El trastorno afectivo emocional
Débora: ¿Alguna vez has deseado que exista un botón que puedas tocar para que la temporada de la vida en que te encuentras ahora avance más rápido? Bueno, es posible que estés experimentando lo que Gloria Furman llama «el trastorno obsesivo estacional».
Gloria Furman: «Yo estoy en esa temporada. Ella está en esa temporada. Pero yo quiero vivir la temporada de ella en lugar de la mía». Y así codiciamos una temporada que Dios le ha dado a otra persona cuando honestamente todas estamos en la misma temporada: la temporada de la vida. Estamos vivas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de ¡Vamos a la iglesia!, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 24 de noviembre de 2023.
Si tuvieras que describir la maternidad en una sola palabra, ¿qué dirías? Quizás: «Es desafiante. Es difícil. Es una aventura». Mi amiga Erin Davis es …
Débora: ¿Alguna vez has deseado que exista un botón que puedas tocar para que la temporada de la vida en que te encuentras ahora avance más rápido? Bueno, es posible que estés experimentando lo que Gloria Furman llama «el trastorno obsesivo estacional».
Gloria Furman: «Yo estoy en esa temporada. Ella está en esa temporada. Pero yo quiero vivir la temporada de ella en lugar de la mía». Y así codiciamos una temporada que Dios le ha dado a otra persona cuando honestamente todas estamos en la misma temporada: la temporada de la vida. Estamos vivas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de ¡Vamos a la iglesia!, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 24 de noviembre de 2023.
Si tuvieras que describir la maternidad en una sola palabra, ¿qué dirías? Quizás: «Es desafiante. Es difícil. Es una aventura». Mi amiga Erin Davis es madre de cuatro niños. Y cuando pienso en cómo la describiría como madre, las palabras que me vienen a la mente son: fiel y ¡diversión! Ayer escuchamos la primera parte de una conversación con Erin y la autora y esposa de pastor Gloria Furman. Si te perdiste el episodio de ayer, lo encontrarás en avivanuestrosorazones.com o en la aplicación de Aviva Nuestros Corazones. Aquí está Nancy con una introducción adicional.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En una conferencia nacional de Coalición por el Evangelio, Erin se conectó con Gloria Furman. Ahora, Gloria es la esposa de David Furman, pastor de la Iglesia Redeemer en Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos. Gloria también tiene cuatro niños pequeños, y ella escribió un libro llamado Atesorando a Cristo cuando tus manos están llenas. Ella realmente sabe por experiencia propia lo que es tener las manos llenas.
Ahora, a menudo escuchamos lo importante que es perseverar cuando el matrimonio es difícil o la maternidad es difícil, o cuando cualquier cosa en la vida es difícil. Pero la otra cara de la moneda es que el Señor no solo quiere que perseveremos, que nos esforcemos y superemos esa temporada difícil. Él también quiere darnos gozo en medio de las cosas a las que nos ha llamado.
Erin y Gloria van a hablar de esto mientras continúan su conversación. Así que aquí están ellas en una grabación realizada en la conferencia de Coalición por el Evangelio.
Erin Davis: Gloria, en tu libro dices que hay más que decir sobre el trabajo de una madre, que el hecho de que es difícil y que nunca termina. Y eso me encanta, porque creo que por alguna razón la narrativa que tenemos sobre la maternidad es: es difícil, es complicada, es dura. Lo mismo decimos del matrimonio. Quiero decir, ¿podemos pensar en algo más sobre el matrimonio que no sea: «es difícil»?
Y creo que lo mismo sucede con la maternidad. Creo que mucho de lo que estamos escuchando es: «Es difícil. Pero hazlo de todos modos». Entonces, ¿qué impacto crees que está teniendo en las madres el no escuchar mensajes esperanzadores sobre su rol?
Gloria: Bueno, convierte la historia de la maternidad en una carga y posiblemente incluso en algo poco importante. «Bueno, tengo estos niños. Pero Dios, si no los tuviera, imagínate lo que podría ser o hacer».
Erin: Así es.
Gloria: Esa temporada de la maternidad parece aburrida y decimos: «Dios, no puedo esperar hasta que estos niños tengan dieciocho años». Y me refiero a que pensar y hablar de esa forma es una manera muy triste de vivir todos los días.
Erin: Creo que podríamos perdernos la bendición de cada etapa si no tenemos cuidado. No podemos esperar hasta que ese bebé comience a dormir toda la noche. No podemos esperar hasta que ese niño pequeño haya aprendido a ir al baño o hasta que estén en la escuela. No podemos esperar hasta…porque luego ya se han ido.
Gloria: Correcto. O hablamos mucho de las temporadas y de definirlas. ¿Has escuchado hablar del trastorno afectivo estacional? Cuando en invierno estás más triste.
Erin: Sí. Claro.
Gloria: Creo que tenemos el trastorno obsesivo estacional: «Estoy en esta temporada. Ella está en esa temporada. Pero yo quiero vivir la temporada de ella en lugar de la mía». Y así codiciamos una temporada que Dios le ha dado a otra persona, cuando honestamente todas estamos en la misma temporada: la temporada de la vida. Tenemos vida a pesar de la maldición, a pesar de la muerte se nos ha dado la vida. Todas estamos en este momento en la temporada de la vida.
Si estás en Cristo, estás en la misma temporada en la que estarás para siempre en Cristo. Dentro de treinta billones de años vas a estar haciendo lo mismo que podrías estar haciendo hoy: adorar a Jesús en todas las cosas. Así que ahí está tu temporada. Así de larga será tu temporada y no vas a querer perdértela.
Así que viendo eso como el lente que abarca todo, y a través del cual debes ver todo, estoy en una temporada de la vida con Jesucristo para siempre, y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo porque Él me ha sellado en Sus propias manos.
Erin: Correcto. Hablas de alinear nuestras inseguridades subjetivas como madres a la realidad objetiva de nuestra seguridad eterna en Cristo, y eso suena realmente importante. Me interesa saber cómo se ve eso en una madre, porque creo que la maternidad realmente puede exagerar nuestras inseguridades y hacernos sentir inseguras.
¿Qué pasa con esa madre que se siente insegura porque no sabe lo que hace, o se siente insegura porque no cree que sea la madre que sus hijos necesitan, o se siente insegura solo porque siente que está destinada a arruinar a sus hijos? ¿Cómo ponemos eso bajo la seguridad eterna que proporciona el evangelio?
Gloria: Bueno, empaqué un almuerzo escolar para mi pequeña hija y lo recibí completo al final del día, lo cual es algo común. Ella escogerá: «No me gusta eso o esto o aquello». Y eso pasó varias veces. Luego, conversando con su maestra, le dije: «No sé qué está haciendo mi hija en el almuerzo, si está hablando o si simplemente está sentada, pero si pudiera decirme lo que está pasando…¿ha observado algo extraño? Ella no está comiendo. Vuelve a casa con todo su almuerzo».
Y la maestra me dijo: «La estaré observando por unos días». Después se comunicó conmigo y me dijo: «Ella mira la comida de otros niños y no quiere lo que tiene».
Y mi instinto fue: «La maestra piensa que soy el tipo de madre que no sabe lo que le gusta a su hija». Mi inseguridad se asomó y yo comencé a pensar: ¿Qué piensa ella de mí? ¿Cree que necesito ayuda profesional? ¡Necesito estar en un grupo, un grupo de apoyo de madres que no conocen a sus hijos! ¿Qué estoy haciendo? La maestra ha visto a cientos de niños de kinder y yo soy la única que tiene este problema. Quizás todos los otros niños también tengan ese problema…
Erin: Todas las madres pueden relacionarse con ese cerebro loco.
Gloria: Totalmente. Mi cabeza dio vueltas en una fracción de segundos. Salté directamente a todos esos sentimientos subjetivos sobre mis inseguridades como madre, que muy probablemente, lo único que pasa es que mi hija simplemente no quiere lo que le he preparado.
Erin: Correcto. Ella quería que llenaras una lonchera con dulces y no lo hiciste.
Gloria: ¡Exacto! Pero en mi corazón inmediatamente comencé a evaluarme a mí misma y mis sentimientos a la luz de lo que alguien podría pensar de mí.
Yo estaba preparada para comenzar a actuar en esa situación en la que me sentí insegura, y para decirme cosas a mí misma que me hicieran sentir mejor cuando hablara de nuevo con la maestra. Así que pude ver como funciona todo esto. Me identifico totalmente con la mujer que está preocupada por sus sentimientos subjetivos y que no comprende esa realidad objetiva de estar en Cristo para siempre.
Así que creo que entender que eres propensa a eso, es el primer paso. Admitir que tienes un problema sería lo primero.
Número dos: habla con alguien al respecto.
Puedes encontrar ánimo al abrir tu corazón con otra madre cuando le dices: «Hice esto. Mi corazón pecaminoso me llevó a pensar así», y que ella te responda: «¡Yo también he actuado así!»
Escucha, no estamos siendo tentadas en nada que no sea común. Y eso es cierto porque tenemos el evangelio que nos ministra. Así que prediquémonos el evangelio a nosotras mismas, recordemos la realidad objetiva de quién es Cristo, quién dice Él que somos, y quién Él dice ser.
Erin: Así es. Me pregunto qué parámetro proporciona el evangelio para la maternidad. Creo que sin el evangelio solo podemos medir nuestro éxito como madres si nuestros hijos crecen para ser médicos, o si tenemos estos cuartos de juegos equipados como los que vemos en Pinterest; y con todo eso, tratamos de medir si somos buenas madres o no. Pero la realidad es que eso no funciona.
Entonces, ¿qué dice el evangelio? ¿Qué dice la Palabra de Dios? ¿Cuál es el parámetro que nos da para saber si somos buenas madres o no?
Gloria: La fidelidad. Y no se trata necesariamente de nuestra fidelidad, sino de Su fidelidad. Nuestro parámetro terrenal se rompe porque Él es fiel en cualquier situación en la que te encuentres.
Pero creo que anulamos la fidelidad de Dios cuando nos comparamos: «¿Tú tienes un hijo de seis años? ¡Yo también!» Pero no es lo mismo. Tu hijo de seis años es diferente al mío y nuestro contexto es diferente. Sus luchas, nuestras luchas, mis luchas, y nuestras capacidades son distintas, pero la fidelidad de Dios es la misma.
Así que no importa necesariamente cómo Dios provee para nuestra familia, sino el hecho de que Él es quien provee. Creo que cuando podemos ver que ese parámetro realmente no existe, que está en tu mente y que Él es fiel, entonces podemos seguir mirándolo a Él en vez de mirar hacia los lados para ver cómo lo estamos haciendo. Esto es para sellar la eternidad en tus ojos.
Erin: En tus ojos. Así es. Gloria, gracias por tu tiempo.
Gloria: Gracias a ti.
Nancy: Esas son Erin Davis y Gloria Furman. Nuestro equipo se conectó con ellas en una de las conferencias nacionales de Coalición por el Evangelio. Han estado hablando de abrazar tu llamado para este momento con gozo, cualquiera que sea tu rol en esta temporada de la vida. Y no importa a lo que Dios te haya llamado ahora, quiero que sepas que no tienes que sobrellevarlo sola ni a regañadientes. Cristo puede darte gozo justo ahí donde te encuentras ahora.
Eso no quiere decir que todas las circunstancias serán fáciles. Significa que puede existir el gozo que viene de la presencia de Cristo en medio de esos retos.
Ahora, Gloria y Erin ya han hablado acerca de aceptar el llamado de Dios en tu vida con gozo. Y me gustaría tomarme un momento para profundizar en eso con Erin. En este momento su llamado principal es a criar cuatro niños pequeños y ella sabe lo fácil que es desanimarse en medio de esa labor tan importante. Así es como se ve el desánimo para Erin.
Erin: Estas son las formas en que el desánimo se manifiesta en mi propia vida:
- Muchas veces respiro profundamente tratando de no perder la calma.
- «Oh, wow…¿tenemos que hacer esto de nuevo?»
- Muchas veces agito mis brazos porque perdí la calma.
- Y además de todo eso utilizo la palabra «abrumada» con mucha frecuencia para describir mi vida, en lugar de palabras como: «bendecida, feliz, plena». Pero tristemente en mi corazón muchas veces he dicho: «¡Si no tuviera estos hijos, no estaría tan abrumada!»
Bueno, si no tuviera estos hijos, tampoco tendría muchas cosas realmente maravillosas. Así que de manera intencional me enfoco en eso.
Algo que solía pasar mucho en mi casa, y estoy tratando de que no vuelva a pasar tanto, es que tan pronto como mi esposo entra por la puerta, anuncio: «Estoy fuera de servicio. No puedo manejar a estos niños ni un minuto más». Y el mensaje que estoy comunicando es: «¡Estos niños me están agotando! ¡Me siento miserable en este papel de madre!»
Pero si alguien viene a mí y me pregunta: «¿Tus hijos te hacen feliz?», yo le diría: «¡Claro! ¿Quieres ver una foto de ellos?» Pero la verdad es que estoy viviendo como si no tuviera estos hijos, y que si no los tuviera estaría menos estresada, o sería más feliz si mi cuerpo volviera a su versión de dieciocho años, todas esas cosas que creo que me harían feliz.
Nancy: Pero el hecho es que hay muchas cosas sobre la crianza de los hijos que son un reto. Dependiendo de cuál sea la temporada de vida, puede haber noches de insomnio, niños llorando o enfermos, y horarios restringidos. Así que no estamos diciendo que si aceptas la maternidad como un rol sagrado, todo eso desaparece y la vida se vuelve más fácil.
Erin: Es cierto. La vida de ser madre no es fácil, y la vida tampoco es fácil si no eres madre. Pero existen estos aspectos de ser padres que siempre van a estar ahí, y pueden ser muy complicados. Sin embargo, 2 Corintios 12:9-10 dice:
«Y Él me ha dicho: “Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte».
Nancy: Espera un momento. Quiero leer ese versículo una vez más. Es maravilloso.
Erin: Es rico.
Nancy: Y no es solo para las madres. Ese versículo me habló mientras leía el libro que Gloria escribió. No tengo hijos, pero mi llamado también puede ser una carga o puede sentirse como una carga a veces, y en ocasiones tiene sus retos. Así que cualquiera que sea tu llamado, en cualquier temporada de la vida en que te encuentres, aquí hay una verdad central de la Palabra si vas a ser una mujer verdadera de Dios.
Dios le dijo a Pablo: «Mi gracia es suficiente para ti». Noches de insomnio, niños enfermos, horarios restringidos, lo que sea que esté pasando en esa temporada. Nunca podrás tener la casa en orden más de ocho minutos: «Mi gracia te basta».
Erin: Y «estoy contenta con las debilidades y las dificultades, las persecuciones, las calamidades, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte». Pablo no está diciendo que Dios le quitó todo eso y las nubes se abrieron y los pájaros comenzaron a cantar y todo fue maravilloso. Lo que es tan extraño y difícil de entender acerca de Dios y Su Palabra, es que esas cosas son una bendición porque nos obligan a depender de Dios. Revelan nuestra necesidad de Él y revelan Su bondad y Su gracia para con nosotras.
Así que si quieres una fórmula para hacer que tu bebé duerma toda la noche, no la tengo. Mi hijo no durmió toda la noche hasta que cumplió un año y medio. Y si quieres que tu niño pequeño se comporte, tampoco sé decirte cómo hacerlo.
Pero sí sé que cuando mi bebé no dormía toda la noche, sentí el impulso de orar de una manera que nunca antes lo había hecho porque no podía hacerlo con mis propias fuerzas. Yo estaba agotada.
Y cuando Eli, mi niño pequeño, me empuja y presiona y yo estoy al borde de la desesperación, y no hay forma de que pueda tener autocontrol por mi cuenta, eso me lleva hacia Dios de nuevas formas. Así que, ¿siempre soy feliz como madre? No, no lo soy. Pero la lección es que la felicidad no es el objetivo final. El camino fácil nunca nos lleva al lugar al que queremos llegar. El camino fácil solo nos lleva a lugares aburridos.
Nancy: Algunas de nosotras estamos pensando, me gustaría intentar eso.
Erin: Le gustaría probarlo por su cuenta. Y lo entiendo. De vez en cuando me gusta tomar el camino fácil. Ese niño puede hacerte la vida más difícil, pero deja de enfocarte en eso. ¿Son un obstáculo para tu felicidad? Tal vez, pero son el camino a tantas otras cosas mucho más ricas que la felicidad.
Así que la mentira es: Mis hijos son un obstáculo para mi felicidad. ¡Eso no es cierto y tienes que superar ese pensamiento! Concéntrate en todas las cosas que tus hijos hacen para enriquecer tu vida.
Nancy: Y Erin, lo que acabas de decir es tan crucial, no solo para las madres jóvenes, sino también para las mujeres, los hombres, para cada uno de nosotros en cada temporada de la vida. Como suelo decir aquí en Aviva Nuestros Corazones: «Cualquier cosa que me haga necesitar a Dios es una bendición». Es una bendición porque me aferra a Su gracia de una manera que no lo haría si no me sintiera tan desesperada, tan necesitada y tan abrumada.
Y ahí es donde vemos el poder de Dios desplegado de maneras maravillosas. Cuando nuestra debilidad se compara con Su gracia, entonces lo vemos, los niños lo ven, las personas que nos rodean lo ven. Saben que somos débiles, pero ven que Él es fuerte. Y se convierte en una forma de mostrar la grandeza y el poder de Dios, que es de lo que realmente se trata nuestro llamado.
Erin: Les enseñamos a nuestros hijos esta canción desde muy pequeños: «Sí, Cristo me ama, somos débiles, pero Él es fuerte». Y como madres, esto es tan cierto. Somos débiles como madres. Es cierto, pero Él es fuerte. Él es fiel.
Si tus hijos son un recordatorio diario (y a veces en mi casa lo son minuto a minuto) de la fortaleza de Dios a la luz de mi debilidad, ¿cómo puedo quejarme de eso?
Nancy: Y te diré que para contrarrestar las mentiras necesitamos aconsejar nuestros corazones con la verdad. Creo que ahora mismo hay una madre escuchando que necesita decirlo en voz alta. Tus hijos pueden estar allí o alguien más puede estar cerca, y pueden pensar que estás loca. Pero dilo con tus labios: «Su gracia es suficiente para mí». Su gracia es suficiente.
Erin: En mi casa oramos frecuentemente por los frutos del Espíritu. Yo les digo a mis hijos: «Mami está luchando. Vamos a pedirle a Dios amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio».
Y cuando mis hijos están luchando, yo puedo decirles porque ellos lo han visto en mí: «Ustedes no pueden hacer esto solos. Vamos a detenernos un momento para pedirle a Dios amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio».
Entonces, mamá, ¿sientes que te va a explotar la cabeza? Ese es un momento oportuno de enseñanza y no una carga.
Nancy: Así es, somos débiles, pero Él es fuerte.
Erin: Absolutamente. Él es muy fuerte.
Nancy: Amén, amén. ¡Eso es maravilloso!
Bueno, abordas una serie de otras mentiras en este libro sobre la maternidad, y no podemos dedicar mucho tiempo a las demás, pero mencionemos cuáles son algunas de ellas porque sé que muchas de nuestras oyentes se relacionarán con ellas…
Una mentira que se les dice a las madres es que la maternidad se define por la decisión de trabajar o no, y cuando decimos eso, nos referimos a trabajar fuera del hogar porque todas las madres trabajan.
Erin: ¡Eso es correcto!
Nancy: Pero para muchas madres de nuestra generación, su éxito como madre se ha definido en si escogen trabajar o no fuera del hogar. Hablemos de eso por un momento.
Erin: Estoy tan cansada de las conversaciones sobre la maternidad moderna que giran en torno a estas preguntas: «¿Soy una buena madre si trabajo? ¿Puedo quedarme en casa y ser una buena madre? ¿Puedo trabajar y ser una buena madre?»
Siento que esto enfoca nuestra atención en los detalles y nos perdemos el panorama general. Y lo que he visto es que las madres que se quedan en casa se sienten miserables porque piensan: «Si pudiera hacer algo fuera de casa, me sentiría más satisfecha, estaría haciendo algo más significativo». Esto es lo que me dicen mis amigas que son amas de casa.
Y las madres que trabajan se sienten como: «Si tan solo pudiera estar más tiempo en casa con mis hijos tendría un mejor equilibrio. Sería una mejor madre». Entonces, las madres que se quedan en casa son miserables y miran desde el otro lado de la cerca; y las madres trabajadoras que están paradas al otro lado de la cerca miran a las madres que se quedan en casa pensando que la hierba es más verde del otro lado. Y quedamos atrapadas en este ciclo continuo, hablando de trabajar en vez de quedarse en casa, y quedarse en casa en vez de trabajar.
Pero la pregunta correcta es: ¿Usarás a tu familia para hacer algo importante por el reino de Dios?
No te diré cómo se ve eso en tu familia. Nos hemos vuelto muy creativos al respecto en nuestra casa. Deja de pensar si vas a trabajar o no, y empieza a tratar de averiguar cómo vas a usar a tu familia para hacer algo importante por el reino.
Nancy: Pero hay otra mentira con la que creo que luchan muchas mujeres, sean madres o no, pero particularmente en lo que respecta a la maternidad, y es: el objetivo final de la maternidad es el perfeccionismo.
Erin: Sí, esa es otra mentira.
Nancy: La presión de ser la madre perfecta. ¿Hay alguna mujer que no sienta eso?
Erin: No lo sé. Y si la hay, nunca la conocí. Esa es una gran mentira, y la amiga mía que me lo reveló es una gran madre. Ella es como la madre modelo: tiene cuatro hijos adoptivos pequeños, los educa en casa y siempre está tranquila, ¡y también tiene un cabello precioso! Lo que quiero decir es que ella es una madre perfecta.
Y cuando la entrevisté para este libro, yo no tenía ni idea de que ella iba a profundizar en este tema. Habló de que la cultura transmite dos mensajes sobre la maternidad: el primero es que los hijos son una distracción para ella y para lo que ella realmente quiere.
Y el segundo mensaje es: si vas a ser madre, será mejor que lo hagas a la perfección. Será mejor que críes niños excelentes que se comporten perfectamente y les vaya perfectamente bien en la escuela. Debes planificar una noche para salir con tu esposo una vez al mes. Necesitas tener una casa perfectamente limpia; necesitas inculcar esto, esto y esto. Tienes que estar haciendo tarjetas para enseñarle a tu hijo algunas cosas mientras está en su silla para comer. Y la lista sigue, sigue y sigue.
Mi amiga es madre y ve el valor del reino en ello. Pero ve esta olla de presión en la que siente que tiene que hacerlo a la perfección. Y como no lo está haciendo a la perfección, continúa luchando en su rol.
Nancy: Entonces, ¿qué le dirías a esa madre?
Erin: Creo que tenemos que darnos cuenta de lo poco realista que es este mensaje que la cultura nos está transmitiendo en todos los ámbitos.
Es incómodo para mí ver a esas madres famosas que están en la portada de una revista: «Dio a luz hace tres días, y ahora mírala con este bikini». ¡Es algo completamente irreal!
Y hasta cierto punto, solo tenemos que evitar esos mensajes y no dejar que se filtren. Pero Pablo nuevamente nos anima con algunas palabras maravillosas en las Escrituras. Filipenses 3:12 dice: «No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús» ¿Por qué? Porque Cristo Jesús me ha hecho suya.
Entonces, la belleza de exponer las mentiras es que, una vez que te das cuenta, tienes el poder de hacer algo al respecto. Pero eso no es suficiente. Vas a tener que reemplazar esas mentiras con la verdad de Dios.
Y la verdad de Dios es: Sí. No eres perfecta. Pero sigue adelante porque el Perfecto ya te ha redimido, y Él, quien ha comenzado una buena obra en ti, la va a completar. A Él no le interesa la perfección de tu parte.
Así que sé fiel para caminar a través de tu llamado y depender de Él. Jesús no te está pidiendo que lo hagas a la perfección. Él te está pidiendo que lo hagas bien y que dependas de Él, y eso es todo lo que puedes hacer.
Así que cuando empieces a sentir la presión de tener una casa perfecta, un cuerpo perfecto, un matrimonio perfecto, hijos perfectos, simplemente dilo: «¡Esa es una mentira!», porque eso es lo que es, y luego reemplázalo con la verdad de Dios.
Nancy: Pienso que una prima de esa mentira es una de las que mencionaste, y es que la maternidad te hará santa.
Erin: Sí, otra mentira más.
Nancy: Eso de que tienes que ser perfecta o que la maternidad te hará una mujer piadosa, eso también es una mentira.
Erin: Parece una contradicción colocar esta mentira en el mismo capítulo con estas otras mentiras sobre la maternidad perfecta o la maternidad como un obstáculo para tu felicidad, pero creo que es igual de peligroso. Corremos el riesgo de llevar eso al otro extremo.
No te vuelves más santa con cada bebé que das a luz. Tener un montón de niños no te da preferencia en el estacionamiento del cielo. No hay una santificación automática que ocurra solo por ser madre.
Débora: Ella es Erin Davis. Nancy DeMoss Wolgemuth y Erin Davis han estado conversando sobre la verdad de la Palabra de Dios que las madres deben recordar. En el episodio anterior escuchamos a la esposa de un pastor, Gloria Furman, quien ha escrito un libro que te ayudará a mantenerte enfocada en el Señor. Se llama Atesorando a Cristo cuando tus manos están llenas. Puedes obtener más información al respecto en la transcripción del episodio de hoy.
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