Entonces dije: «He aquí, yo he venido (en el rollo del libro está escrito de mí) para hacer, oh Dios, tu voluntad». Yo lo haré, Señor. Yo me sacrificaré a Mí mismo por amor a ellos. Prepárame un cuerpo que Yo voy.
¡Wow! «Habiendo dicho arriba: Sacrificios y ofrendas y holocaustos, y sacrificios por el pecado no has querido, ni en ellos te has complacido…entonces dijo: He aquí, yo he venido para hacer tu voluntad. Él quita lo primero para establecer lo segundo. Por esta voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo ofrecida de una vez para siempre» (vv.8-10).
¿Por qué la Navidad? ¿Por qué la encarnación? Para preparar el cuerpo que iba a ser sacrificado en la cruz del Calvario para salvarte a ti y a mí. La justicia de Dios requería que la misma naturaleza humana que había pecado, fuese la misma que pagara la culpa. Dios no estaba bajo ninguna obligación de salvar. Si nos iba a salvar, el Hijo de Dios tenía que hacerse como uno de nosotros y morir en la cruz del Calvario.
¡Gracias a Dios por Su don inefable, gloria a Dios, gracias Cristo por venir voluntariamente y entregarte por amor a tu pueblo Y gracias Padre por regalarnos a Tu Hijo! ¡Gracias Señor! Él ocupó nuestro lugar. Muerto en la carne y vivificado en el Espíritu, dice Pedro. Nunca pecó, el sacrificio perfecto, el inocente por los culpables. Se hizo pecado cuando murió en la cruz. «Al que no conoció pecado le hizo pecado por nosotros para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él». Cargó sobre sí la maldición que nos correspondía a nosotros. Murió y murió de verdad. Pero resucitó.
No fue un desmayo, no fue una actuación. Jesús murió pero nosotros también leemos que ese Jesús resucitó, Su cuerpo humano que estaba muerto se levantó de la tumba victorioso, y por eso, ocho días después, dice Juan 20, sus discípulos dentro de un aposento, trancadas las puertas, y Jesús se aparece en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros», y a Tomás, que no había visto Su cuerpo resucitado, le dijo: «Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Y ahí dijo: «¡Señor mío y Dios mío!»
«Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron». Y luego en el texto de Lucas 24, los discípulos que iban camino a Emaús, ¿recuerdan esta escena de Lucas 24? Cristo se aparece y les dice: «Paz a vosotros. Pero ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu. Y Él les dijo: ¿Por qué estáis turbados…? Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. Y cuando dijo esto, les mostró las manos y los pies».
Comió delante de ellos, era un hombre y ahora resucitado. ¿Por qué Pablo dice en Filipenses 3 que nuestros cuerpos de resurrección serán semejantes al cuerpo de la gloria suya? Porque nuestros cuerpos también aunque estén muertos se levantarán como se levantó el cuerpo de Jesucristo. Increíble, el Hijo de Dios –dice un autor– se hizo Hijo de Hombre para que los hijos de los hombres pudiesen ser hijos de Dios. Todo eso ocurrió para salvarnos.
Concluyo con este pensamiento. Cuando cité Lucas 1 y la visita del ángel, María le preguntó, «y cómo será esto?» El ángel le dijo: mira, algo similar le pasó a Elizabeth y ella concibió, no del Espíritu, pero ella concibió. Entonces le dice: «Porque ninguna cosa será imposible para Dios». La salvación tuya y mía es imposible para nosotros, eso les explicó el Señor a los apóstoles cuando se encontraron con el joven rico aquel. Le dijo: «Es imposible para los ricos salvarse», pero Jesús le dijo, «lo que es imposible para los hombres es posible para Dios».
Dios es el único que te puede salvar y lo que nos enseña la doctrina de la encarnación es que tenía que ser así porque por nada que tú hicieras o yo hiciera, nos iba a salvar. Dios mismo tenía que tomar la iniciativa y venir y salvarnos y rescatarnos. Desecha tus propios esfuerzos, ni siquiera te prepares y te mejores antes de venir a Cristo porque crees que no puedes venir como eres. Ven tal como eres a Cristo. Pídele perdón por tus pecados, arrepiéntete y cree en el Señor Jesucristo para salvación de tu alma. Cree ahora, cree hoy y serás salvo.
Bueno, para eso se hizo hombre y porque se hizo hombre estamos aquí. Y porque Él está vivo le adoramos y seguimos creyendo en Él y Él sigue intercediendo por nosotros. ¡Aleluya!
Patricia: Has estado escuchando la conclusión del mensaje del pastor Salvador Gómez titulado, El Verbo se hizo carne. Si no escuchaste la primera parte, te animo a hacerlo. Encuéntrala en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Jesús no solo fue un personaje histórico, Él es el Salvador del mundo. Y resulta impensable que Dios se hiciera como uno de nosotros, pero esto fue necesario para tu salvación y la mía. En estos días en los que continuamos cantando himnos, villancicos y cánticos que nos recuerdan de qué realmente se trata esta época del año, espero que Dios te dé un fresco asombro por Su Persona y por Su Hijo Jesucristo.
Mañana asegúrate de acompañarnos para una próxima conversación Mujer Verdadera 365, en la que estaremos hablando acerca de las cartas del apóstol Juan. ¡No te la pierdas! Y recuerda que la lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Apocalípsis del 9 al 12. ¡Ya estamos en la recta final!
Annamarie: Fijando nuestros ojos en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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