El poder de Dios sobre la adicción
Angeline: Ni siquiera sentía dolor o resentimiento por lo que estaba haciendo ya. Esa parte se murió.
Carmen Espaillat: Una joven llamada Angeline creció en una familia donde la permisividad con el consumo de alcohol y la violencia abrieron puertas para que el poder restaurador de Dios fuera manifestado en su vida.
Angeline: Lo hacía muy normalmente, muy comúnmente; como la gente podía tomarse un vaso de agua o comer una comida que le gustara. Empecé solo así, pero luego se convirtió en un infierno.
Un día me levanté y me di cuenta que todos esos caminos que yo había andado no habían funcionado. Entonces ese día definitivamente me vino a la mente que me quería morir. Pensé: “Pero esto... tiene que haber otra vida, otra forma de hacerlo... porque realmente no me gusta tener que usar una sustancia para poder sentirme bien o mal, o como sea.”
Cualquier cosa …
Angeline: Ni siquiera sentía dolor o resentimiento por lo que estaba haciendo ya. Esa parte se murió.
Carmen Espaillat: Una joven llamada Angeline creció en una familia donde la permisividad con el consumo de alcohol y la violencia abrieron puertas para que el poder restaurador de Dios fuera manifestado en su vida.
Angeline: Lo hacía muy normalmente, muy comúnmente; como la gente podía tomarse un vaso de agua o comer una comida que le gustara. Empecé solo así, pero luego se convirtió en un infierno.
Un día me levanté y me di cuenta que todos esos caminos que yo había andado no habían funcionado. Entonces ese día definitivamente me vino a la mente que me quería morir. Pensé: “Pero esto... tiene que haber otra vida, otra forma de hacerlo... porque realmente no me gusta tener que usar una sustancia para poder sentirme bien o mal, o como sea.”
Cualquier cosa en mi vida necesitaba de algún tipo de sustancia para yo hacerla.
Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
No seas esclavo del vino. El apóstol Pablo ofreció este consejo a las mujeres en el libro de Tito. Nancy ha comenzado a desempacar lo que para nosotras hoy en día significa este principio. Ayer escuchamos algunas historias impactantes sobre el poder de la adicción y el poder aún mucho más grande del Espíritu de Dios. En el día de hoy continuaremos con ese tema escuchando a una mujer que ha vivido esa situación.
Nancy: Angie, gracias por estar con nosotros en este programa. Quiero comenzar hablando un poco acerca de tu familia. Cuéntanos cómo creciste, cuál fue el ambiente en el cual tú creciste.
Angeline: Gracias por invitarme. Yo me crié en una familia común. Soy la mayor de una familia de cuatro hermanas, mi padre y mi madre. Mi madre era una mujer fuerte, dedicada a darnos todo lo que nosotros necesitábamos. Pero mi padre, un hombre un poco más tranquilo a la hora de enseñarnos y de decirnos qué hacer; inclusive de proveernos, familiarmente hablando.
Desde pequeña —desde que yo tengo uso de razón— mi padre bebía mucho. Inclusive yo creo que lo puedo catalogar como un alcohólico. Y mi madre tenía una actitud ante eso un poco como... podríamos decir que sumisa, ante la idea de que mi papá bebiera tanto. Pero a medida de que fueron pasando los años, eso —de alguna manera— frustró a mi madre. La decepcionó mucho como pareja. Familiarmente esto hizo mucho daño porque él constantemente bebía. Y lo hacía naturalmente, o sea, como lo que pasa en la sociedad, que el alcohol es algo tan natural, tan normal, que ni siquiera lo ven como una droga. Como lo que es.
Nancy: En tu casa estaba la presencia del alcohol constantemente.
Angeline: Constantemente. Inclusive, de parte de mis padres y de la familia de mi padre, era algo que yo me crié viendo.
Nancy: Y ustedes, tú y tus hermanas, estuvieron expuesta a beberlo, o ellos te permitían beber alcohol a temprana edad, o ustedes tomaban...
Angeline: Realmente no lo bebimos temprano, pero sí, siempre estuvo la puerta abierta de que, en el momento en el que tuviéramos la edad suficiente, ya podíamos hacerlo.
No había ningún tipo de límites con relación a eso, en el sentido de hablarnos, “Mira esto es bueno, esto...”, excepto cuando se trataba de quizás salir a la calle con una botella de alcohol en la mano. Ahí sí había un límite. Pero lo que era dentro de la casa, realmente era algo muy común.
Nancy: Pero tú nos compartías que tu problema mayor no fue el alcohol sino el uso de drogas. ¿Cuál fue la primera vez, o cómo llegaste por primera vez al uso de las drogas?
Angeline: Sí. Por ese mismo límite que se rompió durante mi niñez —el hecho de no tener algo, como un control— yo no descubrí temprano que también, igual que mi padre, yo tenía un problema de adicción; o sea, un comportamiento adictivo. Que se manifestaba en diferentes cosas en mi vida como: obsesión por cosas, por personas... a corta edad.
O sea ya con 15, 16 años yo me comportaba de una manera como obsesiva con la gente, ¿entiende? Quería estar con una misma persona todo el tiempo, tenía comportamientos agresivos. Recuerdo en la adolescencia tener ese tipo de comportamientos. Pero luego, fue cuando fui a la universidad —cuando estuve por primera vez sola— que empecé a investigar, quería saber diferentes cosas. Empezó como una búsqueda en mí. Yo... tenía un vacío tan grande, y lo quería llenar, quería investigar. Yo quería hacer cosas que no había hecho en mi casa.
Entonces empecé a juntarme con personas que no debía —malas compañías— a oír mensajes y cosas que de alguna manera me empezaron a influenciar sobre la sociedad y sobre lo que estaba bien o lo que estaba mal. Entonces me encontré primero con la marihuana. Ese fue mi primer encuentro con un tipo de droga.
Recuerdo que la primera vez que la usé no pasó nada conmigo emocionalmente. Pero luego, la segunda, recuerdo haber pensado y dicho a la persona con quien estaba que “había encontrado lo mío”. Eso fue exactamente lo que le dije ese día.
Nancy: Y tú me decías que, creciendo, tú manifestaste comportamientos que te mostraban que había algo que iba mal; que tú tenías una tendencia a obsesionarte, una tendencia a enfocarte sobre una persona—vamos a decir como a deificarla en tú interior, a ir tras eso. ¿Tú pudieras decir, o recordar, si hubo algo más en tu entorno familiar—en tu crianza— tú que piensas que te afectó?
Angeline: Sí, claro que sí. La violencia. Yo recibí mucha violencia, podríamos llamarle “abuso”. No recuerdo un solo día de mi niñez donde yo no me levantara con un boche, una pelea, o con una pela, o una palabra ofensiva hacia mí. Era algo muy normal—la violencia intrafamiliar. No solamente hacia mí, sino también hacia mis hermanas y entre mi padre y mi madre.
Nancy: Tú conectas la violencia con la adicción al alcohol de tu papá, con todo lo que te fue llevando—ya cuando tú sales y vas a la universidad que estás, como dicen, libre de esa influencia paterna...
Angeline: Los vacíos que traía por esa deficiencia familiar, obviamente, fueron de las cosas que me motivaron a empezar a buscar lo equivocado.
Hay personas que han vivido lo que yo he vivido familiarmente y no necesariamente han usado drogas. Pero, en mi caso, al yo tener una tendencia adictiva tanto genética como emocional, se dio esa búsqueda por ese lado.
Nancy: Y tú dices que la primera vez no te hizo nada, pero la segunda vez habías encontrado—te gustó lo que encontraste. ¿Alguna vez tú te dijiste a ti misma: “No debería estar haciendo esto”?
Angeline: Todo el tiempo, todo el tiempo. Había un sentimiento de inadecuación con relación a donde yo estaba: a los espacios y las personas. Me sentía mal e incómoda todo el tiempo. Y es algo que ahora yo identifico como el Espíritu Santo que se manifestaba en mí, pues yo no quería estar, y quería estar. Siempre tenía una lucha y decía—me preguntaba. Había algo que se despertaba en mi consciencia, en mi sano juicio. Y yo decía: “Pero, ¿qué es lo que yo hago aquí?” Eso me pasó mucho.
Nancy: El uso de la marihuana, ¿te llevó progresivamente a usar otras drogas o simplemente te quedaste usando marihuana?
Angeline: Duré un tiempo que solamente usaba marihuana, e inclusive duré un tiempo que ni siquiera la compraba, sino que era ocasional cuando iba a lugares y la consumía. O cuando alguien, de alguna manera me la regalaba o alguna cosa, yo la consumía. Pero entonces empezó eso a ser progresivo y empecé a querer comprarla y mi adicción creció al punto de yo coger y “auto robarme”, como yo le llamo y querer comprar. Darles dinero a personas para que me compraran. Y progresivamente estando en esos espacios —y con las personas equivocadas, también— empecé a usar otro tipo de drogas.
Recuerdo que la primera vez que usé específicamente crack, que fue lo que empecé a consumir, di un salto grandísimo porque realmente nunca usé cocaína, sino que pasé de marihuana a crack, que es algo bien fuerte. El primer “fumo” fue por un engaño. Me pasaron un habano de marihuana y yo lo fumé pensando que era solamente marihuana, y cuando sentí la reacción de mi cuerpo, me di cuenta que tenía algo que no era solamente marihuana. Ahí comenzó mi adicción a otro tipo de drogas y ahí duré más o menos un promedio de seis meses usando solamente crack.
Nancy: Y es cierto, Angie, que, para encontrar el mismo nivel de satisfacción, ¿necesitas cada vez usar más droga?
Angeline: Sí. El nivel de adicción —el deseo por ella— va aumentando, obviamente, porque el consumo de drogas es un deseo de llenar algo emocional y luego se hace físico. Entonces, al ser la parte física, te pide más.
Mi cuerpo se hace más resistente a ese tipo de droga, entonces obviamente voy a desear más y más y aumentar la cantidad. En mi caso, yo le tenía mucho miedo y yo creo que eso me reprimió para no hacer muchas cosas que pude haber hecho en mayor cantidad.
Nancy: ¿Alguna vez odiaste ese estilo de vida? ¿Alguna vez pensaste: “Esto es un asco, yo quiero dejar esto”? O, ¿se convirtió en algo normal para ti?
Angeline: La primera etapa era normal. Ni siquiera sentía dolor o resentimiento por lo que estaba haciendo ya. Esa parte se murió. Lo hacía muy normalmente, muy comúnmente, como una gente podía tomarse un vaso de agua o comer una comida que le gustara.
Empecé a hacerlo así, pero luego se convirtió en un infierno. Pensé: “Pero esto... esto... tiene que haber otra... otra vida, otra forma de hacerlo, porque realmente no me gusta tener que usar una sustancia para poder sentirme bien o mal, o como sea.” Cualquier cosa en mi vida necesitaba de algún tipo de sustancia para yo hacerla: si quería estar feliz, tenía que usar; si quería bailar, tenía que usar; si quería ir a la universidad, tenía que usar; si quería hablar, tenía que usar; si quería enamorarme, tenía que usar.
O sea que se convirtió realmente en una codependencia—una dependencia demasiado fuerte, y me ató. Y eso no me gustaba.
Nancy: Y, ¿te veías a ti misma como una adicta?
Angeline: No, no, no. Para nada. Yo no... Yo no entendía... yo no me entendía como una adicta. En mi mente decía que en cualquier momento lo podía dejar. Estaba convencida por momentos, que sí, que lo dejaría, que iba a llegar un momento—inclusive había momentos de consumo que decía: “Esta es la última vez.” Y me lo determinaba, pero volvía y lo hacía. Y pasaba una semana, y llegué a pasar un mes, dos meses, tres meses limpia; pero volvía.
Nancy: Y, ¿qué estaba pasando en tu vida en términos espirituales mientras pasabas por todo este tiempo? ¿Qué conocías tú de Dios? Y, si conocías de la existencia de Dios, ¿tú habías puesto esa parte de tu vida como en un segundo plano?
Angeline: Es interesante, pero yo pienso que sí, Dios estaba ahí. Yo conocí del Señor... o sea, conocía de Él, había escuchado de Él, ya tenía encuentros, había escuchado Su Palabra, había gente que me había predicado, me había mostrado al Señor. Pero no había entendido todavía lo que significaba el amor de Dios. Para mí era difícil porque yo no fui... yo no me sentí amada en mi casa, entonces no entendía cuando me decían que Dios me amaba. Entonces era difícil comprender lo que Él me estaba ofreciendo.
Pero sí sabía que Él estaba. Había momentos que yo oraba y que utilizaba un poquito el Dios —lo que yo le llamo “el Dios bombero”— que es cuando yo lo necesitaba. Pero... pero sabía que aun así, Él estaba. Y yo, yo sentía que Él estaba diciéndome: “Yo estoy aquí”, “Yo estoy por aquí”.
Nancy: Y, ¿hubo algún punto en el que tocaste fondo, hasta ese punto como de llegar a la desesperación para entonces clamar a Él?
Angeline: Yo entré a recuperación, traté de salir de las drogas por mí misma, por diferentes vías. Y cuando vi que ninguna vía me funcionaba —porque simplemente yo estaba buscando amor y no encontraba—, entonces me iba por recuperación; que si una iglesia, que si esto, que si aquello. Y nunca llegaba a esa llenura—realmente—que yo estaba buscando. Entonces llegó un momento en que recaía.
Duré más o menos unas tres semanas en consumo, y en ese tiempo dormía todo el tiempo. Y un día me levanté y me di cuenta que todos esos caminos que yo había andado no habían funcionado. Entonces ese día, definitivamente, me vino a la mente que me quería morir. Y que... y le hablé a Dios sobre ese deseo que tenía. Decidí abrirle mi corazón sobre... decirle: “Señor, yo no... yo sé que Tú estás ahí, que Tú me estás viendo, pero haz algo, porque yo ya no puedo más, o sea, si Tú estás ahí, si Tú me estás escuchando de verdad, yo necesito que Tú intervengas, porque este es el tiempo para hacerlo y yo estoy dispuesta a hacer lo que Tú me digas para que se dé.”
Y recuerdo algo... simplemente me paré y estaba determinada no sé a qué, y me paré, y algo me dice: “Ponte tus chancletas y sal.” Y yo salí a la puerta de mi casa, y cuando me paré ahí, pasó una guagua y se devolvió un carro, y ese carro traía todo un grupo de gente que había estado conmigo en un programa de recuperación en el que yo había intentado entrar. Y se devolvieron y me dijeron: “¡Pero mírala aquí!” Y me llevaron a ese programa. Y ese fue el inicio de mi recuperación.
Nancy: O sea que ese día llegaste finalmente —como pudiéramos decir— al final de ti misma.
Angeline: Exactamente.
Nancy: Y, ¿cómo... cuándo fue como que sentiste que tu corazón empezó a volverse hacia Cristo? Porque ahí ok, “Señor, yo te clamo, yo me quiero morir, yo no quiero esta vida”; pero, ¿cuándo la luz de Cristo comienza a resplandecer y te salva?
Angeline: Sí, en mi deseo por estar limpia empecé a asistir—estaba en un programa de recuperación, ya tenía cuatro meses limpia y me sentía... pero empecé a flaquear nuevamente, a sentirme que— ¡guau!—turbulenta. Entonces en esa búsqueda me encuentro con alguien que me invita a una iglesia y me dice: “Yo creo que tú lo que necesitas es otra cosa fuera de recuperación.”
Y comienzo a asistir a una iglesia, y en esa iglesia me comienzan a hablar de un Jesús, de Dios, de un Dios de amor que está ahí pendiente y que Él sabía de antemano que yo lo necesitaba, y que Él estaba ahí desde mi inicio y desde que yo estaba en mi casa, y que supo de los abusos. Y así fue que yo empecé una relación con Él, personal, a escucharlo, Él... a darme ese cariño poco a poco. Y el tiempo pasó hasta que simplemente lo recibí y empecé una relación personal con Él de manera estrecha y amorosa.
Nancy: Pudiste arrepentirte de tus pecados, entendiste que habías sido pecadora y que en Cristo había perdón, que Él los echa a lo profundo del mar y que en Él hay nueva vida. Dice la Palabra que, “si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.”
¿Y cómo fue ese proceso, entonces, de liberarte de la adicción? Hasta ahí tú tenías unos meses limpia pero sentías que podías flaquear. Ahora con Cristo en tu corazón, ¿cómo fue ese proceso?
Angeline: Fue difícil realmente. Fue un proceso de mucho dolor, de morderme los dedos. Pero ya era diferente porque yo ni siquiera quería estar limpia por mí, sino que yo quería estar limpia por Él, por Su gracia, porque yo quería estar limpia por seguirlo para hacer Su voluntad, entiende?. Estar limpia para hacer lo que Él quería para mí y de agradarle a Él por encima de cualquier cosa, inclusive sobre mis propios deseos.
Y Él empezó a darme un amor que yo no había recibido hasta ese momento. Un amor de padre, un amor de hermano y todo. Fue... ha sido maravilloso realmente.
Nancy: O sea que aún tú puedes decir que ha sido largo y difícil pero a su vez maravilloso.
Angeline: ¡Sí! Ha sido difícil, pero maravilloso también porque en ese proceso he conocido personas que me han dado apoyo—amigos, hermanos que han estado conmigo en ese tiempo cuando yo me siento sola o cuando yo necesito que oren por mí, cuando he tenido tentaciones—porque las tengo y las he tenido—. Pero Él ha provisto una serie de recursos que son importantísimos en mi vida.
A través... no sólo de Su Palabra, también los amigos, la iglesia, lugares donde yo puedo ir y recurrir para pedir ayuda cuando lo necesito; espacios, familia nueva. Me he hecho también parte de grupos donde yo puedo servir y ayudar a otras mujeres que están en lo mismo—que han pasado por la misma situación.
Nancy: Sí, son medios de gracia que Dios pone a nuestra disposición. Yo te quería hacer una pregunta sobre eso, eso de rendir cuentas. Hemos oído que es un proceso importante o sea— tener una persona a quien llamar, con quien estés conectada. Para eso mismo, para que ore contigo, para que te ayude, para que te acompañe, para la misma lectura de la Escritura, inclusive memorización, la asistencia—como tú dices—a la iglesia; las familias que te acogen en esa nueva familia, que es la familia de la fe.
Angeline: Sí.
Nancy: Tú tienes esa persona —o esas personas— a quienes tú les rindes cuentas de quienes estás cerca—específicas—no como un grupo general de la iglesia, sino personas específicas.
Angeline: Sí. Definitivamente. Yo tengo gente a la cual yo debo llamar cada cierto tiempo, y si no la llamo hay problemas. Y tengo personas que me mostraron otro patrón de familia, donde yo llego ahí y soy parte de su casa. Gente que yo debo llamar a diario también para contarle en qué estoy, cómo me siento, y me dan seguimiento.
Yo creo que eso fue fundamental —ha sido fundamental— en lo que es mi recuperación y mi encuentro con el Señor. Oraciones; yo en particular recuerdo una oración que se hizo conmigo cuando comencé también mi recuperación. Esa oración diciendo que las puertas estaban abiertas para que todo lo que se diera, llegara con relación a eso—a la recuperación. Y yo recuerdo esa oración con muchísimo cariño porque realmente sentí el poder de Dios que sí, que las puertas se abrieron a partir de ese momento. Nada fue coincidencia a partir de ese día, de esa oración.
Y muchísimas personas que en momentos han salido corriendo cuando yo lo necesitaba, fueron a mi casa inclusive hasta en las noches. O sea que ese tiempo y esa gente tienen que estar ahí. Yo debo ser intencional en buscar ayuda. O sea, no es ni siquiera esperar que llegue a mí, sino yo ser intencional si quiero realmente hacer un cambio y cambiar mi vida.
O sea, pedirle a Dios que, si no las tengo, que esa gente llegue. Pedirla a Dios y buscarla. Y si la primera persona no funciona, buscar la segunda. Y ser parte de ese proyecto que Dios quiere para mí, accionando también.
Nancy: Sí, porque esa es la forma en que Cristo provee esa ayuda.
Angeline: Claro que sí.
Nancy: Es a través... Él usa todos esos medios que tú mencionaste y las personas son claves.
Angeline: Es imposible hacerlo solo. Eso es imposible. La persona que dice que está en recuperación, pero que lo hizo solo, realmente no está en recuperación, porque eso es imposible. La compañía es fundamental para ver un cambio. Inclusive, Dios nos manda a eso—a estar en comunidad y ser parte de una comunidad activa.
Nancy: Exactamente.
Angeline: Y a través de la comunidad es que Él se manifiesta en mi vida.
Nancy: Por eso la Escritura dice, “Mejor son dos que uno, porque hay del solo que cuando cae, no tiene al lado quién lo levante.”
Angeline: Así mismo.
Nancy: Y también me viene a la mente el texto que habla de cuando nosotros hacemos algo por uno de estos más pequeños, el Señor dice, “A mí me lo hiciste.” O sea que el Señor, cuando uno extiende esa mano, es realmente del Señor y al Señor. Es un medio de gracia que Él dispone para nosotros.
Angie, ¿cuánto tiempo tienes sin usar drogas?
Angeline: Doce años.
Nancy: Doce años... eso es mucho tiempo. Y cuando hablábamos de que el proceso ha sido difícil—que no es un proceso fácil—, ¿tú qué pudieras decir acerca de las recaídas? ¿Cómo pudiera ser de aliento el hecho de saber que hay un camino en que uno falla pero sigue adelante?
Angeline: La recaída—yo entiendo—es parte de lo que es el mismo proceso de recuperación. Si una persona tiene la intención, el deseo de mantenerse limpio y está buscando cambios en su vida, debe entender que en algún momento puede ser que falle.
Pero la diferencia está en continuar, por encima de tú caer. Primeramente buscar a Dios por encima de todas las cosas, y pedirle que te dé las fuerzas, el deseo y las herramientas para el siguiente paso. La recaída puede convertirse en una bendición cuando te pasa la primera vez, y tú sabes qué hiciste mal en la primera y la segunda no te pasa, porque ya tienes las herramientas adecuadas.
Voy a ponerte un ejemplo: si yo tengo la experiencia de que hay algunos lugares que yo no puedo visitar porque esos lugares me hacen daño y me llevan a una recaída, obviamente, la segunda vez yo no voy a estar en ese sitio. Yo voy a buscar la manera de alejarme de esos lugares, porque a mí me afecta y me lleva a una recaída.
Entonces, la misma experiencia es la que te va haciendo... En el adicto eso es algo muy común, pero poco a poco, si él se mantiene dentro de lo que es la recuperación, él puede llegar a tener otra vida y a mantenerse firme.
Nancy: Angie, gracias por haber estado con nosotros, por estar dispuesta a ser abierta, a compartir tu testimonio para bendición de otros y de muchas a quienes Dios, quizás a través de este programa, está llamando a la libertad que tú encontraste en Cristo.
¿Qué otra cosa tú quisieras dejarnos como mensaje final ahora que estamos terminando este programa?
Angeline: Sí, quisiera decirles que una de las cosas que más agradezco es la apertura que tuvo la iglesia al recibirme—la iglesia a la cual yo asisto. Que me dio la oportunidad de estar y ser parte de su comunidad. Me dieron apoyo, me abrieron las puertas, hicieron todo lo que fuera necesario que yo necesitara para que se diera ese cambio. Eso lo agradezco mucho.
También ahí conocí a un Dios que... Él puede llenar cualquier tipo de vacío. Que todas mis ansiedades, cualquier tipo de afecto que yo necesité de mi niñez, de mi presente, Él los llena. Que no hay adicción que pueda con Él, que realmente en Él yo recibo todo lo que yo quiero y necesito—está en Jesús; en Su gracia, en Su perdón. A través de Él yo he podido ser otra persona, pero no solamente “otra persona”, sino alguien que Él está moldeando y que Él puede transformar, y que Él ha convertido en lo que Él ha querido.
Yo le doy las gracias al Señor —realmente— por esa... por todo eso que Él ha hecho por mí, que ha dado para mí... le doy las gracias.
Nancy: Amén.
Carmen: Nancy Leigh DeMoss ha estado hablando con una mujer llamada Angeline acerca de la oscuridad de la adicción y el poder restaurador de Dios. Los programas de esta semana nos han ofrecido un buen balance para entender los sólidos principios bíblicos acerca de las adicciones y las historias que ilustran estos principios. Nancy retomará la enseñanza de Tito 2 en el próximo programa y continuará explorando la naturaleza destructiva de las adicciones.
Si necesitas ver más recursos de este y otro tipo te invitamos a visitar nuestra página web, www.AvivaNuestrosCorazones.com.
Incluso, si nunca has probado el alcohol o las drogas, lo cierto es que necesitas saber sobre este tema y ser cuidadosa. Hay más adicciones sutiles que podrían causarte problemas. Hablaremos sobre esto en nuestro próximo programa. Por favor regresa a Aviva Nuestros Corazones.
Nancy está de regreso para terminar con una oración.
Nancy: Señor, qué bueno que en Cristo tenemos un poderoso Salvador. Gloria sea a Tú Nombre, Señor, porque Tú perdonaste todos nuestros pecados; nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Gracias porque así como está de lejos el oriente del occidente, así has hecho alejar de nosotros nuestras transgresiones.
Gracias, Señor, porque Tú has hecho una obra maravillosa en la vida de Angie y Tú puedes repetir esa obra Señor en la vida de tantas mujeres que están escuchando este programa; que están esclavas, Señor, a distintas y diversas adicciones. No solamente a las drogas Señor, sino también al alcohol, a los hombres, a las compras, a tantas y tantas cosas tras las cuales nuestros corazones se van Señor.
Que Tú seas el único Señor a quien nosotros adoremos, el único a quien nosotros servimos. Que busquemos primeramente Tu gloria, Tu reino y Tu justicia. Y todo esto, Señor, te lo presentamos en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de Las Américas a menos que se cite otra fuente.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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