El poder de intercambio
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Sabías que tus palabras son mucho más importantes de lo que piensas? Aquí está Mary Kassian.
Mary Kassian: ¿Te ha pasado que has sido bendecida por alguien que te dijo las palabras correctas en el momento adecuado? A mí sí. Todavía recuerdo aquellas poderosas palabras que me dijo un anciano, un hombre lleno de años. Yo tenía diecisiete años, y él como 180. Fue solo una frase. Él iba caminando por el pasillo de la iglesia y se detuvo. Me vio ahí sentada, desanimada, se sentó junto a mí y solo dijo una frase. Pero me animó y para mí fue un estímulo espiritual increíble. Décadas después, todavía lo recuerdo porque era justo lo que necesitaba en ese momento.
Eso es lo que Dios quiere de nuestras palabras. Quiere que sean adecuadas, que edifiquen, que atiendan la necesidad del momento. Que veamos la vida de nuestra amiga …
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Sabías que tus palabras son mucho más importantes de lo que piensas? Aquí está Mary Kassian.
Mary Kassian: ¿Te ha pasado que has sido bendecida por alguien que te dijo las palabras correctas en el momento adecuado? A mí sí. Todavía recuerdo aquellas poderosas palabras que me dijo un anciano, un hombre lleno de años. Yo tenía diecisiete años, y él como 180. Fue solo una frase. Él iba caminando por el pasillo de la iglesia y se detuvo. Me vio ahí sentada, desanimada, se sentó junto a mí y solo dijo una frase. Pero me animó y para mí fue un estímulo espiritual increíble. Décadas después, todavía lo recuerdo porque era justo lo que necesitaba en ese momento.
Eso es lo que Dios quiere de nuestras palabras. Quiere que sean adecuadas, que edifiquen, que atiendan la necesidad del momento. Que veamos la vida de nuestra amiga y reconozcamos la necesidad y hablemos palabras que la edifiquen y animen, y le den un impulso espiritual de tal forma que ella pueda salir y enfrentar el día.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Mi buena amiga, Mary Kassian, es nuestra invitada para esta serie de episodios titulada, Conversación apacible. Mary vive en Canadá, es esposa, mamá y abuela. Ella ha escrito varios libros, incluyendo el libro en el que se basa esta serie.
Ayer Mary nos enseñó que las palabras son como plantas y que esas palabras están conectadas a raíces que son las actitudes en nuestros corazones, que están enterradas en el terreno de nuestras creencias. Ella nos enseñó cómo quitar lo que está infectado; pero ahora la pregunta es, ¿cómo reemplazamos esas palabras pecaminosas por las palabras correctas? Escuchemos a Mary Kassian.
Mary: Mi mamá era excelente en la jardinería. Tenía un increíble jardín de legumbres. Pero ya cuando todos crecimos y no necesitábamos de lo que producía el jardín, le pidió a mi papá que lo cubriera. Él lo cubrió con césped. Pero entonces, el verano siguiente, sacaron sus palas e hicieron una bonita curva alrededor del patio por toda la orilla del jardín, y mi mamá plantó flores. Durante todo el verano, es un jardín de flores hermoso.
Y me he dado cuenta de que he heredado una pequeña parte de eso. Me tomó muchos años llegar ahí, pero he comenzado a disfrutar de la jardinería y de la belleza de las flores y de sus colores.
El jardín más hermoso que he visto está al oeste de Canadá, en la isla de Vancouver. Se llama Butchart Gardens, en honor a Jennie Butchart, la mujer que lo plantó y lo elaboró. El jardín es un lugar histórico nacional de Canadá. Probablemente sea el jardín más hermoso del mundo.
Lo que hace que este jardín sea especialmente notable es que el lugar donde se encuentra era –en el pasado– el mayor estorbo de la zona. A principios del siglo XX el esposo de Jennie utilizaba el terreno como cantera para abastecer de piedra caliza y arcilla a una cercana fábrica de cemento. Después de retirar la piedra caliza y la arcilla, quedó un feo agujero de más de quince metros de profundidad. Eso era todo lo que quedaba en la zona. Era sombrío, gris y desolado, salpicado de trozos de roca y charcos estancados.
Una mujer menos determinada se habría resignado a vivir con ese enorme pozo, pero no Jennie Butchart. Cuando los trabajadores terminaron, se paró sobre lo alto de la pared de la cavidad e imaginó su transformación.
Primero plantó álamos italianos, álamos blancos y ciruelos persas para bloquear la vista de la planta de cemento. Después ordenó toneladas de suelo orgánico que fue llevado por caballos y carretas de granjas cercanas y cubrió el hoyo con esa tierra.
Jennie plantó flores anuales, bienales, perennes y arbustos florales de innumerables tipos, en combinaciones coloridas y brillantes. Cuidadosamente alineó un área profunda y creó un hermoso lago y un estanque.
Para resolver el problema de las notorias paredes de la excavación, Jennie se colgaba sobre el borde en una silla colgante, y sembraba plantas en cada grieta y cavidad pequeña que podía encontrar.
Con el paso de los años, Jennie cultivó un jardín japonés, un jardín italiano y un jardín de rosas espectacular. Amigos, conocidos y aún extraños empezaron a venir de todas partes del mundo.
Durante los últimos cien años, personas de todo el mundo han venido a disfrutar la belleza del jardín de Jennie. De un gran hoyo feo y abandonado pasó a ser un jardín espectacular, hermoso y cálido. ¡Este es el poder del intercambio!
Nos encontramos en una serie titulada Conversación apacible. En la enseñanza anterior hablamos de la conexión entre el corazón y la boca. Y es que hay una relación de causa y efecto entre ambos. La calidad de las palabras que hablas está ligada a la calidad de lo que hay en tu corazón. Espero que ya hayas comenzado a observar lo que hay detrás de tus palabras, y a examinar tus actitudes y pensamientos así como lo que realmente crees en tu corazón.
Y espero que hayas comenzado a eliminar cualquier tierra y maleza tóxica que hayas descubierto allí. Si es así, puede que hayas notado un vacío en el lugar que estas ocupaban. El consejo, «si no puedes decir algo agradable, no digas nada», puede prevenir que peques con tu boca, pero no llenará el vacío.
El rey David aprendió esa lección. El Salmo 39 comienza con David en un estado de desesperación. Había escogido no decir cosas malas a la gente que lo estaba atacando, pero encontró que morderse la lengua y estar callado simplemente no era suficiente. David dijo:
«Yo dije: "Guardaré mis caminos
Para no pecar con mi lengua;
Guardaré mi boca como con mordaza
Mientras el impío esté en mi presencia".
Enmudecí y callé;
Guardé silencio aun acerca de lo bueno,
Y se agravó mi dolor.
Ardía mi corazón dentro de mí;
Mientras meditaba, se encendió el fuego…»
La táctica de David para lidiar con sus opresores no funcionó. Aunque no pecó respondiendo duramente, su frustración e ira incrementaron. Había quitado las palabras de crítica de su corazón, pero no plantó nada nuevo ni bueno en ese lugar. Se dio cuenta de que no tenía absolutamente nada bueno que decirle a la gente que le estaba molestando.
Los espacios vacíos necesitan ser llenados. Si Jennie Butchart no hubiera llenado aquel pozo con buena tierra y plantas hermosas, entonces el espacio se habría llenado de polvo, de maleza y de agua cenagosa. Y cuando se trata de nuestros corazones, no es suficiente limpiar lo malo, necesitamos abrazar el poder de intercambio para llenar intencionalmente los espacios con semillas buenas que crecerán y llenarán el jardín de nuestros corazones con belleza.
Veamos en Colosenses capítulo 3 cómo se ve este proceso. Comenzaré en el versículo 5:
«Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertosa la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría.Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas, en las cuales ustedes también anduvieron en otro tiempo cuando vivían en ellas. Pero ahora desechen también todo esto (y aquí Pablo da una lista de maleza que Dios quiere que saquemos de nuestro jardín de palabras): ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca.Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó»(vv. 5–10).
Así que, el Señor quiere que arranque cualquier irritación, desesperación, disgusto, histeria, enemistad, enfado, malas palabras; así como cualquier tipo de mentira y de falsedad. Todas estas cosas son sinónimos de las palabras en el pasaje. Él quiere que yo arranque la maleza y toda la tierra contaminada por la falsedad que permite que ese tipo de plantas crezcan en mi corazón.
Él quiere que elimine creencias erróneas como, «soy mejor que esa persona que me lastimó». No. Eso no es verdad. Dios dice que todos hemos pecado; que yo también soy pecadora. O falsas creencias como, «tengo el derecho a estar resentida». No. No es verdad. Dios dice que no tengo derecho a aferrarme al resentimiento.
Este pasaje contiene una larga lista de corrupción en nuestra forma de hablar y de actitudes y creencias erróneas que Dios quiere que eliminemos de nuestras vidas. Observa cómo dice, «saca eso de tu jardín»: «Consideren como muertos» (v. 5), «desechen esto» (v. 8), «dejen esto» (v. 9).
Y también fíjate en la instrucción contraria de «llenar tu jardín» con estas cosas nuevas: «… y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó. Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia;soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes.Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad. Que la paz de Cristo reineen sus corazones, a la cual en verdadfueron llamados en un solo cuerpo; y sean agradecidos» (vv.10, 12-15).
Vemos el mismo patrón de intercambio. Desecha esto y llénalo con esto otro. Lo vemos en el jardín de Jennie al traer cosas nuevas para llenar el espacio donde estaba lo viejo.
También vemos este patrón en Efesios capítulo 4: (se les enseñó) «… que en cuanto a la anterior manera de vivir, ustedes se despojen del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que sean renovados en el espíritu de su mente, y se vistan del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad. Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablen verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros»(vv. 22-25).
Y me encanta este otro versículo. Lo memoricé antes de casarme, y ha sido de mucha ayuda: «No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidaddel momento, para que imparta gracia a los que escuchan.Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el cual fueron sellados para el día de la redención.Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos, insultos, así como toda malicia. (Y, aquello de lo que te vistes…) Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo» (vv. 29–32).
¿Notaste cuántas veces se menciona este intercambio de quitar algo y revestirse con otra cosa en relación con nuestros patrones de lenguaje? Es increíble las veces que se toca el asunto de las palabras en estos pasajes.
Y el versículo que en realidad me impacta es el 30, que dice: «Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el cual fueron sellados para el día de la redención». ¿Alguna vez has considerado que las palabras duras, dichas con mal temperamento contristan al Espíritu Santo de Dios? Considera eso por un momento.
Estar amargada, sin ánimo, con ira u hostilidad, irritable, cuando le gritas a alguien y estás agitada, cuando muestras tu mal humor, tu indignación o haces un berrinche…todo este tipo de formas de hablar contrista al Espíritu Santo de Dios. Y la palabra «contristar» significa «afligir con dolor, ofender, causar dolor, angustia o sufrimiento».
Afligimos al Espíritu Santo de Dios cuando usamos la boca de manera equivocada, cuando decimos palabras para destruir en lugar de construir. Así que cuando criticas a tu esposo, o cuando te quejas amargamente de los caprichos de tu suegra, o cuando dices algo malo acerca de tu vecino o criticas a tu hermano o hermana, o cuando hablas acerca de tu jefe a sus espaldas, contristas al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo quiere que intercambiemos nuestros malos hábitos de comunicación por buenos hábitos. Y Él provee todo lo que necesitamos para arrancar lo malo y plantar cosas buenas, saludables y bellas en nuestro jardín. El versículo 29 es clave: «No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala (o corrupta, malsana), sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidaddel momento, para que imparta gracia a los que escuchan». Ese es el estándar para tu forma de hablar –para el tipo de cosas que quieres plantar en tu jardín.
Y existen características del tipo de lenguaje con el que el Espíritu Santo de Dios se alegra –la forma de hablar que le hace sonreír.
La primera es que sea íntegra y sana. Y el lenguaje que Pablo usa es muy descriptivo. La palabra que usa para «corrompido», en griego, sapros, se refiere a aquello que es corrupto o fétido. Se usaba para describir frutas o vegetales podridos, y otro tipo de comida echada a perder, como el pescado podrido. Las palabras íntegras son como la buena fruta. Son saludables y sin mancha. No hay ningún rastro de podredumbre en ellas.
Esta palabra describe cualquier lenguaje malo o que desagrada a Dios. Y el tipo de lenguaje que es malo o desagradable, que contrista al Espíritu Santo, es cualquier tipo de comunicación que promueve la decadencia, cualquier cosa que sea hiriente, cualquier cosa que sea corrupta –ya sea lenguaje abusivo o grosero, o chistes vulgares y groseros, lenguaje calumniador o contencioso, o palabras iracundas, ofensivas o que lastimen a otros.
El Señor quiere que nuestras palabras sean íntegras en su totalidad. No debe haber nada podrido o maloliente en nuestro jardín de palabras. Él quiere plantas saludables que produzcan frutos sanos que huelan bien y que sean dulces al paladar. En lugar de que nuestra conversación sea podrida, debe ser «siempre con gracia, sazonada como con sal» (Col. 4:6). Y la sal preserva. Da sabor. Previene la descomposición. Es lo opuesto a las palabras corrompidas, podridas, malolientes que contristan al Espíritu de Dios.
La segunda característica es que nuestra conversación debe ser provechosa. Pablo describe minuciosamente el tipo de conversación negativa que debemos desechar, pero continúa describiendo la contraparte positiva: «la que sea buena para la necesaria edificación». La meta de nuestras conversaciones es la edificación y el bienestar de los otros. La conversación de los cristianos debe ser íntegra y provechosa para que edifique a otros, en lugar de dañarlos o destruirlos.
Y me encanta lo que dice Proverbios 14:1. Puede que lo recuerdes. Dice: «La mujer sabia edifica su casa, pero la necia la derriba con sus manos»; o en este caso, con sus propias palabras. Si eres sabia, edificarás. Si eres necia, usarás tu boca para destruir tu propia casa. Dañarás tus relaciones más preciadas.
Cuando abres tu boca para decirle algo a tus seres queridos, ¿piensas en decir las cosas de tal manera que ellos sean edificados? Cuando les hablas a tus hijos, ¿piensas en cómo los beneficias? ¿Piensas, «¿cómo puedo edificar o bendecir a mi esposo? ¿Cómo puedo beneficiar a mi compañera de trabajo? ¿Cómo puedo beneficiar a mi amiga?» ¿O solo estás pensando en cómo beneficiarte tú, diciendo lo que conviene a tus intereses?
Las conversaciones provechosas edifican a la otra persona. Y también hacen sonreír al Espíritu Santo. Las conversaciones provechosas edifican a la otra persona y producen una sonrisa al Espíritu Santo.
Efesios 4:29, señala que nuestra conversación debe ser íntegra y saludable, de edificación y adecuada para suplir alguna necesidad. Hay un adjetivo en este versículo que se traduce de diferentes maneras en distintas versiones de la Biblia. La palabra significa «de acuerdo a la necesidad del momento». Dios quiere que hablemos de acuerdo con la necesidad del momento que se nos está presentando. Nos indica que cuando detectamos una necesidad específica, nuestras palabras deben apuntar hacia esa necesidad.
La versión NBLA de la Biblia dice, «según la necesidad del momento». La RVR1960 dice, «para la necesaria edificación». La NVI dice, «contribuyan a la necesaria edificación». Y la NTV dice, «bueno y útil».
Dios nos ha dado el regalo del habla y de la comunicación para que podamos edificar la vida de otros conforme surja la necesidad.
Así que,
- Si alguien está herido, podemos dar palabras de consuelo
- Si alguien está desanimado, podemos dar palabras de ánimo
- Si alguien está inseguro, podemos dar palabras de afirmación
- Si alguien está temeroso, podemos dar palabras de fortaleza
- Si alguien está ansioso, podemos dar palabras de fe
¿Te ha pasado que has sido bendecida por alguien que te dijo las palabras correctas en el momento adecuado? A mí sí. Todavía recuerdo aquellas poderosas palabras que me dijo un anciano, un hombre lleno de años. Yo tenía diecisiete años, y él como 180. Fue solo una frase. Él iba caminando por el pasillo de la iglesia y se detuvo. Me vio ahí sentada, desanimada, se sentó junto a mí y solo dijo una frase. Pero me animó y para mí fue un estímulo espiritual increíble. Décadas después, todavía lo recuerdo porque era justo lo que necesitaba en ese momento.
Eso es lo que Dios quiere de nuestras palabras. Quiere que sean adecuadas, que edifiquen, que atiendan la necesidad del momento. Que veamos la vida de nuestra amiga y reconozcamos la necesidad y hablemos palabras que la edifiquen y animen, y le den un impulso espiritual de tal forma que ella pueda salir y enfrentar el día.
Por último, otra característica es que nuestras palabras deben dar gracia. La palabra griega para expresar gracia es charis, de donde se deriva la palabra «caridad». El Señor quiere que nuestras palabras sean palabras llenas de caridad –palabras que ofrezcan amor y favor inmerecido a los demás. Puede que digas: «Esa persona no lo merece». Bueno, de eso se trata la gracia. No la merecemos. No merecemos la gracia de Dios.
Tu esposo, tu amiga, tu colega de trabajo, pueden ser groseros y pueden decir cosas que no son amables. Esa persona puede que no merezca una palabra de gracia, pero Dios quiere que, aun así, la digas, que seas de las que dan gracia y no de las que cuentan las ofensas. Nuestras palabras son un medio para ministrar la gracia de Dios a aquellos a nuestro alrededor.
Efesios 4:29 dice, «para que imparta gracia a los que escuchan». ¿Eres de las que cuentan ofensas o de las que da gracia? Otorga gracia sobre gracia sobre gracia. Cuando la gente te ataca de manera severa o cruel, debes responder con gracia. ¿Son tus palabras íntegras y saludables? ¿Son provechosas? ¿Apuntan a atender la necesidad de las demás personas?
Si eres como yo, probablemente ves una enorme brecha entre tu actual forma de hablar y cómo el Señor quiere que esta sea. Y si Él está trayendo convicción a tu corazón el día de hoy, no es para condenarte, sino porque quiere ayudarte a cambiar.
Mira, Jennie Butchart admitió que ella no sabía nada sobre jardinería cuando comenzó su proyecto para transformar la excavación. ¿Cómo pudo ser que una mujer que no sabía nada de jardinería pudiera crear una obra internacional?
Bueno, ella reconoció que sus habilidades estaban limitadas, así que pidió ayuda. Fue enseñable; estuvo dispuesta a admitir su ignorancia; se dispuso a ver y corregir sus errores; y le emocionaba ser enseñada por alguien que tuviera cualquier conocimiento de jardinería.
A Jennie le tomó más de diez años ver esa excavación de piedra transformada en este hermoso jardín. Aún así, los árboles no habían terminado de crecer. Y hoy en día, el trabajo continúa en el jardín de Jennie.
De igual forma pasa con el proyecto de transformación de tu conversación. No es fácil seguir trabajando en las relaciones. No es fácil otorgar gracia, no es fácil ser paciente y esperar el fruto. Y creo que la mayoría de nosotras nos damos por vencidas con mucha facilidad y demasiado pronto.
Pero si cooperas con Dios, si cooperas con Su obra transformadora para quitar lo viejo y llenar tu corazón con lo nuevo, experimentarás el poder del intercambio y tu jardín se llenará de belleza.
Padre celestial, te pido que nos ayudes a comprometernos con este proceso del que hemos estado hablando. Perdónanos por las maneras en que hemos ofendido a otros; perdónanos por contar ofensas en lugar de otorgar gracia. Ayúdanos por favor a no contristar Tu Santo Espíritu. Ayúdanos a alegrarlo con la forma en que usamos nuestras palabras. Enséñanos. ¡Cuánto te necesitamos! Gracias porque eres nuestro maestro y nuestro guía. En el nombre de Jesús, amén.
Nancy: Amén.
Has estado escuchando una enseñanza de Mary Kassian, nuestra invitada para esta serie de Aviva Nuestros Corazones, titulada, Conversación apacible. Mary nos ha estado mostrando por qué no es suficiente tratar de eliminar los hábitos que tenemos de usar nuestras palabras para pecar contra otros. Necesitamos reemplazar esos patrones y usar nuestras palabras para edificar a otros.
Si te perdiste alguna de las dos enseñanzas anteriores en esta serie, quiero animarte a que vayas atrás y la escuches. Encuentra cada uno de estos episodios en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Allí, en la transcripción de este programa, también encontrarás el acceso al recurso relacionado. Es un libro de trabajo escrito por Mary titulado, La conversación apacible. Adquiérelo y profundiza en sólidos principios bíblicos que te ayudarán a cambiar tus hábitos de conversación de modo que puedas disfrutar de mejores relaciones interpersonales.
¿Alguna vez has pensado cómo tu boca es como una puerta? Mary Kassian regresará mañana para ayudarte a reflexionar sobre esto.
Mary: Babeles de donde proviene nuestra palabra balbucear, que significa hablar de manera ociosa, irracional e incoherente. La Torre de Babel es donde Dios confundió el lenguaje y la gente comenzó a tener dificultades para comunicarse entre sí. Podían hablar pero no podían conectarse; ya no podían entenderse el uno al otro. El orgullo establece barreras de comunicación. Si he puesto esta puerta orgullosa en mi hablar, no podré comunicarme contigo, habrá una barrera.
La puerta alta y reforzada me mantendrá dentro y a ti fuera. No importa cuánto digamos, simplemente no nos conectaremos. ¿Alguna vez has estado en una conversación así? Tú hablas, la otra persona habla, pero simplemente no hay conexión porque no puedes escuchar; o quizás la otra persona está llena de orgullo y no puede escucharte…simplemente no conectan. Es solo balbuceo.
Nuestra comunicación puede ser un balbuceo incoherente e irracional.
Nancy: Asegúrate de acompañarnos para este próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Annamarie: Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación