El poder de las palabras, día 6
Annamarie Sauter: ¿Cómo es más fácil que te escuchen: gritando o hablando con dulzura?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: ¿Alguna vez has tenido la sensación de que si no gritas, tus hijos no van a entender? Bueno, así es como luce a corto plazo, pero a la larga, «la dulzura de palabras aumenta la persuasión» (Prov. 16:21).
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Antes de continuar con este programa, permíteme ver tu agenda. Espero que hayas separado los días 27, 28 y 29 de septiembre para reunirte con un grupo de hermanas y participar juntas de la transmisión en vivo de la conferencia True Woman ‘18. Este año es muy especial y queremos que tú seas parte de este evento. Entérate de los detalles en AvivaNuestrosCorazones.com. Conozcamos juntas la verdad que nos hace libres.
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Annamarie Sauter: ¿Cómo es más fácil que te escuchen: gritando o hablando con dulzura?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: ¿Alguna vez has tenido la sensación de que si no gritas, tus hijos no van a entender? Bueno, así es como luce a corto plazo, pero a la larga, «la dulzura de palabras aumenta la persuasión» (Prov. 16:21).
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Antes de continuar con este programa, permíteme ver tu agenda. Espero que hayas separado los días 27, 28 y 29 de septiembre para reunirte con un grupo de hermanas y participar juntas de la transmisión en vivo de la conferencia True Woman ‘18. Este año es muy especial y queremos que tú seas parte de este evento. Entérate de los detalles en AvivaNuestrosCorazones.com. Conozcamos juntas la verdad que nos hace libres.
Nos encontramos en el sexto día de la serie titulada, «El poder de las palabras». Puedes escuchar o leer cualquiera de los programas anteriores, en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Hoy Nancy te enseñará cómo expresar el amor a través de las cosas que dices cada día.
Nancy: La vida y la muerte están en poder de la lengua. Es increíble la gran bendición y el gran daño que se puede hacer por las palabras que hablamos.
En las últimas sesiones hemos estado viendo en el libro de Proverbios, cómo obtener sabiduría del mismo corazón de Dios y aplicarla a nuestras lenguas. Hemos estado hablando sobre ciertos tipos de palabras que Dios quiere que nosotras hablemos, que las personas sabias expresan, y hemos estado viendo ciertos tipos de palabras que las personas necias hablan.
Hoy nos encontramos con un tema que ha sido una convicción para mi propio corazón mientras he estado leyendo a través del libro de Proverbios. Es la diferencia entre las palabras suaves y las palabras duras o ásperas. Hay muchas palabras diferentes en Proverbios que hablan acerca de las palabras suaves, de las palabras amables, palabras agradables, palabras dulces, y el contraste es con las palabras que son duras o ásperas.
Todas estamos familiarizadas con ese versículo en Proverbios capítulo 15, versículo 1 que dice: «La suave respuesta aparta el furor, mas la palabra hiriente hace subir la ira».
Hay una poderosa ilustración del contraste entre estos dos tipos de palabras en el libro de Jueces también. Así que permítanme pedirles que vayan en su Biblia a Jueces capítulo 8. Luego iremos al capítulo 12, por lo que quizás quieras marcar con tu dedo allí.
En ambos casos los hombres de Efraín, una de las tribus de Israel, estaban involucrados. Vas a ver en ambos casos que los hombres de Efraín eran furiosos, personas fáciles de ofender. Verás eso en ambos casos.
El capítulo 8 de Jueces, versículo 1 dice: «Entonces los hombres de Efraín le dijeron (a Gedeón): ¿Qué es esto que nos has hecho…?» Ahora, Gedeón acababa de ganar una batalla en el poder del Señor contra los madianitas, y los hombres de Efraín le llamaron la atención.
Ellos deberían haberlo felicitado por lo que él había hecho para ayudar a la nación de Israel, pero en vez de eso, ellos tenían una queja contra él. Ellos le dijeron: «¿Qué es esto que nos has hecho, al no llamarnos cuando fuiste a pelear contra Madián?» (Jue. 1:8). Ellos lo reprendieron bruscamente. Estas fueron palabras de pelea. Ellos estaban indignados. Ellos estaban ofendidos.
Así que Gedeón les dijo, versículo 2: «¿Qué he hecho yo ahora en comparación con vosotros? ¿No es mejor el rebusco de Efraín que la vendimia de Abiezer?» De allí vino Gedeón. Entonces, ¿qué les estaba diciendo Gedeón? «Miren, yo soy nada comparado con ustedes». Ellos lo estaban castigando. Ellos lo estaban reprendiendo.
Pero Gedeón dice en el versículo 3: «Dios ha entregado en vuestras manos a los jefes de Madián, Oreb y Zeeb; ¿y qué pude haber hecho yo en comparación con vosotros?» Así que él toma el camino de la humildad. Él les da una respuesta suave. Él desactiva su ira con una palabra humilde, y la Escritura dice al final del versículo 3: «Entonces se aplacó la ira de ellos contra él cuando dijo esto».
Ahora vamos a Jueces capítulo 12. Cuatro capítulos después ves a los hijos de Efraín que una vez más están enojados. Versículo 1 del capítulo 12: «Los hombres de Efraín se reunieron y cruzaron el Jordán hacia el norte, y dijeron a Jefté: ¿Por qué cruzaste a pelear contra los hijos de Amón sin llamarnos para que fuéramos contigo? Quemaremos tu casa sobre ti». Pero Jefté respondió diferente a Gedeón. Gedeón respondió con una respuesta humilde, una respuesta suave que aplacó la ira de los de la tribu de Efraín.
Ahora, mira como Jefté respondió. Él dijo en los versículos 2 y 3: «Yo y mi pueblo estábamos en gran contienda con los hijos de Amón, y cuando os llamé, no me librasteis de sus manos. Viendo, pues, que no me ibais a librar, arriesgué mi vida y crucé contra los hijos de Amón, y el Señor los entregó en mi mano. ¿Por qué, pues, habéis subido hoy a pelear contra mí?»
¿Ves la diferencia en su acercamiento? Él está a la defensiva. Él fue atacado al igual que Gedeón, pero él regresa en modo de ataque. ¿Y qué tenemos ahora? A dos personas preparadas para atacar. El resultado es inevitable. Habrá una batalla y efectivamente la hubo.
Versículo 4: «Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y peleó contra Efraín». Ahora había una enorme pérdida de vidas. ¿Ves el contraste aquí? En ambos casos, Gedeón y Jefté ambos enfrentaron palabras ásperas. La diferencia estuvo en cómo ellos respondieron a aquellas palabras ásperas. En un caso, el caso de Gedeón, él aplacó la situación de enojo. En el caso de Jefté, se desató una guerra.
Ahora, ¿eres tú más como Gedeón o como Jefté cuando respondes a las palabras hirientes, a las palabras crueles que se te dicen o cuando te atacan? A lo largo de Proverbios vemos este énfasis en tener palabras que sean amables, agradables, y dulces.
Creo que este es uno de los temas que las mujeres de hoy en día, particularmente, necesitamos escuchar. Si ves cualquier cantidad de televisión, y espero que no veas mucha si la ves, una de las cosas que simplemente se filtra en tu sistema, es la manera en que hablan las mujeres en muchos de los programas de televisión hoy en día. Se filtra en nuestra cultura. Mujeres hablando rudamente, ásperamente, hablando basura.
Es aún cierto, me parece, entre mujeres cristianas de hoy. El hablar crudo, áspero, el hablar dominantemente. Cualquier cosa menos palabras suaves y dulces y agradables. ¿Es de extrañar que estemos criando una generación de adolescentes ásperos, y desagradables y poco amables en su forma de hablar en la gran parte de los casos? En muchos casos, ellos están reflejando lo que han escuchado en sus casas de aquellos de nosotros que somos la generación adulta.
Proverbios 16, versículo 21, nos dice eso: «El sabio de corazón será llamado prudente, y la dulzura de palabras aumenta la persuasión». ¿Alguna vez has tenido la sensación de que si no gritas, tus hijos no van a entender? Bueno, esa es la manera en que se puede ver a corto plazo, pero a la larga la dulzura de palabras aumenta la persuasión.
Algunas de ustedes están educando en casa a sus hijos, y si eres madre, estás enseñando a tus hijos sin importar dónde van a la escuela. Estás enseñando a tus hijos, debe ser alentador para ti el darte cuenta de que puedes motivar a tus hijos a aprender, al hablar palabras que sean dulces. Puedes crear un clima en tu hogar que sea propicio para el crecimiento.
En toda mi vida yo solo he tenido dos multas por velocidad, y ambas fueron durante mis primeros dos años de universidad cuando vivía en el sur de California. Ahora, al pensar en esto, me doy cuenta de que era una locura. Estaba manejando muy rápido en la autopista de Pasadena, la cual tiene muchas curvas y carriles muy estrechos. La primera vez el policía me detuvo y fue un poco rudo en su manejo de la situación. Simplemente pagué la multa pero, debo añadir que reaccioné de manera incorrecta en mi espíritu. Él era la autoridad, yo no. Pero en mi arrogancia, reaccioné incorrectamente a su aspereza.
No mucho tiempo después, aún estaba yo manejando muy rápidamente, o sea que no había aprendido la lección y fui detenida otra vez. Esta vez, el policía tuvo una manera completamente diferente de abordar la situación. Él tuvo una respuesta amable, y expresó preocupación por mi bienestar al manejar como una loca en la autopista de Pasadena. Ahora bien, él tenía razón.
El primero de ellos tenía razón en lo que dijo, pero fui tan convencida por el espíritu del segundo policía (sin hablar del hecho de que no quería pagar más multas por velocidad), que algo hizo clic dentro de mí, e hice un cambio de estilo de vida. He cambiado mi forma de conducir. No quiero decir que dejé de manejar a alta velocidad porque no puedo decir que nunca he vuelto a acelerar. Pero conduzco de una manera muy diferente hoy en día y desde entonces. La dulzura de palabras aumenta la persuasión, la enseñanza.
Ahora, no estoy justificando mi respuesta incorrecta al primer policía. Solo estoy diciendo que el espíritu del segundo realmente ayudó a que mi respuesta fuera una de aprendizaje. Proverbios 16, versículo 24, nos dice: «Panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los huesos». Las palabras agradables son dulces al alma y salud para los huesos. Las palabras agradables ministran gracia y ayuda y fortaleza y salud y plenitud a aquellos que las escuchan.
Proverbios 18:23, es un versículo que el Señor ha usado en mi vida muchas veces a través de los años. Dice: «El pobre habla suplicando». Él suplica. Él apela porque sabe que si no lo hace, probablemente no va a obtener lo que necesita; mientras «el rico responde con dureza».
Esto puede ser cierto en términos de pobreza y de riqueza material. Encontrarás que es cierto que muchas veces los que tienen mayor riqueza material son en ocasiones los más dañinos con el uso de su lengua. Ellos pueden hablar ásperamente y sentir que pueden salirse con la suya. En cierto sentido, en algunos países con cierto status económico, hemos llegado en nuestra prosperidad, a donde pensamos que podemos hablar ásperamente.
Pero creo que aquí está hablando de algo más profundo que la riqueza material o la pobreza. Tiene que ver con la pobreza de espíritu que Cristo quiere que tengamos. La persona humilde usará apelaciones, utilizará ruegos, mientras que la persona arrogante en su espíritu hablará ásperamente a los demás.
Luego en Proverbios capítulo 25, versículo 15 (el cual sería difícil de creer si no estuviera en la Palabra de Dios, pero está en la Palabra de Dios), hay una increíble promesa. Proverbios 25:15: «Con la mucha paciencia se persuade al príncipe y la lengua suave quebranta los huesos». Ahora, piensa en una lengua suave. La lengua en sí misma no es un miembro muy fuerte del cuerpo físicamente hablando. ¿Cómo puede una lengua suave quebrantar un hueso? Un hueso es algo que es duro.
Bueno, el proverbio está diciendo aquí que con mucha paciencia, por soportar a la otra persona, la persona en autoridad puede ser persuadida. Si tienes paciencia y palabras amables, palabras dulces y humildad, esas son armas poderosas. Piensa en esa autoridad en el trabajo o esa autoridad en tu hogar quien simplemente no ve las cosas correctamente. ¿Cómo te enfrentas a esa persona? ¿Presionas? ¿Exiges? ¿Insistes? ¿O tú esperas? Toleras. ¿Hablas palabras amables?
En el tiempo, la paciencia y la humildad y la amabilidad pueden lograr más que la ira o la fuerza. La lengua apacible es una influencia poderosa. Así que las Escrituras nos dicen que si somos sabias, hablaremos palabras que sean suaves, amables, que sean agradables y dulces.
¿Cuáles son algunas de esas palabras? Palabras como, «te amo». «Estoy orgullosa de ti». «Estoy orando por ti». No puedo decirte cuántas veces estas palabras han ministrado gracia y fuerza y aliento a mi corazón. Esas son palabras dulces. Palabras como, «¿hay algo que pueda hacer por ti?» Intenta decir eso en tu casa más de lo que les pides a otros que hagan algo por ti.
Palabras como «por favor» y «gracias». Esas no son simplemente cortesías anticuadas. Son una expresión de un espíritu dulce. Esas son palabras dulces que aumentan la persuasión. Palabras como, «por favor perdóname». «Lamento mucho haberte tratado en esa forma, hiriendo tu espíritu de esa manera». Esas son palabras dulces. Ministran gracia.
Palabras como, «te perdono, te aprecio». Cuando les dices a tus hijos o tus nietos, «estoy tan contenta de que Dios te trajo a nuestra familia». «Estoy tan contenta de que Dios te permitió venir y que vivas en nuestra casa». Esas son palabras dulces. Esas son palabras agradables. Esas son palabras que ministran gracia al oyente.
Annamarie: Esta es Nancy DeMoss de Wolgemuth. Ella nos ha estado explicando por qué las palabras que ministran gracia tienen gran poder.
Hablar palabras de gracia no es algo que haces de manera natural, sin embargo, puedes aprender a hablar de esa manera. A menudo escuchamos de mujeres que han sido bendecidas por este tipo de palabras. Escucha de algunas de ellas,
Mujer 1: Hace mucho tiempo que conocí a Jesús mi salvador, y han sido muchas las palabras de bendición que he recibido. He sido amonestada y alentada por hermanas piadosas que han buscado el bien de mi alma. Recuerdo una ocasión en la que me encontraba muy afligida con la situación de un hijo. Eran momentos de oscuridad donde solo quería llorar y aislarme de todo y de todos. Realmente no tenía esperanza. Pero el Señor que no deja para siempre caído al justo, envió una amada hermana que trajo palabras poderosas; estas traspasaron mi corazón. Ella me citó Juan 16:33 que dice: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo».
Me hizo ver que el Señor me advertía sobre las aflicciones que tendría en este mundo, pero que había algo mayor que las aflicciones y ese era, Él mismo. Si yo fijaba mis ojos en Jesús, si ponía en Él mi confianza, vendría la paz en medio de mi calamidad. Estas palabras fueron bálsamo a mis oídos, mis ojos fueron abiertos. Me di cuenta que en el momento en que estaba, estaba enfocada solo en la circunstancia y no en Aquél que venció toda circunstancia. Aquél que compró mi paz a un costo muy alto dando Su propia vida en la cruz del calvario. Esas maravillosas palabras fueron un motor para dejar mi aflicción a un lado y entonces acercarme más y más a mi Señor, a mi salvador, a mi redentor.
Mujer 2: En mi vida cristiana he sido muy bendecida por las palabras que Dios ha puesto en amigas y hermanas cristianas. Puedo decir que han sido numerosas ocasiones en las que he sido confrontada, alentada y estimulada por mujeres piadosas. Sin embargo como dice Proverbios 25:11, «las palabras dichas a tiempo son como manzana de oro con adornos de plata»; es decir, hay palabras que en momentos determinados de tu vida, se quedan en tu memoria para siempre, por el efecto que estas causan en ti.
Es en ese sentido que nunca olvidaré que hace unos años, cuando estaba yo en la etapa de la crianza, que en una ocasión recibí un reporte negativo de una de mis hijas. En ese momento me encontraba muy vulnerable, me sentía cargada y agotada emocionalmente. Con ese sentimiento de incapacidad, me puse a llorar sin parar, frente a la hermana que me dio el reporte, y he aquí cuando ella me citó Gálatas 6:9: «Y no nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos».
Es increíble, pero esas palabras fueron como una bebida energizante que me dio esperanza y aliento. Recobré ánimo para seguir haciendo lo que Dios me mandaba como madre. Por eso ese texto siempre estará en mi memoria. Y cuando yo estoy a punto de tirar la toalla en cualquier área, ya sea en seguir sirviendo a mi familia, a los demás o aún en el mismo servicio a la iglesia, la traigo a mi mente una y otra vez. La traspaso a cualquier hermana, intencionalmente, que está pasando por momentos de desaliento, para que así como fui consolada, Dios use mi boca para consolar a otros.
Mujer 3: Algo que me llega a la mente y les quiero compartir, es una tarjetita que me escribió mi amiga Aibi y ella me dice así: «Querida Iris, no sé cómo expresarte la profunda gratitud que llena mi corazón por ti. Doy gracias al Señor por tu amor, por tu fe, tu deseo intenso de servirle en todo momento y la disposición dulce de tu corazón para obedecer Su Palabra. Muchísimas gracias por comprarme las medicinas con el precio de tu amor sacrificial. Que Dios te recompense mil veces más; que Su amor continúe uniéndonos. Aibi».
Me escribió eso porque le compré unas medicinas y esto me ha enseñado que en cosas pequeñas debemos ser agradecidos como mi amiga Aibi lo ha sido conmigo. Doy gracias a Dios por ella; también por Tati que cada sábado, me envía una notita recordándome que al otro día es el día del Señor, y en esa notita ella pone siempre un texto de la Palabra de Dios. Me recuerda que el día del Señor es un día especial, donde nos vamos a reunir y a congregar para alabar y bendecir Su nombre, para tener comunión con Él y nos vamos a encontrar con nuestro amado y con los amados de Dios, sus hijos. Allí le adoramos, estamos en Su presencia donde hay plenitud de gozo, delicias a Su diestra para siempre. Que el Señor les bendiga, amadas hermanas.
Mujer 4: Hace unas semanas tuve un conflicto interno en mi corazón a causa de mi pecado. Estaba reaccionando, en privado, con ira pecaminosa ante una actitud que una persona inconversa estaba mostrando hacia mí, que no era de mi agrado. Para tratar de desahogarme, se lo comenté a mi esposo, y hasta le llegué a mencionar el gran plan maestro que había ideado para enfrentar la situación. Un plan no digno de una creyente. El Espíritu Santo me hizo ver mi pecado a través de las palabras de mi esposo, quien confrontándome me recordó que la creyente en medio de todo esto era yo, y que debía ser yo quien mostrara una actitud de humildad. piedad, y ante todo, de testimonio de Cristo a los impíos. Esto definitivamente fue una estocada a mi pecado. Estas palabras también me dirigieron a mi Dios en arrepentimiento y súplica para que me cambiara. Luego de esto, ya con una mente renovada, pude hacer frente a aquella situación con paciencia, gracia y humildad, buscando agradar primero a mi Dios, y a la vez dar testimonio de Él con mis actos.
Nancy: Dios puede usar ese tipo de palabras de ánimo, ya sea como mamá o en cualquier otra etapa o aspecto de nuestras vidas para fortalecer las partes en nosotras que aún son débiles.
Recuerdo una situación años atrás, un domingo en la iglesia donde quien estaba dirigiendo el culto nos pidió que nos acercáramos a alguien durante el servicio, y que le dijéramos algo que habíamos visto en su vida que nos había recordado a Jesús. Debíamos decirle que apreciábamos esto.
Bueno, había una pareja en ese mismo servicio que vino hacia mí (ellos se me acercaron) y el hombre dijo, «quiero que sepas que una de las cosas que yo, nosotros, apreciamos sobre tu vida es que vemos un espíritu de mansedumbre, un espíritu afable, apacible y tranquilo en tu vida». Bueno, yo estaba muy sorprendida, en primer lugar, porque si había palabras (adjetivos) que usaría para describirme, particularmente en esos años, y aún hoy en día, no serían mansa, apacible y tranquila las que me saldrían naturalmente.
Yo sabía que la esposa de este hombre (su esposa estaba de pie a su lado) era una verdadera mujer de Dios, de un espíritu manso y apacible. Me sentí como lo opuesto a eso al lado de ella, pero esas palabras fueron pronunciadas con tanta sinceridad. Dios usó el estímulo de esas palabras en una área donde me sentía muy lejos de la meta, para darme un sentido de esperanza de que esas cualidades (al menos ahí estaban las semillas de esas cosas que yo sé que son preciosas para el Señor) se encontraban en mi vida. Y esto me dio una motivación para querer ser ese tipo de mujer para que eso se pudiera decir real y verdaderamente de mí.
Es decir esto lo vemos en… te pones un vestido que seis personas durante el día te dicen lo lindo que se ve. ¡Te quieres poner ese vestido todos los días por el resto de tu vida! Hay algo motivador en las palabras de aliento (aún si no estás siendo una buena madre en el sentido del estándar que sabes que Dios tiene para ti). Cuando alguien te dice, «veo a Dios haciendo una obra y convirtiéndote en una buena madre» o «veo a Dios desarrollando ese espíritu de mansedumbre y tranquilidad en ti». Tú dices, «¡wow! Bueno, quizás Dios realmente me puede hacer ese tipo de persona que yo anhelo ser». Nos alienta a ir más lejos de lo que iríamos de otra manera.
Mientras piensas en esas personas que han creado una atmósfera y una actitud de bendición a tu alrededor, pregúntate, «¿es ese el tipo de atmósfera que yo he creado?» «¿Dirían las personas que están a mi alrededor que yo creo una atmósfera de bendición?»
Estaba con un líder cristiano que dirige una institución, un ministerio cristiano días atrás, y al salir dije, «ese hombre es un gran motivador». Él está enfocado en los demás. Simplemente fluye de él, de manera natural, el decir cosas que levantan a las personas y las anima. Me gusta estar cerca de alguien así, y yo quiero ser ese tipo de persona.
Ahora, voy a decirte, que yo no lo soy. Pero ahí vi un modelo de un siervo del Señor, y dije quiero que mi vida cree una atmósfera donde las personas vengan y digan, «he sido bendecido, he sido animado». Que digan, «ese es el tipo de persona que quiero ser porque me recuerda a Jesús».
Annamarie: Esta es Nancy DeMoss de Wolgemuth hablándote sobre el poder de las palabras. Ella retomará este tema mañana.
«No deberías ver ese programa de televisión. No deberías escuchar esa música. No deberías parquearte aquí. No deberías manejar tan rápido. Ahora puedes cambiar de carril. Sabes, realmente deberías hacer tu devocional».
Esta es la forma en la que una mujer llamada María le hablaba a su esposo. Descubre por qué ella decidió dejar de hacerlo de esa manera, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Todo lo que Respira, La IBI & Sovereign Grace Music, La Salvación es del Señor, ℗ 2014 Sovereign Grace Music. Cancón usada con permiso.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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