El poder de la bondad en el matrimonio
Débora: En su investigación, Shaunti Feldhan ha descubierto que muchos hombres y mujeres interpretan los comentarios de forma diferente.
Shaunti Feldhan: Nosotras como mujeres no nos damos cuenta de que cuando decimos: «Oh, gracias por cortar el césped, pero te faltó una parte», no es del todo una bendición, y pensamos: «Pero solo estoy tratando de ayudar».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 23 de marzo de 2023.
¿Has pensado alguna vez en la bondad como algo que necesitas practicar? Incluso si crees que eres una persona amable, te sorprendería saber con qué frecuencia te olvidas de mostrar afirmación y aliento. Shaunti Feldhan y Nancy DeMoss Wolgemuth hablan de algunas formas en las que podemos practicar la bondad, especialmente en el matrimonio. Escuchemos cómo Nancy nos introduce a este tema.
Nancy DeMoss Wolgemuth: He estado …
Débora: En su investigación, Shaunti Feldhan ha descubierto que muchos hombres y mujeres interpretan los comentarios de forma diferente.
Shaunti Feldhan: Nosotras como mujeres no nos damos cuenta de que cuando decimos: «Oh, gracias por cortar el césped, pero te faltó una parte», no es del todo una bendición, y pensamos: «Pero solo estoy tratando de ayudar».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 23 de marzo de 2023.
¿Has pensado alguna vez en la bondad como algo que necesitas practicar? Incluso si crees que eres una persona amable, te sorprendería saber con qué frecuencia te olvidas de mostrar afirmación y aliento. Shaunti Feldhan y Nancy DeMoss Wolgemuth hablan de algunas formas en las que podemos practicar la bondad, especialmente en el matrimonio. Escuchemos cómo Nancy nos introduce a este tema.
Nancy DeMoss Wolgemuth: He estado anhelando tener esta conversación con Shaunti Feldhan y sumergirme en su libro titulado: El poder de la bondad.
Así que he estado atenta a esto, Shaunti, ya que he pasado tiempo en las Escrituras durante los últimos días, y esta mañana en mi tiempo a solas con Dios, llegué a este versículo en Proverbios 21, versículo 21: «El que sigue la justicia y la bondad hallará vida, justicia y honra» (RV 2015)
Seguir, tienes que seguirlas, la justicia y la bondad, y encontraremos vida, justicia y honra. El texto me dice que esto es algo que vale la pena perseguir, que voy a ser bendecida al perseguir la bondad. Y eso es exactamente lo que has encontrado en tu investigación que originó este libro titulado: «El poder de la bondad».
Así que permíteme retroceder y darte la bienvenida a Aviva Nuestros Corazones. Gracias por acompañarme en el estudio para esta conversación. Estos días han pasado muy rápido.
Shaunti: ¡Estoy encantada de haber estado aquí!
Nancy: Me gustaría hacer un breve repaso, porque espero que muchas de nuestras oyentes hagan este reto de bondad.
Shaunti: Eso espero.
Nancy: Y espero que aprovechen la oportunidad para conseguir este libro, que les dará muchas más herramientas sobre cómo hacerlo. Pero, recuérdanos las tres partes de El reto de bondad para aquellas que quieran hacerlo.
Shaunti: Lo que haces es elegir a una persona con la que quieres tener una mejor relación. Podría ser tu cónyuge. Ni siquiera tienes que tener una relación difícil; sino que simplemente quieras mejorarla. Pero si es difícil, será un buen punto de partida.
Tal vez sea tu hijo, o tu padrastro, el que te saca de todas tus casillas. Con quien sea que tengas esa relación, durante treinta días, haz tres cosas:
Primero, no digas nada negativo a esa persona, ni a ella ni sobre ella a alguien más.
Segundo, cada día durante treinta días, debes encontrar algo que puedas elogiar o afirmar sinceramente, y se lo dices a ellos, y se lo dices a otra persona.
La tercera cosa que debes hacer es realizar una acción –hacer alguna acción de generosidad, de bondad, hacia esta persona, algo pequeño– solo una pequeña cosa del día a día.
Son pasos muy sencillos para treinta días y sin embargo descubrimos que el 89 por ciento de las relaciones mejoraron.
Nancy: Y creo que algunas de esas relaciones mejoraron mucho.
Shaunti: ¡Sí, mucho! Tuvimos 750 y tantas personas que pasaron por el grupo de estudio sobre esto en los últimos dos años. Tuvimos un pequeño subgrupo de casi dos docenas de parejas que pasaron por esto. Uno de ellos había sido infiel.
Hubo algunas relaciones rotas en este proceso. No todo el mundo completó el reto de la bondad de 30 días, pero de los que lo hicieron, hubo algunos cambios tremendos, mayormente una persona lo hizo –generalmente es unilateral. La otra persona ni siquiera sabe que están haciendo este reto de 30 días de bondad.
Nancy: No tienes que esperar que la persona que sea dura contigo, tu pareja, o a quien sea para hacer esto.
Shaunti: No. En realidad es unilateral porque no quieres que la otra persona descarte lo que estás tratando de hacer. El otro podría decir: «Solo dices eso porque te dijeron que lo digas». A menudo ni siquiera se lo decían a la otra persona, y sin embargo vimos que cuando se trataba de este esfuerzo unilateral de bondad, una y otra vez, incondicionalmente, inmerecido, tenía el potencial, no es el 100 por ciento seguro, pero el 89 por ciento de las veces ablanda el corazón de la otra persona.
Realmente te cambia. Cambia lo que sientes por la otra persona. Las cosas negativas pueden seguir ahí, pero de repente ves todas esas cosas que son dignas de elogio y que antes ni siquiera podías ver.
Nancy: Pienso en Tito 3 y en cómo este es un cuadro del amor de Dios y de Su bondad hacia nosotros. Habla de que «…nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros» (v.3).
Esa es la descripción de una persona que está sin Cristo. Eso es lo que éramos en nuestros corazones.
Pero, el versículo 4 dice: «Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y Su amor hacia la humanidad,Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia…» (vv. 4-5).
¡Wao! Necesitamos mucho ese recordatorio, no solo de vez en cuando, sino diariamente. Necesitamos predicarnos el evangelio a nosotras mismas y darnos cuenta de que «no merecía que Dios fuera bondadoso conmigo».
Fui salvada a la edad de cuatro años, y puedes pensar, ¿cuánto de esa descripción podría haber encajado en ti cuando tenías cuatro años? Sin embargo, la Escritura dice que eso es lo que éramos alejados de Cristo.
Shaunti: Sí, eso éramos.
Nancy: Pero Dios envió Su bondad, Su misericordia, Su ternura, Su gracia hacia mí cuando no la pedí. No la merecía. Él lo hizo de todos modos. Y eso es lo que está cambiando mi vida. Entonces, como pueblo de Dios, ¿cómo es posible que no extendamos eso a los demás?
Shaunti: ¿Cómo no vamos a hacerlo? Dijiste algo en el último programa, que todo es cuestión de orgullo. Realmente se trata de orgullo. ¿Cómo podemos dejar de hacerlo? Es porque de alguna manera pensamos que somos mucho mejores. Nunca diríamos eso en voz alta, y ni siquiera lo pensamos conscientemente.
Pero eso es lo que hay, debajo de la superficie. Es una de las cosas que descubrí que tenemos que arrancar de raíz. Si realmente vamos a convertirnos en personas bondadosas, tenemos que deshacernos de la ilusión de que ya somos personas bondadosas, porque te aseguro que cuando estaba empezando esta investigación, pensaba: «Pero ya soy bondadosa».
La bondad es un valor para mí. Puedo garantizar a cada persona que escuche esto: La bondad es un valor para ti. Crees que eres bondadosa. Crees que eres amorosa, y lo eres, en cierto modo. Y al mismo tiempo, no tienes ni idea de cuántas veces no muestras bondad, eres negativa y no muestras ese elogio y afirmación tanto como crees.
Nancy: No nos damos cuenta de cómo nos oyen o nos ven los demás o de cómo nos perciben. Así que creo que nos quedamos con estos patrones.
A veces no tenemos espejos en nuestras vidas para enseñarnos esto. Esta es una de las cosas que me encanta del matrimonio. Ahora tengo el regalo de un esposo que me ama mucho y quiere que sea como Jesús. Así que cuando me comporto sin bondad alguna, de una manera gentil y amable él es un espejo para mí.
Shaunti: Lo felicito.
Nancy: Estoy tan agradecida. Necesito eso en mi vida.
Shaunti: Me pongo mi sombrero de analista y pienso en los estudios que he hecho sobre cómo piensan los hombres. Hay muchas mujeres escuchando que dicen: «Mi esposo hace lo mismo, pero no lo hace con delicadeza o bondad».
Nancy: Sí, lo entiendo.
Shaunti: Y yo también lo entiendo. Pero esto es lo que muchas de nosotras como mujeres a menudo no nos damos cuenta cuando vemos ese enojo, cuando vemos el alejamiento, cuando vemos a ese hombre diciendo, «de acuerdo» y marchándose. A menudo no nos damos cuenta de que ha sido desencadenado por algo poco bondadoso que hemos hecho sin intención.
Nancy: Él puede estar reaccionando a algo de lo que no nos hemos dado cuenta.
Shaunti: Sí. Y ciertamente no fue nuestra intención. Esta es una de las razones por las que el segundo elemento, que sé que es una tarea difícil para muchas de nosotras, es el hecho de saber afirmar al otro, y es muy importante que lo practiquemos, porque de otro modo, no lo hacemos tan a menudo como pensamos que lo hacemos.
Nancy: Entonces hablemos de eso. En el episodio anterior hablamos de dejar a un lado la negatividad.
Shaunti: Sí.
Nancy: Pero ahora nos estás diciendo que practiquemos el poder de reconocimientos o elogios positivos y palabras de ánimo.
Shaunti: Sí.
Nancy: Buena observación. Creo que todas sabemos lo mucho que significa para nosotras recibir elogios, afirmaciones y palabras de ánimo. Queremos eso y a veces nos sentimos hambrientas por eso, pero no somos tan rápidas para ver la necesidad de darlo a otros.
Shaunti: Bueno, en cierto modo vemos la necesidad, solo que no nos damos cuenta de que se queda atrapada en nuestra cabeza.
Nancy: ¿Así que lo pensamos, pero no sale de nuestra boca?
Shaunti: Así es. No sale de nosotras.
En realidad es muy curioso. Cuando hicimos las encuestas, tuvimos una dinámica realmente interesante porque cuando la persona promedio comenzó el reto pensamos: «Bien, esta persona con la que haremos esto, ¿con qué frecuencia comparte elogios y afirmaciones? ¿Con qué frecuencia lo hace?»
La respuesta promedio fue: «Bueno, tal vez dos o tres veces al día». Esa es la impresión que la mayoría de nosotras tenemos.
Y entonces empiezas a hacer el reto de la bondad, donde tienes que hacerlo al menos una vez al día, al menos una vez, y tienes que saber que lo has hecho. Y todo el mundo dice: «¡Oh, no! No lo estoy haciendo dos o tres veces al día. Lo hago dos o tres veces a la semana, ¡quizás!» Porque muy a menudo se queda atrapado dentro de nuestras cabezas.
Te daré un ejemplo. Esto pasó un viernes por la noche, para mi vergüenza.
Entré en el garaje y Jeff había llegado a casa antes que yo. Había estado en algunas reuniones, y tuvo una especie de motivación: «Bueno, llegué temprano a casa, así que voy a cortar el césped, y voy a quitar toda la paja de los pinos, y haré todo eso que se hace en la primavera en Atlanta». Estaba muy emocionado porque: A) Haría que el césped se viera bien, y B) Es como un niño pequeño que quiere hacer feliz a su madre. La mayoría de los hombres, por dentro, solo quieren complacer a sus esposas.
Nancy: Él quería complacerte.
Shaunti: Sí, claro. Así que conduje hasta la entrada a eso de las cuatro de la tarde, y pensé, ¡vaya, esto se ve muy bien! Estaciono el coche, entro y empiezo a trabajar, hago lo que sea que estaba haciendo.
Y son las diez de la noche, estamos en la cama y Jeff dice de la nada, «entonces, humm, ¿notaste algo hoy?»
Nancy: Guao.
Shaunti: «¿Qué cosa, cariño?»
«¿Has notado algo?»
«¡Oh, si! ¡El césped! Estaba precioso, muchas gracias por pasar horas en un clima de treinta y dos grados, cortando el césped y recogiendo la paja de pino, y poniendo herbicida, y todas esas cosas. Muchas gracias por hacer eso». Y pensé, me di cuenta de lo que había hecho. Pero, no dije nada.
Nancy: Sí.
Shaunti: Les diré algo a todas las mujeres que escuchan esto: damas, esta es un área en la que, si no hicieran nada más en su matrimonio, y lo digo literalmente, nada más, si aprenden el poder de una palabra, tendrán el poder de transformar su relación con su esposo. Esa palabra es: gracias.
Cuando estábamos haciendo el estudio de los hombres y el estudio de las mujeres (este es mi octavo estudio nacional) descubrimos que, en general –no siempre– pero en general, la preocupación y la pregunta en nuestros corazones es mucho más intensa y diferente que la de los hombres.
La pregunta en nuestros corazones es esencialmente: «¿Soy amada? ¿Y soy digna de ser amada por lo que soy en mi interior?»
Pues bien, la pregunta, la preocupación, en el corazón de tu esposo o de tu hijo normalmente es una preocupación diferente. No es: «¿Soy digno de ser amado por lo que soy en mi interior?». Sino más bien: «¿Soy bueno en lo que hago externamente? ¿Soy capaz? ¿Soy adecuado? ¿Estoy a la altura?».
Ellos buscan en ti, la mujer más importante de su vida, la respuesta a esa pregunta. Ahora, obviamente, pensamos, ellos deberían mirar a Dios. Bueno, sí. Lo hacen. Pero, ¿adivina qué? Dios te puso allí en esa relación para ayudar a responder esa pregunta.
Yo estaba, como,…«de acuerdo, si la mayor necesidad de mi esposo realmente es saber que creo que está a la altura, que le aprecio, que le respeto, que creo en él, ¿qué le digo?» Porque, para mí, como mujer, me encanta escuchar un: «Te amo». Eso alegra mi día porque responde a mi pregunta.
Así que me enfoqué intensamente en encontrar algo que llenara su necesidad…que sea el equivalente a «te amo» para tu esposo, porque me encanta escuchar eso.
¿Entonces, qué es? Y finalmente lo encontramos.
Habíamos hecho un estudio sobre los matrimonios más felices para un libro anterior, y sobre qué es lo que hacen de manera diferente las parejas más felices. En este estudio, descubrimos que si dices «gracias» en las pequeñas cosas del día a día, esto es lo que dice: «Gracias por cortar el césped y recoger la paja del pino». Dice: «Me he dado cuenta ¡y fue bueno! Y lo agradezco».
Nancy: Y «te aprecio!»
Shaunti: ¡Sí! «Y te aprecio y aprecio lo que haces por mí».
No nos damos cuenta de que como mujeres pensamos en eso como algo menor. Es bonito, pero no lo vemos tan importante porque para nosotras realmente queremos escuchar lo mucho que nos adora. «¡Y estoy tan contenta de haberme casado contigo!» Queremos que se acerque a nosotras, sin motivo, en el fregadero de la cocina y nos rodee con sus brazos y nos diga: «Me alegro tanto de haberme casado contigo. Te amo tanto».
Si se acerca a nosotras y dice: «Gracias por poner los platos en el lavavajillas». Es agradable, pero no nos causa el mismo efecto.
Es impactante para nosotras descubrir que si nos acercamos a ellos en el fregadero de la cocina y les decimos: «Muchas gracias por poner los platos en el lavavajillas», para él es como…oxígeno. Eso le habla a cada pequeña partícula de su ser.
Y si decimos: «Te amo mucho. Estoy feliz de haberme casado contigo», él dirá: «Gracias, qué agradable».
Nancy: Eso es interesante.
Shaunti: ¡Es fascinante!, y es por esto que no debemos cansarnos de hacerlo. No sabemos lo que puede hablarle a ese corazón.
Nancy: Diré que una de las cosas realmente dulces de nuestro, todavía muy nuevo matrimonio, y espero que nunca dejemos de hacerlo, es que ambos somos muy intencionales a la hora de dar las gracias por las pequeñas cosas cotidianas. Y espero que no lo olvidemos. Agradezco este recordatorio.
Cosas que el otro hace con regularidad o frecuencia –mi esposo me da las gracias prácticamente todos los días por arreglar la cama. Yo le agradezco que saque la basura, le agradezco que vacíe el lavavajillas, y que lo llene. Por pequeñas cosas. No es algo muy importante, pero no quiero llegar al punto en el que no nos demos cuenta ni pensemos en esas cosas.
A mi esposo le encanta anticiparse a algo que voy a hacer. Quiere hacerlo antes de que se lo pida o antes de que vea que hay que hacerlo. Nada lo hace más feliz que anticiparse y luego comprobar que me he dado cuenta, que lo he visto, que lo aprecio. No lo hace para que se note, pero significa mucho para él cuando digo: «Cariño, muchas gracias por hacer eso».
Shaunti: Bueno, es interesante que digas que no lo hace para llamar la atención porque posiblemente la mayoría de los hombres, lo hace por esto.
Es interesante. Conocí a un hombre…por cierto, he conocido varios hombres que usaron esta analogía exacta, que es fascinante y dijeron: «Sabes, todos somos como esos niños pequeños que estaban en el jardín de infantes y en el primer grado, hacían un cenicero para su mamá». (Los más jóvenes dijeron: «¿Qué?» Pero, en serio, en la clase de manualidades hacíamos un cenicero. Hoy en día probablemente hagan jarrones, portalápices o algo así. Pero en aquella época era un cenicero).
Estos hombres –hombres grandes, robustos, fuertes y seguros de sí mismos dijeron: «Cuando estaba en primer grado estaba tan ansioso por llegar a casa con mi regalo, para dárselo a mi madre, porque quería escuchar: ¡Oh, esto es increíble! ¡Mira lo que has hecho! Y por supuesto, el regalo todo torcido por un lado. Lo que quiero decir es que por dentro sigo siendo ese niño que le entrega a la mujer más importante de mi vida, que ahora es mi esposa, esto que he hecho. Y realmente quiero que ella lo aprecie y diga: «¡Mira lo que has hecho!», en lugar de: «Oh vaya, mira lo que has hecho, pero está todo torcido por un lado». Como queriendo decir: «No lo has hecho bien».
Como mujeres no nos damos cuenta de eso cuando decimos: «Oh, gracias por cortar el césped, pero te faltó una parte».
Nancy: Eso no es de bendición.
Shaunti: No bendice del todo y pensamos: Pero solo estoy tratando de ayudar.
Te garantizo que hay mujeres que escuchan esto con asombro, diciendo: «¿Qué?» Esto es para nosotras como mujeres –y de nuevo, sucede con la mayoría, no con todas– pero la mayoría de las mujeres posiblemente no se molestarán con esa corrección. Responderían: «¿Qué? ¿He dejado una parte sin hacer? Oh, gracias. Iré a completarlo».
A diferencia de un hombre, no te das cuenta de que lo que estás diciendo en realidad con tus palabras –aunque no sea intencional– es, «oh, lo que hiciste (esa acción externa), no fue lo suficientemente bueno. Has fallado».
Nancy: ¡Auch!
Shaunti: No es nuestra intención enviar un mensaje doloroso. No tenemos ni idea de que eso es lo que estamos haciendo. Pero, «bueno, ¿qué hago entonces? Porque, ¿qué pasa si él realmente dejó una parte incompleta sin hacer?»
Nancy: ¿Nos darás la respuesta a esta pregunta?
Shaunti: En realidad, la mayoría de los hombres, opinan que debemos aplicar, «la regla del día siguiente». Aplicar «la regla del día siguiente».
Hay dos partes de la regla del día siguiente, estas son: ¿Es eso que no hicieron, o que no hicieron correctamente –colocar mal los platos en el lavavajillas, o cualquier otra cosa– es lo suficientemente importante al día siguiente, como para que valga la pena herir sus sentimientos hoy?
Nancy: ¿Realmente vale la pena corregirlo?
Shaunti: Sí, claro. Si es necesario herir sus sentimientos hoy, entonces está bien que así sea. Pero debes saber que estás hiriendo sus sentimientos, en lugar de ser completamente ignorante sobre el hecho de que estás haciendo eso.
Y entonces, si es necesario, la segunda parte de la regla del día siguiente es: si es realmente necesario, dilo al día siguiente. Deja que disfruten del triunfo de lo que sea que hayan querido hacer para complacerte. Simplemente agradécelo, en lugar de decir sutilmente: «Has fracasado», algo que no nos damos cuenta que estamos haciendo. Simplemente agradécele en ese día.
Luego, al día siguiente, dices: «¿Sabes qué? Te quiero enseñar algo». Personalmente, me di cuenta de que tenía que hacer eso con mi hijo. Él está aprendiendo, es un adolescente. No lo hace todo a la perfección, pero hay una gran diferencia cuando le digo: «Gracias por poner los platos en el lavavajillas, te lo agradezco mucho». Y no digo nada sobre el hecho de que los apiló uno encima del otro, y no se van a limpiar bien.
Pero al día siguiente, como sé que hará lo mismo una y otra vez, eso tiene que corregirse. Así que le digo, «hijo mío, antes de que empieces a hacer eso, déjame mostrarte algo. Entonces aprovecho para mostrarle cómo se lavan los platos correctamente.
Y él responde: «De acuerdo. Gracias, mamá».
Nancy: Así no lo hieres durante el proceso.
Shaunti: Sí, y sin darme cuenta.
Y te puedo garantizar que hay algunas mujeres escuchando esto y pensando: «Bueno, por favor. Supérenlo chicos. No sean demasiado sensibles».
Quiero animarte, si ese es tu caso, porque yo solía ser así, al responder: «Ay, por favor. Está bien, levantaré tu ego, lo has hecho bien». No me gusta decirlo, pero eso es lo que pensaba.
Date cuenta de verdad, si es cierto que Dios nos hizo diferentes, no debería sorprendernos que tenemos distintas inseguridades. Eso significa que por definición a la otra persona le dolerán cosas diferentes de las que te duelen a ti. Reconoce que es una herida legítima. Esa es la forma en que Dios nos ha creado. Tienes una oportunidad de edificar en lugar de derribar.
Nancy: Y ese es el camino del amor, el decir: «Esa persona no es como yo, y está bien».
Shaunti: Sí.
Nancy: Sé que algunas de las oyentes que nos escuchan han experimentado profunda traición, especialmente en una relación matrimonial, y están pensando, no sé cómo puedo elogiar a esa persona, expresarle respeto, admiración, aprecio. He sido muy lastimada.
Shaunti: Sí, es interesante –los ejemplos que escucho– y de nuevo, había un par de docenas de personas en este grupo de estudio que habían experimentado la peor traición, sus cónyuges les habían sido infieles. Es interesante que algunos de los ejemplos que escuchamos fueron tan poderosos porque, en primer lugar, como creo que dijimos antes, estas eran personas que habían decidido hacer un esfuerzo unilateral para hacer el reto de la bondad de 30 días.
Habían sido los heridos, pero no querían dejar que eso fuera el final de la historia.
Nancy: Estaban devolviendo bien por mal.
Shaunti: Exactamente. Sabían que tenían la oportunidad de hacer lo que Dios les había pedido, independientemente de si la otra persona respondía o no, pero podían pararse ante el Señor y decir: «Sé que hice lo que me pediste».
Es interesante que en esas situaciones, no hay nada en esa persona que merezca tu bondad, pero como dijimos antes, nosotras no merecemos la bondad de Jesús por todos los errores que hemos cometido.
Y el aliento para esas personas es que cuando han sido tan lastimadas, no digan que es una herida ilegítima, es legítima. Está ahí. Pero casi puedo garantizarles –casi garantizarles– que podrán encontrar en esa persona cosas maravillosas, buenas, encantadoras, excelentes y dignas de elogio.
Estoy pensando en una mujer con la que estuve hablando, su esposo tenía una adicción a la pornografía. Era uno de esos casos en los que creo que él sabía, en el fondo de su mente, que estaba lastimando a su esposa, pero simplemente lo negaba, y lo negaba: «Es mi problema, estoy lidiando con ello, no deberías estar herida por eso».
Es un tema común, incluso lo he estudiado. Pero, ella decía: «Está bien. Él no entiende esto, es increíblemente doloroso, pero voy a hacer lo que puedo hacer».
Esta situación básicamente se había apoderado de su matrimonio porque era lo único en lo que ella podía concentrarse, su dolor, entendible. Empezó a hacer el reto de la bondad de 30 días. Comenzó a ver, «¿sabes qué? Hay muchas otras cosas, es un padre increíble, llega a casa del trabajo y yo estoy cansada (ella misma tiene una enfermedad) y él saca a los niños al patio y les enseña a darle a la pelota con el bate, o les enseña a hacer esto, o juega al baloncesto, o se sienta en el sofá y juega a los videojuegos con ellos, o lo que sea».
Así que, en lugar de decir: «Bueno, me gustaría que estuviera aquí ayudando con la cena en lugar de jugar a los videojuegos», ella dice: «Está invirtiendo tiempo con sus hijos».
Empezó a cambiar el enfoque y a ver que ese problema, que era bastante importante, no tenía por qué definirlos. Así que empezó a centrarse en este aspecto.
Entonces se dio cuenta de que no habían pasado ni treinta días. Creo que en su caso, que es bastante común en el grupo de estudio, fue en unas dos semanas. Empezó a ver una enorme diferencia en su relación porque no estaba dejando que ese asunto en particular los definiera. Ella estaba viendo muchas otras cosas que realmente eran dignas de elogio. No eran nuevas, estuvieron ahí todo el tiempo.
Débora: Ella es Shaunti Feldhahn recordándote que tu cónyuge puede tener muchas más cualidades positivas de las que crees. Ella ha estado conversando con Nancy DeMoss Wolgemuth sobre la diferencia que puede hacer tu bondad.
Recuerda que puedes ir a la página de avivanuestroscorazones.com o a la aplicación Aviva Nuestros Corazones, y buscar el link de este episodio para entonces en la transcripción descargar el reto de 30 días para animar a tu esposo.
Mañana, Shaunti volverá para mostrarnos cómo usar nuestras palabras con generosidad. Por favor, regresen a Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a mostrar la bondad en tu matrimonio, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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