El valle de la realidad
Annamarie Sauter: ¿Deberíamos siempre sentirnos cerca de Dios?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: En muchos casos, he encontrado en mi propia vida, que algunas veces después de haber tenido grandes tiempos devocionales o tiempos de gran bendición o tiempos de gran gozo o de grandes victorias, algunas veces habiendo sido usada por Dios en el ministerio, a menudo encuentro que un corto tiempo después de esto estoy en un desierto, en un desierto espiritual.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia Saladín.
Un excursionista que pasó tiempo en las montañas, puede que tenga cierta dificultad ajustándose nuevamente a su vida normal. Lo mismo puede sucederle a una persona que está conectada a Dios de manera profundamente emocional.
A través de la serie a la que damos inicio hoy, conocerás cómo vivir fielmente para Dios cuando tus emociones parecen no estar presentes. Esta …
Annamarie Sauter: ¿Deberíamos siempre sentirnos cerca de Dios?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: En muchos casos, he encontrado en mi propia vida, que algunas veces después de haber tenido grandes tiempos devocionales o tiempos de gran bendición o tiempos de gran gozo o de grandes victorias, algunas veces habiendo sido usada por Dios en el ministerio, a menudo encuentro que un corto tiempo después de esto estoy en un desierto, en un desierto espiritual.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia Saladín.
Un excursionista que pasó tiempo en las montañas, puede que tenga cierta dificultad ajustándose nuevamente a su vida normal. Lo mismo puede sucederle a una persona que está conectada a Dios de manera profundamente emocional.
A través de la serie a la que damos inicio hoy, conocerás cómo vivir fielmente para Dios cuando tus emociones parecen no estar presentes. Esta serie se titula, «Atravesando los desiertos de la vida».
Nancy: He tenido el privilegio de caminar con el Señor por más de 40 años, y ha sido un gran privilegio. Pero al mirar atrás y ver el curso de mi vida, veo que ha habido diferentes estaciones. Ha habido altas y bajas. Ha habido increíbles y maravillosas experiencias en la cima de la montaña donde yo sabía que Dios estaba allí.
Pero ha habido otros tiempos que pareciera que Dios estaba tan lejos; experiencias desérticas. Yo pienso que uno de los problemas en la vida cristiana es que a veces esperamos que todo esté supuesto a ser una experiencia en la cima de la montaña. Y cuando no es así nos sentimos frustradas y decepcionadas o pensamos, «¿qué estoy haciendo mal?» «O esto de la vida cristiana como que no funciona». En la medida que atraviesas algunas experiencias desérticas, te das cuenta que esto es solo parte de la vida cristiana.
Si no estás apercibida, podrías desilusionarte y decepcionarte. Solo te digo esto: No hay nadie que viva siempre en la cima de la montaña. Ahora, tú puedes pensar que tu pastor sí o alguien piadoso que realmente respetas o algún líder cristiano. Puedes pensar, «bueno, ellos parece que viven siempre en la cima de la montaña». Pero eso no es verdad. Ellos no siempre están ahí.
Yo estoy muy agradecida que las Escrituras nos dicen no solamente cómo vivir en la cima de la montaña, sino también y probablemente lo más importante, cómo vivir cuando estamos abajo en el valle, cuando estamos en el pozo, cuando estamos en las experiencias del desierto en nuestras vidas.
Quiero que miremos a través de los próximos días, dos períodos particulares en las Escrituras, cuando el pueblo de Dios caminaba a través de experiencias en el desierto. Uno de estos está en el Antiguo testamento, y otro en el Nuevo Testamento. Nosotras vamos a ver al pueblo de Dios, y el desierto que ellos experimentaron, cómo fue, qué aprendieron a través de esto, y qué Dios puede enseñarnos a nosotras a través de esto también.
Vamos a comenzar por el Nuevo Testamento, este pasaje lo encontramos en el Evangelio de Marcos en el capítulo uno en un incidente que tiene lugar en la vida misma del Señor Jesucristo.
Estoy tan contenta de este pasaje de las Escrituras, porque el hecho de que Jesús, el Hijo de Dios mismo, haya atravesado la experiencia del desierto, me hace entender que es parte de la vida; que está bien, que podemos atravesar los desiertos. Y que podemos sobrevivir en los desiertos. Jesús lo hizo. Él lo soportó, y es posible para nosotras soportarlos también.
Así que déjame leerte, iniciando en Marcos capítulo uno en el versículo nueve. Este primer párrafo, de los versículos del 9 al 11, es la descripción del bautismo de Jesús mientras Él se está preparando para comenzar su ministerio terrenal.
Versículo 9:
«Y sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea (Él había crecido en Nazaret), y fue bautizado por Juan en el Jordán, inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu como paloma, descendía sobre Él. Y viene una voz de los cielos, que decía: tú eres mi hijo amado, en ti me he complacido» (vv. 9-11).
Ahora, hablamos acerca de una experiencia de ¡cima de montaña! Jesús acaba de tener una. Él ha sido bautizado; Él ha obedecido a Dios; Él ha llegado al punto de comenzar su ministerio terrenal. Los cielos se abren, el Espíritu desciende como paloma y esta voz desde los cielos se escucha. Desde luego, es Su Padre diciendo, «Tú eres mi Hijo. Te amo, y estoy complacido contigo». Quiero decir, este es el clímax, el pináculo. Esto es emocionante. ¡Es algo maravilloso!
Luego en el próximo versículo, en el versículo 12 dice: «y enseguida el Espíritu (o sea la próxima cosa), le impulsó a ir al desierto». La palabra desierto, es la misma cosa, que la vida salvaje, el desierto. La próxima cosa, Él va hacia lo salvaje, y Él fue y estuvo en el desierto durante 40 días siendo tentado por Satanás. «Y estaba con las fieras y los ángeles le servían».
Ahora cuando hablamos del desierto, ¿qué clase de palabras vienen a tu mente? ¿Cómo describirías el desierto, en un sentido físico? ¿Cómo es?
Seco, sería la primera palabra que muchas de nosotras pudiéramos pensar. No mucha agua. Estéril, es difícil para las cosas crecer porque las cosas necesitan agua para crecer. Tarántulas, ¡yuck! Yo no sé qué clase de animales había allí en el desierto con Jesús, pero cualquiera que hubiera allí, yo no pienso que yo estaría loca por estar cerca de ellos.
Desiertos, ¿qué piensas de esto? Calor.
Has visto esos anuncios donde un joven en el desierto, está muriéndose de sed, y no tiene comida y no tiene nada que comer, y está arrastrándose en la arena para llegar. Y de repente, encuentra un lugar para abastecerse, un lugar para comer, o algo similar. Y él corre a encontrar allí algo para beber, algo frío que lo refresque. Tenemos esta imagen de estar desesperadamente deshidratadas, desesperadamente necesitadas por alguna cosa que sea nuestro sustento.
Yo pienso en los desiertos como lugares donde pareciera que todo es igual, mucha rutina, y no hay muchas vistas interesantes. No suceden incidentes. Tú puedes pensar en los desiertos como tierras no cultivadas, como algo salvaje. Cosas que simplemente brotan, pero que no son realmente bonitas. Es difícil poder vivir en el desierto. Deuteronomio, capítulo 32 describe el desierto como «la horrenda soledad de un desierto; tierra desértica, tierra desierta, baldía» (v. 10). Esto es bastante descriptivo.
Yo pienso en el desierto como en un lugar de soledad y aislado. No hay muchas personas. Puedes vivir a millas de tu vecino más cercano, y quién sabe a cuántas millas de un lugar para comprar algo o alguna forma de civilización. Son lugares no habitados, desérticos. El desierto.
Y luego, algunas veces, solo parece que ellos se extienden y se extienden y se extienden, tan lejos como tú puedas ver, no hay pueblos, no hay árboles, solo hay esterilidad. Algunas de ustedes pueden recordar cuando en los Estados Unidos tuvieron esa operación llamada «tormenta del desierto», y las descripciones que venían desde allá acerca de lo que aquellas tropas pasaban a través de la arena y del calor de los vientos. Hubo algunas cosas bien difíciles que ellos tuvieron que soportar en el desierto.
Y tal como dijimos, el desierto es una imagen de ciertas estaciones que pasamos en nuestras vidas. Necesitas reconocer que en la vida cristiana, si eres cristiana, aunque solo haya sido por unas cuantas semanas, pudiera pasar, que estés experimentando ciertas experiencias desérticas.
¿Cuántas de ustedes pueden pensar acerca de un tiempo en sus vidas, espiritualmente, relacionalmente o personalmente, donde pudieras describir experiencias desérticas? Muchas de ustedes han vivido lo suficiente como para haberlas experimentado. Vamos a estar hablando durante esta serie acerca de cómo son algunas de estas experiencias y cómo podemos manejarlas. Estoy tan agradecida de que la Palabra de Dios nos enseñe acerca de este tema del desierto –cómo llegamos allí, por qué Dios permite esta clase de experiencias, qué podemos aprender, y cómo podemos crecer y madurar a través de esas experiencias.
De hecho, antes de que esta serie finalice, quiero compartir con ustedes no solo cómo puedes sobrevivir en el desierto, sino cómo puedes prosperar en el desierto.
Vamos a comenzar mirando cómo esto se relaciona con otras experiencias y con algunas características del desierto. Desiertos espirituales, ¿cómo son? En el día de hoy y en las siguientes sesiones quiero darte algunas características del desierto. Las vemos en este recuento que vamos a ver de la vida de Jesús y en otros también de las Escrituras.
La primera cosa que nosotras necesitamos entender es que esta experiencia le puede pasar a cualquiera. Ser una hija de Dios no te hace inmune a las experiencias del desierto. De hecho, si eres una hija de Dios puedes estar segura de que vas a pasar por experiencias del desierto. Le pasó a Jesús. Le pasa a la mayoría de las personas piadosas.
Charles Colson fue un amigo de nuestra familia y un hombre piadoso. Él amaba al Señor y tuvo un maravilloso ministerio. Dios lo ha usado de tantas maneras. Pero yo recuerdo leer un artículo que él escribió en Christianity Today, (El cristianismo de hoy), que él tituló, «La noche oscura de mi alma», y el subtítulo decía, «lo mejor del evangelicalismo no me preparó para mis luchas». Aquí está lo que el señor Colson dijo al inicio del artículo:
Yo soy un producto de lo mejor del evangelicalismo: convertido hace 32 años con convicción de pecado, en llantos después de escuchar el evangelio, discipulado por un fuerte grupo de oración, enseñado por grandes teólogos. Yo sé la fuerza que tiene el evangelicalismo para atraer a las personas a tener una íntima relación con Jesús.
Pero ¿qué sucede cuando has descansado en esa intimidad con Dios y vienen los días cuando (Él) se siente distante? ¿Qué pasa en la noche oscura del alma? (Ese término es el término que algunos escritores antiguos le han dado a esa etapa de la vida cristiana). Yo me di cuenta de lo que sucede este año pasado.
Charles Colson acababa de escribir un libro llamado «La Buena Vida», y él dijo,
Semanas después de terminar «La Buena Vida», mi hijo Wendell fue diagnosticado con cáncer en los huesos. La operación para remover el tumor maligno tomó 10 horas, el día más largo de mi vida. Wendell sobrevivió, pero todavía está en quimio, apenas había logrado sobreponerme cuando mi hija, Emily, fue diagnosticada con melanoma.
De vuelta en el hospital, de nuevo oraba fervientemente. Poco después mi esposa, Patty, fue sometida a una cirugía mayor de rodilla. ¿Dónde está mi buena vida?
Exhausto de hospitales, de dos años escribiendo «La Buena Vida», y una desagradable situación con un antiguo empleado descontento, me encontré a mí mismo luchando con el príncipe de las tinieblas, quien nos ataca cuando estamos más débiles. Yo caminaba en las noches alrededor preguntándole a Dios por qué Él había permitido esto. Solo, tembloroso, temeroso, anhelaba la cercanía con Dios que ya yo había experimentado aún en los días más oscuros de prisión.
Así que lo que él estaba diciendo aquí es, «yo atravesé toda una experiencia de prisión, y Dios parecía estar más cercano que muchos años después cuando era un cristiano maduro con un ministerio fructífero y habiendo escrito un libro diciéndoles a las personas cómo tener una buena vida. ¿Dónde estaba Dios?»
De nuevo, mientras tú caminas con el Señor por algún tiempo, te vas a encontrar en tiempos cuando dices, «¿dónde entonces está Dios? Yo no lo veo. Yo no lo siento». Quiero empezar diciendo que esta clase de experiencia del desierto puede pasarle a cualquiera.
-Le pasó al apóstol Pablo.
-Le pasó a Jesús.
-Le pasó a Moisés.
-Le ha pasado a la mayoría de los creyentes maduros y piadosos.
De hecho, si tú quieres ser una hija de Dios madura y piadosa, una de las maneras que Dios tiene de hacerlo es llevándote a través de experiencias del desierto. Pero es importante primero, que sepas que puede pasarle a cualquiera.
Segundo, el hecho de que tú estés en un desierto no significa que Dios no te ama. Nosotras podemos estar en algunas de estas experiencias y alguien en tu familia enferma de cáncer. Alguien que tú amas muere. Tú vas atravesando ese tiempo de gran agotamiento, soledad, frustración, estás exhausta; o tan solo diferentes asuntos en la vida, y puedes empezar a pensar, «Dios está enojado conmigo. ¡Yo no le agrado!» El hecho de que tú estés en un desierto no significa que Dios no te ama. De hecho, el hecho de que estés en un desierto pudiera ser la expresión del amor de Dios.
Nosotras sabemos por el pasaje que acabamos de leer en Marcos capítulo uno, que Dios amaba a Jesús profundamente.
Dios había dicho, «este es mi hijo amado, en el cual tengo complacencia». Y la próxima cosa que sucede es que Jesús se encuentra a sí mismo llevado por el Espíritu de Dios al desierto. Tú no puedes decir que Dios no amó a Jesús. Tú no puedes decir que Dios estaba enojado con Jesús. Dios lo amaba, y con ese amor Dios lo llevó al desierto.
Ahora, pudiéramos no sentir el amor de Dios cuando nosotras estamos en el desierto, y de hecho, es en los desiertos cuando aprendemos ese ejercicio de fe, aunque no podamos ver y no podamos sentir. Esa es una de las razones por las que nosotras necesitamos los desiertos, porque sin fe, es imposible agradar a Dios.
Y es en los tiempos de desierto cuando nosotras no vemos lo que está pasando, no podemos entender los propósitos de Dios. Es ahí cuando empiezas a ejercitar la fe y a decir, «Señor, yo sé que tú estás ahí; yo sé que tú me amas, y yo sé que tú estás logrando tu propósito en mi vida y en este mundo, independientemente de lo que estoy pasando, de cómo luce, o de cómo se siente».
Ahora, aquí hay algo más que yo quiero que notes en este pasaje acerca de los desiertos. Las experiencias del desierto a menudo siguen después de tiempos de bendiciones inusuales o victorias inusuales o de plenitud en la vida cristiana.
Algunas de ustedes que conozco son jóvenes. Tenemos algunas adolescentes en nuestra audiencia. Solo quiero decirte a ti joven, que esta es una de las maneras de Dios obrar, que tú necesitas esperar por el resto de tu vida. Va a haber tiempos cuando Dios hará grandes obras en tu vida y habrá tiempos en los que Dios te usará de una manera especial. No te sorprendas cuando algunas veces después de esos períodos de tiempo de bendiciones inusuales, Dios te lleva a una experiencia del desierto.
Mira lo que le pasó a Jesús. Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Dios habló desde el cielo. Dios envió el Espíritu Santo y descendió sobre Él como una paloma. Dios lo afirmó, «este es mi hijo amado en quien yo tengo complacencia». Una gran experiencia. Jesús fue públicamente reconocido como el Hijo de Dios. Y Él fue introducido a Su ministerio terrenal, e inmediatamente después de su bautismo, «inmediatamente» dice Marcos, «el Espíritu le envió al desierto», al desierto.
Alguien lo ha dicho de esta manera, «después de la bendición viene la batalla». Después de la bendición, después de la bendición, viene la batalla. Espérala. No te sorprendas de ella.
Les pregunté a algunos amigos recientemente acerca de cómo ellos habían experimentado los desiertos, de cómo había sido y qué Dios les había enseñado. Y un amigo me escribió y me dijo esto, y pienso que esto es tan típico. Él dijo,
Dos meses después de experimentar un avivamiento en nuestro matrimonio y en nuestra familia, mi esposa y yo nos entregamos al ministerio a tiempo completo. Nosotros oramos, «Señor, haz lo que tengas que hacer para que seamos más como tú. Nos rendimos a ir a donde sea y a hacer lo que sea por ti».
Ahora, tú pudieras pensar que después de haber rendido su vida de esa manera al Señor, y de haberle dicho, «Señor, lo que sea necesario, pero hazme más como Jesús», Dios hubiera dicho, «¡claro, aquí van más bendiciones!» Pero en su caso, las ráfagas llegaron inmediatamente después de su rendición.
Y él dijo, ese domingo después que nosotros hicimos nuestra decisión pública de irnos a tiempo completo al ministerio, la prédica de nuestro pastor tuvo cuatro puntos. Él dijo: «Si tú rindes completamente tu vida al Señor, te va a costar». Él específicamente señaló que costaría la reputación, los recursos, las relaciones, y la residencia.
Al pasar los próximos meses, todas esas cosas fueron afectadas en nuestras vidas de manera significativa. Inmediatamente después que nos rendimos al Señor para dedicarnos al ministerio a tiempo completo, nuestro mundo colapsó.
Y él habló acerca de cómo pasó por cada una de esas cuatro áreas.
Primero fue el área de los recursos: Sin que fuera nuestra culpa, dice este hombre, perdimos el 80% de todos nuestros ahorros. Nuestros ingresos decrecieron en un 95%.
Ahora, tú puedes pensar que nosotros podríamos estar preguntándonos, «Señor, yo te dije que te iba a servir. ¡Yo pensé que tú me ibas a bendecir! ¿Estamos yendo nosotros en la dirección equivocada?» Él dijo, este amigo dijo, «nuestro mundo se derrumbó en el área de nuestros recursos».
Una segunda área fue la reputación. Él dijo, yo pasé de ser alguien a ser nadie en medio de los otros hombres de negocios y de los subcontratistas. El mismo banquero que usualmente me recibía en la puerta apenas me dirigía la palabra.
Así que sus recursos, su reputación, y luego las relaciones. Él dijo, ya que nosotros habíamos perdido nuestros recursos y nuestra reputación, nuestra familia y nuestros amigos se distanciaron.
Cosas tales como, ¿qué hay de malo con él? ¡Él tiene la plaga! Puede ser contagiosa. Ellos no querían estar a su alrededor. Y finalmente, la residencia que era la cuarta área que este pastor había mencionado que sería retada, y mi amigo dijo:
Nosotros nos mudamos a 500 millas lejos del lugar donde vivíamos y pasamos de tener una casa de 5000 pies cuadrados a una de 300 pies cuadrados. Yo había obedecido a Dios, y ahora el 90% de mi mundo se había ido.
Nuestro mundo había colapsado alrededor de nosotros. (Y luego, y esto es lo más importante), cuando el polvo se asentó, todo lo que quedó fue el fundamento, la zapata. Como constructor, yo sabía cuán importante era la zapata, el fundamento, y aún así esta es la parte del proceso de edificación que a las personas les importa menos. Les importa mucho más lo cosmético.
¿Y qué había pasado con este hombre y su esposa y su familia? Ellos sentían que todo su mundo se estaba desmoronando. Ellos habían hecho este gran compromiso con Dios, y luego Dios les había guiado al desierto. Lo que ellos descubrieron en el desierto era que, su fundamento era sólido, que no eran solamente las cosas externas, lo que se veía desde fuera lo que realmente importaba. Ellos habían quedado con lo básico. Ellos habían descendido a lo que realmente, realmente importaba, y ellos encontraron que eso era lo que iba a ser duradero.
Pero sucedió, y esto es lo que yo quiero que tú notes, inmediatamente en el inicio de la rendición de sus vidas que iban a ser usadas por el Señor. Ellos habían orado, «Señor haz lo que tengas que hacer para hacernos más como Tú», y Dios les dijo, «¿de verdad lo quieres? ¿Quieres ser más como Jesús? Esto es lo necesario. Yo envié a mi hijo al desierto, al desierto, por 40 días para ser tentado, y a estar con las fieras».
Y tú ¿quieres ser como Jesús?, y ¿tú crees que puedes ser como Jesús sin atravesar desiertos? Es en el desierto que comenzamos a parecernos a Jesús.
En muchos casos, he encontrado en mi propia vida que algunas veces después de haber tenido grandes tiempos devocionales o tiempos de gran bendición o tiempos de gran gozo o de grandes victorias, algunas veces habiendo sido usada por Dios en el ministerio, a menudo encuentro que un corto tiempo después de esto, estoy en un desierto, en un desierto espiritual.
Espéralo. Date cuenta que es parte del obrar de Dios. No lo resientas. No lo resistas. No huyas de esto. Date cuenta que le puede pasar a cualquiera. El hecho de que tú te encuentres en el desierto no significa que Dios no te ama, y no es inusual que la experiencia del desierto pase después de haber tenido grandes bendiciones de Dios en tu vida.
Annamarie: Si estás atravesando un desierto en este momento, espero que las palabras de Nancy DeMoss de Wolgemuth te motiven a no rendirte. Ella regresará para orar con nosotras.
Queremos recordarte que en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com, encontrarás muchos recursos que te ayudarán a transitar por tu desierto. Haz uso del buscador para acceder a recursos por título, por tema o por autor.
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Bien, Nancy nos advierte que si estamos atravesando un tiempo de gran bendición y abundancia, es probable que un desierto esté por venir. Ella nos hablará más acerca de esto en el próximo programa.
Ahora, ella regresa con esperanza para aquellas que se encuentran en un desierto en este momento de sus vidas.
Nancy: Vamos a iniciar con este pensamiento cuando retornemos en nuestra próxima sección. Vamos a tomar un momento e inclinar nuestras cabezas delante del Señor. Me pregunto si por casualidad estás ahora mismo en un desierto, si tú pudieras decir, «Señor, confío en ti que sabes lo que estás haciendo, y yo estoy dispuesta a perseverar y a confiar en que Tú me has guiado hasta aquí, que Tú vas a llenar mis necesidades y mi fundamento será sólido, que seré cuidada en este desierto, de la misma manera como cuidaste a Tu Hijo».
Si tú te has sentido enojada con Dios y has dudado de Él, le has resistido, pudieras decirle, «Señor, yo sé que Tú me amas, y yo quiero recibir estas experiencias de desierto como parte de Tu amoroso y sabio plan para mi vida».
Y Señor, ya que no podemos entender totalmente Tus propósitos en los desiertos, queremos decir que entendemos que los necesitamos, y que te damos gracias por la manera en que estás obrando en nuestras vidas, aún a través de la experiencia en el desierto. Danos entendimiento de Tus caminos mientras continuamos estudiando este asunto de los desiertos y cómo Tú obras a través de ellos. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Atravesando los desiertos de la vida juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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