El único recurso
Débora: Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy: Nuestro mundo nos dice que debemos ser autosuficientes. Muchos de los libros de autoayuda que conseguimos en las librerías te dirán cómo puedes lograr hacer las cosas por ti misma. Pero si quieres una relación, una relación íntima con Dios, tendrás que llegar a conocerlo partiendo de tu debilidad y necesidad, diciéndole: «Señor, no tengo ninguna fuente de bendición fuera de ti».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de septiembre de 2024.
El día de ayer Nancy comenzó una serie titulada, «El-Shaddai: El Todo Suficiente». Ella habló acerca de cómo confiar en el Señor cuando eres llamada a esperar.
Si te perdiste el episodio de ayer puedes escucharlo o leer la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com. Nancy continúa con esta serie hablando acerca de la asombrosa provisión de Dios. …
Débora: Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy: Nuestro mundo nos dice que debemos ser autosuficientes. Muchos de los libros de autoayuda que conseguimos en las librerías te dirán cómo puedes lograr hacer las cosas por ti misma. Pero si quieres una relación, una relación íntima con Dios, tendrás que llegar a conocerlo partiendo de tu debilidad y necesidad, diciéndole: «Señor, no tengo ninguna fuente de bendición fuera de ti».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de septiembre de 2024.
El día de ayer Nancy comenzó una serie titulada, «El-Shaddai: El Todo Suficiente». Ella habló acerca de cómo confiar en el Señor cuando eres llamada a esperar.
Si te perdiste el episodio de ayer puedes escucharlo o leer la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com. Nancy continúa con esta serie hablando acerca de la asombrosa provisión de Dios.
Nancy: «El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo» (Prov. 18:10). «En Ti pondrán su confianza los que conocen Tu nombre, porque Tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan».
Hemos estado hablando acerca de los nombres de Dios y cómo estos son un refugio y un lugar seguro para nuestros corazones. En estas sesiones estamos enfocándonos, particularmente, en el nombre de Dios: El Shaddai.
Hemos estado viendo la vida de Abraham y estuvimos viendo que Dios se reveló a Sí mismo como El Shaddai a Abram, cuando este tenía noventa y nueve años.
Estamos en Génesis capítulo 17, y continuando con esta historia, hemos visto que Dios le dijo a Abram: «Tendrás descendientes, tendrás una simiente; y a través de esa simiente, Jesucristo, sabemos que todo el mundo será bendecido».
Pero Abram tenía que enfrentar el hecho de que su esposa era estéril. Ella no podía tener hijos. Él se vio a sí mismo y vio a Sara; y vio que ambos eran insuficientes para cumplir lo que Dios había prometido.
Entonces desde su propia insuficiencia decidieron mirar hacia afuera. Vimos en la sesión de ayer que Abram se dirigió a su sirviente Eliezer. Se dirigieron a Agar la esclava egipcia y dijeron: «Señor ¿podríamos ayudarte?» Estaban buscando ser suficientes en ellos mismos, pero ninguno de estos planes era lo que Dios tenía en mente.
Porque Dios quería que Abram viera que Él no quería ni necesitaba ninguna ayuda de parte de nosotros cuando de cumplir Sus promesas se trata. Dios es completamente capaz de cumplir Sus promesas y de llevar a cabo Sus propósitos sin nuestra ayuda.
Como mujeres, nacemos con la tendencia de querer arreglarlo todo. Si algo no está funcionando, o si creemos que Dios quiere cumplir algo en la vida de nuestra pareja o de nuestro hijo, o en la vida de nuestras amigas, nuestra tendencia es correr a ver si podemos hacer algo al respecto… y me imagino que estás de acuerdo conmigo en esto.
Abram y Sarai eran tal como nosotros en ese aspecto. Pero Dios quería que ellos vieran que Él nos capacita para lo que Él nos manda a hacer. Él es completamente capaz de cumplir lo que promete. Entonces llegamos ahora al capítulo 17 de Génesis. Abram tiene ahora noventa y nueve años de edad y ahora no solo su esposa es estéril, sino que Romanos nos dice que el cuerpo de Abram era tan bueno como un muerto (Rom. 4:19).
Ahora, ninguno de los dos es capaz de concebir hijos, los dos están incapacitados para procrear hijos. Y leyendo el contexto te das cuenta de que Dios estaba esperando hasta que no hubiera ninguna sombra de duda de que esto, el cumplimiento de esta promesa, era imposible. Era totalmente imposible.
A veces Dios espera hasta que estemos justo al final de nuestra propia suficiencia antes de revelarse a Sí mismo como El Shaddai.
Capítulo 17, versículo 1:
«Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció, y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto. Y yo estableceré mi pacto contigo, y te multiplicaré en gran manera».
«Te multiplicaré en gran manera». Ten presente que Él le está hablando a un esposo y su esposa, quienes son incapaces de procrear hijos. Entonces en el versículo 3 dice:
«Entonces Abram se postró sobre su rostro y Dios habló con él, diciendo: En cuanto a mí, he aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de multitud de naciones. Y no serás llamado más Abram; sino que tu nombre será Abraham (Padre Exaltado); porque yo te haré padre de multitud de naciones» (vv. 3-5).
Acaso no es así como Dios viene y se encuentra con nosotros en medio de nuestra situación imposible para decirnos: «Tú creíste que era imposible. Ahora te digo que voy a hacer algo excesivamente más abundante y más allá de cualquier cosa que tú hayas podido imaginar».
La diferencia entre Abram y Abraham es una letra hebrea. Y sucede que esta es la letra principal que se usa en el nombre de Dios, Jehová. ¿Cuál es la diferencia entre Abram y Abraham? Es el mismo aliento de Dios. Es la presencia de Dios exhalando Su aliento en nuestras vidas, Su abundancia, Su suficiencia, Su poder, Su habilidad, que llena nuestras vidas vacías y que cumple las promesas de Dios en y a través de nosotros.
Dios dice, en el versículo 6: «Te haré fecundo en gran manera».
Si quieres ver el final de la historia, bueno, no exactamente el final, pero ve al siguiente capítulo, hasta Génesis, capítulo 21: «Entonces el Señor visitó a Sara como había dicho, e hizo el Señor por Sara como había prometido» (v.1).
Dios cumple Sus promesas. Él nunca está de prisa, y nunca llega tarde. Él siempre llega a tiempo. Ahora, Él no siempre llega en nuestro tiempo, pero siempre llega a Su tiempo, el tiempo perfecto.
«Entonces el Señor visitó a Sara como había dicho, e hizo el Señor por Sara como había prometido. Y Sara concibió y dio a luz un hijo a Abraham en su vejez, en el tiempo señalado que Dios le había dicho. Y Abraham le puso el nombre de Isaac al hijo que le nació, que le dio a luz Sara. Ahora bien, Abraham tenía cien años de edad cuando su hijo nació» (Gén. 21:1-3, 5).
Por cierto, ¿qué edad tenía Sara? Noventa años de edad.
Algunas de ustedes tal vez estén un poco preocupadas acerca de tener hijos a edad avanzada, pero Dios quiere mostrarnos que cuando llegamos al final de nuestra propia suficiencia, la suficiencia de Él apenas comienza.
Dios está diciendo, «Yo soy quien suple todas tus necesidades». Ahora, para un mejor entendimiento de esto queremos indagar acerca de este nombre, El Shaddai. ¿Qué significa? ¿Qué significó para Abraham, y qué significa para nosotros?
Este es un nombre maravilloso de Dios que nos muestra el cuidado tierno y compasivo y la gracia de Dios a nuestro favor.
El nombre El es una forma corta, como muchas de ustedes saben, del nombre de Dios Elohim. Este es el nombre de Dios que habla de Su poder, Su omnipotencia, Su fuerza, Su grandeza. Me encanta ese nombre porque dice que Dios es capaz de hacer cualquier cosa que Él desee hacer.
Pero Él no solo es El, Él es El-Shaddai. Esta palabra Shaddai es una palabra muy tierna, formada de una palabra hebrea, shad (s-h-a-d), que es realmente la palabra hebrea para seno. Habla de una madre que amamanta a su hijo, que lo toma en su pecho y que suple a ese niño de todo lo que él necesita.
Es una ilustración de Dios que lo compara con una madre tierna y compasiva; una madre que amamanta. Ahora, si pones esa palabra junto a la palabra El, y tienes el poderoso, omnipotente, todopoderoso Dios que también es un Dios tierno, que nutre, cuida y protege a su pueblo. Él es quien suple, Él es quien alimenta, Él es quien satisface.
Así que vemos a Dios, entonces, no solo como el Dios todopoderoso. En la mayoría de las biblias se traduce como Dios todopoderoso o el Dios que todo lo puede. Pero a medida que estudias esta palabra, verás que muchos comentaristas están de acuerdo en que una mejor traducción sería «El Todosuficiente». ¡El Todosuficiente! ¡El Shaddai!
Este es el Dios que se deleita cuando nosotros estamos en un lugar de necesidad. Así como lo estaban Abram y Sara. Sin esperanza alguna para suplir su propia necesidad. Sin esperanza para cumplir la promesa de Dios. Pero mientras más necesitadas estemos, más nos vemos forzadas a depender de El Shaddai.
Cuando dependemos de Él, entonces se cumplen las promesas. Lo maravilloso de todo esto es que nosotras no podemos llevarnos el crédito. Dios se lleva toda la gloria.
Todas las personas sabían que Abraham y Sara no podían tener hijos. Entonces cuando el pequeño Isaac nació, todos sabían que era un milagro; Dios había hecho esto. Dios es el proveedor.
Abraham tuvo que conocer su propia insuficiencia, lo inútil de depender de sus propios esfuerzos, y la necedad de adelantársele a Dios de manera impaciente. ¿Hay hoy alguna necesidad en tu vida para la cual El Shaddai es tu solución? ¿Alguna necesidad física? ¿Financiera? ¿Emocional? ¿Relacional? ¿Vocacional? ¿Espiritual?
Dios dice: «Para todas tus necesidades Yo soy El Shaddai, Yo soy tu proveedor, Yo soy quien te alimenta, Yo soy El Todosuficiente». Hemos visto que Dios a veces espera hasta que estemos al final de nuestros propios recursos, y no hay absolutamente nada más que nosotros podamos hacer para resolver la situación. Entonces en desesperación dejamos de mirar hacia afuera y hacia adentro, y vemos hacia arriba y decimos: «Oh Señor, te necesito».
Yo creo que estas son palabras que a Dios le encanta escuchar de sus hijos, de la misma forma que te gusta escuchar a tus propios hijos diciendo, «te necesito». Cuando la cosa no se pone difícil es cuando tu niño de dos años te dice, «mami, ¡yo puedo hacer esto solo!» Entonces no te sientes muy necesitada.
Bueno, pues Dios, como nuestro Padre celestial, desea que nosotros estemos en una posición en la que reconozcamos cuán desesperadamente lo necesitamos, y que solo Él puede suplir nuestras necesidades.
Ahora bien, el nombre El Shaddai nos revela un número de cosas acerca de Dios, y lo vemos a medida que lo vemos a través de las Escrituras. El nombre El Shaddai, aparece cuarenta y ocho veces en el Antiguo Testamento. Como ya hemos dicho, generalmente es traducido como Dios Todopoderoso o El Dios que todo lo puede.
Esto comunica parte del significado de la palabra, pero tal vez sea mejor traducido como El Todosuficiente. Él es poderoso, esta es la palabra El, pero la palabra Shaddai dice que Él es nuestra suficiencia.
Como quien nos alimenta y quien nos da fuerza y satisfacción vemos en las Escrituras que Dios es quien nos colma de bendiciones. Él colma de bendiciones las vidas de sus hijos. Él es toda abundancia, Él es el Dios quien bendice ricamente, el que enriquece a su pueblo con todo lo que necesita.
Como podemos ver, este nombre aparece en varias ocasiones a través del Antiguo Testamento, vemos esta conexión entre El Shaddai y la bendición.
En Génesis 28, Isaac le dice a su hijo Jacob (él está dando la bendición de un padre), «El Dios Todopoderoso, (El Shaddai), te bendiga» (ver v. 3).
Ahora, ¿cómo crees tú que Isaac supo acerca de El Shaddai? Bueno, me parece que es obvio que lo conoció a través de su padre. ¿Y quién era su padre? Abraham, quien cuando tuvo a su hijo Isaac, tenía noventa y nueve años de edad, después de esperar veinticinco años a que Dios cumpliera la promesa de darle un hijo.
Y es que Abraham sabía que Dios era su suficiencia porque él tuvo un hijo cuando era absolutamente imposible tener un hijo. Ese hijo era Isaac.
Yo creo que mientras Isaac crecía, su padre Abraham le enseñó acerca de El Shaddai, acerca del Todosuficiente diciéndole: «Isaac, Dios no solo suplió mi necesidad y la de tu madre cuando no podíamos tener hijos, sino que naciste tú, un hijo milagroso, nacido como bendición de El Shaddai, El Todosuficiente.
Yo no llegué a conocerlo hasta mi edad de noventa y nueve años, pero quiero que tú lo conozcas a través de toda tu vida. Él es El Todosuficiente para ti también».
Al parecer Abraham pasó este conocimiento a Isaac quien ahora se lo estaba pasando a su hijo, Jacob.
«Jacob, quiero que conozcas acerca del Dios de mi padre, El Shaddai».
Por cierto, ¿estás pasándoles a tus hijos, y a la siguiente generación, el conocimiento de quién es Dios? Mientras Dios se te revela a Sí mismo a través de Su Palabra, mientras prueba con hechos que Su nombre es grande y confiable, mientras caminas con Él y Él va demostrando en tu vida Su poder, Su grandeza, Su suficiencia; ¿estás enseñando a tus hijos a través del mensaje de tu vida quién es Dios?
Así es como una generación debe aprender los caminos de Dios, escuchando a las generaciones previas. Por eso las mujeres mayores deben de enseñar a las mujeres jóvenes. Todas nosotras somos mujeres mayores para alguien. Debemos enseñar a la siguiente generación en nuestros hogares, en nuestra comunidad de fe, en nuestras iglesias, enseñar los caminos de Dios, enseñar los nombres de Dios.
Pues bien, Isaac pasó a Jacob el nombre de Dios, El Shaddai. Cuando Jacob murió, él le pasó el nombre a su hijo, José.
Al leer en Génesis capítulo 48: «Entonces Jacob dijo a José: El Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán; y me bendijo» (v. 3). ¿Ves la conexión de Su nombre con la bendición? El Shaddai es el que bendice a Su pueblo. Él llena de bendiciones nuestras vidas.
En el siguiente capítulo, Génesis capítulo 49, Jacob le da su bendición a su hijo José. Y le dice, «… el Todopoderoso que te bendice con bendiciones de los cielos de arriba, bendiciones del abismo que está abajo» (v. 25).
Él está diciendo: «No solo bendijo Dios Todopoderoso, El Shaddai, a mí, a mis padres y a mi abuelo, pero José, Él también es tu Dios. El Todosuficiente te bendecirá con bendiciones celestiales de arriba». ¿Qué le estaba diciendo Jacob a José?
Él le estaba diciendo: «José, Dios es tu fuente».
José tuvo muchas dificultades en su vida y necesitó conocer que Dios era su fuente, que todas las bendiciones que él necesitaba vendrían de la mano de Dios.
Esta mañana estaba leyendo en Santiago capítulo 1, y fui recordada que «toda buena dádiva y todo don perfecto viene…», ¿de dónde? ¡De arriba! (v. 17).
Todas las cosas que necesitamos, todas las bendiciones que tenemos en nuestras vidas, no vienen de nosotros mismos, tampoco de otros, sino de Dios.
Estoy muy agradecida por mi padre y mi madre, quienes me enseñaron esta lección como un estilo de vida mientras yo iba creciendo.
Recuerdo a mi padre enseñándonos que Dios es la fuente de todas las bendiciones en nuestras vidas, y que cualquier cosa buena que tenemos viene de Dios. Por eso no debemos esperar que sea un empleador o un sueldo o ninguna persona quien llene nuestras necesidades, porque todas las bendiciones vienen de la mano de Dios.
No existe otra fuente, a menos que Dios abra sus manos y derrame sus bendiciones sobre nosotros.
Ahora, lo que implica este nombre de Dios, El Todosuficiente quien nos bendice, es que como recipientes, estamos necesitados y estamos dependiendo de Él. Tenemos necesidades que nosotras mismas no podemos llenar, y, por lo tanto, dependemos de Él. Toda Su suficiencia implica nuestra insuficiencia, que nos dice que hay necesidades que nosotras no podemos llenar. Por supuesto, el mundo nos dice que debemos ser autosuficientes.
Muchos de los libros de autoayuda que conseguimos en las librerías te dirán cómo puedes lograr hacer las cosas por ti misma.
Pero si quieres una relación, una relación íntima con Dios, tendrás que llegar a conocerlo partiendo de tu debilidad y tu necesidad, diciéndole: «Señor, no tengo ninguna otra fuente de bendición fuera de ti».
Pablo dice en 2 Corintios capítulo 3: «No que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios para esta tarea» (v. 5, parafraseado).
Jesús enseñó a sus discípulos y nos dice a nosotros: «Apartados de mí, nada podéis hacer» (Juan 15:5). «No pueden tener bendición ni suficiencia apartados de Mí».
La maravillosa verdad es que lo que encontramos en El Shaddai no es solo el Dios del Antiguo Testamento, el Dios de Abraham, Isaac, y Jacob, sino que Él es Jesús, quien vino a este mundo y quien nos da provisiones infinitas para cualquiera de nuestras necesidades. Por eso Pablo pudo decir en Filipenses capítulo 4, versículo 19, con tanta confianza: «Mi Dios, [El Shaddai, El Todopoderoso, El Todosuficiente], proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».
Jesucristo es nuestro El Shaddai. Él es nuestra suficiencia, Él es quien nos bendice. Todo lo que necesitamos lo encontramos en Él. Entonces, ¿qué necesitas? ¿Fortaleza? ¿Paz? ¿Descanso? ¿Gozo? ¿Consuelo? ¿Sabiduría? ¿Dirección? ¿Perdón? Todas estas bendiciones y más vienen de la mano de El Shaddai.
Me encanta ese versículo en 2 Corintios donde Pablo dice: «Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra» (v.8).
¿Ves? Dios no quiere que simplemente sobrevivas; Él quiere darte abundancia de bendiciones.
Ahora, a veces Sus bendiciones son diferentes a lo que nosotras llamamos bendiciones. No siempre son bendiciones materiales. No siempre es salud física. Pero Él provee para nosotras bendiciones en abundancia, las cuales Él sabe que necesitamos para llegar a ser las mujeres que Él quiere que seamos.
¿Cómo podemos, entonces, ser llenas de Su provisión? Tenemos que implorar y decir: «Señor, te necesito». Y luego nos acercamos a Él como un bebé que necesita ser alimentado por su madre.
Venimos con confianza ante Su trono de gracia para así obtener misericordia y encontrar gracia para ayudarnos en tiempos de necesidad. Entonces nosotras simplemente recibimos Su provisión, así como ese pequeño niño recibe su alimento de su madre. Después le damos gracias recordando que si lo tenemos a Él tenemos todas las bendiciones necesarias. Tenemos todo lo que necesitamos.
Entonces, ¿dónde hay lugar para las quejas? ¿Dónde hay lugar para el lloriqueo? ¿Dónde hay lugar para la murmuración? No hay ningún lugar para esto si reconozco que en El Shaddai soy bendecida con toda buena dádiva.
Débora: ¿Cuándo fue la última vez que contaste tus bendiciones? Espero que este mensaje de Nancy DeMoss Wolgemuth te ayude a buscar en Cristo lo que solo Él te puede dar, y que quizás has estado buscando en todas partes, menos en el lugar (o más bien la Persona) correcta.
Si el mensaje de hoy ha sido de bendición para ti, ¡compártelo con otras mujeres! Crezcamos juntas en el conocimiento de Dios y llamemos a más mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
En el próximo episodio, conoce a Dios como el jardinero perfecto. Si te gustan las plantas, les darás el nivel de agua y luz que necesitan. Y también las podarás… Y Dios hace precisamente esto en nuestras vidas. Escucha más mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a no solo sobrevivir en la vida cristiana, sino a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique otra fuente.
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