El resultado de la perseverancia
Annamarie Sauter: Tú y yo somos peregrinas en este mundo, pero con una preciosa misión.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos sido consagradas al Señor, y se nos ha dado un valioso tesoro, múltiples tesoros valiosos para llevar con nosotras, verdades preciosas, la Palabra de Dios, el evangelio de Cristo, el tesoro de quién es Cristo, las vidas de personas que nos han sido confiadas.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es 1 Corintios 14 al 16.
¿Cómo podemos perseverar ante las dificultades de la vida? Esto es de lo que hemos estado hablando en los últimos programas, y continuaremos profundizando a lo largo de los próximos días. Si te has perdido alguno de los programas anteriores, encuentra tanto el audio como la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com. Aquí está Nancy con la continuación de su enseñanza. …
Annamarie Sauter: Tú y yo somos peregrinas en este mundo, pero con una preciosa misión.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos sido consagradas al Señor, y se nos ha dado un valioso tesoro, múltiples tesoros valiosos para llevar con nosotras, verdades preciosas, la Palabra de Dios, el evangelio de Cristo, el tesoro de quién es Cristo, las vidas de personas que nos han sido confiadas.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es 1 Corintios 14 al 16.
¿Cómo podemos perseverar ante las dificultades de la vida? Esto es de lo que hemos estado hablando en los últimos programas, y continuaremos profundizando a lo largo de los próximos días. Si te has perdido alguno de los programas anteriores, encuentra tanto el audio como la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com. Aquí está Nancy con la continuación de su enseñanza.
Nancy: Acabo de enterarme de que una de nuestras oyentes de hoy, celebró la semana pasada su 60 aniversario de bodas, y pensé, «wow, ella debería estar enseñando este curso sobre la resistencia», porque eso es soportar, perseverar.
No sé qué clase de matrimonio haya sido, pero sé lo suficiente para saber que sesenta años de vivir con quien sea que hayas tenido que vivir, involucra altibajos, angustias, dificultades, sufrimiento y requiere resistencia, perseverancia. Eso es ir a larga distancia, llegar a la meta, permanecer fieles todo el camino. ¡Y qué pocos matrimonios hoy llegan hasta el final!
En realidad, como he escuchado de esta mujer anteriormente, sé que ha habido retos bien difíciles en su matrimonio, pero Dios la ha cambiado. Y Dios ha cambiado a su esposo. En el proceso, ninguno todavía ha sido glorificado, pero los dos han sido santificados. Y aquí tenemos a una mujer que es rica en fe y tiene un espíritu que a mí me encantaría tener. Es solo que no quiero pasar por todo lo que ella ha pasado para llegar a conseguirlo.
Y ¿no es así como somos cuando hablamos de resistir, de perseverar? Queremos el resultado. Queremos el premio. Queremos la recompensa, pero no queremos pasar por lo que se necesita para llegar allí. Bueno, ningún atleta llega a la meta sin mucho rigor, dificultad, esfuerzo y pagando un precio con sudor y lágrimas. Eso es lo que se requiere para ser campeón. Eso es lo que se requiere para correr fielmente hasta la meta final.
Y estamos hablando en esta serie sobre cómo soportar las dificultades y el sufrimiento. Y estamos tomando principios de 2 Timoteo, que ha sido una carta de bendición para mí en los últimos meses, mientras he meditado y me he sumergido en los diferentes pasajes en 2 Timoteo; y le dije: «Señor, muéstrame Tu perspectiva sobre las dificultades y el sufrimiento y la manera de soportarlos».
Y hemos estado estudiando el noveno principio que dice que no importa qué tan difíciles las cosas estén hoy, podemos ver hacia el futuro con esperanza. Podemos estar seguras de cuatro cosas sobre el futuro, y quizás recuerdes que en la última sesión dijimos que primero podemos estar seguras de que todo mal será corregido, será enderezado.
Aquellos que persiguen a los siervos de Dios, aquellos que se oponen a la verdad serán juzgados, serán traídos a justicia. Dios se encargará de ellos. Su victoria será corta. Ellos creen que es una victoria pero en realidad no será así porque todo mal será enderezado.
Después vimos el número dos, el Señor nos rescatará de toda angustia a Su manera y a Su tiempo. Ahora, eso no significa, como dijimos en la sesión anterior, que no habrá problemas o que escaparemos de todos los problemas físicos o prisiones, pero sí significa que en medio de todo eso, Dios nos librará de todo mal, del maligno, de las intenciones malvadas de los hombres malos. A la manera de Dios y en el tiempo de Dios, Él nos rescatará.
Y en el día de hoy quiero que veamos otras dos cosas que son ciertas sobre el futuro y que nos ayudarán a soportar el sufrimiento y las dificultades en la actualidad. Mira hacia el futuro y recuerda que todos tus sufrimientos, todas las dificultades, todos los esfuerzos, todos tus trabajos, toda la fidelidad, todo será recompensado en ese día. Todo el sufrimiento de esta vida será recompensado.
Los que sufren por causa de Cristo, los que sufrimos como cristianos (y dijimos que 2 Timoteo está escrita específicamente para ayudar a Timoteo, como pastor, a saber cómo sufrir. Pero la aplicación aquí, creo que es para los hijos de Dios que sufren en cualquier tipo de circunstancias en este mundo caído), podemos saber que todo nuestro sufrimiento será recompensado en lo que Pablo llama ese día.
Y puse eso entre comillas en mis notas. Se darán cuenta, al menos en mi traducción de la Biblia, que cuando se refiere a: ese día, en 2 Timoteo, tiene D mayúscula –ese Día.
Ahora, ¿cuál es, aquel día? ¿Cuál es ese día? Pablo se refiere a él en varias ocasiones en 2 Timoteo, en el capítulo 1, en los versículos 12 y 18 y en el capítulo 4, en el versículo 8.
Cuando Pablo habla de ese día, es algo que él espera con gran alegría y anticipación. Ese día es el día en que los creyentes estarán ante el juicio Bema de Cristo, el tribunal de Cristo, al que las Escrituras se refieren como el juicio del gran trono blanco, para recibir sus recompensas por la fidelidad en esta tierra.
Ahora, el hecho de que obtengamos una recompensa es increíble, porque la única manera en que podemos ser fieles es porque la gracia de Dios nos mantiene fieles. De una cosa puedo estar segura. Cuando llegue al cielo, yo sabré que no fue mi fidelidad la que me llevó hasta allá.
Si logro sobrepasar algún sufrimiento o dificultad aquí, no habrá ningún mérito para mí. Será Cristo quien me sostuvo, así que Él debería recibir toda la recompensa. De hecho, vamos a querer tomar esas recompensas y entregárselas, devolvérselas a Él.
La Escritura dice que Dios recompensará nuestra fidelidad bajo el sufrimiento. Mira 2 Timoteo capítulo 4, el versículo 6. Pablo dice: «Porque yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado».
¿Qué quiere decir Pablo cuando habla de ser derramado en libación? En el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, la libación era la ofrenda final después de que se habían hecho todas las otras ofrendas –la ofrenda por el pecado, el holocausto– entonces, venía la libación.
Era derramada sobre el altar y se consumía, y Pablo vio su muerte próxima como una ofrenda a Dios, su última ofrenda, una ofrenda encima de todas las demás que había hecho a lo largo de su vida cristiana. Y él dice: «Yo ya estoy para ser derramado como una libación. Ha llegado el tiempo de mi partida».
Versículo 7: «He peleado la buena batalla, he terminado la carrera». Oh, ¿no te gustaría poder decir eso?, no hoy, pero cuando llegue «ese día». He terminado la carrera. ¿No fue eso lo que Jesús dijo en Juan capítulo 17? «Señor, te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese» (v. 4, RVR1960)
Eso es lo que Pablo dijo: «He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida» (2 Timoteo 4: 7-8).
Y ¿quiénes son aquellos que aman Su venida? Son aquellos que están preparados para soportar las dificultades y el sufrimiento en la tierra porque mantienen sus ojos en la meta que es el regreso de Cristo. Y entonces están capacitados para soportar.
Y tenemos ese mismo sentido en Santiago capítulo 1. Me estoy yendo fuera de 2 Timoteo aquí, pero hay un concepto similar cuando Santiago dice: «Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman» (v. 12).
Pablo dice, «puedo estar seguro que al final, en ese día cuando vea a Cristo, voy a experimentar la recompensa». Pablo renunció a muchos premios aquí en esta tierra. Él optó en cambio por recibir el reproche, el desprecio, la vergüenza, ser despreciado, ser rechazado, ser apedreado y náufrago.
Y tú te preguntas, «¿y por qué?» Porque hay algo mejor por venir. Hay una recompensa por su sufrimiento.
Y lo que Pablo está diciendo es, «vive a la luz de ese día». Resiste hoy, manteniendo tus ojos en ese día.
Mantén tus ojos en la meta final. Recuerda que los malhechores serán juzgados. Los siervos fieles serán recompensados, no esperes ahora lo que Dios está reservando para ti más adelante.
Eso es lo que nos desanima. Queremos el resultado de nuestra fe ahora. Queremos tener ahora la recompensa de nuestra fidelidad. Pero Dios dice: «Espera. Espera. Sé fiel, y entonces tendrás la recompensa».
«Si perseveramos», dice 2 Timoteo 2:12, «también reinaremos con Él». Queremos reinar. Queremos perseverar. Queremos obtener la corona, pero sin atravesar la carrera.
Y Dios nos dice, «no puedes obtener el título, no puedes obtener el galardón, no puedes obtener la corona hasta que hayas corrido la carrera». Corre la carrera. Llega a la meta.
Y ¿puedes imaginar esos campeones olímpicos, corredores, deteniéndose a mitad de camino y diciendo, «quiero mi medalla de oro ahora»?¿Sabes, no lo haríamos todos? Diríamos «estoy cansada, quiero mi medalla ahora».
Mamás, ustedes no van a conseguir su medalla ahora, y lo saben. Mientras te estás derramando a ti misma como una ofrenda en nombre de esos niños y nadie se da cuenta. Nadie está viendo. Nadie te está alabando.
Sí, pero la Escritura dice que «tus hijos se levantarán y te llamarán bienaventurada». Pero ¿cuánto tiempo lleva eso? Bueno, tienes que ser fiel. La recompensa viene en camino. No esperes ahora lo que Dios está reservando para más tarde, así que recuerda que todo tu sufrimiento será recompensado en ese día.
Y aquí hay otra cosa de la que puedes estar segura al mirar hacia el futuro, y es que vas a dar cuentas. Vas a dar cuentas, y es por eso que Pablo le dice a Timoteo: «Guarda el depósito, la administración, el tesoro que te ha sido confiado, porque tú vas a ser responsable de lo que haces con él».
¿Saben qué amigas? Hay días en que de verdad, de verdad, de verdad, quiero tirar la toalla y salirme de la carrera, pero también sé en lo más profundo de mi corazón que esa no es una opción. No me es permitido.
Me han dado un depósito. Me han dado una mayordomía. Me han dado un tesoro. Y ese tesoro es el evangelio. Es Cristo, y Él ha dicho: «Haz que este tesoro sea conocido. Proclama a Cristo. Proclama el evangelio con tu vida y con tus labios, y darás cuentas». Y yo vivo a la luz de ese día final, cuando sé que voy a ser responsable de lo que he hecho con ese tesoro.
No puedo abandonar la carrera. No puedo tirar la toalla, y tú tampoco. Es posible que lo desees, y no hay ningún pecado en querer, pero hay un pecado en la elección de abandonar sin terminar de correr la carrera.
Y Pablo le dice a Timoteo: «Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos». Vamos a dar cuentas. Y John MacArthur dice de ese versículo, que, por cierto, es el capítulo 4, el versículo 1: «Este no es un juicio de condenación, sino un juicio de evaluación».
Habrá este juicio de evaluación, y ten en cuenta que aunque se nos dice que conservemos el depósito que nos ha sido confiado, también se nos asegura que Él lo guardará por nosotros. Pablo dice en el capítulo 1, en el versículo 14, «guarda el depósito que se te ha confiado».
Pero entonces en el capítulo 1, en el versículo 12, él dice, «yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día». O sea, que yo debo guardarlo, pero reconozco que la única manera en que puedo guardarlo es porque Él me guarda a mí. Él está manteniendo esa mayordomía en mí.
Hay un pasaje —si me puedo apartar por un momento de 2 Timoteo— hay un pasaje del Antiguo Testamento que realmente me habla a través de la aplicación de este asunto de dar cuentas en el futuro. Y quiero pedirte, si tienes tu Biblia, que vayas allí. Es Esdras capítulo 8. Y estamos yendo a un nuevo escenario aquí, porque quiero hacer una aplicación de este pasaje.
La escena comienza en Babilonia donde Esdras ha reunido a un grupo de judíos exiliados para regresar a su tierra, a Jerusalén, comenzando en el versículo 24, de Esdras capítulo 8. Y Esdras dice: «Entonces aparté a doce de los sacerdotes principales, a Serebías, a Hasabías, y con ellos diez de sus hermanos; y les pesé la plata, el oro y los utensilios, la ofrenda para la casa de nuestro Dios que habían ofrecido el rey, sus consejeros, sus príncipes y todo Israel que allí estaba» (vv. 24-25, LBLA). Iban a usar estos artículos para reabastecer el templo en Jerusalén.
Versículo 26: «Pesé, pues, y entregué en sus manos», y miren esta lista tan detallada, «650 talentos de plata, y utensilios de plata que valían 100 talentos, y 100 talentos de oro; también 20 tazas de oro que valían 1,000 dáricos, y dos utensilios de fino y reluciente bronce, valiosos como el oro». Ahora, me pregunto, ¿por qué Dios se tomó la molestia de inspirar todos esos detalles?
Creo que Dios tiene sus propias razones, y Él sabe bien cuáles son. Pero cuando veo el detalle allí, me recuerda que Dios sabe exactamente lo que Él nos ha confiado a ti y a mí. Está contado. Él conoce los dones, la administración, la confianza.
En el versículo 28, Esdras les dice a estos exiliados y a estos sacerdotes: «Ustedes y los utensilios han sido consagrados al Señor». Tú perteneces al Señor. Estos artículos pertenecen al Señor. «La plata y el oro son una ofrenda voluntaria para el SEÑOR, el Dios de nuestros antepasados» (NVI).
Luego en el versículo 29 él les dice: «Vigílenlos y guárdenlos». Guárdenlos cuidadosamente. Te está siendo dada una confianza sagrada. Es sagrada porque ha sido consagrada al Señor, y tú también. Guarda estas cosas con cuidado. Has sido seleccionado. Eres uno de los jefes de los sacerdotes. Has sido seleccionado para llevar estas cosas de Babilonia a Jerusalén.
Así que protégelas cuidadosamente. Y ¿por cuánto tiempo? ¿O hasta dónde? Mira la respuesta: «Hasta que los pesen en los aposentos del templo del Señor en Jerusalén, en presencia de los principales sacerdotes, de los levitas y de los jefes de familia del pueblo de Israel» (NVI).
Ahora, permíteme detenerme aquí y decirte algo, tú y yo estamos en una peregrinación. Estamos viajando por este mundo –puedes llamarlo Babilonia si quieres, hacia la Jerusalén de arriba. Estamos en un viaje. Este mundo no es nuestro hogar.
Estamos viajando hacia otro lugar, y hemos sido apartadas. Hemos sido consagradas al Señor, y se nos ha dado un valioso tesoro, múltiples tesoros valiosos para llevar con nosotras, verdades preciosas, la Palabra de Dios, el evangelio de Cristo, el tesoro de quién es Cristo, las vidas de personas que nos han sido confiadas.
Ustedes que son madres tienen algo que administrar que vale mucho más que el oro. Les han sido confiadas estas cosas, y cuando lleguemos a nuestro hogar, tendremos que dar cuentas.
Esdras les dice a estos sacerdotes, «guarden estas cosas con cuidado». Es una responsabilidad que tienen todo el camino hasta la meta final. No se queden rezagados. Me imagino que tal vez estas cosas –no sé lo pesadas que pudieron haber sido– pero esto era un equipaje adicional que no todo el mundo tenía que llevar.
Dios me ha dado la administración de algunas cosas que tú no tienes que llevar, y Dios te ha dado a ti la administración de algunas cosas que yo no tengo que llevar. Por ejemplo, yo no tengo hijos.
Las que son madres tienen oro pesado allí en sus hijos, y tiene que haber momentos en los que todas nosotras pensamos, «¿podría simplemente desmontar la carga por un momento? ¿Tengo que seguir adelante? ¿Tengo que seguir cargando todo esto? ¿Por qué no puede alguien llevar esto por mí? ¿Por qué me eligieron para llevar esta carga? ¿Por qué no eligieron a alguien más para llevar esto? Tu carga no se ve para nada como la mía. Mi carga parece mucho más pesada que la de los demás».
Y ¿no es siempre increíble? Creemos que nuestra carga es más pesada que la de cualquier otro que está caminando al lado de nosotras. Y tenemos que recordar que cuando lleguemos, tendremos que dar cuentas.
Mira el versículo 30: «Así que los sacerdotes y levitas recibieron la plata, el oro y los utensilios que fueron pesados para llevarlos al templo de nuestro Dios en Jerusalén.El día doce del mes primero partimos del río Ahava para ir a Jerusalén. Durante todo el trayecto Dios nos acompañó y nos libró de enemigos y asaltantes.Al llegar a Jerusalén nos quedamos descansando tres días» (vv. 30-32, NVI).
Ahora, nota que en este viaje había enemigos, así como en nuestro camino hay enemigos. Está el sistema del mundo que es contrario a los caminos de Dios. Está el diablo que tiene muchas, muchas, muchas maneras diferentes de hacernos tropezar o tratar de hacernos tropezar o tratar de distraernos en nuestro camino o tratar de llegar a abrumarnos.
Hay dificultades en el camino. Hay enemigos en el camino, pero mira; lo hicieron porque la mano de Dios, la buena mano de Dios, estaba sobre ellos, y Dios los protegió de los enemigos en el camino. Y solo quiero asegurarles, y quiero asegurarme a mí misma (mientras digo esto, estoy aconsejando mi propio corazón) que Dios es capaz de protegernos de los enemigos que nos encontramos en el camino de aquí al cielo mientras llevamos esta mayordomía que Él nos ha confiado.
Versículo 33: «Al cuarto día pesamos la plata, el oro y los utensilios en el templo de nuestro Dios, y entregamos todo al sacerdote Meremot», y nombra a diferentes sacerdotes de los que estaban allí para recibir los artículos. Versículo 34: «Ese día pesamos y contamos todo, y registramos el peso total» (NVI).
Observa qué fue registrado al salir, y fue confirmado en la meta final. ¿Trajiste contigo todo con lo que empezaste? ¿Terminaste en la meta con todo lo que se te había confiado, o dejaste caer algunos de los tesoros en el camino?
Ellos tuvieron que dar cuentas. Todo eso se pesó. Se midió. Se contó. Y al leer ese pasaje, solo estoy recordando que debemos guardar cuidadosamente lo que se nos ha confiado para que un día podamos dar cuentas con alegría, y podamos tener confianza. Y esto no es algo que necesita enterrarnos en el miedo o la frustración.
Porque Pablo dice: «Yo sé a quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar hasta aquel día lo que me ha confiado» (2 Tim. 1:12). He estado caminando con el Señor, ahora más de cincuenta años y sirviéndole por vocación durante muchos años. Nunca en toda mi vida desde que era una niña, quise hacer otra cosa que esto que hago, pero hay días, hay temporadas en las que creo que este es un llamado difícil.
Hay temporadas en que tú piensas así mismo. Hay etapas en que es difícil. Pablo dijo, «debes esperar eso». Una de las cosas que me mantiene viva y que me mantiene de cara al futuro con esperanza es recordar que un día voy a dar cuentas.
Hay un antiguo himno de Charles Wesley, que es uno de mis favoritos. Es como si hubiera sido escrito para mí, y he hecho de él mi oración. Permíteme compartirlo contigo mientras nos preparamos para dar cuentas, tú y yo.
Tengo una encomienda que llevar, a Dios glorificar
Un alma eterna que salvar y al cielo llevar.
Servir al tiempo presente, mi llamado cumplir:
Oh que lo haga con todas mis fuerzas, hacer la voluntad de mi Señor
Dame el cuidado celoso, viviendo delante de Ti
¡Oh Señor, a tu siervo prepara, para cuentas rendir!
Ayúdame a velar y orar, y a depender de Ti
Y nunca mi confianza traicionar, sino perseverar al reino eterno.
Annamarie: Ser fiel a lo que Dios te ha llamado a hacer hoy, repercutirá en el futuro. ¿Están tus ojos en Cristo, de modo que puedas perseverar hasta llegar a la meta? Esto es acerca de lo que Nancy DeMoss de Wolgemuth nos ha estado hablando como parte de la serie «Persevera en las dificultades de la vida».
La forma en que enfrentas las dificultades a lo largo de tu peregrinaje, será transformada en la medida en que piensas en Cristo y en Su resurrección.
Mañana Nancy te hablará más acerca de esto aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Patricia: Recuerda al que se levantó de entre los muertos, Aquel que es la fuente de todo lo que necesitas mientras sufres, Aquel que te va a sostener a través de las pruebas, Aquel que te va a capacitar para poder soportar, acuérdate de Jesucristo.
Annamarie: Llamándote a —no solo sobrevivir— sino a tener una vida abundante en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Canción del Peregrino, Jonathan & Sarah Jerez, Periscopio ℗ 2017 Jonathan & Sarah Jerez.
Tenemos el privilegio de proporcionar transcripciones de estos mensajes vivificantes. Si el Señor los ha usado para bendecir tu vida, ¿considerarías donar hoy para ayudar a cubrir los costos?
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación